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Ciencia, sociedad y desarrollo turístico sostenible


Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo sostenible y turismo
  4. Desarrollo turístico sostenible y sociedad
  5. Ciencia y desarrollo turístico sostenible
  6. La ciencia y la sociedad en la evaluación de la sostenibilidad turística
  7. Conclusiones
  8. Bibliografía

Resumen

El turismo, por su propia naturaleza, tiene un enorme impacto en el medio ambiente, la economía, y en aspectos socio-culturales de los países o destinos en los que se desarrolla. De lo anterior la importancia de apoyarse en los criterios de la sostenibilidad para la gestión de esta actividad a nivel regional y local, lo que implica la creación de metodologías de evaluación de la sostenibilidad de destinos turísticos que puedan contribuir a la toma de decisiones para alcanzarla. El presente trabajo se ha propuesto como objetivo describir algunos aspectos que se derivan de la relación ciencia y sociedad en la evaluación del desarrollo sostenible de destinos turísticos. Se ha definido que el desarrollo turístico sostenible es un concepto de naturaleza intrínsecamente social que está determinado por las fuerzas, estructuras y procesos sociales de un lugar, momento y condiciones específicas. Además de lo anterior, la ciencia, en la figura de los científicos que estudian el fenómeno de la sostenibilidad en destinos turísticos, independientemente de la consideración de las relaciones de los factores sociales con este paradigma, debe encontrar la forma de disminuir el carácter subjetivo de los elementos que integran las dimensiones de la sostenibilidad al evaluarla.

Palabras clave: desarrollo sostenible, destinos turísticos, ciencia, sociedad.

Abstract

Tourism, by its very nature, has a huge impact on the environment, economy, and socio-cultural aspects of the countries or destinations where it develops. From the above, the importance of relying on sustainability criteria for the management of this activity at regional and local level, which involves the creation of methodologies for assessing tourist destinations sustainability that can contribute to decision making in order to achieve it. This work was aimed at describing some aspects arising from the relationship between science and society in the evaluation of sustainable development of tourist destinations. It has been determined that sustainable tourism development is inherently a concept of social nature, determined by social forces, social structures and processes of an specific place, time and conditions. Besides the above, despite the relationship of social factors to this paradigm, science, in the figure of scientists studying the phenomenon of sustainability in tourist destinations, must find a way to reduce the subjective nature of the sustainability dimensions component elements during the process of assessment.

Key words: sustainable development, tourist destinations, science, society.

Introducción

La humanidad presencia hoy una crisis ambiental originada por los efectos de su crecimiento desmedido, la explotación y uso irracional de los recursos y condiciones naturales, a lo que se suma la degradación del ambiente social y económico en que se desenvuelve la vida humana que acarrea miseria, hambre, desempleo, insalubridad, analfabetismo, violencia, drogadicción, prostitución, deuda externa y otros flagelos (González, 2008).

El turismo se ha constituido como una de las más extendidas actividades económicas a nivel mundial, la cual, por su propia naturaleza, tiene un enorme impacto en el medio ambiente, la economía, así como en aspectos socio-culturales de los países o destinos en los que se desarrolla (Ayala, 2006).

La asociación del desarrollo de los destinos turísticos con el crecimiento de estos, tiene como base la teoría generalizada de Butler en 1980 con respecto al ciclo de vida de los destinos turísticos donde se muestra que la etapa del ciclo de vida en que se encuentre el destino dependerá de la cantidad de turistas que lo visiten. Esta teoría fue tomada por muchos gestores como base para el desarrollo intensivo de la actividad turística lo que provoca a futuro el deterioro del producto del destino.

Al agotarse el atractivo turístico y el destino caer en declive debido a una sobreexplotación de sus recursos, sería necesario desecharlo e ir a por otro donde desarrollar una vez más el turismo de forma intensiva. Esto significaría cambiar por completo el concepto del destino, lo cual resulta tremendamente costoso desde el punto de vista económico y ambiental por la pérdida irreparable de recursos.

Este modelo de desarrollo implica el crecimiento intensivo y extensivo de las zonas turísticas a partir del aumento del número de habitaciones en instalaciones hoteleras e infraestructura de soporte. Estos modelos que predominan en los destinos de playa españoles precursores de la rápida evolución de la actividad turística, han sido exportados hacia otros destinos del mundo lo que puede y ya está provocando en algunos lugares, efectos como pérdida de la duna, erosión de la playa, hacinamiento poblacional, pérdida de la calidad del destino, problemas de habitabilidad, escasez de recursos como el agua, y una de las consecuencias más importantes de la aplicación de este modelo de desarrollo que es la disminución inevitable en el futuro de la rentabilidad del destino debido a la pérdida de atractivo del mismo, lo que trae consigo un abaratamiento de la oferta y por consiguiente, la disminución de los beneficios para los inversores y la comunidad de acogida.

