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Dialéctica del Desarrollo: Diagnóstico de la Crisis del Brasil (página 2)

Enviado por JOSE MANUEL ACOSTA


Partes: 1, 2

Características económicas de la industrialización

La industrialización brasileña ha sido una consecuencia indirecta de políticas inspiradas principalmente por grupos ligados a los interese de la economía tradicional de exportación. Esa industrialización fue de tipo sustantivo, es decir, se basó en un mercado creado previamente por la economía de exportación. Al contrario de la industrialización clásica, que se abrió pasó a través de una reducción en los precios relativos de sus productos, la de tipos sustantivo encuentra un vacio creado por una suspensión de importaciones, mientras el nivel de la demanda se mantiene, lo cual permite avanzar aunque se eleve el nivel de precios.

La ausencia de una política que orientase el proceso de industrialización tuvo serias consecuencias, cuyos efectos negativos se cumularon en la fase presente.

Otra consecuencia de la falta de una política coherente de industrialización fue la concentración de las inversiones en industrias menos "esenciales". Como esencial fuese el producto, los sectores que producían artículos suntuarios resultaban los más atrayentes. Esto entorpeció, por un largo periodo, el desarrollo de la industria de bienes de capital.

No menos importante fue la tendencia a sobrecapitalizar y sobremecanizar las industrias. El gran subsidio implícito que contenía la importación de equipos y la certeza de que cuando se interrumpiera esa política se podrían obtener abultadas ganancias de capital mediante la venta o el uso de esos equipos, creo una tendencia generalizada a sobreinvertir en equipos. En su conjunto, el sistema económico tendió a presentar distorsiones importantes, con exceso de capacidad en unos sectores e insuficiencia en otros. Se creó una situación tal que para mantener un grado razonable de utilización de la capacidad productiva se hacía necesario elevar el nivel del gasto (consumo mas inversión) muy por encima del nivel de ingreso (pago a los factores), lo cual sólo es posible mediante un margen sustancial de endeudamiento externo.

La tendencia a la sobremecanización tuvo consecuencias más importantes todavía. El desequilibrio al nivel de los factores es seguramente el problema mas grave que enfrentan las economías subdesarrolladas. Se trata de una consecuencia inevitable de la absorción de una tecnología tomada de prestado a economías subdesarrolladas los salarios pagados en el sector industrial son artificialmente elevados, en relación con el costo de los equipos. En las economías subdesarrolladas los salarios pagados en el sector industrial son artificialmente elevados, lo cual se debe a una serie de factores, lo cual se debe a una serie de factores sociológicos y políticos. Este hecho estimula la tendencia a sobremecanizar las industrias, dentro de la línea de la tecnología disponible, lo cual a su vez justifica seguir la política de mantener un nivel de salarios muy superior al que pagan los sectores que proporcionan empleo a la gran mayoría de la población. A partir del momento en que los precios relativos de los equipos son rebajados artificialmente (mediante un subsidio cambiario, como ocurrió en el Brasil), los efectos negativos de esa tendencia se agravan necesariamente. Por ello las grandes inversiones industriales realizadas en el Brasil entre 1950-1960 no contribuyeron en nada a modificar la estructura ocupacional de la población. De esta manera, en una fase de rápido crecimiento de la población, el crónico subempleo de mano de obra se agravo en extremo, como consecuencia de la falta de una política orientadora del proceso de industrialización.

Cambios en la estructura social

La industrialización se realizó al amparo de los efectos indirectos de medidas tomadas con el objetivo de favorecer los intereses de la agricultura tradicional de exportación. Con todo, esa industrialización acarreó consecuencias para el conjunto de la estructura social del país, con importantes repercusiones en las instituciones en que se apoya el sistema tradicional de poder. Conviene considerar detenidamente este aspecto del problema de los cambios sociales ocurridos en el Brasil en las tres últimas décadas, si se pretende identificar los principales obstáculos de carácter político que se oponen al desarrollo económico del país en la etapa actual.

