- Resumen
- Introducción
- La cosmogonía como eje de la Filosofía Amerindia
- La creación del ser humano: hombre y mujer
- El agua: vida de un pueblo
- Hazaña como medio de vida
- El cuerpo cósmico
- Conclusión
- Bibliografía
Resumen
El objetivo del trabajo está orientado a desvelar la particularidad filosófica del pensamiento Añú mediante el mito de la creación, en el contexto del Pensamiento Filosófico Amerindia.
Por medios de esta investigación buscamos valorizar el pensamiento mítico filosófico de la cultura Añú, aprehendiendo los elementos filosóficos desde el lenguaje simbólico de este pueblo. Se privilegia el enfoque del estudio desde la hermenéutica para poder analizar desde los códigos de la cultura la visión cosmogónica en la cual conviven los Añú. En el ángulo mítico-filosófico, nos hemos inspirado en pensamiento filosófico de E. Cassirer, dentro del paradigma de la filosofía simbólica, en cuanto a la filosofía del mito, la religión y lo sagrado nos fundamentamos en Mircea Eliade, en su pensamiento de los sagrado y lo profano.
Indagamos en el mito de la creación, como principio de toda conciencia mítica. Se concluye que la cultura Añú se desenvuelve desde la visión de su propia conciencia mítica, pues desde su propio pensamiento filosófico, para emanar principios morales y éticos, organizándose desde la perspectiva trascendental de sus mitos. Apreciando así los principios ontológicos y metafísicos reflejados en el mito de la creación.
Palabras clave: Mito, Filosofía Amerindia, ARIYUU, agua.
Introducción
El propósito de esta investigación es exteriorizar en el contexto de la cultura Añú algunos principios filosóficos. Mediante su mito de la creación buscamos interpretar su modo de vida, la organización social y la estructura cultural de este pueblo.
Los mitos establecen una expresión cultural mediante la cual el hombre refleja su realidad, su entorno, su cosmovisión. Por ende el mito representa un instrumento válido para el estudio del hombre y su sociedad. Porque desde el inicio de la evolución del pensamiento el hombre se encamina a organizar la sociedad en la que convive, a partir de la perspectiva trascendental de un ser superior a él.
Nos apoyaremos en el Pensamiento Filosófico Amerindia como base fundamental de la identidad de los pueblos indígenas. El Pensamiento Filosófico Amerindia, es una disciplina reciente de la Filosofía que busca reflexionar las conciencias míticas de los pueblos nativos del Nuevo Mundo. "El mito Amerindio es memorial y guardián de su esencia original, él encadena los acontecimientos sagrados en la labor creadora de dios o de los dioses". (Sánchez. 2004:17).
Unos de los fundamentos del Pensamiento Filosófico Amerindio, es reflexionar sobre la visión del hombre en cuanto ser sagrado en el tiempo y en el espacio, su origen, su relación con el mundo y con su cosmovisión. Dentro de los autores que se deben estudiar para lograr una mejor visión del problema que se plantea, debemos abordar a Miguel León-Portilla, Beatriz Sánchez, entre otros. Filósofos que tienen una relevancia primordial para la discusión acerca de la existencia del Pensamiento Filosófico Amerindia en nuestro continente.
León-Portilla acude a la concepción, recordando un poco a Edmundo O`Gorman, el acuñar una nueva idea que sea capaz de dar cuenta de los hechos ocurridos y su explicación conceptual. De este modo se podría llegar a aprehender las categorías propias del pensamiento pre- hispánico y valorarlo, en este caso para apreciarlo como un saber en el cual el Pensamiento Filosófico Amerindio ya se encuentra presente. "El investigador acude a fuentes precisas como son: códices o manuscritos indígenas o de temprana elaboración en periodo colonial, textos en lengua indígena pero escritos con alfabeto latino, historias y crónicas hechas por misioneros e incluso hallazgos arqueológicos. El problema de las fuentes es uno de los más álgidos dentro de la problemática que se trata en este trabajo". (Púa, 2005:2)
El análisis que hace este autor acerca de la figura de los tlamatinime, o sabios aztecas adopta una importancia fundamental. Es en su labor en donde se encontraría plasmado un pensar filosófico. De otro lado, resalta el investigador la concepción antropológica de los sabios aztecas al afirmar "que todo hombre es dueño de un rostro y corazón, como ideas complementarias de lo que hoy llamaríamos la personalidad. Por ende, el educador debe enseñar a hacer sabios los rostros y firmes los corazones". (León-Portilla. 1963. 13).
Otras de las fuentes que debemos tratar es la filósofa, Beatriz Sánchez, la cual ha tratado éste tema bajo la visón del Popol Vuh, "el pensamiento quiché-maya tal como está expuesto en el libro Popol Vuh está a la par de los albores de la filosofía occidental, no obstante aún no ha sido tratado en toda su profundidad". (2004: 17) Hablar de un concepto como tal, es lo que muchos filósofos se han dado la tarea de estudiar y elaborar. De los cuales muchos de ellos han aportado elementos válidos y sustentables para la discusión.
