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Comercio Internacional y Relaciones Comerciales Internacionales


Partes: 1, 2

  1. Conceptos básicos
  2. Evolución de la División Internacional del Trabajo (DIT) y su incidencia en las relaciones comerciales internacionales
  3. Comercio exterior: forma principal de inserción de las economías nacionales en el mercado mundial
  4. Mercado mundial
  5. Mercado mundial representativo
  6. Tendencias del comercio internacional
  7. Bibliografía

Conceptos básicos

Si entendemos el comercio internacional como el intercambio de bienes y servicios entre agentes de espacios económicos diferentes, o dicho de otra manera, como la sistematización de la actividad de comercio exterior, veremos que el fenómeno objeto de estudio es anterior a la formación de los propios Estados nacionales modernos, hecho que se atestigua con el incremento alcanzado por el comercio exterior genovés, veneciano, etc.[1] De hecho los intercambios entre los diferentes espacios económicos preceden al comercio doméstico, por ejemplo en Europa, cuando este último aún no existía socialmente (fuera de eventuales transacciones individuales y aisladas), el comercio entre feudos y/o ciudades-estados tenía ya un importante nivel de desarrollo. Así, el comercio nace primero en su dimensión internacional, con el intercambio de los excedentes (cada vez mayores, gracias al aumento de las fuerzas productivas) que generaban aquellas organizaciones.

También consideramos al comercio colonial, que jurídicamente hablando se realizaba al interior de un mismo Estado, constituye también una forma de comercio internacional desde el punto de vista de la economía: por ejemplo, el comercio entre España y sus virreinatos y capitanías generales en el continente americano. Es por estas razones que ciertos autores prefieren utilizar terminologías como comercio mundial, para evitar las implicaciones del concepto "nacional", que distorsiona, en cierta medida, el contenido de esa rama de la economía.

En el comercio internacional intervienen tanto agentes públicos como privados. Esto significa que no se refiere solo a los intercambios entre dos países como tales sino entre agentes de un país con agentes extranjeros; al tratarse, en la mayoría de los casos de empresas privadas o públicas que actúan en tanto empresas privadas, es decir, sujetas a las legislaciones nacionales y a las leyes del intercambio mercantil, tal como ellas se manifiestan en cada momento.

Como ocurre con las demás ramas de la economía, en el comercio internacional el fenómeno es anterior a la teoría. Esto significa que la materia que nos ocupa (la teoría del comercio internacional), no tiene por objeto el «producir» comercio exterior o lograr mejorar la comercialización de los productos nacionales (no se trata de técnicas comerciales), sino estudiar las leyes económicas que lo rigen, determinar sus consecuencias sobre el desarrollo económico y, de ahí, establecer las políticas para esta esfera de la actividad económica.

Evolución de la División Internacional del Trabajo (DIT) y su incidencia en las relaciones comerciales internacionales

Desde la antigüedad más remota han existido el intercambio y circulación de bienes entre distintos grupos humanos cuando se ha producido un excedente económico, fundamentalmente como consecuencia de la división del trabajo entre los mismos.

En las condiciones de la producción mercantil, cada una de las ramas de la producción industrial y agrícola se convierte en mercado la una para la otra. La diferenciación de la producción en ramas especializadas representa en sí un proceso de profundización y ampliación de la división social del trabajo. Cuanto más se desarrolla la producción mercantil, tanto más profunda se hace la división del trabajo y se aumenta cada vez más la esfera de intercambio de las mercancías, es decir, el mercado.

Cuando el proceso de diferenciación de la producción social sale de los marcos de ciertos países, entonces la división social del trabajo adquiere carácter de división internacional del trabajo, y sobre esta base surge el mercado mundial. En ello juega también un rol importante el comercio exterior de las naciones.

Para Marx, la división internacional del trabajo es: «…un elemento de las fuerzas productivas que, como todas las fuerzas productivas, se presenta en formas sociales determinadas, es decir, relaciones de producción, por las que serán decisivamente influenciadas».[2] Es decir, para Marx, a diferencia de los economistas clásicos que lo antecedieron y que subordinaban la división internacional del trabajo a las condiciones naturales, este fenómeno dependía, además, del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y el carácter de las relaciones de producción. De ahí la concepción de que mientras mayor sea el desarrollo de las fuerzas productivas, menor será la dependencia de un país respecto a las condiciones naturales para la determinación de su especialización y, por consiguiente, de su inserción a la economía mundial.

