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La imagen clásica de Horacio Quiroga y su desarrollo en la crítica uruguaya (página 2)


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1. Alberto Zum Felde y la imagen clásica de Quiroga.

Alberto Zum Felde.

Nació en 1890. No tuvo carrera universitaria, siendo toda su cultura esencialmente autodidacta. A los dieciocho años, pronunció en el acto del entierro del poeta Herrera y Reissig un memorable discurso, que fue una valerosa protesta contra el abandono en que la sociedad había tenido al gran artífice de la Torre de los Panoramas, culpando de ello a algunos de los presentes, a quienes denominó "fariseos". Hacia 1920 arribó al campo de la crítica literaria, siendo en opinión de la poetiza Gabriela Mistral una autoridad de "maestro", llevando a cabo desde las columnas de la prensa una revisión de los valores de la producción nacional.

Hacia 1927, dictó un breve curso de conferencias en la Facultad de Humanidades de La Plata (Argentina), a solicitud de la Asociación de Estudiantes. Hacia el período 1930-1931 realizó un viaje de estudios por varios países de Europa, comisionado por el Ministerio de Instrucción Pública. En 1938 desarrolló en la Facultad de Filosofía y Letras de Bs. As., un curso de conferencias sobre literatura uruguaya.

Entre sus obras de crítica y ensayo destacan, luego de una época de bohemia romántica y de ensayos juveniles en prosa y verso en diferentes revistas, los volúmenes El Huanakauri (1918), Evolución Histórica del Uruguay (1920) y su célebre El Proceso Intelectual del Uruguay y Crítica de su Literatura (1930). Pose, además, libros de dramas: Alción (1935) y Aula Magna o la Sibila y el Filósofo (1938). Posee también algunos textos dedicados exclusivamente al estudio de la obra de Quiroga, como su conocido "Estudio preeliminar" (1945), que antecede al libro Mas allá del escritor. Zum Felde murió en 1976.

De la gran cantidad de autores nacionales que se han ocupado de estudiar los diferentes aspectos de la obra de Horacio Quiroga, Alberto Zum Felde ocupa, sin lugar a dudas, un lugar muy especial. Para empezar, habría que decir que fue Zum Felde el primer gran crítico de envergadura que tuvo la obra de Quiroga, el primer escritor de destacada importancia y autoridad que la señaló como objeto de culto y quien la hizo entrar al conjunto de autores que conforman el llamado "canon nacional". Sin embargo, la importancia de Zum Felde en el desarrollo posterior de la crítica de Quiroga fue mucho mayor que el de la simple novedad.

En efecto, Zum Felde no solamente hizo entrar a Quiroga en el canon nacional, sino que también, y esto es decisivo, lo hizo entrar de una determinada manera, presentó a los lectores de Quiroga una primera gran "imagen" del escritor. De hecho, si consideramos con cuidado cualquiera de los textos de Zum Felde sobre Quiroga (que no son tan numerosos) podremos advertir sin dificultad que en ellos se encuentran perfectamente delimitados los parámetros básicos y los hábitos elementales de la lectura de Quiroga que, después de él, han de realizar casi todos los críticos. Vale decir: que pareciera que Zum Felde fue quien indicó cómo se debe leer a Quiroga, de que forma debe posicionarse el crítico ante su obra, que aspectos de ella debe considerar por sobre los otros y cuales, también, debe desdeñar.

Si intentamos considerar con mayor atención cual es, precisamente, esta imagen de Quiroga que Zum Felde hizo ingresar al canon nacional, veremos que ella está gobernada por algunos principios básicos. Para empezar, y esto será decisivo en cualquier tipo de lectura posterior sobre Quiroga, fue Zum Felde el primero que introdujo en la lectura de la obra del escritor el viejo tópico de vincularla con su vida, es decir, quien ensayó por primera vez el lugar común de señalar que la obra de Quiroga está estrechamente relacionada y casi dirigida por su biografía, y que la biografía es necesaria, justamente, para "explicar" y "comprender" aquella obra. Pero además de este residuo de romanticismo, perfectamente natural en un hombre de su época, Zum Felde introdujo también en la crítica de Quiroga un perfil muy particular de la persona del escritor. En efecto, si leemos a Zum Felde, veremos que ya en sus primeras formulaciones se encontraban algunos expedientes que la crítica (sin señalar su origen) repite actualmente hasta la saciedad, como por ejemplo, que Quiroga era un hombre oscuro, huraño, casi misántropo y con una particular mala estrella para las tragedias.

Sin embargo, en el desarrollo puntual de la lectura crítica de la obra literaria de Horacio Quiroga, Zum Felde realizó un aporte esencial: el de indicar por vez primera los grandes problemas de la lectura de Quiroga, es decir, las discusiones clásicas en que ningún crítico que se precie de tal puede dejar de intervenir. En términos generales, de la lectura de los textos de Zum Felde sobre Quiroga, se desprende que éste había encontrado tres grandes problemas:

  1. Las familias literarias de Horacio Quiroga, es decir, sus precursores y herederos, por consanguinidad o filiación;
  2. Los temas y motivos más representativos de su obra; y, finalmente
  3. Los textos más importantes e ilustrativos de su producción.

Así, pues, las respuestas de Zum Felde a estas tres grandes líneas de investigación, pueden considerarse los pilares básicos en que se sostiene la imagen de Horacio Quiroga que aquel hizo ingresar al canon nacional, y que fue el inicio de la imagen clásica de Quiroga que ha llegado hasta nuestros días. A continuación, proponemos un repaso panorámico de las mismas.

  1. Como decíamos, Alberto Zum Felde fue el iniciador de una arraigada tradición entre los críticos uruguayos (y extranjeros) de la obra de Horacio Quiroga: la de haber puesto en un primer plano el problema de las influencias y herencias literarias de Horacio Quiroga, es decir, el haber intentado vincular su obra en el seno de una serie de familias y corrientes de la literatura.

