Impacto de los libros de autoayuda en el desarrollo de la sociedad en el siglo XXI (página 2)
Enviado por Susana Astohuaman Gómez
Abandonar el alcohol. Amasar fortunas. Ser exitoso en el trabajo. Hacer el amor espléndidamente. Lograr un cuerpo perfecto. Alcanzar armonía espiritual. Los títulos abruman y los textos colman las góndolas de las librerías, los supermercados, las farmacias, las estaciones de servicio. Se ofrecen como guías de viaje, como manuales de supervivencia. A diez, veinte, treinta pesos. Sólo se trata de leer unas cuantas páginas. La tentación es fuerte, por eso son un éxito.
¿Sirven los libros de autoayuda? En el mundo literario la opinión es casi unánime: las críticas destrozan estos textos, tratándolos, en el mejor de los casos, como un género menor. La otra opción es simplemente ignorarlos, aunque encabecen las listas de best-séllers durante meses. Pero más allá del estilo de la narración o la riqueza del lenguaje, estos libros tienen sentido. Eso, sostienen algunos psicólogos, psiquiatras, filósofos. Y otra cosa en la que todos también concuerdan: no hacen mal a nadie.
"El ser humano busca siempre un referente externo de lo que le pasa. El libro de autoayuda es una producción cultural, y si está bien escrito es de mucha utilidad, porque instruye, orienta, hace compañía", asegura el psiquiatra y psicoanalista Humberto Gobbi. Y agrega: "La lectura de estos textos en general es el paso previo de otras actividades, como seguir un curso, un taller o hacer una consulta profesional. Funcionan como estímulos o palancas para hacer otras cosas".
La filósofa Esther Díaz no los defiende ni los ataca, pero sí los justifica. "En algunos casos pueden ser muy útiles. Conozco personas que mejoraron su calidad de vida con ellos. Es cierto que la gente que los lee probablemente nunca lea algo de filosofía dura, pero esta es una buena forma de entrar al maravilloso mundo de la lectura. Por otra parte, habla bien de una persona buscar ayuda aunque sea así, porque significa que no se dio por vencida. Igual, hay que tener presente que no son mágicos y tienen sus límites".
De esto habla Abel Fainstein, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina. "La autoayuda es posible. Estos libros sirven porque dan instrumentos, orientaciones y pautas generales para solucionar los problemas de la gente. Pero hay que saber que tienen un tope de utilidad que está en el propio dinamismo del inconsciente. El ejemplo más claro se da con un masoquista cuyo límite justamente es que no va a autoayudarse. La idea de que uno puede arreglar sus cosas es muy tentadora, pero no hay que entusiasmarse demasiado, estos libros no resuelven toda la vida".
Para el psicólogo Juan Carlos Volnovich, el éxito de estos libros se debe a la necesidad de comprensión, afecto y espiritualidad en una sociedad acostumbrada al consumo de bienes materiales: "La gente busca ávidamente espiritualidad, algo con lo cual sentirse comprendida. Tiene que ver con la falta de espacios afectivos.
Estos libros no aportan nada nuevo, refuerzan estereotipos, convenciones. Y provocan una mezcla de satisfacción y frustración, por eso se consume uno tras otro".
Y para eso está el mercado (ver recuadro…). O los propios autores. Enrique Mariscal, por ejemplo, publicó 15 obras (300.000 ejemplares): "Mis libros son de compromiso social, de transformación personal, de ampliación perceptiva, inteligencia práctica, desarrollo emocional, auto ironía, lenguaje metafórico, simbología, buen humor, inspiración y pensamiento de síntesis", dice.
Y sigue: "No escribo para entretener o eludir los problemas sino para encontrar la armonía desde una visión positiva de las dificultades. Debemos aprender a vivir en la incertidumbre y la confusión sin enloquecer. La gente busca seguridad, salvamento de emergencia, no quiere sufrir más. Mis libros convocan potencialidades de la identidad que se expresan con siete palabras esenciales: alegría, conciencia, gratitud, libertad, paz, renacimiento y servicio. ¿Existen libros de auto complicación? ¿Hay salvavidas de plomo?".
