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San Martín y Bolívar en Guayaquil

Enviado por Jorge


Partes: 1, 2

    INTRODUCCIÓN

    Durante mucho tiempo hablar de la entrevista de Guayaquil era referirse a un tema rodeado de mucho misterio y del cual había dos posiciones totalmente contrapuestas: la de los bolivarianos y la de los sanmartinianos. No sólo eran los historiadores argentinos enfrentados a los historiadores venezolanos, colombianos y ecuatorianos, sino que los historiadores de otras nacionalidades se dejaban ganar por sus simpatías hacia uno u otro personaje y de ello derivaba una posición totalmente tendenciosa sobre lo que ocurrió en Guayaquil.

    Realmente ya se tiene, y desde ya hace varias décadas atrás, una visión objetiva y equilibrada sobre la entrevista de Guayaquil, toda vez que se cuenta con gran cantidad de fuentes primarias que permiten un acercamiento a lo que en ella ocurrió y lo que ella significó.

    Pretendemos hacer de conocimiento para un público no especializado hechos que son ampliamente conocidos por los especialistas desde hace ya muchos años atrás. Sin embargo, vemos todavía que, por desconocimiento de las fuentes básicas y de los trabajos de historiadores serios, se repiten errores ya superados y se pretende seguir rodeando de misterio lo que realmente es totalmente diáfano.

    La bibliografía es amplísima y es por ello que hemos preferido las notas bibliográficas después de cada tema.

    PARTE PRIMERA

    GUAYAQUIL FRENTE A LAS EXPEDICIONES LIBERTADORAS Y A PERÚ Y COLOMBIA

    1. GUAYAQUIL PROCLAMA SU INDEPENDENCIA

    Los últimos días del mes de setiembre de 1820 llegaban a Guayaquil, procedentes de Lima, tres oficiales del batallón Numancia. Autores como Camilo Destruge, por ejemplo, afirman que los mencionados oficiales habían sido dados de baja del ejército realista por una supuesta relación con la causa separatista. Pero, como lo precisa Germán Leguía, en realidad de los tres oficiales, dos de ellos, los capitanes Miguel Letamendi y Luis Urdaneta, habían pedido voluntariamente su baja. Sin embargo, es preciso aclarar que como el virrey Pezuela sentía desconfianza con relación a la fidelidad de gran parte de los integrantes del batallón Numancia, sagazmente, frente a la solicitud de baja presentadas por los mencionados capitanes, "se apresuró a conceder a los solicitantes para no dejarles espacio ni posibilidad de un arrepentimiento". Letamendi era natural de Panamá y Urdaneta lo era de Coro, Venezuela. En cuanto al tercer oficial del Numancia que pasó a Guayaquil, León Febres Cordero, lo hizo realmente escapando de las autoridades limeñas que lo buscaban por sus relaciones con los patriotas. Queda perfectamente claro que las simpatías de estos oficiales estaban a favor del grupo separatista.

    Llegaban a Guayaquil estos ex – oficiales del Numancia en los precisos momentos que en esta provincia se llevaban a cabo planes para rebelarse contra el dominio español y proclamar su independencia. El grupo separatista guayaquileño se puso en contacto con los mencionados oficiales y lograron comprometerlos en sus planes. Entre los principales personajes de este grupo destacaban José María Villamil, Juan Francisco Elizalde, José Joaquín Olmedo, José de Antepara, Rafael Ximena, Luis Fernando Vivero, Juan Illingworth, Francisco de Paula Lavayén, Francisco Ramón Roca, Francisco Marcos y Gregorio Escobedo. El último de los nombrados era natural de Arequipa y jugó un papel muy importante aunque también su actuación dejó mucho que desear, como tendremos oportunidad de analizar, aunque someramente.

