Estos falsos valores o seudovalores crean la necesidad de adquisición y divulgación a todos los sectores de la sociedad como si todos tuvieran la posibilidad de adquirirlo a partir de sus posibilidades materiales. Valores vacuos impulsados por unos pocos que son incapaces de autocontrolar este movimiento, y son también arrastrados por la novedad y la superficialidad. Sólo con la supresión del sistema que alimente a este fenómeno podría ser controlado.
Los mecanismos de producción espiritual capitalista constituyen una expresión de las relaciones mercantiles y del fetichismo mercantil, estos se presentan de tal forma que asumen la función de cosificar la conciencia de los grupos sobre la base de los intereses. Se trata de que todos asimilen la cultura de mercado salvaje, que se difunde por los medios masivos de comunicación en que prevalecen, salvo excepciones, desinformación o información manipulada, subproductos estéticos y culturales.
El individualismo, el consumismo y el egoísmo están al orden del día. El escritor chileno, Galeano, haciendo uso de la crítica, afirma que cultura general integral hoy en día nos llega a través de la televisión, esa que nos subsume enajena de la realidad creando en nosotros un mundo de fantasía, donde la realidad no importa y sí lo que puedas asumir de esa seudocultura con la que ellos son los primeros afectados.
Siendo la cultura síntesis de los procesos que se convierten en la esencia de las relaciones sociales y estando éstas cosificadas en su esencialidad, encontramos gran distancia entre lo que es y lo que debe ser. De esta forma la cultura existe en medida cada vez mayor como artículo auxiliar de la producción, se convierte en un valor, ya no va a ser un reflejo de esta producción sino que se incorpora a este proceso como su suplemento administrativo, va a dirigir las peculiaridades de los productos que es necesario producir, no ya para satisfacer necesidades reales de los seres humanos, sino necesidades consumistas implantadas por el sistema.
Paulatinamente, se van sustituyendo los conceptos tradicionales de la cultura por valores fabricados que respondan a los intereses de ventas, estos valores los van a socializar a través de los medios de masas creando en la sociedad necesidades puramente comerciales y de consumo. Así el individuo se aísla de su participación aportativa al desarrollo de su cultura, y se convierte en un objeto de cultura sólo a través de sus proveedores que van a satisfacer y desarrollar esas nuevas necesidades consumistas.
De esta forma podemos hablar de una cultura que empieza por negarse a si misma. Parte de la pérdida de conceptos tradicionales y su sustitución por imágenes y formas prediseñadas, va en contra de las tradiciones y les induce a negar lo suyo y a apropiarse de lo ajeno. Se ha entendido a sí misma como conformación de la vida real, destaca unilateralmente la acomodación y retrae a los hombres de la superación. Su discurso va ha estar determinado por su carácter de monólogo, autoritario.
Un discurso esencialmente antidemocrático, un discurso que cae sobre el espectador, sobre el receptor, desde arriba, verticalmente. Se erige una seudocultura o falsa cultura, que va a representar la involución del hombre. Es cultura de la incultura, pues en lugar de la evolución espiritual, persigue, limitar su mentalidad a la ambición material.
El proceso de formación y apropiación de los valores constituye un trabajo esencialmente educativo que se convierte en orientador de la acción, y de esto depende el enriquecimiento de la espiritualidad y su papel en la sociedad.
La formación va a ser la apropiación subjetiva de la cultura, pero al encontrarse sometida a sustituciones conceptuales fetichizadas, cambia no sólo de esencia sino de función. Se desentiende de los bienes culturales que van a comprender a la humanidad y todo lo inherente a ella, se congela en categorías fijadas, se presta a una ideología, a la capitalista, y por tanto se convierte en una formación regresiva, que sustenta sus bases no en las necesidades humanas sino en las impuestas artificialmente por ésta nueva sociedad de consumo. Se convierte en una seudoformación, falsa formación, que va a pasar a ser la forma dominante de la conciencia social.
Esta seudoformación con sus contenidos objetivos, cosificados y con carácter de mercancía sobrevive a costa de su contenido real y de sus relaciones con el sujeto. La industria cultural, con los medios de masa perpetúa estos nuevos valores como una cultura confesada a favor de la integración, a partir de la cual se van perdiendo valores tradicionales, que devienen en un estado de carencias de imágenes y formas. Adoptando costumbres y gustos foráneos, que en la mayoría de los casos, no se encuentran asequibles al nivel de vida de los pueblos subdesarrollados, los cuales los asumen acríticamente, sin una posición valorativa y de cuestionamiento al sistema que se impone a través de los recursos mediáticos.