Este tipo de impactos de la actividad turística ha hecho evidente la importancia de apoyarse en los criterios de la sostenibilidad para su desarrollo a nivel regional y local, ya que los principios del desarrollo sostenible vinculan a la conservación del entorno natural y urbanístico, la preservación de las características socio-culturales de la comunidad de acogida, y también la viabilidad económica de la actividad (Foladori, 2002). Esta idea no es más que la comprensión de que a largo plazo la explotación desmedida de los recursos de una zona, en ocasiones sin que reporte mejoras concretas para sus habitantes, deviene en el declive del destino turístico y en consecuencia, se deprimen los ingresos producidos por este concepto, por lo tanto el desarrollo sostenible ha pasado de ser solo una idea a convertirse en un criterio relacionado con la competitividad de los destinos turísticos (Ayala, 2006).

El desarrollo de la ciencia a nivel mundial con respecto a este tema ha tenido un papel determinante en cuanto al avance hacia la definición de modelos de desarrollo turístico sostenible, ya que, no obstante a ser el desarrollo sostenible un concepto bien fundamentado teóricamente, resulta muy difícil de concretar o llevar a la práctica (Robert, 2010) por la complejidad de las interrelaciones entre las diferentes dimensiones de la sostenibilidad[1]Estas interrelaciones se manifiestan en todas fases del proceso de gestión del destino lo que deviene en la complejidad del diagnóstico o evaluación de los avances del destino hacia su sostenibilidad o no, en aras de tomar decisiones pertinentes en función de los objetivos de desarrollo que ha determinado el destino. Esto ha provocado la realización de disímiles investigaciones sobre la sostenibilidad en el turismo y muchas aportaciones se han hecho en cuanto a enfoques, métodos o herramientas para abordar o evaluar varios aspectos de este tema (Choi & Sirikaya, 2005).

La evaluación de la sostenibilidad está condicionada por procesos, actividades, instituciones, etc. de naturaleza social en diferentes momentos como la definición de objetivos, la propia determinación del nivel de sostenibilidad y la aplicación de las decisiones que se toman con respecto a este tema en las cuales deben coincidir los intereses de varios grupos o partes interesadas. En consecuencia, el objetivo del presente trabajo está dirigido a describir algunos aspectos que se derivan de la relación ciencia y sociedad en la evaluación del desarrollo sostenible de destinos turísticos en el contexto actual.

Desarrollo

Desarrollo sostenible y turismo

El término desarrollo sostenible comenzó a constituir motivo de discusión y trabajo a nivel internacional a partir de 1987, cuando la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo presentó el Informe "Nuestro Futuro Común", más conocido como Informe Brundlandt. En este, el desarrollo sostenible era conceptualizado como "el desarrollo que satisface las necesidades actuales de las personas sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas." Este concepto fue ratificado en 1992 en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro, aunque ya varias instituciones y autores habían realizado aportes a este término.

La diversidad de enfoques con que se ha analizado y estudiado la sostenibilidad, ha derivado en una gran multiplicidad de definiciones de desarrollo sostenible.

Desde un enfoque ecológico, la sostenibilidad alude una condición en la que se mantiene la integridad del sistema a lo largo del tiempo. Si se une esta idea con la referida al desarrollo económico, la sostenibilidad implica el mantenimiento de la capacidad de los ecosistemas de mantener la población humana en el largo plazo (Alberti y Susskind, 1996). Estas orientaciones han dado paso a uno de los enfoques más extendidos que lo constituye el de la llamada Economía Ecológica en el que la sostenibilidad es vista como la relación entre sistemas económicos, humanos y ecológicos, en la que los efectos de la actividad humana deben permanecer dentro de unos límites, de manera que no destruyan la diversidad, complejidad y funcionamiento de los sistemas ecológicos (Constanza et. al., 1991). La Economía Ecológica plantea que el incremento desmedido de capital conlleva a fallos de mercado en el uso de los recursos. Este punto de vista va más allá de una perspectiva puramente economicista en la cual la sostenibilidad implicaría el mantenimiento a lo largo del tiempo del capital per cápita, sea natural, artificial, humano o cultural (Pearce y Turner, 1990; Pearce y Atkinson, 1995); mientras que la perspectiva social, desarrollada por Goodland y Ledec (1987), Solow (1993), y Chichilnisky (1996), enuncia la sostenibilidad como una pauta de transformaciones estructurales y económicas que optimizan los beneficios disponibles en el presente sin perjudicar el potencial para lograr beneficios similares de las generaciones futuras.

