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El Centro Espírita (página 2)


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Pero aquí surge un problema fundamental. La teoría es muy bonita y todos la sabemos, pero la realidad es que por lo general en un grupo espírita no siempre hay afinidad entre los miembros. Unos ven las cosas de una forma y otros de otra, unos tienen una opinión y otros otra al respecto de las mismas cuestiones, y como consecuencia de esto, surgen diferencias entre las personas que concurren al grupo.

Esto es algo normal y hace parte de la propia naturaleza del espiritismo. Como sabemos, en él no hay sumos pontífices, no hay jerarquías, no hay dogmas de fe, no hay procedimientos estándares que hay que cumplir, no hay reglas inamovibles dictadas por ninguna autoridad, en definitiva, la libertad es una de las premisas en las que se basa el espiritismo, y de esta forma, cada quien tiene la posibilidad de tener sus propias opiniones en relación a la dirección y actividades que desea para el grupo.

Esto, que es algo muy bueno y positivo si se sabe entender, puede convertirse en un problema cuando aún no hemos aprendido a respetar a los otros y consideramos nuestra opinión por encima de la de los demás miembros del grupo. Cuando así sucede, comienza para nosotros una lucha personal en la que intentamos imponer nuestras ideas y puntos de vista, y a la vez, surge una actitud de desprestigio hacia aquel o aquellos que consideramos que están equivocados, lo que es grave y peligroso para el grupo.

Muchos grupos han pasado por graves momentos de crisis precisamente por esto, y el problema no es solo que se pasen esos momentos, el problema fundamental es que el grupo se desestructure por esto. Ahora bien, ¿cómo proceder en un grupo en tal caso?

Sin pretender decir a nadie qué es lo que debe de hacer, pienso que en todo momento debemos asumir una postura de respeto hacia aquel o aquellos que no compartan nuestra forma de ver las cosas. Ese respeto está basado en la propuesta espírita de amor al prójimo, y no se puede amar si no se respeta, ya que cada uno de nosotros tiene una forma distinta de ver las cosas a la que llamamos libertad de conciencia, y a nadie le gusta que no se le respete esa libertad, por lo que si a nosotros nos gusta ser respetados, es normal que aprendamos también a respetar a los demás. Cuando amamos a alguien porque esa persona es como nosotros queremos que sea, realmente estamos amándonos a nosotros mismos proyectados en esa persona. El amor real se basa en amar a los demás como ellos son y no porque son como nosotros queremos. Por lo tanto, el primer sentimiento cuando existan antagonismos habrá de ser un sentimiento de respeto hacia los demás, traducido en la actitud de escuchar y reflexionar las opiniones de los demás con sinceridad, sin pretendida superioridad y con la firme convicción de que ellas pueden ser también correctas o buenas.

En segundo lugar, analizar de forma cuidadosa y fría la situación. La doctrina espírita, que adopta la moral Cristiana, nos habla en relación a la ceguera que existe en todos nosotros a la hora de valorar nuestro criterio frente al de los demás, y usando unas palabras de Jesús nos alerta a este respecto: "Veis la paja en el ojo ajeno y no la biga en el vuestro". Por lo tanto es importante que hagamos un análisis criterioso y sincero de nuestra postura y la antagónica, pues puede ser que la nuestra no sea totalmente cierta y la del otro no sea totalmente equivocada.

Hace un tiempo, estuve escuchando a un político de nuestro país en una entrevista y decía: -Es importante para nosotros escuchar a los que son nuestros contrarios, no por respeto, que también, sino porque puede que ellos tengan razón. Esta postura me parece sumamente inteligente y propia de un espírita que se cuida en aplicar la moral que le enseña la doctrina, pero para llevarla a cabo hay que desterrar un sentimiento del que nos habla mucho el espiritismo, y nos lo presenta como uno de los sentimientos que más daño pueden hacer a la marcha y progreso del espiritismo: "El orgullo".

Si aprendiéramos a actuar de esta forma dentro de nuestras instituciones espíritas cuántos problemas y conflictos no serían evitados, y cuantas disputas no serían acalladas por la prudencia y el buen sentido. Ante esto siempre surge la pregunta: ¿Pero, y si tengo razón? ¿Y si es verdad que mi postura es la correcta? -Ante esto cabe responder: -Si es así, con más razón tendremos que escuchar a los otros, con más razón habremos de usar la paciencia y la serenidad, con más razón cumpliremos con la moral espírita.

Si lo que buscamos es el bien del grupo, que a la larga es el bien de la sociedad, tanto espiritual como material, en todo momento buscaremos que la paz reine en él, y confiaremos en dos factores que la experiencia nos han demostrado son los elementos del progreso: El buen proceder y el tiempo. Cuando nuestro comportamiento está basado en el bien general y usamos la lógica para exponer nuestros argumentos, respetando siempre los argumentos de los demás, el tiempo se encarga de ir situando cada cosa en su sitio. Eso no significa que nos callemos y dejemos las cosas estar, ni mucho menos. Es un deber nuestro presentar siempre de forma clara nuestra postura, pero presentar no es imponer. Además es imprescindible que tengamos siempre en cuenta que para cada cosa hay un lugar y un momento oportuno, usando por lo tanto el momento y el lugar oportuno para llevar a cabo nuestras propuestas, siempre, repetimos, con un sentimiento fraterno y buscando el bien general. Por lo tanto, si consideramos que nuestra postura en determinado aspecto es la correcta, busquemos exponerla con la mayor claridad posible en las reuniones donde han de ser expuestas, y sometámosla al criterio de la mayoría. Si la propuesta es lógica y positiva para el grupo generalmente será aceptada. Si no lo es, solo nos queda respetar la posición mayoritaria y aceptarla sin susceptibilidad. Será ahí donde debamos emprender una reflexión profunda y replantearnos nuevamente nuestra postura antes de considerar que TODOS se equivocan. Si después de analizarla profundamente seguimos considerando que tenemos razón, nos cabe demostrar con el ejemplo, la paciencia y la calma que eso sería bueno para el grupo.