En 1930 el sistema económico y la estructura social de Brasil no eran muy diferentes de lo que había sido en el siglo anterior. La economía del país continuaba apoyándose en la exportación de pocos productos primarios, principalmente el café, de azúcar, de cacao, etc. La producción ya fuese de café, azúcar, etc., estaba organizadas en haciendas, que continuaban siendo la institución económica y social básica del país. Cerca de las cuatro quintas partes de la población del mismo vivían en el campo, organizadas económicas y socialmente en esas haciendas, cuyas dimensiones serán considerables, pues llegaban a albergar a varios miles de personas. También cerca de las cuatro quintas partes de la población estaban formadas por analfabetos, y estos, al igual que hoy, se hallaban privados constitucionalmente de derechos políticos. Las personas que tenían participación efectiva en el proceso electoral representaban poco más del 1% de la población del país. Para la gran masa de la población existían a través de algunos de sus símbolos más ostensivos, como la figura del presidente de la república, que sustituyó a la del emperador. Las autoridades locales aun cuando eran parte integrante de la burocracia federal, estaban bajo el control de los grandes señores propietarios de las tierras. El voto era público y el recuento de los votos lo hacían personas de confianza de los señores locales. Por último, había un mecanismo que permitía a las autoridades centrales alterar los resultados de las elecciones. De esta manera, quienes estaban en el poner disponían de todos los medios para permanecer en él.

El estancamiento del sector agrícola de exportación, la concentración de las inversiones en actividades urbanas, principalmente manufactureras, y, por último, el rápido aumento de las actividades estatales, trajeron consigo importantes transformaciones en la estructura social del país, cuya manifestación externa más importante consistió en un rápido proceso de urbanización.

Las importantes modificaciones de la estructura social que hemos señalado no han tenido hasta ahora una contrapartida adecuada en el sistema de instituciones políticas. Como el proceso de industrialización se hizo sin un claro antagonismo con el interés de los grupos vinculados a la vieja agricultura de exportación, no se formo en el país una ideología industrialista capaz de proyectarse en el plano político.

En la medida en la que se fueron desarrollando los medios de comunicación y que el mercado de trabajo de todo el país tendió a unificarse, se hizo evidente el desnivel de los salarios pagados por la industria. De esta forma la ausencia de un antagonismo consiente entre la clase trabajadora y la clase patronal permitió que los empresarios industriales se habituaran a un clima social análogo al que prevalecía en la agricultura. Las circunstancias no favorecieron un comportamiento específico en esos empresarios, que contribuyese a diferenciarlos de la vieja clase de los señores de la tierra.

Consecuencias políticas de los cambios sociales

A esa falta de una clase industrial con una ideología propia y una fuerte actuación política cabe atribuir en buena parte la lenta modernización del marco institucional político brasileño.

Las modificaciones en la estructura social que se tradujeron en el proceso de urbanización crearon condiciones para le predominio del electorado urbano. Esta urbanización encuentra en la industrialización unos de sus varios factores formativos. No se trata, no efecto, de una forma tradicional de urbanización, generada por el rápido empleo de mano de obra en las actividades manufactureras, característica de la industrialización clásica. En el Brasil las industrias han absorbido poca mano de obra, mucho menos que la misma agricultura, especialmente a partir del 1950. La urbanización resulta sobre todo del fuerte crecimiento demográfico, de la gran concentración en la distribución del ingreso, del aumento de las actividades estatales, de la forma en que la tecnología agrícola ahorra mano de obra y de factores sociológicos que actúan con particular intensidad en los países en que el nivel de vida del campo y de la ciudad es muy disparejo.

La parte del incremento de la población rural que no encuentra ocupación en el campo y esa parte son siempre grandes cuando la agricultura de exportación no crece con intensidad tiene que emigrar hacia las zonas urbanas. En éstas existen perspectivas de encontrar algún trabajo, ya que es en ellas donde se gasta la mayor parte del ingreso, aun aquel que se concentra en las manos de los grupos dirigentes de la agricultura. Cuando el desarrollo se lleva a cabo con una fuerte concentración del ingreso, como en el Brasil, el mercado de servicios tiende a crecer con intensidad, absorbiendo directa e indirectamente importantes cantidades de mano de obra. Por otra parte, las grandes concentraciones urbanas exigen obras públicas importantes, así como un incremento mas que proporcional del aparato administrativo del Estado, lo cual, por su lado, contribuye a intensificar el proceso de urbanización. Evidentemente esa intensificación solo se hace viable si la producción de bienes en la industria y en la agricultura también se mantiene en aumento.