Una de las instituciones que ha realizado aportes al concepto es la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) (2009) la cual define desarrollo sostenible como el proceso de creación de las condiciones materiales, culturales y espirituales que propicien la elevación de la calidad de vida de la sociedad, con carácter de equidad y justicia social, de forma sostenida y basada en una relación armónica entre los procesos naturales y sociales, teniendo como objeto a las generaciones actuales y futuras. Esta organización propone una forma de visualizar, enfocar y orientar la solución de los problemas de las generaciones actuales, los cuales pueden identificarse como problemas del entorno ambiental, social, económico y político, donde la participación social, tanto individual como comunitaria para el logro del desarrollo sostenible, juega un papel fundamental. (Jiménez, 1998)

Independientemente de las variadas definiciones que se han abordado con respecto a este tema, los contenidos más acertados que se han brindado sobre desarrollo sostenible de acuerdo con González (2008), apuntan hacia la consecución de un crecimiento con eficiencia económica, garantizando el progreso y la equidad social por medio de la solución de las necesidades básicas de la población y la salvaguardia de las culturas, sobre la base del funcionamiento y la eficiencia ecológica de los sistemas biofísicos.

En todo caso, el nuevo paradigma de la sostenibilidad presupone alcanzar una armonía entre todos los atributos que corresponden al desarrollo, a saber, sus aristas referentes a la economía, la sociedad, la naturaleza, la cultura y la tecnología, etc.

El logro de la sostenibilidad en el desarrollo es un proceso dinámico que implica trabajar de forma simultánea en dos vertientes: la del desarrollo, como mejora constante de todo y de todos; y la de la sostenibilidad, como garantía para las futuras generaciones (Fernández, 1999). Esta visión conlleva a la adopción de una nueva ética humana para con la naturaleza, un motivo de solidaridad intergeneracional, una teoría humanista y progresista, una alternativa sensata a los modelos de desarrollo existentes.

Por esta razón puede decirse que el desarrollo sostenible no niega el crecimiento, sin embargo no debe percibirse el desarrollo como expansión física, sino relacionado con la capacidad de satisfacción de necesidades de la población, como la alimentación, sanidad, educación, vivienda, cultura, etc, es decir, en mejora de la calidad social.

El desarrollo sostenible como proceso de cambio cualitativo debe permitir subrayar el carácter operativo de la sostenibilidad al alejar este concepto de un estado utópico, difícilmente alcanzable y argumentado frecuentemente para descalificar las posibilidades reales de aplicación de los principios de la sostenibilidad a la planificación y gestión de los espacios o territorios (Márquez y Cuétara, 2007).

En aras de operacionalizar un poco el concepto, la mayoría de los autores dividen el término en varios componentes: sostenibilidad medioambiental, económica y social (Munasinghe 1993). El primero de estos componentes se refiere a la conservación de los sistemas de soporte de la vida; la sostenibilidad económica se basa en el mantenimiento del capital económico; mientras que la acepción social es definida como el desarrollo del capital social. El desarrollo sostenible debe entenderse entonces como la integración de estos tres componentes no sus comportamientos de forma individual. Esto plantea, de acuerdo con Castro (2002) un reto para el cambio local y global que ha de conjugar los requisitos interdependientes de la eficiencia económica, la equidad social y la estabilidad ecológica.

Estas cuestiones han preocupado a los gestores y comunidades relacionadas con el desarrollo de la industria turística, la cual constituye una fuente de riqueza inestimable para un gran número de poblaciones y países, pero supone también efectos positivos y nocivos sobre el entorno, afectando de diversas formas a los aspectos económicos, sociales, culturales y medioambientales (López y López, 2008).

Desde los primeros estudios de la IUOTO (Unión Internacional de Organizaciones Oficiales de Turismo, precedente de la actual Organización Mundial del Turismo, OMT), sobre todo en la primera mitad de la década de los setenta, y de la OMT a partir de 1975, o de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 1978), se recalca la dependencia del turismo de la conservación de los recursos naturales, así como de los atractivos y factores de producción, a la vez que se constatan los impactos negativos de la actividad, y el riesgo de que tales impactos se agraven con el previsible incremento de la actividad turística.

En este sentido, Choi y Sirakaya (2005) afirman que los gestores turísticos son cada vez más conscientes de las desventajas del turismo de masas y tratan de buscar otras opciones en la planificación, la gestión y el desarrollo del turismo, en cuyo marco de acción surge con fuerza el concepto de desarrollo turístico sostenible.

Los principios básicos del desarrollo turístico sostenible tienen su punto de referencia en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo en la Cumbre de Río de Janeiro de 1992. En ella se adopta el programa de acción Agenda 21, donde se identifican los problemas ambientales principales y se establece una serie de estrategias para alcanzar aquellos modelos de desarrollo que preserven los recursos naturales. Poco tiempo después, la actividad turística incorpora este planteamiento a sus directrices esenciales, como se refleja en la Carta del Turismo Sostenible, como resolución final de la Conferencia Mundial del Turismo Sostenible de Lanzarote de 1995 (Robert, 2010).