Sobre esta cuestión cabe destacar que los cambios solo se realizan de forma gradual, y que si un grupo tiene un hábito no es fácil introducir nuevas cosas en el seno del mismo. Muchos han fracasado estrepitosamente porque han pretendido realizar en meses lo que es trabajo de años. En estos casos solo con paciencia y paso a paso se podrán realizar los progresos pretendidos.

Dentro del campo de la vivencia fraternal entre los miembros del grupo, hay dos conceptos que me gustaría desarrollar. La unión y la unificación.

La unión es buscar desarrollar sentimientos de fraternidad entre los miembros del grupo, algo de lo que ya hemos hablado, la unificación se refiere a los principios de la doctrina espírita, y sobre esto me quiero extender un poco.

Anteriormente hablamos de que en el espiritismo no hay sumos pontífices y dogmas de fe, tampoco hay quien dirige el espiritismo ni líder alguno, lo que dota al espiritismo de dinamismo y progreso. Pero esto no implica que no exista una unidad en cuanto a las propuestas filosóficas, científicas y morales que presenta el espiritismo. Si no existiese esa unidad, el espiritismo se hubiera convertido en una amalgama de ideas dispares que lo desvirtuarían. Esto sucede en todas las ramas del conocimiento y del saber humano.

El espiritismo tiene su base en la obra monumental de Allan Kardec. Esta obra, que es el resultado de las enseñanzas de los espíritus a través de diversos médiums, codificada y coordinada por Allan Kardec, tiene una propuesta sumamente racional sobre diversos aspectos de la existencia. Esta obra, que surge en el año 1857 con la publicación del libro de los espíritus, a día de hoy permanece completamente actual y fresca. La unificación de todos nosotros estará basada en el estudio racional y con criterio de la obra de Allan Kardec. En ella encontramos los principios en los que se fundamenta el espiritismo, pero lo que es más importante, el por qué se fundamenta en esos principios. Por lo tanto la unificación en el grupo espírita surgirá del conocimiento y del estudio del espiritismo, comenzando por sus obras básicas. Si no lo hacemos así y cada uno trae para el grupo sus propias ideas sobre lo que es el espiritismo, muchas de ellas distantes de lo que realmente es, cada uno de nosotros tendrá puntos de vista doctrinarios dispares, lo que dificultará la unificación de que hablamos.

Cuando proponemos lo anteriormente dicho, no decimos lectura y aceptación de la obra de Kardec, y mucho menos aceptación acrítica. Lo que proponemos es el estudio de las bases en las que se fundamenta el espiritismo, el análisis racional y criterioso de esas bases y el aprendizaje de las mismas. No decimos que debamos estar de acuerdo con todo lo que propone Kardec y sí que si discordamos de algo, sepamos realmente de lo que discordamos y porqué, no discordar sin más, pues muchas de las polémicas que surgen en relación a temas doctrinarios nacen más en cuestiones de forma que de fondo, y principalmente porque no se reflexionó suficientemente sobre la postura espírita. Este es otro de los ejemplos que se deben dar en el grupo espírita.

Pasemos a otra cuestión donde es importante el ejemplo en el grupo espírita. El espiritismo es algo serio. Él se encarga de cuestiones importantes y relevantes del ser humano, por lo tanto, todas las reuniones deberán ser revestidas de la seriedad y el respeto que el espiritismo merece. La seriedad en las reuniones es la vivencia de la seriedad que nos merece el espiritismo a cada uno de nosotros.

Cuando hablamos de seriedad no nos referimos a solemnidad, y mucho menos a que no se pueda mantener un ambiente distendido y agradable. Seriedad no es encorsetamiento en clichés clásicos de una educación que declina, donde la seriedad estaba más vinculada a la apariencia que al fondo. La seriedad en las reuniones se manifestará por la profundidad de las mismas, por el respeto con el que se tocarán los temas espíritas. Además es muy importante el respeto al local de la reunión, donde sabemos que además no solo acudimos nosotros los encarnados, sino que también, y en mayor número, aquellos que ya abandonaron el cuerpo físico. Por eso, cualquier comentario fuera de lugar se debe evitar, considerando que toda expresión verbal genera una reacción en los demás, tanto desencarnados como encarnados.

Otra cuestión muy relacionada con la seriedad es la puntualidad. Las reuniones empiezan a una hora y esa hora debe ser observada por respeto a los asistentes puntuales. Esto no significa que debamos ser rígidos e inflexibles sobre este tema, no pasa nada por esperar alguna que otra vez dos o tres minutos, sobre todo si sabemos que alguien ha tenido un problema independiente de su voluntad, pero como regla general es importante que se observe una hora de inicio para la reunión y que todos la respeten. La hora no será impuesta por nadie, sino se consultará con todos los miembros del grupo y se llegará a un acuerdo, pero una vez que se determine una hora, todos los miembros del grupo procurarán respetarla.

Sobre este tema conviene aclarar, que en ciertas ocasiones la llegada tarde de algún compañero está debidamente justificada. A veces, por motivos personales como puede ser el trabajo profesional, algún miembro solo puede llegar al grupo unos minutos tarde. En estos casos el grupo debe ser comprensivo con el problema y no perder el sentido de las proporciones, sacando el tema de su contesto. No pasa nada si una persona, por razones ajenas a su voluntad, no puede asistir a una hora en concreto. Si esto ocurre el grupo actuará con naturalidad y el miembro que llega tarde entrará a la reunión sin ningún problema. Le cabe, sin embargo, entrar con el mayor respeto posible, como lo haríamos en cualquier otro sitio, procurando sentarse y acompañar la clase sin interrumpir el desarrollo normal de las actividades. A este respecto, el grupo no será distinto a cualquier institución que desenvuelve sus actividades con seriedad.