Ahora bien, nos proponemos analizar el mito mediante el método de la hermenéutica, para llegar a la particularidad del pensamiento mítico-filosófico del pueblo Añú. Los Añú son la segunda comunidad indígena con mayor número de miembros en el Estado Zulia. Según el censo reciente del "año 2001 hay 17.437 habitantes Añú"[1] en todo el territorio zuliano. A su vez, determinando etimológicamente el significado del término Añú, "significa humano, indígena, persona" (Álvarez. 2003: 4).
El estudio del mito de la creación implica una responsabilidad de gran envergadura y un compromiso ineludible. Porque en la medida que vamos descifrando cada una de sus imágenes simbólicas nos es casi imposible escapar a su encanto trascendental y revelador de realidades, que se manifiestan en cada una de las actividades significativas del hombre.
Por consiguiente, aquí destacamos el mito como realidad que se hace evidente en los quehaceres fundamentales que el Añú cumple a diario. Esta manifestación nos lleva a considerarlos como un paradigma o arquetipo, buscando justificar sus expresiones culturales en los mitos.
El análisis que nos proponemos hacer nos mostrará la identidad de los Añú como un pueblo creado del agua, la relación que manifiestan con el Dios que los ha creado, la percepción mítica que tienen de dos mundos, la correlación que tienen con la naturaleza; cuerpo cósmico de su existir y, la hazaña como medio de su sustento. Su organización social, su actividad socio-económica y su estructura familiar,
Estos son algunos de los puntos que buscamos desarrollar en esta investigación, la cual, nos llevará a comprender y valorar la sabiduría filosófica que esconde este pueblo milenario.
La cosmogonía como eje de la Filosofía Amerindia
Para desarrollar este primer punto nos basaremos en las propuestas realizadas por varios filósofos que han aportado mediante investigaciones razonables repuestas a ésta cuestión, ¿Se puede hablar o no de una filosofía en los pueblos amerindios?
Con esta investigación buscamos proyectar elementos filosóficos desde la perspectiva del pueblo Añú, a partir de su cosmogonía. Elementos que se encuentran ocultos bajo el velo del símbolo y en la trascendencia del signo para la conciencia de este pueblo. Ernest Cassire (1972: 358) considera a "los mitos como una forma simbólica esencial, junto con el lenguaje y la ciencia. Para éste, los mitos que están en la base de la religión y el arte, permiten al hombre conducirse mediante representaciones simbólicas que no están en duda, sino constituidas por conciencia y son las primeras formas de ordenación del mundo".
En el contexto de este Pensamiento Filosófico Amerindia a que hemos hecho referencia, queremos iniciar nuestro trabajo a partir de la cosmogonía, que nos llevará a comprender una visión del cosmos como realidad sagrado en el tiempo y en el espacio. En este sentido, podríamos decir que mediante la cosmogonía es posible llegar al corazón del pensamiento de un pueblo, ya que los mitos marcan las pautas de acción de los individuos que conforman dicha comunidad o profesión de fe.
Todos los pueblos y culturas que han existido son conformados y guiados por los mitos como "palabra sagrada". En este sentido, podríamos definir el mito como palabra sagrada de un pueblo, mediante el cual busca explicar la trascendencia de su existencia. El mito, como narración de las hazañas de los seres sobrenaturales, trasmite a la comunidad un modo de vida, A través de una hazaña de un ser sobrenatural y sagrado. Ésta, marca al inconsciente de la comunidad: se actúa y se vive imitándolo de generación en generación.
Ciertamente, hay que partir de la etimología de la palabra <<mito>>, extrayendo su contenido del vocablo griego, añadidura que proviene de la voz, ??????de mu????cerrar?? la boca, propiamente cantar a boca cerrada (-mutus, mugire y <<consagrar-se->>) en unos myterio, <<musthia>>, <<secretos>>, <<ritos mistéricos>>, <<lo oculto>>. Por ende, este primer esclarecimiento de la etimología del término mito, nos lleva a percibir lo que va atesorando de los acontecimientos de un pueblo. El tema verbal de <<callar>> (mus-) compone con la desinencia instrumental –térion, para expresar aquello <<que hace callar>> "por su imponente sacralidad".
"El término mytos puede significar, además de palabra, relato, consejo, saga, pensamiento, noticia, discurso, como rema (de ahí rhetor y retórica), sólo que rema puede significar además de asunto y cosa (en el sentido de Sache, no de Ding, thing), pero mientras rema se fija en sentido del discurso y de asunto, mytos quedó tipificado para expresar noticia, saga, relato secreto". (Cencillo. 1998: 48)
Explicando así la etimología de éste término, nos damos cuenta que, durante el proceso de la historia, ha sido opacado y mal admitido para el pensamiento filosófico occidental. Aquí buscamos esclarecer el término del mito partiendo desde su propio principio filosófico y, resaltando la realidad sagrada y real de lo que se esconde en ella mediante el símbolo.
