Lectura Funcional y Rendimiento Académico en Estudiantes de Educación de la Universidad del Zulia (página 3)
Enviado por Nibaldo M. Parra A.
2. 2. 2. Habilidad en el uso de la Lectura Funcional.
Partiendo de que la Real Academia define como habilidad a la capacidad o disposición para algo; gracia y destreza en ejecutar algo que sirve de adorno a la persona (…); cada una de las cosas que una persona ejecuta con gracia y destreza; en la presenta investigación, el término habilidad de lectura funcional se define como la destreza intelectual del lector para ubicar, decodificar, comprender y aplicar la información de carácter visual que le es presentada a través de textos y representaciones gráficas de distinto tipo, dándole funcionalidad a la lectura. Esta habilidad o destreza implica la posibilidad de transformar la información obtenida para adecuarla a nuevas situaciones, resolver problemas o plantear distintas y/o nuevas soluciones a situaciones conflictivas.
Dentro de la lectura funcional, cualquier representación gráfica puede ser leída. No obstante, para efectos de este estudio se consideran representaciones gráficas aquellas cuyo contenido informativo está orientado a satisfacer necesidades o deseos de ubicación en un tiempo y espacio, las que contienen datos referenciales, escalas y/o equivalencias de alguna naturaleza o tipo, esquemas, instrucciones y todas aquellas con propósitos didácticos específicos.
No se consideran las representaciones gráficas simples como avisos de emergencia; las únicamente visuales, como las señales de tránsito, ni las de carácter meramente estético/comercial, como las vallas publicitarias o anuncios particulares.
Desde una perspectiva interactiva se asume que leer "es el proceso mediante el cual se comprende el lenguaje escrito. En esta comprensión intervienen tanto el texto, su forma y su contenido, como el lector, sus expectativas y sus conocimientos previos. Para leer necesitamos, simultáneamente, manejar con soltura las habilidades de decodificación y aportar al texto nuestros objetivos, ideas y experiencias previas; necesitamos implicarnos en un proceso de predicción e inferencia continua, que se apoya en la información que aporta el texto y en nuestro propio bagaje, y en un proceso que permita encontrar evidencia o rechazar las predicciones o inferencias de que se hablaba." (Solé, 1992). La lectura funcional no difiere para nada de esta definición, la única variante es el objeto de lectura o texto, que se presenta ante el lector a través de diversas representaciones gráficas.
La lectura funcional como proceso metacognitivo que ejecuta un lector, es una habilidad intelectual que permite la decodificación y comprensión de la información de carácter visual, presentada en forma de textos o de representaciones gráficas de distinto tipo y la obtención de información considerada necesaria para que el sujeto lector pueda orientarse y desenvolverse exitosamente en el contexto, y bajos las condiciones, que corresponda.
A manera de síntesis de las definiciones anteriores, es oportuno señalar a Marielsa Ortiz Flores (2004), reconocida especialista en lectura y escritura en nuestro país, quien afirma que "la lectura es un proceso activo de construcción del sentido del texto y no una simple actividad decodificadora. El lector no es un mero receptor pasivo, sino que juega un papel activo en el proceso de comprensión" Parafraseando a Ortiz, la comprensión de un texto implica que el lector interprete lo que va leyendo, lo que el otro dice, sus intenciones; dicha interpretación estará sujeta a determinados aspectos inherentes tanto al lector como al proceso, tales como: bagaje socio-cultural, experiencias previas y conocimientos lingüísticos (en relación al lector) y otros como características del texto (relacionados con el material de lectura) e incluso, el contexto.
Ahora bien, partiendo de las anteriores definiciones sobre lectura, es conveniente señalar otras breves definiciones que permitirán comprender otros aspectos estrechamente relacionados con ella, y en especial con el concepto de habilidad en el uso de este tipo de lectura; tales como: capacidad lectora, fines de la lectura o comprensión lectora, actividad lectora y ejecución lectora.
