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El turismo. Alternativa de desarrollo rural en la comunidad de Manaca Iznaga, Cuba (página 2)


Partes: 1, 2

El uso indiscriminado de los suelos hizo que hacia 1840 las tierras del Valle se encontrasen agotadas, tanto por la fertilidad de los suelos como por la disponibilidad de nuevas tierras para el cultivo de la caña. Los suelos fueron irracionalmente cultivados y su ecología muy alterada debido a la tala indiscriminada de árboles, llegando algunos de los más importantes ingenios a deforestar anualmente para la producción de azúcar alrededor de dos caballerías de bosques.

El agotamiento de los suelos y la aparición en el mercado del azúcar de remolacha, con un proceso de producción totalmente industrializado, menores costos y mayor calidad, obligó a los hacendados a intentar infructuosamente mejorar su tecnología y a tratar, también sin éxito, de unir por ferrocarril a Trinidad con Sancti Spíritus, con lo que facilitarían el proceso de transportación y embarque de azúcar por Casilda hacia el exterior.

Uno tras otro fueron vendidos los ingenios a comerciantes alemanes y españoles, pero tampoco lograron salvar la situación, siendo la guerra de independencia de 1868 y el grito final de libertad de los esclavos la cuota final a tan desesperada situación. El cierre y abandono posterior de los ingenios no se hizo esperar, unos por la situación económica y otros arrasados por los mambises.

El comienzo del siglo XX abriría una nueva etapa en la historia azucarera de la región, con la construcción en 1909 del Central de Trinidad, de propiedad norteamericana, que dio nuevas oportunidades de trabajo a los pobladores del Valle pero no los sacó de la pobreza en que se habían sumido. Parte de la población emigró hacia otras regiones de Cuba, el tráfico comercial por el puerto de Casilda se paralizó, quedando Trinidad y el Valle de los Ingenios en la peor miseria y aislamiento que jamás tuvieron.

Manaca Iznaga2

Merece destacar como elemento autóctono de la región, la Torre de Manaca, construcción de principios del siglo XIX enclavada en los predios de la finca de los Iznaga, familia de hacendados pertenecientes a la sacarocracia criolla. Esta torre constituye uno de los símbolos de la iconografía trinitaria pues, entre otros valores arquitectónicos, fue la construcción más alta de la Isla en el período colonial.

La primera referencia documental que se tiene del sitio es de 1750 cuando Manuel José de Tallería, inversionista criollo, solicita licencia al Cabildo para erigir un ingenio de hacer miel y azúcar en las tierras de corral de Manacanacu, según la voz aborigen.

En el año 1787 se conoce con el nombre de "San Francisco Javier". Desde finales del siglo XVIII la propiedad de dicho ingenio pasa a manos de la familia Iznaga, Alejo Iznaga y Borrell, quien lo fomenta y logra que en 1841 logre una producción de 5600 cajas de azúcar. Aunque no se tiene fecha exacta de la construcción de la vivienda, por sus características tan similares a la de la casa hacienda Guáimaro, es posible que se ubique entre finales del siglo XVIII y principios del XIX.

La comunidad de Manaca Iznaga constituye uno de los sitios de mayor interés histórico-arquitectónico del Valle de los Ingenios en la actualidad, pues conserva en pie gran parte de sus fábricas e instalaciones: casa hacienda, torre campanario, nave herrería, enfermería, caserío y antiguo cementerio de esclavos.

La casa hacienda posee una hermosa fachada formada por un portal reconstruido entre 1989 y 1990, inspirada en un grabado realizado en el siglo XIX, en él se destaca una gran arcada de medio punto. El acceso principal está determinado por una puerta a la española flanqueadas por dos pilastras rematadas en copas, y dos ventanas a ambos lados protegidas por balaustres de madera torneados que culminan en la parte superior guardapolvos conopiales. La planta de la casa corresponde a los patrones constructivos seguidos en los edificios de la ciudad desde los siglos XVIII y XIX, dos crujías paralelas a la calle en las que se ubican los aposentos y dependencias destinadas a las oficinas y al esparcimiento. En la segunda crujía se añade una habitación a cada lado, ampliando así el espacio hacia lo ancho. Luego de la segunda crujía, y sobre un sótano, aparece un colgadizo que descansa sobre horcones que se unen a través de rejas de madera.