En consecuencia, los mitos demuestran mediante los símbolos y signos la realidad sagrada de un pueblo o una religión. Lo real en el mito se encuentra porque la cosa esta ahí. "Para los primitivos como para el hombre de todas las sociedades pre-modernas, lo sagrado equivale a la potencia y, en definitiva, a la realidad por excelencia. Lo sagrado está saturado de ser. Potencia sagrada quiere decir, a la vez, realidad, perennidad y eficacia". (Eliade. 1967: 20)
Podemos decir que los mitos le dan un sentido al mundo y, al mismo tiempo, definen la condición del hombre en cuanto ser sagrado y perenne. "El punto de partida de la auténtica filosofía se halla en el asombro, en la admiración o en la angustia". (Aristóteles. 1953: 8)
Los primeros indígenas ancestrales, al preguntarse sobre el principio y la existencia elaboraban preguntas que todo gran filósofo se plantea, cómo fueron creados, quién lo creó, que ha sido la naturaleza para ellos, quién y cómo es el ser supremos que lo creó. Buscando repuestas al origen de todo ente que contemplaban, elaboraban sus respuestas enmarcadas en su inconsciente, y recopiladas en sus mitos. De esta manera, desciframos el pensamiento filosófico plasmado en sus orígenes. Para Luis Cencillo,
"Los mitos son formaciones cognitivas-expresivas de lo que un grupo (o una especie entera) supone actuar en el trasfondo de las manifestaciones paradójicas de su entorno natural o social, en calidad de causas, condiciones o determinantes, como poderes metahumanos de naturaleza psíquica". (1998:11)
En esta misma línea, la expresión del pensamiento mítico-filosófico que se manifiesta en un pueblo indígena, se encuentra expresado no tanto en su lenguaje como tal, sino en el quehacer diario, en su vivencia cotidiana. Asimismo, podemos hablar de un filosofar comunitario, en tanto que los mitos de un pueblo no son trasmitidos por un solo individuo, sino que es el conjunto de individuos quienes los trasmiten, particularmente los ancianos, o personas respetadas en la comunidad que los relatan a la nueva generación, por medio de la tradición oral o por medio de ritos. Pues bien, los relatos míticos de la comunidad Añú, manifiestan una relación cognoscitiva-cosmogónica.
Por otra parte, la Filosofía no se puede ver como una ciencia disímil al pensamiento mítico; si reconocemos que la Filosofía se encarga de estudiar el principio de las causas primeras y, vemos a la Mitología bajo la perspectiva de la Filosofía, podemos percatarnos que en los mitos pernoctan esas causas mediante símbolos y signos.
De esta manera, tenemos claro que los mitos no se centran en la realidad cronológica de lo histórico de un pueblo o de una religión, sino en la expresión simbólica de la trascendencia vivida de dicho pueblo o dicha religión. En palabras de Ernst Cassirer, (1998: 22) "No es lo histórico de un pueblo la que determina su mitología sino al revés, es su mitología la que determina su historia; o más bien, no determina sino más bien ella es su destino, la suerte que le toca desde el comienzo.
Trascendencia de un Dios que crea y no es creado: ARIYUU[2]
Todas las culturas, pueblos, y las grandes religiones su principal fundamento de su origen están sustentando en su mito de la creación. Pues, en los mitos de creación se esconden los fundamentos metafísicos de todo pueblo o religión. Por tanto, en los Añú como lo afirma Sánchez Beatriz (2004:31) "El origen es un mito, entonces la verdad del origen queda atrapada en el mito en la medida que él es reservorio de esa verdad. Este se hace partícipe de una realidad que da cuenta subjetivamente del origen. Sin embargo, deja de ser subjetiva y pasa a ser objetiva al encerrarse allí una verdad irrevelable, figurada en la conciencia universal en esta dimensión".
En consecuencia, entrando al tema a tratar, describiendo el pensamiento mítico-filosófico desde el lenguaje mitología Añú, desde la óptica del Pensamiento Filosófico Amerindia. En este sentido, analizaremos el mito de la creación siendo éste el principio de toda conciencia mítica. Buscamos aprehender el símbolo y signo de la génesis Añú.