1.4 SOBRE MÉTODOS Y CONCEPTOS LOS LIBROS DE AUTOAYUDA EN LA SOCIEDAD EN EL SIGLO XXI
Una vez que tenemos claro el objetivo que queremos lograr, y decidimos tomar una actitud activa para lograrlo, ya tenemos ganada la mitad de la carrera. Pero la pregunta ineludible con la que nos encontraremos es ¿Cómo lograrlo? Es claro que con intención solamente no se pueden alcanzar los resultados deseados: para aprender a tocar un instrumento, hay que ir a un conservatorio, o comprar un libro de enseñanza, o conseguir un profesor particular, o pasársela por meses practicando y practicando.
Puede haber varios caminos, pero lo que seguro no sirve es quedarse con la intención "quisiera aprender a tocar" y esperando sentado a que el aprendizaje llegue solo.
Cada uno de esos caminos es un método. Y lo mismo se aplica a los cuatro niveles expresados en el punto anterior. Centrémonos en las metas respecto a nuestra personalidad. ¿Qué métodos hay para seguir si queremos superar un trauma, desarrollar la creatividad, o aprender a ser más calmo y paciente? Muchos, sin duda. Y muchos más aún los que podemos crear, ajustados a nuestra situación específica, si entendemos la mecánica.
Están los métodos del psicoanálisis, de la psicología conductista y la logoterapia.
Los métodos que proponen los autores de inteligencia emocional, y los de libros de autoayuda en general.
También hay métodos más específicos como los trabajos con sueños, auto hipnosis, sugestión subliminal, terapias con flores, y otros tipos de terapias.
Si vamos a una librería, con seguridad encontraremos infinidad de literatura con alternativas para la solución de nuestro problema. ¿Cuál elegir? Cada uno deberá ir reconociendo en su propia experiencia qué métodos le han dado mejores resultados. Conocerlos, conocerse, y aprender a crearlos y ajustarlos según necesidad.
Pero lo más importante que deseo transmitirles aquí, es que hay que ser siempre conscientes del alcance de los métodos. No se puede pretender todo de un método. Como la palabra lo indica, es sólo un camino hacia nuestro objetivo, pero el camino debemos recorrerlo nosotros. Si nos limitamos a seguir el método por un tiempo, y no alcanzamos nuestro objetivo, nos sentiremos frustrados, y estaremos igual o peor que cuando empezamos.
La clave es correr el método hacia un costado y en el centro poner a nuestro camino. Ir concentrados en avanzar, y cuando sentimos que el método no tiene más que aportarnos, abandonarlo, y quizás pasar a otro, pero encontrándonos más avanzados que cuando empezamos. Y esto se logra a través de la adquisición de conceptos.
Sólo cuando lleguemos a asimilar un concepto y volverlo parte de nuestras rutinas cerebrales habituales, podremos dejar de lado los métodos y dar por cumplido un objetivo.
Veamos un ejemplo para ser más claros: Supongamos que nuestro objetivo es aprender a ser más organizados.
Como primer método, adquirimos una agenda. Comenzamos a anotar todas nuestras obligaciones en ella. Tratamos de acordarnos de consultarla permanentemente. Nos parece que vamos bien, que ya estamos más organizados. Pero un día perdemos la agenda, o simplemente nos aburrimos de ella y de a poco dejamos de usarla. No habremos avanzado nada en nuestro camino a la organización. El método dejado de lado, ningún aprendizaje, ninguna rutina cerebral nueva: un fracaso.
