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Pablo de Tarso: El misionero de los gentiles (página 2)

Enviado por Magali


Partes: 1, 2

13. En esta devoción del pueblo por el Dios desconocido, Pablo encuentra una puerta abierta para anunciar lo nuevo a sus interlocutores, con respeto y creatividad. Pablo no dice que los atenienses adoraban al verdadero Dios, y que sólo les faltaría conocer su nombre; él hace una crítica más profunda a su sistema de creencias representados en sus estatuas y monumentos. 14. El mensaje se orienta sobre una tendencia filosófica contemporánea que era la búsqueda de Dios, algo que aparece además como centro de la estructura del relato.

15. A partir del versículo 24 Pablo desarrolla el anuncio del Dios vivo y verdadero, en diálogo con las concepciones religiosas locales. La afirmación del Dios creador se basa en Génesis 1 e Isaías 42:5, pero también se incorporan términos del vocabulario filosófico griego, por ejemplo kosmos = mundo, universo organizado, que no tiene correspondiente en hebreo. Y si Dios es creador del mundo y de todo lo que existe, no es posible que habite en templos construidos por los seres humanos, y tampoco necesita ser asistido; en esto Pablo coincide con la crítica que hacían algunos filósofos locales al politeísmo griego.16. Más adelante (vv. 26-29) se expone la relación entre ese Dios creador y los seres humanos. En la concepción bíblica, Dios es el que crea al primer ser humano y de ellos (de Dios y de Adán) descienden todos los linajes de la tierra. La finalidad que Dios le da al hombre es de ocupar toda la tierra y de buscarlo. En esto también hay cierta convergencia con algunas tendencias filosóficas griegas; por ejemplo en lo que se refiere al universalismo humano y a la afinidad entre el ser humano y su creador. La cita del poeta Arato (originario de Cilicia, siglo III a.C.) en el versículo 28b confirmaría esta posición. 17. El contenido principal de la crítica a los otros dioses coincide en varios aspectos con el lenguaje del Segundo Isaías (ver por ejemplo Is 44). Esta crítica consiste básicamente en comparar irónicamente a los otros dioses con imágenes de madera, piedra o metal, que los representaban; y que por más bellas y valiosas que sean no tienen punto de comparación con el Dios vivo y verdadero. Los otros dioses, como aquellas imágenes, además de no poder hacer nada, necesitan ser llevados y asistidos.18. Finalmente los vv. 30-31 anuncian lo específico del mensaje cristiano de Pablo: la conversión, el juicio final y universal, y la resurrección de Jesús que lo anticipa. La resurrección de Jesús es un punto clave y relevante que ya fue anticipado en el versículo 18.

19. El discurso de Pablo en el Areópago asume y reconoce el valor de varios aspectos relevantes de la filosofía griega contemporánea: la crítica al politeísmo, la concepción universal del ser humano y la búsqueda de Dios por parte del ser humano. El arte de Pablo consiste en establecer un diálogo intercultural y poner estos aspectos en continuidad con la perspectiva bíblica tradicional: Dios como Creador, el origen del ser humano, el conocimiento de Dios en la sabiduría bíblica.

  • TERCERA PARTE:

Pablo y su teología, sus epístolas, y la organización de sus comunidades

SU TEOLOGIA

Primero: Un bosquejo de la teología de Pablo debe tener en cuenta el carácter de los escritos del Apóstol, que no ofrecen una exposición sistemática de su pensamiento. La mayor parte de los escritos de Pablo fueron compuestos ad hoc, es decir, para salir al paso y solucionar situaciones concretas por carta. Pablo desarrolló en sus epístolas, algunos temas doctrinales y exhortó a sus iglesias a una práctica más intensa de la vida cristiana. Casi todas las cartas existentes constituyen un ejemplo de esa doble finalidad. Esta dualidad de objetivos explica por qué Pablo pudo mezclar en ellas elementos de la revelación, fragmentos del kerigma[11]primitivo, enseñanzas de Cristo, interpretaciones del AT, su concepción personal del acontecimiento Cristo y hasta sus propias opiniones particulares. Por tanto, cualquier intento de formular la «teología» paulina debe procurar tener presentes los diversos matices de pensamiento y expresión del Apóstol.

La teología de Pablo se vio influida, sobre todo, por la experiencia que tuvo en el camino de Damasco y por la fe en Cristo resucitado, como Hijo de Dios, que creció a partir de esa experiencia.