La lucha por el poder y el arbitraje militar

La lucha entre los jefes del Poder Ejecutivo, sometidos a un presión permanente de las masas, con las cuales llegan al pacto electoral y el Congreso, donde de concentra el poder de las clases dirigentes tradicionales, han constituido una constante de la política brasileña en los últimos años. Esa lucha no constituye sino el aspecto externo más visible del profundo conflicto interno que afecta al proceso político brasileño.

Las instituciones políticas regionales están sometidas al control más rígido por parte de la vieja clases dirigente, la capacidad del poder central para llevar a cabo ciertas políticas tropieza con múltiples obstáculos que imponen los intereses locales.

El conflicto profundo que existe entre las masas urbanas, sin una estructuración definida y bajo el liderazgo populista, y la antigua estructura de poder que controla el Estado, permea todo el proceso político del Brasil actual. Los lideres populistas, conscientes del estado psicológico de las masas, reivindican una rápida modernización del país, a través de reforma de base, de cambios estructurales. Ese conflicto de poder entre los dirigentes populistas y la clase dirigente tradicional ocupa el centro de la lucha política y hace impracticable la consecución de cualquier programa coherente por quienes ocasionalmente dirigen el país.

La existencia de un conflicto fundamental que pone en jaque el propósito fundamental de las instituciones básicas en que se fundamenta el poder, crean crea condiciones favorables al arbitraje militar. Ese arbitraje no elimina de por si las causas del conflicto, pero crea condiciones para romper el Impasse. Tanto puede servir para consolidar la estructura tradicional de poder, sometiendo a las masas a un proceso de adormecimiento, como para forzar cambios en las estructuras tradicionales.

En síntesis, puede afirmarse que el desarrollo constituye la aspiración fundamental de la sociedad brasileña de nuestros días. Esa aspiración se manifiesta en forma de un descontento generalizado con respecto a las precarias condiciones de vida que afronta la población actualmente, y al mismo tiempo a través de una actitud optimista con respecto a las posibilidades de que el país pueda aspirar esas condiciones y alcanzar formas superiores de organización social.

Reencuentro de la dialéctica

El esfuerzo realizado por Hegel para formular los principios de una lógica del proceso histórico, constituyó el punto de partida del movimiento más importante de renovación del pensamiento social en el siglo XIX. Hegel estableció el principio de que el mundo no esta constituido por cosas acabadas, sino por un conjunto de procesos y que solamente una lógica del desarrollo podría capacitarnos para comprender esos procesos. A esa lógica la llamó Dialéctica. Si bien en su preocupación por abarcar todo "en un sistema filosófico" Hegel dio una extensión exagerada a la aplicabilidad del método dialectico, su punto de partida fue indudablemente esa idea de desarrollo que extrajo de una observación cuidadosa de los procesos históricos. Con la dialéctica pretendió al mismo tiempo comprender la historia y demostrar que existe una "necesidad histórica". La dialéctica lleva a comprender la historia como una oposición de fuerzas en equilibrio móvil.

Las dificultades fundamentales con que tropezó en el siglo XIX la utilización de la dialéctica como instrumento de trabajo, fueron resultado de dos tendencias surgidas entre los pensadores marxistas que la aplicaban. La primera desea tendencia tiene sus raíces en el propio Hegel, aunque seria difícil encontrarle justificación en el pensamiento de Marx: se trata del esfuerzo por generalizar la dialéctica, aplicándola a la explicación de los fenómenos naturales. La segunda de esas tendencias, deriva de la primera, resulto del deseo de transformar la dialéctica en un conjunto de reglas de aplicación universal.

La esencia del pensamiento dialectico esta en la idea simple de que el todo no puede ser explicado por el análisis aislado de sus distintas partes. El todo se capta primero a través de una síntesis, en gran parte intuitiva, que realiza el espíritu humano y a partir de esa síntesis adquiere sentido el análisis de las partes.

La importancia de la dialéctica para a la comprensión de los procesos históricos deriva precisamente del hecho de que la historia, al nivel de los conocimientos actuales del hombre, no puede ser reconstituida si se parte del análisis asilado de los múltiples hechos que lo componen. Sin embargo, el hombre, a través de la praxis individual "experiencia original de la dialéctica" para usar la expresión de Sartre intuye o extrae el proceso histórico la visión sintética capaz de dar unidad a aquella multiplicidad de fenómenos. A partir de esa experiencia original se puede hablar de la dialéctica como instrumento par comprender los procesos históricos.

El desarrollo económico en el proceso de cambio cultural

El carácter histórico del análisis económico moderno, permitió el perfeccionamiento de importantes instrumentos metodológicos, tales como la concepción de equilibrio parcial y general, creó por otra parte serias dificultades para ubicar los problemas económicos en su contexto de desarrollo, en efecto, en la medida en que la economía se esmeraba en estudiar las condiciones de equilibrio sobre la base de relaciones funcionales en un instante dado, se incapacita mentalmente para captar los fenómenos económicos en desarrollo y como aspectos de un proceso mas amplio de cambio social, cuyos contornos sólo son perceptibles en el contexto de una realidad histórica, o sea partiendo de alguna imagen que configure el todo social y su comportamiento en el tiempo.

La explicación básica de los cambios sociales se halla en la introducción de innovaciones, que bien pueden tener un origen endógeno de la propia cultura, o bien tomarse de otras culturas. Pero cabe admitir que la introducción de innovaciones provocan una serie de reacciones. Estas reacciones pueden asumir tal carácter que en la práctica restablezcan los valores iníciales de las variables básicas, lo cual indicaría la existencia de un sistema de equilibrio estable. Sin embargo, los cambios introducidos en la cultura material por innovaciones tecnológicas presentan características particulares. Esos cambios tienen un carácter necesariamente dinámico, y tienden a provocar reacciones en cadena.

Por mas que el concepto de cambio social ha sido propuesto por antropólogos y sociólogos en el marco de la preocupación anti evolucionista de quitar a la historia todo sentido, el concepto hegeliano de un movimiento histórico en cierta dirección necesaria, transferido para el desarrollo económico, como un caso particular del proceso de cambio social. En efecto, se pude definir el desarrollo económico como un proceso de cambio social por el cual un numero creciente de necesidades humanas, preexistentes o creadas por el mismo cambio, se satisfacen a través de una diferenciación en el sistema productivo generada por la introducción de innovaciones tecnológicas.

No se introducen innovaciones en una cultura son suscitar resistencias y éstas, la mayoría de las veces, se manifiestan a través de conflictos sociales. El conflicto resulta de la búsqueda consciente, por los miembros de una sociedad, de valores que se excluyen entre si. En la búsqueda de esos valores los individuos o grupos rivales usan las armas variadas, desde la violencia hasta la persuasión. La introducción de innovaciones tecnológicas, precisamente porque tiende a generar un aumento del producto, crea un excedente que la colectividad puede utilizar para aumentar su capacidad productiva para obtener un mejoramiento inmediato del bienestar social.

Las innovaciones tecnológicas, que constituyen la esencia del desarrollo, no provocan solamente modificaciones en la estructura del sistema de producción. Ponen en movimiento una cadena de reacciones, debido a la interdependencia que existe entre los elementos básicos de toda cultura. Así, los cambios en la estructura económica tienden a acarrear modificaciones en toda la estructura social y esto no sucede en forma de causación simple, sino en función de determinadas condiciones históricas. En las económicas que llaman subdesarrolladas, ese proceso de ajuste de la estructura social a la corriente de cambios generada por la invención de una nueva tecnología presenta una serie de peculiaridades que lo distinguen del modelo corriente del desarrollo capitalista.

Las luchas de clases en el desarrollo de las instituciones políticas

La importancia que presenta la lucha de clases en el desarrollo del capitalismo industrial deriva de ciertas características propias de su estructura social. A diferencia de todas las demás formas de organización económica anteriores, el capitalismo industrial dio origen a un sistema de producción en que prevalecen grandes unidades productivas y en que esas unidades tienden a aglomerarse con el objeto de reducir los costos de producción. La consecuencia social amas importante de esta forma de producción ha sido el proceso de urbanización. La antigua cuidad comercial, de población heterogénea y fluctuante, fue sustituida por la metrópoli industrial con grandes masa de trabajadores asalariados sujetos a un desempleo periódico. Estas condiciones particularmente permitieron la formación de la conciencia de clase, sin la cual no habría sido posible transformar los conflictos ocasionales de grupos en luchas de clases organizadas. Si comparamos la situación de la clase trabajadora industrial con la que prevalecía en la clase campesina, en el siglo XIX, vemos con claridad la índole de este problema. La clase campesina, del mismo modo que los trabajadores industriales, tienen su razón de ser en la propiedad privada de los medios de producción; por lo tanto, sus intereses están en evidente antagonismo con los intereses de los latifundistas. Sin embargo, su lucha contra los latifundistas no llegó a ser un factor básico en el desarrollo de la sociedad moderna, y ni siquiera se puede afirmar que los campesinos hayan alcanzado una etapa de plena conciencia de clase. El desarrollo de las fuerzas productivas no tendió a agudizar el antagonismo entre campesinos y latifundistas, sino a crear formas de empleo de creciente importancia fuera de las zonas rurales, lo que condujo a una escisión de la clase propietaria de los bienes de producción. El elemento motriz del desarrollo social en esa fase será el antagonismo de los dos sectores de dicha clase: la nobleza y le burguesía.

Si la lucha de clases constituyó el elemento motriz básico en el desarrollo de las sociedades de economía capitalista industrial, cabria preguntar si esta lucha tendió a hacerse mas aguda o mas débil con el desarrollo del capitalismo, las luchas de clases se tradujeron en fuertes tensiones políticas, que ocasionalmente se transformaban en procesos revolucionarios.

Las ideologías de clase en la lucha por el poder

Para comprender el movimiento socialista es necesario tener en cuanta que surgió de la practica de la lucha de clases y que su formulación doctrinario resulto principalmente del trabajo intelectual de los hombres que participaron en él. En una de sus famosas tesis sobre Feuerbach, Marx señala la necesidad de observar el mundo sensible como actividad humana concreta, como practica. Y nos dice que la actividad revolucionaria es la actividad práctica crítica. Este debe ser nuestro punto de partida para abordar el problema de las revoluciones en el desarrollo de las sociedades basadas en el capitalismo industrial. En síntesis, fue una época en que los ajustes de mayor significación introducidos en la estructura social fueron resultado de revoluciones o casi-revoluciones.

El pensamiento socialista revolucionario surge de la actividad práctica crítica de los intelectuales de esa época. En Marx, por ejemplo, la actividad del revolucionario siempre abrió camino al hombre de pensamiento, si bien la actividad de este último iluminó un campo inmensamente más amplio que aquel en que se movía el primero. Es necesario tomar en cuenta estos hechos para comprender las discreciones entre las ideas de Marx con respecto a la revolución y sus concepciones generales con respecto al desarrollo de la economía capitalista. En 1848, al estallar la revolución en Paris y propagarse por casi toda la Europa continental, Marx creyó seriamente que se hallaba ante el primer acto de una revolución que solo concluiría con la eliminación del dominio de la burguesía en Europa.

Las ideas de Lenin siempre estuvieron estrictamente orientadas hacia la acción, lo cual les daba gran eficacia en las condiciones concretas para las cuales se formularon, aunque parecieran muy limitadas para los observadores de la Europa occidental. Lenin atribuía gran importancia a los problemas ideológicos y afirmo que no podría haber revolución sin ideología. En la ideología veía una fuerza aglutinadora capaz de infundir en las masas una gran confianza en sus líderes, como portadores de una verdad cuya calidez estaba por encima de cualquier duda.

Dialéctica del desarrollo capitalista

El desarrollo económico, que es fundamentalmente un proceso de incorporación y propagación de nuevas técnicas, entraña modificaciones de tipo estructural, tanto en el sistema de producción como en el de distribución del ingreso. La forma en que esas modificaciones se hacen efectivas depende, en buena medida, del grado de flexibilidad al cual no es ajena la mayor o menor aptitud de las clases dirigentes para superar las limitaciones naturales de su horizonte ideológico.

En un sentido estricto, el desarrollo económico es el proceso de expansión del sistema productivo que sirve de fundamento a una determinada sociedad. Esa expansión sólo se hace factible cuando actúa algún mecanismo de autolimitación, que la propia sociedad se impone, con respecto a la utilización del producto social. Esa autolimitación es condición necesaria para la acumulación de nueva capacidad productiva. Por otra parte, la ocupación de la nueva capacidad productiva exige introducir modificaciones en la forma en que la sociedad utiliza el producto social.

Hasta el momento en que sugirieron las modernas economías planificadas, en que la acumulación emana de un acto deliberado de política económica, la autolimitación que se imponían las sociedades para expandir la capacidad productiva estuvo ligada a formas de distribución del ingreso caracterizadas por grandes desigualdades.

Pero el desarrollo no depende tan solo de la acumulación. Se funda igualmente en la fuerza dinámica que surge en las sociedades bajo la forma de un impulso por mejorar las condiciones de vida. Si el incremento del producto que genera la acumulación permanece concentrado en las manos de los pequeños grupos dirigentes, el proceso de formación de capital tiende a alcanzar un punto de saturación. Si el desarrollo puede proseguir es porque una parte apreciable de ese nuevo producto se distribuye entre las masas trabajadoras. Esas masas trabajadoras tienden a consumir la totalidad de lo que llega a sus manos, y muy pronto toman conciencia de que están sometidas a un régimen de racionamiento permanente en la satisfacción de sus necesidades. Perciben que el mecanismo de autolimitación que la sociedad se impone a si misma opera en forma discriminatoria contra los grupos cuya única fuente de ingreso es su propio trabajo.

Proyecciones políticas del subdesarrollo

El subdesarrollo debe entenderse, antes que nada, como un problema que se plantea en términos de estructura social. El hecho de que sus aspectos económicos sean los más estudiados y conocidos constituye simplemente una confirmación de la tesis general de que los factores económicos desempeñan casi siempre un papel predominante en el proceso de desarrollo social. Así, la caracterización del subdesarrollo en términos estrictamente económicos no solo es tarea más sencilla, sino también un método perfectamente legítimo para acercarse a una primera formulación del problema. No obstante, seria totalmente erróneo esperar que los economistas, con los instrumentos de análisis propios de su disciplina, pudiesen agotar este campo de investigación, en el cual se plantean aspectos importantes que deben ser abordados desde el punto de vista de la sociología y de la ciencia política. Pensar en el subdesarrollo como un problema de ingreso por habitante constituye, sin embargo, una de las obsesiones de nuestra época, que crea graves reflejos negativos para una comprensión global del problema en el plano histórico.

En las estructuras sociales subdesarrollados, por el simple hecho de que los factores de producción de oferta inelástica (particularmente la tierra) tienen una importancia relativamente mayor, la división social del trabajo y la propiedad privada de los bienes de producción se refleja en una marcada diferenciación de clases, en efecto, los países subdesarrolladas, en la casi totalidad de los casos, son fundamentalmente agrícolas; vale decir, la gran masa de su población esta formada por campesinos, que se contraponen a una minoría de latifundistas y comerciantes.

Por lo que conceptuamos como subdesarrollo no es tanto la existencia de una economía fundamentalmente agraria, en cuyo caso tendríamos tan sólo una economía atrasada, sino más bien la presencia de un dualismo estructural. Este se origina cuando en una economía agrícola atrasada, determinadas condiciones históricas propician la introducción de una clase de cuña de economía típicamente capitalista, y se crea un desequilibrio, al nivel de los factores, par utilizar la terminología de los economistas, con reflejos en toda la estructura social. Las condiciones que crea el dualismo estructural difícilmente pueden explicarse con un modelo de equilibrio estable.

