La renovación de las estructuras de la mentalidad de los ciudadanos romanos durante la Roma Augustea (página 2)
Enviado por Tatiana Guevara
Esta empresa requería del aumento del nivel cultural de Roma, de su equiparación con la tradición griega, del impulso económico (que descansaba en el fomento de la agricultura). El arraigo a la tierra en la mentalidad de un romano o un latino es representación de la agricultura como fundamento de la comunidad. El fomento de la agricultura fue posible por la redistribución de las tierras (entre los campesinos y veteranos de guerra) con fines productivos. El programa de renovación de la tierra que impulsó Augusto, intentaba restaurar social y políticamente a Roma, controlando el territorio para controlar el poder.
La política que llevó a cabo Augusto consistía en estabilizar el dominio romano permitiendo una explotación más racional de los territorios sometidos. A partir de los censos provinciales, el remodelado del espacio, la modificación de la población y el desarrollo de la propiedad imperial, se crearon condiciones de paz interior. Estas políticas fueron las que acompañaron la Pax Augustea, y aseguraron la expansión de la frontera. La pacificación de los territorios romanos a partir de la unificación de creencias e ideales permitió llevar a cabo el proceso de "romanización", en la cual las elites indígenas debían colaborar controlando el territorio y la población.
Los censos de ciudadanos, ejecutados regularmente cada cinco años, habían sido interrumpidos debido a los problemas suscitados a finales de la República. Sin embargo, Augusto dirigió tres censos (en 28, 8 a.C. y 14 d.C.), los cuales esbozó en sus Res Gestae.
El Princeps se encuentra investido de imperium et auctoritas. Según la definición de Grimal: "el imperium romanorum expresa una voluntad de paz" (2000:16). Voluntad que se puede advertir en la misión de Roma: asegurar la paz a través de leyes y pactos, ser imparcial y generoso con los vencidos, y, castigar a aquellos que amenacen el cumplimiento de este destino, poniendo en peligro la paz y la prosperidad que a él van unidas. Misión que encontramos expresada en La Eneida:
"oh romano, atiende a gobernar los pueblos; esas serán tus artes, y también imponer condiciones de paz, perdonar a los vencidos y derribar a los soberbios" (Virgilio, Canto VI, 850-853).
Tras la victoria en la batalla de Actium, el Princeps redirecciona a Roma mediante el bellum pium et iustum, concepto clave dentro del ideal romano para instaurar larga vida y prosperidad al pueblo. El Imperium requería de unidad en las creencias para establecer y garantizar la perpetuidad de la Pax Romana, pieza clave para llevar a cabo el proceso de "romanización" de las provincias.
A la hora de mirar el proceso de renovación de la mentalidad de los ciudadanos romanos, nos interesa hacer hincapié en que el discurso legitimador de la idea imperial descansa sobre tres elementos principales: origen, tradición y linaje. Estos nodos, plasmados en el mito fundador, proporcionan sentido a una comunidad que se remonta al pasado, se constata en el presente, y se proyecta al futuro, donde el origen puede ser explicado por el recuerdo, por la acción y el proyecto de comunidad a partir de la renovación moral y de la mentalidad de la comunidad. En palabras de Scheid:
"Para un imperator, triunfar significa demostrar de forma incontestable la potencia casi mística que detenta, derivado de sus auspicios. Se trata de hacer patente que ha sido plenamente investido por Júpiter, que en él se realiza magníficamente la unión de la ciudad con sus dioses" (1991: 130-131).
El discurso legitimador que contribuyó a modelar la sociedad durante el Principado lo encontramos en La Eneida. Esta obra de Virgilio nos deja ver los valores claves del modelo de sociedad acentuados en el Principado augusteo, cuya naturaleza se apoyaba en los principios constitutivos de la ciudadanía. Nos permite observar cómo fue posible la restauración e innovación de los valores, de la que nos hablaba Bravo.
La Eneida, escrita en el 29 a.C., es tomada como la épica romana que transmite el mensaje de Augusto como salvador que restauraría el orden; hace circular el mito que anticipa el futuro linaje del vir bonus. Augusto es presentado como protector del pueblo romano, característica que le ganó el apoyo incondicional de la población. Este proceso fue acompañado por la particular idea helenística de gobernante dinasta articulado a partir del culto al héroe troyano, y que Augusto reproduce a partir de la propagación del mensaje divino de ejemplaridad sobre la naturaleza de su poder y devenir.
