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Lambayeque Prehispánico (página 2)


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La Cultura Lambayeque o Sicán

El estilo Lambayeque, confundido con el Chimú en las décadas pasadas, debe ser situado temporalmente al finalizar el horizonte Medio, es decir, en las postrimerías de la tradición Tiahuanaco, Huari, entre los siglos X y XV de nuestra era, luego la cultura Chimú influyo sobre Lambayeque al conquistar el Valle Michancaman , jerarca de Chan Chan conocido en la crónica Anónima de 1604 – 1610, como "conquistador de los pueblos de esta Costa hasta Carabaillo y Tumbes" , durante el gobierno de Oxa, de la dinastía impuesta por los Chimú, llegaron a Lambayeque la primeras noticias de los incas.

Los lambayecanos anteriores a Chimú habrían llegado por mar, desde el sur a las playas de Lambayeque conducidos por el héroe mítico Ñañlap. Los sucesores de Ñañlap habrían poblado y señoreado en los valles vecinos "desde el Partido de Pacasmayo, hasta el de Motupe y Olmos" cuya semilla trascendió después hasta Tumbes. Por las evidencias que se han registrado, el área sufrió serian inundaciones hacia 1100 d.C., todo ellos habría conducido a la proscripción del culto a Yampallec, imagen de Naylamp, presente en el célebre Tumi de Lambayeque y profusamente en la cerámica.

El Relato mítico de Ñañlap

Existen dos relatos míticos que se ocupan del fundador de Lambayeque mostrado como emisario de lo sobrenatural, no obstante haber sido recogidos con una distancia de 200 años. El de modesto Rubiños de Andrade en 1782, y el Miguel Cabello Balboa en 1586, desconociendo el primero el manuscrito del segundo, ambos transmiten en el fondo la misma versión mítica ancestral coincidiendo que al morir Naylamp y para que lo tuviesen como inmortal, sus descendientes hicieron correr la versión de que le habían crecido alas y había volado al cielo.

El Tumi Lambayeque

En 1937 Julio C. Tello recuperó para el Museo Nacional diversos objetos de oro y plata que provenían de la Huaca La Ventana, situada en Batán Grande, en la jurisdicción de Poma en el departamento de Lambayeque. El objeto mas apreciado, que de inmediato se constituyo en paradigma de la metalurgia del Perú Antiguo, fue un antropomorfo con atributos d alta jerarquía, portador de un enorme semitocado semilunar y puesto de pie sobre un pedestal formando el conjunto la empuñadura de una especie de hacha o cuchillo ceremonial de gran tamaño, por la forma de la hoja terminada en semicírculo, el objeto fue identificado como Tumi de Íllimo o mas Fácilmente Tumi de Lambayeque, era un objeto de regular tamaño con la imagen de unos 42 cm. de alto y en oro de 24 kilates (992 gramos) desgraciadamente el deslumbrante Tumi fue robado del Museo Nacional de Antropología y Arqueología de Pueblo libre y destruido en 1988.

La Arquitectura en el área de Lambayeque

El gran centro administrativo cultista correspondiente con propiedad a la cultura Lambayeque o Sicán fue Batán Grande, al parecer este sitio fue conocido originalmente como Sicán. Está formado por un extenso conjunto de construcciones piramidales que se extiende mas por la margen derecha del Río la Leche: Huaca del Oro o del Loro, Huaca de la Cruz, Huaca de los Ingenios, Huaca Botija, Huaca Caracol, Huaca la Meced, Huaca Rodillona, Huaca Sontillo, Huaca la Ventana. De la última proviene el Tumi Lambayeque y otros objetos áureos muy preciados. En 1987 iniciaron trabajos científicos en Batán Grande, el arqueólogo nipo- americano Izumi Shimada y el peruano Carlos Elera. En 1991- 1992 Shimada buscó y excavo "Tumbas de Élite" en la Huaca la Ventana y en la Huaca el Loro ( o el Oro), en Batán Grande.

A los inicios de la Cultura Lambayeque, corresponden al parecer los sitios de Chotuna – Chornancap, que muestran características arquitectónicas diferentes de las del conjunto de Batán Grande y de Sicán, acaso mas por la función altamente mágico religiosa que cumplían, que por los diferentes períodos a los que pertenecen.

En cuanto a Pampa Grande, conjunto arquitectónico imponente situado en el tingo o confluencia que se bifurca dando lugar a los ríos Reque y Lambayeque y al canal de Racarumi, la cerámica asociada al complejo revela que éste monumento se remonta a la presencia mochica en Lambayeque, pero que siguió ocupado en tiempos posteriores, también el cementerio de Sipán pertenece a la ocupación mochica del área de Lambayeque e incluso Túcume en sus orígenes, si bien no exhibe testimonios propios del Arte Mochica.