El ejemplo en el grupo espírita es un factor importante dentro de su dinámica y funcionamiento. Es gracias al ejemplo que dan los miembros del grupo dentro del mismo grupo que se pueden realizar las actividades dentro de un clima de armonía, paz, seriedad y actitud democrática. Por lo tanto, cuestiones como la claridad administrativa, la información completa y detallada a todos los miembros de las cuestiones relativas al grupo, el oír respetuosamente a todos los miembros del grupo sin sentimientos adversos, el esfuerzo por mantener y desarrollar un ambiente de convivencia sana y amistosa, la lucha conjunta, la seriedad como una actitud propia delante de la importancia de las actividades del grupo… en fin, la puesta en práctica de todos los principios morales que nos enseña el espiritismo en relación a nuestros compañeros, será, sin lugar a dudas, una de las condiciones necesarias para el buen éxito de las actividades del grupo.

Parte 2.4

Los servicios del Centro: Los pases

Uno de los servicios más comunes en los grupos espíritas es el de los pases.

Sobre esto, sería necesario hacer algunas anotaciones sobre el valor real de este servicio, y como se encuadra dentro del ámbito del espiritismo.

El pase, (y sin entrar en pormenores sobre él, cosa que no hace parte de este artículo) es una transfusión, -valga esta expresión-, de energías, entre una persona que da y otra que recibe. En realidad, la palabra pase se refiere a los movimientos que con los brazos realiza el magnetizador para la transmisión de energía. El pase no deja de ser, por lo tanto, una técnica que permite la difusión y radiación de las fuerzas energéticas de las que estamos dotados todos los seres humanos.

Actualmente, la existencia de una energía en los seres humanos no es algo ignorado por los investigadores que con sinceridad se dedican a estos estudios. Ya el Dr. Bernard Grad, un Bioquímico e Investigador de la Universidad McGill, en Canadá, realizó interesantes investigaciones al respecto del efecto sanador de la imposición de manos y pases, con resultados claramente evidentes y demostrados. Es más, para evitar el efecto placebo, realizó investigaciones con ratones, e incluso son simientes de cebada, obteniendo igualmente resultados positivos, lo que demuestra la existencia de una fuerza o energía en los seres humanos que puede irradiarse y transmitirse a otros seres vivos u objetos inanimados.

Ahora bien, este efecto, ¿qué tiene que ver con el espiritismo? ¿Se debe aplicar en el centro espírita? Si se aplica, ¿Bajo qué criterios debe hacerse? -A estos interrogantes vamos a intentar responder en este artículo, repitiendo lo dicho anteriormente, que en ningún momento pretendemos, con nuestras opiniones, dar respuestas absolutas y definitivas, sino abrir un marco de estudio y análisis sobre el tema del centro espírita y su importancia.

El espiritismo es una doctrina educativa. Lo hemos repetido en varias ocasiones a lo largo de este trabajo porque pensamos que solo viéndolo así se estaría dimensionándolo en su verdadero contexto. Por lo tanto, su labor más acuciante es la educación del hombre en su aspecto intelectual, moral, social, espiritual… Ella nos presenta el espíritu como la inteligencia dotada de conciencia e individualidad, que tiene la finalidad de progresar. El progreso se realiza gracias al trabajo, en una superación constante de nuestras actitudes y aptitudes, buscando realizaciones cada vez más amplias a medida que vamos adquiriendo conquistas mayores. Esa evolución, al darnos cada vez más comprensión, nos otorga un mayor esclarecimiento, lo que redunda en nuestra paz interior y por extensión en nuestra felicidad. Por lo tanto, en el espiritismo no hay conquistas milagrosas. No existe una barita mágica que nos solucione los problemas, puesto que sabemos que la solución de esos problemas gracias al trabajo y al esfuerzo nos otorga experiencia y conocimiento, lo que nos permite progresar.

Hemos de anotar, que la postura del espiritismo frente a las dificultades no es de una resignación pasiva. Consideramos que ellas existen porque es una realidad y no podemos ignorarlas o pensar que no están, pero sí podemos trabajar y luchar por superarlas, y de esa lucha surge el progreso.

Por eso, en los grupos espíritas se habrá de tener en cuenta esto, y no presentar los pases como un remedio para liberar a las personas de sus problemas y dificultades. Es verdad que el pase tiene un efecto positivo, tanto a nivel físico, a nivel emocional y a nivel espiritual, pero el pase no es la panacea universal que todo lo soluciona y esto debe dejarse claro en el grupo espírita.

Considerando la visión espírita al respecto del ser humano, vemos que estamos constituidos de un cuerpo físico, un espíritu y un cuerpo energético, que Kardec designó con el nombre de periespíritu. Simplificando mucho la cuestión, el espíritu sería el ser inteligente y consciente, en definitiva nosotros. El Cuerpo físico es el elemento que nos vincula a la vida biológica en la tierra, y el periespíritu el cuerpo intermediario, que sirve de lazo entre el espíritu y el cuerpo. Por lo tanto, cuando hay un conflicto en el espíritu, este pasa a reflejarse en la estructura energética del periespíritu, que a su vez lo transmite al cuerpo. El pase tiene efecto a nivel energético en el periespíritu, es decir, cuando hay un desequilibrio energético en él, el pase puede restituir la harmonía, pero si el espíritu no lucha por superar el conflicto, el efecto del pase es momentáneo, ya que la causa del problema se mantiene.

Por esto mismo, observamos muchas veces a personas que van a recibir el pase y salen totalmente revigorizadas, pero al día siguiente vuelven a presentar las mismas preocupaciones, los mismos conflictos, las mismas actitudes perturbadoras.

Entonces, ¿Dónde se encuentra el efecto positivo del pase?

Hay que considerar, para responder a esta pregunta, que cuando un problema que se ha originado en el espíritu ha desestabilizado la estructura energética del periespíritu, e incluso se ha somatizado en el cuerpo físico como una patología, el pase puede restituir las energías periespirituales, lo que aliviará mucho al que lo recibe, otorgándole la claridad mental y espiritual suficiente para rehacerse y trabajar en su propio beneficio. Ya vemos en los evangelios, que cuando Jesús curaba generalmente aconsejaba a los beneficiados cambiar de conducta, advirtiéndoles al respecto de esta necesidad para que no les ocurriera "algo peor". Esta enseñanza de Jesús debe estar siempre presente en el grupo espírita, que no va a advertir, pero si educará en relación a esta realidad.

