- Ideología
- La Suástica
- El Holocausto
- Técnicas y métodos de desubjetivación
- Deportación y Traslado
- Confinamiento
- Pérdida de las referencias simbólicas
- Ataque a la dignidad y la libertad individual
- Los Victimarios
- Las víctimas sobrevivientes
- Algunos campos
- Conclusión
- Bibliografía
Sobran palabras para describir lo que el Holocausto fue. Prácticamente, el intento de hacer desaparecer de la Tierra a una categoría racial completa, ninguna idea nueva para la época podríamos decir, pero lo asombroso del caso es la convicción con la que fue realizada.
La expresión más estremecedora de lo que el nuevo orden europeo
Nazi supuso fue el holocausto judío, que significó un cambio esencial en la experiencia colectiva de la Humanidad a través de los siglos.
Fue la aniquilación sistemática y burocrática de seis millones de judíos. Pero ellos no fueron las únicas victimas, también más de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos fueron asesinados debido a su nacionalidad. Los polacos fueron enviados a realizar trabajos forzados, y como resultado, casi dos millones perecieron.
Los campos de concentración representan en su totalidad la ideología y lo que fue el Holocausto. Construidos para matar. Los damnificados fueron llevados de manera ingenua hacia ellos.
Hoy en día quedan muchas dudas sobre el tema, las cuales sólo podemos intentar responder a través de teorías y análisis.
¿Qué es lo que llevo a Adolf Hitler a realizar conscientemente tal masacre? Hay muchas preguntas, algunas de las cuales trataré de responder en esta monografía, pero algunas otras (muchas de hecho) quedaran sin resolver.
La fuerza del movimiento nacionalista ha sido producto de su falta de perfil, es decir que la falta de determinación y la ambigüedad de su objetivo resultó beneficioso para su poder de atracción, según Niekisch.
Sin embargo, no podemos deducir que Hitler simplemente pretendía llegar al poder y no realizar ciertos objetivos. Básicamente pensaba en implantar la ideología nacionalista. La cual es intolerante y no se puede conformar con un papel de "un partido entre otros", sino que exige su propia, total y exclusiva aceptación. No puede permitir la tradicional concepción del estado.
En el centro de este sistema estaba la idea de la raza. Sólo la raza blanca, al contrario de la negra y amarilla, es capaz de desarrollar fuerzas creadoras. Dentro están los arios y germanos, cuya sangre es la menos mezclada, son los seres más nobles y valiosos. En el polo opuesto se hallan los semitas, físicamente degenerados y espiritualmente sin capacidad creadora. El destino de los arios es dominar el mundo, lo que sólo podrán lograr si mantienen su valiosa sangre lo más pura posible y no permiten que se degenere en una mezcla de razas. La raza de los judíos y semitas queda como una de bastardos, cuya existencia es pecado y un crimen contra las sagradas leyes de la vida.
Tras investigaciones de Wilfried Daim resulta razonable pensar que Hitler recibió sus conceptos racistas a través del ex monje Lanz V. Lievenfels, quien publica unos folletos baratos y primitivos titulados Ostara-Heften. Trataban sobre la raza azul-rubia, que según el autor es la obra maestra de los Dioses, mientras que la raza negra es la chapucería de los demonios. Toda la fealdad y maldad procede de la mezcla de razas. El lema de Lanz: "¡Rubios, armaos para reconquistar el mundo!"
Falta saber hasta que punto Hitler se dejó influenciar por estos absurdos e inhumanos argumentos. Karl Lueger, el alcalde más influyente de todos los tiempos, era antisemita. De este antisemitismo, Hitler lo aprendió a valorar como un instrumento de propaganda. Pero para Lueger el antisemitismo terminaba cuando el se convertía a la fe cristiana, al contrario de Hitler, que creía que un judío era siempre judío y estaba condenado a una eterna inferioridad. No hay judíos decentes, que sean tan malos que casi puedan compararse a los arios, pues una persona no puede negar su raza.