El sitio de Apurlec, situado a unos 15 kilómetros al sur de Motupe, colinda con el cerro Apurle, que se levanta solitario en medio del paisaje desértico. Las construcciones son de adobe con parámetros con barro, en otros casos fueron utilizadas piedras rústicas mezcladas con barro, tal como se aprecia en restos de murallas que rodean grupos d recintos. Incorporados a las construcciones aparecen huachaques, s decir campos excavados hasta alcanzar capaz húmedas y fértiles.

También hay restos de canales y de un camino, probablemente el mismo que fue utilizado en tiempo del incario y que recorrieron los primero españoles.

Las ruinas de Túcume, sitio llamado también "El Purgatorio" o Huaca de la Raya, se ubica en las cercanías y hacia el este de la actual población de Túcume, al pie y rodeando parte del cerro El Purgatorio. Esta integrada por varias huacas monumentales que en algunos casos alcanzan alturas de 10 y 15 metros. Se accedía a ellas mediante rampas. Cieza de León (1553) señala que de Túcume "dan muestra los edificios que tiene, aunque ruynados y derribados, de lo mucho que fue".

Pintura Mural y El Ocultamiento de Huacas

La región de Lambayeque presenta importantes muestras de pintura mural, además de las que terminaron por desaparecer, como las de Huaca Pintada y las de huaca Mayanga. También en la huaca del Loro, del complejo de Sicán o Batán Grande, fueron identificados en 1953 restos de un relieve pintado de rojo, amarillo y azul oscuro, igualmente en Túcume, en su sector noreste fueron desenterrados, a fines de 1953, restos de relieves planos con pintura que representan aves estilizadas. El tratamiento de las aves es similar a la decoración en relieve de la huaca Chotuna, forma convencional de representar aves volando o en picada, común a diversas expresiones culturales peruanas, incluyendo Pajatén en los Andes Amazónicos. Las pinturas murales de la Huaca Pintada, situada a un Kilómetro de Túcume, fueron descritas por Lorenzo Orrego algunos años después de haberlas apreciado en 1916. En octubre de 1983, Walter Alva y Susana Alva pusieron parcialmente al descubierto un mural con valiosa iconografía pintada en Úcupe, valle de Saña.

En muchos de éstos casos la policromía se a conservado gracias ah que el monumento fue cuidadosamente cubierto con tierra y arena, talvez a la muerte de un personaje de alcurnia, en el caso de Úcupe, al parecer hubo intención de camuflar el monumento para que semejara una colina natural, ésta práctica se mantenía en la región de Lambayeque todavía en el siglo XVII, pues la registra Rubiños cuando trata del Palacio de Cium, hijo de Naylamp enterrado adrede como parte del rito sepulcral.

Cerámica y Metalurgia

La cerámica fina de Lambayeque en negra o gris con cuerpo esférico y pico cónico, es frecuente que muestre la figura de Naylamp en alguna escena mítica, el ejemplar de cerámica que muestra una imagen de Naylamp, es denominado popularmente "huaco Rey", también se encuentra la composición iconográfica de Naylamp en otro tipo de recipiente, así mismo de cuerpo esférico, que descansa sobre un pedestal, a veces decorado con incisiones geométricas; pero éstas vasijas tienen la particularidad de estas dotadas de dos picos divergentes, cónicos unidos por un asa puente.

El área de Lambayeque no solo es conocida por el oro de Batán Grande, también ha sido identificada en ella orfebrería de otros periodos y estilos. Tal el caso de los hallazgos hechos casualmente en Chongoyape y la joyería de las tumbas de Sipán descubiertas en años recientes, entre los objetos metálicos más controversiales de ésta cultura se encuentran "hachas- moneda", objetos pequeños, laminados, sin filo, en forma de ha cha semilunar que algunos estudiosos creen que sirvieron de moneda.

LAS TUMBAS REALES DE SIPAN

El Sitio de Sipán

Se conoce con este nombre a un pequeño centro poblado anexo a la extensa cooperativa de Pomalca y emplazado en la sección media del valle de Lambayeque. El topónimo que ha sido registrado en los antiguos documentos de la región, tiene origen en la extinta lengua mochica – lambayecana, bajo la probable forma de Sipang. La posterior alteración de los vocablos de los nativos dificulta establecer su significado real, que en este caso podría vincularse al culto lunar (SI = Luna o a Siec = Señor) alternativa posible frente a la evidente importancia y carácter de la religión mochica o la condición de "Casa de los Señores" (calancha 1638).

El ámbito de Sipán cubre actualmente unos 15 Km2 de fértiles suelos agrícolas, cuyas características topográficas y ubicación en la zona de ensanchamiento de la cuenca posibilitaron en la antigüedad del desarrollo de un gran sistema de riego artificial, más efectivo y extenso que el actual. Políticamente pertenece al distrito de Saña, provincia de Chiclayo, departamento de Lambayeque.

