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El final de la economía política, una crítica islámica de la economía


    INTRODUCCION

    El Islam es din al-fitr, es decir, la transacción natural con Allah, la ciencia de cómo vivir en este mundo de formas. Islam quiere decir sometimiento a Allah, que también implica el no sometimiento a algo distinto de Allah. Esta es la radical libertad del musulmán.

    Vivir dentro del Islam le enseña al musulmán que la transformación del medio social, en un sentido auténtico, sólo es posible por una transformación de si mismo, y lo que es más importante, por el permiso de quien gobierna y ha creado el mundo, Allah, que alabado sea. Esto le hace al musulmán, perder el temor de la existencia, porque sólo teme a Allah.

    Cuando conoce de este modo a Allah, el musulmán llega a entender que todo acto es adoración de Allah. Que no hay separación entre la política y la adoración de Allah, ni entre el comercio y la adoración de Allah. En este estado, el musulmán comprende que sólo vive por y para Allah, que depende y confía en Allah.

    LA CUESTIÓN DE LA USURA

    La Posición Del Islam Contra La Usura Es Tajante. Allah Dice

    En El Corán:

    "ALLAH HA PERMITIDO EL COMERCIO PERO HA PROHIBIDO LA USURA".

    La prohibición de la usura fue Ley ya en los tiempos del Profeta Moisés, concerniendo a todos los seres humanos; también el Profeta Jesús, confirmó esta misma prohibición; y el Ultimo Profeta, Muhammad, reiteró la condena de la usura para todos los tiempos venideros.

    Si bien muy poca gente sepa hoy lo que es realmente la usura, el crimen de la usura ha sido siempre condenado por todos los grandes hombres de nuestra civilización: En la antigua Grecia: Platón, quien la consideraba como enemiga del bienestar social por crear una clase, la de los ricos prestamistas usureros, a costa de la de los pobres prestatarios; Aristóteles, quien la consideraba antinatural; Aristófanes; o Plutarco, quienes la consideraban como un robo. Entre los romanos hombres como Séneca, o Cicerón, quienes comparaban la usura con el asesinato. Entre los primeros padres de la iglesia cristiana: Gregorio Nysseno, Juan Chrisostomo, Agustín, Tomás de Aquino , quienes comparaban al usurero con alguien que trata de vender el vino y su uso separadamente; o Duns Escoto.

    En los autores modernos tenemos a Goethe, quien se burlaba del timo del recién nacido papel- moneda; Richard Wagner, quien combatió a riesgo de su vida contra el estado y la usura; J.P. Proudhon quien considera la usura la primera causa de paralización comercial e industrial; ó Ezra Pound quien, por condenar la usura, se vio acusado de traidor por su propio país.

    El paso de la prohibición de la usura a su permisividad no se produjo de la noche a la mañana sino que llegó paulatinamente, al tiempo que se transformaba la visión del mundo y la existencia. Una atención especial merece la evolución del concepto de valor a lo largo de la historia. Aristóteles consideraba que en toda transacción comercial los valores de los bienes intercambiados son iguales, y advirtió que la medida del valor no puede estar en el hombre. Es por tanto, en el marco de la interrelación del mercado donde el valor sucede. Reparó en que, dadas las condiciones de mercado de Libertad y Equidad, en todo intercambio de un bien por otro, establecemos una equivalencia entre ambos.

    Esta apreciación tan elemental resulta de una trascendental importancia. Así, para Aristóteles valorar es un acto vivido y, por tanto, el valor, no es una representación subjetiva, sino el resultado vivido de valorar. Esta misma forma de entender el valor fue traída a Occidente por los musulmanes, uno del más famoso jurista de al-Andalus, definiría la usura de la forma considerada tradicional, como: "la usura es todo incremento no justificado entre el valor de los bienes recibidos y el contravalor de los bienes entregados". Los incrementos no justificados son todos aquellos debidos a irregularidades en las condiciones generales del mercado o de la transacción misma. Por ejemplo, son incrementos no justificados los debidos a la existencia de monopolios o monopsonios, o la imposición de precios máximos o mínimos, o la compulsión de una mercancía como medio de cambio o moneda, y también los debidos al alquiler de mercancías no alquilables, o establecimiento de incertidumbre en el contrato, loterías o juegos de azar, etc. El Escolasticismo europeo preservó para toda la cristiandad esta concepción clásica del valor que condenaba la usura.