Aquí se fundamentaba el antisemitismo, que en Alemania por motivos religiosos y económicos, ya existía desde mucho antes. Previamente, en la condición no racial, se manifestaba de forma esporádica, en que la mayoría no judía hacía responsable a la minoría judía-por su aspecto, forma de vestir, religión y otras costumbres se diferenciaban- de la miseria, necesidad y de los propios fallos. Ahora en el antisemitismo racial, el judío simplemente por pertenecer a la esta raza es considerado como un peligro para la humanidad.
Partiendo de este perverso concepto racial, Hitler interpreta erróneamente el desarrollo de la historia humana hasta entonces:
«El ario avasalló a los seres inferiores y los utilizó para trabajos serviles bajo su mando. No sólo conservó el poder sino que siguió siendo el único conservador y creador de la cultura. En cuanto los avasallados empezaron a elevarse y se acercaron, incluso en su idioma, al conquistador, se derribó la pared divisoria entre señor y criado.
De este modo se hunden las culturas y los imperios, para dejar sitio a nuevas formaciones. La Humanidad no se arruina por las guerras perdidas, sino por la pérdida de esa fuerza de resistencia que sólo posee la sangre pura.
La ideología ve al estado como el principal medio para lograr la conservación de la pureza racial. No cree en la igualdad de razas, acepta su diversidad, su valor superior e inferior y fomenta la victoria de la mejor y la más fuerte y exige la subordinación de la peor.
La cultura y la civilización de nuestro continente están ligadas a la existencia del ario. Existe un derecho humano, el más sagrado: mantener pura la sangre, para crear la posibilidad de un desarrollo más noble de sus componentes. Un estado nacional deberá evitar que el matrimonio favorezca la permanente ignominia de la raza. »
Estos comentarios dejan ver claramente los siguientes elementos, los cuales carecen completamente de fundamento científico:
- La pertenencia a una raza es el punto de partida de todas las demás reflexiones.
- La pertenencia a una raza viene determinada por la faceta hereditaria, por la sangre.
- Los diferentes seres humanos y razas no poseen el mismo valor. «El contraste más fuerte del ario lo forma el judío.»
- Conceptos como «lucha por la existencia» «selección del mejor» «sobreviven los más fuertes», que Darwin creó, fueron transferidos por Hitler a la sociedad humana. Toda la naturaleza es una lucha gigantesca entre la fuerza y la debilidad. La idea de la lucha es tan vieja como la vida misma, ya que solo se conserva por el hecho de que otra vida perece a la lucha.
- «El derecho del más fuerte» y la máxima valoración del ario se apoyan en las leyes eternas de la naturaleza.
- El máximo deber del estado es mantener pura y elevada la raza aria y preservarla de la mezcla de sangre.
Buscaba siempre al judío como culpable donde algo se le oponía o donde reinaban las circunstancias que él no quería aceptar. Todo lo reducía a inventos del judaísmo, y sería siempre el eterno enemigo.
El movimiento se encargaba de que por lo menos en Alemania, se viese quien es era el enemigo mortal. Hitler creía actuar en el sentido del Creador todopoderoso: librándose del judío luchó para la obra del señor. El objetivo no era sólo devolver la libertad a los pueblos tiranizados por el judío, sino también acabar con él.
Hitler por el hecho de no ser judío, se sentía como algo superior, y que a causa de su conocimiento del judaísmo, estaba llamado a salvar la parte más valiosa.
El hombre que, por orden de Hitler, contribuyó de la manera más horrible a que en el Tercer Reich cambiaran realmente las cosas, que estas locuras raciales fueran realizadas fue Heinrich Himmler, máximo responsable después de Hitler, expresó su confuso biologismo racial así: «El hombre inferior, biológicamente parece completamente de igual especie. Su nivel espiritual es y anímico es más bajo que el del animal. En el interior hay un horrible caos de manías brutales y desenfrenadas: la voluntad increíble de destrucción, la avidez más primitiva, la bajeza más desnuda. ¡Ser inferior, nada más!»