Por lo expuesto anteriormente, consideramos que el pase tiene relación con la doctrina espírita desde el momento que ella explica cómo se produce el fenómeno, además ofrece una serie de pautas para que su uso sea hecho de forma correcta, sin el mercantilismo y el misticismo del que se revisten otras ideas relacionadas con este fenómeno natural. Por eso mismo, la práctica de los pases en el centro espírita es una labor positiva que puede traer beneficios al grupo, siempre y cuando el grupo no gire en torno de los pases.

Hay ocasiones que las personas acuden al centro espírita con alguna enfermedad física o de orden psicológico, con la idea de que los pases lo curarán. Esto es algo que los miembros del grupo espírita deben tratar con sumo cuidado, aclarándoles que el pase tiene un efecto terapéutico real, pero que no es un remedio absoluto de resultados infalibles. Es más, en ningún momento el grupo espírita se presentará como un remedio para las patologías físicas o psíquicas, que tienen sus especialistas en otros campos del conocimiento. Por lo tanto, el pase nunca sustituirá a ninguna terapia especializada.

Solo desde la ignorancia, -y perdonen la expresión- se puede asumir tal tarea en los grupos espíritas. El espiritismo presenta una filosofía de vida que tiene la finalidad de ayudarnos en nuestro progreso espiritual, dándonos respuestas existenciales en cuanto a la finalidad de nuestra vida y mostrándonos unos patrones de comportamiento que nos ayudan en ese progreso, y es en esto en lo que el centro trabajará. La salud física y psíquica obedece dos factores: Por un lado el espíritu reencarnado y por otro a los mecanismos psicológicos, fisiológicos y biológicos de nuestro organismo. En cuanto a la primera parte, es decir: el espíritu, el espiritismo ofrece los elementos que le dotarán de salud espiritual por medio de un comportamiento ético y moral, y por otro lado, en relación a los mecanismos psicológicos, fisiológicos y biológicos, estos han sido plenamente estudiados por las ciencias médicas y psicológicas, así como diversas terapias alternativas, y que tienen competencia al respecto de las mismas. El espiritismo no utilizará los pases para inmiscuirse en campos que no son de su competencia. Esto es señal de prudencia y buen sentido.

Decíamos al comienzo de esta parte, que se designa como pase a los movimientos que realiza el magnetizador (o pasista) a la hora de trasmitir sus energías. Estos movimientos, ¿tienen alguna finalidad?

La respuesta no es tan sencilla como para encuadrarla dentro de un si o un no. Según los investigadores en el fenómeno del pase, los movimientos tienen una finalidad, y se ha demostrado que ciertos movimientos facilitan la aplicación de los pases. Esto ha de tenerse en cuenta por los pasistas a la hora de aplicarlos, sin embargo sería prudente hacer estos movimientos con la máxima discreción y naturalidad, sin ruidos innecesarios que desconcentran mucho más que ayudan. Los gestos extravagantes, exóticos o impropios del carácter de seriedad y respeto que ofrece el espiritismo se evitarán también por razones obvias.

Solo comento a modo de referencia, -ya que se supone algo completamente sabido-, que en el grupo espírita no se cobrará absolutamente nada por los servicios que se ofrecen, incluido, lógicamente, el pase. De la misma forma, en ningún momento los pasistas o personas encargadas del trabajo del pase prometerán resultados a nadie. En relación a esto último, se habrá de tener mucho cuidado porque es algo muy peligroso, pues cuando se promete un resultado positivo, se genera, de forma inevitable, ciertas expectativas que pueden luego no cumplirse, lo que generará posteriores decepciones en los que asistieron y se les dieron falsas esperanzas. Si la prudencia es importante en las reuniones de estudio, mucho más lo ha de ser en este tipo de servicios, donde sin querer y con la mejor voluntad del mundo, podemos hacer daño a los asistentes.

En conclusión, los pases hacen parte de las tareas relacionadas en el centro espírita, y cabe a los miembros del centro, aplicarlos con inteligencia y responsabilidad, sin atribuirles una importancia excesiva, ni tampoco destituirlos de valor.

Parte 2.5

Los servicios del Centro: Las tareas mediúmnicas

Sobre mediúmnidad se ha escrito mucho y muy variado, por lo que no nos extenderemos en amplias consideraciones sobre la facultad en sí, pero no podemos escribir sobre el centro espírita sin hacer alusión a la gravedad y seriedad con la que se debe encarar el tema mediúmnico, no porque sea el más importante del centro, sino porque no prestar los debidos cuidados a este tema puede traer problemas y conflictos que una cuidadosa y atenta atención evitarían fácilmente.

Si consideramos los motivos por los que la gente acude al grupo espírita, observamos que uno de ellos es por el surgimiento de facultades mediúmnicas que no se comprenden y que causan, en el mejor de los casos, molestias y extrañezas a quienes son portadoras de ellas. Muchas de estas personas ya pasaron por otras ideologías o visitaron a pretendidos médiums que les aconsejaron que debían "desarrollar" la mediúmnidad, y acuden al grupo espírita con este propósito.

Por otro lado, en el propio grupo emergente hay personas con facultades mediúmnicas, unas que han eclosionado y otras que aún no se han manifestado, pero que igualmente están ahí en estado latente, esperando la oportunidad para su eclosión. Es por lo tanto natural, que el grupo espírita busque la realización de actividades mediúmnicas.

Pero, ¿Cuál será la finalidad de estas reuniones? He ahí la pregunta clave.