La capacidad lectora, como cualquier otra capacidad cognitiva, es la transformación de representaciones (llamadas de entrada) en otras representaciones (llamadas de salida). En el caso de la capacidad lectora específicamente, la representación de entrada es un patrón visual, el cual corresponde, por ejemplo, a una palabra escrita o a un enunciado. La representación de salida es una representación fonológica. Cada palabra que se conoce es una forma fonológica, una pronunciación. La forma ortográfica de una palabra puede definirse como una secuencia ordenada de grafemas. Es abstracta, en el sentido de que es independiente del hecho de que la palabra se escriba con mayúscula o con minúscula, con letra cursiva o imprenta, y con tal o cual clase de tipo de letra.
La relativa capacidad de un lector en particular es obviamente importante para el uso exitoso del proceso, pero también lo es el propósito o el fin del lector, así como otros aspectos, tales como las experiencias previas, la cultura social, los esquemas conceptuales, entre otros. "Descuidar o subestimar los agentes intrínsecos al lector que hacen que éste lea, es desconocer el aspecto motivacional que la lectura implica. Leo lo que deseo leer." (Lexus, 1997).
Los objetivos o fines de la lectura están centrados en la comprensión lectora del texto escrito y/o en el logro de una impresión estética, placentera incluso. Ahora bien, el objetivo de los procesos específicos de lectura es representar el material escrito de tal manera que sea utilizable por el resto del sistema cognitivo. La capacidad lectora puede ser definida, en consecuencia, como el conjunto de procesos perceptivos que permiten que la forma física de la señal gráfica ya no constituya un obstáculo para la comprensión del mensaje escrito; como se señaló anteriormente, se reconocen los grafemas independientemente de que estén en mayúscula, minúsculas o un tipo en particular de tipografía.
La ejecución lectora es el resultado, el grado de éxito de la actividad lectora; dicha actividad es el conjunto de sucesos que ocurren en el cerebro y en el sistema cognitivo que apoya el cerebro, así como en los órganos sensoriales y motores, entendiendo como sistema cognitivo a un sistema complejo de procesamiento de la información que comprende conocimientos (representaciones) y los medios para operar tales conocimientos (procesos).
Ahora bien, existen dos definiciones o términos que deben ser, en este punto de la investigación, considerados. El primero es el texto, considerando éste como el conjunto coherente de enunciados orales y escritos; y el segundo término es el contexto, que presenta dos acepciones estrechamente vinculadas a la lectura.
Una primera acepción, define al contexto como el entorno lingüístico del cual depende el sentido y el valor de una palabra, frase o fragmento considerados; mientras que la segunda acepción hace referencia al contexto como entorno físico o de situación, ya sea político, histórico, cultural o de cualquier otra índole, en el cual se considera un hecho.
La lectura es un acto que depende, obviamente de algo que leer, es decir, del texto, y éste tendrá un valor, un uso o una aplicación, dependiendo del contexto y las circunstancias que rodeen al lector. En este punto, no sólo se retoma a Ortiz Flores, sino que además es necesario citar a Smith (1992), quien define al texto como una muestra significativa, o potencialmente significativa del lenguaje escrito, y que puede variar desde una simple frase hasta un libro completo. No obstante, esta definición limita el texto a la expresión meramente escrita, dejando por fuera a aquellos textos cuya organización y presentación gráfica y visual van más allá de las palabras u oraciones que contiene, pero que al fin y al cabo, pueden ser leídos.
Ambos términos atañen a esta investigación, dado que las representaciones gráficas constituyen un texto a leer, y cuya función está definida y/o limitada por el contexto, cuando se pretende establecer mensajes lineales, unidireccionales; diseñados o escritos con un propósito claramente definido y cuyo uso, salvo las variantes de idioma, sea el mismo en diferentes contextos.
Eco ha dicho que "el texto contemporáneo se ofrece como una obra abierta, el lector la recrea con su lectura mediante una comunicación emotiva. Es decir, interpreta libremente según los sentimientos que la lectura le provoca". Bajo esta perspectiva el término texto adquiere el valor de obra infinita de interpretación, pues hace alusión al texto escrito y estructurado en párrafos que permite sempiternas interpretaciones. Por el contrario, aquellos textos cuya función básica es transmitir una sola idea, o cuya comprensión de desea única, literal, y por lo general informativa, más que palabras, sin prescindir de ellas, busca otras opciones de presentar su contenido, de allí que la lectura funcional, en la mayoría de sus casos está pautada por un sentido de unilateralidad del mensaje. Los textos a leer bajo la perspectiva de una lectura funcional, desean ser concisos, precisos, sin menoscabo del lenguaje escrito ni de las posibilidades de interpretación que al fin y al cabo como texto escrito pueda generar.
