- Estrategias de acercamiento
- Relaciones de dependencia en el derrumbe de las tradiciones agrícolas en el departamento del Atlántico
En la vida de cualquier comunidad, inherente al desarrollo permanente e interrelación de sus actores estarán presentes ciertos factores que le imprimen dinamismo. Este dinamismo va ligado a la forma cómo la población tanto de sociedades cuasi-rurales*, como citadinas, interpreta y asimila sus estilos de vida, costumbres y tradiciones, con los cuales continua su ininterrumpido proceso de producir, afianzar, construir, transformar, difundir, ocultar, inhibir y reproducir las manifestaciones de su cultura, las que luego mostrará o comunicará con el entorno.
Ello es vital y garantía de su permanencia histórica. Las comunidades que evolucionan tanto geográfica como demográficamente sobre la base fundamental de la agricultura, han tenido que conformarse con el conocimiento de su pasado, impulsado por las actividades conexas, es decir, generadas por la práctica agrícola, única fuente de manutención. Sin embargo, este todo general (que es la agricultura como actividad histórica) en su interior ha experimentado procesos de cambio representados por las diferentes ocupaciones, algunas veces profundo; otras veces superficial que le han dado e impreso signos cualitativos y cuantitativos, indicadores de los intentos de independencia para abrirse paso como nuevas actividades, específicas y definidas. Por ello es necesario dar una mirada hacia atrás, hacia el pasado de las comunidades otrora rurales (mirada retrospectiva metódica).
Desde una actividad como el bultaje (unidad de análisis en el estudio) se espera encontrar los primeros vestigios del surgimiento de las ocupaciones en las comunidades cuasi-rurales de la Costa Atlántica, conectadas a la agricultura y su pugna por independizarse de esta última; el desenvolvimiento de las personas que a ella se dedican, articulando sus interpretaciones de la vida, con las de otros, ocupados en oficios diferentes, en un cruce de relaciones desde las cuales se pueda dar una explicación con sentido, a su contribución en un determinado momento, en el proceso de desarrollo de la comunidad.
De ahí que esta posibilidad se afianza en una perspectiva de métodos relacionados entre sí al interior de un enfoque histórico-hermenéutico: el Método Regresivo y el Método Etnográfico. Ninguno de los dos son excluyentes. Por el contrario, son articuladores en la interpretación colectiva de las historias de vida y de la realidad social cuasi-rural, a la que Bloch hacia referencia en los siguientes términos: "Para comprender el presente, conviene a menudo, mirar hacia el pasado. Ningún estudio de la vida rural puede dejar en la sombra la evolución de la estructura social, tan estructuralmente ligado a la evolución propiamente agraria" (1978, 50).
Algo similar planteaba Zuluaga Monedero con respecto a la historia de las sociedades. En efecto decía: "Analizar su historia mostrará hechos importantes sobre su proceso de formación, su ubicación en anteriores formas históricas, la necesidad por las que ha tenido que pasar" (1972, 69). El mismo autor expresa que en las investigaciones con enfoques de esta naturaleza, en sus primeros avances transitan por una característica no permanente, aparente, descriptiva, porque al apropiarse de cada parte, de todos los detalles del objeto analizado se tiene que describir sus cualidades más relevantes. De ahí que se pasa por un momento empírico, necesario, de reconocimiento del objeto, "garantizando con ello no perder de vista la individualidad de cada elemento, aquello diferenciable del resto del conjunto"(69).
En la medida que se adquiere mayores acercamientos hacia los sujetos del proceso, la investigación pasa cualitativamente del recuento y descripción, a la interpretación y validación de hechos y sucesos por parte de quienes participan en ella.
Así, una especie de triangulación posibilita opciones novedosas de interpretación, pues la información generada de las encuestas, en su totalidad de carácter cuantitativo, al relacionarse con la interpretación de las conversaciones, luego validada por actores significativos del proceso, mediante la implementación de técnicas cualitativas (grupos focales y memoria de ancianos), asocia la posibilidad de cualificar la red de datos ligados a la historia tanto de las actividades, ocupaciones y oficios, como a la vida de la comunidad; esto es, las formas de asociación, las relaciones existentes, los aspectos socioculturales, el flujo de necesidades y satisfactores, etcetera, propicios para la ubicación de los elementos en su correspondencia e interrelaciones, factores permisibles de configurarlos como fundantes de una estructura en cuanto a un complejo articulado.
