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El Destino de Existir


Partes: 1, 2

  1. Prefacio
  2. Introducción
  3. La raíz del hombre en su historia evolutiva
  4. El propio conocimiento como fuente de vida
  5. La asignación de significado y sentido
  6. La transformación
  7. La Vida

Prefacio

Este texto lo comencé a escribir porque había leído muchos libros de autoayuda que terminaba por dejar de lado o leía en un ratito y no servían. Lo único que encontraba en ellos eran ideas sobre que hay que echarle ganas, ser positivo, que uno puede.

A la hora de entrar en esos textos me encontraba con lo mismo, poca instrucción trascendente. Entonces pensé hacer algo mejor.

El resultado es este escrito que presenta mi experiencia sobre el tema del desarrollo humano. Insisto: El Desarrollo Humano.

Tiene la finalidad de ayudar, de presentar lo más que conozco que puede ser valioso para la vida. Ya se verá en su lectura que no es absolutista, tampoco puramente relativista, sino una combinación y emergencia entre ambas posturas.

Tiene por ello un fin educativo desde una postura personal, no académica, pero que no ignora lo académico, ni lo sobrepone a lo humano. Es una invitación a la reflexión sobre ti, pues sólo de ese modo logramos cumplir con nuestro destino de existir para nosotros mismos y en beneficio del mundo.

Ha sido finalizado dentro de un proyecto académico cuya madurez ha sido considerar que lo importante no es sólo cumplir con los cánones científicos, sino con el compromiso con lo humano y con la sinceridad de quien escribe. Por ello al mismo tiempo existe una base académica junto con una exposición personalizada.

Hasta tal grado ha sido mi compromiso con la postura de apoyar tu trascendencia que con estas palabras pido a Dios te bendiga en tu camino por la vida, en tu desarrollo humano y en tu lugar en el mundo sagrado.

Sin embargo, si algo logras gracias a este texto, nada ha sido gracias a mí, sino todo a ti misma, a ti mismo, a tu compromiso y como eres siempre bendecida, bendecido.

Introducción

Este trabajo tiene como finalidad ser una referencia para la reflexión. Es producto de la reflexión acerca del ser humano y de mi perspectiva acerca de lo más importante para cada quien: si mismo en su entorno.

Se propone como una reflexión porque cada parte debe ser hacha propia. Carecería de sentido la idea de este trabajo sin la auto-reflexión. No puede tomarse algo como cierto, tan sólo como una postura que ha de juzgarse válida por ti lector, lectora. Sólo si algo es válido para ti, eso adquiere sentido y sirve de algo el escrito. Si algo no es válido o esta equivocado de lo que lees, entonces has encontrado algo de más valor, tu propia postura.

La propia postura y la toma de posición es lo único que se debe pretender. Sin eso, ningún texto tiene sentido. Porque el texto se propone como enseñanza y el saber resulta válido por lo valioso que es en la vida.

La idea en la que reside el escrito es que el hombre se mueve en el tiempo y vive la unión de su pasado y futuro a través de su presente. Pero que el presente es valioso una vez que las raíces y cimientos del pasado se conocen, pues sirven para construir el futuro, un futuro del cual somos conscientes y responsables.

Considero el destino humano como vivir el presente, con ese presente anclado al pasado y hacia el futuro en libertad. Sólo como una creación propia el destino es algo que vale la pena ser vivido. Tomo la idea de destino para asegurar que la vida humana tiene un futuro, pero que ese futuro depende de tu propia acción.

El trabajo tiene un fin educativo, me atrevo a presentarlo de esta manera porque considero que la educación es integral entre sentir, pensar, intuir y vivenciar: a eso llamo existir.

Si bien este trabajo no ha sido construido para responder a Los siete saberes necesarios para la educación del futuro (Morin UNESCO 1999), si pretende reflejar una idea de aquello que es pertinente saberse: el conocimiento de uno mismo en el Universo material, humano y sagrado.

La educación debería tener como principio rector el propiciar el autoconocimiento para hacer de cada persona el ser que cada uno es por si mismo. Ese tipo de conocimiento debiese corresponder con el saber en sí, el conocimiento por sí mismo. Sobre esa base los conocimientos prácticos podrían sobreponerse como ropas que se utilizan mientras son necesarias y agradables. A esta enseñanza le llamaría el conocimiento pertinente.

El conocimiento de uno mismo puede servir para encontrar un lugar en el mundo complejo del que somos parte. ¿Cómo es posible? Centrado en la complejidad de lo que somos y lo difícil que es desentrañar nuestro interior, entonces se logra comprender que el Sistema material, humano y divino del que somos parte posee esa complejidad. Así como en la vida de cada uno no esta dado todo, ni la vida misma por asegurada, así en el entorno de existencia las cosas no suceden ya estructuradas de un modo definitivo. Si bien el mundo se puede estructurar a nuestro modo, siempre la incertidumbre del cambio puede aparecer y va a aparecer.