Al igual que en el caso del desarrollo sostenible, no existe un concepto determinado de desarrollo turístico sostenible, por lo que muchas concepciones han surgido de acuerdo a los enfoques de análisis de los más disímiles autores y que han evolucionado en el tiempo.

La concepción de Butler (1993) plantea que es el turismo que se desarrolla de forma que puede mantener su viabilidad en un área por un periodo de tiempo infinito. Desde este momento y hasta la actualidad el turismo sostenible ha pasado de ser concebido como una mera actividad viable con implicaciones para la existencia de las generaciones futuras a considerarse un modelo de desarrollo social en el que desde una perspectiva económica, cultural, ética y medio ambiental la sociedad actual tiene responsabilidades con la satisfacción de sus necesidades actuales y las necesidades de sus sucesores en el futuro. Esto puede ser visto de forma más explícita a través del concepto de desarrollo turístico sostenible de Cardoso (2007:7) quien plantea que "…el turismo sostenible se concibe como un modelo de desarrollo con énfasis en la economía, pero que, a su vez, está basado en la cultura local, los recursos naturales y el patrimonio cultural, siendo responsabilidad de la gente receptora de turismo y del turista, en primer término, así como de los empresarios y la administración pública, de manera que todos en conjunto trabajen para formular planes estratégicos bajo un enfoque de desarrollo turístico sostenible, priorizando la creación de códigos de ética o conducta para cada actor involucrado."

Estas definiciones coinciden en la interpretación del desarrollo turístico sostenible como el proceso que garantiza el equilibrio entre la preservación ambiental, entendida como la preservación de los recursos naturales, culturales, etc., del destino donde se realiza la actividad; la viabilidad económica, así como la satisfacción de las necesidades de los turistas y la mejora de la calidad de vida de la comunidad de acogida a partir del reparto de los beneficios del desarrollo turístico.

De acuerdo con la OMT (2005) las directrices de desarrollo sostenible del turismo y las prácticas de gestión a ellas asociadas son aplicables a todas las formas de turismo en todos los tipos de destinos, incluidos el turismo de masas y los diversos segmentos de turismo especializado. Los principios de la sostenibilidad se refieren a los aspectos ambientales, económicos y socioculturales del desarrollo del turismo, debiéndose establecer un equilibrio adecuado entre estas tres dimensiones para garantizar su sostenibilidad a largo plazo. Así pues, el turismo sostenible debería:

1) Dar un uso óptimo a los recursos ambientales que son un elemento fundamental del desarrollo turístico, manteniendo los procesos ecológicos esenciales y ayudando a conservar los recursos naturales y la diversidad biológica.

2) Respetar la autenticidad sociocultural de las comunidades anfitrionas, conservar su patrimonio cultural arquitectónico y vivo, sus valores tradicionales, además de contribuir al entendimiento y a la tolerancia intercultural.

3) Asegurar unas actividades económicas viables a largo plazo, que reporten a todos los interesados unos beneficios socioculturales bien distribuidos, entre los que se cuenten oportunidades de empleo estable y de obtención de ingresos y servicios sociales para las comunidades anfitrionas, y que contribuyan a la reducción de la pobreza.

Se hace condición indispensable tener un enfoque integrador de la actividad o el destino del que se trate, que permita establecer un equilibrio entre los factores económico, social y la preservación medioambiental, los cuales han sido identificados como las dimensiones básicas del desarrollo sostenible. El factor político y su influencia en los otros factores, ha comenzado a ser considerado también ya que en muchos casos tiene una influencia determinante como estrategia de voluntad para el logro de los objetivos que tributan a la sostenibilidad (Troitiño, 1998; Márquez y Cuétara, 2007).

De acuerdo con Fonseca (2009) es importante apoyarse en los criterios de la sostenibilidad para el desarrollo turístico regional-local, sin embargo todas estas enunciaciones suelen adoptar la forma de un conjunto de numerosos principios que respetan la complejidad del concepto pero que dificultan su sencilla y correcta aplicación, sobre todo por parte de los profesionales del turismo, los cuales, según Swarbrooke (2002), lo perciben falto de concreción y asociado al quehacer científico más que a la gestión práctica del turismo.

Desarrollo turístico sostenible y sociedad

El desarrollo sostenible es un concepto de una naturaleza básicamente social, desde el momento en que se define como objetivo ulterior de la sostenibilidad la satisfacción de las necesidades de las generaciones actuales cuidando los intereses de las generaciones futuras.