De estas teorías raciales de Hitler derivaban a otros dos elementos: la no aceptación de la democracia a favor del estado germano de un Führer y el derecho de los alemanes arios a combatir a los inferiores.
El lugar de la democracia ocupaba el románticamente llamado "principio del Führer", que en el Tercer Reich tenía la finalidad de hacer respetar sólo la voluntad de Hitler. El presidente de una sección es nombrado por el Fürer que le sigue en jerarquía. No existen juntas de votación, sólo ejecutivas. Siempre el jefe es nombrado desde arriba, y a la vez, es dotado de autoridad absoluta.
Quien pretende ser Führer acepta, junto con la autoridad absoluta, también la última y más grave responsabilidad. El que no es capaz de ello no sirve.
Los nacionalistas se aferraron a los objetivos de política exterior, para proporcionar al pueblo alemán las tierras que le convienen en este mundo. Sus antepasados no recibieron las tierras donde ellos viven como regalo del cielo, por lo que deberán luchar para obtenerlas.
Si nos preguntamos cómo ha sido posible que tal ideología llegara al poder, han de tenerse en cuenta las circunstancias. Durante el tiempo de lucha, por motivos tácticos, fue propagándose de una manera tan difusa que todo el mundo podría estar dispuesto a experimentar el movimiento hitleriano. Si el hombre humilde lo veía con indiferencia y deseaba a Hitler sólo como hombre fuerte, que debería asegurar para el futuro su existencia.
Pero una vez llegado al poder, Hitler no supo convencer al pueblo alemán del contenido moral de su ideología. A pesar de sus dotes oratorias, nunca pudo convencer a la masa para que pusiera en práctica sus principios de eutanasia, jamás supo justificarlo. Tuvo que ocultar ante los ojos del pueblo el exterminio de los judíos, emprendido en masa y sistemáticamente.
Hitler alcanzó el poder y se mantuvo durante doce años. Gracias a su talento de orador y organizador, la capacidad de ganarse colaboradores eficaces. De esta ideología nació el fanatismo, ah la fuerza de voluntad y fe de Hitler. En su absurda obsesión dejó que millones de valientes soldados se desangraran en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, dejó que Alemania se hundiera en la pobreza, e hizo matar a millones de judíos. La dignidad, y el valor del individuo, la humanidad y el amor cristiano y la responsabilidad ante Dios habían muerto.
Teorías y vínculo nazi
Las connotaciones negativas que afectaron a la esvástica por su utilización por los nazis llevaron a la casi extinción de su uso simbólico e incluso meramente decorativo.
Al acercarnos a la interpretación actual de la esvástica percibimos un sentimiento de rechazo hacia el recuerdo de Hitler y la segunda guerra mundial. Y de un símbolo respetado y querido por todos los pueblos ha llegado para muchos de ellos a ser la imagen nefasta del odio y la violencia.
La causa para que los nazis eligieran este símbolo es ambigua, su adopción, el 20 de diciembre de 1920 por Adolf Hitler consagra la esvástica como emblema de el Partido Obrero Nacional-socialista.
El identificar el Sol y el Poder fueron ideales de la parafernalia militar nazi que podrían ser una de las razones para asociar a la esvástica, pero no la única.
En la documentación y hallazgos encontrados sobre su uso entre los pueblos de Europa precristiana (arios del norte y los romanos) vemos el mismo significado, pero existen otros datos casi desconocidos sobre la relación mística que une a la esvástica y a Hitler como su principal promotor.
Los mitos, los símbolos y la ideología nacionalista habían sido ya desarrollados por una corriente ocultista cuya actividad puede documentarse desde finales del siglo XIX y comienzos del XX. Sólo faltaba el director de orquesta: Un líder capaz de hipnotizar a las masas.
Constituye la tragedia más espantosa padecida por el pueblo judío. La masacre marca a culminación de una larga cadena histórica de persecuciones, discriminaciones y confinamientos.