    Según este crítico, los nombres más importantes de la familia literaria a la que pertenece Quiroga son los siguientes:

    a) Charles Baudelaire: En su volumen Proceso Intelectual del Uruguay, señala que, en sus primeros experimentos literarios, hacia la época del Consistorio del Gay Saber, Quiroga: "imitaba furiosamente a los maestros franceses de la hora", sobre todo a los decadentes, y en especial a Baudelaire, de quien habría casi copiado el estilo en ocasiones, y explica que ese juego era casi una impostura, puesto que en el fondo se trataba de estudiantes burgueses.

    b) Leopoldo Lugones: En el Proceso Intelectual, Zum Felde señala la influencia del escritor argentino, cuando al realizar una diatriba esencial contra el libro Los arrecifes de coral, -al que consideró "ingenuo en su crudeza decadentista"- escribió que "las influencias y aún las imitaciones son en él demasiado evidentes", y explica que esas influencias corresponden en parte a su conocimiento de Julio Herrera y Reissig, pero en gran medida, a sus lecturas de la obra de Leopoldo Lugones.

    c) Edgar A. Poe: Se trata, en opinión de Zum Felde, del antecedente literario más importante de la primera etapa literaria de Quiroga. En el "Estudio preliminar" a Más allá, señaló que, como cuentista, no fue ciertamente Maupssant quien lo atrajo ?con el objetivismo crítico de sus temas de la vida corriente-, sino Poe, con lo raro y sugestionante de sus concepciones imaginativas. Durante esta primera época, dice, Poe lo obsesiona, tal como el propio escritor lo ha declarado, y bajo su influencia da a escribir narraciones de carácter impresionante, en los que la fantasía dramática del autor opera con la anormalidad psíquica de los personajes. Asimismo, en el Proceso Intelectual traza un paralelismo entre la obra de Quiroga y la de Edgar. A. Poe, y dice que esta aproximación de Poe a Quiroga no es solo mera analogía, pues en su opinión "Poe y Quiroga están ligados por línea genealógica".

    Esto se ve, dice Zum Felde, por dos motivos. Por una parte, hay las propias manifestaciones del escritor latinoamericano sobre la influencia que en él ha ejercido la obra de su colega norteamericano. Por otra parte, explica que el paralelismo puede extraerse a partir del clima general de las primeras composiciones de Quiroga, "narraciones de carácter impresionante; fantasía patética; anormalidad psíquica de los personajes; sensación de vago terror alucinante". Finalmente, esta filiación literaria de Quiroga es referida por Zum Felde en el Índice crítico de la literatura hispanoamericana, dónde explica que aunque Hoffman fuera el iniciador del género fantástico, no es de él que proviene Quiroga, sino de su segundo universal re-creador, el Poe de las Historias extraordinarias. De Poe dice, parten, en efecto, dos corrientes distintas: la puramente fantástica o mágica y la de misterio policial. Quiroga procede de la primera de esas formas, no teniendo trato alguno con la segunda. Sin embargo, es también en éstas líneas que Zum Felde traza por primera vez las diferencias entre Quiroga y Poe: Poe, dice, era romántico; Quiroga, en cambio, un realista, pues se aparta de lo imaginativo extraordinario para ahondar en lo ordinario de la vida cotidiana ?desde sus cuentos bonaerenses hasta los misioneros-, lo exteriormente vulgar. Busca, pues, lo extraordinario en lo ordinario, lo misterioso en lo corriente.

    d) Darío (y el modernismo literario): En el "Estudio preliminar" a Más allá y otros cuentos, Zum Felde indicó que, en sus primeros ejercicios literarios, Quiroga empezó siendo "decadente", pues su formación intelectual entronca en el movimiento simbolista fin-de-siglo cuya promoción platense iniciara Darío. Así, explicó, Los arrecifes de coral fue el primer libro de versos simbolistas que apareció en el Uruguay, y el segundo en el Plata, si tenemos en cuenta que sólo es anterior Prosas Profanas, de Darío, aparecido en Bs. As. Hacia 1897.

    e) Rudyard Kipling: Zum Felde fue acaso el primero en referirse a las relaciones entre Horacio Quiroga y el escritor inglés. Sin embargo, fue tajante al señalar que esta influencia literaria de Quiroga no debía magnificarse. Así, en el Índice crítico de la Literatura Hispanoamericana, señaló acerca de la corriente identificación entre Quiroga y el Kipling de -sobre todo- Libro de las Tierras Vírgenes, que: "la similitud de ambos autores es sólo aparente y no pasa de lo superficial. Ambos pintan la vida de la jungla, pero con espíritu y procedimientos distintos". Kipling, dice, da solo un trasunto pictórico y poético de aquella vida, con apenas ciertos toques épicos, lo cual en cierto modo lo hermana con Rivera, en La Vorágine. En Quiroga, en cambio, el plano no es el de la realidad objetiva, sino el de la vida oculta que está dentro de todo eso, y a través de lo cual está visto y trasuntado lo natural, lo geográfico y humano del territorio.

  2. Quiroga y la tradición literaria según Zum Felde.

    Corresponde también a Zum Felde el haber iniciado la discusión crítica acerca de los temas más característicos y representativos de la obra de Quiroga. Según Zum Felde, los grandes temas de la obra de Quiroga son los que siguen:

    a) El realismo: En el "Estudio preliminar" a Más allá, Zum Felde señaló que, pese a sus inicios predominantemente fantásticos, aprendidos en Poe, Quiroga, a medida que avanza en años y en madurez mental, va desplazando su centro operante de la fantasía pura a la realidad concreta, más no desvirtuando aquella cualidad dominante, sino transformándola, acercándola más a lo objetivo cotidiano, hasta meterla dentro de ella. De manera, dicve, que si sus primeros relatos son quizás materia de pura imaginación, los posteriores están hechos de observación y de experiencia.

    Asimismo, en el Proceso Intelectual del Uruguay, explica que hay en Quiroga una representación vívida y colorida de la realidad. Sin embargo, explica que su obra también se abre paso "en el camino hacia lo desconocido y maravilloso", pero que esto no debe comprenderse como "fantástico strictu sensu", sino que lo "raro", lo "extraordinario" y lo "misterioso" se dan siempre dentro de lo real cotidiano.