La posibilidad de que el lector logre ubicar, comprender, transformar y aplicar la información comprendida en un texto, en especial, a partir de representaciones gráficas, donde necesitará demostrar una determinada capacidad lectora, establecer los fines de la lectura que lleva a cabo, precisar aspectos inherentes al contexto donde la información sea aplicable, entre otros aspectos, son los que evidencia la habilidad del lector en el uso de la lectura funcional.
2. 2. 3. Evaluación de la Habilidad en el uso de la Lectura Funcional.
Con la intención de medir y conocer las habilidades de lectura funcional, se han diseñado diversos instrumentos. Uno de ellos es la PLF-12, diseñado por Feliú y Rodríguez. Este instrumento evalúa las etapas del proceso cognitivo que implica una lectura funcional, y cuya descripción se hace detenidamente más adelante, en el marco metodológico.
El propósito de diseñar instrumentos que permitan evaluar o precisar determinadas habilidades, en este caso las de lectura funcional, es establecer criterios cuantitativos a la lectura, su comprensión, interpretación, utilidad, y otros aspectos estrechamente relacionados con ella, a fin de evaluar logros y avances de un proceso educativo, por ejemplo, o diseñar estrategias orientadas a mejorar los niveles de lectura de un grupo.
Sea cual sea el instrumento o el propósito de una evaluación, ha de establecerse los criterios que permitan cualificar los resultados obtenidos. Dichas normas son convencionalismos psicométricos, donde a un determinado índice o puntuación, se le otorga una apreciación descriptiva y/o cualitativa. Para la PLF-12, esos rasgos son los siguientes:
Excelente
Sujeto y/o grupo con puntajes altos que evidencian un dominio completo o prácticamente completo de lectura funcional; logran ubicar, comprender, interpretar y transformar la información sin mayores inconvenientes, en un tiempo prudencial. (Estimado de un 95 al 100% de respuestas correctas).
Muy Superior
Sujeto y/o grupo, próximo al anterior, con una diferencia mínima significativa de un 5% en actuación y logros. (Estimado de un 85 a un 94% de respuestas correctas).
Superior
Sujeto y/o grupo que supera los estándares medios establecidos en su respectiva norma en comparación con otros sujetos y/o grupos en sus mismas condiciones. (Estimado de un 75 al 84% de respuestas correctas).
Promedio Alto
Grupos que destacan, aun cuando evidencian determinadas limitaciones en aspectos de mayor dificultad de la evaluación. (Estimado de un 65 a 74% de respuestas correctas).
Promedio
Son quienes evidencian en sus resultados los aciertos y las limitaciones comunes que caracteriza a su grupo en cuanto a desempeño. (Estimado de 51 a 64% de respuestas correctas).
Promedio Bajo
Sujeto y/o grupo cuyo desempeño está ligeramente por debajo del esperado. Sus aciertos y limitaciones corresponden aún al rango considerado por lo general común al grupo estándar. (Estimado de 41 al 50%).
Bajo
Sujeto y/o grupo que evidencian debilidades en cuanto a aspectos básicos de la lectura funcional, en especial en su comprensión e interpretación. Por lo general demuestran ciertas competencias en la ubicación de la información. (Estimado 35 a 40% de respuestas correctas).
Muy Bajo
Quienes presentan limitaciones en aspectos más básicos de la lectura funcional; aquellos cuyo desempeño evidencia dificultades para la ubicación de la información. (Estimado de un 26 a 34% de respuestas correctas).
Deficiente
Sujeto y/o grupo con serias limitaciones para cubrir cualquier aspecto de la evaluación de lectura funcional. Su rango está por debajo de la media establecida a su grupo norma. (Estimado por debajo o igual a un 25% de repuestas correctas).
2. 3. Rendimiento Académico.