Los canales que conducían el agua desde el río corren en un nivel más alto. Las favorables condiciones climáticas y la abundancia y regularidad del recurso hídrico debieron constituir un factor decisivo para la progresiva ampliación de la vasta y rica área agrícola que dio sustento a un largo proceso de ocupación del territorio, desde las lejanas épocas del formativo hasta el período d e influencia inca.

El monumento

El monumento arqueológico de Sipán, conocido localmente como huaca Rajada se compone de dos grandes estructuras piramidales de adobe, que, debido a la erosión hoy parecen montañas de barro que emergen entre las plantaciones de caña. Estas edificaciones dominan el paisaje y están alineadas de oeste a este.

Las dos construcciones principales presentan una planta mas o menos una planta cuadrangular y se encuentran separadas por un espacio central de aproximadamente sesenta metros que semeja una patio o una plaza. La edificación ubicada hacia el oeste ocupa un área de aproximadamente 20 000 m2 – 140 m por lado y alcanza una altura máxima de 35 metros, el segundo edificio, cuya forma piramidal está mejor definida, cubre un área de aproximadamente 5 000 m2 – 70 m por lado y alcanza una altura promedio de 37 metros. Todo el Conjunto orienta su frente hacia el norte donde existe un juego de plataformas menores, las que habrían funcionado como accesos.

El examen del basamento de las pirámides y las huellas de ampliaciones sucesivas indican que ambas fueron erigidas sobre un terreno llano, lo que habría demandado una impresionante de labor constructiva. Así la pequeña laguna ubicada al lado sur es resultado de la extracción d el material arcilloso utilizado para confeccionar los millares de adobes empleados, a los largo de muchos años y quizás generaciones en la construcción de pirámides.

El Descubrimiento de las Tumbas Reales de Sipán.

A comienzos de 1987, una verdadera fiebre del oro conmocionó el tranquilo pueblo de Sipán, pequeña villa rural rodeada de campos de cultivo de caña de azúcar en el cálido valle de Lambayeque, decenas de campesinos de las localidades vecinas, hombres, mujeres, y niños, armados con palas, cedazos, cualquier herramienta o solo sus manos, hurgaban en la tierra, en busca de fragmentos metálicos en las faldas de una antigua plataforma de adobe, pocos días antes, en ese mismo lugar, un grupo de saqueadores de tumbas prehispánicas, conocidos como huaqueros, habían profanado la rica tumba de algún personaje importante de la antigua cultura Moche o Mochica, que se desarrolló en la región entre los siglos I y VI d. c , unos de los grupos de piezas arqueológicas extraídas de Sipán fu e requisado por la policía en la casa de uno de los integrantes de la Banda de Huaqueros, verificada por nosotros, la magnitud del saqueo y las importancia de las piezas, la singularidad de las representaciones, la calidad artística y la perfección de la técnica metalúrgica, no nos cupo duda alguna de que se trataba de la recuperación más importante de piezas arqueológicas de los últimos años.

A la vez nuestro conocimiento de las antiguas culturas del norte peruano nos permitió comprender que éstas piezas resultaban ser sólo una parte de los ornamentos mayores de un entierro real, y que si, en ese lugar existía una tumba, cabía la posibilidad de encontrar otra aún intacta, ante el bárbaro accionar de los saqueadores de la tumba de Sipán, mi colega Luís Chero y yo nos propusimos evitar el arrasamiento total del monumento, mientras la policía emprendía sus primos patrullajes en el sitio, desesperadamente empezamos a organizar una operación de rescate científico, para lo cual solicitamos el apoyo del Estado y de empresas locales, en los días posteriores constatamos con angustia el incontenible avance de los vándalos.

Los saqueadores profesionales trabajaban con ayuda de vigías apostados sobre la alta pirámide inmediata; blandiendo armas, las bandas se disputaban diversos emplazamientos, en pos de otra tumba intacta. Después de grandes esfuerzos y venciendo la inicial resistencia de los pobladores, los primeros días de Abril de 1987, en una precaria tienda de lona, instalamos un pequeño equipo de trabajo, compuesto por dos estudiantes y dos policías. Los problemas y estrecheces que debimos pasa se vieron recompensados cuando meses mas tarde nuestro entusiasmo y determinación nos condujeron a unos de los hallazgos mas importante de la arqueología del Nuevo Mundo: la cámara funeraria intacta de un importante señor moche. Por primera vez la ciencia tenía acceso al contexto completo de una tumba intacta del más alto rango de las culturas del antiguo Perú con la inapreciable información sobre la organización social, religión y sistema de vida que correspondieron a sus ocupantes. Ocho esqueletos de sirvientes, concubinas y guerreros rodeaban un ataúd de madera que contenía los restos del principal ocupante de la tumba, acompañado de su tesoro de ornamentos, tocados, emblemas y atuendos de oro, cobre, dorado, piedras semipreciosas. Estos objetos que de por sí son un verdadero compendio de exquisito arte y técnica metalúrgica, constituyeron un símbolo de poder para un dignatario muerto hace mil seiscientos años, a quien hemos venido llamando Señor (Siec en la ex tinta lengua mochica) de Sipán.