    La historia de la usura es tan antigua como el comercio mismo y ha sido su mal crónico, aliviado o agudizado, en la medida de la habilidad de los usureros y la fortaleza de las gentes. La ley romana, a parte de algunos fracasados intentos por prohibirla, admitía una limitada tolerancia y finalmente una abierta práctica de la usura, que condujo a la destrucción de Roma. Como la práctica de la usura estaba prohibida a los cristianos y a los musulmanes, muy pronto se convirtió ésta en dominio exclusivo de los judíos. Desde el siglo XI hasta el XV, Venecia, centro del comercio mediterráneo, con un desproporcionado número de judíos, se convirtió en la más importante ciudad usurera de Europa, donde se establecieron los primeros negocios de depósito y crédito bancarios, que sirvieron de escuela a los futuros banqueros europeos.

    El mundo cristiano prohibió la usura, o al menos la mantuvo limitadamente mientras estuvo regido por la ley canónica. Los reformistas cristianos, tanto Lutero como Zuinglio, reafirmaron la condena de la usura, pero el reformista Jean Cauvin (Calvino) fue el primero en levantar la voz en favor de la usura; un siglo más tarde un discípulo suyo Claude Saumaire argumentará en su libro "Sobre la usura" (1638) que cargar interés es necesario para la salvación. Dos acontecimientos cruciales en el año mismo de la revolución, aunque raramente mencionados, coronaron la misma: La circulación oficial por primera vez en Europa de papel-moneda estatal, los assignats ; y la derogación de la prohibición del interés en el préstamo, por primera vez en la historia de Francia, en el Decreto del 2 y 3 de Octubre de 1789. Acerca de la revolución francesa, el Abate Barruel escribió en su libro "Memorias": "Tres grupos diseñaron la revolución: ateos, enciclopedistas y economistas". Así mismo, Edmond Burke diría en su "On French Revolution": "La edad de la caballerosidad se ha ido. Una de sofistas, economistas y calculadores ha triunfado; y la gloria de Europa se ha extinguido para siempre". ¿Pero quiénes eran estos economistas? Se atribuye al Abate Ferdinando Galiani el haber sido el primero en sostener que la única medida del valor es el hombre para él el valor es una idea en la mente del individuo. Turgot en su Valeurs et Monnais" (1768) fue el primer escritor en afirmar que: "… en un cambio cada parte valora lo que recibe en más de lo que da"; posición exactamente opuesta al realismo aristotélico.

    Bentham llamó a este concepto subjetivista de valor "utilidad", como esa propiedad de un objeto, que tiende a producir beneficio, ventaja, placer, bien o felicidad. En 1787 escribió el libro explícitamente titulado " Defensa de la usura". El subjetivismo utilitarista permitía jugar con el valor. Para los utilitaristas, valor es una idea en la mente del individuo, por tanto usura no es más que una idea en un mundo de ideas. Consecuentemente, las teorías utilitaristas, que derivaron hacia las modernas teorías de consumo, han aceptado el delito de la usura como principio, o bien han ignorado el tema hasta llevarlo al olvido. Siguiendo esta línea, ya en pleno siglo XX, el judío y premio Nobel (1970) Paul samuelsom presentó en su "Una nota sobre pura teoría del comportamiento de los consumidores" (1938) una significativa contribución a la tesis subjetivista con una teoría de la elección basada en los datos observables. Daba licencia así, a calcular objetivamente la valoración de la gente por medio de datos estadísticos, que se desentiende de la diferencia entre ambas formas de valoración: El tratamiento del acto de valorar como una cosa medible que hace del hombre algo cosificado y el "valorar, en cada caso mío" que caracteriza el modo de valorar del hombre libre. Otra escuela fue la seguida por Adam Smith, David Ricardo y Carlos Marx. Adam Smith considerado padre de la Economía, era calvinista, por tanto doctrinalmente usurero, y su contribución a la teoría del valor fue la de considerar que el trabajo es la fuente del valor. No obstante, Marx mismo tuvo que reconocer que el trabajo (real o concreto, según su vocabulario) no puede ser utilizado como unidad elemental con la cual el valor de todas las mercancías pueda ser medida, ya que cada trabajo tiene distinto valor real.