El mito "trasciende la razón para hacerse eco de un argumento que explica el fenómeno de la existencia y todo lo que representa la presencia de Dios en su relación con la vida, instancia sagrada, significado bajo un carácter simbólico, asidero de la gestación del pensar en otra dimensión de la razón". (Sánchez. 2004: 151)
Los Añú se plantean la sacralidad de la cosmovisión en su relación con el medio ambiente. Y esta relación íntima con la naturaleza la armonizan mediante su mito de la creación. Toda manifestación de la conciencia mítica expresa siempre una reflexión sobre la creación y la existencia. "La dimensión filosófica alojada bajo el manto del mito es velada en el lenguaje poético y simbólico. Manifestación ésta que resguarda una reflexión sobre la creación y la existencia". (Sánchez. 2004:151)
Asimismo, toda conciencia mítica tiene como centro Dios-mundo-hombre. Esta misma conciencia se manifiesta en la sacralidad del cosmos. Y esta manifestación cosmogónica ha de venir a la existencia del hombre. "El mundo se deja captar en tanto que mundo, en tanto que Cosmos, en la medida en que se revela como mundo sagrado… el hombre religioso no puede vivir sino en un mundo sagrado, porque solo un mundo así participa del ser, existente realmente". (Eliade. 1967: 60)
Basándonos en la concepción de Mircea Eliade, según la cual, el hombre no puede vivir en un mundo profano, sino busca vivir un mundo sagrado. Para la comunidad Añú, la visión de concebir al mundo parte también de esa realidad sagrada de la relación divinidad-naturaleza –hombre, como parte de la metafísica de donde emergen estos fundamentos filosóficos.
Nos centraremos en ese primer paso de la creación y los elementos que ARIYUU utiliza para crear el mundo como centro de la vida de los Añú. ARIYUU creó a Warushar[3]con creciente que traían y abonaban la tierra acompañada con vientos fuertes, mucha lluvia, tempestad y relámpagos. Todo eso era pa" abonar la tierra y así se formó Warushar.
De esta realidad sagrada de un dios que crea del caos, es exteriorizada la concepción del pueblo Añú. La mitología Añú, parte de la idea del dios creador y ya existente, ARIYUU utiliza elementos de la misma naturaleza para formar el hábitat a poblar.
Cuando los Añú manifiestan la realidad sagrada del mito de la creación, lo realizan desde la perspectiva de que con ellos camina una divinidad superior en el convivir cotidiano. Por esto ARIYUU toma consigo estos elementos de la naturaleza, utilizados para crear la tierra en la que convivirán los Añú. Estos elementos guardan su significado trascendental, su simbología, su función dentro de la comunidad, su relación con el quehacer diario del Añú, la relación armónica con la naturaleza.
En el mito encontramos los cuatro componentes del cuerpo, a saber: agua, aire, fuego y tierra, simbolizado en el trabajo de ARIYUU al abonar la tierra acompañada con vientos fuertes, mucha lluvia, tempestad y relámpagos, ARIYUU tuvo que utilizar como elemento primordial el agua; con creciente… mucha lluvia… fuente principal de toda la vida humana, centro de toda creación. Una visión comparativa nos hace descubrir cierta analogía entre este pensamiento y el de los padres de la filosofía occidental. La concepción de estos elementos como principio de la vida la manifestaban los llamados filósofos de la naturaleza; entre ellos merece la pena destacar a Tales de Mileto, quien concibe el agua como el elemento material constitutivo de todas las cosas, inclusive, la vida humana. Consideremos el agua, no como elemento químico-líquido, sino como realidad total del universo. Es por eso que Aristóteles distingue a los primeros filósofos con el término physis que "los griegos entendían como "realidad", la etimología de Physis indica que procede de un verbo que significa "brotar", "crecer", o sea, algo que se genera, que está en cambio, en movimiento". (Prado. 1983: 32)
En el plano del pensamiento mítico-filosófico el agua simboliza la fecundidad, la que genera vida, la portadora de la vida, la que da nueva vida, la que rejuvenece, la que lleva a un nuevo nacimiento; en particular en los ritos religiosos. Para las religiones el agua es signo de la nueva vida, del nuevo nacimiento. "Podríamos decir en síntesis que las aguas simbolizan la totalidad de las virtualidades; son fons et origo, matriz de todas las posibilidades de la existencia". (Eliade. 1974: 222)
Asimismo, las aguas forman el conjunto de la cosmogonía del pueblo Añú; la totalidad de las cosas creadas. Cuando ARIYUU crea, el primer elemento a utilizar es el signo del agua, de la cual parte con la fuerza de ella, a la existencia de un caos. En el pueblo Añú cuando hay una creciente, eso es un anuncio de cambio estructural, cambio de clima; anuncia la llegada de la lluvia torrencial, algunos tienen que abandonar su vivienda por las crecientes. Es signo de vida y de desastre. Es, por tanto, que el ser supremo lleva consigo la vida y la muerte. "En la cosmogonía, en el mito, en el ritual, en la iconografía, las aguas desempeñan siempre la misma función, cualquiera que sea la estructura de los conjuntos culturales de que formen parte: preceden a todas las formas y son soporte de todo lo creado". (Eliade. 1974: 222)
Todo esto iba acompañado con vientos fuertes, en el mito también encontramos la simbolización del aire como fuente de la creación, como principio de vida. Así como lo descubrió Anaxímenes, filósofo de la escuela de Mileto. Para él el principio de la vida es el aire.