La condición humana mostró en los campos de concentración nazis su aspecto más terrible. El mal apareció sobre las sociedades más evolucionadas de Europa.
El resurgimiento del neonazismo llega al extremo de negar la existencia de los hechos históricos. De este modo el delirio de la barbarie se continúa con el delirio de negación de la existencia. El nazismo generó y se movió en una zona de goce mortífero que desmiente, en cualquier caso, la aceptación de la realidad tal cual es, para reemplazarla por otro orden, y que cuando esta operación psicótica fracasa, reincide en la renegación y el desconocimiento histórico de los hechos que generó. Los procedimientos perversos tendían a crear un orden psicótico del universo, signado por la megalomanía y el delirio paranoico de amos crueles que desconocían la piedad.
Teorizar es el único modo de recubrir con algún sentido posible el sin sentido más radical de una catástrofe. Durante muchos años, judíos y no judíos nada quisieron saber del horror, con la fantasía maníaca de que reprimir los hechos los liberaba de la reviviscencia de experiencias traumáticas. La magnitud de aquellos trágicos acontecimientos impone la asunción auténtica de una posición militante, la que siempre implica una denuncia y una oposición a la cual derivó una en la masacre fría y planificada, a escala "industrial", de millones de inocentes, cuyo único delito fue no pertenecer a la raza aria supuesta superior.
La planificación del exterminio de todo un pueblo por el mero hecho de encarnar la diferencia, y la concreción de ese proyecto macabro. La estrategia militar alemana indicaba no distraer esfuerzos bélicos en la destrucción física de los deportados, dadas las necesidades tácticas militares imperiosas del esfuerzo de guerra en un momento desfavorable de la contienda. El alto mando militar nazi prefirió poner en riesgo el triunfo militar con tal de no ceder la destrucción sistemática de los judíos.
Los jerarcas nazis sacrificaron todos los beneficios que hubieran podido obtener de la esclavitud forzada a la que sometieron a los judíos y a otros grupos. Ni siquiera la conveniencia de la mano de obra gratuita de los prisioneros, que les reportaba una enorme producción de riqueza los disuadía de su aniquilamiento. Nada se interpuso, ni las propias conveniencias económicas o militares, a la pasión demencial por la destrucción del diferente. El exterminio brutal de mujeres y niños y ancianos da cuenta de lo dicho, así como la metodología cruel y refinada de los métodos de tortura y aniquilamiento.
La confrontación que se venía gestando con el judaísmo derivó finalmente en la sanguinaria exterminación de los judíos. Las conductas sublimatorias en todas sus expresiones fueron erradicadas en función de una escala de valores asentada en la sangre y la fuerza. El judaísmo molesta porque viene a recordarle al hombre que todos somos sujetos de la Ley. Su ética, que aparece en el mito de los Diez Mandatos, perturba en tanto es el obstáculo definitivo al goce que pretendían reintroducir los devotos del culto de la muerte. El discurso bíblico, construido por palabras y metáforas abiertas a múltiples interpretaciones, pretendió ser reemplazado por el dogma inmutable de la superioridad racial de un hombre que escribió Mi lucha (Hitler) un conjunto desarticulado de pensamientos delirantes.
Se quiso reemplazar, entonces, el texto bíblico, por la palabra de un líder mesiánico. Durante el nazismo, la potencia libidinal del verbo fue reemplazada por las metáforas cristalizadas de un discurso que buscó perpetuar órdenes y mandatos de muerte, pretendiendo recuperar la pureza de un origen que define para siempre la supremacía paranoica de los elegidos.
Quizás antes de disolverse en la angustia de todo vacío existencial recrearían otros perseguidos, tal como afirmo Sastre: "Si los judíos no hubieran existido los hubieran inventado…"
Los judíos fueron entonces destinatarios del odio inextinguible de la omnipotencia narcisista de los nazis, dado que aquéllos habían hecho oscilar, la identidad del ser de su pretendida autoconstitución a su autoconstrucción, a partir de de una apertura radical.