En este ir y venir de relaciones, interpretaciones y apropiaciones con sentido en pro de construir realidades validadas desde la concepción de los actores implicados en el proceso, el uso de técnicas e instrumentos para recolectar información pertinente como la observación, la encuesta, entrevista, diálogos (memorias de ancianos) y grupos focales, complementaron una estructura metodológica y teórica del estudio que, fundamentalmente se apoya en la integración de muestras intencionales de la población que se dedica a actividades directamente asociadas a la agricultura en una secuencia que se inicia con la producción y circulación de los productos agrícolas.
Las personas que formaron parte de la muestra en este estudio responden a características ligadas a las actividades como agricultor, bultero, negociante, propietario de carro, chofer, jornalero y todas aquellas conexas a la agricultura.
Al configurar un listado de individuos (hombres y mujeres) que integran los grupos con los cuales se desarrolló el trabajo, se asume el riesgo del "olvido involuntario". Sin embargo, es importante que las nuevas generaciones de la comunidad y las poblaciones vecinas estén enteradas y reconozcan el aporte que a partir de la información suministrada al estudio sirvió para hilvanar parte de esta historia.
Una historia de relaciones sociales, económicas y culturales que en gran medida es una ruptura con lo establecido, en aras de ofrecer una perspectiva diferente, nunca antes expuesta.
En el siguiente Cuadro se muestran los nombres de los integrantes de cada uno de los grupos que participaron en el estudio, identificados por su actividad principal, con la cual se les reconoce en la comunidad, sin que se le invalide su dedicación a otros oficios cuando se presentan las dificultades que a lo largo del estudio tomado como referencia en este libro, se presentan y analizan en detalles.
Cuadro 1. Grupos productivos y de trabajo existentes en Santa Cruz (participantes en el estudio).
Bulteros de oficio | Agricultores / Campesinos /Jornaleros |
Alvaro Beltrán del Río "El Socio", William Beltrán Cervantes "El Copta", Alfonso Ariza del Río, Francisco Romero Pérez "Pacho la puecca", Antonio Osorio "El Guare", Freddy Osorio "La Yegua", José Otero "Pepe" | Javier Reales Figueroa, Silvano Bustos, José Pérez, Romualdo Franco, José Villanueva*, Cayetano Jiménez, Alejo Reyno "Barbul", Francisco Barrigón*, Juan Escobar, Emidio Solano*, Mateo Sarmiento, Andrés Cervantes. Pastor Agamez, Víctor Jiménez, Juvenal Imitola, Pedro Coronado*, Luis Jiménez, Justo Polo, Polo Reales, Enrique Cantillo, Leobaldo Cera, Belia Sánchez, Delia Castro, Carmela Villanueva, Francia Puerta, Jorge Reales, José Reales |
Choferes de carros de carga | |
Ébulo Berdugo Vega, Marcelino Ibañez Sarmiento, Freddy Villa Vargas, Asael Cera Pérez | |
Propietarios de carros | Negociantes / Comerciantes |
Juan Escorcia, Nicanor Ibañez, Sara Reales*, Andrés Ciciliano, Enrique Tovar | Ofaldo Villanueva*, Mateo Vásquez, Arpidio Ariza*, Manuel Pérez, Asael Rodriguez, Andrés Carmona*, Miguel Villanueva* |
Integrar dos grupos entre jóvenes y ancianos – hoy se denominan adultos mayores- conformados (cada grupo) por 12 personas con una edad promedio entre los 25 y 70 años fue una tarea de cuidado. A cada miembro de los grupos se le asignó un suplente quien remplazaría al principal y/o entraría en la medida que la información aportada por el primero tuviese que complementarse o el otro no asistiese a las sesiones grupales.