La división internacional del trabajo determinó la especialización de los países en la producción y exportación de diversos tipos de productos. Esta especialización, junto con la separación de los distintos países en tanto cada uno de estos constituía una determinada entidad político-económica del mundo, condicionó el surgimiento y posterior desarrollo del comercio internacional.

El desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas con el surgimiento y ulterior evolución del modo de producción capitalista, contribuyó a que se profundizara la división internacional del trabajo y la especialización internacional de la producción entre los países, lo que trajo como consecuencia un desarrollo del comercio internacional que quedaba expresado no sólo en el aumento de los volúmenes de mercancías intercambiadas y (o) en el valor de estas, sino también en el carácter cada vez más complejo de las relaciones comerciales externas.

Sin embargo, conviene destacar que esta relación entre comercio internacional y división internacional del trabajo no es en un solo sentido en tanto el primero ha incidido sustancialmente sobre la segunda. Los países no se comportan como agentes pasivos de la economía mundial, sino que tratan, a partir de modificaciones en su estructura productiva y en su comercio exterior, de mejorar su posición en la división internacional del trabajo, o lo que es lo mismo, mediante su participación más activa y favorable en el comercio internacional, buscan perfeccionar su inserción en la economía mundial.

En sus inicios, la división social del trabajo obtuvo notable desarrollo en el periodo manufacturero del capitalismo, y constituyó la base para el crecimiento del mercado interior, el cual en su devenir se transformó en mercado nacional único. Sin embargo, la producción manufacturera basada en el trabajo manual, con sus posibilidades limitadas para el desarrollo de la producción de mercancías, no estaba en condiciones de garantizar la ampliación de las relaciones económicas, tanto entre las regiones de un país, como entre los distintos países.

La influencia decisiva en la creación del mercado nacional único y posteriormente del mercado mundial, la ejerció la gran industria capitalista, que se diferenciaba de las formas anteriores de industria en que garantizó, tanto «la producción para un enorme mercado nacional e internacional, como el desarrollo de íntimas relaciones comerciales entre las diversas zonas de un país y entre distintos países».

Luego la gran industria mecánica (fruto de la Revolución Industrial en Inglaterra en el último tercio del siglo XVIII) desempeñó un rol decisivo en el desarrollo del mercado capitalista mundial y de la división internacional del trabajo.

El desarrollo de la gran producción sobre la base de la técnica mecánica, condicionó la especialización multilateral de la producción social en cada uno de los países por separado, y surgen infinidad de ramas industriales independientes que producen nuevos tipos de materias primas, instrumentos de trabajo, así como artículos de consumo personal. Tal especialización, amplió la división del trabajo entre las zonas de un mismo país y entre distintos países, lo que se reflejó en el desarrollo del comercio interior y exterior, respectivamente.

En efecto, la gran industria mecánica, al producir una enorme cantidad de mercancías para la venta, incluso superior a las capacidades del mercado nacional, se vio en la necesidad de buscar nuevos mercados fuera de las fronteras de los Estados. Es así que la exportación de la producción industrial al mercado mundial aumentó cada vez más y se tradujo en un incremento de las relaciones económicas entre los distintos países y en la incorporación de estos al comercio mundial.

El desarrollo de la producción masiva de mercancías sobre la base de la gran industria provocó, además, la demanda cada vez mayor de materias primas, lo que se tradujo en que la agricultura y la minería se transformaran entonces en fuentes importantes de suministros para la industria. De esta manera, desde su aparición, la gran industria mecanizada arrastra a la circulación mundial de mercancías a distintos países, no sólo como compradores de sus mercancías, sino también como suministradores de materias primas.

Aquí se puede constatar nuevamente la interrelación entre los fenómenos analizados, por cuanto si bien la división social del trabajo en su forma interestatal (división internacional del trabajo) al profundizarse, coadyuvó al desarrollo del comercio internacional, este último en su constante evolución, tiende a delinear el rol de un grupo de países como grandes productores de manufacturas y demandantes de materias primas, mientras a otros les asigna el rol de importadores de productos industriales y oferentes de recursos naturales para la industria.

No obstante, el propio desarrollo de las relaciones económicas internacionales ha puesto de manifiesto que la división internacional del trabajo ha estado sujeta a significativas modificaciones a través del tiempo.