    Esta última afirmación es repetida por Zum Felde en el Índice crítico de la Literatura Hispanoamericana, dónde señaló que: "Hasta su aparición, y aún hasta después de su muerte, en 1937, el tipo de cuento de Quiroga es absolutamente excepcional en la literatura americana, siendo de observar, al margen de ello, que el carácter <fantástico> de casi todos, no impide su temática americana. Nadie podía dar mejor lo característico del ambiente natural y humano de esa región selvática, de esa entraña territorial del Continente, como él lo da en sus relatos".

    b) El agonismo: En Proceso Intelectual del Uruguay, explica que este motivo se da sobre todo en los cuentos de selva, en que la lucha se presenta básicamente en dos frentes. Primero, la lucha del hombre contra las fuerzas de la naturaleza. Segundo, la lucha del hombre contra la rivalidad de sus instintos.

    c) El horror: En el Proceso intelectual del Uruguay explica que, si bien este tema ya estaba instalado desde las composiciones juveniles del escritor, logra su madurez únicamente en los relatos que tienen como escenario la selva misionera.

    d) Lo raro y extraño: En el "Estudio preliminar" a Más allá, Zum Felde escribió que el amor a los temas extraordinarios, la atracción que sobre él ejercieron los fenómenos misteriosos o anormales de la naturaleza y la psicología, es el rasgo determinante del temperamento literario de Quiroga, desde sus primeros relatos de El crimen del Otro, hasta los últimos de Más allá, afinidad que, en su opinión, se debe a sus lecturas de Poe. También señaló allí que lo raro y lo extraordinario, sigue siendo la nota fundamental en El salvaje y Anaconda, como lo fuera en El crimen del Otro y en Cuentos de amor de locura y de muerte, pues su visión alucinatoria se ha apoderado de los rasgos sugestivos que ofrece esa realidad bárbara, transformándolo en los motivos extraños de sus creaciones.

    e) La locura: En su "Estudio preliminar" a Más allá, escribió que nadie como Quiroga ha tratado con más precisión y con más arte lo anormal en psicología, los fenómenos de los nervios, ese mundo complejo y oscuro de la psiquiatría, lindante con las cárceles y con los manicomios.

    f) Lo fantástico: En los párrafos correspondientes a Horacio Quiroga del libro Índice crítico de la Literatura Hispanoamericana, Zum Felde afirmó que modalidad de caracteres y filiaciones distintas a las principales entre los autores de la narrativa hispanoamericana: la realista, la psicológica y la esteticista, es la que inaugura Horacio Quiroga hacia el primer lustro del siglo XX con El crimen del Otro, Los perseguidos y otros tantos relatos. Explica que se ha dado en llamar "fantástico" a este tipo de cuentos, tal vez por marca de su presunto origen en Hoffman, que así llamaba a los suyos, pero señala también que esto es incorrecto y que quizás fuera más exacto, en el caso de los cuentos de Quiroga, llamarlos "mágicos", puesto que en ellos si bien la fantasía es su agente, ella opera siempre en el plano del misterio, más allá de las leyes naturales, dejando entrever una ultrarrealidad, una cuarta dimensión, mundo de fuerzas y fenómenos maravillosos.

  3. Los grandes temas de Quiroga según Zum Felde.
  4. Los mejores textos de Quiroga según Zum Felde.

Finalmente, Zum Felde ha llevado también adelante una primera gran canonización de los textos de Quiroga.

Para empezar, Zum Felde es el primero en señalar que el mejor Quiroga no debe buscarse en los versos, sino en la prosa. Así, por ejemplo, en el "Estudio preliminar" a Más allá, escribió, a propósito de los versos de Los arrecifes de coral, que aún cuando e perciba en ellos la presencia de un espíritu aristocrático, cuyo horror a la vulgaridad es la mejor promesa de la obra futura, aquella "aventurilla lírica" y "pecado juvenil lleno de gracia" de Quiroga no ha de ser cargado a la cuenta de su obra, pues su obra verdadera empezó después, hecha de recia prosa. Su talento predestinado, dice, no encalló en esos "arrecifes", y que su verdadero camino se inicia en Bs. As., cuando abordó el cuento.

Igualmente, en el Proceso Intelectual del Uruguay, explicó que por sobre todos los demás, hay que rescatar de la obra de Quiroga los relatos de prosa, pues los versos del escritor, como por ejemplo los contenidos en Los arrecifes de coral, gozan de una muy mala crítica, si bien es también cierto que hay en ellos algunos "chispazos" y "relampagueos" de "ese talento original y profundo del que habría de ser, después, el máximo cuentista rioplatense". Consecuentemente con estas afirmaciones, en el Índice crítico de la Literatura Hispanoamericana, incluyó los comentario sobre la vida y la obra de Horacio Quiroga en el volumen dedicado a "La narrativa".

Además, de entre el corpus de relatos de prosa, Zum Felde propone una nueva selección de textos: al privilegiar el valor de sus cuentos de ambiente misionero, juicio que repite en varios pasajes de su producción.

Así, en el "Estudio preliminar" a Más allá, señaló: "… a nuestro sentir, es en sus relatos misioneros donde su originalidad y su maestría han culminado […] Todo ?o casi todo- lo que ha escrito Quiroga, es fuertemente interesante; pero es la vida salvaje de las Misiones lo que le ha dado la materia más viva, y tal vez la más perdurable de su arte". Igualmente, en el Proceso Intelectual del Uruguay, escribió: "No hay duda ?escribe- que dónde su genialidad encontró sus manifestaciones más originales y de mayor categoría fue en los relatos de ambiente misionero. Toda su obra es fuertemente interesante y sin desperdicio, porque Quiroga es un maestro del cuento, cuyo arte domina como nadie en América; pero logra su culminación en los relatos de El Salvaje, de Anaconda y de otros libros de motivo selvático".

Este juicio lo repite, también, en el Índice crítico de la Literatura Hispanoamericana, donde escribe, luego de referirse a sus fallidos inicios modernistas y decadentistas, que es en sus libros posteriores, como El salvaje, Cuentos de la selva, o El desierto (de 1920 a 1936) donde su arte llega a la plenitud de su propia virtualidad: "Toda su obra de cuentista?dice- es valiosa y casi sin desperdicio, pues nada escribió en que no dejara impresa la huella de su garra. El tema misionero le proporciona, sin embargo, sus más notables páginas, nutriéndole de la materia virgen del territorio".

2. Horacio Quiroga según Emir Rodríguez Monegal.

Emir Rodríguez Monegal.

Crítico y ensayista uruguayo, nacido hacia 1921. De joven colaboró en la página literaria de la revista Marcha, y en el período comprendido entre 1949 y 1955, la dirigió. Supo también colaborar en una gran cantidad de medios del Río de la Plata, como Clínamen y El País de Montevideo, y Sur y Ficción, de Buenos Aires, así como también en otras de muchos países. Su oposición a la Revolución Cubana y la dirección de la publicación Mundo Nuevo, entre 1966 y 1968, lo alejan de Marcha y, progresivamente, del campo intelectual uruguayo. Hacia 1968 trabaja en el Departamento de Literatura Latinoamericana de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.