Numerosas investigaciones han centrado su interés en el rendimiento académico o desempeño escolar; el Centro de Investigaciones Psicológicas (C.I.P.) de la Universidad de los Andes, (U.L.A.), en Mérida, Venezuela, ha sido pionero en el análisis de los diversos y posibles agentes, incidentes en él. Este desempeño estudiantil permite inferir o evaluar determinadas relaciones, correlaciones y yuxtaposiciones en diferentes estudios, pero no ha sido considerado como tema principal u objeto exclusivo de algún estudio, por lo menos, no en el panorama educativo y documental actual del país.
Al establecer y ejecutar el objetivo de alguna actividad escolar, es conveniente preguntarse ¿Hasta qué punto la escuela alcanza los fines para los cuáles fue creada? ¿Es necesario plantearse seriamente el problema del rendimiento en la escuela?
La acepción general del término rendimiento se refiere a la utilidad o producción de una cosa en actividad, es decir, la productividad de una máquina, de un equipo técnico o de algún aparato en cuestión; pero cuando se hace referencias al rendimiento escolar, obviamente no se hace alusión a la escuela como institución, sino al aspecto dinámico y motorizante del proceso educativo, es decir, a los sujetos del aprendizaje.
Zubizarreta (1969) señala que el rendimiento o desempeño escolar puede determinarse en función de varios criterios, pero el más aceptado por pedagogos, psicólogos escolares y otros especialistas en el campo educativo es en función del nivel alcanzado por la masa estudiantil.
En tal sentido Borrego (1985), concibe el rendimiento académico, específicamente, como el logro del aprendizaje obtenido por el alumno a través de las diferentes actividades planificadas por el docente en relación con los objetivos planificados previamente. Por su parte Caraballo (1985), lo definió como la calidad de la actuación del alumno con respecto a un conjunto de conocimientos, habilidades o destrezas en una asignatura determinada como resultado de un proceso instruccional sistémico. Páez (1987) señala, que el rendimiento académico es el grado en que cada estudiante ha alcanzado los objetivos propuestos y las condiciones bajo las cuales se produjo ese logro.
Científicamente, el rendimiento es un concepto físico donde se ponen en relación la energía producida por una máquina y la energía realmente utilizable de esa fuente. El desempeño escolar es concebido como un problema que sólo se resolverá en forma científica, cuando se determine la relación existente entre el trabajo realizado por los docentes en interacción con sus alumnos y la educación impartida, es decir, la perfección intelectual y moral lograda por éstos.
Para puntualizar y sustentar legalmente el término rendimiento académico, el Reglamento General de la Ley Orgánica de Educación (1986, aún vigente), lo explica como el proceso alcanzado por los alumnos en función de los objetivos programáticos previstos, y que puede ser medido mediante la realización de actividades de evaluación, para lo cual es necesario considerar dos aspectos fundamentales en el proceso educativo: aprendizaje y conducta.
Si bien, el aprendizaje de un alumno puede manifestarse cuando el docente lo convenga, por el contrario, la conducta es algo que se está exteriorizando constantemente, y su rigurosa observación conllevaría, literalmente al docente, a mantener los ojos puestos en el educando, dispuesto a anotar cada movimiento, cada gesto, cada acto del mismo, cosa sencillamente imposible, sobre todo considerando la masificación de nuestras aulas. Peor aún, cuando el alumno se siente observado se inhibe, se cohíbe, reprime sus movimientos y actos, su conducta adquiere un matiz forzado que, de alguna manera, enmascara el comportamiento natural y espontáneo.
Sustentando en lo anterior, el rendimiento académico es definido como la relación entre lo obtenido, expresado en una apreciación objetiva y cuantitativa (puntaje, calificación) o en una subjetiva y cualitativa (escala de valores, rasgos sobresalientes) y el esfuerzo empleado para obtenerlo, y con ello establecer el nivel de alcance, así como los conocimientos, habilidades y/o destrezas adquiridas, el éxito o no en la escolaridad, en un tiempo determinado. (Zubizarreta, 1.969).
Bajo los lineamientos hasta aquí propuestos, el rendimiento académico es el resultado obtenido del nivel de ejecución manifiesto (aprendizaje) en relación al nivel de ejecución esperado (conducta), acorde con los objetivos planificados previamente y con el desarrollo de estrategias según la naturaleza de cada asignatura o cátedra, o incluso según la naturaleza del mismo contenido programático, considerando que el nivel o índice de ejecución está previamente establecido.