Los miembros con 50 años de edad en adelante fueron organizados bajo la técnica Memoria de Ancianos que posibilitó la combinación en la selección de campesinos como tal y exbulteros actualmente dedicados a las labores del campo. Los diálogos suscitados en el grupo focal (técnica diferente a la anterior), fueron orientados mediante una temática alusiva a la situación de los trabajadores del agro y los vinculados a actividades conexas.
Fueron en total cinco sesiones con grupos de bulteros, campesinos, agricultores, negociantes y propietarios (los patrones). Cada diálogo fue hecho con personas diferentes. En cuanto a las encuestas, fueron aplicadas a familiares de bulteros y choferes de vehículos transportadores de carga. Las observaciones hechas en el contexto de la ejecución de las actividades conexas a la agricultura, constituyeron un seguimiento a las ocupaciones, tanto en el ámbito de la comunidad de Santa Cruz como en el lugar al cual se trasladan los productos para la venta: en la plaza del mercado en la ciudad capital del departamento del Atlántico (Barranquilla).
La observación se extendió hacia otros municipios (Repelón, Sabanalarga y Baranoa) en los cuales estas actividades son tradicionales. El material fotográfico incorporado a este trabajo da cuenta de la forma como se ejercen las actividades de las cuales se ha hecho referencia. El desempeño del oficio comparado con la práctica actual, en cuanto a su dinámica sigue siendo similar al del período del estudio (1981-1983).
Los resultados de este proceso no hubiesen sido posibles sin la cooperación decidida de todas las personas que, conscientemente, "sacrificaron" sus ratos de descanso para atender diligentemente cada una de las exigencias rigurosas y metodológicas del estudio.
Si se trata de reconocer méritos, todos los participantes son receptores de los agradecimientos sinceros de los autores, en especial, Alvaro Beltrán del Río, Ébulo Berdugo Vega, Javier Reales Figueroa, José Pérez (q.e.p.d.), Cayetano Jiménez, William Beltrán, Silvano Bustos, quienes con sus aportes y luces, permitieron reunir durante muchos domingos el interés de los demás miembros del colectivo.
La población agrícola en Colombia, para 1970 constituía la gran mayoría de la nación, y el terrateniente apareció como la persona que se apropió de los medios eficaces para la producción, gracias al monopolio de la propiedad sobre la tierra (el suelo), y el sobretrabajo de los productores inmediatos (jornaleros, arrendatarios, colonos, etc.). Esto por consiguiente, da a entender que el dominio sobre la tenencia del suelo, llega a convertirse en el principal elemento que atrae la producción y por lo tanto, genera riqueza a quienes poseen dicha propiedad.
Ciertos economistas a los que aludía Marx en sus escritos de 1888 (1977, 728), tienen razón cuando pretenden que toda producción y, por lo tanto todo desarrollo del capital, tiene como base natural la productividad del trabajo agrícola.
Si el hombre no fuese capaz de generar, en una jornada de trabajo, más medios de subsistencia y por lo tanto, más productos agrícolas de los que necesita cada trabajador para su propia producción; si la inversión cotidiana de su fuerza de trabajo total apenas alcanzara o bastara para producir los medios necesarios para subsistir, no se podría hablar de sobre producto ni de plusvalía.
Una productividad del trabajo agrícola que vaya más allá de las necesidades individuales del trabajador es la base de cualquier sociedad y, ante todo, de la producción capitalista, que retira a una parte cada vez mayor en la sociedad de la producción de medios de subsistencia inmediatos, para convertir a algunos integrantes en unidades libres dejándolos en disponibilidad para su explotación en otras esferas.
En tales condiciones, la relación de dependencia económica no necesita un carácter más duro que el sometimiento al Estado.
En este caso, el Estado es el terrateniente soberano, y la soberanía no es más que la concertación, a escala nacional, de la propiedad sobre la tierra. Así lo concebía y hacía conocer en su tiempo Marx:
Esta forma económica específica en que a los productores directos se les arranca sobre trabajo no pagado, determina la relación de dependencia: es la base de todas las formas de comunidad económica, nacida directamente de las relaciones de producción, y al mismo tiempo, la base de su forma específica política. En la relación inmediata entre el propietario de los medios de producción y el productor directo hay que buscar el secreto más profundo, el cimiento de todo edificio social y, por consiguiente, de toda forma política que adopta la relación de soberanía y de dependencia, es decir, la forma específica que adopta el Estado en un período dado (735).