Su bibliografía es abundante. Su obra Borges: a Literary Biography (1978), ha sido una de las que permitió descubrir en los ámbitos académicos la tarea del luego célebre escritor argentino. Otros trabajos importantes son: El juicio de los parricidas: la nueva generación argentina y sus maestros (1956) y El boom de la novela latinoamericana (1972). Publicó también trabajos sobre Eduardo Acevedo Díaz, Pablo Neruda y Andrés Bello. Abundante es también su bibliografía sobre Horacio Quiroga: Objetividad de Horacio Quiroga (1950); "Prólogo" a Diario de viaje a París (1950); Cincuentenario de "Los arrecifes de coral" (1951); Horacio Quiroga: una perspectiva (1957); Las raíces de Horacio Quiroga (1961); Narradores de esta América (1961); La retórica de Quiroga (1966); Horacio Quiroga, ficción y realidad. A propósito de "Historia de un amor turbio" (1967); Una historia perversa ["Los perseguidos"] (1967); Genio y figura de Horacio Quiroga (1967); El desterrado. Vida y obra de Horacio Quiroga (1968). Emir Rodríguez Monegal murió en New Haven, en 1985.

Sin lugar a dudas, Emir Rodríguez Mongal ocupa un lugar muy destacado entre los críticos de Horacio Quiroga, y esto por varias razones. Primero que todo, corresponde señalar que, luego de la época de influencia de la obra de Zum Felde, Monegal fue, precisamente, el otro gran crítico de autoridad que se refirió a la obra de Quiroga como un objeto artístico de especial envergadura, y en este sentido, puede decirse que fue un colaborador decisivo en ese proyecto iniciado por Zum Felde de ubicar explícitamente a Horacio Quiroga como uno de los autores más importantes del canon nacional. Pero también la obra de crítica de Monegal sobre Quiroga es interesante por otra razón que la diferencia claramente de la obra de Zum Felde: Monegal fue, en efecto, acaso el primer crítico uruguayo que intentó conscientemente identificarse como un crítico de Quiroga, vale decir, el primero que trató de consolidarse como un experto y una autoridad en materias quiroguianas, dedicando una gran cantidad de textos enteramente consagrados a estudiar diferentes aspectos de la producción del escritor (esto, como decíamos, no ocurrió con Zum Felde, quien si bien fue en su época una autoridad crítica sobre la obra de Quiroga, esta obra no fue sino un objeto artístico más dentro de los tantos que ocuparon su atención). Por último, y además de todo esto, la obra de Monegal sobre Quiroga puede considerarse de suma importancia por su abundancia. En efecto, pues acaso ningún otro crítico uruguayo haya dado a la imprenta tantos textos sobre Quiroga, al punto de que conocerlos a todos es, al día de hoy, tarea todavía bastante complicada.

Si nos detenemos con mayor cuidado en la lectura de Horacio Quiroga llevada adelante por Monegal, podremos comprobar que ella también, al igual que la de Zum Felde, puede describirse a través de algunos principios básicos. Acaso uno de los elementos más destacado de la crítica de Monegal sobre el escritor se deba a la especial atención que puso en los aspectos biográficos de su obra, no solamente al señalar (al igual que Zum Felde) que su conocimiento resulta decisivo al momento de "comprenderla" y "explicarla", sino también por haber intentado poner al descubierto una gran cantidad de aspectos de la vida del escritor que, hasta entonces, eran poco menos que desconocidos. Además, la obra crítica de Monegal puede caracterizarse por una expresa voluntad de discutir en profundidad varios ejes temáticos presentes en los textos de Quiroga que también hasta entonces habían sido muy inusualmente señalados por los críticos, siendo en varios aspectos un verdadero innovador.

Sin embargo, y en honor a la verdad, hemos de decir que, en lo que concierne específicamente a la lectura de la obra literaria de Quiroga, la crítica de Monegal no presenta grandes novedades. A decir verdad, y si bien es cierto que, como decíamos, la obra de Monegal es rica en innovaciones temáticas (como veremos), en cambio se puede apreciar que, en términos generales, ella posee grandes puntos de contacto con la lectura que antes de él ya habían realizado algunos otros críticos. En efecto, pues, si comparamos la crítica de Monegal sobre la obra de Horacio Quiroga con aquella llevada a cabo, por ejemplo, por Alberto Zum Felde, podremos apreciar que entre ellas insisten algunos consensos principales.

De hecho, y al igual que pensaba Zum Felde, Monegal, en el conjunto de textos que conforman su crítica de la obra de Quiroga, ha indicado claramente tres grandes líneas de estudio de esta: 1) las influencias literarias; 2) los temas más representativos y característicos; y 3) los mejores textos.

De este modo, pues, las respuestas de Rodríguez Monegal a estas tres grandes líneas de estudio, pueden considerarse, al igual que las de Zum Felde, pilares decisivos en que se sostiene la imagen de Horacio Quiroga que ha pasado a ingresar al canon nacional, y por tanto, otro gran antecedente de la imagen clásica de Quiroga que ha llegado hasta nuestros días. A continuación, proponemos un repaso panorámico de estas opiniones:

2.1. Quiroga y la tradición literaria según Rodríguez Monegal.

Rodríguez Monegal fue un heredero de la tradición, iniciada por Zum Felde, de señalar las influencias literarias presentes en los textos de Quiroga, aunque en este punto, fue un poco más exhaustivo que aquel. Según Monegal, las referencias literarias más importantes de Horacio Quiroga han sido:

a) Leopoldo Lugones: En su obra Objetividad de Horacio Quiroga, Rodríguez Monegal explica que aquello que, en el contexto de la obra, había identificado como la "subjetividad" de Horacio Quiroga ?fórmula que en términos generales quiere significar una especie de compromiso afectivo entre el narrador y lo narrado, y que se opone a aquello que más adelante denominaría la "objetividad", es decir, la indiferencia manifiesta del narrador hacia aquellas cosas que está contando-, característica dominante en las composiciones juveniles del escritor, había sido seguramente aprendido de muchos maestros, pero por sobre todos, de Lugones.