Pero esta seudoformación sobre la cual se va a consolidar la seudocultura, no se confina solamente al espíritu, a la ideología, sino que también adultera la vida sensorial. Se desarrolla un individuo que interactúa y responde a los efectos de este fenómeno: el seudoculto. Este se dedica a la conservación de sí en sí mismo, y no encontrando en la sociedad nada que lo remita a ella, su accionar se va a ver influenciado por una visión egocéntrica de su persona. Se convierte en un individuo aislado sin otra conexión con los otros que conforman la sociedad que las propias necesidades consumistas, las cuales le arrastran en una oleada inalterable y acrítica hacia una contracultura insensible, que inconsciente de sí misma carece de valoraciones históricas. Esto es el resultado de una educación social basada en la relatividad de juicios y conveniencias, sobre la sociedad y el actuar humano.
Como resultado se establece un estado informativo puntual que va a sustituir la continuidad de la conciencia. Este va a ser de carácter intercambiable, y quedará borrado en cuanto se precise asimilar otro tipo de informaciones. Puesto que no establece una relación directa con la esencia de las cosas, sino que se queda en las nociones que se pueden obtener acerca de ella, establece un estado de conciencia enajenada que va a estar caracterizada por un análisis metafísico e irracional de la realidad; análisis mediatizado y asimilado mecánicamente, alimentado por los medios de comunicación que sostienen una mitología sustitutiva que nadie confronta ni compara con los hechos de un pasado que no se encuentra tan lejano.
Los medios de comunicación forman parte de lo que se puede llamar violencia simbólica y en estos momentos poseen un gran nivel de responsabilidad porque ellos se están globalizando. El noventa porciento de los medios en las sociedades desarrolladas se encuentran en manos de apenas diez grupos, lo cual hace aun más difícil obtener una información correcta sin influencias ni mediaciones tergiversadoras.
A partir de la sustitución de valores tradicionales se somete a los hombres a medidas predeterminadas que responden a los intereses de producción de la sociedad capitalista, crea una tensión permanente capaz de convertirse en omnipotente que prohíbe alzarse por una decisión individual aparte de las decisiones predeterminadas, sin embargo a raíz de la presión que ejerce en los hombres perpetúa en ellos la agresividad, siendo esta la razón de los malestares culturales que aquejan a la sociedad.
La incultura como estado de ignorancia permite una relación directa con los objetos, con lo cual en determinado momento puede elevarse a conciencia crítica, pero la seudoformación cultural no logra ir más allá de la asimilación sin un cuestionamiento que retome conceptos que han pertenecido a las culturas de la humanidad durante su desarrollo, olvidando patrones que surgieron de una necesidad, para adquirir otros que responden a una necesidad del sistema capitalista para continuar su evolución nefasta.
La seudoformación está estructurada a partir de la inmovilidad de los conceptos y de la vaciedad de los juicios que carecen de carácter crítico en cuanto al análisis de esencia de la producción mercantilista y su influencia real en los fenómenos dados en la sociedad.
De esta forma se crea un sentimiento de insatisfacción en el subconsciente social que se manifiesta a través de inconformidades con el modo de vida sin relacionarlo con la irracionalidad de una conciencia mediatizada, que le obligan a continuar arrastrando con las costumbres impuestas sin tratar de profundizar en las razones de los malestares que persisten en la sociedad.
Sin embargo no existe nadie exceptuado de la tendencia a la seudoformación socializada, incluso el crítico consciente del fenómeno se encuentra atado por las concepciones sociales que le acompañan y le inducen un determinado comportamiento.
En la actualidad el intelectual crítico prospera menos que quien utiliza el medio del intelecto. La razón de ello está dada en que los contenidos que van surgiendo al calor de la seudocultura van a tener un contenido acrítico, lo cual dificulta su corrección a causa de su vacío conceptual. De esta forma aunque exista la crítica sobre la sociedad no es asimilada por sus miembros, los cuales están acostumbrados a recibir productos concientes de fácil digestión.
A medida que la formación se va encerrando en una concepción de finalidad, debemos tener en cuenta que ella sola no infiere una sociedad razonable. Se hace preciso llevar a una situación en la cual no se intente cosificar la cultura ni renunciar a ella como mediador de la vida social, sino que se realice en virtud de la integridad de los productos espirituales no de los ajustes conceptuales y repercuta en la sociedad.
Una seudocultura alimentada por la seudoformación no hace más que desnaturalizar a ser humano, convirtiéndolo en objeto de su propia violencia, necrosando desde su centro a las concepciones tradicionales que se vienen heredando desde tiempos inmemoriales.
3-Necesidad de la lucha contra la seudocultura
La globalización de esa seudocultura de masas, no es más que la expansión hacia el Sur de una cultura de los mercaderes del Norte, es la imposición de una filosofía, de un modo de vida que asegura la invasión de su mercado; la nueva colonización que နen lugar de carabelasန llega por vía satélite, por los grandes medios de difusión. Consiste en volver a los siglos de conquista y colonización, una nueva colonización que destroza la cultura y la identidad de los pueblos hasta llegar a desconocerse a si mismos. No le basta al capitalismo actual con adueñarse solamente de la fuerza bruta de trabajo de todos los pueblos del mundo, ahora lo esclaviza y hostiga con esta letal ideología en nombre de una cultura universal.