¿Qué falló? Que no adquirimos el concepto. Si en lugar de centrarnos en el método (en este caso la agenda) nos hubiésemos centrado en la adquisición del concepto de organización, dándole importancia a cada momento en el que recurríamos a la agenda con la intención de hacer las cosas bien, grabándolos en nuestro cerebro; y si de a poco hubiésemos intentado recordar los compromisos sin necesidad de leerlos, los resultados habrían sido muy distintos. El concepto se/ habría instalado en nuestro cerebro, aunque sea parcialmente porque a veces las cosas no son tan fáciles, pero estaríamos más avanzados que cuando empezamos. Si de esta forma llegado un momento perdemos la agenda o la dejamos de lado por aburrimiento o por sentir que ya cumplió su función, no sería un fracaso. Sería un paso más en el camino. Puede ser que no seamos ya los más organizados del mundo, pero hicimos un aprendizaje.
Nuestro cerebro se habituó a pensar en los compromisos, a estar atento, a entender los tiempos, a afinar la memoria y la responsabilidad. Estamos mejor que antes. El método cumplió su objetivo porque ayudó a fijar el concepto en nuestra mente.
Como conclusión, si hemos probado un método para cambiar algún aspecto de nuestra personalidad, y nos falló no debemos echarle la culpa al método y buscar otro. Si nosotros no nos ponemos en actitud de aprendizaje todos van a fallar, por buenos que sean. Si en cambio los ponemos en su lugar (como una ayuda, un camino), y mantenemos por encima de todo la conciencia de lo que estamos haciendo, y la incorporación de conceptos y nuevas rutinas, llegará el momento en que ya sea un hábito adquirido, y no requiera más energía de nuestra parte.
No tiene sentido comprar miles de libros, seguir miles de técnicas, para intentar superar un determinado problema de nuestra personalidad. Si no ponemos conciencia y voluntad en incorporar el concepto de nada servirá. No esperemos que el método haga el trabajo por nosotros. No es magia: es esfuerzo.
1.5 EFECTOS COLATERALES DEL ÉXITO
Tras una vida vertiginosa, repleta de escollos salvados sin tregua, esta licenciada de Esade y promisoria ejecutiva de ventas de una empresa sueca, consumó inadvertidamente sus más acariciadas quimeras de triunfo. Fue inadvertido porque el día que la ascendieron al sillón ambicionado, sintió algo que no pudo explicarse. Un sentimiento demasiado ajeno a su manera de ser, sanguínea y temperamental. Hipotérmica, reaccionó con una cabal indiferencia. Las felicitaciones de sus compañeros y familiares le parecieron un guión de película donde la protagonista era otra. Todo fue muy distinto de lo que había previsto. Sólo pudo sentir anhedonia, es decir, una incapacidad de percibir satisfacción y placer.
Había sido una precoz luchadora, no se conformaba nunca con menos, si podía lograr más. A la salida de los exámenes solía decir que le habían ido mal para enterarse después que había obtenido la mejor nota. Cualquier discordancia con la perfección era inexcusable. Con ojos radiantes, afirmaba que su meta en la vida era "triunfar" por el mero hecho.
Adicción a los objetivos Al ir creciendo se transformó en una corredora de fondo, obsesionada con la ilusión de alcanzar objetivos seriales, sin darse espacio para disfrutar del placer de obtenerlos. Interiorizó y apuntaló la creencia de que su valor personal estaba equiparado a sus logros. Al ir consiguiendo con facilidad todo lo que se proponía empezó a darse cuenta de que la diversión se terminaba al llegar a la meta. El triunfo se transmutó en pérdida. Se acabó el juego. La diversión se desvaneció bruscamente. ¿ Y ahora qué? Se apoderó de ella la conciencia del vacío, la incapacidad de disfrutar de los laureles. Lo nunca imaginado, no le vio la gracia a su éxito y se hundió en depresión.
El viaje es mejor que el destino Su esfuerzo reflexivo la ayudó a entender que el proceso era la meta en sí misma.
Podía ser mucho más divertido que el objetivo. Descubrió la conveniencia de deleitarse con la acción y prolongar el desarrollo de los acontecimientos previos a la consecución de sus propósitos.
De un plan orientado a la caza de objetivos era preferible pasar a un énfasis en el proceso. Orientación al proceso frente a orientación al objetivo.