También, explica que en las composiciones de Quiroga incluidas en La Revista del Salto, puede apreciarse una fortísima influencia de la obra del escritor argentino Leopoldo Lugones, incluso dice que Quiroga lo "imita desaforadamente". Acerca de las primeras composiciones del cuaderno, que incluye transcripciones en prosa y verso de otros autores, señala Monegal que, además de las de Bécquer o de sus epígonos; de Balart o del padre Luis Coloma, hay una pieza que revela por sobre todas el índice de sus preferencias literarias: una trascripción de puño y letra de la Oda a la desnudez, de Leopoldo Lugones, que precipitaría una evolución hacia el modernismo que debía de cumplirse fatalmente: "En ella encuentra Quiroga el molde insuperable del nuevo arte: la magia verbal, el poderoso erotismo, la fuerza y el empuje de las imágenes, la audacia y la pasión. Todo lo que en Bécquer había alimentado su sensibilidad se encuentra ahora doblemente enriquecido por la perspectiva que le descubre Lugones".

b) Rubén Darío(y el modernismo literario): Según Monegal, en el aprendizaje de lo que llamaba la "subjetividad" ?ver párrafo anterior- habría tenido Quiroga como otro de sus maestros importantes al padre del modernismo hispanoamericano. También, que en el libro Los arrecifes de coral se encuentran reminiscencias de muchas obras y escritores, algunos muy conocidos, como Gil de Retz, Lugones, Edgar A. Poe y Darío, y otros representantes más olvidados de la utilería modernista, como Catulle Méndez, Charles de Sivry y Maurice Rollinat. También en el libro Narradores de esta América, explica Monegal las influencias del primer Quiroga, hacia la época de la "Revista del Salto", fueron ?además del decadentismo- el modernismo, al que define como "la literatura importada de París" por Rubén Darío, L. Lugones y sus epígonos.

c) Rudyard Kipling: También, refiriéndose al tema de los animales en la obra de Quiroga, explicó que en libros tales como Cuentos de la Selva (1918), Anaconda (1921) y El regreso de Anaconda (1926), se evidencia una fortísima influencia literaria de Rudyard Kipling, y que incluso ?argumento que más tarde, aunque con una intención por completo diferente, recordaría Jorge L. Borges– pueden considerarse "reconstrucciones" de la obra del escritor inglés. Dice que en "La insolación" (1908) la borrachera del personaje, el inglés míster Jones, que se desintegra en el desierto tropical, es una imagen genérica, que ya han tratado anteriormente Hudson, Conrad y Kipling. Monegal refiere también que esta influencia, aunque con menos fuerza, se ve en Historia de un amor turbio (1908), dónde se ven vestigios de la "Historia de los Gadsby", de Kipling.

d) Fiodor Dostoievski: Monegal explica que la atmósfera híbrida de amor, locura y muerte que es la dominante en el libro Cuentos de amor de locura y de muerte (1917), evidencia toda una zona oscura de su alma, que se alimentó también, sin embargo, de las obras de Dostoievski y Poe. Explica también que, sin bien la novela Historia de un amor turbio vale menos por lo que coincide con ilustres antecedentes, que por aquello que tiene de exclusivamente quiroguiano, no vacila en utilizar varios párrafos en explicar sus intertextualidades con la obra de Dostoievski, que el propio autor fue uno de los primeros en reconocer. Explica también Monegal que con la novela Historia de un amor turbio (1908): "Quiroga paga su deuda con Dostoievski (ha descubierto al genial ruso y está deslumbrado)", y que el tema que esta novela trata es muy similar a Los endemoniados.

e) Guy de Maupassant: Al proponer un inventario general de lo que llama los "maestros" literarios de Quiroga, Monegal señala, además de Poe, Dostoievski, Kipling, Chejov, Conrad y Wells, el nombre de Maupassant. Esta influencia, según Monegal, se ve muy claramente en la novela Historia de un amor turbio (1908), en que se pone en primer plano el tema irónico, tan frecuente en los textos de Maupassant, del personaje que descubre, diez años después, que sus celos de antaño no tenían mayores fundamentos.

f) Edgar A. Poe: Rodríguez Monegal, en su libro titulado Genio y figura de Horacio Quiroga, texto que propone un repaso panorámico de la vida y obra del escritor, dice que en las primeras composiciones del escritor, recogidas en cuadernos, adoptó el hábito de dramatizar situaciones vitales, procedimiento aprendido en Poe y Baudelaire. Señala también, señala que los relatos que componen el libro El crimen del otro, en los que circula un hálito dosteievskiano, hay claras influencias de Poe: en "El triple robo de Bellamore", hay rasgos del detective razonador Auguste Dupin, así como también en "Historia de Estilicón" y en "El crimen del otro", se dejan entrever fácilmente las influencias de "El doble crimen de la calle Morgue" y "El barril de amontillado", respectivamente. Igualmente, explica que en el texto "Los perseguidos" (1908), sobre un loco con manía persecutoria por el cual se siente irresistiblemente atraído el narrador, recuerda a "The Tell Tale Heart"·, de E. A. Poe, así como el argumento retoma asuntos de "El barril de amontillado".

Explica también Monegal que la técnica del cuento de Poe se ve claramente en "El almohadón de plumas" (1907). Sobre las influencias literaria de la Revista del Salto, además de la de Lugones, señala: "Pero ya en las páginas de Quiroga en la Revista del Salto, empezaban a reflejar una influencia que sería mucho más duradera, una influencia que, en realidad, actuaría en el joven escritor agente catalítico, precipitando su hasta entonces informe vocación narrativa. Se trataba del imapcto producido por la lectura de Edgar Poe", que se ve en relatos como "Fantasía nerviosa", "Para noche de insomnio", "Episodio". Monegal también refiere que la influencia de Poe se ve claramente en la novela Historia de un amor turbio (1908).

g) Julio Herrera y Reissig: Señala Monegal que los ejercicios y experimentos literarios llevados a cabo por los integrantes del Consistorio del Gay Saber, anticiparon modestamente, en las postrimerías del siglo XIX, la "escritura automática" en la que se especializarían luego los surrealistas, o las audaces asociaciones verbales con las que también jugaría Julio Herrera y Reissig.

h) el realismo literario latinoamericano: Monegal dice que los relatos "Los mensú" (1914) y "Una bofetada" (1916) se insertan en una familia de textos de toda una literatura rioplatense y hasta americana del realismo social, lugar que comparte con: Los de abajo (1916) del mexicano Mariano Azuela; La vorágine (1924) del colombiano José Eustasio Rivera; Don Segundo Sombra (1926) del argentino Ricardo Güiraldes, y Doña Bárbara (1929) del venezolano Rómulo Gallegos.

