EXERGO
"Finlay hombre de aquel tiempo, de nuestro tiempo, de todos los tiempos. Su ciencia, es nuestra ciencia, he aquí un verdadero hombre, que trasciende en todos los planos."
Fidel Castro
OBJETIVO
Con el siguiente trabajo queremos abordar sobre los aportes de Carlos Juan Finlay a la medicina cubana los cuales han trascendido a nuestros tiempos como verdaderos descubrimientos científicos.
PALABRAS CLAVES
Destacado Científico, revolucionó, descubrió, importante, aportes,ideas políticas y práctica médica, tendencias.
El pensamiento científico en Cuba se expresa como parte del proceso de integración de la nacionalidad cubana y uno de los resultados relevantes de la Revolución cubana ha sido la formación humana y el desarrollo profesional y científico, siendo pilares de este sistema la asimilación acelerada de los conocimientos mundiales, la integración como principio de trabajo, el respaldo científico a los objetivos económicos y ambientales del país y la creación de fuentes de nuevos recursos para la economía nacional.
La historia educa en los alumnos y el pueblo en general, los sentimientos de patriotismo e identidad nacional. Ello requiere enfatizar en las mejores tradiciones progresistas, contribuyendo a crear un orgullo genuino por lo más relevante de la evolución política, cultural y social de cualquier nación.
En este trabajo realizamos una investigación en la historia acerca de la medicina en Cuba en la neocolonia, para ello nos basamos y centramos en el estudio de una personalidad importante que se destaca en este ámbito:Carlos Juan Finlay, dando a conocer sus características como médico de la época y aportes a la medicina que hizo con sus investigaciones, hemos realizado como parte de este arduo trabajo una reflexión histórica acerca de la formación de esta personalidad. Se recurre a lo histórico como un criterio metodológico, pero interesa destacar la evolución de las ideas de Finlay.
Carlos Juan Finlay y Barrés nació en Puerto Príncipe (actual ciudad de Camagüey, en la provincia del mismo nombre) el 3 de diciembre de 1833. Su nombre de pila era Juan Carlos, pero firmaba "Carlos J.". Su padre fue el doctor Edward Finlay y Wilson, médico inglés y su madre, Marie de Barres. Sus años infantiles los vivió tanto en La Habana como en el cafetal de su padre en la zona de Alquízar. A la edad de once años en 1844, lo enviaron a estudiar a Le Havre en Francia regresando a Cuba dos años más tarde debido a una enfermedad. Regresó a Francia en 1848, para completar su educación. Después de un período en Londres ingresó en el Liceo de Ruán, donde permaneció hasta 1851, cuando regresó a Cuba, convaleciente de un ataque de fiebre tifoidea. No habiendo podido ingresar a la Universidad de La Habana, pasó a Filadelfia donde cursó la carrera de medicina en el Jefferson Medical College, donde se doctoró el 10 de marzo de 1855. En 1857 revalidó su título en la Universidad de La Habana. Entre 1859 y 1861 realizo estudios en Francia.
Desde 1868 llevó a cabo importantes estudios sobre la propagación del cólera en La Habana. Sus estudios mostraban que la propagación del cólera se realizaba por las aguas de la llamada Zanja Real, probablemente contaminadas por los enfermos en las fuentes mismas de donde se surtía aquel primitivo acueducto descubierto. Esas investigaciones epidemiológicas de Finlay no fueron publicadas entonces debido a la rígida censura de tiempos de guerra establecida por las autoridades coloniales. Se temía que la diseminación del cólera se atribuyese a la desidia del gobierno colonial. Sin embargo, la Real Academia de Ciencias de La Habana logró publicar este importante trabajo de Finlay en 1873, cuando ya había pasado la epidemia. En 1872, fue elegido Miembro de Número de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, y en 1895, Miembro de Mérito. Se desempeñó como Secretario de Correspondencia (a cargo de las relaciones internacionales) de esa institución, por espacio de casi 14 años. También estudió el muermo, y describió el primer caso de filaria en sangre observado en América (1882). Incursionó ocasionalmente en cuestiones científicas de un carácter más teórico y practicó la oftalmología, que era la especialidad de su padre. Paralelamente, se dedicó a investigar la etiología de la fiebre amarilla, partiendo de la considerable experiencia acumulada en Cuba en la caracterización y el diagnóstico de esta enfermedad.Desde 1858 comenzó a investigar sobre la fiebre amarilla.