A partir de 1917, el mundo quedó dividido en dos sistemas socioeconómicos, y después de la Segunda Guerra Mundial, con la incorporación al socialismo de un nutrido grupo de naciones, apareció el sistema mundial del socialismo. Las relaciones de producción socialistas con su nuevo carácter, le imprimieron características diferentes a la división internacional del trabajo, resultante de los vínculos establecidos entre los países que adoptaron este régimen social. En particular, esta nueva división del trabajo se proponía lograr el desarrollo multifacético de los países participantes en la misma, contribuir a la igualación de los niveles de desarrollo económico de las naciones y estructurar una especialización internacional de la producción beneficiosa para todos los países.

Por su parte, la división internacional capitalista del trabajo de la que hemos venido hablando, surgió a partir del desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción capitalistas.

En las condiciones de un bajo desarrollo de las fuerzas productivas un país, este se verá incorporado al sistema de la división internacional capitalista del trabajo en forma desventajosa y con un marcado grado de dependencia; si en cambio, el país en cuestión posee un elevado nivel de desarrollo de sus fuerzas productivas tendrá mayores oportunidades de insertarse ventajosamente en dicho sistema. Luego, la división internacional del trabajo supone la inserción desigual de los países en la economía mundial.

La división internacional capitalista del trabajo, en su permanente vinculación con el desarrollo del comercio internacional, reflejó el predominio de Inglaterra a mediados del siglo XIX como resultado de su hegemonía en la producción industrial mecanizada.

Sin embargo, la posición de Inglaterra comenzó a quebrantarse en la década del 70 del siglo XIX, mientras escalaban posiciones importantes los Estados Unidos, Alemania, Francia, y se hizo más notable la participación de Rusia en la producción industrial mundial. Se plantea que en 1870, sobre estos cinco países recaía el 82% de la producción industrial mundial.[3]

A finales del siglo XIX la producción se desarrolló en toda una serie de países nuevos, lo que condujo a que el peso específico de los Estados mencionados en ese indicador, se redujera al 78% en 1900.[4]

Después de la Primera Guerra Mundial, y sobre todo posterior a la Segunda Guerra Mundial, algunos países subdesarrollados comenzaron a mejorar su inserción internacional a partir del avance que experimentaron en determinadas producciones industriales.

Conviene mencionar que el patrón tecnológico y el sistema de comercio a él asociado, que tuvo vigencia desde finales de la Segunda Guerra Mundial hasta los años 70, estuvo centrado de modo predominante en las industrias metalmecánica. Dicho sistema presentó serios cuestionamientos a la validez de las teorías de comercio tradicionales basadas en los conceptos de especialización por ventajas comparativas a partir de la dotación de factores. Si bien durante ese periodo se profundizó el comercio intraindustrial con consecuencias distintas a las previstas por las teorías de comercio tradicionales, elementos tales como la dotación de factores y el acceso a determinadas materias primas siguieron teniendo alguna relevancia en el establecimiento de la competitividad de una nación. Sin embargo, el debate actual sobre la evolución del comercio internacional se centra principalmente en los elementos que definen la calidad de la especialización a nivel mundial.

Hoy día el mayor desafío consiste en mejorar la calidad de la especialización internacional a partir de una inserción comercial activa, dirigida a los renglones más dinámicos del comercio.

El logro de la competitividad en estos tiempos presupone la adopción selectiva y oportuna del patrón tecnológico emergente, en función de las tendencias de la demanda internacional. El nuevo paradigma técnico-productivo viene a consolidar la tendencia iniciada en el anterior, respecto a la progresiva disminución del peso de la dotación de recursos.

El éxito de los países cuya participación en el comercio mundial ha mejorado de manera ostensible se debe, en buena medida, a la capacidad tecnológica que les ha permitido: penetrar en los sectores en que la demanda es alta, sobre todo en los productos totalmente nuevos, que suelen tener un alto contenido de investigación y desarrollo; y(o) aplicar procesos tecnológicos avanzados para mejorar su posición competitiva (al aumentar las exportaciones de los sectores más tradicionales y que crecen con menos rapidez a expensas de sus competidores, o al reducir su dependencia respecto a las importaciones).

Es por ello que, pese a las limitaciones financieras provocadas por la recesión de principio de los 80, los países industrializados han incrementado sus esfuerzos en investigación y desarrollo tecnológico.