i) Charles Baudelaire (y el decadentismo): Señala que, en la obra de Quiroga, la línea poética decadentista que viene desde Coleridge y De Quincey, pasando por Poe, Maupassant, y hasta los modernistas hispanoamericanos, puede encontrar su mayor expresión en cada uno de los relatos del volumen Cuentos de amor de locura y de muerte, que se nutren muy bien, además, de los textos de Baudelaire . Explica que el relato "La llama" (1915), del libro El Salvaje, y la situación tan quiroguiana del amor de un hombre por una niña de diez años, debe tributo a sus recuerdos de Poe y Baudelaire, así como al Tristán e Isolda, de Wagner.

j) Honoré de Balzac: También, que el procedimiento de la segunda parte del libro Los desterrados, "Los tipos", de presentar el mismo elenco de personajes en distintas narraciones independientes, habría sido empleado por Balzac en su Comédie humaine.

k) Gustavo A. Bécquer: Se trata, en opinión de Monegal, de la primera influencia literaria de Quiroga. Así, en la "Introducción" del Diario de viaje a París, de Horacio Quiroga, Monegal explica que, amén de su valor como documento biográfico y de la intimidad espiritual de Quiroga, el Diario vale también por ser una valiosa herramienta para el estudio de la iniciación literaria del escritor. En éste, dice, puede apreciarse con ejemplar nitidez "el tránsito del joven Quiroga de un romanticismo, ya anacrónico, a un modernismo ingobernado y estridente. En estos años fermentales que abarcan el último lustro del siglo XIX, Quiroga sufre la sucesiva influencia formativa de un Bécquer, de un Lugones, de un Poe. De estas contradictorias experiencias literarias surgirá ?cada día más depurado y personal– su fuerte arte narrativo".

l) Max Nordeu: Refiriéndose a un cuaderno de composiciones juveniles que Quiroga llevaba con sus amigos Alberto J. Brignole y Julio J. Jauretche, dice que Horacio Quiroga "parecía considerarse (como Eça de Queiroz y sus amigos), un <vencido de vida>. En algunas páginas de este cuaderno acusa, de manera muy directa, la influencia de una olvidada obra de Max Nordau: El mal del siglo. Y en composición titulada, proféticamente: Sombras, exaltaría al protagonista de aquella obra, Guillermo Eynhardt, cuyo nombre habría de usar, un año más tarde, como seudónimo".

2.2. Los grandes temas de Quiroga según Rodríguez Monegal.

A lo largo de su obra crítica sobre Quiroga, Emir Rodríguez Monegal señala en varias oportunidades una serie de temas dominantes en las composiciones de Quiroga. Estos son:

a) la omnipotencia de la Naturaleza: es decir, el tema constante de un conflicto entre los elementos naturales -Monegal dice "tropicales", porque aunque no señala ejemplos, es obvio que está pensando en los cuentos de monte- y el hombre del que éste siempre resulta derrotado, o apenas con victorias muy fugaces.

b) la ternura: esto es, el profundo cariño que, en su opinión, en cada una de sus composiciones Quiroga demuestra hacia sus personajes, humanos o animales, tratándolas no como un "Dios intolerante", sino como un "compañero lúcido y severo", y cita un conjunto de textos como ejemplos de la presencia fuerte de este tema, como los relatos "El desierto", "En la noche", "El hijo", y con mayor generalidad, libros completos como Los desterrados (1926), Cuentos de la Selva (1918), Anaconda (1921) y El regreso de Anaconda (1926).

c) la rebelión del hombre ante la injusticia: esto es, la sublevación del hombre al acoso de la Naturaleza y de los otros hombres, y cita un conjunto de textos que lo ejemplifican, como los relatos: "Los mensú", "Los precursores" y "La bofetada".

d) el horror, la muerte y la crueldad: como ejemplo paradigmático de este tema en la obra de Quiroga, Monegal invoca los conocidos relatos "La gallina degollada" y "El hombre muerto", aunque también explica que había sido tratado ?bien que de una manera mucho menos eficaz- desde sus composiciones iniciales, como por ejemplo, "Para noche de insomnio". Explica también que se trata de un tema instalado en su propia vida, y no repetido mecánicamente desde la lectura de Poe.

e) la locura: a tales efectos, invoca una serie de textos paradigmáticos, como "Los perseguidos" y "El Vampiro", aunque explica, sin embargo, que la locura no fue, aplicado a Quiroga, únicamente un "tema literario", sino que la presencia de la misma en su obra debe atribuirse a una obsesión personal por ella, tal como lo demuestran sus correspondencias con Martínez Estrada y algunas anotaciones en su Diario de viaje a París.

f) el amor: la presencia de este, dice, es una constante en la obra ?cuentos, novelas y testimonios- y también en la vida de Quiroga, al punto de que todos los documentos al respecto, aunque estéticamente no lleguen al nivel de sus relatos misioneros, sirven para mostrarnos lo que en sus días Quiroga fue: "apasionado de aguda sensibilidad, un poderosos sensual, un sentimental".

g) La selva: explica que el período 1903-1917, sobre todo, está marcado por la creciente fascinación de la selva, apenas insinuada en "Orellana", de Los arrecifes de coral. En cambio, ahora Quiroga conoce la selva real, con la expedición que hizo como fotógrafo con L. Lugones a las ruinas jesuíticas de Misiones, y que fue el origen de lo que llamó "el descubrimiento de Misiones". Misiones como tema aparece, según Monegal, en los siguientes cuentos: "A la deriva" (1912); "El alambre de púas" (1912); "Los inmigrantes" (1912); "Yaguaí" (1913); "Los mensú" (1914); "Una bofetada" (1916); "La gama ciega" (1916); "Un peón" (1918).

h) La mitología universal. En efecto, en algunos pasajes de su obra crítica, Monegal ha señalado la presencia en los textos de Quiroga de algunas supersticiones y creencias pertenecientes a la gran tradición mitológica universal, como la figura del Otro (o deopelganger), tema que lo obsesionó desde el inicio, sobre todo desde la lectura de William Wilson de su maestro Poe, y que se refleja en varios de sus textos, como en la novela Historia de un amor turbio (1908), pero también, por sobre todos, en Los perseguidos. Asimismo, el motivo del vampirismo: tema presente con claridad en "El almohadón de plumas", fundamentalmente por "el marco de la historia (una casa lujosa y hostil, un ambiente otoñal), así como la fría e inhumana personalidad del marido de la protagonista".

i) El humor: Monegal ha señalado, en efecto, los leves toques humorísticos de algunos cuentos de Quiroga, como "El monte negro", o como esa otra espléndida revelación autobiográfica que es "Nuestro primer cigarro".

j) El erotismo perverso: Monegal señala, por ejemplo, que este tema surge nítidamente en la novela Historia de un amor turbio (1908), sobre todo en la escisión básica de la mujer, al mismo tiempo, en doncella y en hembra. Dice también que en esta novela se ve el tema de la simultaneidad del deseo dirigido a distintas hermanas, hecho que de alguna manera agrava el carácter incestuoso y triangular de la situación, y una atracción irresistible por niñas poseídas de precoces ardores.