    El 1 de octubre, reunidos en casa de José de Villamil, los revolucionarios acordaron proclamar la independencia de Guayaquil. El día 9 del citado mes, estalló el movimiento y aquel mismo día fue proclamada la independencia. Laureano Villanueva en su clásica "Vida de don Antonio José de Sucre", Gran Mariscal de Ayacucho", refiere sintéticamente estos acontecimientos: "En la noche del 9 de octubre de 1820 subleváronse las tropas de esta ciudad y proclamaron la independencia de la provincia. Prendieron al gobernador Vivero y a su segundo, don José Elizalde, al Jefe de Artillería, don Miguel Torres, a los empleados principales y a muchos españoles notoriamente conocidos como enemigos de la causa americana". (1)

    De inmediato fue constituida una Junta de Guerra, presidida por el capitán Urdaneta y una Junta de Gobierno presidida por J. J. Olmedo. El teniente coronel Gregorio Escobedo, que era segundo jefe del batallón Granaderos de la Guardia, fue nombrado Jefe Militar. Al respecto debemos señalar que Leguía y Martínez documentalmente demuestra como los historiadores ecuatorianos, llevados por su antiperuanismo, han tratado y tratan de minimizar el papel de Escobedo en el proceso separatista de Guayaquil. Sin embargo, es el propio historiador peruano mencionado quien reconoce que Escobedo era un joven falto de todo tino, "indigno de la gratitud pública y de la elevación a que lo condujera las circunstancias". (2) A pesar de sus veleidades, lo innegable es que, como bien señala Félix Denegri Luna, "el impetuoso Escobedo encabezaría el partido peruanista en Guayaquil" (3)

    Constituido el Duunvirato con Olmedo como Jefe Político Provisional y G. Escobedo como Jefe Militar, pronto se produjo una crisis política al renunciar Olmedo a consecuencia de las veleidades de Escobedo. Esta renuncia la hizo Olmedo ante el Ayuntamiento el 14 de octubre y, en vista de ello, dicho organismo formó una Junta de Gobierno presidida por el tal Gregorio Escobedo, acompañado de Rafael Ximena y José Vicente Espantoso. Como Escobedo actuase en la forma más inmoral y tiránica, fue tomado preso y expulsado al Perú. En vista de estos sucesos se formó una segunda junta de gobierno, esta vez presidida por J.J. Olmedo e integrada también por Ximena y Francisco Toca como vocales.

    La junta guayaquileña deseando asegurar su posición, acordó solicitar la ayuda de las expediciones libertadoras del sur y del norte. Para este efecto, el día 11 de octubre fueron enviados comisionados hacia Perú y Colombia. Con destino al Perú se embarcaron, a bordo de la goleta Alcance, José de Villamil y Miguel de Letamendi. Rumbo al puerto de Cascajal (Buenaventura) se dirigió Francisco de Paula de Lavayén, para entrar en contacto con la expedición capitaneada por Bolívar.

    Esta actitud de la junta guayaquileña, de buscar la colaboración de ambas expediciones libertadoras, tenía como fin primordial asegurar la independencia lograda y de ninguna manera implicaba que buscase anexarse a uno u otro Estado, pues al constituirse habían acordado mantenerse en forma expectante sobre una decisión de anexión hasta que Perú y Colombia hubiesen logrado su total independencia e incluso se puede afirmar que manifestaban un cierto espíritu autonomista. Puede apreciarse lo que decimos leyendo la misiva que la Junta Guayaquileña dirigiera a Santander el 17 de marzo de 1821:

    "El tirano de Quito hace inútiles esfuerzos para prolongar algunos días más su bárbara dominación como nos ha impuesto el coronel Morales encargado de fijar las líneas divisorias de los ejércitos durante dicho armisticio, verificado lo cual ha pasado a esta ciudad donde se halla.

    En la copia oficial del tratado que ajustado en Quito y pasó a este gobierno el señor Morales, reclamó por el artículo 4° con arreglo a las instrucciones que tenía del Libertador, que cualquiera hostilidad contra esta provincia, ya sea de Quito o de Lima, será mirada por la República como una infracción. Esta decidida protección es la precursora de la felicidad con que ya contamos; pero el Presidente de Quito añadió a dicho artículo que no estaba facultado respecto a Guayaquil, que correspondía al Perú y que sabía se había sometido al ejército del General San Martín, idea rara y muy distante de la verdad, porque cuando esta provincia reunió sus representantes y formó una ley fundamental provisoria, se declaró independiente mientras resolvía agregarse a otra asociación mayor de las que se formaban en la América Meridional, por lo que el Gobierno que es fiel ejecutor de la ley que le dio el pueblo, se ha cuidado y cuidará mucho de infringir este derecho que se reservó la provincia; pero esta actitud es muy ventajosa a la libertad, porque al mismo tiempo que le proporciona los auxilios de todas partes la hace concurrir con todos los defensores de ella, y proporciona el día de combinarse con las armas de la Gran República para promover la libertad de las provincias limítrofes sin comprometer la fe del armisticio". (4)