En la actualidad, el intercambio de productos con alto contenido tecnológico representa más de la cuarta parte del comercio mundial y continúa creciendo en desmedro de las materias primas y otras manufacturas de corte tradicional. Luego, se considera que un país es tanto más competitivo cuanto más elevada sea su posición en el mercado de estos productos, es decir, su especialización en ciertos bienes de alta tecnología es considerada como una prueba de dinamismo comercial.

En las últimas décadas se habla, incluso, de la conformación de una nueva división internacional del trabajo, en la cual los países industrializados más poderosos, se sitúan a la vanguardia del sistema productivo mundial al dedicarse, en lo fundamental, a las nuevas actividades generadas por progreso científico-técnico, es decir, se concentran en los llamados sectores de punta (electrónica, biotecnología, ingeniería genética, robótica informática, tecnología espacial, ciencias nucleares, telemática, etc.).

En este contexto los países subdesarrollados continúan en desventaja por cuanto su participación en la comercialización (en especial en la exportación) de artículos de alta tecnología es poco significativa en sentido general, e incluso, los que registran ciertos avances en estos intercambios no logran imprimirle la misma intensidad en investigación y desarrollo a sus productos, y ello a la larga les resta competitividad. Debe tomarse en cuenta, además, que si en los países industrializados el objetivo de la transformación productiva actual es el logro de la competitividad internacional, en la mayoría de las naciones subdesarrolladas esta va dirigida a la generación de superávit comerciales que les permita un flujo de divisas para servir la deuda, lo que no implica necesariamente la obtención de competitividad. De manera paralela se ha registrado un desplazamiento de algunas producciones industriales importantes a los países subdesarrollados, transferencia que se realiza, por lo general, bajo la modalidad de inversiones acompañadas de aporte tecnológico. Esto permite apreciar un desarrollo (a veces hasta notable) en esas naciones, de producciones de piezas y componentes indispensables en el proceso de manufactura final. Tales países, como los llamados de industrialización reciente (NIC's, siglas en inglés), poseen elevada mano de obra calificada para esas actividades de fabricación y, además, costos relativamente inferiores a los de países industrializados.

Estos últimos suelen transferir también hacia el mundo subdesarrollado, aquellas producciones con elevados índices de contaminación, que pueden tener un desfavorable impacto ambiental en sus territorios.

En consecuencia, son las naciones subdesarrolladas las que menos posibilidades poseen de aumentar su competitividad tecnológica, salvo algunos casos aislados en que unos pocos de estos países han logrado insertarse (bajo diversas variantes) de forma relativamente ventajosa en la órbita industrializada de los países más avanzados tecnológicamente.

En general, la concentración de la mayor parte de la producción industrial y del comercio mundial en un grupo reducido de países, representa en sí un fenómeno característico del modo de producción capitalista, que ha conservado su fuerza hasta nuestros días, y puede identificarse como un rasgo de la división internacional del trabajo.

Finalmente, una característica que suele atribuírsele a la división internacional del trabajo es que las economías nacionales de los países que participan en ella se desarrollan de forma desigual. Este hecho, si bien pudo ser constatado en épocas pasadas -cuando se observó un rápido desarrollo industrial en contraposición a un considerable retraso de la agricultura en esos países-, en nuestros días pierde su estricta significación con el notable auge de importantes rubros de la agricultura en las economías altamente industrializadas.

En verdad, en muchos casos el desarrollo de la agricultura en esas naciones está sustentado en la aplicación de subvenciones y otras medidas proteccionistas, que incluso llegan a proporcionarles una posición competitiva en el mercado mundial de esos productos. Tal es el caso de la CEE con su Política Agrícola Común, que le ha permitido a un grupo de países autoabastecerse en determinados renglones y revertir los excedentes fuera de sus fronteras.

Comercio exterior: forma principal de inserción de las economías nacionales en el mercado mundial

El desarrollo de la división social del trabajo posibilitó el intercambio de bienes entre distintos grupos humanos. Ahora bien, cuando este intercambio se realiza entre territorios y sujetos sometidos a distintas soberanías estatales, estamos en presencia propiamente de un fenómeno de comercio exterior.

Luego, podemos definir al «comercio exterior» como: la parte de la esfera de la circulación del proceso de reproducción de un país en que las mercancías cruzan sus fronteras. También se le denomina comercio exterior al intercambio de servicios productivos (transporte internacional de mercancías, etc.) e improductivos (tránsito de turistas extranjeros), o sea, la llamada exportación e importación de invisibles.