¿Quién fue el Señor de Sipán?

Nunca antes se había documentado arqueológicamente un entierro semejante y menos aún uno que contuviera ornamentos y atuendo de tan refinada calidad artística. Al terminar la total recuperación y evaluación preliminar del contexto no nos quedaba la menos duda de que nos encontrábamos frente al entierro de unos de los hombres más importante de su sociedad y su tiempo.

El arte mochica, esencialmente figurativo y religioso nos ha dejado un impresionante bagaje de imágenes y representaciones que parecen restringirse a temas o escenas más o menos recurrentes donde figuran y actúan personajes reales o sobre naturales (hombres con atributos de animales, animales mitológicos o plantas, frutos y artefactos animados), entre los más destacados protagonistas de esa iconografía se encuentra un personaje que recibe ofrendas, honores y deferencias a su alta investidura y preside o conduce todo evento o ceremonia importante. Sorprendentemente, muchos de los atributos, emblemas e insignias representados en esa iconografía son semejantes a los de s cubiertos en la tumba de Sipán.

Los especialistas han llamado a este personaje "Ser Radiante" o "Guerrero Sacerdote" (Hocquenghem – Don – Nan) nosotros lo llamamos señor (Siec), en alusión a su rol ambivalente y a la naturaleza de las formaciones sociopolíticas de la Costa Norte (Señoríos). Los emblemas de mando, insignias y ornamentos cargados de simbología militar que fueron hallados en la tumba Regia, así como los acompañantes, armas y las imágenes que figuran en la cerámica recuperada en ese sitio, nos llevan a reconocer la indudable y primordial autoridad militar del Señor de Sipán. Sin embargo se puede afirmar que más allá de esta primera constatación nuestro personaje ostentaba una triple autoridad: militar, religiosa y civil.

El juego de tocados radiantes y sus posibles combinaciones militares, que aparecen en las escenas de combate y sacrificio de la iconografía moche, vuelve a encontrarse en el personaje "Solar" y guerrero que restablece el orden en las escenas de "rebelión de los artefactos, el cual está comandado por el Hombre– Pájaro (Señor de la Noche), la alusión al mantenimiento de este necesario orden y equilibrio parece en verdad tocar la principal función sacra del señor. No en vano parte de sus ornamentos y emblemas se refiere a la dualidad simbolizada por el oro y la plata, dualidad que debe manejarse en términos de equilibrio entre dos fuerzas, elementos o mundos opuestos. A través de ésta simbología queda de manifiesto la autoridad divina y responsabilidad del Señor en el mantenimiento del equilibrio del mundo, de sus fuerzas opuestas pero complementarias (día – noche; negativo – positivo; muerte – vida; masculino – femenino).

Retornando el hilo conductor y común de las formaciones sociopolíticas andinas, el Señor de Sipán debió de tener para su pueblo yen su contexto histórico – espacial, el miso nivel jerárquico y semidivino que el inca en el tahuantinsuyo. Ubicado en la cúspide de la estructura regional, ejercía dichos poderes con arreglo a las costumbres y tradiciones locales. Estamos hablando entonces del Señor étnico del valle de Lambayeque que en vida manejó los destinos de ésta región, entre los siglos II y III.

A partir del limitado estudio de su osamenta, conocemos que nuestro personaje murió a una edad cercana a los 40 años; entonces gozaba de buena salud, salvo una incipiente artritis y tenía una estructura corpórea equilibrada, no musculosa como la de sus acompañantes varones. Una dieta especial le habría permitido poco desgaste dental y una talla alta para su tiempo. Obviamente guardaba diferencias físicas con sus súbditos, lo que no sólo evidencia una especial forma de vida, sino también rasgos inherentes a su genealogía. Sus estatus y autoridad fueron heredados: debió integrar la casta sagrada que, como en casi todas las formaciones sociales del Antiguo Perú, sustentaba su poder en la creencia de que descendía de las divinidades.

Comentarios Finales

Los trabajos arqueológicos en Sipán han proporcionado novedosa información sobre la sociedad moche o mochica, lo que ha llevado a formular nuevas perspectivas para su interpretación. El monumento y sus componentes pueden considerarse como uno de los más importantes centros ceremoniales y de poder de la época.

La plataforma en la que se halló la tumba puede así estimarse como una especie de "mausoleo real", destinado por algunas generaciones a la realeza mochica del valle y su entorno. Las características y contenido de este suntuoso entierro resumen el nivel de desarrollo regional.