En las condiciones anotadas y teniendo en cuenta que ante la concentración de la tierra en pocas manos, los integrantes de la comunidad que laboran en tierras consideradas libres, se ven en la necesidad de someterse a las condiciones impuestas por los propietarios para poder seguir trabajando y lograr la subsistencia propia y la de los miembros de su familia. Unos colocados bajo la condición de aparceros, obligados a pagar el tributo de la tierra utilizada, dejándola sembrada con pastos; otros pagando su utilización en dinero (arrendatarios), pero en todo caso, ambos obligados por imposición unas veces, por tradición otras, a vender el producto agrícola al propietario o a algún recomendado suyo.
Al principio, la concentración de tierras en tan pocos propietarios se justificaba como un premio al trabajo o al esfuerzo de quienes entendían que el progreso estaba al lado, siempre de personas con fortuna.
Tal apropiación y reconocimiento se fue diluyendo en la medida que la frontera de la iniquidad se amplió y las diferencias entre desposeídos por naturaleza o violencia se hizo ostensible. ¿No fue acaso la falta de propiedad sobre la tierra y la renta que la grava lo que obligó a gran cantidad de personas dedicadas a las actividades agrícolas a aventurarse hacia diversos sectores de explotación sin una estabilidad que le permitiera mejorar sus condiciones de vida?; y ¿no fue esto mismo lo que los convirtió individualmente en emigrantes, en busca de una mejor remuneración?.
Para el caso de los pequeños propietarios, la falta de capital, la no disposición de elementos técnicos adecuados, contribuyó en su llegada forzosa a otros sectores de explotación en calidad de trabajadores inestables.
Factores como, la falta de propiedad sobre la tierra, la tenencia de la misma, la carencia de capital, etcétera, inciden y son base fundamental para la creación de múltiples ocupaciones que giran en torno a las relaciones del agro que al articularse con otros elementos de la dinámica de la sociedad, contribuyeron en el desarrollo económico y social de las comunidades en el departamento del Atlántico.
En Santa Cruz, comunidad de corte transitorio entre lo rural y lo urbano, para el año 1984, como ninguna otra representaba la recepción de relaciones precapitalistas cuya base fundamental provenía de la tradición agrícola, y como en ninguna otra población las ocupaciones fueron en gran medida propulsoras de la dinámica socioeconómica y cultural, decisivas en la conformación de grupos sociales, identificados por el oficio que profesaban. Población ubicada al sureste del departamento del Atlántico, tiene vecindad con comunidades del departamento de Bolívar.
En el censo de 1973 la población contabilizada era de 2.003 habitantes, de los cuales el 25% representaba a grupos cuyas edades oscilaban entre 0 y 10 años; el 56% de 11 a 21 años y el resto (19%) de 22 años en adelante. La principal fuente de ingresos de la población provenía (para la época del estudio) de la agricultura, con la cual abastecía diariamente a los grandes centros de mercado regional y comercio, como Barranquilla, la capital de la Región, Cartagena y lugares de afluente movimiento de mercado (Sabanalarga, Baranoa y Soledad).
En este pequeño poblado (corregimiento del municipio de Luruaco), a dos horas (por carretera) de la ciudad de Barranquilla no es muy específico determinar la existencia de clases definidas; más bien se presenta una composición heterogénea donde los más definidos en cuanto a su posición social son los campesinos, y algunos grupos de la denominada aristocracia pueblerina, surgidos de cierta acumulación de incipiente capital cuya fuente la constituyó inicialmente la producción de caña de azúcar (zacarocracia), y más tarde la explotación del cultivo de plátano combinado con una incipiente ganadería (plagracia)* de abastecimiento local.