El desarrollo sostenible del turismo exige la participación informada de todas las partes interesadas, las cuales están integradas por la comunidad del destino en su totalidad, el gobierno local, otras instituciones y empresas de apoyo a la actividad turística, los gestores turísticos que incluyen agentes privados y estatales, y los medios de comunicación.

En todo el mundo hay pequeñas comunidades que los turistas visitan, en algunos casos, para ver monumentos y, en otros, para conocer costumbres y tradiciones locales interesantes o disfrutar del ambiente. Otras comunidades gestionan los atractivos naturales de las proximidades o alojan a los visitantes de playas, montañas, eventos, etc.

La dimensión social es una de las determinantes de la sostenibilidad. En ella deben tenerse en cuenta las características, costumbres, cultura y necesidades económicas de la comunidad de acogida en la determinación de los objetivos de sostenibilidad que se establezcan en el destino. Los efectos del turismo en la comunidad pueden ser positivos, como la creación de puestos de trabajo, el desarrollo de la actividad económica y la mejora de los servicios sociales, y negativos, como la presión o los daños causados a los recursos y valores culturales locales. La satisfacción de los residentes con el turismo es fundamental para la sostenibilidad. La satisfacción abarca aspectos reales y aspectos que dependen de la percepción, como la masificación, el acceso a puestos de trabajo, la participación en los beneficios, la reacción ante el comportamiento de los turistas, etc. En casos extremos, la hostilidad de la comunidad ha alejado a los turistas. Las medidas del sector para mantener una relación positiva entre anfitriones y turistas pueden prever y prevenir incidentes y efectos negativos.

Los efectos sociales, culturales y económicos del turismo en una comunidad anfitriona están profundamente unidos. Pueden darse sinergias beneficiosas o relaciones inversas entre estas tres áreas de impacto, así como opiniones distintas entre los grupos e individuos de la comunidad sobre lo que resulta beneficioso o perjudicial para ella. En ocasiones, la medida en que la cultura local se incorpora a la experiencia de los turistas es motivo de fricción. Es posible que algunas comunidades tradicionales o indígenas no deseen en absoluto compartir su cultura con los turistas, mientras que comunidades rurales y agrícolas quizá no entiendan qué interés pueden sentir los turistas por su forma de vivir. Aun así, en un mundo cada vez más globalizado, es muy difícil que una comunidad pueda aislarse de los visitantes y del impacto de otras culturas.

Aceptar el desarrollo económico implica con frecuencia aceptar los cambios culturales que acompañan al desarrollo turístico. Tal vez esto ocurra sin que la comunidad tenga oportunidad de decidir si realmente quiere cambiar. Para que el turismo comunitario sea sostenible, hacen falta objetivos comunes, posiblemente establecidos por algún tipo de comité con el apoyo de la comunidad.

Puede que la comunidad, su cultura y sus objetivos turísticos se modifiquen con el tiempo y se vean afectados por los cambios demográficos y la inmigración laboral. Por ejemplo, los jóvenes en edad escolar estarán más interesados en ofrecer excursiones en bicicleta por la montaña que las actividades menos excitantes que realizan sus padres, o quizá el crecimiento satisfactorio del turismo en la comunidad atraiga a nuevos trabajadores de distintos orígenes y con valores diferentes. Esta situación quizá constituya un reto para la comunidad y sin duda acarreará cambios.

Otra parte interesada de gran relevancia para el desarrollo turístico sostenible son las autoridades políticas o figuras institucionales a nivel municipal, regional y nacional (Coelho, 2010). Estas deben mantener un liderazgo político firme para lograr una colaboración amplia y establecer consenso en las decisiones y objetivos de sostenibilidad. La autoridad del destino es fundamental para la aplicación de de los modelos de gestión del desarrollo sostenible que se definan. Las figuras locales desempeñan un papel fundamental porque la mayoría de los problemas y sus soluciones surgen al nivel local, y éste es el lugar en el que interactúan las comunidades receptoras y los turistas, en el que los grupos de agentes están próximos y en el que deben alcanzarse y mantenerse los compromisos. Teniendo en cuenta que tantas decisiones operativas y en materia de política se toman a nivel local, la participación y el apoyo plenos de las autoridades del destino revisten una importancia decisiva. Éstas deberían actuar como catalizador y como coordinadores principales de la elaboración y aplicación de programas estratégicos para la planificación y sostenibilidad de los destinos.

Los gestores de la actividad turística son considerados también otro grupo de influencia sobre la sostenibilidad debido a la presión que ejercen sobre el medio económico y social de la actividad que realizan a través del desarrollo de proyectos turísticos. Esta influencia puede ser positiva en cuanto al número de empleos que se creen y los ingresos que reporten para el destino o negativa en dependencia de la medida en que exploten los recursos (naturales, históricos y culturales) del territorio.

