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Tasas de cambio: clasificación, funciones e importancia


  1. Tipo de Cambio: Definición, clasificación e importancia
  2. Términos para describir los movimientos de la TC
  3. Tasa de cambio nominal y tasa de cambio real (Largo Plazo). Cálculo
  4. Regímenes cambiarios
  5. Tipos de cambio fijos
  6. Sistema de cambios flexibles
  7. Desplazamiento controlado o TC reptante (crawling peg)
  8. Tasas mixtas (fijas y variables)
  9. Zonas objetivo
  10. Argumentos a favor de los tipos de cambio flexibles
  11. Importancia de las tasas de cambio
  12. Bibliografía

Tipo de Cambio: Definición, clasificación e importancia

La característica diferencial de las transacciones económicas internacionales respecto a las nacionales es el empleo de monedas diferentes y por tanto del uso de las tasas de cambio. Ante la necesidad de relacionar las monedas surgen las tasas o tipos de cambios.

Tasa de cambio: Relación cuantitativa de la moneda de un país expresada en moneda extranjera.

Es el precio de una moneda expresado en términos de otra o, más exactamente, el valor de la moneda de un país expresado en determinada cantidad de moneda extranjera.

Clasificación

  • directo e indirecto

  • de compra y de venta

  • múltiple o diferenciado (caso Cuba)

  • al contado y futuro

  • nominal y real

  • fijo y flexible

Al no existir una moneda que cumpla completa y perfectamente la función de dinero mundial, las operaciones económicas internacionales se realizan en distintas monedas nacionales. Ante la necesidad de relacionar estas monedas, surgen las tasas o tipos de cambio. La necesidad de divisas se asocia no solo con la importación de bienes y servicios y otras partidas de la cuenta corriente, sino también con la cuenta capital como las inversiones en el extranjero, la compra de bonos y acciones, etc.

Por divisa se entiende la moneda de otros países, y regularmente la requieren individuos, empresas e instituciones para comprar bienes y servicios al extranjero, así como para hacer donaciones y préstamos.

Se dice que la moneda de un país es convertible cuando la misma puede cambiarse con las monedas de otros países. La convertibilidad exige que la moneda nacional se pueda comprar y vender libremente en el mercado por monedas extranjeras. En el sentido contemporáneo el término convertibilidad es más amplio que en periodos anteriores cuando las monedas debían ser de oro. Desde hace varias décadas se viene produciendo un proceso de desmonetización creciente del oro y de su conversión en simple mercancía.

La convertibilidad supone una necesidad y conveniencia para el desarrollo del comercio internacional, las monedas inconvertibles implican barreras al comercio. También el libre flujo de capitales queda limitado por la inconvertibilidad.

El precio que se paga por la convertibilidad es el aumento de los riesgos de crisis en la BP, debido al peligro de evasión del dinero errante (movimientos de K a CP de un centro financiero a otro), que es mayor cuando se desmonta el mecanismo del control de cambios.

Las divisas convertibles son moneda internacional, o sea, que son internacionalmente aceptadas para la cancelación de deudas. El dólar es aún la más importante. Las naciones suelen mantener como reserva solamente las divisas convertibles.

Términos para describir los movimientos de la TC

  • a. Apreciación: Incremento de la demanda de una moneda, por lo que esta aumenta su precio.

  • b. Depreciación: Deterioro que sufre una moneda frente a otra por un incremento de su oferta o disminución de su demanda.

  • c. Revaluación: Cuantitavamente se observa el mismo efecto que la apreciación, la diferencia está en que esta obedece a decisiones de los gobiernos.

  • d. Devaluación: El gobierno disminuye el tipo de cambio, su efecto es igual al de la depreciación, pero en este caso es el Estado y no el mercado quien lo determinó.

Los dos primeros se vinculan a TC flexible, mientras los dos últimos a TC fijo.