El bultaje (la unidad específica de análisis en la investigación), es una actividad que consiste en el proceso de levantamiento con esfuerzo propio de la mercancía (los productos del agro) en forma de bulto, en hombros del trabajador hacia el interior de los carros que se encargan de transportarla hacia los centros de mercado. Esta actividad es hecha posteriormente a la inversa cuando se llega a cada destino. Históricamente ha existido en la población, aparejada a la intromisión de los primeros vehículos para transporte de carga (tractor con carreta), cuya característica fundamental y el desempeño, no ha variado fundamentalmente, sino la forma como ésta se lleva a cabo actualmente, es decir, las condiciones de trabajo, las medidas, las relaciones, la vinculación, etcétera.
Bultero es el apelativo casi despectivo (mas bien peyorativo) con que se les conoce (y se les denomina) en todas las poblaciones del departamento (en la ciudad capital tienen otro nombre, coteros, por ejemplo) a los hombres que ejercen y se dedican a esta actividad, generadora de sus ingresos con los que intentan sostener una familia que día tras día les exige más, a quien ellos también mínimamente desearía satisfacer a costa de la explotación de su fuerza de trabajo.
Otras actividades como el jornaleo, la recolección de cosecha, la siembra, etcétera, están relacionadas con el "bultaje" no por la forma como se ejecutan, sino por las leyes que la rigen y que en algún momento determinado se confundieron en una sola categoría: agricultor o campesino.
Quienes venden su fuerza de trabajo en calidad de jornaleros se consideran (aparentemente) libres por no estar sometidos a la voluntad de algún propietario, pero en el fondo no cambian su calidad de dependencia y explotación, en la medida que la práctica diaria e ininterrumpida, les ha condicionado, establecido y hasta consolidado lazos de vasallaje, que los mantiene atados a las relaciones impuestas por quienes al principio les hacían creer en tal independencia. Cuando se consolida la posibilidad para la tierra (la de la nación) de perder su carácter de ser libre –y es que ya aquí no la hay- y la renta sobre ella se grava más, coadyuvando con las imposiciones de los propietarios y las obligaciones que reclaman para con ellos, algunos integrantes de la comunidad son lanzados, desplazados a la fuerza hacia otras esferas de explotación en calidad de unidades libres.
Hombres que para lograr subsistir (casi en condiciones deplorables) se ven forzados a realizar actividades que como el bultaje, por ejemplo, son mal remuneradas. Particularmente el oficio fue anteriormente una dedicación complementaria de las actividades agrícolas, esto es, la jornada agrícola terminaba con esta faena.
Las formas de producción agrícola, incluyendo sus relaciones, que en un pasado histórico fueron las predominantes –en los tiempos coloniales-, en el sistema capitalista actual se encuentran combinadas, mezcladas e influyentes, con otras formas de producción más avanzadas, lo mismo que con otras relaciones. No sólo infieren en la actividad económica fundamental sino, en otras actividades que han surgido como consecuencia de la propiedad sobre la tierra por parte de los productores directos, es decir, los trabajadores agrícolas. ¿Acaso son ellos los que han trasladado estas formas y estas relaciones casi fielmente de la actividad agrícola hacia otras esferas o actividades diferentes de la agricultura?
La penetración del capital al campo no fue en todos los lugares un signo de innovación. Ella sirvió en la medida que logró adelantos escalonados en algunos sectores económicos y sociales, pero en otros fue creando un sistema de dependencia y atraso con relación a los primeros.
Y es que históricamente los transplantes capitalistas de Europa hacia las colonias de la América española, primero apresuraron el aniquilamiento y resquebrajamiento de formas de producción naturales que, por lo menos mostraban algunos adelantos en comparación con las de otros lugares. Después, la penetración y afianzamiento del capital norteamericano selló los lazos de dependencia que el primero había instaurado.
Es de anotar entonces que la penetración del capital con sus nuevas relaciones económico-sociales, políticas y culturales no fue homogénea, es decir, no fue igual para todos los sectores. De ahí, de esta irradiación casi irracional, surgieron las desigualdades, no solo en el nivel económico, también en lo social, cultural, etcétera, coexistiendo articuladas y, que hoy día están tangiblemente materializadas en las comunidades que aún mantienen una mentalidad ligada a componentes culturales cuasi-rurales, desbordados por el tránsito permanente de las costumbres citadinas que han penetrado sin que se haya dado un fenómeno de asimilación gradual.