Si estamos hablando de un grupo espírita, no podemos considerar las reuniones fuera de los parámetros que el espiritismo propone, y por supuesto, la finalidad a de ajustarse plenamente a los principios de ejecución que propone la doctrina espírita. Pero ¿cómo aplicar estos parámetros de ejecución? -Sin ningún tipo de duda, la única forma de aplicarlos es conocerlos, por lo que el estudio de la doctrina espírita en general y en particular de su visión al respecto de la mediúmnidad se hace IMPRESCINDIBLE para el correcto desempeño de la mediúmnidad.

En este caso, el grupo espírita debe crear un grupo mediúmnico, es decir, un grupo de personas que están interesadas en participar de dichas reuniones, teniendo claro todas ellas que la finalidad no podrá ser nunca banal ni por curiosidad o morbo, sino todo lo contrario. La finalidad para asistir al grupo de trabajos mediúmnicos habrá de ser seria, respetuosa y que atienda a un objetivo noble. Antes de pensar en ser partícipe de actividades mediúmnicas, todos debemos preguntarnos sinceramente qué pretendemos con esas actividades, porqué deseamos realizarlas y valorar con honestidad nuestras respuestas. Si así lo hacemos nos evitaremos futuros problemas originados por la falta de pretendidos resultados, que por no ajustarse a la realidad y objetivo del trabajo, no aparecen.

Por ejemplo, si mi finalidad real al participar en reuniones mediúmnicas es la de encontrar pruebas de la inmortalidad del alma, posiblemente después de unas reuniones me desilusione al ver que esas pruebas no vienen, o si vienen lo hacen de una forma distinta a como yo deseaba, y esto a la larga genera desconfianza, desilusión y a la postre, abandono del trabajo mediúmnico. Personalmente asistí a reuniones mediúmnicas de ayuda a espíritus desencarnados, donde el dirigente hacía fotos con una cámara para intentar captar imágenes de los espíritus, usando el flas para ello, con las repercusiones que esto podía tener para posibles efectos de ectoplasmía, necesarios para el atendimiento a ciertos espíritus sufrientes. Por lo tanto, el cuestionarnos sinceramente las verdaderas razones del porqué asistimos a las reuniones mediúmnicas es básico para nuestra adaptación al grupo mediúmnico, a no ser que queramos correr el riesgo de que en vez de ayudar, perjudiquemos el trabajo.

Una vez que tenemos claro qué queremos de la mediúmnidad, (a lo que nos puede ayudar, y mucho, el conocimiento del espiritismo, –y cuando digo conocimiento no me refiero solo a la lectura de algún libro o a la asistencia al grupo durante algunos meses, sino a un estudio racional de los planteamientos de la doctrina espírita), -cuando ya lo tenemos claro, decíamos, llega la hora de pasar a formar parte del grupo mediúmnico, lo que no significa que ya se deba y pueda empezar a trabajar con la mediúmnidad.

Si como dijimos en el párrafo precedente, cuando tenemos claro para qué queremos asistir a las reuniones mediúmnicas, y este deseo coincide con la propuesta que tiene el espiritismo con la mediúmnidad, nos queda la preparación para el trabajo. Esa preparación debe ser estudiada y planificada cuidadosamente por el centro espírita, ofreciendo a los integrantes del grupo mediúmnico una formación correcta y clara de la mediúmnidad, aprendiendo los peligros que una práctica incorrecta acarrea, las dificultades comunes que suelen surgir en el ejercicio de la mediúmnidad, las condiciones necesarias para saber identificar correctamente a los espíritus y un largo etc.

Esta tarea de preparación para las actividades mediúmnicas no puede estar supeditada a un tiempo exacto y determinado. No creo que sea correcto, (siempre hablando desde mi modesta opinión) establecer un tiempo tras el cual ya se pueda comenzar a participar de las reuniones mediúmnicas. Todo dependerá de factores como el interés mostrado, la seriedad con que se enfrente el trabajo, la afinidad con el grupo mediúmnico, la comprensión del espiritismo, la asiduidad a las reuniones de estudio… Serán estas características las que irán dando información al grupo para determinar si se puede ya participar en reuniones de contenido mediúmnico, o aún es mejor esperar un poco más.

Ante esto último, prefiero pecar de prudente a ser aventurero. Si la persona ya está preparada y espera un poco más nada se pierde, pero si no está preparada y se comienza con las actividades mediúmnicas las consecuencias pueden ser desastrosas, como lo demuestra la experiencia en muchos casos. Por otro lado, cuando realmente se tiene interés, se sabe aceptar el periodo de aprendizaje teórico y no se tiene impaciencia por empezar. La impaciencia por empezar suele ser señal de que aún no estamos lo suficientemente preparados para la tarea.

Decía Abraham Lincoln: "Si me dan 8 horas para cortar un árbol, pasaré 7 afilando el hacha" Lo que significa que para hacer un buen trabajo el trabajador debe prepararse convenientemente. Concienciarse de esto evitará muchos quebraderos de cabeza a los miembros de una reunión mediúmnica, y el grupo espírita no puede obviar su responsabilidad delante de los trabajos que se desempeñan bajo su tutela, sin recurrir a las consabidas fugas de responsabilidad cuando algo no sale bien: "Si ha pasado así es porque tenía que ser así" o "Si esta persona abandona el grupo y el trabajo es porque los obsesores la han apartado". Siempre debemos mirar hacia adentro y verificar si hubo responsabilidad de nuestra parte, principalmente para corregir los posibles errores ante futuros problemas.

Bien, el grupo mediúmnico está convenientemente preparado para comenzar las actividades mediúmnicas. ¿Qué hacer? ¿Qué tipo de trabajo se llevará a cabo? ¿Qué papel debe desempeñar cada integrante? ¿Cómo actuar ante posibles problemas o eventualidades?