En tal sentido, los avances experimentados por la pedagogía experimental (Lexus, 1.997) permiten llegar a un conocimiento bastante exacto de lo que un alumno aprende; no obstante, midiendo la instrucción, además del aspecto intelectual de la educación, se podrán conocer otros factores volitivos, emocionales, sociales, los cuales influyen en aquella.
De esta manera, la medida de la instrucción dice mucho acerca de la inteligencia de los alumnos, así como también de sus habilidades y destrezas, de su voluntad, motivación, sentimientos, capacidades e incluso, de las condiciones sociales y culturales en las cuales se desenvuelven. Puede distinguirse entonces, dos facetas en el aprendizaje, como indicador o índice del rendimiento académico e intelectual del estudiante: los conocimientos adquiridos y los hábitos que le permiten ejecutar con facilidad operaciones, por lo general, de carácter intelectual.
Ejemplificando lo anterior, en la enseñanza de las matemáticas se atiende tanto a que el aprendiz adquiera las ideas fundamentales o nociones de una operación, por ejemplo sumar, como también a la rapidez y corrección demostrada durante una ejecución o práctica. Que el aprendiz conozca cómo se llaman los datos, sus propiedades y reglas, son un conjunto de conocimientos aprendidos, mientras que sumar con rapidez y corrección es el fruto de un hábito adquirido; de allí se deduce que la inteligencia se manifiesta en el saber y en la aptitud para ejecutar trabajos intelectuales, en términos de rendimiento, habrá que referirse a conocimientos y hábitos mentales, es decir, a un aprendizaje.
Ahora bien, Romero (1.985) expone que rendimiento es ejecución, actuación y establece la relación entre este concepto y el aprendizaje. Para él, un estudiante debe aprender contenidos científicos, desarrollar destrezas profesionales y una determinada forma de percibir y concebir el mundo, propio de su área, de su especialización. Para lograr ese cometido, el estudiante debe sufrir su aprendizaje, pues este requiere de esfuerzo, constancia, tolerancia al fracaso y, en cierto modo, no ser inmediatamente recompensado. Es inútil pensar que podemos aprender sin esfuerzo. Para aprender se debe trabajar duro en la comprensión del conocimiento y en su uso, único camino hacía la maestría de una disciplina o profesión. Aprendizaje y rendimiento, sostiene el autor mencionado, es lo mismo cuando la medida de este último representa válidamente aquel.
Asimismo, refiere Romero (1980), el producto del sistema evaluativo es la relación inevitable entre el término rendimiento y evaluación en la vida escolar, lo cual permite visualizar el rendimiento de los alumnos. El problema de la evaluación, justa y objetiva, representa un gran reto para los especialistas en materia educativa, actualmente y con todas las limitaciones inevitables, las calificaciones escolares no hacen justicia a lo aprendido ni a los conocimientos teóricos o prácticos adquiridos por los estudiantes, pero tienen una significativa relevancia social.
Algunos docentes, psicólogos, pedagogos, y otros especialistas, afirman que existe una relación entre el rendimiento académico y las habilidades intelectuales de los aprendices; estos sostienen que quien obtiene mejores calificaciones es considerado el inteligente, el que más sabe; contrariamente, quien tiene bajas calificaciones sencillamente es tildado de flojo, e incluso, de escaso mental. No obstante, diferentes investigaciones, como las de Romero (1.980), Bustamante (1.981), Irureta (1.990), han determinado que no existe relación directa entre el cociente intelectual de los estudiantes y las calificaciones obtenidas por éstos en algunos cursos, asignaturas o actividades.
Hay quienes relacionan el rendimiento con otros factores, como los socioeconómicos, familiares, y hasta lingüístico-culturales, que pueden ser considerados agentes intervinientes, de hecho, existen estudios e investigaciones que demuestran tales relaciones; pero no se ha logrado evidenciar que el control de alguno de esos factores pueda predecir el rendimiento escolar por alcanzar. Los factores de índole psicológica han sido los más aceptados, y entre ellos destaca el factor motivacional.