En este libro se dedica a enseñar la condición humana, la unidad biológica, psíquica, social, cultural e histórica que nos constituye como seres humanos. Afirma que la condición humana es lo más importante que debemos conocer. Pues nosotros somos el núcleo de esa condición. Considera que con ello se cumple la proclamación: Primero busca el reino de los cielos que lo demás será dado por añadidura. El reino de los cielos es la condición humana y la mejor será aquella por la cual luchemos alcanzar. Siempre en el entendido que hay una parte hecha, una parte por hacerse y una complejidad de relaciones entre estos dos que genera un resultado de lo que somos y podemos ser.

Para comprender la identidad humana dedico una buena parte a entender la condición terrenal, nuestra evolución, nuestro lugar como seres vivos. He buscado dar certeza a lo que digo. Sin embargo, lo incierto está de inmediato a nuestro lado. Es incierto que una sola persona lea esto más que yo. Quizá sea el único. Así pasa ahora con los escritos, siempre ha pasado y seguramente esa ignorancia sobre lo que otros desconocidos dicen será cada vez mayor. Desde esa incertidumbre se puede ir hasta una incertidumbre originaria: la duda en lo divino. Habrá quienes se nieguen a esta lectura o la acusen por ligarse a una idea de Dios. Esa duda originaria, pues es una duda ontológica, puede partir hasta la duda fundamental que es la incertidumbre por si mismo. En fin, la certeza absoluta no es parte de lo vivo.

Considero haber aportado en la comprensión, al tratar el tema de cómo construimos significados. Eso nos sitúa en un lugar de subjetividad inherente a lo humano. Construimos el mundo en el que habitamos así que la verdad del mismo es igualmente valida que la verdad de uno diferente. Hay mundos donde la mayoría somos beneficiados y eso es mas positivo que aquellos donde solo unos cuantos reciben beneficios. Pero no es pertinente ir a eliminar el mundo de otros porque no se ajusta con el mío.

Tengo una postura que no espero que todos la sigan. Hay que comprender a los otros en su dimensión de que ellos también necesitan comprendernos. Nadie esta en el punto absoluto de la verdad para decir así son las cosas y solo así funcionan. Pero tenemos que poner los pies en la tierra de nuestro propio camino y andar.

Si bien somos humanos con conciencias independientes, en la historia de la vida en la Tierra y posiblemente en la existencia del Universo, somos una unidad que es la Humanidad. Somos parte de un todo que nadie puede abarcar por completo mientras sea una parte y cada parte es tan importante como el todo donde es importante. El apoyo al otro, por ser tan humano como uno, es indispensable. Mis necesidades también son sus necesidades, mis deseos, mis miedos, mis certezas. Así como nos parecemos somos diferentes en lo que queremos, lo que aspiramos, el modo de obtenerlo y de ser. Similitud y diferencia, ambas se encuentran, se deben reconocer como parte de un mismo modo de ser humanos y parte de la Humanidad.

La raíz del hombre en su historia evolutiva

El origen del hombre es la preocupación primordial de la humanidad. Buscar el lugar y cuando surge es la cuestión alrededor de la cual gira nuestra conciencia. El ser humano manifiesta una necesidad de cimentar su vida en el tiempo. Sin un asiento histórico se siente desprotegido y débil. Cuando busca reconocerse inmerso en una larga historia puede preocuparse en otros asuntos.

¿Por qué ocurre tal situación? La respuesta reside en la necesidad del hombre (incluyo a la mujer y al varón) de habitar el tiempo, de hacer de lo desconocido lo próximo y de lo conocido su fundamento. Lo desconocido hiere al ser humano. Lo desconocido es amenazante, genera una necesidad por habitarlo y hacerlo propio. El tiempo pasado es un desconocido en el cual no se habita. La historia precede temporalmente al hombre como independiente de él. Y él se siente extraño, sin lugar de residencia, sin lazos de unión, apartado, solitario y esa situación es insostenible.

La relación del ser humano con su entorno nunca se rompe. Las relaciones con otros seres humanos son indispensables para la vida humana. La historia del hombre es el relato de su vida presente. Antes de ser seres humanos, el hombre ya poseía raíces que iban más allá de su memoria.

El punto clave es su evolución, donde está su raíz y cimiento. La evolución humana es algo incuestionable. Incluso las propuestas teológicas y religiosas hacen mención de la evolución humana. Las teorías científicas actuales hacen una descripción de esa evolución, pero lo fundamental está en el cambio-preservación que sumerge al hombre en miles de años de historia.

El ser humano no es exactamente el mismo desde su origen hasta hoy. Por mencionar tres ejemplos diremos los siguientes.

En el Génesis Bíblico el hombre es creado por Dios a su imagen y semejanza y lo primero que hace en él es darle aliento divino. El ser originario, Adán, vive en el paraíso, como todos los animales, duerme y al dormir Dios lo ve sólo y de él, del propio cuerpo de su creación crea a una mujer. Incluso es de igual validez si los creó al mismo tiempo al hombre y a la mujer.

Lo que ocurre es que viven de una manera que podríamos denominar: natural. Viven en un íntimo contacto con la naturaleza. Comen de los frutos que les son permitidos y evitan aquel que no deben comer. Viven tan desnudos como la naturaleza. Hasta que prueban del árbol del conocimiento del bien y del mal y sus ojos se abren para desear ser como dioses. Aquí está la transformación, el cambio, junto con la preservación de la vida humana.