Nuestro personaje habría ocupado la cúspide de la sociedad mochica local, probablemente organizada como un reino o señorío. La jerarquía de los personajes ligados al entierro del Señor de Sipán corresponde a la jerarquizada sociedad mochica, cuya estratificación sería la siguiente:

  1. "El señor" (Siec), en la cúspide del poder local, con una triple autoridad: militar, religiosa y civil, representada por los símbolos "radiantes" o "solares", numéricamente asociados al factor decimal.
  2. "El Sacerdote", con rango y funciones estrictamente religiosas, vinculadas al culto lunar y al numeral 9.
  3. "Jefes militares" y/o "Caballeros", reconocibles por sus atuendos, armas y emblemas.
  4. "Dignatarios civiles", asistentes religiosos y "Soldados" o "guardias", adscritos a las específicas funciones anteriores.
  5. "Artesanos" y "Especialistas", probablemente pertenecientes a grupos familiares o castas.
  6. El pueblo común, en sus actividades productivas diversas.
  7. "Yanas" o servidumbre, asignada a los anteriores estamentos, al respecto cabe señalar que los prisioneros o cautivos solo habrían sido reflejo de una condición circunstancial, específicamente ligada a los combates, sus reglas y desenlace, lo cual comprometía mayoritariamente a individuos de los estamentos "c" y "d".

Los testimonios aportados a la ciencia por las tumbas reales de Sipán nos llevan a replantear la tradicional y hasta hace poco aceptada posición marginal de Lambayeque en el área cultural mochica, donde se consideraba al cercano Complejo de Pampa Grande, como un enclave estratégico del poder sureño desplazado en épocas tardías y principalmente a reflexionar sobre las claves comparativas que este maravilloso hallazgo nos brinda para una comprensión integral de tan importante cultura.

CHONGOYAPE, CUNA DE LA METALURGIA PERUANA.

La metalurgia tuvo en el antiguo Perú antecedes dorados: inició su actividad nada menos que empleando el oro como materia prima, luego de unos primeros ensayos en el sur del país, de elaboración de simples láminas martilladas, las cuales, de acuerdo con su descubridor Joel W. Grossman (1972) retroceden en 3 500 años, surgieron en el primer milenio antes de Cristo orfebres, que gracias a su aplicación de una compleja tecnología, sabía convertir la materia dorada en delicadas obras. De ellos da amplio testimonio la metalurgia Chavin – Chupisnique, así como la de Nazca, sobre todo como la Mochica o Moche.

Pero también los variados objetos tres veces milenarios, descubiertos en Chongoyape, allá por el año 1928, que con los de Kunturwasi, en Cajamarca, son las joyas emblemáticas más antiguas del Perú, su antigüedad está atestiguada por el estilo y el contenido iconográfico que acusan, afiliados al estilo Chavín – Chupisnique, cuyo desarrollo retrocede, en efecto al primer milenio antes de Cristo, se trata de objetos ornamentales dotados de figuras emblemáticas repujadas sobre láminas de oro. Con posterioridad al hallazgo de la joyas de oro de Chongoyape, el arqueólogo Yoshio Onuki, identificó, durante sus excavaciones en Kunturwasi (Cajamarca), tumbas colmadas también de material trabajado exquisitamente en oro con técnicas y motivos iconográficos afines a los de Chongoyape, y por lo tanto contemporáneos de las joyas de este último lugar.

Chongoyape es la capital de la provincia del mismo nombre, ubicada en el departamento de Lambayeque. Fue aquí donde se produjo el sensacional hallazgo de los variados objetos de oro que hoy que hoy conserva el Museo del Indio Americano de Washintong.

El descubrimiento fue casual y tuvo lugar en El Almendral, una antigua hacienda en la vecindad de Chongoyape, todo comenzó cuando un grupo de muchachos, mientras jugaban, advirtió de pronto el relampaguear de objetos de oro que asomaban entre el fango del fondo de una Zanja, abierta por el rebalse de una acequia de regadío. Los muchachos capitaneados por Floro Morrofú, se apoderaron de las reliquias doradas y se adornaron con éstas, tratándolas cual si fueran objetos de hojalata, mientras uno de ellos engalanaba una de sus pantorrilla con lo que había sido un vaso ceremonial, de cuerpo elevado, simulando calzar colinas, cuyo uso por entonces era generalizado, otro joven ceñía corona de oro y un tercero exhibía orgulloso una reluciente pulsera.

El inocente juego de los jóvenes se vio de pronto interrumpido por la presencia inesperada de uno de los hermanos Ganoso, copropietario de la Hacienda El almendral. Se apresuraba a caballo en alcanzar el lugar, atraído por los fulgores que a lo lejos despedían las preciosas joyas de oro.