La torre campanario, muestra de la arquitectura colonial trinitaria, fue construida en los primeros años del siglo XIX y restaurada en 1887, momento en que se restablecieron las escaleras y los entrepisos. Está compuesta por siete pisos y por la altura que posee 43.5 m constituye uno de los miradores de mayor interés ubicado en el corazón del Valle de los Ingenios.

La nave herrería y la enfermería son construcciones de forma rectangular de grandes dimensiones, con techos de madera a cuatro aguas y se encuentran formando parte del antiguo batey.

El caserío de esclavos eran construcciones independientes con techos de madera en las que se reservaba un patio destinado a la cría de animales de corral para uso de los esclavos y que en nuestros días constituyen por su tipología arquitectónica exponentes únicos en toda Cuba.

Por todos estos valores tanto históricos como culturales es también una atracción turística en gradual ascenso, y se ofrece al visitante que arriba a la Ciudad de Trinidad como la posibilidad de ver las manifestaciones culturales y la vida en general de los trabajadores rurales.

EL TURISMO. ¿ALTERNATIVA DE DESARROLLO RURAL. EN LA COMUNIDAD DE MANACA IZNAGA?

El turismo rural constituye una actividad económica y social que puede contribuir al desarrollo de las comunidades rurales, así como a mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, a partir de la explotación racional de sus recursos y su vinculación con otras actividades económicas.

La Asociación Castellano Leonesa del Turismo Rural (ALCATUR), plantea que el turismo rural es una actividad productiva, social y económica que se desarrolla en el medio rural, promovida y gestionada por los habitantes del medio o entidades locales, respetuosa con el entorno natural, social y cultural y orientada a la restauración de las edificaciones existentes o de nueva construcción pero respetable con la arquitectura tradicional de la zona3.

Con respecto a esto es preciso tener en cuenta, la inserción del ingenio azucarero de Manaca Iznaga en el cuadro general del Valle de los Ingenios, no solo en cuánto significó en el pasado como entidad productora, sino por ser hoy símbolo de un sistema de valores, de cuyas raíces surgen, por un sistema evolutivo, otros símbolos identificables con procesos económicos.

Se planteó el restablecimiento del espacio del antiguo batey a partir de la restauración de los edificios que se conservaban del sistema habitacional e industrial del antiguo ingenio, así como la erradicación de las viviendas no compatibles, ya por estar ubicadas en el área del batey, o junto a las construcciones de interés que son la torre, el pozo y las casonas.

Se llevó a cabo un saneamiento ambiental que implicó la demolición de doce casas de madera y tejas, seis casas de ladrillo y tejas y cinco con cubiertas de hormigón y ladrillos, además de la reubicación de once núcleos familiares de la casona y cuatro núcleos familiares de la casa hacienda.

El resultado final fue el rescate del espacio libre original del batey, unos 40 000 m², en el cual se destacan la Torre y las dos casonas, así como los restos constructivos de la industria y la casa de purga, que luego de ser objetos de excavación resultaron exponentes que mostraron la integración originaria del complejo industrial, al que en próximas etapas de recuperación quedará integrada también el inmueble de la Tienda de Víveres y el caserío de esclavos.

El espacio libre se trabajó con terrazas devolviendo al terreno sus pendientes naturales. Se mantiene como acceso al batey el camino existente que pasa entre los restos constructivos de la industria y de la casa de purga que une a la carretera Manca-Condado.

La promoción de la sociedad rural ante el desarrollo del turismo rural viene dada por el incremento en el nivel de vida de la población local a partir de la satisfacción de las necesidades espirituales y económicas, entendidas éstas como: mejoras en el poder adquisitivo, elevación del nivel profesional de los habitantes de las comunidades, mejoras en el empleo y en los servicios, restauración, mantenimiento y cuidado de las viviendas, entre otras.

