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Asesoría Filosófica (página 2)

Enviado por Claudio Altisen


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En América Latina se están dando pasos hacia una organización más cohesionada; actualmente podemos citar el "Proyecto de Filosofía Aplicada Buho Rojo" en Perú y, en Argentina, el "Instituto Argentino de Análisis y Terapia Filosófica", dirigido por Eduardo Rodríguez y María Emilia Pandolfi.

Hemos de citar también los trabajos de "Consultoría filosófica", la coordinación de "Cafés filosóficos" y las publicaciones afines a esta práctica, de la Licenciada en Filosofía Roxana Kreimer, docente y becaria del Conicet.

La Licenciada Kreimer es fundadora de la "Asocación Argentina de Filosofía Práctica" (AAFP), con sede en el barrio porteño de Belgrano, donde ofrecen cursos de formación en consultoría filosófica, destinados a Licenciados y profesores de filosofía, psicólogos, psicoanalistas y psiquiatras. La AAFP también ha creado la editorial Anarres, destinada específicamente a la publicación de libros de Filosofía Práctica. Incluso han desarrollado un Diccionario Bibliográfico de Filosofía Práctica.

Por otra parte, los denominados Cafés-Philos (Cafés Filosóficos) fueron creados en París, en 1992, por Marc Sautet y desde entonces se han expandido a gran cantidad de países, incluida la Argentina. Esta modalidad viene a constituirse como un abordaje grupal de la labor filosófica en situación de consulta.

En el Café Filosófico un coordinador pregunta a los asistentes qué temas desean discutir y, con anticipación, se decide entre todos qué temas se abordarán. El coordinador es un filósofo que ofrece una breve presentación teórica de cada tema y contribuye a la discusión formulando preguntas. Su función es principalmente la de facilitar el diálogo y el dar a todos la posibilidad de intervenir. Los encuentros de Café Filosófico suelen durar aproximadamente una hora y media. Quienes asisten a estos encuentros abonan un arancel mensual.

Además de las sesiones presenciales, ya sean privadas o grupales en los Cafés Filosóficos, los filósofos dedicados a estas labores llevan también adelante su trabajo a través de la internet; por ejemplo mediante el uso del correo electrónico y herramientas web, manteniendo así un interesante y reflexivo diálogo epistolar que favorece la detenida meditación de lo escrito.

Finalmente, como experiencia en Argentina merece nuestra consideración el Proyecto "Ayuda a desesperados" de la Prof. de Filosofía y Teología Sandalia Amadeo Videla de Ochoteco, cuya propuesta reúne a través de una página web en la internet a profesionales de distintas disciplinas y a voluntarios de todo el país, dispuestos a dar parte de su tiempo para ayudar a solucionar las crisis y conflictos de los demás, mediante una técnica diferenciada de la psicología clínica.

Ninguna de estas iniciativas se proponen como las así denominadas "terapias alternativas", pero constituyen una "alternativa a la terapia"; esto es: que no niegan el valor y la necesidad de la psiquiatría y de la psicología cuando se está en presencia de patologías, ni se lanzan a la temeridad pseudocientífica de una suerte de "nueva era" del conocimiento, o al palabrerío sentimentaloide de una autoayuda egocentrista. Por el contrario, como expresa Achenbach en sus Escritos sobre la Consejería Filosófica, se trata de volver a los inicios de la filosofía, retomando el antiguo ideal socrático de aplicar la filosofía a la vida, al margen de la autoerigida torre de marfil de ciertos circuitos académicos.

En esta misma línea, la Asociación Argentina de Filosofía Práctica puntualiza: "Nuestra Asociación busca recuperar el antiguo ideal socrático de aplicar la filosofía a la vida, promoviendo la investigación y estableciendo canales entre el conocimiento filosófico y el espacio público, de modo de contribuir de diversas maneras al bienestar social y personal".