Como norma, cualquier factor que incremente la demanda de una moneda, provocaría una apreciación y, por el contrario, cualquier factor que incremente la oferta de una divisa provocaría una depreciación. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la depreciación de la moneda nacional se traduce en un aumento de la cantidad de ésta que hace falta para adquirir moneda extranjera. Se asume, entonces, que la depreciación eleva el TC y la apreciación lo reduce.

La devaluación y revaluación son categorías similares pero reflejan una decisión de política económica, mientras que la depreciación y apreciación de las divisas son el resultado, básicamente, de los cambios de la oferta y la demanda del mercado. Se produce una devaluación, entonces, cuando el Banco Central aumenta el precio en moneda nacional de la moneda extranjera y viceversa.

Los TC son susceptibles a manipulación, al igual que los restantes precios. Los gobiernos intervienen para proteger el TC frente a fluctuaciones indeseables del comercio, los movimientos de capital imprevisibles o las especulaciones en los mercados monetarios. Los gobiernos pueden imponer restricciones impositivas sobre ciertas transacciones, como el control de las M o los movimientos de K.

TC fija: El Estado la establece de modo oficial, al estipular los límites dentro de los cuales puede moverse, que regularmente son pequeños.

TC flexible: El mercado es el agente principal en la fijación de la moneda.

Otras formas de manifestarse la TC:

  • Directa: Cantidad de moneda se ofrece por unidad de moneda extranjera. La divisa extranjera como unidad. $ USD 1= 25 PC

  • Indirecta: Cantidad de divisa extranjera que se equipara a una unidad de moneda nacional. 1CUC = 1,18 USD. La cotización indirecta es también llamada cotización volumen.

Lo anterior está expresado desde el punto de vista de Cuba.

  • Cruzado: Se calcula sobre la base de una tercera moneda de referencia.

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En las operaciones de mercados de divisa ha de distinguirse entre la tasa de compra y la tasa de venta. Esta diferencia es muy pequeña, pero permite a los bancos y a otros agentes cubrirse de gastos y obtener utilidades, bajo el principio de comprar barato y vender caro. Mientras más activos son los mercados la diferencia entre los tipos de compra y venta tienden a ser más pequeñas.

Tasa de cambio múltiple: El Estado fija en un mismo momento tasas diferentes.

Tasa de cambio al contado (spot): Está vigente en el mercado de divisas y por el cual se compran las monedas en el día. Determinada por la oferta y la demanda de monedas en el mercado ordinario de divisas.

Tasa de cambio de futuro (forward): Rige las operaciones de compra y venta de divisas que se acuerdan hoy con un plazo de liquidación futuro (30, 60 y hasta 90 días). Se determina de acuerdo a las expectativas que se tengan sobre la moneda, por la oferta y demanda en el mercado de operaciones a plazo o a término. Este mercado reduce la incertidumbre entre los comerciantes, banqueros e inversionistas mediante operaciones de cobertura.

Tasa de cambio nominal y tasa de cambio real (Largo Plazo). Cálculo

El tipo de cambio nominal representa el precio de una unidad de moneda extranjera expresado en términos de moneda nacional. El TC es un precio relativo, el precio de una moneda que se expresa en términos de otra; sus variaciones afectan a los precios de los bienes y servicios producidos en el país respecto a los producidos en otro, de ahí la necesaria distinción entre tipo de cambio nominal y real.

El tipo de cambio real es precio de los bienes del país extranjero expresado en términos de bienes locales. Ambos llevados a una misma moneda. El tipo de cambio real no tiene unidad de medida, ya que las unidades del numerador se cancelan con las del denominador.

La fórmula de cálculo del tipo de cambio real es:

TCR = (E x P*) / P

TCR: tipo de cambio real

E: tipo de cambio nominal.

P*: deflactor del PIB del país extranjero.

P: deflactor del PIB local.