Así escribe Lyotard: "Lo más real de los judíos reales es que Europa, por lo menos no sabe qué hacer con ellos: cristiana, exige su conversión; monárquica, los expulsa; republicana, los integra; nazi, los extermina."
El nazismo evidencia en toda su magnitud inflexiones universales del psiquismo, tales como la tendencia al goce y al sacrificio masoquista que todos albergamos en mayor o menor medida, por lo que su estudio debe servir para ser más inteligible la condición humana, y para advertir y prevenir a todas aquellas manifestaciones de intolerancia que, aunque menores o nimias en sus comienzos, albergan el germen de lo impredecible. Se trata entonces de captar los mecanismos psicopatológicos que presidieron aquel desastre, no sólo en los culpables legales, tales como los jerarcas del Tercer Reich y las SS, sino también en todos aquellos responsables morales del silencio frente al exterminio de los judíos.
Persistirá el núcleo de incomprensión, que se corresponde con el silencio que preside a toda locura asesina, el que permanecerá opaco e irreducible a toda metaforización.
Técnicas y métodos de desubjetivación
Los nazis se consagraron con pasión obsesiva a cosificar a los judíos. Además la tarea feroz de despersonalización que infligieron perseguía la aviesa intención de quebrar física y psicológicamente a sus futuras víctimas, para evitar cualquier resistencia por parte de estas. Buscaban consumar el exterminio con la máxima asepsia emocional. La tarea de cosificación reconoce dos momentos:
- La segregación total de las víctimas a través de cientos de decretos y normas tendientes a impedirles vivir integrados con la población aria. Se les prohibía así comerciar, estudiar, etc., con la población aria. El objetivo era aislar a los judíos del resto. Segregar para deshumanizar fue la primera consigna implícita del régimen. Las leyes de Nuremberg (1935) sancionaron legalmente la política antisemita, y transformaron a los judíos en súbditos y ciudadanos de segunda categoría. Los profesionales judíos no podían atender a pacientes arios, y las domésticas alemanas no podían prestar servicios en hogares judíos. La quema pública de libros de autores y pensadores judíos en Mayo de 1933 señaló el inicio de una conducta de forclusión radical del otro. Esta debía comenzar con la destrucción de libros, que son el fundamento de la existencia diferenciada de los diversos grupos humanos. Aún el más salvaje de los exterminios requirió para su consumación el dictado de una legislación de excepción, la que pretendía otorgar legitimidad y verosimilitud al delirio de una ciencia mitologizada al servicio del puro goce de los amos obsesionados por la muerte.
- El aislamiento y la discriminación en los guetos fueron seguidos por el tétrico confinamiento en los campos de concentración. En ellos se consumó la más atroz de las degradaciones de la que se tenga memoria histórica, planificada en sus menores detalles por científicos e intelectuales, que actuaron con la más fría premeditación. Luego de esta degradación provocada, los aniquilaban con la mayor frialdad. Desaparecía así cualquier riesgo de identificación emocional con lo humano del semejante, lo cual podría eventualmente cuestionar la eficacia de la tarea. Para prevenirse de cualquier vacilación o debilidad en la ejecución fría de mujeres indefensas y niños, reemplazaron el fusilamiento por la técnica impersonal de la cámara de gas.
El proceso comenzaba con la deportación intempestiva y brutal de poblaciones enteras, que eran literalmente arrancadas de sus lugares de origen y encerradas en trenes para su traslado al campo de exterminio. Este traslado era en sí mismo un suplicio y una agonía: Los judías eran hacinados en vagones de carga, sin alimentos ni bebidas, en deplorables condiciones de higiene.