2.3. Los mejores textos de Quiroga según Rodríguez Monegal.

En su obra Objetividad de Horacio Quiroga, consagrada a comentar desde una única perspectiva la obra de Quiroga ?desde aquello que llamó la "objetividad"-, Rodríguez Monegal realiza una de sus más explícitas selecciones de textos: dice allí que no es una hipérbole afirmar que de la producción narrativa del escritor únicamente conserva intacta una décima parte, aquella en que se evidencia la denominada "objetividad" de su creación, lo cual significa, al mismo tiempo, postular la supervivencia de una imagen del narrador a partir de la afirmación de lo más característico de su arte. Cuando debe señalar el lugar que, en la obra de Quiroga, ocupa la "objetividad", Monegal no vacila: son "objetivos" ?y por esto mismo, los únicos textos capaces de demostrarnos la verdadera medida del arte de Quiroga- los textos que pertenecen al descubrimiento estético de Misiones, una vez superado el transito por el Modernismo.

En Genio y Figura de Horacio Quiroga, Monegal repite estas ideas. Explica que relatos tales como "La insolación", "El monte negro", y "Los cazadores de ratas", es decir, los llamados "cuentos de monte", son los que marcan el comienzo del gran narrador que llegará a ser algún día, pues con ellos se consolidan al mismo tiempo, su estilo y su visión.

Por otra parte, hay un rescate de aquellos relatos en que se deja traslucir lo que Monegal llama la "objetividad de Horacio Quiroga", es decir, aquello relatos en que empieza a "contar lo que ve", y cita, a modo de ejemplo, "La insolación" (1908). Señala que junto a "La insolación", hay otros relatos de Quiroga que pueden considerarse de lo "más notable de su producción, como "A la deriva", "El alambre de púas", "El techo de incienso" y "Yaguaí", y que en todos ellos, es la estética del monte, los "relatos misioneros", lo que ayuda a consagrarlos.

Dice del libro Los desterrados, que es su obra más compleja y equilibrada, pues a diferencia de otros que presentan tal como quería el propio Quiroga, "cuentos de todos los colores", esta obra presenta una unidad interior que es la de su madurez. Escribe: "Es un libro; su libro. Allí se concentra definitivamente una vida y una experiencia estéticas". También explica que se trata de una obra "visagra" en la producción de Quiroga, pues no solamente es el ápice de su talento, sino también el punto a partir del cual ese mismo tiempo comienza a decaer. Explica: "siempre son las narraciones de su contorno misionero las que realmente importan". Dice que la tantas veces repetida "objetividad" de Horacio Quiroga ?base en su selección de textos- se sostiene en el punto IX del Decálogo del Perfecto Cuentista: "No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino". Lo que dice a favor de los relatos misioneros sec completa con su desdén explícito hacia los libros que contienen cuentos de ciudad: así, tiene una muy mala crítica de Pasado amor (1927), novela que fue, en su opinión, "una de sus mayores equivocaciones"; también tiene una muy mala crítica de Mas allá (1934), del que dice que es un libro "frustrado", que "no hay rigor crítico" en la selección tan heterogénea de las piezas que lo componen, en desmedro de su unidad (si bien rescata el cuento "El hijo" al que considera una obra maestra). Sin embargo, no todos los relatos misioneros poseen igual valor para Monegal. Así, cuando comenta Suelo natal (1931), libro de lecturas escolares escrito en colaboración con Leonardo Glusberg de tenor similar a Cuentos de la selva, dice que es "una obra de escasa significación".

En Narradores de esta América, recuerda Monegal que hacia 1926 Quiroga publica Los desterrados, al que considera: "el mejor libro, el más homogéneo, de Quiroga. En lo que concierne a relatos individuales, señala sobre "El hijo" y "El desierto" que son perfectos técnicamente, pues: "Con ellos logra Quiroga su máxima expresión creadora" y "una culminación, su culminación"

Por lo demás, Rodríguez Monegal señaló que el lugar común de la crítica latinoamericana acerca de que Quiroga fue un mal poeta novelista, y que es en sus cuentos dónde debe buscarse la verdadera medida de su arte (juicio al que él mismo, alguna vez, adhirió) debería ser revisado. En efecto, en su "Prólogo" a una edición del libro Historia de un amor turbio (1908), Monegal declaró que esta novela es, sin embargo, "mejor de lo que se ha dicho habitualmente" y que sus defectos básicos están " en parte compensados si el lector practica una lectura atenta".

3. Horacio Quiroga según Leonardo Garet.

Leonardo Garet.

Leonardo Garet nació en Salto (Uruguay), hacia el año 1949. Es Profesor de Literatura en Enseñanza Secundaria desde 1972. Profesor del Instituto de Estudios Superiores de Montevideo, Cátedra de Literatura Uruguaya, 1973. Profesor del Instituto de Filosofía, Ciencias y Letras, Cátedra de Literatura Española, 1978. Profesor del Instituto Cultural "Casa de Nuna", 1980. Orientador de Talleres Literarios del Ministerio de Educación y Cultura desde 1988. Miembro Número Fundador de la Academia Uruguaya de Letras. Director de Publicaciones de Ediciones "Los Talleres" y "Casa de Nuna".