    Hemos resaltado lo referente al reconocimiento realista de Guayaquil como parte del virreinato del Perú porque sobre ello volveremos más adelante.

    Villamil y Letamendi se entrevistaron con San Martín el 4 de noviembre. El libertador sureño acordó enviar hacia Guayaquil, en calidad de comisionados, a Tomás Guido y a Toribio Luzuriaga. Además con ellos envió ciento cincuenta carabinas. Llegaron a Guayaquil el 20 del citado mes de noviembre y pusiéronse de inmediato en contacto con los integrantes de la junta de gobierno.

    Al día siguiente, 21 de noviembre, Guido se puso en contacto con los miembros de la junta guayaquileña, primero en forma directa a través de una conferencia o reunión, en la mañana del citado día. Por la tarde envió a la junta un oficio alentando a sus integrantes a decidir la situación política de la provincia, haciéndoles ver los inconvenientes que causarían su constitución como Estado independiente y autónomo. La junta guayaquileña, siempre celosa de su autonomía adoptó una posición mediadora. Con fecha 26 de diciembre, la junta de guerra, integrada por Juan de Dios Araujo, Hermenegildo Campusano, José González y Nicolás López, decidió nombrar como jefe militar de Guayaquil a Toribio Luzuriaga y resolvió, asimismo, que para el aspecto militar Guayaquil se entendería exclusivamente con San Martín, "entendiéndose esta obediencia hasta que, libre de enemigos la América Meridional, se asocie los Estados de Colombia o del Perú la Provincia de Guayaquil"(5) Con fecha 30 de diciembre se suscribió un convenio entre la junta de gobierno y Guido, por el cual la junta mantenía la independencia de Guayaquil hasta que se lograse la total independencia de la América del Sur, (artículo 1°) aunque se declaraba bajo la protección del libertador San Martín (artículo 2°), al cual se le reconocía como General en Jefe de las tropas de línea de mar y tierra de Guayaquil, todas las cuales se consideraban como División del Ejército del Perú (artículos 3° y 4°) (6)

    Guido y Luzuriaga permanecieron en Guayaquil por espacio de tan sólo dos meses pues el 5 de enero de 1821 dejaban dicha ciudad. Al respecto, el historiador peruano Rubén Vargas Ugarte señala que si bien es cierto que estos emisarios fueron con la misión de ver si era factible que las autoridades guayaquileñas se decidiesen por su anexión al Perú, sin embargo esto debería ser respetando el sentir y la voluntad del pueblo guayaquileño y de ninguna manera recurriéndose a la fuerza.