"El principio de los seres es el aire; pues a partir de él como todo es engendrado, e inversamente, en él todo se disuelve; <<igualmente que nuestra alma, es del aire, nos domina y conserva, decía, así también un soplo aire envuelve contiene al mundo entero>>". (Paul. 1980: 21)
De acuerdo con lo planteado, el aire es también signo y simbolización de la vida. Aun cuando en el mito se revelan dos importantes componentes del cuerpo de Warushar; el agua y el aire, o principios para que el ser pueda tener vida, ARIYUU toma otro elemento de la naturaleza, que lo simboliza con la tempestad y relámpago… se revela la procedencia del fuego: ARIYUU crea el fuego, simbolizado en el relámpago.
En el símbolo del relámpago, que representa el fuego, encontramos también analogía con el pensamiento griego: Heráclito de Éfeso ya había manifestado el devenir en la realidad existencial del fuego en el universo, mostrándonos el fuego como el elemento ya existente en medio del universo. El fuego como cosa cambiante, que trasforma, que destruye, etc. Lo es también en la cosmovisión Añú que ven el fuego como cambio, que hace pasar del caos al orden armónico de la naturaleza.
En este sentido, los Añú relacionan al relámpago con la estadía perenne en el más allá: "cuando ustedes ven un relámpago que no se quita, ahí viven los Añú muertos, el relámpago es el vestido de los muertos, son mantas de colores y están contentos, donde está el relámpago vive el Añú otra vez, nosotros no morimos". (Fernández. 1999: 71)
Partiendo de lo expuesto podemos comprender los principios filosóficos plasmados en el mito bajo el lenguaje simbólico. Primero al filosofar sobre el principio de la vida, al reflexionar acerca del origen de los entes a su alrededor y darles repuesta, nos demuestra que sí existen elementos filosóficos contenidos en los mitos y reflejados en el quehacer diario de este pueblo amerindio.
Lo cosmogónico en el pueblo Añú siempre evoca a la creación, la cual comienza con la organización del universo, y la construcción del cosmos a partir del caos; explica cómo debería ser poblada la tierra, centro de su vivir. En el mito de la creación de este pueblo, se encuentra el secreto de la experiencia del Añú con su dios que lo ha creado y le ha organizado la tierra para su convivir, al igual, se refleja la figura de un ser superior a ellos. ARIYUU se presenta como un dios potencialmente creador del cosmos y del hombre-Añú como centro del mismo.
La creación del ser humano: hombre y mujer
La creación del hombre y de la mujer en la conciencia mítica es el misterio más exaltable, y en toda la conciencia del mismo ser, quien es portador de la vida.
ARIYUU, después de haber creado el cosmos y organizado la tierra, se dedica a crear al hombre y a la mujer, estos formándolos del agua, como principio de la vida, pero mezclado con la arena. Nosotros los Añú nacimos así. ARIYUU creó en nuestra tierra a los niños, por allá hay unos muchachitos y aparecían en pareja y crecieron en los montes y se fueron fomentando, pero esos Añú estaban antes en el mundo.
Tal como lo expresa la conciencia mítica de este pueblo, se percibe en ellos una creación por parejas, no se distingue la creación individualista, sino una creación unitaria. No se puede aprehender quien fue creado primero, sí el hombre o la mujer; pero en esto no nos vamos a detener, más se puede apreciar, desde la conciencia mítica filosófica, la unidad familiar.
"Los Añú efectivamente… se organizan a partir de casas. Es decir, las familias correspondientes a un mismo apellido, ocupan un mismo espacio, el cual se estructura a partir de la línea materna. Así, siendo matrilocales, los Añú parecen centralizar la casa de la madre, alrededor de la cual gravitarán las casas de las hijas casadas, formándose de esta manera, una especie de constelación, o más bien, un sistema armónico, que sin lugar a dudas, es expresión de la cosmogonía sustentada en el mito". (Weir. 1995: 24)
Partiendo de las líneas expuestas, la cultura Añú, es uno de los pueblos amerindios cuyo linaje se da por la descendencia materna. La madre y el padre, son los portadores de la cultura; la mujer es la que transmite los valores éticos y morales, la que enseña a sus hijas el secreto del tejer la enea y las raíces de los mangles, secreto que identifica culturalmente a los Añú. Igual ocurre con el varón, que aprende su quehacer diario, es decir, la pesca, la caza, la construcción de los palafitos, de las canoas, y esto lo aprenden directamente del padre de la familia, o el mayor que representa a la misma.
Como se refleja en el mito, que aparecen en pareja, en esta medida se da la organización societaria. En la cultura Añú una vez que el hombre conforma la relación conyugal, ésta se da en una mutua y recíproca dependencia.