El mismo Pablo habla de esta experiencia como de una revelación del Hijo que le ha concedido el Padre (Gál1,16). En ella «vio a Jesús, el Señor» (1 Cor 9,1; cf. (1 Cor 15,8; 2 Cor 4,6; 9,5). Aquella revelación del «Señor de la gloria» crucificado (1 Cor 2,8) fue un acontecimiento que hizo de Pablo, -el fariseo- no sólo un apóstol, sino también el primer teólogo cristiano.

Pero esa experiencia iluminó, en un acto creador, la mente de Pablo y le dio una extraordinaria penetración de lo que él llamó más tarde «el misterio de Cristo" (Ef. 3,4).

El Padre que reveló su Hijo a Pablo era el mismo Dios a quien Pablo, el fariseo, siempre había servido. Era el creador, el Señor de la historia, el Dios que continuamente salvó a su pueblo Israel y demostró ser Señor fiel a la alianza a pesar de las infidelidades del pueblo.

Pero su experiencia en el camino de Damasco no alteró su compromiso fundamental con el «único Dios». De hecho, su teología (en el sentido estricto del término), su cosmología[12]y su antropología revelan que Pablo seguía siendo judío en sus principales puntos de vista.

Segundo: aquella visión le enseñó el valor soteriológico[13]de la muerte y resurrección de Jesús Mesías. Si la teología de Pablo no cambió fundamentalmente, su cristología sí que cambió. Pablo, como judío que era, compartía las esperanzas mesiánicas de su tiempo; anhelaba la venida de un Mesías (con unas características determinadas). Pero la aparición de Jesús le enseñó que el Ungido de Dios ya había venido en la persona, «Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación» (Rom 4,25). Antes de tener la experiencia en el camino de Damasco, Pablo sabía con toda certeza que Jesús de Nazaret había sido crucificado, «colgado en un árbol» y, por tanto, había sido «maldito», en el sentido de Dt 21,23. Y esta era, sin duda, una de las razones por las que no podía aceptar, como fariseo, a Jesús como Mesías. Jesús era para Pablo «piedra de escándalo» (1 Cor 1,23), un anatematizado por la misma Ley que él observó tan celosamente (Gál 3,13; cf. 1,14; Flp 3,5-6).

Pero la revelación que tuvo cerca de Damasco dejó profundamente grabado en él el valor soteriológico y vicario de la muerte de Jesús de Nazaret, de una manera que él antes no había sospechado. Con una lógica que sólo un rabino sería capaz de comprender, Pablo vio a Cristo Jesús cargando sobre sí con la maldición de la Ley pero cambiada en su contrario, en bendición, de suerte que llegó a ser el medio de liberar a los hombres de la maldición de la Ley.

La cruz, que había sido piedra de escándalo para los judíos, se convirtió para él en «poder y sabiduría de Dios» (1 Cor 1,18-25). En adelante miraría al crucificado, «Señor de la gloria», como su Mesías exaltado.

Tercero: aquella visión dejó grabada en Pablo una nueva concepción de la historia de la salvación. Antes de su encuentro con Jesús, el Señor, Pablo consideraba la historia del hombre dividida en tres grandes etapas: 1) desde Adán a Moisés (período sin Ley); 2) desde Moisés hasta el Mesías (período de la Ley); 3) edad mesiánica (período en que el Mesías legislaría de nuevo).

Pero la experiencia en el camino de Damasco le enseñó que la edad mesiánica ya había empezado. Todo ello introdujo una nueva perspectiva en su concepción de la historia de la salvación. El esjaton, -realidad última- tan ansiadamente esperado, ya había dado comienzo (aunque todavía tenía que realizarse la etapa definitiva, que él esperaba en un futuro no demasiado lejano).

El Mesías aún no había venido en su gloria. Pablo constató entonces que él (con todos los cristianos) se encontraba en una doble situación: por una parte, consideraba la muerte y resurrección de Jesús como la inauguración de la nueva etapa; por otra, seguía anhelando su venida en gloria, su parusía.

Por consiguiente, mucho más que sus antecedentes farisaicos o sus raíces culturales helenísticas, aquella revelación de Jesús dio a Pablo una visión inefable del «misterio de Cristo», que le hizo capaz de configurar su «evangelio» y de predicar la buena nueva de una forma que era peculiarmente suya.