En adelante Eva y Adán son distintos. Habitan un nuevo mundo y ellos mismos son diferentes. Incluso para si mismos son distintos y su destino; partir a un nuevo mundo, es una consecuencia poco extraña, es inevitable y es razonablemente correcta.

Una mirada análoga la presenta la paleoantropología (el estudio científico del ser humano antiguo). Los primeros homínidos, nuestros ancestros no humanos, eran semejantes a nosotros. Comían, vestían, vivían y se interrelacionaban de manera similar a la nuestra. Pero aún no eran seres humanos.

Su forma de habitar el mundo era un tanto distinta a la de los demás animales, habitaban nuevos ambientes y ocupaban lugares antes inhóspitos. En ellos reside una capacidad similar a la nuestra, pero se expresa de manera distinta. Hasta un periodo en el tiempo en el cual todas las características adquieren una cohesión y se manifiesta de una nueva forma. Entonces emerge el Homo sapiens moderno.

Hace poco más de 100 mil años el ser humano se manifiesta simbólicamente como nosotros, posee una vida cultural y étnica como la nuestra. Su relación con el entorno es la misma que la nuestra, hace unos 10 mil años comienza la agricultura y se transforma el entorno. El hombre cambia de organismos con los cuales difícilmente podríamos compartir nuestra vida, a unos tan modernos como nosotros. Son tan similares a nosotros que si imaginamos que naciese alguno ahora no manifestaría una diferencia reconocible.

La tercera explicación que voy a mencionar es la maya. Los mayas hablan de la creación sucesiva del ser humano. El hombre es una creación de los dioses y para crearlo utilizan los materiales de la creación del mundo. Crean un hombre de barro y lo cuecen, pero no es tal como desean que el ser humano sea. Entonces lo crean de maíz y de todos los tipos de maíz. El hombre y la mujer son diversos, están vivos y son capaces de dar vida. Esta historia abrupta muestra el cambio que el ser humano reconoce de su propia historia.

Sea como sea la historia, el cambio tiene un precedente inevitable. El ser humano ha cambiado y sus raíces se remontan a miles de años de historia. Además, las historias coinciden en el punto medular: relatan las características y propiedades del ser humano gracias a las cuales habitan su mundo.

En su origen los seres humanos son capaces de manifestar sus capacidades cognitivas, relacionarse con los demás seres humanos en grupos sociales en los cuales crean cultura y habitan el mundo natural de una manera humana, cultural. En el ser humano residen las características que le proporcionan la capacidad de crear su mundo. El mundo humano es distinto al mundo natural. La dinámica temporal de la cultura rebasa con mucho a la naturaleza.

Además de sentir como los otros seres vivos, el ser humano es creativo, se comunica por medio de un lenguaje humano-simbólico, razona, piensa, recuerda, relata historias de su vida y de su historia.

Así, el ser humano no vive sólo, la vida es una vida en comunidad. Tan sólo al vivir con otros seres humanos se llega a ser humano con ellos. La cultura material tiene significado en relación con otros, y con las necesidades que plantea el vivir en comunidad. Las relaciones son estrechas y los grupos étnicos muestran un grado de pertenencia y defensa de sus características. La identidad que en el grupo nace es un requisito de su unión. El hecho de que muchos grupos étnicos tengan la misma denominación para ser humano y el nombre de los integrantes del grupo es la ejemplificación de la identidad y el valor de pertenencia al grupo.

Todos los organismos transforman el entorno en el que viven, desde las raíces de un árbol que fragmentan la tierra, hasta el nido de un ave que muestra el complicado entramado, cada organismo se manifiesta cambiando su entorno para habitarlo. El hombre hace lo mismo con la cultura. Con la cultura se inventa un nuevo modo de habitar el mundo. La cultura se constituye en una manera nueva naturaleza. Al mismo tiempo es externa como interna al ser humano.

Al habitar el mundo lo transformamos exprofeso para nosotros. El ser humano es consciente de la transformación, aun que no siempre lo sea de las consecuencias secundarias. El cambio que provoca en el entorno es exponencialmente acelerado con respecto a los cambios biológicos, de ahí que las manifestaciones humanas tengan un mayor impacto en el entorno. Y en hombre tiene una más novedosa forma de habitar el mundo: creando uno propio y paralelo al natural. El hombre crea un mundo simbólico en el cual habita. Relata historias, crea mitos, establece leyes morales, concibe obligaciones, otorga identidades, roles sociales, estatus, modos de respuesta y de relación. Concibe, da a luz, a un mundo humano cuyo fundamento son los símbolos y los acuerdos u obligaciones de los seres que habitan, quieren habitar o están obligados a habitar ese mundo.

El ser humano es distinto y se percata de que es distinto de los demás organismos. Este precedente hace del ser humano una criatura que siempre va a considerarse diferente de los demás organismos con los que comparte el mundo. Se considera una criatura en tato es una creación distinta. La creación de lo humano está a cargo del ser humano, aún cuando manifieste que es algo más quien lo ha creado.