En un país de economía subdesarrollada la clase dirigente tiende a diferenciarse en tres sectores principales: el primitivo núcleo latifundista, el grupo que representa los intereses ligados al comercio exterior (siempre con fuertes vínculos foráneos) y el grupo capitalista que se apoya básicamente en el mercado interior. El primer grupo se presenta, en general, como librecambista y antiestatal, es decir, contrario a toda modificación del status quo, que imagina tendría que venir por vía de la acción estatal. El segundo grupo también es librecambista, pero su liberalismo esta matizado por ciertas restricciones, ya que este grupo aprende desde temprano a utilizar el aparato del Estado para defender sus negocios externos. El tercer grupo es proteccionista y en muchos aspectos estatal, pues procura utilizar el aparato estatal, a través de la política crediticia, cambiario y de otros medios, para transferir recursos en beneficio propio.

En un país subdesarrollado, todo "gobierno fuerte" creado por un golpe de Estado tiende necesariamente hacia la derecha, por más que haya surgido con propósitos diferentes en el espíritu de algunos de sus autores. Por el hecho mismo de haber sido resultado de un golpe, ese gobierno deberá apoyarse en la maquina existente para alcanzar alguna eficacia inmediata. Sin esa eficacia inmediata, esa "gobierno fuerte" se debilitara; es decir, perderá el apoyo de la opinión pública que necesita para mantener el mínimo de legitimidad sin el cual no podrá sobrevivir. Por otra parte, sólo es viable a corto plazo precisamente aquello que se puede hacer utilizando los métodos conocidos y los instrumentos disponibles de inmediato. En realidad, los gobiernos constituidos por procesos extralegales, aunque se digan "fuertes", son sumamente débiles en su etapa inicial y adquieren fuerza en la medida en que van pactando con los intereses constituidos y con los grupos organizados que detentan alguna parcela del poder. Tales porque los objetivos iníciales se perdieron de vista, quedando tan sólo el deseo de conservar le poder.

El objetivo político a logrear en los países subdesarrollados es decir, el objetivo cuya consecución asegurara un desarrollo económica mas rápido en una sociedad democrática pluralista, consiste en crear las condiciones pare que los asalariados urbanos y la masa campesina tengan una participación directa en el proceso de formación del poder. En el caso brasileña, las actuales clases dirigentes no representan más que una fracción de la población con actividad política. En épocas pasadas, esa fracción se confundía con la nación entera, en la medida en que esta estaba constituida por la pequeña minoría de la población para la cual la actividad política tenía algún significado, o cuyo comportamiento podía tener alguna importancia para los destinos del país. Hoy en día el comportamiento de la masa trabajadora urbana y rural tiene una importancia fundamental para el desarrollo económico y social del país, lo cual significa que ese comportamiento debe incorporarse al proceso político. Tal ampliación de las bases políticas es esencial para que el proceso de transformaciones sociales que ya esta en curso de realización tome su rumbo definido con el mínimo costo para la colectividad. No cabe duda alguna que para nosotros se ha abierto una época de revolución social. Resta saber si ese proceso revolucionario se desarrollara bajo la forma de actividad práctica, critica o como la tragedia de un pueblo que no encontró su destino.

Conclusión

La esencia del pensamiento dialéctico está en la idea simple de que el todo no puede ser explicado por el énfasis aislado de sus distintas partes, al todo lo capta primero a través de lo que se les ha explicado en el texto y eso se refiere a una síntesis, en gran parte intuitiva de todo el desarrollo de los acontecimientos que han marcado a un país en sub-desarrollo como lo es Brasil.

En gran parte lo que afecto a ese país es que la concentración de la población urbana que se puede deducir era mínima en comparación con la población total y que solo esa pequeña parte estaba vinculada al comercio exterior y tenían mayor acceso a la alfabetización y a recibir influencias de corrientes de ideas extranjeras, así como el capitalismo industrial permitió que se formase todo tipo de sociedad cuyas características fundamentales la diferencian de todas las demás.

 

 

Autor:

José Manuel Acosta Rubio

Leyden E. Fernández Jiménez

Lissette E. Paulino Burgos

Enmanuel A. Liranzo

Dolores Alt. Concepción

Jennifer G. Hilario

Rafael Javier J.

Presentado a:

Víctor M. De la Cruz Amparo.

Asignatura:

Nociones de Desarrollo Económico

(Ecn-223)

San Fco. de Macorís, Rep. Dom.

edu.red20 de Febrero del 2010.-

edu.rededu.red

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