    Sobre la base de los documentos y crónicas de la época resurge en forma perfectamente diáfana todo lo relacionado con la situación política de Guayaquil. Existía, es cierto, un ambiente relativamente tenso en el cual las opiniones estaban divididas entre aquellos que deseaban la constitución de un Estado independiente y aquellos otros que propugnaban por su agregación ya al Perú o a Colombia. La junta de gobierno trataba de mantener una clara posición neutral, aunque se mostraba, en el fondo, partidaria del autonomismo. El propio A. J. de Sucre nos ha dejado testimonios valiosos donde refiérese a este grupo autonomista. Basta leer sus comunicaciones a Santander de 1 de agosto y 18 de setiembre de 1821, así como sus misivas de 2 de diciembre de 1821 y la del 15 de marzo de 1822 dirigidas al Ministro de Guerra. (7) Asimismo, en el oficio del 5 de enero de 1822 enviado desde Cali por el Secretario de Bolívar (y por expreso encargo del Libertador) al Ministro de Guerra se hace mención a que "… No faltan quienes deseen su incorporación al Perú y quienes opinen por el extravagante delirio de que sea un Estado independiente". (8) Es necesario señalar que mediante este oficio Bolívar da cuenta de su plan de pasar a Guayaquil y asegurar de esta manera que esta provincia se declare, a como diera lugar, por Colombia. De la misma manera debemos tener presente que la decisión política guayaquileña de permanecer «neutral», «proseparatista» y «proautónoma» era conocida y reconocida en aquellos tiempos por las fuerzas políticas y Estados de aquel entonces. En carta dirigida por Santander a Bolívar, fechada en Bogotá el 17 de junio de 1822, leemos: "No quisiera el gobierno saber que V.E. haya resuelto trasladarse a Guayaquil, porque habiéndose separado aquella provincia del territorio de Colombia (el remarcado es nuestro) temo que se opongan a V.E. muchos obstáculos para realizar con gloria la empresa de liberar Quito…" (9)

    Refiriéndose a los integrantes de la junta guayaquileña, F. O" Leary dice: "…Olmedo no amaba a Colombia, Roca la odiaba… Ximena, el tercer vocal de la junta y el de menos influencia, más notable por sus modales cultos que por su talento, se inclinaba al Perú, pero mucho más a la independencia". (10) Y el General José Mires (enviado por Bolívar en diciembre de 1820 para decidir la anexión de Guayaquil a territorio colombiano) decía de ellos que eran "tres comerciantes del país, ricos, llenos de conexiones… miran con alguna influencia el bien general pero no abandonan el particular". (11)

    Creemos que no está de más enfatizar, con estos antecedentes señalados, que en diciembre de 1820 la junta de Guayaquil de ninguna manera se entregó de lleno al Perú, pues en aquel momento el Perú libre e independiente era tan sólo una dulce esperanza, sino que en realidad se entregó, para recibir protección y auxilio, al ejército libertador del sur, cuyo jefe era San Martín. Pero ni San Martín ni el ejército libertador del sur eran el Perú, que aún seguía siendo un virreinato. El artículo 2° suscrito entre Guido y la junta guayaquileña, artículo al cual ya hemos hecho referencia, dice a la letra: "La provincia de Guayaquil se declara, durante la guerra (el remarcado es nuestro) bajo la protección del Excmo. Señor Capitán General del Ejército Libertador".

    El estado de tensión reinante en Guayaquil vino a amenguarse y pasar a un segundo plano cuando las fuerzas realistas, enviadas por Melchor Aymerich al mando del coronel Francisco González, derrotaron a las fuerzas patriotas comandadas por Luis Urdaneta en la batalla de Huachi (Huachi 1), el 22 de noviembre de 1820. Como dice Benjamín Rosales, esta derrota "fue un golpe terrible para la Revolución y la Patria, pues murieron jóvenes valiosos como el entusiasta y gallardo Antepara y cayeron prisioneros otros próceres cono el capitán Elizalde". (12)

    2. ACCIÓN CONJUNTA DE LOS EJÉRCITOS LIBERTADORES DEL SUR Y DEL NORTE

    Bolívar, con fecha 11 de enero de 1821 encargó a Sucre emprender campaña en el sur, dándole a su mando el ejército acantonado en Popayán. El 21 del mismo mes le ordenó pasar a Guayaquil, donde, entre otras cosas, debía buscar que aquella provincia se incorporase a Colombia. Sucre, al llegar a Trapiche percatóse que tanto el clima malsano como la intrincada topografía del terreno y el espíritu indómito de los pastusos haría muy difícil el paso hacia Guayaquil por Pasto. En vista de ello decidió utilizar la vía marítima. En la carta de Sucre a Santander de 02/04/1821, leemos: "Yo estoy como V.E. persuadido que la libertad de Quito se adquiere por Guayaquil, infinitamente más fácil que por Pasto…" (1)