Antes de la creación de ninguna entidad mitológica, divina o trascendental en la conciencia del hombre, el ser humano ya había nacido. La raíz humana procede de esta historia evolutiva, de seres como nosotros que son capaces de crear un mundo nuevo y hacerse cargo de él. El hombre tiene como raíz una etapa evolutiva que le hacen propiamente humano, porque en lo propio del ser humano esta el tomar un camino para si. Los cimientos en los que se asienta el hombre son la unión de un mundo biológico y un mundo cultural que juntos son un mundo humano. Un mundo que está abierto a todas las vertientes que la capacidad y la imaginación sean capaces de tomar a su cargo.

En una situación de compleja retroalimentación, sus antecedentes históricos de constitución le hacen buscar sus propias raíces. Es como mantener la salud de aquello que lo mantiene existiendo. Una de sus propiedades es entrar en la búsqueda de la historia en la cual él es una manifestación.

La materia de la que está hecha su historia es lo simbólico. Lo simbólico no sólo en la manifestación cultural y lingüística, sino también en la capacidad humana para desarrollarse como ser que utiliza signos para vivir.

Los mitos son una explicación factible que une tanto la historia como la emotividad que la historia requiere. La historia que es una raíz tiene que manifestar su existencia, su vitalidad. Y el mito lo hace.

La concepción del hombre como una criatura divina es una explicación factible para un ser que es distinto de cualquier otro, cuyas aspiraciones y capacidades superan las animales y materiales. Porque el símbolo presenta la aspiración y el cómo la cultura se hace una realidad para el ser humano.

Una de las frases más importantes dentro de las parábolas de los evangelios es cuando Cristo dice que cada uno tome su cruz y lo siga. La cruz significa en términos generales los cuatro puntos cardinales y en términos más antropomórficos al mismo hombre. Pero lo que simboliza en la parábola es la vida histórica y evolutiva que lleva en sus hombros. Tomar su cruz tiene el sentido de verse como un ser que carga sus circunstancias, sus necesidades biológicas, sus aspiraciones espirituales, todo tendiendo a su reunión, comunión y religión con Dios.

Desde luego que tomar cada uno su cruz significa una carga. Conforme se avance la carga ha de hacerse más ligera. Las dificultades podrán aumentar, pero la preparación para sobrellevarlas y al final superarlas ya está presente. La primera etapa tiene como meta hacer que las circunstancias nos dejen de atar al mundo. Vivir en el mundo sin ser de él es la meta. En esta etapa habrá que ver la manera de arrancar la base de la cruz de las circunstancias que nos tocó vivir. Si la vida se conforma por las circunstancias de nuestra vida, la tarea es hacer concientes esas circunstancias y rescatar nuestro principio de vida previo a ellas.

Todo esto significa ver cómo el mundo nos ha ido determinando. Recordar como el miedo ha entrado en nuestra mente, cuáles son las cosas a las que tememos, cómo ese miedo nos provoca una reacción y al descubrir el por qué ser capaz de vencer esos miedos. Ver el miedo como una determinación que no nos pertenece y cuyo dominio sobre nuestra vida no es digno de vivirlo. Mirar cuando se inculcó en nosotros la mentira, cuáles fueron los ejemplos y razones que justificaron mentir.

Eso quiere decir; cómo se nos ha hecho ser de un modo a la sociedad y a la cultura en la cual somos partícipes.

Encontrar los caminos que la mentira tomó en nuestra vida y abandonarlos. Buscar la verdad porque sólo por ella podemos lograr llegar a nosotros mismos y a la divinidad. Encontrar la falsa justificación que permite nuestra ignorancia y vencerla.

Caminar con rumbo del conocimiento, primero al saber que es lo que queremos y luego al vivirlo, sólo así podemos hablar de conocer. Y junto al conocer se acercará la verdad.

Por último, ver la condición moral en la que nos sumerge la sociedad, ver cada una de las reglas que me hacen convivir en el modo y forma que la sociedad estipula. Ver dentro de ellas para encontrar la verdad que las sustenta y cuando no hay verdad como cimiento dejarlas como la falsedad que son.

Este trabajo con la moral es el más difícil, nuestra conciencia está determinada y condicionada moralmente desde niños. Pero si no se revisa la condición moral la conciencia siempre seguirá atrapada. La única forma es encontrarse en la disyuntiva de la regla moral y decidir pasar sobre ella. Al final de la prueba se podrá conocer si es válida o no.

La segunda tarea es hacer de nuestra condición histórica y evolutiva que incide sobre nuestra biología la fuerza para salir de la cárcel de los límites. Percatarnos de esta determinación como una posibilidad de desarrollo y como nuestra única fuerza real en la cual podemos sostenernos como principio. Tal como se mencionó al principio de éste capítulo.

La tarea anterior reside en la fuerza reflexiva de nuestro lado derecho y como complemento ineludible requiere su unión con la parte izquierda que es la sensibilidad de la aspiración por lo divino. El sentir que reside en la vida desde el despertar hasta la vida de los sueños ha de manifestarse.