Por otra parte, el turismo rural tiene como finalidad promover social y económicamente a las comunidades rurales a partir del proceso de diversificación productiva que introduce en las sociedades rurales. Esa diversificación se manifiesta con el surgimiento de actividades complementarias a la agricultura que van desde la comercialización de los recursos naturales convertidos en productos turísticos hasta la venta de productos artesanales.

La generalidad de las personas que practican las manifestaciones artístico-artesanales se iniciaron en el conocimiento y práctica de las mismas por tradición. Las motivaciones que han tenido estas personas para dedicarse a estas labores son: la inclinación o gusto por las mismas y/o la necesidad de resolver sus problemas económicos.

El potencial artístico de la zona no ha recibido ayuda material ni orientaciones técnicas de las organizaciones de masas y tampoco de las instituciones culturales del municipio, las tradiciones se conservan de generación en generación y asimilan los conceptos actuales (nos referimos especialmente a la confección de ropa) por los medios de difusión masiva y la influencia a través del contacto con creadores de la cercana ciudad de Trinidad4.

El turismo rural es una actividad turística que ante todo se desarrolla en las áreas rurales y con la participación de la población y los agentes locales, donde se conjugan los elementos naturales, sociales, económicos, culturales e históricos con el objetivo de satisfacer las motivaciones de los que viajan e incentivar el desarrollo de las comunidades rurales a partir de la explotación racional y el aprovechamiento de sus recursos y potencialidades, manteniendo un nivel aceptable de impactos5.

De igual forma, también se pudieran agregar otros elementos que complementan la caracterización de este tipo de turismo, como por ejemplo:

  • El turismo rural pone en contacto al habitante del mundo urbano con el habitante del mundo rural, permitiendo que haya un diálogo entre dos formas culturales diferentes.
  • Permite atenuar algunos fenómenos negativos que afectan al mundo rural de hoy, como por ejemplo: el despoblamiento y envejecimiento de la población, pérdida de algunos valores y tradiciones culturales, pérdida de construcciones arquitectónicas, etc.
  • Trae consigo mejoras en el transporte público, en las actividades recreativas, se fortalece el comercio.
  • Permite la recuperación de productos artesanales y agrícolas ya que el turismo rural genera una demanda de productos alimenticios que permite fomentar el desarrollo de las producciones locales.
  • Permite la recuperación y mantenimiento de oficios tradicionales debido al consumo de productos artesanales.
  • Permite la recuperación del patrimonio popular e histórico-cultural, al servir este como oferta de alojamiento.
  • Mejora el entorno ambiental de los espacios rurales.

Aún cuando algunos autores se ponen de acuerdo a la hora de explicar las causas por las cuales se ha desarrollado el turismo en los espacios rurales, hay otros autores que no están de acuerdo con estas causas.

No siempre resulta inequívoca la consideración, tantas veces invocada, de que el turismo en el espacio rural surge primordialmente en el marco del declive da la agricultura6.

Este planteamiento nos hace pensar que la crisis reciente en el sector agropecuario no constituye, por sí sola, la causa fundamental del desarrollo del turismo rural, sino que detrás de ella se esconden otros factores no menos importantes citados con anterioridad.

Teóricamente, en el seno de la comunidad de Manaca Iznaga están dadas todas las condiciones para desarrollar esta modalidad turística; también en teoría, esta actividad propicia ganancias considerables derivadas de formas de empleo y relaciones productivas más "agradables" y menos "sacrificadas"que el trabajo de la tierra. Pero lo cierto es que llevar a la práctica estas definiciones es una tarea harto difícil cuando no se ha creado la infraestructura capaz de conectar la demanda turística con las múltiples ofertas que podrían desarrollar los miembros de la comunidad más allá de la artesanía, el mercado subterráneo y otras relaciones de menor envergadura.

Por otra parte, ¿hasta qué punto es el turismo una fuente generadora de empleo para la comunidad si los trabajadores de las instalaciones vienen de otras partes del municipio porque los locales no tienen la preparación que, para el desarrollo de esta actividad, se precisa?

El turismo rural desarrollado en la comunidad de Manaca Iznaga, pues actúa directamente sobre el espacio rural garantizando la rentabilidad de todas las empresas turísticas, pero no los beneficios que puedan generarse sobre dicho espacio. Esto es posible porque no existen relaciones directas entre estas empresas y los Consejos Populares que en definitiva, son los encargados de velar por los intereses de las comunidades locales.