Con la llegada al campo se iniciaba una tecnología reglada de despersonalización que comenzaba con la sustracción de las ropas y pertenencias de las víctimas. El despojo era total, lo cual creaba una sensación de pérdida de identidad, que se consumaba con el rapado – agresivo y doloroso – de hombres y mujeres. La imagen corporal se lesionaba, el hombre y la mujer perdían todos sus emblemas identificatorios. Todos habían sido convertidos en seres uniformes. La falta de relojes así como de todo contacto con el exterior, abolía la dimensión histórica del tiempo, sumiéndolos en una atemporalidad aterradora en la que no cabía la esperanza. La falta de vida sexual, la eliminación de caracteres sexuales secundarios, la abolición del ciclo menstrual y la carencia de nacimientos, transformaban el campo en un lugar sórdido donde reinaba la muerte.
Pérdida de las referencias simbólicas
Se agregaba la máxima deprivación simbólica, la del nombre, que era reemplazado por un número tatuado. El nombre propio son el núcleo de su identidad, y el hecho de que haya sido reemplazado por un número nos da la idea de una "cosa" a un ser humano.
Además la falta total de rituales simbólicos como ceremonias de nacimiento, honras fúnebres, festividades, etc., conformaban un tiempo continuo. Las víctimas sobrevivían desnutridas y subalimentadas, en un mundo demarcado por alambres electrificados, aislados totalmente del exterior.
Ataque a la dignidad y la libertad individual
Era el reino del puro capricho de amos omnipotentes, que disponían a su antojo de la vida y la muerte de cualquiera de sus víctimas. No había leyes ni normas y los victimarios ante cualquier nimiedad podían disponer torturas y ejecuciones masivas. Sin más límite que el propio deseo autoritario elevado a la categoría de ley. No podían tolerar que alguna de sus víctimas decidiera, el nombre de una libertad desesperada, procurársela con el suicidio. Todo intento de autodeterminación debía ser severamente castigado.
El genocidio fue resultado de la trágica confluencia de factores socio históricos y la emergencia en acto de las condiciones potenciales de la estructura inconsciente, que alberga tendencias tanáticas de goce. Estas se hayan prontas a expresarse en cuanto a las condiciones colectivas que evidencian serias conmociones económicas y políticas.
Frente a la grave desestabilización por la que atravesaba la sociedad alemana surgió el liderazgo de Hitler quien pudo trasformar la realidad a la medida de sus delirios. El complot universal y el cataclismo del mundo previo los hizo realidad y el orden del mundo sería reestablecido por el nazismo. El exterminio comenzó con el asesinato nominal de las futuras víctimas. Esta muerte simbólica, previa a la muerte real, perseguía dos efectos:
- Destruir y quebrar moralmente a las víctimas a transformarlas en objetos, quitándoles la fuerza psíquica para oponerse a su eliminación. Las víctimas, desubjetivadas al extremo, se entregaban a la muerte liberadora, con la ilusión prospectiva del descanso eterno. Esto se pulverizó frente a la perversión del nazismo. Los nazis pretendían despojar al sujeto de lo que le es más intransferible, el nombre. Se referían a las víctimas como mercaderías para reducirlas a menos despojos físicos. El régimen optó por hacer desaparecer los cuerpos mediante su incineración, pero previamente intentó con un discurso despojar al lenguaje de su potencia libidinal. Es posible que la acumulación de los restos putrefactos recordara una y otra vez a los verdugos la acción devastadora que habían realizo.
- El asesinato nominal y la objetivación nadificante, tenía el objetivo de facilitar el exterminio de estos virus indeseables. Se pudo preservar la buena conciencia de los asesinos. Estos poseían una personalidad que instrumenta la desmentida como mecanismo defensivo. Sólo así se puede llegar a entender la extrema disociación de asesinos brutales que trabajaban en campos de exterminio.
Cada jerarca se especializaba en una labor específica, tratando de cumplir eficientemente su cometido sin asumir las consecuencias como eslabón de la cadena que integraba.
Los nazis transformaron de este modo en tecnócratas y burócratas de la muerte encargados de cumplir con eficiencia su compromiso con el Führer.