Para Epicuro, la tarea de la filosofía y, consiguientemente, la labor del filósofo, consiste en ayudarnos a interpretar nuestras confusas sensaciones. Deberíamos cesar de responder al primer impulso e investigar en cambio el grado de racionalidad de nuestros deseos, de acuerdo con un método interrogativo cercano al empleado por Sócrates. También Séneca consideraba a Sócrates el paradigma de cómo es posible alzarse, mediante la filosofía, por encima de las circunstancias externas: desde el primer momento había concebido la filosofía como una disciplina al servicio de la humana superación de los conflictos entre deseo y realidad. Más cercano a nuestro tiempo, Montaigne sostenía que lo que importa en un libro es su utilidad para la vida; pues, en efecto, resulta menos valioso transmitir con precisión lo que escribió Platón o lo que quiso decir Epicuro que juzgar si lo que dijeron tiene interés y puede ayudarnos a vencer nuestra angustia o nuestra soledad. Al respecto, escribió: "Glosarnos unos a otros es un hormiguero de comentarios de autores [donde] hay gran escasez (…) Con mi propia experiencia tendría bastante para hacerme sabio, si fuera buen estudiante".

¿Qué pasa mientras tanto entre los estudiantes de filosofía?

Si el camino de las humanidades nunca fue la mejor vía para quienes pretendían un enriquecimiento rápido y fácil… y si en la actualidad la utilidad económica suele aparecer como un criterio de selección muy determinante al momento de elegir una carrera; pues entonces: ¿qué sucede con la matriculación en nuestras universidades? En efecto, si vivimos en tiempos consumistas en los que el dinero tiene un valor sobredimensionado… ¿Qué futuro le espera a las carreras humanistas? ¿Para qué sirve ser filósofo? De hecho muchos se preguntan: ¿de qué vive un filósofo? ¿Con qué se gana el sustento?

Estos interrogantes no refieren a un asunto de poca monta, por cierto; sino que se preguntan si acaso puede un filósofo vivir de su propia práctica filosófica y no de otra cosa…

Podemos comenzar a responder diciendo que ninguna carrera universitaria tiene asegurado el futuro, en la medida en que la oferta de egresados supera cuantitativamente a la demanda. En este sentido, el panorama no es totalmente seguro para ninguna profesión. Por otra parte, la demanda de graduados universitarios no tiene sólo un eje cuantitativo, sino que es un demanda crecientemente selectiva según criterios de calidad (eje cualitativo); con lo cual el futuro "según declaraciones del decano de Filosofía y letras de la UCA al diario "La Nación" en Noviembre de 2000" pertenece a los graduados que acrediten y cultiven una calidad excelente. Un análisis exclusivamente de tipo economicista y, por lo mismo, reduccionista, plantea la postergación del interés por los estudios filosóficos en orden a atender prioritariamente a una carrera que permita vivir de la profesión. Sin embargo debemos decir que hay y habrá más escenarios para las carreras humanísticas, en razón del pluralismo en la demanda de servicios sociales. El decano puntualizaba que "en cada sociedad siempre será necesario el pensamiento riguroso que fundamenta los demás pensamientos (inclusive el científico y el tecnológico) y los quehaceres humanos; siempre será necesario un servicio para resolver conflictos humanos, orientar las decisiones, resolver dificultades educativas y laborales, mejorar la comunicación, planificar y conducir la tarea educativa"… En efecto, "la figura de las profesiones tiene cada vez más desdibujados sus límites; hay un trasvasamiento de campos de incumbencia… Esto significa que cada egresado tiene un alto margen para darle su propio giro personal a la identidad de su profesión"… y trazar así "las coordenadas de un análisis realista que permite un número no cerrado de combinaciones y sirve para recuperar el ámbito de la libertad y de la creatividad al joven [universitario] que tiene su futuro y su vocación en sus manos".

Aunque algunos se siguen preguntando: "¿para qué puede servirle hoy a alguien el estudiar filosofía?", en los últimos años creció el número de alumnos en las carreras humanísticas. En general se advierte en las universidades argentinas un aumento de la matriculación (incluso de varones) y una mejora en la retención de los alumnos de filosofía. Algunos rectores de universidades comentan que, como en este momento ninguna carrera tiene asegurada la "salida laboral", en consecuencia los más jóvenes se inclinan por estudiar lo que les interesa sinceramente. Por otra parte, esta suerte de revival de la filosofía se debe a la búsqueda de sentido en tiempos de incertidumbre y de ausencia de referentes… La gente intuye que la solución no será aportada por el mundo económico-financiero, y se lanza a la búsqueda de horizontes más amplios que satisfagan demandas vitales

En este ensayo sobre la labor del filósofo, vamos a tratar del modo más claro, directo y simple que nos sea posible, el tipo de servicio que los filósofos tienen el más genuino derecho y deber profesional de ofrecer a las personas… una a una; es decir, a cada persona que lo requiera. Porque cada hombre es importante, cada existencia individual es única e irrepetible, y los filósofos pueden ayudar a cada hombre a descubrir un sentido para su existencia concreta. La perspectiva de nuestro ensayo es que no cabe disociar la vida intelectual del filósofo del servicio que puede y debe brindar a los demás. Sus pensamientos son en verdad amplios y profundos, amplían los horizontes, pero no por ello han de guardarse en el pedestal de las exposiciones magistrales que poco y nada calan en la vida concreta de las personas, ni les ayudan a superarse.