Además, el capital no derrumbó de un todo las antiguas relaciones que se daban antes de su penetración (la aparcería, el arrendamiento, el colonato, el bultaje, el jornaleo, etcétera). En cada una de ellas y en sus características particulares, se encuentran las viejas formas, las antiguas relaciones, sin que se olvide o desconozca el estímulo que reciben del capital. En todo este proceso que la penetración del capital ha generado, y cuando necesitaba asegurar su reproducción, teniendo de presente que su primera ligazón la hizo en torno al agro, en la medida que fue implementando nuevas técnicas y prácticas agrícolas, aseguró la obtención de excedentes de los cuales una parte termina en poder del terrateniente.
A partir del supuesto, de que la agricultura al igual que la industria se halla dominada por el régimen capitalista de producción, o sea, explotada por quienes poseen mayor cantidad de dinero y medios de producción, cuya diferencia con los otros estaba en el objeto sobre el que recaía la inversión de su capital, como lo señalara Marx, al expresar que " no es más que el trabajo asalariado que el capital pone en acción y que la dominación e inversión del capital en la agricultura presupone la expropiación de los obreros agrícolas con respecto a la tierra y la sojusgación de éstos a un capitalista que explota la agricultura para obtener de ella una ganancia que va consolidando su dominio" (735), condicionó también de manera inequívoca a que las comunidades rurales, vivieran etapas atrasadas de desarrollo económico y social, debido a su ninguna participación directa en los progresos de la ciudad.
Ello de alguna manera genera pocas posibilidades de explorar la capacidad emprendedora, su potencialidad creadora, y que tampoco sepan aprovechar los recursos naturales de que disponen para satisfacer sus necesidades y alcanzar en tales situaciones el máximo desarrollo comunitario.
Podría decirse que las comunidades son pequeños centros de agrupación rural con características comunes, cuyas áreas están delimitadas por las diferentes ocupaciones a que se dedican sus habitantes y también por la disposición de servicios comunes, llevando una vida social desorganizada – para los momentos actuales-, regida por normas tradicionales que le impiden algún relativo progreso.
Relaciones de dependencia en el derrumbe de las tradiciones agrícolas en el departamento del Atlántico.
En una comunidad rural (como la seleccionada en el estudio de referencia, la población de Santa Cruz, Atlántico), en la cual el poco desarrollo de la actividad que es la base de su economía, del sustento y fuente de trabajo de sus habitantes, se ha observado que sobre este criterio de poco desarrollo de la agricultura –como actividad fundamental-, nacen otras ocupaciones que no son su continuación, pero que se mueven bajo relaciones económico-sociales que son propias del agro.
Los estudios que durante el desarrollo de la investigación fueron consultados por su relación a la temática propuesta (aparte de los trabajos de Orlando Fals Borda: Vecindario pobre; las monografías hechas a nivel de comunidades rurales con la orientación de la escuela norteamericana, cuando la Sociología en este ámbito iniciaba sus primeros pasos en materia de investigación en Colombia), han estado girando alrededor de la actividad agrícola como tal, en forma general, referidos a la Región Costa Atlántica, con la intención de detectar y mostrar algunas implicaciones de carácter sociológico y socio económico que produjo el fenómeno de la Reforma Agraria y su Proyecto Atlántico en las comunidades que fueron tomadas como propicias en el departamento, a pesar de que en ellos se muestra la relación de los elementos que van a contribuir en la evolución de las actividades agrícolas y a partir de ella (la relación), una evolución y desarrollo económico-social en las comunidades de su incidencia, el análisis de tales relaciones responden a descripciones de fenómenos y estadísticas. Variables como la tenencia de la tierra son tratadas a partir de un repartimiento y adjudicación hechas por el INCORA, sin tener en cuenta las luchas que dieron dinamismo al fenómeno como la parte opuesta a tales distribuciones que más tarde originaron los lanzamientos por vía legal u obligados mediante el empleo de la fuerza pública.