El valor del tipo de cambio real depende de los valores base que se hayan tomado para los índices de precios, por lo tanto, el valor absoluto del tipo de cambio real no tiene significado, sino en relación con su valor en otro momento de tiempo, o bien su variación a lo largo del tiempo.

El tipo de cambio real mide el poder adquisitivo de la moneda extranjera en el mercado local. Las variaciones del tipo de cambio real pueden deberse a variaciones en el tipo de cambio nominal como a variaciones en los precios de los bienes extranjeros, o a variaciones en los precios de los bienes locales.

El tipo de cambio real proporciona una medida del valor de la divisa en términos de su poder de compra y es utilizado como indicador de competitividad internacional de la moneda de un país y para juzgar el grado de sobrevaloración o subvaloración de la moneda. Se asocia a la competitividad de la economía porque mide el grado de encarecimiento interno de los bienes transables con respecto al externo.

Regímenes cambiarios

La literatura económica relativa a las ventajas e inconvenientes de los distintos regímenes cambiarios es muy abundante. En un contexto como el actual, caracterizado por la globalización de la actividad económica y la perfecta movilidad de los capitales, las crisis financieras y cambiarias que, desde mediados de 1997, han sacudido a los mercados internacionales, especialmente, a las economías en desarrollo, han reabierto el debate sobre la mayor o menor conveniencia de las diferentes políticas de tipo de cambio existentes.

Dicho debate no sólo es relevante desde un punto de vista teórico sino, fundamentalmente, desde la perspectiva de la política económica. Esto es así porque de la elección de un tipo de cambio de equilibrio depende no sólo buena parte de la estabilidad macroeconómica de un país sino también una adecuada asignación de los recursos.

Tipos de cambio fijos

Entre los sistemas fijos destacó el patrón oro en el cual la relación de cambio entre dos monedas estaba directamente relacionada con el contenido oro de las mismas de la siguiente manera:

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El TC era fijo puesto que los contenidos oro de las monedas también lo eran y los gobiernos ofrecían la garantía de convertir el papel moneda en oro a un precio fijo.

Por ejemplo: Bajo este patrón si la Reserva Federal de Estados Unidos decide comprar y vender oro a un precio de 400 USD por onza y el Banco de Inglaterra está de acuerdo en comprar y vender oro a 250 £ por onza, el tipo de cambio entre la £ y el $ será de 1.60 $/£.

Las variaciones en las tasas de cambio serian resultado de las variaciones en las reservas oro.

Siguiendo el ejemplo anterior si Gran Bretaña está perdiendo divisas deberá aumentar el precio del oro en términos de £. Esto significa una reducción en el tipo de cambio de la £; si pasara de 250 £ por onza a 300 £ y el de Estados Unidos se mantuviera fijo en 400 $ el tipo de cambio variaría a: 400 $/onza = 1.33$/£

300 £/onza

lo cual implica una devaluación de la £ y una apreciación del USD.

El sistema patrón oro fue considerado un sistema exitoso pero en su propio desarrollo evidenció inconvenientes asociados a las desiguales tenencias del metal a nivel internacional. Sus limitaciones provocaron falta de liquidez, deflación y otros desequilibrios que propiciaron el desarrollo de otros sistemas que lo utilizaban solamente como referencia pero conservando el sistema de TC fijos.

El oro como centro del sistema monetario tendía al equilibrio de la BP entre las naciones, el cual se alcanzaba de forma automática en el LP.

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La Primera Guerra Mundial erosionó significativamente el patrón oro pues los gobiernos impusieron controles monetarios y abandonaron el compromiso de convertir el papel moneda en oro. Después de la conflagración muchos países manipularon los tipos de cambio en función de objetivos nacionales.

Se estableció, entonces, el llamado patrón cambio-oro bajo el cual las reservas de los Bancos Centrales se componían de oro y divisas cuyos precios en términos de oro eran fijos y cada Banco Central fijaba su tipo de cambio vinculándolo a una de las divisas cuyo precio en oro era fijo.

