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Reflexiones sobre la dirección y gestión de las instituciones educativas (página 2)


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¿Administrar, gestionar o ambas cosas?

A pesar de que en las concepciones de algunos especialistas se diferencian teóricamente los conceptos de gestión y administración, resulta todavía bastante frecuente encontrar denominaciones que los establecen como sinónimos, en otros casos los interrelacionan confusamente y algunos autores los utilizan con un sentido de complemento. Entre estas concepciones podemos apreciar, como ejemplo, la de Rafael de Heredia, quien desde un enfoque de carácter semántico de los vocablos administración y gestión, según las definiciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, explica que administración es la acción y efecto de administrar, y que por otra parte administrar es gobernar y este último concepto es mandar mediante el ejercicio de la autoridad. Al referirse al término gestión, asume que es un concepto mas avanzado que el de administración, consignando que es la acción y efecto de gestionar o la acción y efecto de administrar. El propio diccionario define gestor como el que gestiona o como el miembro de una Sociedad Mercantil que participa en su administración. En fin, en nuestra opinión, un enfoque puramente semántico no nos permite establecer con toda claridad la esencia de sus probables diferencias objetivas.

En la literatura especializada actual, algunas veces el vocablo gestión se utiliza para definir la actividad directiva más vinculada con su accionar operativo, pero en otros casos se vincula con la prospectiva y hay hasta quienes establecen diferencias entre lo que llaman administración tradicional y administración avanzada, definiendo esta última con un cierto status operacional similar a lo que algunos otros definen como gestión.

Es así que al margen de toda polémica, aceptamos que al menos ambos conceptos están vinculados de alguna manera con la posibilidad y capacidad de gobernar, de tener autoridad para mandar y hacerse obedecer en relación con el manejo, la obtención y el empleo o gasto de determinados recursos que pueden ser humanos, materiales y financieros, para alcanzar determinados objetivos, sobre criterios de eficiencia y eficacia y desde una visión prospectiva.

El concepto de administrar, como fue originalmente formulado desde su surgimiento, expresado en las teorías de los clásicos y de sus seguidores, parte de la asignación de determinados recursos para ser empleados en procesos o actividades específicas que implican la existencia de mecanismos de planificación, organización y control que garanticen su utilización estrictamente y de acuerdo con las intenciones y presupuestos por y para los que fueron asignados, así y aunque esto pueda entenderse como premisas de eficiencia y eficacia, podemos aceptar que la definición clásica del concepto de administración no resulta suficiente para reflejar especialmente la eficacia como condición imprescindible para las actuales condiciones y exigencias institucionales y sociales. Por tales razones, como una necesidad contemporánea y sin dejar de tomar en consideración la existencia de puntos de vista que las diferencian, surgen, entre otras, concepciones más completas y adecuadas a las condiciones actuales, tales como las de administración avanzada y gestión.

Entre estas concepciones emergentes y más actuales, desde un punto de vista técnico-organizativo, se aprecia como elemento invariante el sentido de optimización de recursos de una institución para cumplir sus objetivos, financieros o no, auxiliándose de determinadas herramientas, técnicas y métodos apropiados. También se resalta un sentido de integración de esfuerzos y acciones, que si bien no es absolutamente nuevo, aceptamos que se sistematiza y potencia con respecto a los conceptos clásicos de la administración. Desde un enfoque de los aspectos técnico-organizativos, apreciamos que no existen entonces contradicciones antagónicas esenciales entre los conceptos de gestión o lo que hoy se denomina administración avanzada.

Los intentos de establecer determinadas diferencias entre administrar, gestionar y dirigir, se perciben hoy, al menos en las intenciones de algunos autores, en unas ciertas tendencias que hemos tratado de resumir, aún asumiendo el riesgo de no ser totalmente coherentes. Entonces, parece que el concepto de gestión tiende más a definir la acción y efecto de integración de los procesos de una organización, el de administración como el proceso de diseñar y mantener un entorno para el funcionamiento de los grupos o colectivos encaminado a alcanzar los objetivos organizacionales, y el de dirección como la influencia consciente sobre los individuos para contribuir al cumplimiento de las metas organizacionales y grupales, referido principalmente al aspecto de las relaciones interpersonales.