Los medios de comunicación juegan a la vez un rol importante como principales vías para la difusión y divulgación tanto del estado actual del destino como en la creación de estados de opinión con respecto a la necesidad de la sostenibilidad del desarrollo turístico.

La sostenibilidad del turismo será a la vez determinada por los turistas, los cuales constituyen entes incidentes en este proceso. De la satisfacción de los turistas depende que regresen al destino, lo recomienden a otras personas o, por el contrario, desaconsejen a los demás que lo visiten, por lo tanto, es un indicador principal de la sostenibilidad de un destino a largo plazo.

La satisfacción de los turistas se basa en muchos factores diferentes, incluida la gama de lugares de atracción del destino, su posición en el mercado, la calidad de los servicios, las expectativas de los turistas y la experiencia de cada uno de ellos durante su estancia. Muchos de los elementos que influyen en la satisfacción de los turistas (por ejemplo, la limpieza del alojamiento, la seguridad del agua y los alimentos, la amabilidad en el trato) están, por lo menos en parte, dentro de la esfera de acción de los gestores del sector y el destino. Otros (por ejemplo, el clima, la delincuencia, los actos hostiles) no lo están en igual medida.

La satisfacción del turista es el producto de varios factores entre los cuales se encuentran:

  • 1. Impresión de una buena relación calidad-precio;

  • 2. Entorno limpio y seguro;

  • 3. Hospitalidad;

  • 4. Calidad de sitios, eventos, atracciones y servicios relacionados con ellos;

  • 5. Expectativas e intereses. Muchas reacciones dependen de los intereses personales (si el ornitólogo ha visto pájaros, si el esquiador considera que la nieve estaba en buen estado, si el festival local ha interesado al visitante, si la comida estaba a gusto del turista).

No obstante lo anterior la relación que se establece entre los turistas y el destino es bidireccional, pues tal como se ha explicado con anterioridad, no solo el destino, sus características y recursos inciden en la satisfacción de los turistas, sino que también, como parte del proceso de intercambio entre culturas diferentes, con el tiempo se produce un proceso de transculturación el cual resulta inherente a cualquier actividad turística que se desarrolle en un destino durante un tiempo prolongado. Este proceso se puede dar de forma natural o forzada por lo gestores de la actividad buscando la fácil integración de los turistas al medio que visitan. Además de lo anterior los gestores pueden mostrar una imagen estrecha o distorsionada de las costumbres de una región tratando de hacer más atractivos algunos elementos de la cultura del destino turístico a los turistas, lo cual crea la disyuntiva que se plantea por muchos autores de si es necesario una cultura para el turismo en la que se muestre solo lo que el turista quiere ver.

Afortunadamente en la actualidad la sostenibilidad de la actividad turística ha pasado a ser un elemento de competitividad que a la vez se constituye como atractivo para los visitantes. El turismo sostenible además de reportar un alto grado de satisfacción a los turistas debe representar para ellos una experiencia significativa, que los haga más conscientes de los problemas de la sostenibilidad y fomente en ellos unas prácticas turísticas sostenibles.

Ciencia y desarrollo turístico sostenible

A la ciencia le corresponde en la sociedad contemporánea un papel fundamental que requiere que sea interpretada en su articulación estrecha con el conjunto de las relaciones sociales en que ella se inserta como fenómeno social (Castro, 2004).

Estudiar la ciencia significa poder comprender el lugar que ocupa esta categoría en la sociedad y la cultura. La misma se concibe como forma específica de la actividad del hombre de su conducta encaminada a la satisfacción de las necesidades materiales o espirituales, específicamente relacionada con la "producción, difusión y aplicación de conocimientos, actividad institucionalizada generadora de su propia cultura…" (Núñez, 1999), claro que consciente, histórica y socialmente determinada, vinculada con las restantes formas de actividad humana.

Castro (1992), señaló que "los portentosos avances de la ciencia y la tecnología se multiplican diariamente, pero sus beneficios no llegan a la mayoría de la Humanidad, y siguen estando en lo fundamental al servicio de un consumismo irracional que derrocha los recursos limitados y amenaza gravemente la vida en el planeta".

El paradigma de la sostenibilidad enfrenta en la actualidad los obstáculos propios de no ofrecer una guía metodológica y práctica viable, ser tomado como una quimera para implementarse en el mundo actual (González, 2008). Ante tan compleja encrucijada, las interrogantes divagan sobre las alternativas destinadas a aceptar, rechazar o tomar como referente la teoría de la sostenibilidad. Esto presupone una dificultad importante debido a que no existen las mínimas condiciones subjetivas para contar con la elevada dosis de altruismo que requiere la implementación del desarrollo sostenible.