Se dirá, tal vez, que un filósofo puede dar clases en escuelas y universidades, que puede ocupar espacios como columnista en medios de comunicación, que puede formar parte de equipos interdisciplinarios de investigación, o que puede escribir un libro, y que con ello ya está justificado su servicio a los hombres. Pero nosotros diremos que, además de todo eso "que está muy bien, por cierto", el filósofo puede hacer todavía más… ya que le resulta "connatural" a su profesión el ayudar a cada persona, tratándola incluso particularmente cuando ésta acude formalmente a conversar con él.

Lo que decimos no es algo añadido, yuxtapuesto o externo a su actividad específica; tampoco es una completa novedad histórica y cultural, sino que es algo que, de algún modo, se encuentra ya presente en los orígenes mismos de la filosofía indoeuropea, constituyendo parte de la labor específica del filósofo: compartir con los demás hombres la búsqueda del saber; es decir, el asesorarlos en procura de ayudarlos a dar a luz por sí mismos un conocimiento útil para llevar adelante la vida cotidiana… para pro-yectar la propia existencia.

No nos estamos refiriendo con esto a la modificación de las cátedras de filosofía en el ámbito académico, ni a la conformación de un programa político determinado, ni a la gestación de una alternativa cultural específica; tampoco nos referimos a una actividad que se proponga como excluyente del servicio de los psicólogos y de los directores espirituales, o que parezca homologable a la divagación de los gurúes de la New Age.

Aquí nos referimos a una labor filosófica tan antigua como la filosofía misma y renovada en la actualidad, un trabajo filosófico de tipo capilar "persona a persona" que sea capaz de ayudar a los hombres concretos en sus momentos de exaltación o en sus crisis y derrotas, para que puedan juzgar con verdad sobre las situaciones y cosas de esta vida que comparten con otros hombres, en el seno de la sociedad en la que habitan y en la que, a su vez, han de ser como fermento para ayudar a los demás hombres a remontar su existencia desde su propia situacionalidad.

Para sacar adelante esta labor proponemos desde este ensayo una peculiar implementación del proceso de Mediación.

Muchas personas se encuentran hoy como perdidas, desorientadas, en duda constante, sin saber qué hacer con sus vidas o qué pensar respecto de lo que van viviendo a diario; consecuentemente, no saben cómo decidir… se preguntan, por tanto: ¿Qué es todo esto? ¿Qué sentido tiene el rutinario y anónimo quehacer cotidiano? ¿Qué es esto que llamamos vivir… para qué, y hasta cuándo? Y después, ¿qué podemos esperar? La filosofía es precisamente el descubrimiento de ese horizonte de preguntas ineludibles… es una llamada a la lucidez… una llamada a la verdad de la vida, al ejercicio de la libertad y a la responsabilidad. En efecto, la filosofía consistió desde el principio en la máxima dilatación de las posibilidades propias de la interioridad humana, y un camino concreto para conocerse a sí mismo y mejorar.

La filosofía no es más que hacer a fondo, con rigor, con un método adecuado, eso que todo hombre que no se deja arrastrar por las circunstancias hace a diario para poder vivir humanamente: tener la audacia de buscar la verdad… para ser más uno mismo.

Las personas naturalmente quieren "ver claramente" (con certeza, con objetividad, con seguridad de criterio) lo que les ocurre; quieren entender, esto es, que quieren ex-tender su capacidad de comprensión de la realidad. Y querer comprender es querer prender la dimensión de profundidad de su existencia, asir el sentido de sus vidas y ver allí lo que las cosas en sí mismas son. Y ese querer es factible sólo si se ponen en juego dos cosas: En primer lugar, el meterse a leer (intus-legere: inteligencia) el orden interior de la realidad en la que existimos y, en segundo lugar, el poder argumentar (razonar) sobre lo leído en ella, discurriendo (corriendo a través de…) las conexiones de sentido que se hayan podido establecer para "desde esa plataforma" elegir y determinarse en esta vida.