De acuerdo con las apreciaciones anteriores, a la pregunta: ¿Administrar, o gestionar? Tendríamos que responder: ambas cosas, porque independientemente de los alcances, esencia y fundamentos considerados en cada definición, cualquier actividad de un administrador o gestor, de acuerdo con la definición que dimos anteriormente, es una actividad de dirección. Entonces, al margen de cualquier polémica, haremos algunas consideraciones básicas y esenciales desde la Teoría General de la Dirección, que son validas también para la actividad de Gestión de los procesos formativos de la Educación.

Cualquier sistema de gestión o dirección será siempre parte integrante de un sistema mayor y más complejo, el que condicionará sus características específicas. Ello expresa concretamente que en el caso de las instituciones educativas, la gestión estará en función de la filosofía, objetivos, valores y principios que rigen en el sistema educacional de una sociedad determinada, y debe encaminarse a la satisfacción de un Encargo Social, contribuyendo a enaltecer la naturaleza humana.

Se ha debatido acerca de si la dirección es ciencia o arte, consideramos que es ambas cosas, es ciencia porque requiere de un conjunto de conocimientos sistemática y lógicamente ordenados así como de métodos y procedimientos específicos, que a partir de hechos conocidos, permiten alcanzar nuevas verdades e interpretarlas de un modo más acertado. Es también arte porque tales conocimientos y métodos no se aplican dogmáticamente, sino que requieren un análisis caracterizado por múltiples procesos de reflexión, intuición, motivación y sensibilidad ante las realidades. Desde este punto de vista ciencia y arte no son excluyentes, sino que conforman una unidad dialéctica.

Al respecto de si la Dirección es ciencia constituida o en proceso de constitución, al margen cualquier polémica en este sentido, reconocemos al menos la existencia de un sistema teórico de conocimientos inherentes a la dirección científica, que con un carácter universal se desarrolló especialmente durante el Siglo XX y constituye la base más general de su funcionamiento y aplicación práctica. A tenor de la definición expresada con anterioridad, esta se basa en las leyes, principios y métodos del objeto sobre el cual se influye, en consecuencia, la dirección de los procesos educativos se fundamenta en las leyes, principios y métodos de las ciencias que estudian tales procesos.

En la actualidad el carácter científico de la dirección se refuerza cada día más con su vinculación estrecha con otras ciencias y disciplinas científicas que contribuyen de manera especial a su desarrollo y entre las cuales se pueden mencionar la Cibernética, la Matemática, la Estadística, la Psicología, la Sociología y el Derecho. En el caso específico de la Educación se connotan con un cierto carácter significativo las tecnologías de la información y las comunicaciones, que hoy favorecen los procesos formativos abiertos y no presenciales, potenciando el aprendizaje en redes de comunicación, con un carácter colectivo y colaborativo.

En una concepción muy general, la educación puede ser definida como un tipo de actividad social, en la que la sociedad ejerce sus influencias sobre los individuos, encaminadas a garantizar su preparación para la vida, o lo que es lo mismo, prepararlos para transformar y perfeccionar la realidad en que viven. Así analizada, la educación puede ser concebida como un proceso de dirección o gestión social de carácter educativo. Este proceso asume una característica interactiva que se expresa con carácter de ley objetiva en la relación educación-sociedad. Veamos las siguientes reflexiones de Paulo Freire : "Mi punto de partida es el siguiente: solamente los seres que históricamente se tornaron capaces de aprender y de saber, fueron capaces al mismo tiempo, de intervenir en una realidad que los condiciona." "La educación, en esa perspectiva, asume un papel de importancia fundamental. Es que la educación viabiliza la intervención. Por eso digo: la educación sola no hace. Pero puede lograr algunas cosas importantes, entre ellas permite abrir caminos e intervenir en el mundo".