Vislumbrar nuestro cielo Dicen los sabios que cada persona tiene su propio cielo. Pero la búsqueda de este cielo a menudo está fuertemente contaminada por variables tóxicas que encubren nuestros profundos deseos. El encuentro con el éxito nos fuerza a un balance que en ocasiones puede ser desalentador y poner al desnudo la frustración por habernos equivocado de cielo. Descubrir en carne propia la dolorosa evidencia de que la meta no nos aportó la armonía y la ventura ambicionadas. Advertir que se ha alcanzado la meta equivocada. Una buena digestión Digerir saludablemente el éxito depende de ciertas habilidades que recomendamos.
. Saber convertir la lucha por el éxito en algo gratificante en sí mismo.
. Tener bien claro que perseguir el éxito es más substancial que el éxito.
. Reconocer que los resultados son mejores si lo estamos pasando bien.
. Aprender a saborear al máximo el presente.
. No saltarse el presente en pos de un hipotético futuro.
. Definir correctamente lo que significa el éxito para nosotros, prescindiendo al máximo de las influencias externas.
1.6 NIVELES DE LOS LIBROS DE AUTOAYUDA EN LA SOCIEDAD EN EL SIGLO XXI
Nuestra propia personalidad: Ella es lo que más de cerca nos toca comprender, dominar y encaminar. Tenemos un poder bastante amplio sobre ella, aunque muchos aspectos, regidos por el inconsciente, los tenemos marcados a fuego y se nos presentan como indomables. Con paciencia, técnica, y sobre todo con el objetivo firme de modificarla para que se acerque a nuestro ideal, podemos ir avanzando. No importa si nunca llegamos, lo que importa es que nuestro camino vaya para adelante, y no sea estanco ni entrópico. Pero, ¿Cómo es la personalidad perfecta? ¿A qué debemos apuntar? Cada uno de nosotros tiene que encontrar la respuesta, pero no debemos buscarla lejos de lo que somos hoy. Sería inútil y frustrante pretender tener la personalidad del vecino, opuesta a nuestras tendencias naturales. Intentar convertirnos en el más sociable del barrio, si somos tímidos, o en un gran deportista si tenemos tendencias intelectuales y nunca habíamos cultivado nuestro físico. Es contraproducente luchar contra esas cosas, porque son reflejo de nuestra configuración genética. Somos así, y contra eso no hay que luchar. Hay que aceptarlo. La personalidad perfecta es nuestra propia personalidad pero depurada, enriquecida, despojada de sus defectos. Si quisiéramos mejorarle el sabor a un guiso, sería ridículo pretender convertirlo en una torta, porque quedaría espantoso. Lo correcto sería condimentarlo y agregarle ingredientes adecuados, para convertirlo en un guiso delicioso, el mejor de todos, pero guiso al fin. Lo mismo ocurre con nuestra personalidad. Cada uno tiene que preguntarse y tener claro ¿Cómo sería MI personalidad perfecta? El equilibrio y el amor son las pistas fundamentales que deben guiar estas respuestas.
Nuestra vida: Más allá de nuestra forma de ser, somos también responsables de// decidir y conseguir lo que queremos que sea de nuestra vida. Planificar si queremos casarnos, formar una familia, de qué quisiéramos trabajar, qué nos gustaría hacer, dónde quisiéramos vivir. Visualizar un ideal para dentro de 10 años, 20, 30 y 40.
Si dejamos que el mundo decida por nosotros, tenemos las de perder. Sólo a los peces muertos se los lleva la corriente.
No se trata de tener un plan detallado. Vivir atado a un cronograma no es la mejor manera de vivir. La vida necesita de naturalidad. Como veremos más adelante, necesitamos percibir las señales que nos envía el universo y dejarnos guiar por ellas. En definitiva, pierde el que intenta dominarlo todo, pero también pierde el que deja todo a la deriva. El secreto está en el equilibrio. En tener conceptos generales de nuestra vida perfecta, y dirigirnos hacia ella, mediante los caminos que el destino va abriendo ante nuestros ojos, y siempre abiertos a modificar el rumbo si vislumbramos otro mejor.