"Las familias (Añú) se organizan alrededor de la abuela o madre, formando pequeñas unidades donde la mujer es el centro, es ella quien mantiene y transmite a través de las actividades productivas y cotidianas, los valores culturales y ejerce el control y dirección del grupo, por depositaria y fuente de sabiduría, producto de la experiencia vivida y transmitida de generación en generación.". (Fernández. 1999: 78)
La conciencia cosmogónica de este pueblo Añú, observada desde la óptica filosófica, nos revela la universalidad de la organización societaria, la unidad del mismo pueblo, la organización socio-económica y la relación íntegra con la naturaleza, con el cuerpo que le ha dado vida.
El agua: vida de un pueblo
Constantemente en el relato de la creación encontramos cómo los Añú reconocen que han sido creados del agua. Ésta es una expresión ya plasmada en su inconsciente, que la han transmitido de generación en generación mediante los relatos míticos y sus ritos
Nosotros nacimos del agua, como puede apreciarse, los Añú tienen su identidad en el nacer y renacer del agua. Su cuerpo, su alma, hasta las enfermedades, son relacionados con la fluidez del agua. Todo su quehacer está estrechamente relacionado a su entorno, al medio ambiente.
Evidentemente, en este pueblo, se percibe al agua como fuente de vida, como inicio de la creación del universo. "El agua es germinativa, es fuente de vida en todos los planos de la existencia". (Eliade. 1974: 224)
Obviamente, el agua, como divinidad en la conciencia mítica del Añú, se aprehende en dos dimensiones: por un lado, el agua, como generadora de la vida, por contener todos los gérmenes para producir la existencia, al igual que mantiene el ciclo vital de la comunidad y con ello la armonía del grupo; por el otro, la lluvia, el agua que viene del cielo que trae consigo la muerte, desastres, desdicha, desgracias, enfermedades, desabastecimientos e inundaciones, etc.
Esto ya lo había establecido Levy Strauss, (1982: 189) "el pensamiento mítico sudamericano distingue dos tipos de agua: una agua creadora y una destructora". Así, para los Añú el agua de abajo, proveniente de los ríos, del mar, es la dadora de la vida, la Madre; mientras que el agua de arriba o agua celeste, por su vinculación al rayo y al trueno es, peligrosa e incluso mortal. Su presencia restituye los tiempos del caos, del origen y la no-civilización.
Aquí podemos destacar varios elementos importantes. En primer término, para los Añú el agua es reconocida como la generadora de la vida, de la cual han sido creados. Las aguas cumplen un papel fundamental en este pueblo, sellan el espacio mítico en el cual la comunidad está destinada a vivir.
En segundo lugar, el agua desde la perspectiva cosmogónica, es reconocida como la Madre; para los Añú la Madre es el agua del mar, el agua celeste, en todo caso es saludable para la comunidad.
Asimismo, los Añú, por ser un pueblo que vive en la Costa del Lago, no conocen la actividad productiva del cultivo de la tierra. Por lo tanto, su actividad socio-económico y productiva es la pesquería (por parte de los hombres) y la recolección de enea (por parte de las mujeres), las cuales desarrollan según sean el ciclo del agua (del mar o del Lago) que es anunciada por la influencia o función de la luna. "En el mito Añú, la tierra es improductiva hasta que no se produce la acción del agua, en tanto que está en la posición de inmensidad cósmica y divina, que otorga el bien de la naturaleza y con la cual el hombre construye, aliado a la naturaleza, la civilización y cultura". (Weir. 1995: 13)
La preexistencia de un mundo
Esto implica que los Añú tienen, según el mito de la creación, dos perspectivas de la existencia del mundo, hablando en el plano metafísico. Como se mencionó anteriormente, nos concentramos en la dualidad de la conciencia mítica de este pueblo. Primero, al manifestar el agua de la cual fueron creados, como signo de vida y como signo de la muerte. Ahora ponen en evidencia la existencia del mundo terreno y de un mundo ya existente y al cual vuelven al morir. Porque allá en el fondo hay otro mundo, de allí nacieron los Añú y en la Laguna crecieron más.
Como ya hemos mencionado, en la conciencia mítica del pueblo Añú constatamos la existencia de un mundo "real", que verdaderamente posee un estatuto ontológico. Un mundo de donde fueron creados, de aquí se puede partir para explicar que antes de poblar el mundo (terreno) creado por ARIYUU, ya los Añú habían sido creados, sólo que ARIYUU, después de crearlos y de organizar la tierra, los sacó del mundo (preexistente) para poblar el mundo que había creado para ellos. Nosotros los Añú nacimos así. ARIYUU creó en nuestra tierra a los niños… pero esos Añú estaban antes en el mundo… nosotros estamos arriba pero en el fondo hay gente, los Añú. En el fondo hay un mundo que se hundió y esta allá abajo.