Considerando la educación desde un enfoque más concreto, podríamos decir que es la actividad que se lleva a cabo entre los educadores y sus educandos, mediante la cual los primeros influyen en la formación del pensamiento y los sentimientos de los segundos. Hoy, esa influencia es considerada más como de orientación y guía en función del liderazgo del educador para propiciar un aprendizaje significativo en los educandos, que como una relación impositiva de saberes establecidos. Desde estos enfoques, la actividad que realiza un docente frente a sus educandos es un proceso de dirección consciente dirigido a la formación integral de las personas que en el participan.

Desde un enfoque de dirección, en las instituciones educativas se integran, para el cumplimiento de sus objetivos, un conjunto de procesos, que interactúan como subsistemas con un carácter holístico, conformando así su sistema de gestión o dirección general; estos procesos son los siguientes:

  1. proceso de formación.
  2. proceso de investigación.
  3. proceso de extensión a la comunidad
  4. proceso de gestión de los recursos humanos, materiales y financieros

Desde otro enfoque, en la gestión o dirección de una escuela de cualquier tipo o nivel de enseñanza, al menos teóricamente, se pueden distinguir dos dimensiones principales, cuyas diferencias y características particulares se acentúan en tanto que la institución educativa constituya un sistema organizativo mayor y más complejo. Estas dimensiones son: a)- el trabajo de dirección de los directivos institucionales y b)- el trabajo de dirección docente y educativo de los maestros o profesores.

Atendiendo a lo planteado, la primera de estas dimensiones expresa la influencia de los órganos directivos representados por el Director, Rector, Subdirectores, órganos colegiados, etc. y se encarga de dirigir o gestionar los proyectos educativos en sus aspectos más generales, los aseguramientos necesarios de carácter material, financiero y de recursos humanos, así como su utilización racional para el desarrollo eficiente del proceso educativo en general; constituye el nivel más alto en la escala jerárquica de dirección de una institución educativa y su representación oficial, en consecuencia puede, en dependencia de su autonomía relativa, tomar decisiones sobre los planes y programas de estudio, matrículas y otros aspectos del proceso docente así como ejecutar en lo fundamental las acciones de relaciones públicas que vinculan a la institución con la sociedad. Esta dimensión se refiere, en síntesis, al trabajo de gestión o dirección general de la institución que incluye también los procesos más estratégicos y generales de su gestión o dirección docente.

La otra dimensión expresa la influencia, esencialmente educativa y de formación, que como dirigentes del proceso y en su relación directa con los estudiantes, ejercen los maestros y profesores en la formación de los educandos. Se refiere a la dirección del proceso de enseñanza aprendizaje en si mismo, a la razón de ser de la institución educativa, a los sujetos y elementos principales que caracterizan en esencia su misión social. Es esta una dimensión que puede y tiene que ser perfeccionada constantemente, sin "cibernetizar" el proceso formativo, pero comprendiendo cada día mejor el papel dirigente del maestro o profesor a la luz de las tendencias contemporáneas de las Ciencias de la Educación, y también de los enfoques de avanzada de la dirección y gestión científicas aplicados a los procesos educativos de enseñanza y aprendizaje.

Ambas dimensiones en la práctica han de fundirse como un todo para lograr los objetivos más generales de la institución educativa. Es cierto que si bien en instituciones de medianas o grandes proporciones, con matrículas relativamente elevadas, estas se pueden apreciar más claramente; en las pequeñas instituciones, sobre todo en las escuelas rurales, cuyas estructuras organizativas son muy simples y el director es también y principalmente maestro, estas dimensiones casi no se distinguen, integrándose en el conjunto de funciones que un maestro o un grupo muy reducido de ellos realiza cotidianamente.

Como tendencia, se aprecia hoy en los países latinoamericanos -y los llamados periféricos en general-, que las instituciones educativas no satisfacen plenamente las exigencias del desarrollo social. El desarrollo vertiginoso de la ciencia y la tecnología que caracteriza a estos tiempos, hace que nuestros sistemas educativos, aún los más actualizados, marchen constantemente a la zaga de los nuevos conocimientos y tecnologías de carácter universal. Así, el perfeccionamiento de los sistemas de gestión educativa sobre la base de una búsqueda constante de nuevas vías, formas y métodos con un sentido de educación continua, permanente y durante toda la vida, constituye la exigencia más importante que la sociedad plantea hoy a las instituciones educativas.