Entre las exigencias que el paradigma del desarrollo turístico sostenible le plantea a la ciencia, se impone la definición de modelos de gestión que constituyan una guía para su gestión, además de la reorientación de las nuevas tecnologías, hacia la sustitución de recursos naturales y a la prevención de la contaminación ambiental, desarrollando programas pertinentes y coherentes que propicien la educación ambiental, contribuyan a mitigar las desigualdades sociales y propicien la búsqueda de la calidad de vida en lugar del nivel de vida de la población.

La base intrínsecamente social del desarrollo sostenible del turismo provoca el estudio de las relaciones sujeto – objeto y sujeto – sujeto que tienen lugar al interior del paradigma de la sostenibilidad.

Las condiciones sociales y económicas de la población local, la forma en que esta, los agentes turísticos y los turistas se relacionen con el medio ambiente natural y social, así como el número de visitantes en el destino, como partes de la realidad objetiva y las percepciones de las partes interesadas y sus expectativas en cuanto a estos rubros desde un punto de vista subjetivo, deben ser las bases para identificar las metas o lo que se ha llamado estado deseado de sostenibilidad.

Los retos que se plantean a la ciencia son la necesidad de la determinación fórmulas para el desarrollo y la aplicación de modelos de desarrollo turístico sostenible a partir de la definición de las interrelaciones que se producen entre elementos componentes de la dimensión social, como la ética y las condiciones y calidad de vida de la población del destino, así como otros intereses de las partes interesadas de forma general y que tienen incidencia en las dimensiones medioambiental y económica. Queda a la ciencia también explicar las influencias de estos factores en el estado de sostenibilidad deseado en aras de la toma de decisiones que contribuyan a su logro.

Las fuerzas sociales que fueron descritas anteriormente determinan las superestructuras que influyen sobre la determinación de los modelos. Es importante señalar que estas superestructuras están determinadas, principalmente por la base económica que las condiciona y sobre la que actúan.

Por su parte, los actores de la dimensión social determinan el enfoque en la determinación de los modelos de análisis a poner en práctica de acuerdo a los objetivos o necesidades de la administración local. Un ejemplo de esto es el enfoque promovido por la OMT que se basa en la identificación de problemas relacionados con la sostenibilidad del turismo para su resolución a partir del diseño de un plan de acción. Waldron y Williams (2002) describen cinco categorías de modelos de análisis del desarrollo sostenible:

  • Basados en el dominio: Se refieren a una gran variedad de problemas de la actividad turística, entre los que se encuentran la relación del turismo con la sociedad, la economía y el medioambiente, aunque no los vinculan con objetivos de la administración.

  • Basados en los objetivos: Se identifican indicadores que responden directamente a objetivos de sostenibilidad, aunque no tienen en cuenta las interrelaciones intrínsecas.

  • Sectoriales: Responden a la función de un grupo de gestión específico, y son de ayuda al evaluar la respuesta de la administración a un problema específico.

  • Basados en los problemas: por lo general proveen una respuesta a corto plazo con respecto al problema del momento, mientras que las implicaciones a largo plazo pueden no tomarse en cuenta.

  • Modelos causales: Estos evalúan las condiciones existentes, problemas y respuestas pero las interacciones al interior de cada elemento no son tomadas en cuenta.

Desde el punto de vista de las relaciones entre los actores, éstas se manifiestan en el nivel de complejidad con que se aborda el estudio del fenómeno, e incluso en la selección de los métodos correspondientes (Schianetz & Kavanagh, 2008). En efecto, a la complejidad inherente al estudio de un fenómeno con un sinnúmero de dimensiones o variables independientes y relacionadas, se añade la incertidumbre en la selección correcta de los métodos a emplear en los estudios. De hecho, la incertidumbre en la evaluación de la sostenibilidad es el resultado del nivel extremadamente alto de complejidad de las relaciones que se establecen entre los sistemas naturales, sociales y económicos que se pretenden modelar.

Por su parte, las estructuras definidas en la dimensión social determinan el alcance y los objetivos de los estudios científicos sobre el desarrollo turístico sostenible. De hecho la mayor parte de la comunidad científica que estudia el turismo sostenible y sus modelos de desarrollo coincide en la necesidad de la implicación de las partes interesadas en la determinación de los objetivos de sostenibilidad de los destinos para lograr su compromiso en la aplicación de los planes de acción que sean determinados.