El desarrollo actual del turismo rural no responde a las características del desarrollo local de las comunidades rurales, y en especial de Manaca Iznaga, debido a los factores planteados anteriormente. Por tanto se hace muy difícil garantizar beneficios fruto de la actividad turística con el propósito de incentivar a las comunidades rurales.

El turismo rural no se muestra en Manaca como una herramienta de desarrollo local, sino como una actividad dirigida a satisfacer las necesidades del turista que llega, pudiendo ser rechazada, como lo fue en sus inicios, por los habitantes de las comunidades rurales.

Esta actividad no se encuentra vinculada a ningún otro sector de la economía trinitaria y en su desarrollo no es posible que participe la población de las comunidades rurales, aspecto que obstaculiza la solución de sus principales problemas y necesidades.

Por último, no existen vínculos directos entre las empresas turísticas y las empresas agrícolas, los Consejos Populares y las entidades locales, que son las organizaciones que representan a los intereses de las comunidades rurales en el momento de llevar adelante el turismo rural. De esta forma, la relación que se establece es a través de intermediarios que no garantizan beneficios significativos. Tal es el caso por ejemplo, de que las empresas agrícolas del municipio de Trinidad (cultivos varios, empresas pecuarias, etc), le venden sus productos a la empresa de Frutas Selectas y estas, a su vez, se las venden a las instalaciones turísticas.

Dada esta situación, se hace muy difícil esperar que las organizaciones agrarias ejerzan su papel como entidades locales y reciban beneficios provenientes de la actividad turística, para desarrollar las actividades rurales.

El turismo rural se caracteriza por ser una actividad que puede influir de forma positiva o negativa en el desarrollo de los espacios rurales, por lo que debe ser una actividad cuidadosamente planificada y gestionada. Por todo lo antes expuesto, lo fundamental y más importante radica en el impulso que puedan brindar las instituciones estatales, pues de no existir éste surgiría una contradicción, ya que el desarrollo endógeno requiere de un impulso exógeno.

Constituye una actividad complementaria indispensable para el desarrollo local de algunas comunidades rurales, ya que proporciona empleo a su población, garantiza el cuidado y protección de todos los recursos, fija a la población joven, así como promueve un desarrollo socioeconómico importante y el rescate de tradiciones culturales y costumbres del espacio rural.

Las actividades turísticas asociadas al turismo rural necesitan ser planificadas tanto por los encargados de hacer turismo como por los habitantes de las propias áreas rurales, debido a que éste se desarrolla sobre espacios frágiles, capaces de sufrir cualquier alteración y son sus propios habitantes, los que realmente conocen los problemas que presenta la comunidad.

Desde Trinidad y por el valor de 5 dólares una persona adquiere un boleto de teatro: montado en una locomotora del siglo pasado, recorre el Valle de San Luis donde una vez la fortuna florecía con los cañaverales, desde una terminal estilo western se divisa imponente la construcción más alta de la Cuba del siglo XVIII, que superó la cumbre del Convento de San Francisco de Asís en la, ya entonces, capital de la Ínsula, cita el guía. Una merienda frugal y un vaso de guarapo en la casa vivienda, regatear un souvenir, otear el Valle desde la Torre, escuchar la leyenda de los ricos hermanos, tal vez la visita al caserío de esclavos. Pero al cruzar la línea acaba la función. La estación de ferrocarril divide Manaca del teatro y la vida real, solo los que van en auto desde la carretera central perciben el contraste entre las viviendas descoloridas y las fachadas aledañas al famoso restaurante.