Grimal postula que: "Virtus, pietas, fides, disciplina, respeto, fidelidad a los compromisos, tal es el ideal romano. Esta trilogía domina todos los aspectos de la vida –militar, familiar, económica y social-" (2008: 92). A partir de esta argumentación y del análisis de la Eneida desplegaremos los conceptos en los cuales se fundó la idea imperial.
En esta obra, Virgilio pudo vincular la renovación de los valores morales en la figura de Eneas (un bárbaro), mostrando la integración de los extranjeros a la cultura romana. Se puede observar como Virgilio introduce el tema de la "romanización", de la unidad del territorio romano. El autor tiende a mostrar como la fusión de las razas se encuentra en los orígenes de la ciudad. Pues como expone Grimal, la raza latina es el resultado de la fusión de los aborígenes y los troyanos, fusión en la cual, los troyanos "se asimilaron a los habitantes mediterráneos para dar nacimiento a un nuevo pueblo" (2008: 17).
La figura de Eneas es importante pues dota a Augusto de una descendencia divina. (Virgilio, Canto VI, 756-766). En este canto Virgilio conecta en el entramado mítico el origen divino de la gens Iulia y a Troya.
Virgilio hace hincapié en el respaldo divino recibido por Eneas y manipula la participación activa de los dioses como señal de la veracidad del destino romano. Las buenas relaciones entre los romanos y sus dioses será uno de los pilares del programa ideológico de Augusto.
Fundar es el destino político del hombre, y significa la vinculación de los actos humanos con la voluntad divina. En el Canto VII (101-121) Eneas llega al Lacio, con los elementos claves del triunfador: Virtus y Pietas como Rómulo y Augustus. Civilizar es la palabra que sintetiza la magnitud de la obra romana, y su constante proyección en los siglos venideros.
Si pensamos en la llegada de Eneas al Lacio podemos advertir que el territorio se observa desde el punto de vista del sujeto (Eneas) proyectándose hacia delante, hacia el futuro. Bajo una mentalidad latina Virgilio nos muestra al romano que funda, coloniza y transmite su experiencia de vida a los otros pueblos. Vemos aquí una punta del proyecto político de Augusto, que es reflejado por medio del mito que anticipa el futuro linaje del emperador divinizado. Pretende la subordinación a un orden moral, religioso, político y social con el fin de lograr el bien común.
La "Pax Romana" que establece Augusto cerrando las puertas del templo de Jano redirecciona a Roma, mediante la unidad en las creencias y de los ideales comunes a todos los ciudadanos de Roma. El imperio romano llevó a la práctica un modelo innovador de sociedad civil, basada en el ius. Para ello fue necesario construir una nueva moral ciudadana (o renovar la ya existente), de allí que se promueva la literatura a nivel gubernamental, en particular por Mecenas.
Por lo que se ve el lenguaje del mito es el que reestructura los símbolos y personajes que organizan una comunidad y le garantiza coherencia en el espacio a través del tiempo. Por otra parte, existe una simetría entre el mundo que describe el mito y los actores que pertenecen a la Roma de Augusto estableciendo la conducta de los hombres, las líneas de parentesco, hábitos y prácticas sociales. Con Augusto se renueva el pacto entre los romanos y sus dioses y Roma vuelve a confiar en su futuro.
El respeto por las divinidades se ve cuando estando en Cartago, ya enlazado con la reina Dido (por el matrimonio per usu), Eneas en vez de quedarse en la ciudad con ella, prefiere seguir con la misión encomendada por los dioses, que lo obligaban a seguir su camino hasta la península Itálica. Eneas se nos presenta guiado paso a paso por la voluntad de los dioses en su tarea de establecer los Penates troyanos en Italia. Este hecho nos mostraría que el poeta canta al hombre que sufre para obedecer su destino y no al guerrero que combate.