    Por esta misma época habían llegado a Venezuela los Comisionados del gobierno español, general de brigada José Sartorio y el capitán Francisco Espelius, que venían a proponer la paz. Después de las negociaciones del caso, iniciadas en junio de 1820, y lograda ya, en julio, el cese del fuego, se firmó, en la ciudad de Trujillo, el 25 de noviembre de 1820, un armisticio de paz entre los plenipotenciarios de Bolívar y de Morillo. Era un tratado preliminar que tenía como finalidad el facilitar las negociaciones para un tratado de paz definitivo. Este armisticio es sumamente importante porque reconoce la existencia de Colombia como gobierno independiente, con el cual se negocia y pacta de igual a igual. El 26, es decir al día siguiente, se firmó un segundo tratado denominado de regularización de la guerra. El día 27, Bolívar y Morillo sellaron estos tratados con una reunión personal en el poblado de Santa Ana, situado, como dice Augusto Mijares, "entre la ciudad de Trujillo, ocupada por Bolívar y el pueblo de Carache, a donde había llegado Morillo". (2) El 17 de diciembre se embarcó Morillo para España dejando el gobierno de Venezuela al general Miguel de La Torre.

    Estaba pues en vigencia el armisticio de Trujillo cuando el 11 de enero de 1821 Bolívar encargó a Sucre emprender campaña en el sur. Como señala Madariaga, "cierto que Aymerich (se refiere a Melchor Aymerich, gobernador y presidente de Quito) se había negado a incluir en el armisticio a la provincia de Guayaquil, (el resaltado es nuestro) pero la provincia donde aquellos refuerzos se preparaban y de la que procedían estaba incluida". (3) Sucre consultó al respecto y fue Santander quien le respondió que el tratado no contenía ningún impedimento para la ayuda de Colombia a «pueblos extraños», (el remarcado es nuestro) argumento deleznable e incoherente porque, como bien lo señala Madariaga, "toda la acción de Bolívar sobre Guayaquil descansaba sobre la base de que Guayaquil era parte integrante de Colombia y no tenía derecho a la secesión". (4) (el resaltado es nuestro). Se podría afirmar que la respuesta refleja el pensamiento de Santander mas no el de Bolívar, pero ella en realidad no deja la menor duda al respecto: "En consecuencia tengo el honor de declarar a V.E. en nombre de S.E. el Libertador Presidente de Colombia que no siendo infracción del armisticio de Trujillo el auxilio franqueado a los patriotas de Guayaquil no se accede a retirarlo como V.E. solicita". (5) Debemos señalar que de los argumentos esgrimidos se aprecia claramente que las autoridades realistas no consideraban a Guayaquil como parte de Colombia. Y, por otro lado, la decisión de Bolívar de actuar a pesar del Armisticio de Trujillo, significa o bien que él así lo reconocía, lo cual sabemos que no era así, o que actuaba de esa manera por simple conveniencia estratégica política y militar. Esto último era el verdadero sentido de la actuación de Bolívar.

    Es necesario remarcar que Aymerich no convino incluir a Guayaquil en el armisticio porque argumentaba que Guayaquil no pertenecía a Colombia sino al Perú. (6) Esto es muy importante destacar para lo que más adelante analizaremos.

    Ya hemos señalado como Sucre hizo saber a Santander que la campaña por Pasto era muy difícil, "que estaba convencido que la libertad de Quito se adquiere por Guayaquil infinitamente más fácil que por Pasto". Santander trasladó a Bolívar esta idea el 25 de febrero de 1821. Recibida en marzo la autorización del Libertador, Sucre se embarcó con 650 efectivos a bordo de las goletas Alejandro I y Teodocio, el 2 de abril. No se puede sostener, como lo hacen algunos historiadores, que el Libertador temía ya en aquel momento que San Martín anexase Guayaquil al Perú, porque a comienzos de 1821 todavía no se había declarado la independencia del Perú, lo cual recién ocurriría a fines de julio de dicho año.

    La travesía de Sucre al mando de su expedición de apenas un poco más de medio millar de efectivos fue muy difícil y se vio obligado a desembarcar en la punta de Santa Elena, a 31 leguas de Guayaquil, ciudad a la cual recién arribó el 7 de mayo. En oficio enviado por Sucre al Comandante General de Cauca, ya desde Guayaquil, y transcrito a Santander, le informa sobre los percances del viaje: "Nuestra navegación ha sido desgraciada y molesta. Después de 28 días de viaje no pudo la corbeta llegar aquí, y tuvimos que desembarcarnos el 30 de abril en la punta de Santa Elena, 31 leguas de esta ciudad". (7)

    Debemos señalar que el armisticio de Trujillo se rompió definitivamente, reanudándose por ello la guerra, el 28 de abril de 1821, a consecuencia de que al producirse la sublevación de la ciudad de Maracaibo, obra nada menos que del general Rafael Urdaneta, como nos lo recuerda Clément Thibaud en su magistral obra "Repúblicas en Armas. Los ejércitos bolivarianos en la guerra de Independencia en Colombia y Venezuela". El 28 de enero de 1821 los patriotas colombianos fueron en auxilio de Maracaibo, lo cual fue considerado, y de hecho así lo era, una violación de lo pactado en el armisticio. En un primer momento Bolívar estuvo de acuerdo de con esta posición, pero pronto cambió y recurriendo a una argucia interpretativa del armisticio pasó a sostener que al independizarse Maracaibo, Colombia al ocupar dicho territorio había ocupado un país que estaba fuera de las leyes españolas. Lo cierto es que Maracaibo quedaba dentro del área ocupada por los realistas al momento de la firma del armisticio de Trujillo.

    Sucre, a los pocos días de su llegada a Guayaquil, concertó un convenio con la Junta de dicha provincia. Debemos decir que ya con anterioridad, exactamente el 12 de abril de 1821, se había intentado la suscripción de un acuerdo de ayuda mutua entre la Junta y el General José Mires (el cual como hemos dicho había sido enviado por Bolívar, en calidad de personero, con la misión de ofrecer ayuda militar y lograr su anexión a Colombia), pero Mires contestó, el 26 de abril, que no podía firmar porque no tenía poderes para hacerlo. (8) El convenio se firmaría el 15 de mayo de 1821 y por dicho acuerdo Guayaquil se declaraba bajo los auspicios y protección de Colombia. (Artículo 2. El artículo 1 estipulaba: "La Junta Superior de Guayaquil no estando facultada por su Constitución provisoria para declarar la incorporación de la provincia de la República de Colombia según la Ley Fundamental, protesta no obstante manifestar y recomendar las ventajas de la Ley a la Junta Electoral de la provincia luego que se reúna con el fin de expresar libremente su voluntad sobre su agregación a la forma que le convenga; para cuyo efecto se aprovechará la oportunidad que presente nuestra situación después de la próxima campaña en que deben quedar libres las provincias de Quito y Cuenca". (9)

    Ernesto de La Cruz considera este tratado "como el primer gran triunfo político del Libertador enfrente del Protector". Y en realidad así lo fue, porque constituyó el primer paso firme en la tarea de conseguir la anexión de Guayaquil a Colombia.

    Reanudemos nuestra narración sobre los sucesos militares en Guayaquil. Habíamos señalado que las fuerzas patriotas al mando de Urdaneta fueron derrotadas en Huachi (22 de noviembre de 1820) por las fuerzas realistas enviadas por Aymerich al mando de Francisco González. El 5 de enero de 1821 un nuevo revés sufrieron los patriotas al ser derrotado el comandante José García (quien había logrado reorganizar los dispersos de Huachi), en el combate de Tanizahua o Tanasigna, por las fuerzas realistas al mando del coronel Miguel de la Piedra.