Partiendo de las definiciones antes dadas, así como de los planteamientos realizados a lo largo de este capítulo, y para efectos de la presente investigación, el rendimiento académico será delimitado por la presente definición: Resultado obtenido del nivel de ejecución manifiesto en relación al nivel de ejecución esperado, acorde con los objetivos planificados previamente y con el desarrollo de estrategias según la naturaleza de cada asignatura; considerando que el nivel o índice de ejecución esperado está previamente establecido por una norma externa. Dicha norma está constituida por la Calificación, que es el puntaje (o medida cuantitativa) alcanzado en una escala dada, en este caso un puntaje porcentual, del 1 al 100%, y su equivalente en una tabla de conversión, con los valores del 1 al 20, ambos inclusive. En tal sentido, puede determinarse el rendimiento académico del participante por asignatura, y su promedio en general.
En síntesis, el rendimiento académico es el resultado obtenido del nivel de ejecución manifiesto en relación al nivel de ejecución esperado, acorde con los objetivos planificados previamente y con el desarrollo de estrategias según la naturaleza de cada asignatura; considerando que el nivel o índice de ejecución esperado está previamente establecido.
2. 4. Relación entre Lectura y Rendimiento Académico.
Cabe preguntarse ¿Cuál podrá ser el rendimiento académico de un estudiante que evidencia dificultades en su lectura? ¿Podrá obtener un rendimiento satisfactorio aquel estudiante que presenta dificultades para comprender un texto escrito? Las respuestas parecen ser obvias, innumerables estudios han demostrado la relación existente entre la lectura y su incidencia en el rendimiento académico, no obstante cuando un determinado grupo presenta calificaciones consideradas altas o buenas, y aún así se evidencian dificultades en la lectura, cabe preguntarse: ¿qué estrategias utilizó para comprender lo que debía leer?
Independientemente de las estrategias que un estudiante pueda tener para estudiar, éstas están estrechamente relacionadas con los procesos de leer y escribir la información que debe asimilar, entender o aplicar. La lectura funcional facilita determinados procesos al recurrir a medios más gráficos y menos convencionales pero que igualmente transmiten un mensaje, cifrado bajo determinados códigos o presentados en determinadas representaciones gráficas.
Varios investigadores han examinado el fenómeno del estudio y han propuesto teorías y modelos sobre los diferentes aspectos relacionados con el proceso de estudiar. En una revisión de tales investigaciones, William Rohwer (1984), señala que la relación entre las actividades del estudio y el rendimiento académico varía de acuerdo a las características del curso y las características del alumno. Es decir, el éxito académico depende en parte de características individuales, así como de la habilidad intelectual, la motivación y las experiencias previas del estudio.
Las características del alumno toman mayor importancia mientras más autonomía se requiere en la selección, organización, transformación e integración de la información. Aquellos alumnos que saben formular hipótesis, generar soluciones y comparar y analizar información, obtendrán mejor rendimiento académico que aquellos otros que se acostumbran a memorizar y reproducir detalles. La adquisición de estas habilidades depende de la calidad de su preparación escolar, que como bien se sabe rara vez se exige que los alumnos piensen en forma crítica en los niveles más básicos del sistema educativo, pues se supone que este tipo de conducta se desea propiciar en educación media y sobre todo en superior.
Conscientes de la relación existente entre la lectura como medio fundamental para el estudio y, por ende, como garante de un buen rendimiento académico, muchas instituciones de educación media y superior ofrecen cursos, talleres y programas dirigidos a quienes presentan dificultades o limitaciones académicas; estas actividades de formación se enfocan en los hábitos de estudios, la organización de los recursos y, sobre todo, en la comprensión del material, con énfasis en la ubicación de la información ,comprensión, interpretación y transformación o síntesis de la misma, todo ello orientado a mejorar la capacidad de los alumnos a través de la comprensión de la lectura.
Necesariamente, el rendimiento es producto de los hábitos de estudio, y estos en su mayoría dependen de la calidad de lectura del estudiante, lo que establece un nexo directo entre la lectura y el desempeño evidenciado por el alumno, sin dejar de mencionar, la calidad del material a leer y la manera de cómo éste se encuentra, donde es importante el uso de la forma gráfica.
3. Marco Conceptual/Operacional de las Variables.
Para el presente estudio se consideró, en función de su propósito y las características propias del mismo, el manejo de una única variable identificada como: "Nivel de rendimiento académico aplicando lectura funcional". De acuerdo con Hernández. Fernández y Baptista (1998), las variables adquieren valor para la investigación cuando pueden ser relacionadas con otras.