La respuesta a todas estas preguntas habrá de ser meditada y reflexionada convenientemente por el grupo mediúmnico. Por ejemplo, cuando en la Asociación Espírita de San Carlos del Valle comenzamos los trabajos mediúmnicos, después de estar durante un tiempo de 3 años y algunos meses preparándonos todos los integrantes por medio del estudio, decidimos elaborar lo que llamamos un "Patrón de trabajo para las reuniones mediúmnicas", en el que todo el equipo mediúmnico fuimos elaborando la dinámica que tendrían nuestras reuniones. Para elaborar este patrón de trabajo, nos valimos de varios factores, entre los cuales cabe destacar ciertos libros que hablan sobre reuniones mediúmnicas, nuestra propia experiencia, las condiciones propias del grupo de personas que íbamos a trabajar…

Con ello lo que pretendimos es poder recoger, de forma clara y accesible para todo el mundo, cuál sería la forma de trabajar de nuestro grupo. Durante algunas reuniones nuestro único objetivo fue elaborar dicho patrón de trabajo, procurando contemplar el máximo número de circunstancias previsibles, y la forma en la que se solventarían. De esta forma, la dirección de los trabajos correspondía no a una persona sino a todo el grupo, lo que permitía dos cosas: Tener más opiniones al respecto y evitar que nadie pudiera posteriormente recriminar nada al grupo, puesto que antes de entrar ya sabía la forma de proceder. Este patrón de trabajo no era definitivo, sino que podía ser revisado, ampliado o corregido, a medida que fuesen surgiendo nuevas cuestiones o se verificase qué procedimientos anteriores no estaban bien contemplados. Así pues se abordó temas como el horario, la puntualidad, la incorporación de nuevos miembros, médiums que no ejercen un control de su mediúmnidad en determinado momento, forma de estudiar las comunicaciones, etc., lo que permitía que hubiera homogeneidad entre todos los participantes, ya que el procedimiento había sido delineado entre todos, eso sí, teniendo siempre como base la doctrina espírita.

Por supuesto no pretendo hacer creer a nadie que ese es el mejor procedimiento, lo explico aquí porque me parece que es una forma democrática y sensata de hacer las cosas. Además, pudimos observar que los resultados fueron buenos, lo que no quiere decir que no surgieron problemas y que todo se hizo sin dificultad. No se trata de anular la dificultad o los problemas, lo que es imposible, lo que se pretende es buscar la mejor forma de encontrar una solución. Por eso, considero que la metodización del trabajo mediúmnico es muy importante e imprime un carácter de seriedad necesario para las actividades de orden mediúmnico.

Para terminar la cuestión de las reuniones mediúmnicas en el grupo, me gustaría hacerlo con unas reflexiones en relación al estudio del trabajo. Es importante el estudio teórico de la mediúmnidad, no diría importante, sino imprescindible. Mas si el estudio de la parte teórica de la mediúmnidad es imprescindible, no lo es menos el estudio del trabajo mediúmnico propiamente dicho.

El estudio del trabajo que el grupo mediúmnico realiza tiene la finalidad de permitir que el grupo progrese. Es gracias a ese estudio constante que los médiums van perfeccionando sus facultades mediúmnicas, los médiums de apoyo van aprendiendo a mantenerse cada vez más en sintonía con los guías de la reunión para prestar su valioso auxilio, los pasistas comprenden mejor su papel en la transmisión benéfica de energías saludables y los "adoctrinadores" a ir perfeccionando sus técnicas de auxilio y ayuda a los espíritus sufrientes, además de sintonizar con los espíritus encargados de conversar con los necesitados para esclarecerlos en relación a su situación y el nuevo rumbo a adoptar. Por ello, la sinceridad y la honestidad deben ser compañeras de todo grupo mediúmnico, como también la humildad, única capaz de enseñarnos a ver los errores que lógicamente, como novicios en la materia, vamos cometiendo.

Pero este estudio no solo pretende ver los posibles errores para aprender de ellos y no cometerlos más, sino también las conclusiones y reflexiones que se pueden extraer de todo el trabajo. Consideremos que todos podemos aprender de todos, incluso de nuestros hermanos desencarnados que presentan dificultades y conflictos en el mundo espiritual. Observándolos podremos tener mejor idea del mundo que nos aguarda después de nuestra jornada en la tierra, así como también podemos aprender las consecuencias que tienen nuestros comportamientos, viéndonos reflejados en muchos de ellos. Todo ese material de aprendizaje es necesario para que el grupo crezca y se desarrolle convenientemente, y el grupo espírita habrá de velar por esto, permitiendo y garantizando el progreso constante de las actividades mediúmnicas, como también las del estudio y divulgación.

En síntesis, el centro espírita tiene el deber de velar porque los trabajos se realicen de forma correcta, procurando la seriedad y la elevación de miras, usando siempre la autocrítica y el deseo de mejorarse. Si nosotros como individuos reconocemos nuestras carencias y nuestras metas de progreso, por supuesto que como individuos que trabajamos gregariamente en un bien común, podemos y debemos luchar por el progreso de nuestro grupo, permitiendo que él permanezca saludable por medio de la renovación y el perfeccionamiento del mismo, que empieza, lógicamente, por nuestro propio perfeccionamiento.

Parte 3.1

Otras consideraciones El surgimiento del centro espírita

Agruparemos en esta tercera parte, consideraciones que pensamos son importantes pero cuyo desarrollo es quizás menos voluminoso que las que hemos tratado.

Una de ellas es el surgimiento del centro espírita.

El surgimiento del centro espírita puede ser de dos formas. O bien un grupo de personas que pertenecían a otro centro, y que deciden formar uno nuevo, o personas que simpatizan o tienen conocimientos espíritas pero que no han pertenecido a un grupo anteriormente.

En ambos casos consideramos fundamental tener en cuenta las bases de democracia, respeto, previsión, seriedad… y todas las características importantes que hemos visto anteriormente, como la elaboración de unos estatutos claros y objetivos que cubran las necesidades reales del centro espírita.

Pero en el segundo caso, si no hay experiencia previa, nos surge lógicamente la pregunta: ¿cómo hemos de proceder?

