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El español como lengua de poder en el fallido proceso de paz colombiano


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

    1. Objetivos
    2. Marco discursivo
    3. El análisis del discurso
    4. La enunciación en el discurso del proceso de paz colombiano
    5. El corpus de estudio
    6. Anexos
    7. Conclusiones
    8. Bibliografía

    Introducción

    El discurso, al igual que otras prácticas sociales, permite la existencia de asimetrías de poder en una sociedad determinada. Dichas asimetrías le proporcionan a las elites los recursos necesarios para manipular, controlar y dominar a la gente por medio de un discurso que utiliza tanto los canales orales como los escritos que generalmente están a su servicio. De esta forma, la interacción social se complejiza en la medida en que el discurso y la comunicación se convierten en los recursos más esenciales para que los grupos dominantes se perpetúen en el poder. Pero, para develar tales asimetrías se hace necesario analizar las estrategias discursivas[1]que aparecen en determinados discursos como por ejemplo en el caso que nos ocupa, en tres discursos representativos que fueron utilizados para generar y concluir el fallido proceso de paz colombiano.

    Con base en estos principios, y aplicando la metodología del Análisis Crítico del Discurso, esta investigación pretende ofrecer una descripción detallada de las estrategias discursivas que aparecen en tres discursos que representan a su vez al gobierno colombiano, la disidencia encabezada por el grupo guerrillero de las FARC-EP y la sociedad civil cuya voz la retoma la Comisión de Notables. Se analizarán sus discursos y su función como instrumentos en la transmisión persuasiva de perjuicios, creencias, actitudes, legitimación ideológica, entre otros, así como su incidencia en las clases no dominantes.

    El análisis crítico del discurso posibilita múltiples perspectivas para afrontar una investigación. En este trabajo se ha optado por centrar el análisis en torno al triángulo teórico constituido por las tres dimensiones principales del discurso que son: discurso – cognición – sociedad (Van Dijk, 2000:23). Y como se espera que el estudio sobre el discurso formule teorías que expliquen las relaciones entre el uso del lenguaje, las creencias y la interacción social, y planteando de antemano que cualquier definición sobre el discurso solo queda en el plano de una aproximación (Van Dijk, 2000:21), en este trabajo, de forma simplificada, y siguiendo las dimensiones principales[2]del discurso expuestas por Van Dijk, se entiende por discurso[3]cualquier evento comunicativo, sea oral o escrito, así como los elementos paraverbales que lo acompañan. Como se ha hecho mención, en nuestro caso el "discurso" se refiere al conjunto de tres discursos producidos en su momento por el gobierno colombiano, la sociedad civil y la disidencia, los mismos que componen el corpus a analizar y que se han seleccionado teniendo en cuenta las numerosas publicaciones aparecidas entre 1999 y 2002. Por "cognición" se entiende el conjunto de creencias, emociones, representaciones y estructuras mentales involucradas en los procesos de producción y comprensión de los discursos que conforman el corpus. Por "sociedad" se entiende el conjunto de relaciones que se establecen entre los grupos y sus características como dominación – gobierno nacional – disidencia –guerrilla colombiana, más concretamente las FARC – EP – y sociedad civil, representada por el grupo de notables, de quienes se hablará más adelante.

    En una situación de asimetría social[4]y discursiva, como es la colombiana, el discurso del grupo privilegiado parece poseer un halo de prestigio que le permite ciertas ganancias sobre aquellos que no tienen acceso al discurso público – los que no pueden –decir –, los excluidos[5]Dicha ganancia tiene que ver con la reproducción del discurso dominante por parte de aquellos que necesitan de alguna manera explicar y entender la realidad en la que interactúan. Es por eso que en Colombia desde que la paz se convirtió en una política de estado todos hablan de ella: desde las elites de gobierno[6]que han visto amenazada su estabilidad y sus finanzas con el incremento de la violencia[7]los grupos no dominantes que han sufrido en carne propia la truculencia de un conflicto que ha durado más de cincuenta años; hasta los grupos guerrilleros[8]representados en este caso por el más poderoso de ellos, Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejercito del Pueblo (en adelante FARC –EP), una guerrilla que ha ido abandonando sus alianzas con los sectores urbanos y su política de masas con los campesinos, la misma que los hizo tan fuertes en los años sesenta, para optar por la lógica de que la guerra se sostiene con la guerra; una guerrilla que sigue sin abandonar la visión política del país rural y que está convencida de que alcanzará el poder con los fusiles, los mismos que ha debido utilizar cuando se encontró de frente con los grupos paramilitares que contaron y cuentan con el apoyo de las elites burguesas[9]sus eternos enemigos.

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