En la actualidad, la gestión de las instituciones educativas, tanto desde las posiciones de un director como de un maestro o profesor, no puede limitarse a garantizar el cumplimiento de los planes y programas de estudio y las indicaciones emanadas de sus órganos superiores; se ocupará esencialmente en proyectar y llevar a vías de hecho el desarrollo integral de la institución, para cumplir con eficiencia y eficacia su función social mediante el perfeccionamiento de sus relaciones internas y con el medio exterior, para convertirla en un relevante centro cultural de su entorno comunitario, que permita, con un concepto de integralidad, la formación de las nuevas generaciones de ciudadanos, capaces de interactuar y transformar la realidad circundante, con una concepción de universalidad de los saberes, pero con base en los fundamentos de la cultura nacional y un sentido de desarrollo autóctono al interior de sus entornos territoriales y regionales más concretos.

A modo de conclusiones:

El cambio en las instituciones educativas, principalmente en los procesos formativos que en ellas tienen lugar, no se logra de manera espontánea, tiene que ser dirigido y gestionado conscientemente y para ello lo principal que se debe lograr en la educación no es solo modernizar sus equipamientos y tecnologías, es también y principalmente, cambiar las tradicionales y obsoletas concepciones y aplicar nuevos estilos de gestión y dirección con una concepción científica y sistémica, a la luz de las tendencias contemporáneas de las Ciencias de la Educación y la Gestión o Dirección Científica.

Asumimos que la formación del hombre, tanto de su pensamiento como de sus sentimientos, para que sea eficiente no puede tener un carácter espontáneo, se hace necesario que se desarrolle sobre bases científicas y con un carácter sistémico. En las instituciones educativas la necesidad de potenciar el papel de la dirección y la gestión se revela cada día más como una condición imprescindible para enfrentar los problemas de nuestra época y alcanzar los objetivos de la educación, propiciando altos niveles de eficiencia y eficacia mediante la excelencia académica, todo lo cual condiciona su importancia en la realidad actual.

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Datos del autor:

José Manuel Ruiz Calleja

País y ciudad de nacimiento: Cuba, ciudad de Pinar del Río.

Dirección postal: Calle Volcán No. 18. Ciudad Pinar del Río, CP 20100. Prov. De Pinar del Río, Cuba

Institución: Universidad de Pinar del Río "Hermanos Saiz Montes de Oca"

Cargo: Profesor e Investigador del Centro de Estudios de Ciencias de la Educación.

Síntesis del currículo vitae:

Doctor en Ciencias Pedagógicas. Master en Educación Superior. Especialización en Enfoques y Métodos para la Superación y Calificación de Directivos. Licenciado en Economía. Profesor Titular e Investigador del Centro de Estudios de Ciencias de la Educación de la Universidad de Pinar del Río, Cuba. Experiencia y actuación profesional: Universidad de Pinar del Río, Cuba, desde 1976 hasta la fecha actual. Ha trabajado como profesor visitante en: Universidad de Colima, Colima, México, 2004 al 2006. Universidad Mayor de San Andrés, la Paz, Bolivia, 2003; Universidad Federal de Río Grande del Sur, Brasil, 2000 al 2002; Universidad del Estado de Mato Grosso, Brasil, 2000 al 2002; Corporación Universitaria Santa Rosa del Cabal, Colombia, año 1998; Universidad Antonio Nariño, Sede Cartago, Colombia, 1997; Universidad Agostinho Neto, Angola, 1987 al 1988. Investigaciones en los últimos años: Gestión de los procesos universitarios, Estudio de los fundamentos teóricos y la práctica del posgrado, Fundamentos pedagógicos del diseño curricular de la educación de posgrado, Fundamentos teórico pedagógicos de la enseñanza de Postgrado y del diseño curricular de las maestrías, Estudios sobre la estructura y la organización del trabajo de Dirección en la Universidad de Pinar del Río. Posee una amplia producción bibliográfica de artículos y tres libros publicados. Participación en eventos científicos de carácter nacional e internacional.

 

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