Por consiguiente, entramos al espacio sagrado de los Añú, al concebir el primer mundo del cual fueron creados como tal, y el segundo, el que tuvieron que poblar. Se aprecia que el espacio conjuntamente con el tiempo forma un <<binomio integral>> de dos mundos, uno que ya es sagrado y el otro que se sacraliza cuando ARIYUU lo crea y lo organiza.
El primer mundo, lo determinaríamos como un espacio infinitamente sagrado e infinitamente estable y trascendental a toda razón que sólo los Añú pueden explicar y percibir. Se podría hablar de un mundo eterno, del mundo del más allá. En el fondo hay un mundo que se hundió y esta allá abajo.
El segundo mundo, el que fue creado, lo precisamos como el <<espacio organizado>> "Así, pues, el espacio organizado en el momento de la creación trasluce la inspiración del pensamiento mítico-simbólico en lo que para ellos es una prueba de la sabiduría divina, es decir, la ciencia" (Sánchez. 2004: 116). Para mostrar así, la eficacia de los sentidos, como la realidad perceptible de las cosas. También lo señalaríamos como el "espacio de la percepción sensible" (Cassirer. 1998: 116), que llega a ser sagrado al momento de la organización de la mente divina.
El espacio es sagrado en cuanto el hombre percibe la presencia humana-divina en medio de ella. "Ahora bien, la presencia del hombre implica una presencia de lo sagrado, una calificación ontológica" (Gusdorf. 1960: 62). Es decir, el mundo creado es sagrado en cuanto el espacio es organizado y habitado o se percibe en ella al ser, al hombre como principio ontológico. En este sentido, "la manifestación de lo sagrado fundamenta ontológicamente el mundo" (Eliade. 1967: 26), para proporcionarle la valoración y la trascendencia del ser en medio de ella.
Nosotros estamos arriba pero en el fondo hay gente, los Añú. En el fondo hay un mundo que se hundió y esta allá abajo, por eso cuando hay una acreciente fuerte se siente un ruido, ese es el llanto de los Añú que están allá en el fondo, en el otro mundo. Del mundo que se hundió nacen, retoñan los Añú".
Todos estos factores manifestados en el mito, expresan la creencia en un mundo que pre-existe, un mundo que se encontraba habitado por los Añú. Este mundo que ellos consideran no lejano ni ajeno a ellos, es el mundo que todo Añú anhela al morir, es el mundo de lo sobrenatural, el mundo del más allá, un mundo donde descansan los Añú al morir. A partir de allí se podría decir que los Añú perciben la muerte como una continuidad de la vida. Ese mundo que se hundió es símbolo de lo transcendente, de la morada eterna del Añú. Los Añú no mueren, renacen a la vida del más allá:
"Al morir el Añú inicia un proceso por un camino lleno de actos que generan sufrimientos, misterio, sorpresas, a través del camino parecen animales que se comunican y orientan hacía el lugar del destino final. Este es el sitio donde mora el Añú muerto, allí donde es paz y felicidad se da el reencuentro con otros Añú que partieron mucho antes, entre ellos sus parientes. Es la continuidad de la vida, es un mundo que no es lejano ni ajeno a lo que ha sido su morada de vida". (Fernández. 1999: 71)
Hazaña como medio de vida
Desde el punto de vista cultural, y siguiendo las líneas del análisis, se aprecia que el mito pone de manifiesto la travesía del hombre Añú para conseguir las técnicas a emplear para el momento de buscar su sustento. Hubo un momento que muchos niños y personas se convirtieron en carao[4]en animales, muchos de los que se convirtieron en Carao sabían pescar y sacar pescao con su pico, pero muchos carao se convirtieron después en gente, en persona y eran unos buenos pescadores".
Evidentemente, se puede aprehender del mito cómo los Añú pudieron aprender el secreto de la pesquería, secreto que le proporciona la naturaleza mediante la imitación del Carao. En este sentido se explica que este tipo de ave es de mayor presencia en los pueblos de agua. Es, por tanto, que toman ésta destreza mediante el aprendizaje y la imitación de los caraos.
Partiendo de esta percepción mítica-filosófica, el mito siempre trasmite una enseñanza a la comunidad imitando las hazañas de los seres de la naturaleza. Todo hombre desarrolla sus destrezas imitando las hazañas de los animales y de la naturaleza. En la medida que el hombre imite la naturaleza, en esa medida tiene su desarrollo social, cultural, arquitectónico y tecnológico.