En el borde del colapso, las víctimas que sobrevivieron implementaron la más seria de las negociaciones, casi la suspensión del devenir del sujeto. Transformados en autómatas, sobrevivieron en un estado de despersonalización y distanciamiento de sí, cercano al borde del enajenamiento de sí mismos.
El retorno de los sobrevivientes de los campos de exterminio confrontó a la humanidad seres que habían atravesado el límite de lo simbólico, porque padecieron las peores mortificaciones y suplicios infligidos deliberadamente por un grupo humano mayoritario a otro.
Eran auténticos mensajeros del horror, que una primera instancia provocaban el descreimiento – con la indeseable perturbación que genera la atribución de la locura a quien narra lo que se cree imposible – y en una segunda instancia, cierta molestia e incomodidad por tener que convivir con hombres que representaban lo que no debió ocurrir jamás.
- Auschwitz-Birkenau (Polonia)
Situado en Polonia, a unos 60 Km. al oeste de Cracovia, en el norte de Silesia Oriental, que fue anexionada por la Alemania nazi tras la invasión de Polonia en septiembre de 1939.
Aunque no hay cifras muy exactas, de los 405.000 prisioneros registrados, sobrevivieron 65.000. De los 16.000 prisioneros de guerra soviéticos, sobrevivieron 96.
Varias estimaciones sugieren que se asesinó a 1,6 millones de personas.
- MAUTHAUSEN (AUSTRIA)
Situado a 20 Km. de Linz (Austria).
Creado el 8 de agosto de 1938.
Número total de victimas estimado entre 120.000 y 150.000 muertos.
Dicen los que han estado que es un sitio maravilloso.
Situado en el centro del valle del Danubio.
- BUCHENWALD (ALEMANIA)
El campo de concentración Buchenwald fue construido en Julio de 1937 sobre la colina del Ettersberg en la cercanía de la ciudad de Weimar.
Fue destinado primeramente a prisioneros de carácter político, opositores al régimen nazi, así como también a los judíos, testigos de Jehová, homosexuales y los denominados antisociales, extendiéndose el espectro con el comienzo de la segunda guerra mundial, en donde fueron detenidos representantes de diferentes naciones.
El día de la liberación, el 95 % de los detenidos era de origen extranjero.
Todos conocemos el hecho, lo analizamos, damos opiniones y lo investigamos. La curiosidad, creo, es uno de los factores más influyentes que lo hacen permanecer vivo, y cada día más polemizado. Tenemos la monótona idea de que fue una injusticia, llevada a cabo por un "loco" y sus seguidores. No estoy justificando nada, pero tal vez antes de quedarnos con lo primero que se nos viene a la mente (la típica reacción moralista), deberíamos conocer un poco más el porqué de lo sucedido, todos tenemos razones que nos hacen reaccionar como lo hacemos.
Si bien fue un homicida con un patológico sentido de justicia y dominación, no fue ni será el único. Él enarbolaba la bandera de la dominación y supremacía aria, otros enarbolan la libertad y la razón que les dan los listones rojos y blancos y las 50 estrellas de su bandera.
Creo que desde un punto de vista de estratega es de una admiración única lo que Hitler logró. Tuvo la fuerza, el excelente manejo del discurso además de un poder de persuasión único para conquistar gran parte de la sociedad alemana. Una frase suya:
"El pueblo esta dispuesto a tragarse cualquier mentira, siempre y cuando esta sea lo suficientemente grande."
Motivó a hacer lo que el creía correcto, cuando cualquiera lo hubiese visto totalmente erróneo. ¿Cómo se convence a tanta gente de algo tan irracional?
Conclusión: Cualquier forma de dominio es mala.
- ZENTNER, KURT
"El tercer Reich"
Barcelona, Editorial Bruguera, 1980, Págs. 13, 14, 15,16,75,127,135,159-172.
- MILMANIENE, José E.
"El holocausto. Una lectura psicoanalítica"
Buenos Aires, Editorial Paidós, 1996, Págs. 13-29,
49-54,69, 81-88, 137-147.
Sole Luques