El comercio exterior es el sector especial de la economía nacional de cada país, que incluye el comercio de bienes y servicios -productivos e improductivos- con el exterior, compuesto por importaciones y exportaciones. Incluye el comercio de un país con otro, compuesto por las X y las M. Parte de la esfera de la circulación del proceso de reproducción de un país en que las mercancías cruzan sus fronteras y que también incluye el intercambio de servicios.

En esta definición hay algunos aspectos importantes a destacar:

  • es una actividad que forma parte de la economía nacional de un país y desempeña un determinado rol en el proceso de reproducción;

  • es, además, parte de la esfera de la circulación, en particular de la circulación internacional de bienes y servicios; y

  • es un sector sui géneris de la economía nacional de cada país, en el sentido de que el mismo, aunque no es productor directo ni de bienes ni de servicios, constituye un canal que posibilita a todos los países la obtención de los bienes y servicios que no existen ni se fabrican en su territorio nacional.

La importancia del comercio exterior está dada por las funciones más generales que cumple a nivel de la economía nacional de cada país en:

  • la realización de las mercancías y los servicios productivos;

  • el cambio en la composición material del producto disponible;

  • la mejor distribución de la Renta Nacional entre acumulación y consumo.

Conviene diferenciar al comercio exterior del término comercio internacional mientras que el primero se refiere a un determinado sector de la actividad económica de cada país, el segundo señala al comercio (circulación) de los bienes y servicios que se desarrolla entre los países a nivel de la economía mundial, o sea, el comercio entre naciones.

Es decir, la expresión «comercio internacional» designa y comprende el conjunto de movimientos comerciales y financieros que genera el mercado mundial, se trata entonces de un fenómeno universal en que participan las diversas economías internas o nacionales. Luego, el comercio internacional se compone de toda la red de intercambios a escala mundial formada por el conjunto del comercio exterior de todos los países.

El comercio internacional es uno de los tipos de REI, que consiste en la sistematización de la actividad de comercio exterior. Se refiere a la red de intercambios que genera el conjunto del comercio exterior de todos los países, entre agentes de espacios económicos diferentes, a la circulación internacional de bienes y servicios, a las relaciones que establecen los países entre sí, a nivel de la economía mundial. Es el intercambio de mercancías y servicios entre economías nacionales.

Asimismo, existe una estrecha interrelación entre todos estos fenómenos (comercio exterior, comercio internacional y mercado mundial) y el desarrollo del modo capitalista de producción.

Sin abstraerse del comercio exterior en el análisis de los diagramas de la reproducción y acumulación, Marx y Lenin pusieron en claro que la existencia del capitalismo es imposible sin el comercio exterior. De igual forma, el grado de desarrollo del mismo depende del nivel de desarrollo del capitalismo y de las condiciones históricas concretas del progreso de uno u otro país capitalista.

Con la ayuda del comercio exterior la industria capitalista recibe, a cambio de las mercancías realizadas en el mercado exterior, otras mercancías necesarias para el proceso ulterior de la reproducción. Al respecto Marx planteaba: «La producción capitalista en general no existe sin el comercio exterior».[5]

Lenin por su parte, estableció tres factores que determinaban la necesidad del comercio exterior para el capitalismo. Para Lenin, en las condiciones de una mayor escala en la producción mercantil y de una circulación de mercancías ampliamente desarrollada, que salió ya de los límites de algunos Estados, el capitalista aspira a realizar su producción no solamente en el mercado interior, sino también en los mercados exteriores, donde con frecuencia se reciben las ganancias más altas.

Asimismo, el desarrollo desigual de algunas ramas de la producción industrial y la aspiración de los países más desarrollados a realizar sus mercancías en los mercados exteriores encuentran su manifestación en el crecimiento del peso específico de la producción que se exporta y en la producción global de una u otra mercancía.

En uno u otro grado, casi todas las esferas de la producción están relacionadas directamente con el mercado mundial. Mientras algunos países exportan artículos industriales e importan materias primas, otros importan las mercancías manufacturadas y exportan las materias primas minerales y vegetales.

Por último, para Lenin, al modo capitalista de producción le son inherentes transformaciones constantes en los modos de producción y el ensanchamiento ilimitado de sus dimensiones, forzado por la creciente competencia en el mercado.