Sin embargo, Pablo no comprendió inmediatamente todas las implicaciones de la visión que le fue concedida. Solamente le proporcionó un discernimiento básico que había de iluminar todo lo que tenía que aprender sobre Jesús y su misión entre los hombres, no sólo en la tradición de la primitiva Iglesia, sino en su experiencia apostólica personal al predicar a «Cristo crucificado» (Gá13,1).

SUS ESPISTOLAS

INTRODUCCIÓN:

EL "CORPUS PAULINO"

Llamamos "corpus paulino" al conjunto ("corpus" o cuerpo) de las cartas de san Pablo, donde todos sus escritos son tomados como una unidad.

El corpus paulino lo constituyen hoy 13 cartas, aunque desde el principio del canon neotestamentario ha habido otra carta más, que ha estado "bailando", unas veces dentro y otras fuera del "corpus". Esta carta 14 es la "Carta a los hebreos". Hoy ningún crítico la considera carta paulina.

La forma literaria epistolar de la época griega y romana es actualmente muy conocida por la gran cantidad de cartas de ese período que se conservan. Esto permite ver que Pablo asumió la forma propia de su tiempo. Introdujo, sin embargo, algunos cambios de importancia, lo que trajo como consecuencia que sus cartas pertenezcan a la literatura religiosa.

San Pablo escribió las trece cartas más famosas que existen en el mundo y en ellas se resume todo lo que la Iglesia católica enseña acerca de la fe y la moral.

Tienen ellas dos partes:

Una dogmática, es decir, verdades de la fe, y otra moral, es decir, reglas de buena costumbre.

La más extensa y doctrinal es la que escribió a los cristianos de Roma.

La más corta, a Filemón.

Las más apasionantes y fuertes son las dos que escribió a los corintios, corrigiendo algunos errores.

La más elevada y difícil es la de los efesios.

La más cariñosa, a los filipenses.

Las últimas cartas las escribió desde la cárcel, dirigidas a Timoteo y Tito.

A continuación trazaremos un cuadro definido de sus cartas según época de escritas:

  • Las Cartas KerigmáticasSon 1 y 2 de Tesalonicenses Enviadas en el año 50 – 51, son los primeros escritos del NT.Pablo en ellas recoge los grandes temas del kerigma; vive en la esperanza de la próxima venida de Cristo.
  • Las "Grandes Cartas"

Son Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas.Fueron escritas en los años 56 -58 y se les llama así por su extensión y por su importancia doctrinal.

  • Las Cartas de la Cautividad

Son Filipenses, Colosenses, Efesios y Filemón.Escritas en los años 61 – 63, son así designados porque Pablo las escribió desde su prisión en Roma (o en Éfeso) y se alude a su cautiverio.

  • Las Cartas Pastorales

Son 1 y 2 Timoteo, Tito. Fueron escritas en el año 67, poco antes de su martirio.

La primera carta a los Tesalonicenses tiene el mérito de ser el primer escrito del N.T., pues fue escrita antes que los Evangelios. Todas las cartas tienen como autor, o directamente a Pablo, o a discípulos que lo escucharon directamente.

San Pablo nos da a través de sus cartas un inmenso conocimiento de Cristo. No un conocimiento sistemático, sino un conocimiento espiritual que es lo que importa. Él es ante todo el Doctor de la Gracia, el que trata los temas siempre actuales del pecado y la justificación, del Cuerpo Místico, de la Ley y de la libertad, de la fe y de las obras, de la carne y del espíritu, de la predestinación y de la reprobación, del Reino de Cristo y su segunda Venida.

San Pablo, a través de sus cartas, transmite a los primeros cristianos su visión teológica de qué son y cómo vivir la fe, esperanza y caridad cristianas.

Juan Alfaro, en su artículo "Actitudes fundamentales de la existencia cristiana", afirma que "en su riqueza interior, la fe paulina incluye la comunión de vida con Cristo. El creyente vive de Cristo y para Cristo, inaugurando de esta manera una existencia nueva en El"

Veamos ahora los temas fundantes de sus epístolas:

  • a) Cristo Resucitado: nueva CREACIÓN

San Pablo divide la existencia de Cristo en dos fases, separadas por la muerte y resurrección: una según la carne, otra según el Espíritu. En su sentido original, habla de dos modos de ser sucesivos y complementarios, de una vida primero terrestre, pero ya mesiánica, y de un estado de vida celeste vivido en el plano de Dios.