En estos casos donde falta la experiencia de haber pertenecido a otro grupo puede ser conveniente acudir a una persona experimentada. El hecho de acudir a otra persona experimentada no significa que esa persona sea la encargada de la formación del centro, como desgraciadamente en algunas ocasiones se hace. Su papel será de apoyo, ofreciendo siempre ideas precisas y claras para análisis de los miembros del grupo en formación, los cuales, considerarán la experiencia del amigo, pero no tomarán sus orientaciones como dogmas de fe que hay que seguir. En todo caso, esas orientaciones serán analizadas y reflexionadas por los interesados, que podrán, una vez estudiadas convenientemente, adoptarlas o no, según las necesidades.

Es muy importante desde nuestro punto de vista, que desde el comienzo todas las personas se vean con posibilidad de opinar y participar en la formación del grupo, puesto que esto es un estímulo que siempre es bien recibido por todos. Naturalmente vamos a sentirnos mejor si somos parte activa del proceso de formación, que si alguien llega y nos dice lo que hay que hacer y cómo hacerlo, sin habernos preguntado nuestra opinión.

A este respecto me gustaría comentar una experiencia personal.

En cierta ocasión me invitaron a dar una pequeña charla a un grupo en vías de formación. Estábamos explicando qué era el espiritismo, y hablaba de cómo el Codificador había sentado las bases espíritas en base al análisis con criterio, a la lógica empleada por él para sustentar sus argumentos, y de cómo el estudio del espiritismo es un proceso analítico, preguntándonos el porqué de cada propuesta espírita y aceptándola cuando satisface a nuestra razón.

En determinado momento de la exposición llamaron a la puerta, y entró una persona con 5 volúmenes fotocopiados y encuadernados, los dejó caer en la mesa y sentenció:

-Aquí os traigo un Curso de espiritismo. Desde la próxima reunión se va a estudiar esto. Quien quiera bien y quien no, pues no tiene porqué venir. – Y calló.

Se hizo un silencio sepulcral ante aquella forma de irrumpir en una reunión ya comenzada, y notaba como las personas me miraban preguntándome: -¿Y esto?

Como nadie hablábamos, la misma persona que había sentenciado en cuanto al procedimiento que se adoptaría en el grupo, volvió a decir: -El espiritismo es muy serio y hay que estudiarlo con seriedad, y dejarnos de tonterías que no conducen a ningún lugar.

Nuevamente se hizo silencio y pude percibir el malestar de todos los asistentes. Después de la pausa natural, le expliqué que estábamos hablando sobre lo que es y no es el espiritismo, y que efectivamente estaba de acuerdo en relación a la seriedad, siendo necesario para aplicarla un profundo respeto a la Doctrina Espírita. Desvié de alguna manera la atención de lo ocurrido hablando de los sincretismos y como afectan a la doctrina espírita, para concluir haciendo alusión a la necesidad de respetar a los demás.

Personalmente conozco esos cursos. Los hemos impartido ya en 3 ocasiones en diferentes centros espíritas y reconozco su valor, pero me pregunto: -¿Es la mejor opción imponerlos? -Desde mi punto de vista creo que no, en base a que todo lo que se impone crea rechazo.

En este caso, considero que nuestra mejor opción es presentar los cursos al grupo en formación, hablar de cómo han surgido y la necesidad de ellos, explicar los métodos que emplean, los resultados que se han obtenido aplicándolos, las ventajas y los inconvenientes que tienen. De esta forma el resto de personas tienen una idea sobre ellos, su utilidad y la forma de aplicarlos, y pueden valorarlos con criterio. Sería bueno también permitir que se nos hagan las preguntas que consideren oportunas, así como las observaciones y objeciones, siendo esto muy positivo para aclarar posibles dudas. En resumen, aportar un apoyo al grupo permitiendo que sea él quien tome las decisiones.

Parte 3.2

Otras consideraciones – La oración

Es muy común, en los grupos espíritas, comenzar las reuniones con una oración. Esto constituye una práctica saludable, puesto que la oración es una elevación de pensamientos que nos ayuda a sintonizar con los buenos espíritus y prepararnos interiormente para la reunión.

Sin embargo, la oración en el espiritismo debe ser encuadrada dentro de los parámetros en la que la estableció el propio codificador, es decir, en la importancia del pensamiento por encima de la forma.

Una oración, para ser eficaz, debe estar acompañada por el pensamiento, tanto del que la dice como del resto de asistentes. Si la oración no está acompañada por el pensamiento y es simplemente un rezo, una retahíla de palabras que no dicen nada, o que si dicen no son acompañadas por el pensamiento, de nada sirve, y su acción es nula.

Por eso, es que Kardec insiste en que la oración, para ser eficaz, debe ser comprensible, es decir, se debe poder entender qué quiere decir y porqué.

Por lo tanto, comenzar las reuniones con una oración es, como dijimos al principio, una buena práctica, pero es importante que la oración sea dicha de forma sencilla, sin florituras ni ambigüedades, evitando "adoctrinar" en la misma. Se evitará hacer oraciones largas que terminan por cansar a los asistentes, haciendo que pierdan la concentración y creando, de esta forma, un clima opuesto al que se pretende crear.

Parte 3.3

Otras consideraciones – La disciplina

Para hablar de disciplina, me gustaría contar un caso de Chico Xavier.

Cuando comenzaba con sus trabajos mediúmnicos, en una ocasión Emmanuel se le presentó y le dijo:

-Chico, ¿quieres dedicarte al trabajo de la mediúmnidad?

-Si, por supuesto.

-Entonces te son necesarios tres requisitos: El primero, es la disciplina.

-¿Y el segundo?

-La disciplina

-¿Y el tercero?

-La disciplina.

Esta recomendación de Emmanuel a Chico revela lo importante que es la disciplina para hacer algo de provecho. Cuando necesitamos realizar un trabajo, independientemente del campo en el que sea, necesitamos de un orden y una disciplina para su realización, pues si nos abandonamos al desorden y a la desorganización, al final el trabajo no se hace.

La disciplina, en esencia, significa la coordinación de una serie de actitudes con la finalidad de desarrollar una serie de habilidades, o bien, para seguir un determinado código de conducta u orden.