    Habiendo llegado Sucre en mayo a Guayaquil, se puso al mando del ejército patriota con el título de Jefe de las tropas auxiliares de Colombia y viéndolo inferior con relación a las fuerzas realistas escribió a San Martín, el 13 de mayo, solicitándole auxilio militar. A esta situación crítica vino añadirse la sublevación del comandante Nicolás López, quien se puso en combinación con Aymerich y con Caamaño. Los rebeldes lograron apoderarse de la corbeta Alejandro I e intentaron bombardear Guayaquil, lo cual no pudieron llevar a cabo porque las tropas colombianas embarcadas por el coronel Luzuriaga las persiguieron y apresaron. El comandante López, que se encontraba en Babahoyo, al saber estos hechos emprendió de inmediato marcha en búsqueda de Aymerich. Por su parte, los patriotas al mando de Federico Rash y Cayetano Cestaris persiguieron a las fuerzas realistas del comandante López y le dieron alcance en Palo Largo, pero los rebeldes emprendieron la fuga. Aymerich decidió socorrer a López y para ello encargó que el comandante Francisco González, desde Cuenca, auxiliara al comandante López, en tanto que él mismo, desde Quito, decidió marchar hacia la Bodega de Babahoyo. González y Aymerich al reunirse, emprenderían campaña sobre Guayaquil.

    Sucre, conocedor de los planes realistas, decidió atacar por separado las fuerzas de González y Aymerich. El 12 de agosto, Aymerich cayó sobre Babahoyo (población situada a orillas del río del mismo nombre, en su confluencia con Caracol y el Seco), donde, desde del día 7, Sucre había reunido todas sus fuerzas. Aymerich, en vista de que no se había reunido con González, prefirió no hacer frente a Sucre, el cual aprovechó esto para ir en búsqueda de González, al cual derrotó totalmente en Cone, a tres leguas de Yaguachi, e inmediatamente cayó sobre Aymerich al cual también derrotó el 19 de agosto.

    Mientras los patriotas confiadamente celebraban el triunfo, los realistas se replegaron hacia Moche, donde se reorganizaron. Sucre decidió atacar nuevamente al ejército realista, para lo cual el 11 de setiembre se situaba en el valle de Ambato. Los realistas, que habíanse desplazado de Moche a Huachi, enfrentaron en esta última localidad, el día 12, a las fuerzas de Sucre, a las cuales le infringieron una aplastante derrota. Según palabras de L. Villanueva, en aquel día "la mayor parte de la florida juventud de Guayaquil regó con su sangre aquel campo, convertido en yermo de ruinas y cadáveres". (10) Aymerich no supo aprovechar esta coyuntura tan favorable para ellos, no persiguiendo a los patriotas y en cambio decidió pasar a Quito, aunque debemos señalar que para ello debió pesar mucho la gran cantidad de bajas que habían sufrido los realistas. Aymerich dejó el grueso de su ejército en Riobamba, al mando de Tolrá, y el resto en Guarancha.

    En vista de esta nueva situación crítica, la junta guayaquileña, con fecha 17 de setiembre, se dirige a San Martín, solicitándole auxilio militar de unos mil hombres por lo menos, con mil quinientos fusiles y cincuenta quintales de pólvora.

    Sucre, a pesar, y por ello mismo, de la crítica situación, decidió actuar con gran sagacidad y poder así equilibrar un tanto la situación. Conociendo que Tolrá encontrábase acantonado en Riobamba, decidió caer sorpresivamente sobre él. Así lo hizo y su plan le dio magnífico resultado, tanto así que Tolrá decidió negociar un armisticio, el cual se suscribió el 19 de noviembre, en Babahoyo, por un periodo de noventa días y por el cual se acordaba que los realistas se retirarían a Riobamba, quedando los patriotas en Guayaquil.

    Sucre volvió dirigirse al gobierno peruano solicitando tuviese a bien enviar refuerzos militares. San Martín, debido a su situación precaria (recién hizo su ingreso a Lima en julio de 1821) no había podido enviar los auxilios que con tanta ansiedad le habían solicitado tanto Sucre como la junta guayaquileña. Pero habiendo ya logrado apoderarse de la capital e inclinado, en cierta medida, la balanza a su favor, por lo menos en lo político aunque aún no en lo militar, estaba en condiciones de remitir los auxilios que con tanto apremio se le requería. San Martín no creyó conveniente enviar el batallón Numancia, el cual había sido solicitado por Sucre, y en su lugar decidió que marchase la división del norte, la cual se encontraba al mando de J.A. Álvarez de Arenales y que estaba compuesta por los batallones Trujillo N° 2, Piura N° 4, Regimiento Cazadores a Caballo y Granaderos a Caballo, así como también un pequeño grupo de artillería. Álvarez de Arenales declinó la jefatura del ejército auxiliar. Sucre, para salvar este impasse, se allanó a ceder el mando a Arenales, pero como éste insistiese en su negativa argumentando motivos de salud, se acordó nombrar en su reemplazo a don Andrés de Santa Cruz.