La imposición de esa seudocultura con el gran poderío que la expande, es a su vez, aniquiladora de todas las expresiones culturales auténticas de los pueblos. La globalización seudocultural va desdibujando rostros, moldeando la humanidad sustituyendo la identidad por un modelo, simplón, enajenado, adicto a formulas de esparcimiento elementales y ajenos totalmente a la poesía tradicional; se nos está despojando de la capacidad de descubrimiento, de reconocernos, de socializarnos.
La seudocultura sólo puede ser sustituida a partir de la sustitución del modo de producción capitalista, solo a través de una cultura que sea realmente reflejo de unas relaciones de producción realmente regeneradoras de los valores humanos y no una pobre sustituta hecha solo de apariencia.
Noam Chomsky en su libro Las intenciones del Tío Sam nos esclarece "[ဦ]los planificadores de la política norteamericana insisten en que la primera amenaza para el nuevo orden mundial es el nacionalismo del Tercer Mundo, a veces denominado «uitranacionalismo»: los regímenes nacionalistas que son receptivos «a las demandas populares para mejorar los bajos niveles de calidad de vida de las masas» y destinar la producción a satisfacer las necesidades domésticas". Es la lucha del capitalismo en contra de toda posibilidad de surgimiento de conciencia nacional liberadora de espacios económicos políticos y culturales de países del Tercer Mundo.
El hombre como individualidad es permanentemente una memoria social, los valores se manifiestan como un proceso histórico que tiene especificidades en los distintos momentos de su desarrollo; al olvidar etapas del desarrollo espiritual, se producen rupturas en el conocimiento. Hay que cultivar los valores auténticos del pasado para fortalecer la conciencia colectiva del presente, reconquistar ideas y tradiciones a nivel nacional y universal. Se trata de llevar a un primer plano la acción de la educación y la cultura.
Desarrollar una alta conciencia valorativa es en un primer momento ubicar los procesos, fenómenos y objetos por orden de importancia, esta jerarquía de valores se forma en el individuo en su interacción con las diferentes esferas de la vida. Es necesario asegurar a los ciudadanos del mundo la posibilidad de elaborar un pensamiento crítico, una reflexión critica respecto a los medios dominantes. Hace falta no que existan élites, sino vanguardias. Hace falta que existan vanguardias que sepan defender con valentía sus criterios, aun cuando muchas veces la propia gente no lo comprenda.
Los pueblos del Tercer Mundo se ven precisados a llevar adelante una Revolución que propicie una cultura nacional sin llegar a convertirse en "aldeanos vanidosos", deben fomentar su identidad a partir de sus raíces y a partir de esto crear los nexos necesarios con otras culturas del mundo, tomar de estas lo más constructivo y aportativo, no como copia sino como integración solidaria bajo un enfoque crítico. Pero una Revolución no se puede dirigir creyendo sólo en las buenas intenciones. Una Revolución necesita negociadores, traductores y más que traductores intérpretes del mismo pueblo y del mismo origen.
Combatir la seudocultura es en la actualidad una cuestión de vital importancia para salvar las esencialidades que hacen del mundo un conglomerado de caracteres que llevan en si el componente humano. Por tanto luchar contra esas imágenes mistificadas es luchar por las culturas que identifican a los pueblos del mundo y por la condición humana que debe prevalecer en los hombres.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
1- "Evento científico: El marxismo y la crisis del pensamiento neoliberal", Editorial Félix Varela, La Habana, 2003.
2- Adorno, Theodor W. y Max Horkheimer: "Sociológica", Ed. Taurus, 1969.
3- Chomsky, Noam: "Las intenciones del Tio Sam". http://www.cgt.es/
4- Callón, Stella: "El derecho de soñar. Entrevista realizada a Eduardo Galeano", en Revista América Libre, #7, julio, 1995. pp. 86-89
Esperanza Aguilera Horta, nacida en Santiago de Cuba, Cuba, en 1985, residente en esta misma ciudad, es Licenciada en Filosofía y ejerce de profesora de Filosofía en la Universidad de Oriente. Juan Carlos Ramirez Sierra nacido en Santiago de Cuba en 1989, es estudiante de Filosofía en la Universidad de Oriente y ejerce ayundantía docente en la disciplina de Historia de la Filosofía. El presente trabajo fue terminado el 20 de septiembre del 2008, con motivo de una ponencia en el Evento Ciencia y Conciencia, de este centro de estudios universitarios.
Autor:
Lic. Esperanza Aguilera Horta
Est. Juan Carlos Ramírez Sierra
Cuba, Septiembre de 2008
[1] Calloni, Stella: "El derecho de soñar", pág. 86
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |