Para deslindar lo que es aumento aparente, atribuible al factor monetario, de un posible aumento real, es necesario deflaccionar el monto nominal de los gastos.
Crecimiento real
El aumento real de los gastos públicos se debe, sustancialmente, a las siguientes causas: Aumento del territorio: trae consigo el aumento de los gastos públicos por la necesidad de proveer a la organización política y administrativa de las nuevas regiones y atender a los servicios públicos (defensa, seguridad, salud, instrucción) como así también efectuar inversiones básicas para el desarrollo de aquellas. Aumento de la población: el crecimiento demográfico es causa de aumento de los gastos públicos, ya que el volumen de los servicios está ligado a la magnitud de la población.
Aumento de la renta nacional: el crecimiento de la renta nacional permite al Estado satisfacer, más intensamente, las necesidades públicas ya asumidas o asumir otras nuevas que antes quedaban postergadas por el nivel de renta anterior. Esto se da en todos los niveles (nacional, provincial, municipal).
Aumento absoluto y aumento relativo
El aumento del territorio, de la población y de la renta nacional produce, obviamente, un aumento absoluto de los gastos públicos. Pero es oportuno examinar si también ha habido un aumento relativo de dichos gastos, comparando no sólo los guarismos de los gastos públicos, sino los de los gastos públicos por unidad de superficie territorial, los de los gastos públicos por habitante y los de los gastos públicos por unidad de renta nacional.
Incremento por motivaciones políticas, económicas y sociales
En primer término, el aumento de los gastos públicos, no motivado por las causas ya examinadas, debe atribuirse al crecimiento de las tareas y funciones asumidas por el Estado. Las tareas limitadas que la filosofía liberal asignaba al Gobierno, han sido ampliadas masivamente por la filosofía intervencionista.
Ampliación de las funciones del Estado y la planificación
Como ya lo recordamos, la idea de la planificación en los Estados con economía no socialista es hija y heredera de la planificación de la economía durante la primera guerra mundial, precisamente para coordinar y fortalecer el esfuerzo productivo para el éxito en la lucha armada.
Terminado el conflicto perduró la idea de la planificación por el Estado y de la asunción por éste de empresas propias en sustitución o de rehabilitar la actividad patrimonial del Estado en desmedro del predominio de las finanzas tributarias.
Nuevos cometidos del Estado y sus motivaciones
Influyen dos motivaciones fundamentales:
La motivación económico-social: consiste en la tendencia, en el desenvolvimiento de las empresas, a sustituir gastos específicos por gastos generales. Como consecuencia de la división del trabajo y la ampliación de las dimensiones empresariales, tareas efectuadas hasta ahora por todos los sectores de las actividades productivas, se unifican en manos de una organización general que en adelante cumple la tarea para todos.
La motivación sociológico-política: consiste en la transformación ideológica concomitante con la transformación de la estructura de la sociedad y de la influencia de nuevas clases. Mientras las decisiones políticas del Estado reflejan las ideas y los intereses de la burguesía empresaria, predominó el objetivo de la libertad económica y las decisiones se inspiraron en el principio de "laissez faire-Laissez passer".
El ingreso al gobierno de clases menos pudientes gracias, entre otros factores, al sufragio universal, llevó a que predominara o, pro lo menos, a que tuviera influencia la idea del Estado protector y, en cierto modo, a reemplazar la libertad por la seguridad.
Armamentismo y guerra
Se trata de un aumento real y no solo absoluto sino también relativo, o sea de un aumento per cápita y también con relación al ingreso nacional. Los conflictos armados provocan una brusca elevación de los gastos y que, terminada la guerra, la reducción de ellos no significa el retorno al nivel ni al ritmo de crecimiento anterior a la guerra. Es uno de los gastos más devastadores, las naciones involucradas para recuperarse tendrán que hacer ciertos sacrificos, sobre todo los que pierden el conflicto y a partir de aquello se redefinirán nuevos esquemas en lo relacionado a los gastos.
Formas o clasificación de los gastos públicos
Los Gastos Públicos en el régimen financiero al que están sometidos o a la importancia administrativa que tienen, existen unas que son más importantes como:
Gastos Ordinarios, Extraordinarios y Otros Gastos Públicos.
Gasto Ordinario: es aquel que tiende a surgir en cada ejercicio financiero o presupuestario Eje: sueldos de los funcionarios o aprovisionamientos que el estado necesita.
Se encuentran por lo general previstos y autorizados en leyes de carácter permanente; salud, vivienda.
El gasto ordinario constituye un gasto en consumo.
Gasto Extraordinario: financieramente es gasto extraordinario al que carece de ese elemento de periocidad que caracteriza al gasto ordinario Eje: construcción de un puerto o de un camino.
Económicamente se dice que el efecto útil producido por un gasto extraordinario, tiende a prolongarse más allá del periodo presupuestario en el que el gasto se efectuó, como es el caso de un puerto o un camino, que una vez ejecutado, continua prestando servicio por un periodo más o menos de tiempo,
En cambio el efecto útil del gasto ordinario, no va más allá del periodo presupuestario en el que se realizó y para procurarse nuevamente el bien o servicio que se obtuvo con el gasto habrá que repetirlo.
Los elementos Periodicidad y Efecto Útil, contribuyen a precisar la naturaleza de un gasto.
Los gastos extraordinarios se los autoriza por leyes especiales y temporales.
El gasto extraordinario significa una inversión, ejemplo: la construcción de un edificio.
Existen gastos extraordinarios en cuanto a su no Periodicidad y que son difíciles de calificar si son gastos en consumo o en inversiones, como los que se producen en una guerra u otro inconveniente público.
Importancia
En efecto, si los gastos ordinarios se costean con los ingresos de esta naturaleza, tenemos que el Estado atiende las necesidades públicas con la cuota que toma normalmente de la Renta Nacional
Cuando los gastos extraordinarios se costean con los ingresos ordinarios, tenemos una economía o unas finanzas poderosas y florecientes, ya que el Estado es capaz de hacer inversiones con sus solas rentas ordinarias.
En esta forma de la relación el Estado está capitalizando, pudiéndose comparar al caso de un individuo que con sus rentas logra atender necesidades imprevistas (riesgos) o adquirir un bien o hacer una inversión.
Finalmente, si los gastos ordinarios no alcanzan a financiarse con los ingresos ordinarios y es necesario costearlos o financiarlos con el producto de ingresos extraordinarios, tendremos la situación inversa.
Un Estado que no logra satisfacer sus necesidades corrientes y ordinarias con sus rentas y que está comprometiendo su capital para poder subsistir, con la consiguiente descapitalización; sería el caso en lo individual del que, por insuficiencia de sus rentas, comienza a vivir de su capital o a endeudarse más allá de sus posibilidades.
Otros gastos
GASTOS DE GOBIERNO Y GASTOS DE EJERCICIO.- Gastos de Gobierno son aquellos en que el Estado incurre para satisfacer las necesidades públicas en todas sus variadas manifestaciones. Ejem: defensa, salubridad, educación, etc.; pero hay una necesidad de carácter especial que el Estado debe atender, como un supuesto necesario que hace posible la atención de las demás y es la de recaudar sus ingresos; el Estado también gasta y es este grupo particular de gastos que le demanda su administración financiera el conocido con el nombre de gastos de ejercicio.
Si consideramos que los ingresos públicos son un todo, que el Estado utiliza para la satisfacción de las necesidades públicas, restarle a este fondo una cuota importante, para ser gastada en la recaudación de los ingresos, significa dejar menos disponibilidades para lo que son la satisfacción de auténticas necesidades públicas.
Los gastos de ejercicios deben ser considerados tanto en relación al volumen total de ingresos recaudados como, hasta donde sea posible, en relación a cada categoría de ingresos y aun con respecto a uno en particular, porque de su estudio puede resultar o que la administración financiera, en sí misma, es demasiado onerosa o que un determinado impuesto es económica o financieramente inconveniente por los exagerados gastos de recaudación que demanda.
GASTOS PERSONALES Y GASTOS REALES.-
Otra de las clasificaciones formuladas distingue entre los gastos reales y los personales. Los primeros son aquellos en que el Estado incurre para proveerse de bienes, cosas o especies que necesita en los servicios públicos o para las obras que ejecuta; los segundos están representados por pago de servicios a los funcionarios o personas que trabajan para él.
La importancia de esta clasificación se la observa desde dos puntos de vista; en primer lugar, para apreciar al Estado como consumidor y porque la naturaleza y cuantía de estos gastos puede justificar que el Estado cree las empresas o industrias necesarias para su propio abastecimiento o para que mediante un servicio de aprovisionamiento, obtengan mejores condiciones en calidad de precio de los artículos; por otro lado esta forma de clasificación sirve para apreciar el número de funcionarios o de personas a que da trabajo, los servicios u obras a que están dedicados y el porcentaje de los gastos que consumen
GASTOS PÚBLICOS Y CICLOS ECONÓMICOS.-
El gasto público, en relación al ciclo económico, queda regido más por un propósito económico que por la satisfacción de las necesidades públicas tradicionales y, por ello, destacamos que hoy en día se ha incorporado a la categoría de necesidad pública la función compensatoria del Estado en el proceso económico.
Durante los periodos de depresión, el Estado no puede dejar de atender las necesidades públicas absolutas, ni las relativas, en cambio, puede desviar el gasto público a fin de dirigirlo en la máxima cuantía que le sea permitido al frente de su lucha anti cíclica.
Los dos periodos agudos del ciclo económico son: depresión e inflación, y por ello el gasto público adquiere modalidades muy diferentes, según sea la fase del ciclo que se está combatiendo.
En la Inflación la política fiscal sobre gastos públicos deberá dirigirse a saldar el déficit acumulado por la depresión y hacia una prudente moderación en los gastos, a fin de que éstos no se sumen a las fuerzas inflacionarias. Los mayores recursos o ingresos de que el Estado disponga no puede ser el elemento que regule el monto del gasto, el Estado debe gastar menos en estos períodos en que sus ingresos se ven aumentados.
Durante la depresión el Estado debe gastar mucho más allá de sus ingresos ordinarios y a través de dinero nuevo, creado por él, o mercado, aumentando su política de gastos no en forma de derroche desordenado, sino persiguiendo con ello la aceleración de los factores consumo e inversión hasta lograr nuevamente restablecer el equilibrio económico alterado por los ciclos.
EL FINANCIAMIENTO DEL GASTO PÚBLICO
El fenómeno, siempre presente en toda sociedad, del acrecentamiento constante de los gastos públicos del Estado se convierte, realmente, en un problema, cuando se le analiza en términos de los recursos que son necesarios para financiarlos.
Es decir, una sociedad no debería estar preocupada porque el Estado tenga que gastar cada vez mas en el cumplimiento de sus tareas públicas, mientras existan las fuentes adecuadas para generar los recursos necesarios para financiar tales gastos. De hecho es un error concebir como un problema la expansión constante del gasto público. El problema real es, más bien, que el Estado no tenga ingresos suficientes para poder gastar. Así, querer limitar los gastos no es sino ponerle límites a las tareas y responsabilidades del Estado, en función a un problema de orden técnico – financiero. En todo caso lo que debe hacerse es, precisamente, buscar los instrumentos y mecanismos adecuados para generar una masa de recursos cada vez mayor, que crezca en la proporción necesaria para hacer frente a la expansión del gasto. Y esto tiene que ver con las fuentes a través de las cuales se obtienen esos recursos.
En términos generales, la fuente originaria de los recursos con los que el Estado cuenta para realizar sus tareas, es la sociedad. Es decir, todos y cada uno de los ciudadanos tiene la responsabilidad de contribuir a financiar los gastos del Estado, en la medida que éste establezca dicha contribución. Lo cual depende de la naturaleza y carácter del propio Estado.
La forma tradicional y la más importante mediante la cual los ciudadanos contribuyen al financiamiento del Estado, es precisamente a través de los impuestos. La naturaleza y carácter del Estado definen el tipo de impuestos y los porcentajes a partir de los cuales se calcula el impuesto.
Pareciera que la disyuntiva del Estado se ubica principalmente en el hecho de decidir entre si la fuente de sus ingresos se hará vía un impuesto que grave el consumo u otro que grave el ingreso, el capital o la riqueza.
La decisión que se tome tiene una profunda connotación política. Porque, en sí misma, la política recaudatoria del Estado no sólo tiene como fin allegarse recursos financieros, sino que también puede perseguir objetivos de redistribución del ingreso o servir como mecanismo para privilegiar a un grupo económico concreto.
De éste modo, la forma en la que los ciudadanos contribuirán al financiamiento del Estado, puede ser mayor o menor y más o menos justa desde una perspectiva social.
El Estado caracterizado por una búsqueda seria de lograr objetivos de justicia social, entre los que se identifica claramente una redistribución del ingreso, optará por establecer impuestos que propicien una mayor participación de las clases más ricas en las erogaciones del Estado. Por otro lado, el Estado caracterizado por un mayor compromiso con los grupos de poder económico buscará el establecimiento de impuestos que no lesionen los intereses de éstos grupos y que repartan mas la carga fiscal entre toda la sociedad. Este tipo de Estado implementará, entonces, un impuesto al consumo (como el IVA), el cual no sólo hace participar en igualdad de condiciones a los desiguales, sino que, además, significa una renuncia a la búsqueda de una redistribución del ingreso y la riqueza.
Desde luego, existen otras formas a través de las cuales, los ciudadanos contribuyen, de modo indirecto al financiamiento del Estado. Es el caso de cuando existen empresas públicas que comercializan bienes o servicios que son consumidos por la sociedad.
Lo realmente interesante de ésta modalidad es que representa el mecanismo de financiamiento más sano que puede tener el Estado. Porque mediante una actividad productiva se puede allegar recursos, con lo cual puede disminuir la carga fiscal que pesa sobre la sociedad, en particular sobre las clases sociales de menores ingresos.
Hoy por hoy, frente a la disyuntiva de si el Estado debe o no participar en actividades productivas, debe considerarse el hecho de que si lo hace puede asegurarse una fuente de financiamiento que permite que los ingresos y la riqueza de los ciudadanos no se vean mermados.
Esto es particularmente importante en épocas de crisis económica cuando la contracción de la actividad económica y la reducción del ingreso de los ciudadanos provocan una contracción de los recursos captados por el Estado. Adicionalmente, es en éstas épocas cuando las necesidades sociales se incrementan y, por tanto, el Estado debe elevar su gasto, pero si su única fuente de financiamiento es vía impuestos, entonces, el intentar ampliar sus ingresos redundará, fatalmente, en un mayor empobrecimiento de los ciudadanos ya que el incremento de los impuestos reducirá, aún mas, sus reducidos ingresos.
Conclusión
EL GASTO PÚBLICO, Es el proceso por medio del cual el estado en sus diferentes niveles de gobierno y a través de la autoridad competente efectúa una erogación monetaria, principalmente con el objeto de pagar o financiar el ejercicio de sus funciones.
El gasto público permite a través de su orientación la solución a los problemas más urgentes de la comunidad como son servicios públicos, salud, recreación etc. y crea las condiciones objetivas que le permitan erradicar los conflictos sociales generales de la intranquilidad política del país.
Es aquí donde podemos determinar que hay una línea divisoria entre los países Desarrollados y Subdesarrollados, por el exceso de gastos a que incurren por no tener un desarrollo tecnológico y que siempre reciben a cuenta gotas la tecnología, por ende dependerán de los países ricos que manejan el sistema.
Bibliografía
Finanzas Públicas….Manuel Mathus Benavente….Págs.97 -109
Google.- Finanzas.
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Biblioteca de la Universidad Estatal de Guayaquil
Autores
Betsabé Delgado
Julia Cortéz
Magali Ibarra
Simón Gonzalez
Gustavo Garcés
Julio Curillo
Joaquin Diez
Néstor Aníbal Torres Alvarez
Facultad de jurisprudencia y ciencias políticas de universidad estatal de Guayaquil
Profesor. Ab. Ángel Sánchez
Guayaquil- Ecuador
Febrero del 2009
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