El capitalismo, al chocar con la restringida capacidad adquisitiva en el mercado interior, tiende a realizar sus mercancías en los mercados exteriores, donde es posible la obtención de ganancias superiores y se facilita la reproducción ampliada del sistema.

Mercado mundial

Los diversos estudios teóricos acerca del capitalismo como sistema mundial, revelan «que el capitalismo funciona como economía mundial y que a este nivel global operan -así como en las economías nacionales- las categorías, las leyes y las formas del movimiento del capitalismo, aunque lo hacen de forma diferenciada».[6]

La tendencia histórica del capital a su internacionalización condujo a que el sistema capitalista deviniera una estructura económica internacional, la cual globaliza los diferentes procesos de producción, distribución, cambio y consumo que ocurren a nivel de las economías nacionales, y crean de este modo estrechos y crecientes vínculos económicos entre ellos que toman expresión en el mercado mundial.

El sistema capitalista mundial está integrado por economías nacionales, pero el mercado mundial no se conformó históricamente por medio de la suma de los mercados internos de los diferentes países. La aparición, desarrollo y fortalecimiento del mercado mundial están de modo indisoluble ligados a la proyección universal del capital.

El mercado mundial es una categoría que expresa el espacio, en determinado momento histórico, donde se manifiestan las tendencias, leyes y contradicciones que rigen el movimiento de la economía mundial capitalista.[7] Es el lugar donde se efectúan las relaciones comerciales externas que se desarrollan entre los países que componen el sistema económico mundial.

El mercado mundial es la esfera de circulación de mercancías y servicios entre los países del mundo. Comprende el conjunto de mercados nacionales, unidos entre sí por vínculos comerciales, financieros, de cooperación, etc.

El mercado mundial es la forma superior y más compleja que pueden tomar los mercados –locales, nacionales, regionales-. Concentra la oferta y la demanda mundiales para todos los tipos de mercancías y servicios. En él se efectúan las relaciones comerciales externas que se desarrollan entre los países integrados en el sistema económico mundial. Constituye la esfera monetario-mercantil del sistema económico mundial, y comprende: (a) relaciones de dominación y sometimiento; (b) anarquía de la producción; (c) desarrollo desigual de los participantes; (d) problemática de los precios.

Existen diversos rasgos que caracterizan al mercado mundial y los principales pueden ser resumidos de la siguiente manera:

  • 1. las relaciones que se establecen en el mercado mundial entre los diferentes países participantes son relaciones de dominación y sometimiento de unos por otros;

  • 2. en el mercado mundial se expresan las contradicciones y características que posee la actividad productiva en el sistema;

  • 3. a este mercado le es inherente la desigual participación de los países, dados los diferentes grados de desarrollo de las fuerzas productivas, lo cual implica un complejo sistema de relaciones comerciales, de efectos adversos para los menos desarrollados.

El estudio del funcionamiento del mercado mundial no puede ser atemporal; se requiere de su ubicación histórica para comprender sus leyes y contradicciones. De ahí que deba ubicarse en un marco sociopolítico concreto.

En efecto, existen un conjunto de rasgos que diferencian al mercado mundial en condiciones del capitalismo de libre competencia del mercado mundial en la fase monopolista del capitalismo, en particular en el periodo de posguerra cuando florecen las empresas transnacionales.

En el capitalismo premonopolista, el mercado actuaba como el principal mecanismo de determinación de los precios, atendiendo a la correlación oferta-demanda en virtud de la acción de diversos factores concurrentes.

Los rasgos característicos del mercado mundial cambiaron con el desarrollo del capitalismo, al pasar este a su fase monopolista. El desarrollo de los monopolios, que en la posguerra asume la forma de empresas transnacionales, le imprime un rasgo distintivo a dicho mercado mundial.

Este tipo de empresas han ido evolucionando hacia formas operativas más complejas y hoy en día controlan la información, la tecnología, el financiamiento y la propaganda, lo que les permite imponer precios -precios monopolistas- que son el resultado de sus estrategias, así como de pugnas y acuerdos intermonopólicos.