La depresión de 1929-33 exacerbó las políticas de empobrecer al vecino (devaluaciones e incremento de los aranceles) y cuando estalló la Segunda Guerra Mundial no era posible hablar de Sistema Monetario Internacional. En 1934 solo el dólar norteamericano podía ser intercambiado por oro.

No fue hasta julio de 1944 en que las potencias aliadas se reunieron en el Hotel Mount Washington de Bretton Woods, New Hampshire, para diseñar un nuevo orden monetario internacional que sustituyera al ya fracasado patrón oro.

El sistema establecido en Bretton Woods estableció tipos de cambio fijos en relación al dólar y un precio invariable del mismo con respecto al oro en 35 USD la onza troy. El sistema era entonces de un patrón cambio-oro con el dólar como la principal moneda de reserva.[1]

El final de la convertibilidad oficial transformó el sistema de Bretton Woods, pasando de un patrón cambio oro a un patrón dólar. El dólar no mantenía un precio fijo en oro, pero el resto de las divisas se encontraban fijadas al dólar.

El nuevo sistema basado en el dólar (monedas convertibles en dólares por dólares no convertibles en oro) se extendió hasta 1973 en que, tras una nueva devaluación, los países más industrializados dejaron flotar libremente sus monedas frente al dólar.

Los TC fijos ofrecen ciertas ventajas vinculadas a estabilidad y disciplina monetaria y fiscal. Sus defensores aducen que evitan la volatilidad y promueven el comercio y las inversiones en tanto los agentes económicos (exportadores e importadores) conocen el tipo de cambio futuro.

Se plantea, además, que contribuyen a lograr disciplina monetaria al evitar que la Banca Central promueva políticas monetarias demasiado laxas que provocarían reducción de la tasa de interés y salida de capitales. Actúan como estabilizadores automáticos monetarios pero también de precios, controlan la inflación y evitan procesos de especulación desestabilizadores en los mercados de divisas.

En alguna medida son capaces de controlar los desplazamientos de pánico de un activo monetario a otro (corridas) y la desalineación (salida del tipo de cambio competitivo de largo plazo). No obstante, la situación imperante en el sistema financiero internacional y la volatilidad e inestabilidad que es inherente al comportamiento de los flujos de capital convertiría en inoperante un sistema de tipos de cambios completamente fijos.

Sistema de cambios flexibles

En este caso el TC lo determina el mercado, es decir la interacción de la O y D de divisas. La diferencia entre TC fijos y flexibles radica en que en las tasas fijas existe una demanda o una oferta oficial a la tasa fija y esta se ajusta para asegurarse de que el TC permanezca en la tasa escogida o cerca de ella; en los TC flexibles, por el contrario se dejan oscilar de acuerdo a las fuerzas del mercado.

El TC de equilibrio es aquel al cual la cantidad ofrecida es igual a la demandada, o el punto en que las curvas de oferta y demanda se cortan. Ciertos factores que afectan al TC modifican las curvas de oferta y demanda monetarias y por tanto, variaciones en el TC de equilibrio.

En el caso de los regímenes flexibles las autoridades monetarias no deben intervenir en los mercados cambiarios aunque en realidad si lo hacen. Los TC fueron declarados flexibles desde 1973-85, periodo en que ocurrieron escasas intervenciones de la BC, pero los acuerdos del Hotel Plaza (septiembre 1985) y del Louvre (Paris, 1987) marcaron un cambio hacia una época de "flotación sucia" o de TC flexibles dentro de "ciertos límites".

Dentro de estos sistemas de TC de flotación sucia (los BC intervienen de vez en cuando a pesar de declarar que los TC son flexibles) que representan un punto intermedio o combinación entre fijos y flexibles se encuentran:

Desplazamiento controlado o TC reptante (crawling peg)

Consiste en un sistema automático que permite revisar el valor central de la moneda (valor en torno al cual la moneda puede fluctuar) cada cierto tiempo; es decir, la paridad cambiaria se va deslizando en busca de un nuevo ajuste de acuerdo a las condiciones económicas que respaldan al TC y el BC interviene, solamente cuando el TC se aproxima a los puntos extremos del valor central.