El mencionado turismo rural constituye, en nuestro contexto, una apropiación sociológica de lo que sí es muy bien conocido en la aceitada maquinaria del ocio con el sugerente título de "producto naturaleza". En el bastante estudiado mundo del turismo, las últimas tendencias indican que el turismo de marcas se ha visto desplazado por el de destinos, o sea, cada día es creciente el gusto de las personas por los productos de un lugar X en vez de ir al hotel X porque es una marca prestigiosa independientemente del lugar donde esté. Con tan interesante postulado los países tocados "por la gracia divina" de ser atractivos, ofertan los productos cultura, sol y playa, historia… corriendo el riesgo (alertado ya por instituciones como la UNEAC, y el Ministerio de Cultura) de crear una cultura para el turismo, y no de plantear un acercamiento real del turista hacia nuestra cultura. Pues con la modalidad que nos compete ocurre otro tanto: en Cuba existe muy escaso turismo rural, ni se desarrollará en tanto no se creen los mecanismos, o más bien no tenga que existir un mecanismo "oficial" para una libre interrelación visitante-miembro de una comunidad, visitante-institución no turística. ¿Por qué una escuela rural no puede ser atractiva a un visitante? ¿Por qué un visitante para conocer una escuela rural precisa de una previa coordinación con el ICAP? ¿Quién asegura que el modo de vida , las rutinas cotidianas, las organizaciones, sus gentes y las estructuras gubernamentales de una comunidad rural (que por supuesto cuenta con determinados atractivos tradicionales como hitos arquitectónicos, bellezas paisajísticas y centros de ocio) no son atractivas a un visitante extranjero desconocedor de nuestra "maravillosamente imperfecta" sociedad cubana?

El caso de estudio Manaca Iznaga ha demostrado que el desarrollo del turismo en los espacios rurales cubanos no responde a las necesidades propias de las comunidades rurales, ni al desarrollo local, sino que obedece a condiciones impuestas por las instituciones comercializadoras del turismo, con objetivos diferentes que distan de mejorar las condiciones de vida de los habitantes de las comunidades rurales.

Notas

1 Folleto: Taller de Escenarios para el Valle de los Ingenios; Departamento de Plan Maestro, Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad; Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología CENCREM, marzo, 1999.

2 López Bastida, Roberto. Proyecto de Guía turística de la ciudad de Trinidad, enero, 2001, pp. 33-35.

3 Mujica Pérez, Osmani. El Trurismo Rural como una nueva forma de desarrollo de las comunidades rurales. El caso de Trinidad. Trabajo de Diploma, Tutores: Dra. Sonia Montiel Rodríguez y MSc. Arnoldo Oliveros Blet, Facultad de Geografía, U.H, La Habana, Cuba, 2000.

4 Entrevista realizada por la autora a las artesanas de la comunidad, marzo 1, 2002.

5 Ibídem Nota 3, p. 38.

6 Ibídem Nota 3, p. 39.

Bibliografía.

– Folleto: Taller de Escenarios para el Valle de los Ingenios; Departamento de Plan Maestro, Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad; Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología CENCREM, marzo, 1999.

– López Bastida, Roberto. Proyecto de Guía turística de la ciudad de Trinidad, enero, 2001.

– Mujica Pérez, Osmani. El Trurismo Rural como una nueva forma de desarrollo de las comunidades rurales. El caso de Trinidad. Trabajo de Diploma, Tutores: Dra. Sonia Montiel Rodríguez y MSc. Arnoldo Oliveros Blet, Facultad de Geografía, U.H, La Habana, Cuba, 2000.

Biografía del Autor:

Mi nombre es Elynor Marina Arandia Hernández, nací el 23 de noviembre de 1978 en la ciudad de Trinidad, provincia de Sancti Spíritus, Cuba. En esa Ciudad cursé mis estudios primarios y secundarios destacándome activamente. Mi preuniversitario transcurrió en el Instituto Prevocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Eusebio Olivera Rodríguez de la ciudad de Sancti Spíritus. Estudié Sociología en la Universidad de La Habana graduándome en el 2002. Actualmente trabajo como profesora en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas. He participado en eventos de comunidades realizados por el Centro de Estudios Comunitarios de la Universidad. Pertenezco al proyecto de Desarrollo Humano en América Latina. Estoy graduada del curso básico de Ingles y actualmente curso el segundo nivel de francés en la Escuela de Lenguas Extranjeras de la Ciudad de Santa Clara. Pertenezco al Equipo de Estudios Rurales de la Universidad de La Habana desde el 2002.

 

Elynor Marina Arandia Hernández

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Cuba, Ciudad de Trinidad, 2006.

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