En el pensamiento paulino, la muerte no se opone tanto a la vida natural como a la vida de resurrección, ahora oculta pero más tarde gloriosa, que es la vida del Espíritu (Rom 5,15.17.21; Rom 6,23; 8,1-4).

En el cuerpo del Resucitado, Dios creó un mundo nuevo (2Cor 5,19), el Padre inaugura otra creación, la esperada por los profetas "en la plenitud de los tiempos" (2Cor 5,17; Gal 4,4): el tiempo de las promesas dio paso al tiempo de las nuevas realidades (Gal 3,16; 2Cor 5,17), la humanidad pecadora encuentra de nuevo la intimidad con su Creador (Gal 6,16; 2Cor 5,19).

Como coronación de esta dimensión universalista, Pablo muestra cómo la Resurrección se convierte en principio de nueva creación del cosmos entero: todo el cosmos -no solo el hombre- es llamado a participar en esta renovación: "Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por Aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto" (Rm 8,19-22).

b) "Primogénito de toda criatura" (Col 1, 14) y "Primicia de los que mueren" (1Cor 15,20): Cuando Pablo comprende que Cristo es la plenitud (Col 1,19; 2,9) escatológica, entiende fácilmente que toda realidad terrena se convierte en una proyección, aun antes de existir esa creación ya es participe de de dicha plenitud (Col 2,17); porque Cristo existe antes que todo, lo abarca todo y lo participa todo.

En su misterio pascual, Cristo es "el primogénito de toda criatura", por ser la plenitud final de todo lo creado. (46) La resurrección de Cristo implica pues, la resurrección de todos. "Cristo ha resucitado como primicia de los que mueren" (1Cor 15,20). De una vez, sin más, afirma Pablo la relación que une a Cristo con los muertos.

c) Cristo resucitado: Nuevo Adán: Pablo halla la explicación de este hecho en Gn 2,7, introduciendo en dichas palabras una distinción entre el "espíritu que da la vida" y "ser animado". Adán es un ser animado; no tiene, pues, la vida en sí: la recibe de fuera, del exterior; Cristo, por el contrario, es el "espíritu vivificante"; posee la vida en sí mismo, y en adelante será el principio divino en el que todos los hombres serán vivificados o reanimados. Dios crea otra humanidad cuyo prototipo es Cristo resucitado, porque "está escrito: "fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida" (1Cor 15, 45). (51)

d) Cristo Resucitado: Espíritu Vivificante: El Espíritu es resurrección. Esto se sabía ya en Israel (Ez 37,1-14). Él es causa de toda resurrección, en Cristo y en los fieles: "Si el Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros" (Rom 8,11)

El Padre es el origen de la acción resucitadora, el Espíritu su agente. El Espíritu se manifiesta como poder actuante de Dios en su obra, a la vez de creación y salvación.

En esta comunión los fieles son "resucitados-con", "vivificados-con", arrebatados por esa única acción de Dios, la que glorifica a Cristo en el Espíritu. Dios no repite con cada fiel su intervención pascual, resucita sólo a Cristo, y con Él a quienes están en comunión.

e) Bautismo: Recreados en Cristo

La reconciliación realizada por Cristo produjo una unión nueva del hombre con Dios. Pablo la llama "nueva creación" (Gál 6,15; 2Cor 5,17) porque introdujo una nueva forma de existencia en el mundo del hombre, por la que Cristo y el cristiano moran uno en el otro (Jn 14,23). El hombre participa de esta existencia nueva por la fe y el bautismo.

Para describir esta transfiguración que se opera por la fe y el bautismo, Pablo recurre preferentemente a imágenes antitéticas: los dos Adanes, tinieblas-luz, vida-muerte, carne-espíritu. El bautismo constituye la frontera entre dos edades, entre dos mundos que se enfrentan y se oponen.

La simbólica paulina traduce esta dialéctica espiritual por la imagen del baño que purifica, de la sepultura mística, muerte al hombre viejo y regeneración del hombre nuevo, arrancamiento de las tinieblas e iluminación en el Señor.

f) Bautismo: participación en Cristo crucificado y resucitado: La doctrina de Pablo identifica al cristiano con la muerte, sepultura y resurrección de Cristo por el bautismo, como una participación no solamente moral, sino real, no solamente espiritual sino ontológica en esos episodios claves de la vida del Señor.