Tasas mixtas (fijas y variables)

Se trata de establecer tasas fijas para algunas transacciones y variables para otras. Generalmente se utilizan tipos fijos para transacciones en cuenta corriente y variables para las de la cuenta capital y financiera con el objetivo de no ejercer influencias en el comercio internacional pero sí de establecer controles en los flujos de capital.

Es un caso típico de mercados cambiarios duales, existe una tasa para las transacciones comerciales y otra más depreciada para las operaciones de la cuenta capital y financiera. Por un lado, se persigue aislar al mercado de bienes de los shocks que pueden ocurrir en el mercado de activos y, por otra, se busca limitar la tenencia de activos externos por el sector privado e impedir la conversión masiva de moneda local a activos financieros externos.

Zonas objetivo

A partir del Acuerdo del Louvre (París, 1987) el sistema de tipos de cambio puede caracterizarse como flotante dentro de "zonas objetivo" las cuales representan un punto intermedio entre TC fijos y flexibles.

Los límites de las "zonas objetivo" son periódicamente revisadas pero los niveles de intervención no se especifican. Los rangos de fluctuación tienen que ser deducidos de informes, reuniones o intervenciones públicas de los funcionarios involucrados.

Es un mecanismo basado en las reacciones de los agentes "hacedores de mercados" que tienden a reducir la necesidad de intervención. Es un mecanismo basado en las expectativas acerca de las variaciones en el TC futuro sin que las autoridades se comprometan a nada salvo intervenir en caso de que resulte "estrictamente necesario".

Ventajas e inconvenientes de los distintos regímenes cambiarios

La historia del pensamiento económico pone de manifiesto que, a medida que los intercambios comerciales y financieros entre las naciones se han incrementado, se ha ido generando una fuerte controversia no sólo teórica sino también en el ámbito de los gestores de la política económica entre aquellos que abogaban por la libre flotación de las monedas y los partidarios de los sistemas de tipo de cambio fijo.

Los argumentos a favor de los tipos de cambio flexibles se basan, fundamentalmente, en el margen que dicha flexibilidad confiere para conseguir el equilibrio exterior de una economía, lo que permite superar los dilemas de política económica entre el equilibrio interno y el externo, que caracterizaron a la mayoría de los países desde la Segunda Guerra Mundial hasta principios de los años setenta. El hecho de que sean los mercados los que determinen el valor de una moneda, confiere al país en cuestión la posibilidad de adoptar una política monetaria independiente que sea coherente con los objetivos últimos de crecimiento y estabilidad de su economía. En este sentido, la elección de un tipo de cambio flexible reduce la necesidad de contar con reservas internacionales, en la medida en que los posibles desequilibrios en la balanza de pagos son ajustados gracias a la flexibilidad del tipo de cambio.

Por otra parte, según los partidarios de los tipos de cambio flexibles, la adopción de un tipo de cambio fijo no sólo genera distorsiones en la asignación eficiente de los recursos en aquellas situaciones de cambio de la competitividad relativa de los países, sino que también supone que el Estado está asumiendo unos costos que, en principio, debieran ser asumidos por las empresas privadas.

Frente a estas ventajas teóricas de un sistema de libre flotación de las divisas, los partidarios de los tipos de cambio fijos argumentan que la flexibilidad tiende a devenir en volatilidad e incertidumbre y que, aunque existan mercados de cobertura frente al riesgo cambiario, dicha cobertura es costosa y, por lo tanto, introduce un freno al crecimiento del comercio y la inversión internacional.