Nuestro entorno: Además de tomar las riendas de nuestra personalidad y de nuestra propia vida, es positivo que también intentemos influir para mejor en todo lo que nos rodea. Comenzando por nuestra propia casa, creando en ella un ambiente amoroso y de felicidad. Continuando con toda nuestra familia, y nuestros amigos, ayudándolos en todo lo que esté a nuestro alcance para solucionar sus problemas, fomentando la virtud, tendiendo siempre nuestra mano, sabiendo escuchar, dar, y recibir. También podemos y debemos ayudar a las personas necesitadas, cuidar nuestro barrio, y nuestra ciudad. Tenemos que entender que no somos individuos aislados, somos parte de un sistema. No podemos estar bien/ si nuestro entorno está mal. No podemos bailar en medio de la suciedad. Y no hay que esperar que las cosas cambien solas, hay que actuar activamente para lograr un avance.
El mundo entero: Deseemos un mundo próspero sin hambre ni guerra. Preguntémonos cómo sería el mundo ideal. Pero que no quede todo en un sueño.
Vayamos hacia allá. Todos y cada uno de nosotros somos los responsables de llevar a la humanidad a buen puerto. ¿Quién si no? No hay que delegar en otros las responsabilidades y sentarse de brazos cruzados a esperar un cambio. Tenemos que ser el cambio. Y si es posible no sólo un grano de arena. La Tierra, el hogar de nuestros tataranietos, nuestro planeta, es nuestro proyecto, no podemos desentendernos de él. Nuevamente en este nivel –el más ambicioso de todos- cada uno debe preguntarse qué puede hacer por el mundo, cuál puede ser/ su papel en el progreso, y dar lo mejor de sí para lograrlo.
Lo importante de reconocer dentro de nuestras mentes los conceptos que componen nuestro ideal en estos cuatro niveles, no es que lo vayamos necesariamente a lograr. Lo importante es que con el tiempo nos vayamos acercando a ese ideal. Que cada día, con cada acción, con cada aprendizaje, nos/ sintamos más y más cerca de él.
Que la vida no corra por su cuenta para donde sea, que nosotros la guiemos hacia una dirección luminosa. Que la vida sea un proceso de permanente mejoría.
El primer paso, en conclusión, es saber lo que queremos hacer de nuestras vidas, y tomar las riendas para que esto se haga realidad.
Dejar de mirar hacia el costado y poner sobre nosotros mismos la responsabilidad de lo que suceda. Hacernos cargo, tomar una actitud protagónica. Emprender el// cambio, y comenzar a avanzar.
1.7 CONCLUSIÓN
. Nos enseña la importancia de descubrir la felicidad en nuestras vidas, de cómo compartir el tiempo en el entorno familiar, social y laboral, ya que los seres humanos de ahora viven en la rutina, el estrés, los problemas familiares, sociales, económicos, etc.
. La enseñanza, producirá grandes cambios en nuestras vidas, sobre todo en la manera de pensar y de cómo actuar frente a diferentes circunstancias de la vida, además descubrir nuestro darma, que es la misión que debemos realizar en la vida.
. Es una jerarquización para alcanzar la felicidad, pasando por diferentes procesos, cada una relacionada con la anterior, hoy en día la gente para conseguir la felicidad trate lo posible, cada una ellas a su manera.
. Solemos vivir como si no fuéramos a morir, acumulando cosas materiales y metas que creemos nos harán felices, pero de lo que nos damos cuenta es de que hoy podría ser el ultimo día de nuestras vidas, en este libro de autoayuda nos habla como se puede encontrar la verdadera felicidad, el camino es largo y no es fácil, por lo que deberíamos pensar un momento si me fuera a morir hoy al menos quisiera haber sido feliz, aun hay tiempo, si empezamos ahora, solo es cuestión de decidirse a hacerlo.
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http://libros-de-autoayuda.com/autoayuda/que-es-la-autoayuda.html
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