Aquí hay que tomar la rienda, conducirnos por el sentir más puro y divino que hay en nosotros y "buscar el reino de los cielos". Lo propio dentro de si. Quiero decir con esto que la sensibilidad se hace cargo de la vida y cómo parte de dentro de uno mismo es la misma manifestación de lo divino. Así es, como está escrito: lo divino y el reino de los cielos estás dentro de uno. Cuando la sensibilidad, la emoción enfocada y todos los sentidos se proyectan por lo divino se encuentran en su propio centro de manifestación y de término. Al encontrar el amor han llegado a la cúspide de la montaña. Los sentimientos son un águila que vuela por si misma libre en la inmensidad.

Ahora todo debe encontrar la unidad y esta unidad se da cuando se proyecta hacia la divinidad, cuando se reúne y comulga con Dios, cuando la religión se hace patente y se encuentra el hombre con Dios.

Todo ello significa el punto en el cual la mente y la conciencia del hombre pueden unirse con la de Dios. La idea de la conciencia superior y la mente universal reside en esa necesidad. La comunión de un hombre con la verdad y donde el hombre deja de ser uno entre tantos para hacerse uno sólo con la unidad de todo el cosmos. En la muerte está ese paso, pero sin una conciencia clara la muerte no significa nada más que la de cualquier otro animal. De ahí que hay que tomar la cruz y seguir por el camino que lleva a la puerta angosta y a la unión con Dios.

El propio conocimiento como fuente de vida

La máxima "Conócete a ti mismo y conocerás el universo" es una frase repetida una, otra y otra vez, y que como frases tales como "Dios es amor" contiene la verdad que se olvida al repetirlas tantas veces sin sopesar el sentido y valor que tienen.

La frase que cuestiona sobre conocerse tiene como punto álgido que cada ser humano la va a concebir para sí mismo y en ese sentido la frase descubre su propio potencial y relata su verdad. Una fuente en la cual reside es en la materia que estudia la filosofía de la intersubjetividad.

Desde el punto de vista de la intersubjetividad la existencia que uno puede percibir es la propia y otorgar existencia como la nuestra a cualquier otro ser humano es un límite para concebir nuestra propia existencia.

Cada uno puede comprenderse y hacer un relato de la vida propia. En ese relato cada una de las personas habita su propio mundo. Yo, cada uno, soy el artífice del sentido de ese mundo o al menos el ser capaz de comprender el sentido de los movimientos en el escenario de mi vida. No puedo ponerme por completo en los zapatos de alguien más y verme desprovisto de mi conciencia.

De acuerdo o no con la filosofía de la intersubjetividad cada uno de nosotros sólo habitamos una vida y esa es nuestra propia vida. Para ello residimos en un cuerpo que reconocemos como propio y es a través del cual podemos expresarnos. Por consecuencia, esta vida y éste cuerpo por medio del cual la vivimos, es nuestro único contacto con el mundo y es el elemento mínimo para partir en la dirección que sea.

Cuando llegamos a ser capaces de preguntarnos por nosotros mismos en la adolescencia, ya tenemos años de vida y de una u otra forma en esos años se ha hecho de nosotros seres humanos con una manera de reaccionar ante el mundo.

No todos perciben la individualidad de la misma manera. En algunos casos se es educado para anteponer la existencia social a la existencia personal. Muchas personas no se ven independientes del grupo o familia a la que pertenecen. Sus aspiraciones en la vida están ligadas al grupo al que pertenecen. En ese caso la individualidad parece propia del grupo. Si es así habrán de interpretar en esa medida lo aquí dicho. Sin embargo, su cuerpo es individual y en ese sentido es potencialmente posible llevar a efecto lo aquí argumentado.

Percatarse de la vida es darse cuenta de que hay una historia de mi vida, una vida en la cual habito y digo que me pertenece. Una vida que es lo único que me sostiene aquí y una vida sin la cuál ninguna pregunta ni cuestión tiene sentido. Y esa vida que considero propia si no la conozco no me pertenece.

Así que no es suficiente darme cuenta de que vivo, también es necesario saber de que manera se ha conformado vi vida. Por qué yo soy de una manera y no de otra. Por qué mis respuestas son unas y no otras. Por qué mis preferencias y disgustos. Por qué mis necesidades son estas y prescindo de otras cosas que para otros son esenciales.

Todo reside en como se ha constituido mi vida y carecer de un conocimiento de mi propia vida es como habitar una vida que no me pertenece. Sin una memoria de uno mismos no se puede construir una conciencia de sí. Por lo cual hay que sustentar la memoria para llegar al conocimiento.

Lo más complicado de conocer la propia vida es que cuando surge la pregunta la respuesta ya está lista y dice: "Si, me conozco y se la historia de mi propia vida".

La respuesta no carece verdad, pero no es totalmente cierta. El conocimiento de uno mismo nunca termina. Es un proceso que da inicio en una época de nuestra vida que mira hacia atrás y luego, ese momento, también será un pasado para mirar y así sucesivamente. El conocernos es la aventura que no va a tener final y que no va a causar aburrimiento.

Conocerse a sí mismo no es fácil y en muchas ocasiones es desagradable. Al conocerse uno encuentra cosas no gratas y que no quisiéramos que nos pertenecieran. Más certeramente, nos han dicho que no son buenas, no debiésemos ser así, se han estigmatizado o son objeto de cualquier juicio negativo.

Pero vale más que de una vez comente como conocerse y ya luego comentar lo que por consecuencia se experimenta.