"Por el bautismo hemos sido sepultados con Él en la muerte, – escribe San Pablo – para que así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, igual nosotros andemos en una vida nueva. Pues si estamos injertados con Él por la semejanza de su muerte, también lo estaremos por la de su resurrección" (Rom 6,4-5).

La muerte y la resurrección intervienen, tanto una como otra, en la obra salvífica..

g) Filiación divina: Participación en la vida trinitaria: Es Pablo quien enseña que la condición de cristianos, como "hijos de Dios por la fe", se debe a su bautismo "en Cristo" (Gál 3, 26-27) (81).

El cristiano bautizado es "templo del Espíritu Santo" (1Cor 6,19) e hijo adoptivo del Padre en virtud del Espíritu que ha recibido (Gál 4,6). El bautismo es un "baño de nacimiento nuevo en el Espíritu Santo" (Tit 3,5). Este es el principio constitutivo de la filiación adoptiva y la fuente de energía de la vida y conducta del cristiano.

h) Bautizados para ser un solo cuerpo: Así reflexionaba Pablo: "Porque en un solo Espíritu también hemos sido bautizados todos nosotros para ser un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres" (1Cor 12,13; Gál 3,28, Ef 2,15). Es el principio que Pablo pone en la base de una serie de afirmaciones fundamentales sobre la unidad del Cuerpo Místico de Cristo. Por consiguiente, el hombre alcanza la salvación por su identificación con una comunidad salvífica, por su incorporación al "cuerpo de Cristo".

i) La vida nueva del cristiano: El creyente es un hombre en busca de "un conocimiento". "Pero en otro tiempo, cuando no conocíais a Dios, servíais a los que en realidad no son dioses. Mas, ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, que El os ha conocido, ¿cómo retornáis a esos elementos sin fuerza ni valor, a los cuales queréis volver a servir de nuevo?" (Gal 4, 8-9).

El Apóstol presenta ese conocimiento como el fin y el objeto de la renovación de todo bautizado, aquello a lo cual tiende. En otros términos, ese conocimiento es lo que da una orientación, un sentido a su vida de creyente. El cristiano es introducido en una novedad de vida a la que debe conformar su obrar, su conducta.

Es así que el evangelio de Pablo, su predicación, es la del Crucificado resucitado, que en su muerte y resurrección nos salva; la del Hijo de Dios constituido por la resurrección; la del Nuevo Adán, principio de la nueva humanidad; la de Cristo, Espíritu vivificante, ser fuente que se realiza comunicando nueva vida a la humanidad.

Pablo predica que por el bautismo participamos realmente de la muerte y resurrección de Cristo y nos hacemos beneficiarios de los frutos de la resurrección: un vencimiento definitivo del pecado y la muerte y una vida nueva de hijos del Padre para construir en comunidad el Reino de Dios.

LA ORGANIZACIÓN DE SUS COMUNIDADES

Las fuentes de que se dispone hacen imposible abrazar toda la realidad de la organización de las comunidades paulinas. No hay ningún escrito de estas comunidades que hable de este tema. Los Hechos no tratan el tema. Las cartas de san Pablo ofrecen sólo algunos datos esporádicos.

· En este orden, su fundador, Pablo, ocupa un puesto único, que tiene su última motivación en su inmediata llamada a ser apóstol de las Gentes. El es consciente de tener autoridad y plenos poderes para ello, tomando decisiones que vinculan a su comunidad; Pablo es para sus comunidades la máxima autoridad como maestro, como juez y legislador: es el vértice de un orden jerárquico.

En este orden jerárquico aparecen hombres dedicados a la asistencia de los pobres o a dirigir el culto; pero las comunidades paulinas eran ministeriales, estructuradas de la siguiente manera: Apóstoles, profetas, doctores, más adelante en las pastorales los que tienen estos cargos son llamados "ancianos, presbíteros", "episcopoi" (=que deben regir la Iglesia de Dios como pastores con su rebaño, Hch. 20, 17.28). En Filipenses se nombra también a los diáconos.

· Junto a los miembros de la jerarquía ministerial, se encuentran en las comunidades paulinas los carismáticos, cuya función es substancialmente diversa: sus dones especialmente son dados directamente por el Espíritu a cada persona. Los carismáticos intervienen en las reuniones  con  sus acciones de gracias llenas de fervor, infunden entusiasmo a los seguidores de la nueva fe. Esto trae algunos problemas: algunos llegan a sobrevalorar su propia fe, y Pablo tiene que intervenir (1 Cor.14).

· Las comunidades paulinas no se consideran independientes las unas de las otras; un cierto nexo se había construido ya con la persona de su fundador. Este les había inculcado el fuerte ligamen que les unía con la comunidad de Jerusalén. Pablo era consciente de que todos los bautizados de todas las iglesias constituyen el "único Israel de Dios" (Gal. 6, 16), que son miembros de un único cuerpo (1Cor. 12,27), la iglesia formada por judíos y gentiles (Ef. 2, 13.17).  

La vida religiosa en las comunidades paulinas.

La vida religiosa en las comunidades paulinas tiene su centro en la fe en el Señor glorificado, que confiere tanto a su culto como a su vida religiosa cotidiana la impronta decisiva. Esto correspondía a la predicación de Pablo. La predicación relativa a Cristo debe ser aceptada con real fe, de lo que depende la salvación. Esta fe en el Kyrios, incluye el convencimiento de que en él habita corporalmente la plenitud de la divinidad.

Los fieles se reunían en "el primer día de la semana" (Hch. 20,7): se abandona el sábado, se reúnen en sus casas privadas, se produce una separación cultual con el judaísmo. Se cantan himnos de alabanza y salmos, con los que se expresa la alabanza al Padre en el nombre del Señor Jesucristo (Ef. 5, 18).

Núcleo central del culto es la celebración eucarística, la cena del Señor: se une a una comida que debe reforzar la íntima cohesión de los fieles, pero en que infelizmente, en algunas ocasiones, se ostentaba la diferencia social entre los miembros de la comunidad. La fracción del pan  se presenta como la real participación del cuerpo y la sangre del Señor, sacrificio incomparablemente mayor que los del Antiguo Testamento; es prenda de la comunión definitiva con él, que se realizará en la segunda venida, que es ardientemente deseada como muestra la exclamación de la comunidad en el banquete eucarístico: Maranà-tha.

La asamblea comunitaria era también la sede en que se predicaba la salvación: los contenidos de esta predicación era una instrucción sobre lo que los apóstoles habían enseñado sobre el Crucificado y Resucitado, el deber de los fieles de alabar al Padre, y perseverar en la espera de la vuelta del Señor, ayudándose mutuamente con la caridad fraterna.

El contacto con el mundo pagano, exigía que las comunidades nacientes ejercitaran una ascesis y autodisciplina mayores aún que las del judaísmo de la diáspora. Que hubiera faltas dentro de las comunidades y la polémica por el ser apóstol de Pablo, lo revela el hecho de las continuas amonestaciones de Pablo en sus cartas.

A la muerte del apóstol, en el mundo helenístico había una red de comunidades cristianas cuya vitalidad aseguró la ulterior propagación de la fe cristiana.

A modo de síntesis

En la vida de Saulo irrumpió Cristo Resucitado revelándose y llamándolo a la misión de anunciarlo a los gentiles. Esta experiencia lo transforma radicalmente y lo hace un hombre nuevo porque graba vivencialmente en él lo que ha ocurrido a nivel universal por la resurrección de Jesucristo. Damasco fue una experiencia fundante, que lo convirtió en un ferviente comunicador de la Gracia Resucitante. Aquel fervor que habitaba en su corazón desde siempre, -cuando era un judío celoso del cumplimiento de la ley mosaica, cuando era un disciplinado discípulo observante de la Ley- se fue convirtiendo paulatinamente, en el seguidor de ese mesias tan esperado, que con la experiencia de Damasco, quedó definitivamente anonado su corazón y todo su espíritu se colmo de la certeza de que era el Cristo el "Nuevo Adán", que era el Cristo el portador concreto de ese "Espíritu vivificante", que lo redimiría todo de "Aquí en adelante".

Damasco fue el gran "Encuentro" donde ambas vertientes: la Ley y el Espíritu se dieron cita, para fusionarse sin más. El Dios de la historia y su Hijo Amado, mostraron en la persona de Pablo y en la de sus adeptos, que el Plan Divino florece en su andar creador de manera gradual; y que sin el Saulo del pasado, jamás hubiese existido el Pablo "Apóstol de los Gentiles". Porque Pablo, se formó en el amor a la Sabiduria. Y fue ese amor, quien lo "bautizó" desde sus cimientes y lo fue bañando con sus aguas espirituales. capaz de Sabiduria propia de Dios.

Pablo, el Apóstol de los gentiles, exclamaba con dramatismo: "Ay de mí si no predicara el Evangelio" (1Cor 9,16), porque no podía dejar de anunciar a Aquel que se le había revelado y le urgía desde dentro. Y movido por este impulso del Espíritu quería llegar con su evangelización "hasta los confines de la tierra".

Bibliografía

  • Barbaglio, Giuseppe, Pablo de Tarso y los orígenes cristianos, Sígueme, Salamanca, 1992.

  • Bornkamm, Günther, Pablo de Tarso, Sígueme, Salamanca, 41991.

  • Bover, José m., Teología de San Pablo, B.A.C., Madrid, 1952.

  • Eichholz, Georg, El Evangelio de Pablo. Esbozo de la teología paulina, Sígueme, Salamanca, 1977.

  • FITZMYER Joseph A. sj, Teología de san Pablo. En BROWN Raymond E. ss, FITZMYER Joseph A. sj, MURPHY Roland E. o.carm., Comentario Bíblico "San Jerónimo" Tomo V, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1972, 768-832.

  • Sobicaim, (sociedad bíblica latinoamericana),

  • Biblia del Pueblo de Dios,

  • Biblia de Jerusalén,

  • Biblia Latinoamericana,

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Autor:

Magalí Gutiérrez

[1] El estoicismo es uno de los movimientos filosóficos que, dentro del periodo helenístico, adquirió mayor importancia y difusión. Fundado por Zenón de Citio en el 301 a. C., adquirió gran difusión por todo el mundo greco-romano, gozando de especial popularidad entre las élites romanas. Su período de preeminencia va del siglo III a. C. hasta finales del siglo II d. C. Tras esto, dio signos de agotamiento que coincidieron con la descomposición social del Alto Imperio romano y el auge del cristianismo.

[2] El cinismo es un movimiento que se desarrolló en Grecia, durante los siglos III y IV a.C., y siguió en las grandes ciudades del Imperio Romano: Roma, Alejandría y Constantinopla hasta el siglo V. Uno de los orígenes del nombre está asociado a uno de sus fundadores, el primero fue Antístenes, que le puso este nombre por el lugar donde solía enseñar, que era un gimnasio llamado Cinosarges, lo que traducido, vendria a ser perro blanco o perro veloz. Después, por el comportamiento de Antístenes y Diógenes les apodaron kínicos, ya que sus comportamientos se asemejaban al de los perros. Aunque al principio esta escuela fue llamada “escuelas socráticas menores”. La actitud cínica fue iniciada en Occidente por Diógenes de Sinope en el siglo IV a.C. El cinismo no fue una escuela a pesar de este título. Una escuela filosófica era un establecimiento en el cual se impartía una doctrina o inspiración intelectual mantenida por un grupo de personas dirigidas por un superior. Antístenes fue uno de sus fundadores y las reuniones las realizaban en un gimnasio que frecuentaban. Ellos estaban en contra de la escuela, repudiaban las ciencias, las normas y las convenciones, en especial Antístenes.

[3] Diatriba (del griego clásico d?at??ß?, diatribé, «discurso hablado», «conferencia») es un escrito violento, a veces injurioso, dirigido contra personas o grupos sociales. Originalmente, en su acepción griega, es el nombre dado a un breve discurso ético, concretamente del tipo de los que componían los filósofos cínicos y estoicos. Estas lecturas morales populares tenían con frecuencia un tono polémico, y «diatriba» adquirió pronto el sentido moderno de «invectiva».

[4] El Sanedrín (???????) era, en el Antiguo Israel, una asamblea o consejo de sabios estructurado en 23 jueces en cada ciudad judía. A su vez, el Gran Sanedrín era la asamblea o corte suprema de 71 miembros del pueblo de Israel.

[5] Homo faber es una locución latina que significa "el hombre que hace o fabrica". Se usa principalmente en contraposición a Homo sapiens, la denominación biológica de la especie humana, locución también latina que significa "el hombre que sabe".