En los estudios de la referencia, no se señala la gran importancia que se genera de los resultados manifiestos por la Reforma Agraria; descuidan el crecimiento de la población agrícola en el área rural, en los lugares donde se puso en marcha el proyecto de la Reforma en el departamento del Atlántico; no analizan con suficiencia el desarrollo de la producción agrícola y las técnicas empleadas para el beneficio y desarrollo agropecuario, en provecho de una economía y posición social que permita la integración del campesino a ese desarrollo.
El más cercano de los estudios al análisis que se reclama, es el que trata sobre aspectos agrarios en el departamento del Atlántico (Guardiola y Reales, 1977, 50-60), en el cual se hace alusión a las manifestaciones sociológicas que repercutieron en cada uno de los grupos de clases (para el caso de los pueblos elegidos en el Proyecto INCORA) vinculados directamente o indirectamente al proceso de producción agrícola. Y también los detalles sobre cómo cada una de las actividades que para la época giraban en torno a la agricultura, se hicieron más dependientes y la explotación de la fuerza de trabajo por la abundancia de la mano de obra balanceada con el trabajo en las parcelas, adquirió mayor carácter.
En este orden de ideas, sin querer dar a entender que las actividades básicamente surgen con la puesta en marcha del Proyecto de Reforma Agraria a nivel del departamento del Atlántico, ellas se proyectan con todas las actividades que impulsa la Reforma, y en los pueblos donde no llegó su buena intención (Santa Cruz por ejemplo), se encontraban en uno de sus mejores períodos de auge al lado de la agricultura desarrollada en la forma más rudimentaria, específicamente para 1978*.
En los documentos consultados que no aluden conceptualmente a la pretendida relación analítica, estaría justificado por su referencia a estudios que pretenden mostrar componentes generales que globalizan la situación actual basada en una actividad específica con algunas variables de tipo económico, social, cultural, etcétera, lo cual cumplen, con suficientes argumentos desde su perspectiva metodológica.
Como quiera que de la agricultura se van a desglosar una serie de actividades económicas, es imprescindible hacer claridad sobre el papel que han jugado al interior de la producción agrícola. En la población de Santa Cruz y en otras más del departamento del Atlántico estas actividades están diferenciadas unas de otras, ya sea por su función específica, por su participación en la producción, por la forma como se realizan, etcétera.
Dentro de estas distintas actividades, y teniendo de presente el carácter de poco desarrollo de la agricultura en Santa Cruz, se evidencia lo que Nahuel Moreno consideraba atraso al interior del atraso, aludiendo a los planteamientos de Trotsky y Novack (1977, 7-19).
Este atraso es una característica común que ha jugado un papel importante en la inestablidad económica de alguna de ellas, y que en la actividad de los bulteros cobra mayor presencia porque está dependiendo directamente del nivel de la producción agrícola, de los precios de los productos en la plaza. Esto último sirve en alguna medida para fijar el valor de la fuerza de trabajo, como también es útil el nivel de la producción para establecer un horario de trabajo incondicional, relativo y un determinado número de obreros en los carros de acuerdo a su capacidad.
En todo caso, en lo que compete a la comunidad de Santa Cruz particularmente, pero válido para otras comunidades con sus características específicas, la agricultura aparentemente aparece como una actividad para los del campo, que si se le sabe explotar con la disposición de los medios de producción, puede constituirse en una fuente de ingreso estable, y si se utiliza a quienes se dedican a ella y a otras actividades que giran en torno a sus relaciones, es una fuente de riqueza segura.
Esto último hizo el capital y sus poseedores; esto mismo hacen los terratenientes y pudientes económicamente en la agricultura y demás actividades generadas, disfrazados de agricultores: aprovechar la fuerza de trabajo de los obreros agrícolas.
Como consecuencia del lanzamiento a los que directamente estaban vinculados al proceso de producción agrícola, se fue consolidando el círculo vicioso del atraso histórico que hoy se refleja en los grupos productivos y en las actividades conectadas a la agricultura.
Rosario Joaquín Reales Vega
Sociólogo colombiano, con residencia en Barranquilla, Atlántico.