Para conocerse hay que necesitarlo hasta el grado de la vida o la muerte. Conocerse debe significar estar en la línea que decide vivir o morir. ¿Por qué es así?

Lo es dado que nuestra memoria nos oculta consciente e inconscientemente nuestra historia de vida. Tan sólo cuando la vida está en la balanza el esfuerzo es suficiente para vencer cualquier traba. Sólo en esa condición el ser humano necesita conocerse y sólo en esa condición se cuenta con la entereza de vencer cualquier prejuicio con tal de vivir gracias a conocerse uno mismo.

No significa que fuera de ese estado no pueda haber autoconocimiento, sino que fuera de él la riqueza a la que se puede llegar para transformar la vida va a ser mínimo. Aunque no por ello carece de valor.

Disponerse para conocerse es la parte complicada del asunto. Después de tomar la decisión en la situación propicia lo que sigue es tan sólo recordar. El proceso es la escritura de la propia vida. Es la mejor manera, la vida desde donde parte la memoria.

Hay muchos modos de hacerlo, preguntas que sirven de guía, hacerlo por las etapas de la vida o por el tipo de situaciones, sea como se decida hacerlo hay que marchar de modo minucioso. Los eventos generales son importantes, pero las minucias, lo repetitivo de un evento, los pequeños detalles, esos que a veces son los más difíciles de recordar son los más importantes.

Aquí se encuentra una traba que puede atravesarse en el camino. Creer que hay cosas que no valen la pena de ser contadas. Considerar que hay cosas tan bellas o tan feas que no debo mencionar y dejar en mi conciencia un recuerdo que no sale a la luz. Si no se deja a tras esa forma de verlo de nada servirá. Hay que ver todo, hablar de todo y el cansancio no es suficiente para vencer, pues continuar con la vida depende de ello.

Cuando se ha contado todo a un papel que significa uno mismo se ha terminado el esfuerzo físico más duro. Ahora se entra en una tarea emocional, aún más pesada que la vivida en la escritura. Es a través de ella que el propio conocimiento se hace realidad. La tarea es decirle a alguien lo que hemos escrito, nuestra memoria y así nuestra vida. Nadie puede decirnos quien es la persona correcta pues es nuestra vida y decidimos o debemos decidir sobre ella. Pueden recomendarnos quien es más útil, pero lo fundamental está en que tengamos confianza en esa persona. Es difícil por que en esa situación somos capaces de contárselo casi a cualquier persona y en eso hay que estar atentos. No cualquier persona debe escuchar toda nuestra vida.

Una vez que escogemos a quien contar y lo hacemos sucede algo mágico. No se el signo que sea para cada quien, pues cada uno va a tener un signo de transformación. La clave está en esa transformación. El autoconocimiento transforma, libera y abre la puerta a la propia vida.

En lo que sigue sólo se pueden decir generalidades por mi parte. Pues la guía es uno mismo. El escrito dice quién se es cada uno y en el compartir logramos vernos con claridad. Esa sabiduría encontrada es la guía de vida.

En lo que fue debe de encontrarse qué se va a ser, qué hay que cambiar, en qué hay que seguir igual, cuánto hay que ser lo mismo y diferente. Ahí está a dónde ir y cómo. Está qué vamos a obtener y el medio para hacerlo.

Si el proceso ya se hizo y falta algo, es momento de hacer de nuevo esa valoración, esa exploración de uno mismo, esa comunión con otro que nos deja saber quien somos.

Una buena parte de uno mismo es el inconsciente, la intuición y la costumbre. Forman un sistema de acción para la vida. Somos al mismo tiempo algo que no es consciente, algo que va más allá del conocer y lo que hemos hechos muchas veces. No es posible, ni siquiera recomendable que sea de otra manera, sino que también se reconozca como propio.

La forma de pensar que se tiene procede de cómo se nos fue educando, cómo se nos socializó y cómo cada quien integró esa formación en su forma de ver el mundo.

Nuestros pensamientos nos pertenecen sólo en cierta medida. Una parte de ellos viene de nuestros abuelos, otra de nuestros padres. Si bien esas ideas están relacionadas con la familia, ellos dependen de la sociedad en la que viven, las presiones y aspiraciones sociales que tuvieron.

También en nosotros las ideas y formas de pensar del mundo van a tener su lugar. La interacción social las hace. La escuela, la iglesia, los medios de comunicación. Todo tipo de interacción social construye nuestro pensamiento. En esa vorágine hay que encontrar la forma de pensar propia. Esa es la finalidad del autoconocimiento: tener las ideas propias, el pensar por uno mismo, hacerse cargo de la conciencia.

Para ello no basta con recordar cómo hemos pensado, sino ver cómo nuestras ideas se relacionan con nuestra sensibilidad.

La forma de sentir está impresa de cómo fuimos creciendo en un contexto cultural, pero al mismo tiempo nos pertenece. Es una emergencia de lo que somos como seres biológicos, junto con dónde hemos crecido y que resulta en lo que nos hemos ido haciendo. El resultado es que podemos confiar en nuestra forma de sentir, en el entendido de que se ha ido haciendo a lo largo de la vida.