El segundo capitulo de ésta singular aventura se centra en la recompensa, consistente en una pequeña gratificación, que Ganoso ofreció a los niños a cambio de los objetos. Pero al percibir éstos, que sus juguetes, podían tener valor, se desbandaron para entregarlos a sus padres o para "Canjearlos en la tiendas por bizcochos". Con gran esfuerzo, los hermanos Ganoso lograron rescatar las áureas prendas desparramadas, muchas de las cuales llegaron prontamente a Chiclayo para ser comercializadas. El tesoro de Chongoyape finalmente fue a parar a los Estados Unidos, donde fue examinado por Samuel K. Lothorp.

Igual como sucede en Chavín de Huántar con la figura de la Estela de Raimondi, entre las representaciones de Chongoyape aparece retratado un personaje de la más alta jerarquía, sosteniendo báculos. Se trata de una figura híbrida que combina los mismos elementos que se articulan en las representaciones del Dios del Agua Andino: conformación básica antropomorfa a la que se asocian elementos anatómicos provenientes de un ave de rapiña y de un felino. Su semblante es feroz, por cuanto demandaba respeto y sacrificios para mostrarse generoso y enviar a tiempo y en su justa medida el agua vivificante de las sementeras (F. K. D).

LA LEYENDA DE NAYLAMP

Naylamp – El Hombre Pájaro

Era de noche pero las balsas seguían avanzando en el inmenso mar. No perdían ni un segundo, artos de guerra y miseria, hombres y mujeres audaces se habían lanzado a la búsqueda de nuevos horizontes. Se enfrentaban a una tarea difícil, sufrían penurias. Algunas balsas desaparecían en terribles tormentas, otras simplemente se extraviaban. El cansancio, la sed y el frío los azotaban. Se empezó hablar de fracaso, de regresar. En el grupo había un hombre especial que transmitía confianza y aliento a la gente, se llamaba Naylamp, era pequeño y de voz cálida. Sus ojos grandes y negros, como de pájaro, cautivaban a quien los mirara, su balsa de totora era igual a las otras, pero tan ligera que parecía volar sobre el océano. Los acompañaba su esposa Ceterni. Los dos tocaban suaves melodías en sus caracoles marinos, la música tranquilizaba a los hombres, los hacía olvidar sus penas, sus problemas gracias a sus dones y capacidad, Naylamp se había convertido en un jefe muy querido, una noche mientras proseguían aquella interminable travesía, el temor invadió a Naylamp, alzó la voz y dijo:

  • Luna, amiga mía, me prometiste una tierra generosa. Te he seguido junto con mi pueblo, pero tu nos has abandonado; ya ni tu, ni las estrellas nos alumbran por las noches, asomando por las nubes, la luna le contestó:
  • Sigue tu camino, Naylamp, el mar te llevará a donde te prometí, continuaron navegando, los inconvenientes aumentaban, la gente empezaba a desesperarse. Esta vez Naylamp se quejó al mar, éste conmovido le contestó:
  • Cálmate, levanta los ojos y verás la tierra que ansías, en ese fantástico momento, los músicos soplaron sus caracoles y los cantores elevaron jubilosas melodías. Entre la muchedumbre que reía y cantaba, sobresalió la potente voz de Naylamp: ¡saltemos a tierra!, demos gracias a nuestros dioses, al fin hemos encontrado en lugar ideal para vivir.

El jefe caminó entonces sobre el sendero de polvo de conchas marinas que el encargado Fonga Sigde, trazó sobre la nueva tierra, entusiasmados los hombres desembarcaron en una playa de arena dorada y empezaron a recorrer los contornos, después de unas horas comprobaron que era una tierra fértil, donde abundaba el agua dulce y los animales silvestres, decidieron establecerse allí, en el sitio q mas tarde se llamaría Lambayeque. Lo primero que hicieron fue construir casas de adobe o Chots. En cada chot colocaban una pequeña estatua verde, semejante al gran Jefe Naylamp. Enseguida celebraron ceremonias de agradecimiento en los cuales los danzantes fueron acompañados por Pita Zofi, el más hábil tañedor de caracoles, conforme pasaba el tiempo se organizaban mejor, se dividían las tareas y cada uno colaboraban en el bienestar común, el buen jefe trabajaba con la gente y estimulaba a trabajar, fue así como desarrollaron diferentes oficios: unos aprendieron a hacer chicha de maíz que apagaba la sed y jamás faltaba en las fiestas. Otros confeccionaban magnificas ropas con plumas de ave y bordaban tejidos, unos se dedicaron al maquillaje, se pintaban sus caras, diferenciándose así los rostros, según las labores que desempeñaban y muchos se dedicaron a la pesca. Todos estos primeros artesanos les enseñaron a sus hijos y éstos a los suyos y así sucesivamente, con el tiempo el pueblo se hizo grande y famoso, la figura de Naylamp tenía un poderoso significado. Los hombres se habían acostumbrado a respetarlo y honrarlo, pero algo los preocupaba, no los dejaba vivir tranquilos, el rostro de su amado señor reflejaba una tristeza que él mismo no podía disimular, nadie entendía porque una mañana Naylamp desapareció, lo buscaron en su casa, en los alrededores, pero en vano, la inquietud era general, alguien dijo que había escuchado la misma voz que le hablara durante la travesía y que esa voz le había dicho que era el momento de partir, de regresar y que Naylamp se había ido volando con unas alas inmensas. La pena se apoderadle pueblo, nadie durmió aquella noche, casi todos esperaron la vuelta del jefe varios días, algunos salieron a buscarlo enrumbando por diversos lugares. Sin detenerse Pita Zofi, tocaba su caracol con una intensidad que nunca que nunca antes había logrado. Creía que, al oírlo, Naylamp volvería.

Un amanecer cuando Pita Zofi conducía una melodía, divisó en el firmamento una bandada de aves que seguía un pájaro grande y brillante en dirección a la luna, según los jefes, aquél pájaro era Naylamp y el pueblo conservó para siempre esa creencia.

Desde entonces los hombres no perdieron la esperanza de ver nuevamente a Naylamp y transmitieron la leyenda de generación en generación, a fin de que cuando volviera fuera recibido como merecía. Si alguna vez escuchas el sonido de un caracol, recuerda a esa valeroso pueblo llamando a su buen jefe Naylamp.

ATRACTIVOS TURÍSTICOS EN LAMBAYEQUE

Pensar en Lambayeque es pensar en historia. Aquí más que en otros lugares del Perú, es evidente que nos encontramos en una tierra marcada por el paso de diversas culturas (mochica, sicán, sipán, chimú. Inca y española, por citar a las principales). Con el tiempo, algunas de ellas fueron cubiertas por la arena, y sus secretos velados por el mito y el silencio. Hoy, sin embargo, esos secretos empiezan a descubrirse para el mundo, Lambayeque es, en la actualidad, el departamento que los viajeros buscan para sumergirse en el pasado cultural de la costa.

Un territorio de huacas que irrumpen entre los campos, y de pueblos tradicionales ocultos entre bosques de algarrobo.

Chiclayo, su capital, se ubica a poco más de 700 kilómetros al norte de Lima. Famosa por poseer un clima cálido y soleado durante todo el año, la ciudad es hoy una urbe activa y mestiza, punto de encuentro donde el ritmo diario lo marca el intenso comercio entre los que llegan de los pueblos de la costa y de la sierra y selva norte.

A orillas de una mar rico y generoso, la región es pródiga en campos de algodón, arroz y caña de azúcar. Sin bien los orígenes de su fundación son difusos, se sabe que antaño fue un pequeño poblado que aglutinaba a los pobladores del Ande., los negros traídos como esclavos para las grandes haciendas españolas y los chinos, se sustituyeron a estos últimos al abolirse la esclavitud.

Una singularidad de Chiclayo, es su catedral, construida a base de un diseño del famoso ingeniero Francés Gustave Eiffel. El mercado de la ciudad es también un lugar digno de visitarse; sus coloridos puestos de venta de frutas y verduras compiten en singularidad como aquellos que ofrecen los más alucinantes insumos para la curandería y que parecen sacados de la imaginación de un artista surrealista. Si todo ellos no bastara, sus bellas playas y su excelente comida son razones que harán de la visita a Chiclayo una parada obligada para todo aquel que pase por allí.

Se dice en Chiclayo que "el trabajo puede esperar, pero la jarana nunca", lo que expresa el carácter festivo de sus pobladores. No por nada ésta es la cuna, o lugar de extensa práctica, de numerosas danzas de origen africano, como el tondero, el cundú, el panalivio y Zaña.

Lambayeque es la segunda ciudad en importancia de éste pequeño pero atractivo departamento costero. Situada a sólo 10 kilómetros de Chiclayo, es una ciudad pequeña y sosegada, donde el sol invita al descanso a la sombra de las coloridas copas de sus poncianas. Lambayeque alcanzó su mayor auge a inicios del siglo XVIII, cuando se instalaron en ellas las ricas familias de la región que abandonaban Saña a causa de las continuas inundaciones que la asolaban.

La ciudad cuenta con interesantes muestras de arquitectura colonial: las casonas del centro y la catedral o iglesia de San Pedro, con sus cuatro torreones nombrados en honor a la clase social que solía frecuentarla: Santa Catalina, a los nobles; San Francisco, a los caballeros de la tercera orden; San Roque, a los indígenas y Santa Lucía, a los negros.