Estas entidades constituyen el agente económico más dinámico que dominan la producción y el comercio a nivel de las economías nacionales y "de la economía mundial, en el sistema capitalista mundial. La vocación internacional del capital «se transforma en una elevada transnacionalización que tiende a integrar a la economía mundial en un circuito de interconexiones que tienen su centro en las empresas transnacionales".[8]

Por tanto, el comercio internacional en la actualidad se efectúa en un mercado controlado por las empresas transnacionales que posibilitan una posición dominante a los países capitalistas desarrollados en los sistemas internacionales de comercialización y distribución de los productos básicos, de las manufacturas y de los servicios.

Los países subdesarrollados tienen un insuficiente grado de participación en la comercialización y distribución de los diferentes bienes en el intercambio mundial. Además, su proceso de desarrollo económico depende, en gran medida, de su capacidad de exportación de los productos vulnerables, los productos básicos, factores que condicionan el progresivo desplazamiento comercial de este conjunto de países.

Otro fenómeno que ha repercutido en el periodo de posguerra y que ha causado importantes cambios en la estructura del mercado mundial, es el desarrollo científico-técnico, el cual ha generado un proceso de cambios tecnológicos sin precedentes, al cambiar profundamente la estructura mercantil del comercio internacional, en el sentido de una pérdida del peso de los productos básicos en el total de las transacciones internacionales, y provocado una reorganización en la inserción de los diferentes países en el sistema.

Mercado mundial representativo

Mercado mundial base o representativo es aquel en el que se realizan regularmente las transacciones de una mercancía y que, tanto por su volumen como por su importancia, influyen en el precio y en la comercialización del producto.

Requisitos:

  • Regularidad de las operaciones

  • Libre juego de oferta y demanda

  • Volumen considerable de las operaciones

Formación de precios internacionales

Precio del mercado mundial: Expresión monetaria del valor internacional de las mercancías, formados a partir de la influencia de la competencia en el mercado mundial.

Precio: La forma monetaria del valor de una mercancía es la forma precio.

En una economía capitalista cerrada, del tipo de la que supone Marx en El Capital, los precios de mercado se ajustan tendencialmente a los precios de producción formados, a su vez, a partir del tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de la mercancía, es decir, a partir de su valor. Se complementa con el mecanismo de mercado y la confrontación entre la oferta y la demanda.

A esta tendencia se contraponen una serie de contratendencias, derivadas de lo que los neoclásicos llaman «imperfecciones de la competencia», que de manera fundamental están determinadas por el grado de monopolización, la no transparencia de los mercados, el constante cambio tecnológico, las catástrofes naturales, los conflictos bélicos, los desequilibrios monetarios, y otros. De este modo -y esto no contradice en modo alguno la tendencia-, el precio de mercado no coincide, sino de forma ocasional, con el precio de producción. Sin embargo, a largo plazo no puede haber una discrepancia constante, hacia arriba o hacia abajo, sin que el precio de mercado se ajuste al precio de producción o viceversa, mediante cambios en las condiciones de producción o por medio de movimientos de factores desde (o hacia) la rama en cuestión.

Ahora bien, el mercado mundial presenta una serie de características que hacen que la ley del valor se manifieste de manera parcial o con peculiaridades propias. Concretamente, la competencia en el mercado mundial, cuando ella existe, es aún mucho más imperfecta que en los diferentes mercados internos; lo que aumenta la fuerza con que se manifiestan las tendencias que alejan los precios de mercado de lo que podría ser el precio de producción. Y decimos «podría ser» porque, en sentido estricto, no se puede hablar de precio de producción a nivel internacional.

En efecto, si la competencia de productos a escala mundial es imperfecta, la concurrencia de los factores es aún más problemática. Por un lado, los capitales se mueven con mayor dificultad a nivel planetario que dentro de los límites nacionales. Pero si la competencia entre los capitales se ve amortiguada, la fuerza de trabajo es suficientemente no competitiva a nivel internacional como para que los salarios, a trabajos iguales, presenten diferencias de varias decenas de veces de un país a otro. Este fenómeno tiene, como veremos, distintas implicaciones según el tipo de producto.

  • Productos no homogéneos: Específicos que impiden la competencia extranjera como los habanos, tecnologías de punta, etc. La competencia no se limita al elemento precio sino a características propias del bien o servicio. Los precios se forman nacionalmente y se enfrentan a la demanda mundial sumándole los costos de transferencia.