El 18 de febrero de 1881, en la Conferencia Internacional Sanitaria, celebrada en Estados Unidos, defendió por vez primera su revolucionaria teoría acerca del contagio de esta enfermedad a través de una especie de mosquito. En este propio año, el 14 de agosto, presentó en la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, su trabajo: El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla. En este trabajo y a partir de toda su labor práctica, Finlay descubrió y formuló la teoría científica del contagio de las enfermedades, o sea, del modo de propagación y su transmisión de una persona enferma a un sujeto sano apto para contraerla. Esto tuvo, por su aplicación a todos los organismos vivos, el carácter de un descubrimiento biológico. También Finlay determinó, con notable exactitud, el vector responsable de esta transmisión, el mosquito hoy denominado científicamente Aedes aegypti.Con la primera ocupación militar norteamericana (1899-1902) esta situación cambió radicalmente y, tras varios intentos infructuosos, una comisión médica yanqui dirigida por el Dr. Walter Reed corrobora lo planteado por Finlay. No obstante, como ha señalado el historiador José López Sánchez, debe quedar claro que el "…afrontamiento de la fiebre amarilla por el gobierno interventor fue una acción política, porque si ellos no lograban exterminar la fiebre amarilla, se desmoronaba su tesis de que venían a sanear la isla." Posteriormente, en Estados Unidos se desarrolló una campaña dirigida a opacar la figura de Finlay y a glorificar a Walter Reed, a la cual no fue ajeno este último. Hoy "…se hace evidente que el intento de despojo, y de adjudicación por parte de Estados Unidos, fundamentalmente, en favor de Walter Reed, no es un episodio como otros tantos, que han tenido lugar en el decurso de la historia médica sobre cuestión de precedencias, rivalidades o celos, sino que se proyectó rebasando lo meramente científico, para hacer de esto un factor más en la prepotencia del imperialismo en su afán expansivo por América y de sojuzgamiento de sus pueblos." La defensa de la prioridad de Finlay en el descubrimiento de la fiebre amarilla y en la formulación de la teoría de los vectores biológicos de enfermedades microbianas fue, durante los años de la república neocolonial, una de las banderas que esgrimieron los defensores de nuestra cultura nacional y del prestigio y capacidad de nuestro pueblo.
Pionero en esta labor reivindicadora, a partir de la enseñanza de la historia, fue el Dr. Vidal Morales y Morales, autor de Nociones de Historia de Cuba, texto que apareció en 1904 y después tuvo varias ediciones. Precisamente en su quinta edición, revisada por el Dr. Carlos de la Torre, se planteó lo siguiente: "La primera intervención americana vino a llevar a cabo una obra radical de saneamiento, extirpando de raíz endemias que, como la fiebre amarilla, tifus, paludismo, etc., existían desde tiempo inmemorial en Cuba. Los trabajos de un ilustre hombre de ciencia cubano, el Dr. Finlay, que descubrió la transmisión de la fiebre amarilla por la picadura de un mosquito stegomya fasciata, permitió combatir con éxito la endemia hasta hacerla desaparecer completamente."
Temporalmente le siguió en este empeño el Dr. Juan M. Leiseca, autor del texto Historia de Cuba, publicado en 1925. Como parte del contenido del libro, este episodio de nuestra historia fue denominado como "Triunfo de Finlay" y se mencionó después la necesidad que tuvieron los norteamericanos de erradicar la fiebre amarilla, así como la composición de la comisión dirigida por Reed. También se incluyeron aspectos de la historia de la enfermedad y se añadió que el "…médico cubano Carlos J. Finlay venía sosteniendo lo mismo, pero los grandes de la ciencia buscaban en los laboratorios y no podían hacer caso de un insignificante médico sin historia de sabio." Para combatir el mal bastaba destruir el insecto, y a esa obra se puso mano, con lo que desapareció la fiebre amarilla.
Hoy, a más de cien años de aquellos hechos científicos y políticos, perdurables para siempre en los anales de la medicina mundial, puede entenderse mejor que "…esta contribución científica de Finlay fue un ingrediente más en la conciencia nacional que se oponía y hacía imposible esta pretendida acción de los Estados Unidos. En otras palabras, que Finlay, sin proponérselo de modo consciente, contribuyó a derrotar a los anexionistas, y su teoría fue un arma importante para los que aspiraban a una patria independiente, libre y soberana."
Con el presente trabajo que hemos abordado pudimos profundizar en conocimientos y conceptos sobre esta destacada personalidad que de enseñanzas anteriores no contábamos. Fueron muchos los problemas, dificultades, obstáculos los que nuestro país tuvo que afrontar, mas todo esto no detuvo el surgimiento de personalidades como Carlos J. Finlay que supo sobresalir en la rama de la Medicina y que dejo plasmados en la historia grandes descubrimientos y aportes, que contribuyeron a elevar la calidad de vida y que hoy son ejemplo a seguir por las nuevas generaciones de cubanos y en especial del personal de salud que se están forjando.
Cien figuras de la ciencia en Cuba/ Rolando García Blanco…/et-al/. La Habana: Editorial Científico-Técnica, 2002.
Paulis Pages, J. y M. Y. Monteros-Valdivieso. Joaquín Albarrán, genial artífice de la Urología. Museo Histórico de las Ciencias Médicas Carlos J. Finlay, La Habana, 1963.
Finlay, Carlos E. Carlos Finlay and yellow fever. Oxford University Press, Nueva York, 1940; López Sánchez, José.
Finlay. El hombre y la verdad científica. Editorial Científico Técnica, La Habana, 1987
Montoro, Octavio. Carlos J. Finlay. En: Ateneo de La Habana.
Figuras cubanas de la investigación científica. Imprenta UCAR García y Cía., La Habana, 1942, pp. 277-312.
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Autor:
*MiguelAntonio Santana Carrascoso
**Leidis Puertas Martín
Alumnos de 2do Año de Medicina
*Alumno ayudante de ORL
Tutora: Dra. Yudelkis Villavicencio Sánchez
Residente de 1er Año de MGI
Universidad de Ciencias Médicas
Dr. Serafín Ruiz de Zárate Ruiz
Facultad de Medicina
FUM Manicaragua
Enviado por:
Juana