Entre sus creaciones literarias se destacan los libros de narrativa Los hombres del agua (1988), Los hombres del fuego (1993); y los libros de poesías Palabra sobre palabra (1991), Octubre (1994). También posee varios volúmenes de crítica literaria, como Literatura de Salto (1990), La pasión creadora de Enrique Amorim (1990), Viaje por la novela picaresca (1991), Vicente Aleixandre (1991), y Vicente Huidobro (1994). Específicamente sobre la obra de Horacio Quiroga, Garet ha publicado los siguientes textos: Horacio Quiroga (1978), el "Prólogo" a una edición de Los desterrados (1987), el "Prólogo" a Selección de homenaje (1987), Encuentro con Quiroga (1994), y la compilación ?que incluye textos propios- del volumen Horacio Quiroga por uruguayos (1995), y la edición anotada Horacio Quiroga: cuentos completos (2001). Actualmente, Leonardo Garet reside en Salto, donde dicta cursos de enseñanza secundaria, dirige talleres literarios, escribe e investiga.

La obra de Leonardo Garet ocupa otro lugar de relevancia entre la de los críticos de Horacio Quiroga, y esto por varios motivos. De hecho, Leonardo Garet es, sin lugar a dudas, uno de los críticos contemporáneos más importantes de la obra de Quiroga, tal vez el más importante entre los nacionales, y en este sentido, su actividad crítica ha sido decisiva para mantener vigente y activa la discusión sobre los diferentes aspectos de la producción quiroguiana.

En este punto, Garet se asemeja en algo a Monegal, pues también Garet, a través de varios textos, ha dejado explícita su intención de consolidarse como una autoridad en la lectura de Quiroga, es decir, alguien que notoriamente puede considerarse y reconocerse como un crítico de Quiroga. Sin embrago, la crítica de Garet y la de Monegal se diferencian en un punto. En efecto, pues, si bien es cierto que, como decíamos, la producción de Monegal sobre Quiroga fue muy abundante, ello aconteció, empero, en detrimento de la variedad, vale decir, que Monegal escribió mucho sobre Quiroga, pero siempre escribió, más o menos, sobre las mismas cosas, y acaso no hay hipérbole en afirmar que, en sustancia, todos los textos suyos no sin sino reescrituras sucesivas de un único texto principal. En cambio, Garet, que también escribió mucho sobre Quiroga, escribió y se refirió acerca de las cosas más heterogéneas, y en cada texto suyo es posible apreciar siempre una cierta intención de novedad, de descubrimiento. Pero además de esto, la obra de Garet sobre Quiroga es importante porque es acaso Garet, precisamente, el gran antologista de Quiroga, esto es, quien ha llevado a su término más alto el empleo del recurso de la antología como forma de divulgar y fomentar el conocimiento de la obra de Horacio Quiroga, tal como se desprende de la gran cantidad de antologías suyas.

Sin embargo, en términos generales, y más allá de sus innegable importancia, creemos que tampoco la lectura de Quiroga, actualmente, puede caracterizarse por grandes variantes respecto de la de algunos de sus predecesores, es decir, que creemos que Garet puede considerarse un continuador de relevancia dentro de una larga corriente de la lectura de Quiroga que ha tenido su inicio con la obra de Zum Felde. Esto, sino para el conjunto de la obra de Garet, vale al menos para aquellos grandes problemas que, a lo largo de toda su producción, éste se ha planteado a propósito de la obra de Quiroga. En efecto, pues también para Garet, como para Zum Felde y Monegal, leer, estudiar y explicar la obra de Quiroga es dar respuesta a tres grandes órdenes de cuestiones: 1) las filiaciones literarias de Quiroga; 2) sus temas más característicos; y 3) sus textos más importantes.

Veamos, a continuación, de qué modo ha respondido Garet a esas grandes interrogantes:

3.1. Quiroga y la tradición literaria según Garet.

Leonardo Garet ha intentado en varias oportunidades poner en orden el conjunto de las influencias literarias de Quiroga. Por ejemplo, en el "Prólogo" a los Cuentos Completos del escritor, y haciendo referencia a los relatos que involucran motivos de la selva, señala Garet que una de las características de las composiciones de Quiroga en cada uno de sus libros ha sido la "combinación de textos de distinta factura", y particularmente, sobre Cuentos de amor de locura y de muerte, que se trata de "un mosaico de estructuras y temas". Según Garet las principales influencias literarias de los textos de Horacio Quiroga son:

a) el realismo mágico: – En sus artículos de Horacio Quiroga por uruguayos, explica Garet las vinculaciones de su obra con el realismo mágico. Así, señala que en relatos tales como "la esfera", del libro Más allá ?donde la historia de los hechos comprobables transcurre inobjetablemente pero, como a trasluz, el lector tiene la otra historia, la que está en la creencia lugareña del Chaco, que puede aproximarse a la superstición-, Quiroga paga tributo (sin saberlo) a la "realidad mágica" o al "realismo mágico", óptica de la realidad propia y exclusiva de los latinoamericanos, como ocurre en autores como García Márquez, Carpentier, y Rulfo, aunque Quiroga es pionero de todos ellos en América.

b) Edgar Poe: haciendo referencia a las influencias que es posible advertir en la lectura de la producción literaria de Quiroga, señala Garet la importancia que para el desarrollo de los temas y la estética general de su obra habría tendido la lectura de escritores tales como: el norteamericano Edgar A. Poe, en lo que dice relación con los temas y también, fundamentalmente, en su concepción de la mejor manera de componer un cuento.

c) Fiodor Dostoievski: recuerda Garet, muy brevemente, algunos de los autores señalados por Quiroga en su "Decálogo del perfecto cuentista": Maupassant, Kipling y Chéjov, está la influencia de Fiodor Dostoievski, fundamentalmente, en lo que tiene relación con la "atmósfera" general de sus relatos.

d) el realismo latinoamericano: También dice que, a partir del tema de la presencia y omnipotencia de los elementos naturales, algunos cuentos de Quiroga recuerdan a Doña Bárbara y La vorágine.

e) Otros: También en su artículo "Horacio Quiroga en el cincuentenario de su muerte" ?incluido en el volumen Horacio Quiroga por uruguayos– Garet refiere brevemente sobre algunas de las huellas de la prosa de Quiroga, como Poe, Kipling, Maupassant, Chejov y Hawtorne. Asimismo, en su artículo "El narrador en un cuento", y en ocasión de señalar algunas de las alegorías contenidas en el relato "La insolación", señala las influencias que en él se advierten de la Divina Comedia (Canto XXVI), si bien estas referencias son explicadas de un modo muy oscuro y casi por completo ininteligibles.

 

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