A esta mayor incertidumbre habría que añadir, por un lado, la menor capacidad de control del crecimiento de los precios derivada de la pérdida de disciplina monetaria que se produce cuando no existe restricción externa ni compromiso de mantenimiento del tipo de cambio en determinado nivel. Por otro, la bondad del ajuste de los desequilibrios de balanza de pagos mediante la variación del tipo de cambio depende de la sensibilidad de los volúmenes de exportación e importación ante los cambios en los precios que, en principio, se derivan de las apreciaciones o depreciaciones del tipo de cambio.

En el fondo de las argumentaciones de los defensores del sistema de tipos de cambio fijo subyace la desconfianza respecto al funcionamiento adecuado de los mercados y respecto a los gestores de la política económica.

Frente a estos regímenes cambiarios extremos, la evidencia empírica pone de manifiesto que, en la mayoría de los países, los sistemas predominantes son de carácter intermedio, de forman que o bien la flexibilidad es limitada o el tipo de cambio es ajustable dentro de determinados niveles.

En líneas generales, la elección de una economía entre un sistema u otro de tipo de cambio dependerá de la valoración que se haga de sus efectos sobre los flujos de comercio y capitales del país, de su capacidad de ajuste ante los desequilibrios exteriores, de la mayor o menor certidumbre que genera en los intercambios comerciales, y del margen de libertad que deja para la gestión de la política económica.

Argumentos a favor de los tipos de cambio flexibles

  • Mejor Ajuste: Proporcionan un mecanismo de ajuste menos doloroso para los desequilibrios comerciales que los tipos de cambio fijos. Un déficit de CC con TC flexibles, provocaría una depreciación de la divisa, en lugar de requerir una recesión para reducir el ingreso, o los precios como sucedería con un régimen de T.C. fijo.

  • Mayor confianza: Al evitar déficit crónicos y persistentes los TC flexibles imprimen mayor confianza (significa evitar "corridas de pánico" de parte de los agentes económicos para reajustar sus portafolios) al país y al sistema financiero internacional con lo que se logra mayor estabilidad.

  • Mayor liquidez: Los TC flexibles no requieren intervención en el mercado de divisas en tanto ellos se autorregulan por el accionar de la oferta y demanda. Por tanto, se supone que no exista liquidez insuficiente ni de acervo en las reservas internacionales.

  • Estabilizadores automáticos: Una devaluación encarece las importaciones y abarata las exportaciones. Debido a esto la balanza de pagos está en continuo ajuste y reajuste, ocasionado por el tipo de cambio sin que, necesariamente, ocurran cambios en variables reales como ingreso y empleo. Todo el peso del ajuste recae sobre el TC que actúa directamente y con cierto automatismo.

No obstante, existen también, argumentos en contra de los tipos de cambio flexibles entre los cuales:

  • generan incertidumbre y limitan el comercio y la inversión internacional,

  • generan indisciplina y especulación,

  • son inflacionarios,

  • pueden ocasionar desempleo estructural.[2]

En definitiva, queda claro que existen argumentos válidos a favor y en contra de ambos sistemas de tipos de cambio razón por la cual todo parece indicar que son las condiciones económicas y las decisiones políticas las que seguirán decidiendo en uno u otro sentido.

La evidencia empírica reciente

El proceso de deterioro de la coyuntura económica internacional al que se viene asistiendo desde mediados de 1997 ha reabierto el debate no sólo sobre cuál es el régimen cambiario más conveniente para la sostenibilidad del crecimiento en las economías en desarrollo, sino, incluso, sobre la conveniencia de que los países menos avanzados dispongan de una política monetaria autónoma con su propia moneda.

En la base de este debate se encuentra el hecho de que buena parte de la crisis que ha afectado a los mercados emergentes se explica por la existencia de un estrecho vínculo cambiario con el dólar estadounidense o con una cesta de monedas donde la divisa estadounidense tenía un predominio claro, con una ponderación muy superior a la que se derivaría de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y los países afectados. En este contexto, los periodos de apreciación del dólar, especialmente desde mediados de 1995 hasta verano de 1998, contribuyeron a deteriorar la competitividad-precio de las exportaciones de muchas economías asiáticas y, en menor medida, latinoamericanas, con el consiguiente incremento de los déficit de balanza por cuenta corriente. Dicha pérdida de competitividad-precio ha sido, especialmente, relevante si tenemos en cuenta que durante los años noventa la gran competidora de las pequeñas economías asiáticas, China, ha registrado una mejora de su competitividad en los mercados internacionales.