    Por tanto, tuvo que formar la idea de dos tipos de naturalezas una concreta y otra abstracta del trabajo contenido en las mercancías, y apunta que la substancia del valor es el trabajo abstracto. Pero he aquí la falacia: En primer lugar, hemos de admitir que el valor procede de un trabajo abstracto sin ninguna realidad, por tanto, "acientifico" e "idealista"; en segundo lugar, para que todos los trabajos tengan el mismo valor habremos de tener una total indiferencia en la elección de uno u otro, afirmación que también carece de realidad, pero que en la práctica resulta terriblemente peligrosa, ya que legitima la posibilidad de que esta indiferencia no -natural sea establecida impositivamente a la gente a través de un selecto grupo de políticos planificadores (el estado marxista). Un examen detallado de las teorías de Marx revela que la teoría de la plusvalía no es nada más que una ocultación de la usura:

    Primero, desvía el problema del injusto infrasalario, que los obreros se ven forzados a aceptar bajo la coacción del desempleo – cuyo origen debe únicamente a la práctica de la usura y no a la introducción de nuevas máquinas como pretendía David Ricard o, a un aparente, pero no causal, conflicto entre empresarios y empleados; en segundo lugar, ignora toda crítica de la usura al considerar a los banqueros como otros empresarios más, que actúan en un negocio más. No es de extrañar pues el rumor de que el gran banquero Rothschild -también judío- financiara su obra "el Capital", ya que en ella aparece la más abierta defensa del dinero fantástico (papel- moneda), con el que se habían enriquecido todas las casas bancarias de Europa: "…en un proceso que lo hace cambiar constantemente de mano, basta con que el dinero exista simbólicamente. La existencia funcional absorbe, por así decirlo, su existencia material. No es más que un reflejo objetivo de los precios de las mercancías, reflejo llamado a desaparecer funcionando, sólo como función, como signo de sí mismo, es natural que pueda ser sustituido por otros signos". El famoso economista judío y premio Nobel (1976) Milton Friedman, considerado padre del monetarismo capitalista moderno, no tuvo más que continuar esta visión funcional que reemplaza la visión existencial de la moneda que Marx había trazado. Por esta razón podemos afirmar que el monetarismo no es más que una fórmula reformada de marxismo; otra prueba que revela la falsa oposición de la dialéctica izquierda / derecha.

    La Economía es un típico producto de la metafísica subjetivista. La Economía se fundamenta en una visión del hombre estrecha y funcional, independientemente de las escuelas. El lema "si funciona bien es bueno", convertido en moral económica, ha servido como argumento para constreñir la libertad del individuo. Esta moral considera apropiado que los políticos estimen que es lo que la gente quiere y administren la riqueza de otras personas incluso sin su consentimiento. Para hacer posible esta justificación, el acto libre y vivido de valorar se ha "convertido" en cifras o algo medible al antojo de los economistas y políticos, y el derecho de propiedad ha sido también tergiversado. La Economía Moderna ha dado ya abundantes signos de haber perecido, de no ser capaz de entender ni al hombre, ni al mundo; al tiempo que conduce a ambos a una destrucción que nadie desea.

    ISLAM, EL CAMINO DE HOY

    La propiedad privada es el único ámbito legítimo de la economía entendida como administración. Así es como lo entendieron nuestros padres griegos, es decir, economía es la administración privada de los bienes de cada uno, pero en ningún caso, ni remotamente, puede convertirse en la administración de los bienes de otras personas o una parte significativa de ellos. Esta reflexión remite a una revisión de la concepción económica del estado moderno en la que hemos sido educados. Cada uno de nosotros somos los más adecuados para administrar los bienes que hemos adquirido legítimamente. No necesitamos que el estado administre tutorialmente nuestra riqueza. Gobernar es cuidar y proteger pero no es administrar.

    El Emirato es el gobierno sin estado, La forma de gobierno natural o islámica es el Emirato. Protege el individual derecho a ejercer la propiedad legítimamente adquirida, sin robo ni usura, y a valorar libremente. La ley para el Emirato Islámico no puede ser otra, que la ley de Allah (Shariah), que prohíbe la usura y el estado. El concepto de valor, tiene que depurarse existencialmente y entenderse como parte de la vida, que es el horizonte donde sucede, y no reducirse a una mera representación numérica. Unos cuantos datos estadísticos, por precisos que sean, de un pasado irrepetible, no bastan para determinar, ni mucho menos para imponer, una valoración mítica objetiva.

    Nos han hecho creer que al votar, si o no, a una pregunta ya formulada, damos nuestra conformidad al resultado. Pero esta condición, tanto como la elección de la pregunta nos vienen ya dadas por otras personas, restringiendo nuestra total elección, y por tanto, resulta inadmisible. La libertad no puede restringirse al resultado de ninguna votación, incluso sí el resultado es respaldado por una mayoría. La Economía fundamentada en estos principios ya caducos, debe ser desenmascarada, ya que su único propósito es el de perpetuar el crimen usurero. ¡Que nos dejen valorar libremente! Es el clamor de quienes creemos que a nadie mejor que a cada uno de nosotros le corresponde decidir cuáles son nuestras necesidades. Es tiempo de repetir las reveladoras palabras de J. P. Proudhon (1841): "Nadie puede ser obligado a comprar lo que no desea, y menos apagar lo que no ha comprado". El problema demanda una solución urgente.