En la obra se puede visualizar el respeto a los dioses a través del cuidado de los Penates. Desde la huida de la ardiente Troya, donde Héctor encomienda el cuidado a Eneas hasta la conquista del Lacio, los Penates son custodiados y conservados con gran celo, ya que representan no solo a la extinguida Troya, sino también a sus dioses; es a través de los Penates que el espíritu de la ciudad de Príamo seguirá existiendo. Se cuidan Eneas y sus compañeros, en forma permanente y rigurosa, de cumplir los tradicionales ritos en homenaje a los dioses. Así, se ve al héroe rindiendo honras fúnebres a Polidoro, en el Canto III, o en el Canto XI los detalles del funeral de Palas, entre otros. O como se ve en el ejemplo, cuando se le rinde culto al padre de Eneas:
"ya ha recorrido un año el círculo cabal de los meses que lo componen, desde que depositamos en la tierra las reliquias y los huesos de mi divino padre y le consagramos tristes altares (…) no dejare de cumplir estos votos anuales de solemnizar este día con las ofrendas gratas a los muertos" (Virgilio, Canto V, pp. 91-92)
Si bien se dice que el poema tiene como finalidad realzar la figura de Augusto, en la obra no se lo nombra con mucha frecuencia. Solo se lo nombra en el Canto VI, durante el descenso al infierno, y la segunda en el Canto VIII, en la descripción del escudo que Vulcano forja para el troyano:
"Ése es César, ésa es toda la progenie de Iulo, que ha de venir bajo la gran bóveda del cielo. Ése, ése será el héroe que tantas veces te fue prometido, César Augusto, del linaje de los dioses, que por segunda vez hará nacer los siglos de oro en el Lacio" (Virgilio, Canto VI, pp. 131-132).
"En medio se veían dos escuadras de ferradas proas y la batalla de Accio; toda la costa de Leucate hervía con el bélico aparato, que revelaba en las olas de oro. De un lado se ve a César Augusto, de pie en la más alta popa, capitaneando a los Ítalos, con los padres de la patria, el pueblo, los penates y los grandes dioses…" (Virgilio, Canto VIII, pp. 173).
El mito pone en escena, según Carlos García Gual "actuaciones memorables y paradigmáticas de figuras extraordinarias – Héroes y dioses en un tiempo prestigioso y esencial" (1997: 9). Tal es el caso de Eneas, héroe troyano que portó el calificativo de pius, ejemplo de virtudes romanas, dedicación al deber y obediencia a los dioses que fue el fundador y colonizador de Roma, quien acepta su destino, fundar la ciudad que gobernará el mundo. En el Canto VI se puede leer, la aceptación de la misión profética: "oh romano, atiende a gobernar los pueblos; ésas serán tus artes, y también imponer condiciones de paz perdonar a los vencidos y derribar a los soberbio." (850-853).
Consideramos este Canto como muy importante y clave, porque relata el descenso a los infiernos que realiza Eneas para encontrarse con su padre, Anquises quién le anticipa el futuro linaje (versos 756-766), también observamos con que habilidad y excelencia Virgilio, conecta en el entramado mítico el origen divino de la gens Iulia a la que pertenece Octavio Augusto Princeps e Imperator de Roma quien hacia el siglo I a. C. organizaba la república romana, es en este canto donde claramente queda ligado el origen divino de los Iulios con lo divino y a Troya.
Virgilio nos presenta un Eneas del cual Augusto, utiliza las imágenes simbólicas y representativas del relato epopéyico para consolidar su misión política. Augusto, inicia junto a su proyecto político una promoción de su figura.
Encontramos en esta lectura evidencias de cómo la Eneida fue la herramienta para vincular la ideología y actualizar las relaciones de poder de Augusto y de que manera el discurso poético de Virgilio fue un factor posibilitador de inclusión. Al enfatizar la función civilizadora que tenía Roma a partir de presentar a Eneas (figura mítica), como el símbolo de paz, de unidad social y política.
El hecho mítico cobra carácter histórico a partir del Canto VI mostrando de manera contundente la función fundante y específica que tenía Augusto dentro del campo social y político construido por el entramado mítico, con el objetivo de promover prácticas sociales, comportamientos cotidianos en los ciudadanos romanos.