La consecuencia fundamental de la experiencia de las economías asiáticas es que los regímenes cambiarios de carácter intermedio resultan tremendamente frágiles cuando no son percibidos como creíbles por parte de los mercados. En concreto, estos regímenes cambiarios, a mitad de camino entre un sistema de tipo de cambio irrevocablemente fijo y otro de perfecta flotación de las paridades cambiarias, han constituido una fuente de inestabilidad e incertidumbre que se ha visto agudizada por la perfecta movilidad de capitales a nivel internacional. Los márgenes de discrecionalidad, lejos de manifestarse como mecanismos tendentes a otorgar un mayor grado de estabilidad macroeconómica, han incentivado ataques especulativos contra las monedas de los mercados emergentes, fomentando la volatilidad de los mercados bursátiles.

En definitiva, los sistemas de tipo de cambio semifijos no resisten de manera adecuada los efectos de un mercado de capitales integrado, sino que, por el contrario, tienden a generar pánicos que se retroalimentan, con unos efectos finales desestabilizadores.

Sin embargo, la experiencia de aquellas economías, como buena parte de las latinoamericanas, que durante los años noventa han adoptado un tipo de cambio flexible tampoco ha sido especialmente positiva. De hecho, se observa que estas economías no han sabido beneficiarse de una política monetaria independiente, siendo incapaces de desarrollar una política monetaria contracíclica que pudiera amortiguar los efectos de los shocks externos.

Por el contrario, en la mayoría de las economías latinoamericanas que han abogado por la flexibilidad cambiaria se ha producido un incremento de los tipos de interés real, lo que ha supuesto un obstáculo para la sostenibilidad del crecimiento económico al dificultar la inversión. En concreto, en los países con tipo de cambio flexible, como puede ser el caso de México, el nivel promedio de los tipos de interés reales ha sido, a lo largo de los años noventa, del 9,2 por 100 frente al 5,1 por 100 de nivel medio en aquellos países con tipos de cambio fijo, como Argentina. Estas cifras muestran que la teórica mayor independencia para fijar los tipos de interés que, tradicionalmente, se asocia a los regímenes cambiarios flexibles no ha sido efectiva en las economías latinoamericanas en la década de los noventa. Por otra parte, los países con libre flotación de sus monedas han sido también más sensibles a los cambios en los tipos de interés internacionales, lo que les ha hecho más vulnerables a la crisis financiera que viene afectando a los mercados internacionales desde mediados de 1997.

Los mayores tipos de interés de las economías con tipos de cambio flexibles han venido acompañados de una mayor presión sobre los precios. Esto es así porque la pérdida de valor de las divisas de los países con tipos de cambio flotantes no ha ido asociada a una reducción de los salarios en términos reales, lo que ha presionado al alza los precios. Dicho de otro modo, la pérdida de poder adquisitivo que se deriva de toda depreciación ha sido anticipada tanto por los empresarios como por los trabajadores, incorporando dicha información en el proceso de negociación salarial, lo que ha anulado la hipotética efectividad de la variación del tipo de cambio para afectar a la competitividad de una economía.