Para ayudar a otros asistiéndolos y asesorándolos durante ese recorrido existencial en busca de un sentido, el filósofo es la persona indicada.

Algunos nos podrán decir que esta perspectiva de labor filosófica es inconducente porque la filosofía es "muy difícil", y que sólo muy pocas personas la entienden… Pero esta apreciación no nos parece atendible. Porque la filosofía no es un laberinto, o una suerte de saber hermético, reservado a una selecta élite de potentados intelectuales. La filosofía es como una mirada serena, atenta y asombrada, que surge en toda visión responsable… Es una mirada que profundiza buscando una certidumbre radical y que, independientemente de que tenga o no "éxito" en su búsqueda, sabe que no puede contentarse con eliminar sus problemas, sino que debe enfrentarlos siempre, porque trabajar por salir de las sombras (aletheia: verdad) es el cometido mismo de su ser "ser-humano". La filosofía es específicamente una mirada que se justifica, que muestra sus razones y que responde coherentemente de lo que ve, en procura de acceder a un saber fundamental y fundamentador. Por eso decimos que los filósofos son quienes mejor pueden ayudar a las personas a transitar el camino de estas búsquedas de luz.

No nos contentamos con que puedan asesorar a empresas importantes, escribir libros para editoriales de porte, ser columnistas en medios de comunicación con buenas mediciones de "rating", o dar clases en prestigiosos establecimientos educativos; porque un filósofo no es, primo et per se, un empresario, ni un escritor, ni un periodista especializado, ni un profesional de la educación. Es un pensador de problemáticas diversas… Por eso, lo que decimos aquí, es que "sin negar todo lo anterior" los filósofos pueden además atender las consultas de los particulares respecto de sus peculiares asuntos de conciencia. Y decimos también, que este tipo de atención a las personas, le da al filósofo un campo de acción profesional más amplio que el actual, permitiéndole vivir de su propia práctica filosófica.

Este texto que aquí se ofrece es una apretada síntesis introductoria al libro sobre "Asesoría Filosófica y Mediación" publicado por el autor en:

 

Contenidos del libro:

Primera parte

Fundamentación

Caminos de búsqueda…

Religiones y filósofos

La vía del discurso científico

Las "bajadas" de los discursos

Las distintas posturas filosóficas

 

La filosofía sirve para servir, o no sirve…  

El servicio del filósofo

Cualidades técnicas del filósofo

Cualidades morales del filósofo 

Obligaciones del filósofo en la atención de consultas

 

Valor «terapéutico» de la filosofía

El porvenir de una ilusión

Segunda parte

Consideraciones procedimentales

Conveniencia de la capacitación como mediador

1) Por el tipo de acreditación.

2) Por su amplio campo de aplicación.

3) Por su distinción legal con la psicología.

4) Por su proceder en base a un diálogo argumentativo.

5) Por su relación con lo emocional y con lo cognitivo.

 

Actividades desarrolladas en el Asesoramiento Filosófico

1./ Evaluación de los argumentos de la persona…

2./ Clarificación y análisis de términos, conceptos y acciones.

3./ Exposición y examen de presupuestos implícitos.

4./ Exposición de contradicciones e incoherencias.

5./ Focalización de las teorías filosóficas subyacentes.

6./ Determinación de un plan de acción.

 

El procedimiento de Mediación en la Asesoría Filosófica

1º Etapa: Introducción o discurso inicial.

2º Etapa: Narración.

3º Etapa: Esclarecimienio.

4º Etapa: Generación de opciones.

5º Etapa: Resolución o acuerdo.

 

Algunas puntualizaciones sobre el procedimiento

1./ ¿Es posible la neutralidad del filósofo-mediador en las sesiones?

2./ Amplia flexibilidad en la implementación del procedimiento.

 

Palabras iniciales… a modo de conclusión.

 

Autor:

Claudio Altisen

Mg. en Educación e Informática,

Lic. en Cs. Sociales y Humanidades,

Prof. en Filosofía y Cs. de la Educación.

Correo-e:

Website: www.tomaloconfilosofia.com.ar/

 

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