Lambayeque, alberga además un extraordinario complejo arqueológico: un centenar de pirámides, que corresponden a diversas épocas, se confunden con el entorno entre densos bosques de algarrobos. Sin duda una de las más importantes es la que albergaba al Señor de Sipán, Huaca rajada, descubierta por huaqueros ilegales y estudiada por el arqueólogo Walter Alva desde 1987.

La ciudad cuenta entre sus principales atractivos con el recientemente inagurado nuevo edificio del museo Brunning. Quienes lo han visitado aseguran que sería un pecado dejarlo de ver. En su interior aguardan al visitante una espectacular muestra de restos precolombinos de la tumba del Señor de Sipán, además de 1 500 piezas (oro Chimú, tejidos y cerámicos vicús, entre muchos otros). El museo fue formado sobre la base a la paciente colección de objetos que inició el ingeniero alemán Enrique Brunning a fines del siglo XIX y adquiría por el estado peruano en 1925. la colección ha ido enriqueciéndose por la piezas producto de los decomisos, donaciones y las nuevas excavaciones y descubrimientos, las últimas piezas recibidas corresponden a la halladas en la tumba del Señor de Sipán, comparadas por su valor, con las tumbas del faraón egipcio Tutankamon.

Lambayeque y Chiclayo, como hemos dicho, son destinos gastronómicos de peso.

Quién no se ha deleitado alguna vez con un arroz con pato a la chiclayana, un seco de cabrito, unas humitas, el chirimpico (mondongo), la tortilla de raya, el chinguirito de guitarra, los chilcanos o los archiconocidos ceviches (no deje de probar los preparados en la caleta Santa Rosa o en la playa Pimentel. La zona es, además famosa por sus chifas y dulces como el tradicional King Kong y los alfajores. Chiclayo es el punto de partida para visitar varios de los mas interesantes destinos turísticos de la región, uno de ellos es el poblado de artesanos de Monsefú, un pueblo mochica que ha sabido conservar su cultura nativa, hecho que se refleja en sus ricas tradiciones, costumbres, y elaboradas artesanías (hermosos tejidos de paja e hilo, cestos, canastos y objetos finamente labrados en madera de zapote y guayacán.

En Batán Grande, al norte de Chiclayo, se encuentra el bosque de Poma, localidad que cobija las abundantes huacas y tumbas de los antiguos habitantes de una región, al pie de una de ellas, llamada del loro, un grupo de investigadores, dirigidos por el arqueólogo japonés Izumi Chimada, halló la espectacular tumba del Señor de Sicán (700 – 1050 d.C.).

Túcume es por su parte un importantísimo complejo que alberga a 26 pirámides pertenecientes a diversas culturas. Según las leyendas, éstos fueron los dominios de Calá, descendiente del mítico Naylamp, mítico fundador de Lambayeque.

La ciudad de Saña fue fundada en 1563 por poderosas familias de la región, continuamente asolada por piratas, fue finalmente arrasada por el río en 1720. Una leyenda cuenta que la destrucción de la opulenta villa, fue castigo divino a causa de la vida disipada y de despilfarro de sus habitantes. Hoy sus muros semihundidos paralacetes y templos destruidos, yacen como testimonio de la rica mixtura de su gente: el ritmo negro. La melancolía andina y la marca siempre presente, de los españoles, Saña es también tierra de chamanes y plantas mágicas, y de quienes veneran a la cruz de Chalpón. Finalmente, está Salas, la famosa ciudad de los Brujos, los chamanes de Salas son conocidos en el país entero.

CONCLUSIONES

Lambayeque se caracteriza por sus restos arqueológicos, entre los más importantes está el descubrimiento de las tumbas reales de Sipán.

En el departamento de Lambayeque se puede disfrutar de su variedad de platos típicos tales como: tortilla de raya, arroz con pato, chinguirito y otros.

El departamento de Lambayeque no solo cuenta con impresionantes arqueologías sino que también sus provincias cuentan con una rica cultura y tradiciones.

BIBLIOGRAFÍA

Atlas Departamental del Perú. Lambayeque. Primera edición. La República

Documental del Perú

BREVE HISTORIA DEL AUTOR

Mi nombre es Julia Portilla Chávez, soy estudiante de la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Escuela de Periodismo en la Universidad Particular de Chiclayo, actualmente curso el IV ciclo de mi carrera, con los deseos de especializarme en la parte de periodismo y lograr hacer unos buenos Documentales.

Y expongo este trabajo con el fin de difundir el maravilloso departamento en el que vivo, porque creo que es una pieza del mundo con una importante historia que deberíamos conocer.

Cualquier consulta o información pueden escribir a mi correo

 

Por:

Julia Luisa Portilla Chávez

UNIVERSIDAD PARTICULAR DE CHICLAYO

MAYO – 2007

Perú, Lambayeque, 24 de mayo del 2007

Partes: 1, 2
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