En definitiva, la experiencia de las economías latinoamericanas de la década de los años noventa pone de manifiesto que el modelo tradicional que defendía las bondades de los tipos de cambio flexible no funciona. Según dicho modelo tradicional, un país con elevados costos laborales y, por lo tanto, con un problema de balanza por cuenta corriente debería ver cómo su moneda se deprecia, lo que supondría una disminución de sus salarios reales, con el consiguiente encarecimiento de las importaciones y abaratamiento de las exportaciones, de modo que acabara equilibrándose el saldo de la cuenta corriente. Sin embargo, en un mundo donde los movimientos de capitales son mayores y más rápidos que los intercambios comerciales, esta línea de causalidad no funciona. De hecho, en la reciente crisis, que ha afectado a buena parte de los mercados emergentes, los movimientos de los tipos de cambio no han absorbido los shocks generados, sino que, por el contrario, han ahondado todavía más en la creación y difusión de la crisis.

Consecuencias del sistema de flotación monetaria para los PED

Debido al aumento de la incertidumbre y de la volatilidad de los TC es más difícil de prever los precios de M y los ingresos de X, tanto a CP como a MP, por lo que los sectores públicos y privados han tropezado con mayores obstáculos para planificar sus actividades y administrar sus recursos. Mayores presiones sobre los productores y comerciantes de los PED pues los precios de los productos en divisas objetos de su comercio influyen en sus operaciones, expectativas y decisiones.

Las perturbaciones de los mercados de divisas se transmiten rápidamente a otros mercados como el de los productos primarios.

En un intento por alcanzar mayor estabilidad cambiaria, los PED han adoptado, de forma creciente sistemas de cambio que vinculan el valor de sus monedas a una combinación o cesta de monedas.

Importancia de las tasas de cambio

  • 1. Permiten comparar los precios de bienes y servicios producidos en diferentes países.

Ejemplo: ¿cuántos USD cuesta un jersey de lana escocesa que vale 50£? La respuesta se obtiene multiplicando el precio del jersey en £ (50) por el precio de la £ en términos de USD -el TC del dólar respecto a la £- con un TC de 1.50 USD/£ el precio del jersey en dólares resultaría ser:

1.50 dólares/£ x 50 (libras) = 75 USD. Una variación en el TC del USD respecto a la £ modificaría el precio del jersey en USD. Con el TC de 1.25 USD/£, por ejemplo, el jersey solamente costaría (1.25 USD/£) x (50£) = 62.50 USD suponiendo que su precio en términos de £ permaneciera constante.

Con un TC de 1.75 USD/£ el precio del jersey en USD seria igual a:

(1.75 USD/£) x (50£) = 87.50 USD

Una caída del precio de la £ en USD, es decir una depreciación de la £ se produce si varia el TC de 1.50 USD/£ a 1.25 USD/£ con lo cual queda claro que (con todos los demás factores constantes) una depreciación de la moneda de un país abarata sus productos para los extranjeros. Por su parte, un incremento del precio de la £ en términos de USD; de 1.50 USD/£ a 1.75 USD/£ representa una apreciación de la £ respecto al USD y un encarecimiento de los productos ingleses para los extranjeros.

  • 2. Permiten convertir los precios expresados en moneda extranjera en los respectivos precios en moneda nacional. Al permitir establecer los precios relativos se pueden asumir decisiones de compraventa aunque los precios aparezcan denominados en diferentes divisas.

  • 3. Posibilitan determinar el costo real en divisas de los compromisos internacionales asociados a: pagos de importaciones, repatriación de utilidades, amortización de préstamos, etc.

Bibliografía

Economía Internacional (Colectivo de Autores), La Habana: Editorial Félix Varela, 2004

 

 

Autor:

Jacqueline Laguardia Martínez

 

[1] Este sistema operó entre 1944-68.

[2] A partir del descubrimiento de amplias reservas de gas naturales Holanda su moneda se apreció, esto desestímulo sus exportaciones tradicionales y se produjo un desempleo significativo en éstas ramas, como la industria del gas no absorbió a éstos trabajadores, el desempleo aumentó. Debido al lugar en que este problema se detectó se conoce como: “enfermedad holandesa”. Para profundizar consulte a: Cristal K. Dutch Desease of Monetarist Medicine. Review, FRB, pp. 27-37.