3. 1. Lectura Funcional.
Es aquella que tiene, como objetivo primordial, permitir al lector acceder al contenido de mensajes elementales, mínimos, necesarios o imprescindibles para su propia utilidad, aplicación, interés o seguridad. Dichos mensajes han de estar representados por caracteres sencillos, de grandes dimensiones y de fácil lectura, en especial en forma de cuadros, esquemas, flujogramas, mapas conceptuales y demás representaciones gráficas; recurre al uso de siglas, abreviaturas, signos y/o símbolos que permitan de una u otra manera sintetizar información. Siendo de vital importancia la habilidad intelectual del lector para decodificar, comprender y aplicar la información de carácter visual que le es presentada a través de textos y representaciones gráficas de distinto tipo, dándole funcionalidad a la lectura (Rodríguez Trujillo y Feliu, 1995).
3. 2. Rendimiento Académico.
Es la calidad de la actuación o desempeño del alumno con respecto a un conjunto de conocimientos, habilidades o destrezas en una asignatura determinada, como resultado de un proceso instruccional sistémico. (Caraballo, 1985).
3. 3. Cuadro de Operacionalización de las Variables.
Se presenta, en la página siguiente, el cuadro de las variables consideradas en la presente investigación: Nivel de Lectura Funcional y Rendimiento Académico.
4. Hipótesis.
4.1. Hipótesis Afirmativa.
Los estudiantes que poseen un nivel de lectura funcional superior obtienen mejores calificaciones y, por ende, poseen un mayor rendimiento académico, que aquellos estudiantes que evidencian un nivel de lectura funcional promedio, cuyo rendimiento académico es bajo.
4.2. Hipótesis Negativa o Nula.
Los estudiantes que poseen un nivel de lectura funcional superior no necesariamente obtienen mejores calificaciones ni poseen un mayor rendimiento académico, que aquellos estudiantes que evidencian un nivel de lectura funcional promedio.
CAPÍTULO III
MARCO METODOLÓGICO
1. Tipo de Investigación.
El presente trabajo, tiene objeto establecer la posible correlación entre dos variables: la lectura funcional y el rendimiento académico de un grupo de estudiantes, de allí que la investigación se considere de tipo correlacional. En tal sentido, Hernández Sampieri y otros (1.995) sostienen que una investigación correlacional tiene como propósito medir el grado de relación que existe entre dos o más conceptos o variables en un contexto particular y que pretende ver si están o no relacionadas en los mismos sujetos y, después, analizar la correlación.
La principal utilidad de este tipo de estudio, en opinión de los citados autores, es precisar el comportamiento de una variable o concepto conociendo el comportamiento de otra u otras variables relacionadas con la primera. Cabe destacar que los estudios correlacionales evalúan el grado de relación existente entre las variables consideradas, lo que hace que este tipo de investigación adquiera cierto valor explicativo, pues, al determinar la correlación entre dos o más variables, se aporta cierta información o explicación, dando respuesta a las causas de la correlación, las características que la definen y las posibles consecuencias de la misma.
1.1. Diseño de la Investigación.
La investigación no experimental es la que se realiza sin manipular deliberadamente las variables, se basa en variables que ya ocurrieron o se dieron en la realidad sin la intervención directa del investigador; es un enfoque retrospectivo. (Hernández S., 1.991). Bajo esta concepción, la presente investigación posee un diseño no experimental. Este tipo de investigación también es conocida como investigación expost-facto, es decir, que los hechos o sucesos y las variables ya ocurrieron, y observa variables y relaciones entre éstas en su contexto natural, que posteriormente podrán ser analizadas. (Kerlinger, 1.979; citado por Hernández S. 1.991).
Ahora bien, dentro de los lineamientos establecidos por Hernández y otros autores en relación a las investigaciones no experimentales está el diseño transeccional, que puede ser, a su vez, descriptivo o correlacional y/o causal.