En el autoconocimiento hay que reconocer lo que sentimos ante las situaciones de la vida cotidiana. Ver que sentimos primero para ser conscientes de ello y actuar en consecuencia.

Al final posiblemente lo más relevante: la forma de vincularnos con otros seres humanos y generar nuevos seres. La sexualidad es la forma en la cual de ser dos entes separados volvemos a unirnos y a generar un nuevo ser. Ese nuevo ser puede ser un bebé, pero también es el amor de que la unión surge o el deseo consumado. Lo importante es que de dos seres surge un único ser.

Esta parte de nosotros nos impulsa a lo largo de la vida. El amor y el deseo son parte de un todo con múltiples caminos que fungen de guía. Aceptar su lugar es necesario. La negación de este principio lleva a sobre valorar otro. El resultado es un desbalance.

Si bien cada quien debe construir su felicidad a partir de sí mismo, somos seres sexuales y la carencia de este principio debe llevar a una modificación de todo el ser. Desde mi punto de vista, en el reconocimiento de la unidad del todo en un único cuerpo y ser, tan importantes es la sexualidad como la sensibilidad, el pensamiento y la intuición.

La felicidad consciente es el regalo del autoconocimiento. Eso incluye reconocer que profundos impulsos son parte de uno mismo.

La tranquilidad y la templanza vienen de la mano del autoconocimiento. Pues sabemos qué es lo que queremos y qué podemos hacer.

Una vida realista está de la mano del saber quienes somos. Esto significa nuestro lugar en el entorno social, para bien y para mal. A la distancia de la vida resulta para bien. Es el potencial para trascender y para encontrar el propio camino en la vida.

Porque si existe el lugar de cada uno en el Universo. Lo más relevante es que ese lugar depende de uno mismo, de las circunstancias de nacimiento y de existencia, de las oportunidades y de cómo se usan, de un tanto de suerte, de la oración y contacto siempre presente con la divinidad, del mejor lugar para la vida impulsado por uno mismo, de la forma en la cual comprendemos y nos comprendemos por nuestra cultura. Todo ello y en una compleja integración de cada parte en lo que llamamos vida.

Hay que hacer el trabajo del autoconocimiento antes de pasar a las otras etapas de la vida. Muchos ya lo saben desde muy pequeños, ahora corresponde que sorteen la siguiente etapa con éxito y conciencia.

Es en serio, primero hay que pasar a lo que importa, conocerse. Para qué ir más adelante en un texto cuando el verdadero texto que se tiene que hacer es escribir quién se ha sido, se es y de ello, quién será.

La asignación de significado y sentido

Pasar a este capítulo sin haber realizado el anterior implica muchos riesgos. Así que primero es recomendable haber hecho el autoconocimiento, para luego comenzar esta nueva fase. Lo anterior fueron los cimientos, lo que ahora se construye depende de ellos. Como sabemos, no se pude construir sin cimientos y construir sobre arena sin ellos sólo llevará a que toda la construcción se venga abajo algún día. Precisamente cuando sea la tormenta.

Lo que sentimos junto con lo que sabemos constituye la base sobre la cual podemos apoyar las decisiones más difíciles de la vida y desde la cuales encontraremos las alegrías más duraderas. Sobre esa base se soporta la confianza que se necesita para vivir y en este capítulo se va a explicar porqué es así.

Lo que ahora sigue es lo mismo que viene escrito en cualquier libro de autoayuda, pero explicado y general. De hecho sería recomendable que el musulmán fuera al Corán, el judío a la Tora, el cristiano al Nuevo Testamento, etc. Aquí se expone por qué esos textos y muchas otras formas de enseñanza sagrada han servido, sirven y le ayudarán.

Al nacer estamos provistos de un sistema nervioso listo para desarrollarse en un sistema de interacción social lleno de signos. A partir de esos signos hacemos los propios por lo cual adquieren un significado. Como el proceso lo hacemos, el significado está diseñado por uno mismo. El resultado es que nuestra mente, nuestro ser, se hace de acuerdo con los signos, significaciones y significados que construimos.

¿Qué son esos signos? Son la forma en la cual conocemos el mundo, los situamos en él, interactuamos con nuestro entorno y nos construimos en un mundo que llamamos real. Estas palabras son signos, los sonidos son signos, las imágenes son signos. Así mismos el entorno material, social, cultural lo entendemos por los signos que del mismo tenemos. Como los nombres, las leyes, las normas de conducta.

Como es un proceso que comienza desde el nacimiento, es tan natural a nuestra existencia como comer. Es un buen ejemplo el proceso de comer. Pues si bien es un principio biológico, existen preferencias (psique en función) que depende de nuestra sociedad, de cómo se valoran los alimentos y la alimentación. Todos tenemos alimentos preferidos y aversiones. Son significaciones propias y por ello valiosas.

Eso quiere decir que hemos significado el mundo en el cual nos encontramos y el significado es la construcción que hacemos de la realidad. Es nuestro modo personal de habitar el mundo. Los significados que hacemos, cómo comprendemos el mundo y nos ubicamos en él son resultado de los procesos de significación.