    Los desequilibrios de la economía usurera se vuelven cada día más evidentes y más acuciantes, hasta el punto de amenazar al mismo equilibrio ecológico del planeta, y por tanto, a la supervivencia del hombre. Hoy en día, prácticamente nadie niega que el efecto del hambre en el mundo y de la grave deforestación tropical tiene como causa primordial la deuda de estos países. El Islam siempre ha traído beneficio a los pueblos que lo ha aceptado y practicado. Desde hace catorce siglos, el Islam ha sido intransigente con la usura y hoy más que nunca, es el mensaje liberador por excelencia. Mientras los banqueros y políticos están diseñando para nosotros un estado mundial único, con un banco mundial y una moneda mundial única, los musulmanes proponemos el advenimiento a una nueva Europa, no cristiana, sino islámica. Estos son los principios liberadores del auténtico Islam de la Primera Comunidad de Medina, para esta época, que resurge entre una nueva generación de europeos.

    El Final de la Economía Política

    Los musulmanes plantean un modelo natural de comercio que acabe con la usura, y un modelo de gobierno que nos permita terminar con la tiranía del estado moderno. La revitalización de este Islam original en Europa supone un reto a las decadentes jerarquías de los estados que dividen artificialmente a los musulmanes desde el periodo colonial. Los musulmanes europeos somos una viva confirmación, desde el corazón de Occidente, de la llama islámica que subyace bajo estos tiránicos estados constitucionales profundamente anti-islámicos.

    Este es mostrar que si hay un fundamento de la vida que es Allah, ¡No hay dios excepto Allah! La irrupción de esta Luz del Islam en Europa acaba con la frivolidad del "laissez-penser" post-modernista, y también con la ortodoxia funcionalista cientifista de las llamadas ciencias del hombre, que se sigue vendiendo a las masas en las universidades a pesar de su demostrada incapacidad para encontrar una solución efectiva a la situación de creciente caos ecológico, económico y humano.

    La inoperancia y el fracaso global del sistema de estado moderno han conducido a la pérdida de toda credibilidad en la ciencia económica política. Esta ciencia, como todas las ciencias positivas con fundamento en la metafísica tradicional, relega al hombre a la categoría de mera cosa funcional. Y con esto, han autorizado científicamente la transmutación del gobierno a una mera función económica: El estado. El control del estado se presenta justificado como redistribuidor, aunque no de recursos como si éstos surgiesen de la nada sino de los desequilibrios que él mismo produce, y sobre todo, de los que la usura produce. De este modo el estado ejecuta a la perfección su complicidad con la usura, permitiéndola, a pesar de someterla a ciertas limitaciones meramente cosméticas.

    Los musulmanes traen, en lugar de la economía de un estado esclavizante, que actúa como una administración usurpadora impuesta sobre nuestras propiedades, la economía en su sentido original, que restaura al individuo como al único administrador de sus propiedades fuera de la intervención del estado. El Emirato o gobierno islámico es incompatible con la estructura del estado constitucional moderno.

    El Islam lleva siglos siendo premeditadamente ocultado a los europeos tras un velo de propaganda religiosa y estatal, que se empeña en presentar una imagen tergiversada. Religión y estado reconocen con esto, que el Islam es la única fuerza capaz de derribarles.

    Efectivamente, el Islam imprime un sentido de libertad en el individuo que no permite someterlo ni ante altares, ni ante ventanillas.

    El descubrimiento de la Shariah del Islam original, conducirá a la liberación irreversible del Mundo de las tiránicas estructuras económicas que nos han impuesto. El musulmán es aquel que ha a doptado la firme resolución de regirse así mismo, sin sumisión a nada ni a nadie excepto a Allah. El Islam conduce a una revolución pero no hacia fuera o política, sino hacia dentro o en el individuo mismo.

    Es este individuo el único con posibilidad de reestablecer un mercado justo, en el Nombre de Allah. Para aquellos que han comprendido esto proclamamos los dos principios fundamentales del comercio, La plena Libertad de comerciar y la Equidad del trato comercial.

    LA PLENA LIBERTAD DE COMERCIAR

    La plena libertad de comerciar consiste en una libertad, de competencia y concurrencia, existencial y no retórica, es decir, la capacidad de toda persona o colectivo de poder producir e intercambiar los bienes de su propiedad a un precio comúnmente aceptado y equitativo con cualquier otra persona o colectivo. Implica la eliminación de todos los controles del mercado que lo han transformado en un sistema usurero.

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