Los diseños transeccionales realizan observaciones en un momento único en el tiempo; cuando se describen las relaciones existentes entre las variables se habla de diseños transeccionales correlacionales; ahora bien, como se planteará la descripción de las variables por asociación de las mismas, se puede hablar entonces de un diseño descriptivo-correlacional. La presente investigación abarcará, para la aplicación del instrumento que permitirá la recolección de datos, un lapso de tiempo determinado: marzo hasta septiembre de 2005, cubriendo el primer período académico del año 2005, y en ese lapso evaluará a un determinado grupo: estudiantes del primer semestre de educación; en ese mismo lapso de tiempo se pretende asociar la relación entre las variables: lectura funcional y rendimiento académico; es por ello, que el presente estudio es un considerado un diseño transeccional descriptivo-correlacional.
Los diseños transeccionales descriptivos tienen como objetivo indagar la incidencia y los valores en que se manifiesta una o más variables; estos estudios presentan un panorama del estado de una o más variables en uno o más grupos de personas, objetos o indicadores, en determinado momento. Por su parte, los diseños transeccionales correlacionales/causales tienen como finalidad describir relaciones entre dos o más variables en un momento determinado. Se trata también de descripciones, pero no de variables individuales sino de sus relaciones, sean éstas puramente correlacionales o relaciones causales. (Hernández S., 1.991)
Los diseños correlacionales/causales pueden limitarse a establecer relaciones entre variables sin precisar sentido de causalidad, que es el caso del presente estudio.
2. Sujetos: Población y Muestra.
Tamayo y Tamayo (1991) señala que la población de una investigación es la totalidad del fenómeno a estudiar, donde las unidades de población poseen al menos una característica en común, la cual se estudia y da origen a los datos de la investigación. Egg (1971) denomina población al conjunto de individuos u objetos que poseen características susceptibles de ser observadas. Considerando ambas definiciones la población estuvo representada por los estudiantes de la escuela de educación, cursantes del primer semestre de la carrera y que para el año de estudio cursaron Taller de Lengua.
Hernández Sampiri y otros (1991) definen como muestra a un subgrupo de la población, en este caso, ese subgrupo estuvo conformado por sesenta (60) estudiantes de las escuela de educación, específicamente estudiantes de las menciones básica integral y matemática y física, treinta (30) alumnos de cada mención y todos ellos cursantes del primer y segundo semestre de la carrera y que para el momento de la realización del presente estudio cursaban Taller de Lengua.
Para este estudio la población puede considerarse relativamente homogénea, en especial la muestra seleccionada. Esta homogeneidad se sustenta en varios punto de vista; por ejemplo, edad promedio, interés vocacional, período y año de ingreso a la universidad (exceptuando un caso) y coinciden en la mayoría de los casos el nivel socioeconómico, y que la mayoría se encuentran residenciados en los municipios Maracaibo y San Francisco (el 96.67%),
Ahora bien, para el presente estudio se consideraron los estudiantes del primer semestre, durante el primer período del año 2005, cursantes de la carrera de educación, sólo en las menciones de Educación Básica Integral y Matemática y Física, todos estudiantes del primer semestre de la carrera, y cursantes para el momento de la investigación, del Taller de Lengua (cátedra obligatoria en sus respectivos planes de estudios), puede afirmarse, bajo estas condiciones, que la población y muestra coinciden; lo que define la población/muestra como una de tipo no probabilística o dirigida, que según Hernández Sampieri, éstas suponen un procedimiento de selección informal, dado que la elección de los sujetos no depende de que todos tengan la misma probabilidad de ser elegidos, sino de la decisión del investigador o de las circunstancias fortuitas que los agrupa.
Bajo la explicación anterior, dado que el número de la población/muestra es relativamente pequeña para este tipo de investigación, accesible al investigador y considerada bajo un perfil previamente definido, ésta se estudiará en su totalidad, utilizando, por lo tanto, un censo. Tamayo y Tamayo (1.994), define Censo como la muestra en la cual entran todos y cada uno de los miembros de la población, lo que la hace el tipo de muestra más representativo dentro de cualquier investigación.
3. Instrumentos para la Recolección de Datos.
Los instrumentos utilizados para la recolección de datos en la presente investigación fueron dos, los cuales se mencionan y describen a continuación.
3.1. Instrumento para medir la variable Lectura: Prueba de Lectura Funcional (PLF-12)
3.1.1. Descripción.
Variable a medir: lectura
Nombre: PLF – 12
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