La disciplina es un concepto que no se ha entendido correctamente, y ha conllevado un abuso por parte de los que han intentado aplicarla o instruirla, pues en muchas ocasiones ha sido impuesta, vulnerando los derechos de libertad, justicia y solidaridad. Véase, por ejemplo, ciertas disciplinas dictatoriales o militares y se podrá tener una clara idea de lo que la disciplina mal entendida puede conllevar.

El grupo espírita necesita de un orden. Esto es lógico para la buena marcha de sus trabajos, además de la necesidad de mantener una armonía en las reuniones. A este orden se le puede llamar, si se quiere disciplina, pero es necesario entender que esta disciplina no podrá nunca ser impuesta a los miembros de un grupo, ya que toda imposición genera, lógicamente, un rechazo.

No podemos, a riesgo de faltar a los principios morales que nos propone el espiritismo, convertirnos en censores del comportamiento de los demás, estando más pendientes de la falta de disciplina del resto que de nuestros errores dentro del grupo. En mi experiencia, he podido comprobar que cuando he explica a alguien la necesidad de mantener un orden para la buena armonía de los trabajos, y se hace con sencillez y respeto, en la mayoría de los casos la persona lo entiende e intenta adaptarse a las normas del grupo, pero también he aprendido que cuando se intenta imponer unos parámetros de comportamiento a alguien, esta persona siente que se está vulnerando su libertad, y pasa a reaccionar de forma negativa.

La disciplina, por lo tanto, será un proceso que busque mantener el orden en los trabajos del grupo, sin convertirse en una imposición de normas y actitudes a los demás.

Parte 3.4

Otras consideraciones – Ataques a Religiones, Creencias o Filosofías

En el medio social en el que vivimos, una de las características propias de aquellos que profesan una idea, es la de defenderla por medio de la crítica a otras corrientes de pensamiento que piensan de forma distinta en el mismo campo de estudio. Desde mi punto de vista, esto me parece una falta de argumentos que debíamos meditar.

¿Por qué mi idea es mejor si logro demostrar que otra es peor?

El espiritismo, tal y como nos lo legó Allan Kardec, no defiende sus ideas con ataques a Religiones, Creencias o Filosofías que no piensan de la misma forma que él. Sino que basa su acción en la presentación lógica de sus argumentos, y permite que los demás valoren con total libertad. Por esto mismo, en los grupos espíritas no estaremos preocupados en la crítica o censura a ideas distintas a la nuestra.

Eso no implica que no se pueda hacer un análisis tranquilo e imparcial de otras ideas y formas de ver la realidad. Por el contrario, el espiritismo nos invita al estudio de todo, al análisis de todo y a quedarnos con lo que mejor hable a nuestra razón. Por lo tanto, nuestra postura a este respecto habrá de ser siempre la de presentar el espiritismo como él es, argumentando sus principios y presentándolos con la mayor claridad posible, y que cada quien juzgue, analice y evalúe sus propuestas y se quede con lo que mejor le parezca.

Parte 3.5

Otras consideraciones – La política en el centro espírita

El espiritismo es una doctrina apolítica. Esto quiere decir que la condición política de una persona no tiene nada que ver con sus ideas espíritas. Los intereses del espiritismo están vinculados con la realidad espiritual de todos nosotros, y el principio educativo del espiritismo se basa en las leyes morales de la vida. De esta forma cada quien podrá optar por una idea política sin que esto tenga nada que ver con su condición de espírita.

Por lo tanto, en el grupo no se entrará en discusiones políticas, que solo traerán perjuicios e inconvenientes en la buena marcha de las reuniones.

Sin embargo, el tema de la política, -y más actualmente-, puede ser analizado desde una visión espírita, siempre que no se tengan en cuenta intereses partidistas o ideológicos, puesto que el espiritismo también hace un estudio de la vida social, así como de las leyes de libertad, justicia, igualdad, ámbitos donde la política tiene una acción real. Hacer por lo tanto un análisis de todos estos temas desde una visión espírita es positivo, siempre que se haga desde una visión espírita y no partidista, lo que no siempre es fácil de llevar a cabo.

Por poner un ejemplo, podríamos hablar de la legalización del aborto, que se está llevando a cabo de muchos países del mundo. Establecer el criterio espírita en relación a este tema, (que es un tema social ejercido por la política) es algo totalmente normal. Un tema que se puede abordar claramente y sin ningún problema en el grupo espírita, aunque siempre habrá de hacerse con el cuidado de no vincular al espiritismo con partidos e ideologías políticas, pues entonces estaríamos desvirtuando su verdadera naturaleza.

Para terminar este largo estudio, considerar que el grupo espírita no deja de ser una institución de personas, con sus problemas, dificultades, anhelos, que tienen la finalidad común de estudiar y trabajar en base a los conocimientos que nos propone el espiritismo. Como grupo, está formado por personas diversas, con distintos caracteres, con distintos temperamentos, pero con una cosa en común: "El espiritismo".

Cierro este artículo haciendo una reflexión en relación a la importancia del espiritismo en nuestras vidas, en la sociedad. José Herculano Pires, en su libro "El centro espírita" dice: "Si los espíritas supiéramos la importancia y el papel que tiene el centro espírita, el espiritismo sería hoy el mayor movimiento espiritual y cultural de la tierra".

Posiblemente haya exagerado un poco en su apreciación, pero sin lugar a dudas si los espíritas valoráramos realmente el papel del centro espírita, y trabajáramos más por él, buscando lo mejor para el grupo, sin imposiciones egóticas y absurdas, donde solo están presentes nuestros egos y nuestras soberbias, si valoráramos más el trabajo y los resultados que hacer prevalecer nuestras ideas, sin lugar a dudas los grupos espíritas ofrecerían un mejor marco para el estudio y la convivencia fraterna, elementos necesarios para la buena marcha de la institución.

 

 

Autor:

Juan José Torres Fernández

 

Partes: 1, 2
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