En consecuencia, las técnicas y hazañas que los Añú han aprendido para su desarrollo socio-económico la han aprendido imitando al carao. Muchos de los que se convirtieron en Carao sabían pescar y sacar pescao con su pico". Por una parte este aprendizaje que han obtenido para su sustento, lo encontramos en las destrezas de los pescadores. Su actividad productiva que consiste en la recolección de pescados, bien sea en el Lago de Maracaibo, en el Río Limón o en el mar. "La economía primitiva del Añú, se basaba tradicionalmente en la pesca, los productos alimenticios principales eran pescados y plátanos asado en el fuego". (Wilber. 1968: 64)
Los Añú dan comienzo a su actividad productiva con la pesca, comienzan a recolectarlos con un instrumento que es llamado por ellos "baqueta", ésta se construye con una vara de madera de punta afilada. Los primeros Añú se pasaban por todas las orillas flechando con la baqueta a los peces que ellos podían ver. Luego de la construcción de las canoas la producción es más abundante. Asimismo, esta hazaña fue asimilada tomando como ejemplo el pico y el ejercicio de los caraos para poder sacar los peces. Encontramos en ellos un conocimiento de aprendizaje por imitación.
El cuerpo cósmico
Como hemos visto la comunidad Añú participa de todo un principio filosófico; este principio lo reflejan en su quehacer diario, no tanto razonado, como la razón pura de los occidentales, pero si desde la razón y lógica que ellos mismos expresan mediante la simbología en los mitos.
En consecuencia, al hablar sobre el componente del cuerpo, los Añú lo conciben en dos planos metafísicos; el primero, el cuerpo que le dio vida, éste es creado por ARIYUU y, el segundo, su propio cuerpo que está muy relacionado con el primero. Todo esto era pa" abonar la tierra y así se formó Waruchar". Encontramos algo curioso en este relato; a pesar de que los Añú reconocen que han nacido del agua, ARIYUU utilizó estos componentes, el agua y la tierra, para formar el cuerpo que ha de dar la vida a los Añú, cuerpo que hasta hoy se sigue relacionando con él. Este cuerpo ya formado del caos, es el medio ambiente en el que viven, la Laguna, cuerpo cósmico, cuna de su existir. Su relación con ese cuerpo cósmico los lleva a tener un comportamiento de sacralidad con ella. A sentirse parte de ella y a establecer un parentesco con la plantas y con el mundo animal.
Por el cuerpo de Warushar estamos aquí, si Warushar no nos hubiera dado cuerpo no estuviéramos aquí, nosotros estuviéramos perdidos, no estuviéramos en el mundo… el cuerpo vive del agua, yo vivo en el agua con la arena, el cuerpo es de agua y arena, de ella y de nosotros también. Por eso dicen que el cuerpo es Warushar.
En segundo plano, hablamos de su propio cuerpo, que está estrechamente relacionado con el primero. En este sentido, podemos reconocer cómo los Añú hacen de su cuerpo un cosmos. Toda su experiencia y acción, que realizan con su cuerpo, los lleva a manifestar la sacralidad del mismo.
Aquí se resalta por consiguiente como el cuerpo sé <<cosmoniza>>. Esto lo realiza en función a la correlación que tiene con su hábitat, con la enfermedad, con los cambios en la estructura familiar y social, que lo lleva a relacionarlo con el cuerpo mítico que es la Laguna.
En líneas generales, y siguiendo los criterios expuestos, encontramos en la cultura del pueblo Añú algunas realidades que son sensibles al quehacer filosófico. En efecto, en todo su acervo cultural, expresado en el contexto mítico, encontramos elementos que nos exponen una realidad metafísica, es decir, nos explica la naturaleza concreta del ser y la manera de concebir el ser en sus tres manifestaciones fundamentales: Dios, el mundo y el hombre. De aquí mismo se desprende todo un modus vivendi, una organización social, un sistema educativo y sus consuetudinarios que se extrae de esta misma manera de concebir al ser, de estas nociones primigenias, principio metafísicos.
Conclusión
Al tratar de desarrollar éste tema mítico-filosófico estamos consiente que muchas de las ideas expuestas en este trabajo, chocan con los filósofos que no miran a las nuevas realidades de nuestro continente. Al igual que estamos convencidos que el mundo académico debe abrir el debate y otros horizontes al Pensamiento Filosófico Amerindio. En la medida que podemos tener un diálogo respetuoso y de altura con las otras culturas y los otros pensamientos, podemos ver con claridad que nuestro pensar no es un pensamiento absoluto, sino que es parte de la Filosofía Universal.
En estas líneas hemos análisis el mito de la creación de los Añú desde el Pensamiento Filosófico Amerindio, por lo cual el estudio del mito es interminable, y en la medida que éste sea estudiado, surgirán nuevos elementos y modificaciones que lo enriquecerán y recrearán.
Sin embargo, en este estudio se pone de relieve estructuras fundamentales para el Pensamiento Filosófico Amerindia, las cuales se manifiestan a través del mito. Aquí, nos percatamos por esta investigación que mediante el estudio, análisis e interpretación del mito, encontramos una gama de elementos que enriquecen a toda un Pensamiento Filosófico.
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