[6] Paideia (en griego pa?de?a, "educación" o "formación", a su vez de pa??, país, "niño") era, para los antiguos griegos, la base de educación que dotaba a los varones de un carácter verdaderamente humano. Como tal, no incluía habilidades manuales o erudición en temas específicos, que eran considerados mecánicos e indignos de un ciudadano; por el contrario, la paideia se centraba en los elementos de la formación que harían del individuo una persona apta para ejercer sus deberes cívicos. El primero en configurar la paideia como un humanismo cívico integral fue el orador y pedagogo griego Isócrates. Bajo el concepto de paideia se subsumen elementos de la gimnasia, la gramática, la retórica, la poesía, las matemáticas y la filosofía, que se suponía debían dotar al individuo de conocimiento y control sobre sí mismo y sobre sus expresiones

[7] Para los romanos, menos dados al ocio fecundo que los griegos, negotium significaba ‘ocupación, quehacer, trabajo’ y por eso formaron esta palabra, que es una contracción del adverbio nec ‘no’ y el sustantivo otium ‘ocio’, ‘descanso’, ‘recreación’. La palabra negocio está registrada por primera vez en español en las obras de Berceo, en el siglo XIII:

[8] Honestiores y Humiliores eran los nombres de las divisiones sociales fundamentales en la Antigüedad Tardía, tanto en el Bajo Imperio Romano (sobre todo en su parte occidental) como en los reinos germánicos, especialmente en el reino visigodo, donde estas condiciones definían la posición social de las personas libres que no ostentaban ningún cargo (véase Maiores visigodos). El origen de esta división social, que ignoraba la tradicional diferenciación entre patricios y plebeyos, y la dignidad esencial del hombre libre no sometido a la esclavitud, se produce posteriormente al siglo II. Los humiliores, a pesar de su condición de ciudadano romano, podían ser objeto de tortura, método de interrogatorio o pena antes limitada a los esclavos. Incluso los honestiores podían ser objeto de tortura si eran acusados o testigos en algunos casos, como los de traición.

[9] Diáspora (griego: d?asp??? [diasporá], 'dispersión' )? es la dispersión de grupos étnicos o religiosos que han abandonado su lugar de procedencia originaria y que se encuentran repartidos por el mundo, viviendo entre personas que no son de su condición. Usualmente se ha empleado el término para referirse al exilio judío fuera de la Tierra de Israel y la posterior dispersión de este pueblo en todo el mundo, extendiéndose su acepción hasta finales del siglo XIX. Cabe aclarar que la Tribu o casa de Judá está conformada también por la Tribu de Benjamín; las 10 tribus restantes son las que forman la casa de Israel, dividiéndose en dos casas: la casa de Judá, que en la actualidad se le conoce como pueblo judío; y la casa de Israel, comprendiendo las 10 tribus restantes, que son las que aún están dispersas y desterradas de entre las naciones y no lograron conservar sus raíces hebreas.

[10] Ágora (del griego ?????, asamblea, de ??e???, reunir) es un término por el que se designaba en la Antigua Grecia a la plaza pública de las ciudades-estado griegas (polis). Era un espacio abierto, centro del comercio (mercado), de la cultura y la política de la vida social de los griegos. Estaba normalmente rodeada por los edificios privados y públicos más importantes, como las stoas (pórticos columnados), pritaneos (oficinas administrativas), Bouleterión (edificio para las reuniones de la boulé) y balaneia (baños).

[11] El término kerigma proviene del griego ?????µa y significa proclamar como un emisario. Esta palabra se aplica a la proclamación de los cristianos que se inicia poco después de la muerte de Jesús de Nazaret, hacia el año 30. Según el libro de Hechos de los Apóstoles:

[12] Cosmología, del griego: ??sµ?????a (cosmologia, ??sµ?? (cosmos) orden + ????a (logia) discurso) es el estudio a gran escala de la estructura y la historia del Universo en su totalidad y, por extensión, del lugar de la humanidad en él.

[13] Soteriología: (Del griego S?te????, Soterios Salvación y ?????, Logos Tratado o discusión) Rama de la Teología y de la Religión, en especial de la cristiana, que estudia la Doctrina de Salvación, centrada en la persona y obra de Jesucristo y de cómo se hace posible la salvación espiritual en él.

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