Augusto no sólo se vale del discurso literario para promocionar su figura también recurre a la arquitectura, esto se ve reflejado en el Ara Pacis Augustea, Aras De la paz, consagrada en 9 a.C. Esta renovación arquitectónica permitió conectar la experiencia, como sistema vivo a partir de lo visual, transferir resultados a las acciones concretas: políticas, económicas, etc., y a la vez ser elemento de verificación de la narración de La Eneida. La narración invita a viajar al pasado y la iconografía permite visualizar lo narrado por Virgilio. La combinación de un soporte visual dentro de un contexto discursivo favorece la renovación de la singularidad de los ciudadanos en Roma. Verón plantea que:
"todo discurso está sometido a condiciones de producción determinadas y cuando estas condiciones de producción conciernen a las determinaciones sociales que proceden de los mecanismos de base de la formación social, estamos en el dominio de lo ideológico" (1993: 22).
En este sentido es posible pensar que el contexto de producción de la Eneida y su contexto de recepción son el mismo y que pretende reproducir discursivamente e iconográficamente la jerarquización social, donde las condiciones del principado se habían generado en otro tiempo anterior, el de Eneas y es ese tiempo el que prepara las condiciones para el cambio la renovación pretendida por el Princeps. Lo mítico, lo religioso y lo ideológico son sistemas significantes que cargan de contenido al imaginario (Ansart, 1977).
Vemos como los argumentos de la práctica política de Augusto se ven reforzados por el discurso poético y pedagógico de Virgilio y las obras públicas, orientando las acciones de sus destinatarios que al leer la Eneida y ejercitar la memoria visual, construye lazos sólidos de poder entre los ciudadanos anclados en ideales comunes que dotan de sentido al proceso de "romanización" Augustal.
Virgilio como poeta de la "romanidad" muestra el interés de unificar las fuerzas políticas sociales y religiosas de la res publica que deposita en un hombre investido de auctoritas la tarea fundacional del imperio, llevar a Roma a realizar su destino de gloria inmortal.
Algunos historiadores han señalado que la Eneida esboza el fundamento espiritual, divino del régimen emergente; de la figura de Augusto. No es éste el lugar para señalar todas las críticas que ha recibido y puede recibir este planteo; lo que sí nos interesa indicar es que a diferencia de algunos planteos, Grimal postula que Virgilio no quiso escribir un poema de propaganda política a favor de Augusto. Sino que su obra buscaba "mostrar que el Imperio era el resultado necesario de una dialéctica universal" (2008: 197). Es por eso, que se puede pensar que en los pasajes (del Canto VI y VIII) en los que aparece directamente nombrado, Augusto se presenta equiparado a los dioses, destinado a engrandecer a Roma, como fin último.
Recapitulemos para poder cerrar esta presentación. La propuesta de este trabajo fue intentar entender la renovación de las estructuras mentales experimentada por el cuerpo de ciudadanos romanos que permitió la consolidación del régimen de Augusto. Renovación que contó con la Eneida de Virgilio, como instrumento para su realización.
En el rastreo que hemos hecho, encontramos que el relato mítico romano explica una situación histórica, política, cultural, religiosa, etc. El logro de Virgilio fue el de unir los destinos de Roma y Augusto en la glorificación de los orígenes míticos de la ciudad. Augusto elige ligarse a Eneas, pues lo considera un héroe emblemático, además de ser el fundador de la familia Julia.
La "Pax Romana" es sinónimo de civilización, y la misión de los romanos era alcanzar esa civilización, esa situación de orden en el territorio (en el cual se debía incluir a los pueblos conquistados). Civilizar es la palabra que resume la magnitud de la obra romana, y su constante proyección en los siglos venideros. Para llevar a cabo el acto civilizador es necesario construir una identidad nacional basada en el cumplimiento de responsabilidades éticas y políticas.
Sostenemos que la Eneida contribuyó a los planes de Augusto, pues en ella se resaltan los valores que el emperador quería recuperar para la sociedad romana (especialmente la recuperación de la pietas). La obra era leída en clave social y de identidad. Como no había una separación de la historia y del mito, los acontecimientos relatados legitimaban al Imperio y al poder ostentado por Augusto.
Bibliografía:
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Kaplan, M y Richer, N. (2003). El mundo romano. Granada: Universidad de Granada.
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Verón, E. (1993). La semiosis social. Barcelona: Gedisa.
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Virgilio. (2007). La Eneida. Buenos Aires: Centro Editor de Cultura.
Autor:
Ferreiro, Silvia
Guevara, Tatiana
silviaferr2009[arroba]gmail.com
Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), Buenos Aires.
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