Por último, las diferencias entre los tipos de procesos sociales que caracterizan al estudio del fenómeno determinan su carácter disciplinario, transdisciplinario e interdisciplinario. En efecto, muchos de los estudios científicos relativos a la sostenibilidad abordan la gestión de una de las dimensiones, limitándose a la obtención de resultados en una sola especialidad para la solución de un problema específico con un método determinado, por ejemplo la gestión de residuos en zonas costeras, la protección a los ecosistemas o la preservación del patrimonio histórico – cultural. Los procesos organizacionales que tributan a la realización de intentos como los de la UNESCO, la OMT, la OECD y el WTTC por realizar guías para la gestión sostenible de destinos turísticos y la definición de indicadores para su evaluación o la realización de acuerdos como el Convenio para el Establecimiento de la Zona de Turismo Sustentable del Caribe (2007), se pueden comprender como transdisciplinarios, entendiendo como tal la investigación que "…está constituida por una completa integración teorética y práctica. En ella, los participantes transcienden las propias disciplinas (o las ven sólo como complementarias) logrando crear un nuevo mapa cognitivo común sobre el problema en cuestión, es decir, llegan a compartir un marco epistémico amplio y una cierta meta-metodología que les sirven para integrar conceptualmente las diferentes orientaciones de sus análisis: postulados o principios básicos, perspectivas o enfoques, procesos metodológicos, instrumentos conceptuales, etc. (Martínez, 2003:4). Por su parte, los procesos clave, siguiendo la misma lógica enunciada en su definición, son por su propia naturaleza interdisciplinarios ya que  "en la interdisciplinariedad es la finalidad práctica la que determina la división de los hechos que deben estudiarse; estos reciben de ella la transmutación necesaria para la objetivación de los fenómenos, es decir, a su presentación científica." (Sinaceur, 1982:28). Este carácter interdisciplinario se deduce del nivel de complejidad que se describió con anterioridad.

La ciencia y la sociedad en la evaluación de la sostenibilidad turística

La evaluación como medio de diagnosticar el estado de un destino ante la adopción de una voluntad de desarrollo hacia la sostenibilidad, como vía de evaluar los resultados alcanzados después de la puesta en práctica de un plan de acciones basado en ciertos objetivos o como fuente de definición de las áreas de actuación para acercarse cada vez más al estado deseado, se torna inmensamente compleja ante las características del fenómeno que ha sido descrito hasta este momento.

Esta complejidad ha determinado que la comunidad científica se haya movido hacia la adopción de indicadores para evaluar la sostenibilidad adoptando los más variados procesos de evaluación, métodos de determinación y análisis de indicadores y a la vez de definición de los niveles de sostenibilidad del destino.

A modo de resumen de la multiplicidad de estudios que abordan la evaluación de la sostenibilidad turística se pueden identificar cinco pasos fundamentales e la determinación de la sostenibilidad de un destino turístico:

  • 1. Determinación de los objetivos de sostenibilidad del destino.

  • 2. Identificación de las dimensiones e indicadores para la evaluación.

  • 3. Determinación de la escala de evaluación.

  • 4. Recopilación de datos y análisis de los indicadores.

  • 5. Definición de los niveles de la sostenibilidad del destino.

En este proceso básico interviene el equipo que lleva a cabo la evaluación, el cual debe estar constituido por académicos o consultores especializados, los cuales determinarán los métodos de análisis a adoptar de acuerdo a su área de especialización, pues debe recordarse que al ser el desarrollo sostenible un fenómeno transdisciplinario e interdisciplinario pueden adoptarse modelos matemáticos, gráficos, geoecológicos, etc., para el análisis de datos (Salinas et al, 2008; Mascarenhas, et. al, 2010; Cernat & Gourdon, 2012). Además, también tienen una participación importante las partes interesadas del destino las cuales juegan un papel fundamental en la sostenibilidad turística.

En la identificación de las dimensiones e indicadores a evaluar existen tres métodos fundamentales los cuales van a depender también del criterio de los investigadores que llevan a cabo la evaluación. Estos son:

  • 1. Revisión bibliográfica: La utilización del total de indicadores que aparecen en la bibliografía sobre el tema, entre las que destaca el listado de indicadores para la evaluación de la sostenibilidad de destinos emitida por la OMT, los cuales son adaptados y utilizados en dependencia de su ajuste a las condiciones del destino de acuerdo con el criterio de los investigadores. Los indicadores a medir se escogen en base a los estudios anteriores y de acuerdo a la capacidad explicativa y nivel de significación del indicador para medir la sostenibilidad de la actividad turística, su claridad a la hora de ser interpretados y su posibilidad para establecer comparaciones futuras.

  • 2. Definición de indicadores de acuerdo con el criterio de las partes interesadas del destino turístico: Se realizan talleres con las partes interesadas (de 12 a 30 personas que incluyan a la administración local, agencias de desarrollo, ONGs, dueños de negocios y asociaciones, asociaciones profesionales y sindicatos, universidades, la prensa, etc.). Se escogen indicadores que respondan a los objetivos de la administración local, plan maestro e informes de análisis de impactos. Resultan seleccionados los indicadores que permiten evaluar condiciones que afectan, según criterio de las partes interesadas, el equilibrio que debe constituir la base de la sostenibilidad.

  • Partes: 1, 2
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