  • Productos industriales: Precio mundial se forma a partir de los precios internos de aquellos productores que resultan más eficientes a nivel internacional. Al ajustarse el precio mundial de acuerdo a la demanda y oferta mundiales los precios internos se ajustan tomando este como referente. No obstante, los productos industriales empiezan a comportarse como los productos no homogéneos al ganar en importancia factores tales como la diferenciación de productos, la imagen de marca, la imagen de nacionalidad, etc.

  • Productos primarios: Mayor homogeneidad que los productos industriales. Los precios mundiales se establecen como precios spot (precios mundiales para los productos básicos) para una calidad definida, a partir del cual se establecen los precios para el resto.

En lo que se refiere a los productos no homogéneos (o sea, aquellos que son lo bastante específicos como para que no exista competencia de otros productores extranjeros, como es el caso de los vinos franceses, los puros cubanos, los tapices persas, productos nuevos -tecnologías de punta- y bienes en que la competencia no se limita al elemento precio sino a las características propias de la mercancía), y durante el tiempo en que otros productores en otros países no desarrollen esa producción; entonces los precios se forman nacionalmente y se enfrentan a la demanda mundial al agregársele los costos de transferencia. Si ese precio es demasiado alto para vaciar completamente la oferta, entonces la producción disminuirá hasta que ello conduzca al equilibrio del mercado. Si, en cambio, la demanda es excesiva, los precios subirán y los productores obtendrán una renta por encima de la tasa general de ganancia, lo que hará que otros productores afluyan a esa rama; aumentará la oferta, bajará el precio mundial y este se ajustará al precio de producción nacional formado.[9]

Para las manufacturas más homogéneas que se producen en diversos lugares y por diferentes empresas, la situación es más cercana a lo que ocurre en el mercado interno. Cada productor está obligado a tener en cuenta los precios a los cuales sus competidores entran en el mercado. Aquellos cuyos costos estén por encima del precio mundial deberán abandonar la producción o conformarse con el mercado nacional o con un eventual mercado regional protegidos de la competencia internacional -sin contar con la posibilidad de subsidios que amorticen las diferencias entre sus costos y el precio mundial establecido por los competidores más baratos.

Por otra parte, la competencia entre capitales, establecida por medio de la competencia entre productos, lleva a los capitales a moverse de un país a otro con el objetivo de disminuir sus costos buscando mano de obra barata, menores costos de transporte, cercanía de los insumos o mejor acceso a los mercados de venta. De este modo, se desarrolla la internacionalización de la competencia y se establece un precio mundial que, aunque partió del precio nacional, termina determinando los precios internos. Esta es la dinámica de la mayoría de las manufacturas que, cuando no se comportan de este modo a nivel del artículo terminado, por lo menos sí siguen este esquema en cuanto a parte importante de sus componentes o insumos semiterminados. Como ejemplo baste ver la etiqueta de origen de la mayoría de los artículos de consumo corriente y se verá que no es raro encontrar que una radio japonesa tiene una proporción no despreciable de partes hechas en Corea, o que un zapato de marca italiana ha sido fabricado en Taiwán.

Sin embargo, el mecanismo descrito de formación de precios internacionales ha comenzado a ceder terreno a beneficio de un cambio en la competencia que tiende a acercar los productos industriales a la situación descrita para él caso de las mercancías tratadas más arriba. Nos referimos a cuestiones tales como la diferenciación de productos (televisores de pantalla plana), imagen de marca (Coca Cola), imagen de nacionalidad (relojes suizos), etc. De este modo el elemento precio deja de ser el determinante en la competencia y se transforma en un dato más en el momento de llegar al mercado.

Finalmente, tenemos el caso de los productos primarios, que presentan una homogeneidad mucho mayor que los productos industriales. Aun cuando esa homogeneidad no existe, como es el caso de diferentes calidades de petróleo crudo, de café o de otros productos, los precios mundiales se establecen como precios spot para una calidad definida, a partir de la cual los precios de las mercancías específicas son premiados o castigados según su mayor o menor calidad (o mayor o menor demanda) en relación con el producto de referencia. Veremos, pues, cuáles son las condiciones en que se fijan dichos precios spot, considerados como precios mundiales de los productos básicos.

La especificidad fundamental de la formación de dichos precios son las condiciones en las que la competencia se desarrolla. Concretamente, se trata de mercados bursátiles que actúan como representativos, y orientan los precios de las transacciones, incluso si ellas son pactadas fuera de las respectivas bolsas.

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