Eso no quiere decir que construimos el mundo a nuestra conveniencia, sino que para interactuar con el mundo necesitamos de nuestros sentidos de percepción y de nuestro sistema cognitivo. En conjunto utilizamos signos para establecer todo tipo de relación. Incluidas las sociales, las biológicas como las que tenemos con nosotros mismos.

Esas frases sobre el significado de la vida están vacías cuando no se entiende este principio tan elemental. Lo mismo con aquella sobre el sentido de la vida. Pues el sentido es una forma muy particular del significado, precisamente relativa a cómo lo identificamos, sus peculiaridades más específicas, sus notas más características.

El significado en la vida es algo que siempre hemos tenido y hacemos. Significamos la vida desde que lloramos por alimento y comprendemos que el llanto es la señal que se necesita para ser provisto de alimento. Entonces lloramos cada vez que tenemos hambre. A ese significado podemos darle un nuevo sentido como llorar cada vez que requerimos de atención. A partir de significados elementales somos capaces de llegar a complejos significados. El que defendemos en este libro es aquel significado sobre el valor de la propia vida.

Significado y sentido forman parte de nuestra vida cotidiana. Aprendemos que hay que ir a la escuela y lo significamos como positivo por lo que nos aporta o negativo por lo que nos limita. Entendemos la importancia del trabajo y su significado nos hace ir cada día o cambiar a uno mejor. Comprendemos que la vida es más que el trabajo y re-significamos para hacer algo más.

Todos estos son significados de los cuales hemos hablado antes. Se han estructurado gracias a la vida en sociedad y a la cultura en la cual nos desarrollamos. Al mismo tiempo son nuestros, pues participamos en su construcción en nosotros mismos. Los significados son materializaciones de nuestra vida personal, la vida en sociedad, la vida cultural y la existencia que como seres vivos tenemos en ese contexto complejo (psique-sociedad-cultura).

Si ya se ha entendido qué es el significado y el sentido en la vida, ahora hay que dar un salto que hace a la vida pertenecernos.

Los significados que hemos tenido son sociales y culturales en nuestra psique. El salto es encontrar el significado y sentido en nuestra psique que nos permita vivir en sociedad y participar de la cultura. Como siempre hemos significado y asignado sentido el trabajo es sumamente sencillo. Hay que hacer lo que siempre hacemos: percibir, valorar, juzgar, significar y comprender.

Aquí es donde entran los textos sagrados, los mitos y leyendas, las experiencias místicas, los sueños, los maestros de vida y la reflexión. Si no es uno es otro, si ahora no se tienen sueños, se tuvieron o se tendrán. Los maestros siempre están presentes, lo que hace falta es el aprendiz que sepa sacar de ellos provecho. Finalmente todas las culturas tienen textos sagrados, falta que las personas los utilicen, los comprendan y los hagan documentos vivos.

No existe un único texto para todos, un único mito que sirva igual para cualquier persona, las experiencias místicas son absolutamente personales, los maestros sólo enseñan a algunos aprendices, la reflexión es individual. Cada uno va por el camino que le pertenece y en él encontrará el significado. Muchos lo hacen en los libros de auto-ayuda, hasta que los superan y tienen que buscar uno mejor.

La clave para avanzar en este punto está en reconocer que el significado es algo orgánico, por ser construido en la mente y en la vida de una persona. Así como los seres vivos cambiamos, los significados que hacemos cambian. Eso es irremediable y posiblemente necesario para la vida. Pensar o imaginar que el mismo significado se tiene a lo largo de una larga vida es sólo una fantasía. El significado se transforma porque los significados proceden de procesos de significación que se realizan constantemente. Cada proceso ocurre en un momento determinado por nuestro presente, en un contexto social, con una serie de significados culturales en los que está inmerso. Como todo eso es mutable, el significado se rehace una y otra vez, ante cada cambio, se transforma si se tiene que mantener.

¿Qué pasa con el niño que quiere ser sacerdote y lo es a lo largo de toda su vida? Logra serlo no por poseer el mismo significado, sino por ser capaz de significar cada vez que es necesario sobre una misma idea general. Pero el significado cambia y por eso a lo largo de la vida tenemos épocas de crisis. Pues el significado que sobre la vida tenemos ya no basta. Entonces hay que re-significar. Volvemos a hacernos una idea del mundo y de nosotros en él para volver a comprender el valor de la vida.

Estos procesos de cambio tienen que suceder. Un problema está en imaginar que no sucederán y que una vez encontrado un significado absoluto, con eso basta. Sin embargo, eso no es así. A lo largo de la vida tenemos que re-significarla. Podemos seguir por el mismo camino, como el sacerdote, pero gracias a que volvimos a dar un significado en las nuevas condiciones de vida a lo que seguíamos haciendo.

En los significados de la vida tenemos una forma fractal de la sobrevivencia de la especie. Es decir, así como los seres vivos deben sobrevivir, para que sobrevivan los significados deben cambiar y permanecer. Lo explico.

Los seres vivos se agrupan en especies que evolucionan gracias a que sus individuos organizados en poblaciones dejan descendencia capaz de hacer lo mismo a la siguiente generación. Pasan sus características y algunas modificaciones debidas al modo de existencia que exige su condición de vida. Con los significados tenemos algo análogo.

Partes: 1, 2
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