    Sucre, en vista de que se avecinaba el periodo de inundaciones, pensó abrir campaña por Piura y para ello solicitó el permiso adecuado del gobierno peruano, el 29 de noviembre de 1821. El día 30 referíale a Santander sobre el particular, explicándole las ventajas de este plan, debido a que en Piura había "caballos, bagajes y víveres suficientes para dirigirnos a Cuenca, y ponernos en nuestro territorio". (11)

    La división peruana al mando de Santa Cruz reunióse con las fuerzas de Sucre el 9 de febrero de 1822, en Saraguro. Sucre, en oficio suscrito desde su Cuartel General en Saraguro el 15 de febrero, dio cuenta al Ministro de Guerra de Colombia sobre su encuentro con las fuerzas peruanas. (12)

    El plan de Sucre era apoderarse de Quito, para de esta manera restar fuerzas y atención sobre Pasto, donde se encontraba detenido Bolívar. Debemos decir que el Libertador había pensado, en un primer momento, pasar por mar a Guayaquil y de allí dirigirse en campaña sobre Quito, e incluso ya sus tropas y él mismo se encontraban en el puerto de Buenaventura, pero tuvo que cambiar estos planes al recibir correspondencia de Sucre donde éste le comunicaba la llegada a Quito del nuevo virrey de Nueva Granada, el capitán general don Juan de La Cruz Mourgeón, con una expedición realista, así como también de que sobre las costas del Chocó, desde Buenaventura hasta Guayaquil, actuaban la corbeta Alejandro y cuatro buques de guerra, con el objetivo de apresar las tropas colombianas y al Libertador mismo, si entre ellas se encontraba. Fue por este motivo que Bolívar se vio en la necesidad de emprender campaña por Pasto y combinar con Sucre para conseguir su objetivo. (13)

    Sucre, que era el Jefe del Ejército Unido, ordenó pasar a Cuenca, donde llegaron el 27 de febrero y donde se estacionaron hasta el 28 de marzo. Todo hasta este momento andaba a la perfección. Nada hacía prever el grave problema que se desataría entre Sucre y Santa Cruz, es decir realmente entre Perú y Colombia.

    Para comprender mejor el problema que se desató, debemos retrotraernos hasta diciembre de 1821. El 16 de dicho mes el Ayuntamiento de Portoviejo levantó un acta por la cual expresaba su deseo de pertenecer a Colombia. Como Portoviejo formaba parte de Guayaquil esta decisión autonomista y secesionista iba contra lo acordado por el gobierno de Guayaquil de permanecer independientes en tanto y en cuanto se tomase una decisión final sobre el destino final de Guayaquil.

    ¿A qué se debía la actitud de Portoviejo? Tatiana Hidrovo Quiñónez señala que era de larga data el autonomismo, e incluso enfrentamiento, entre Puerto Viejo y Guayaquil, actitud también compartida por el partido de La Canoa, ambos territorios situados al norte de Guayaquil. Señala, al respecto, la citada historiadora: "Entre 1812, cuando se expide la Constitución de Cádiz, y 1820, año en que se define la independencia de Guayaquil, los pueblos de los partidos de Puerto Viejo y La Canoa dieron permanentes muestras de inestabilidad e insubordinación, defendieron los beneficios de la nueva y revolucionaria carta política y empoderaron sus cabildos frente a los estamentos gubernamentales. En 1812 hubo una franca rebeldía de los vecinos de Portoviejo, quienes no acogieron la disposición venida de Guayaquil de dotar de 50 hombres para las milicias realistas, todo lo cual generó preocupación en las autoridades coloniales". (14)

    Los portovejenses, al igual al igual que los pueblos de Jipijapa y Montecristi, se mostraron reacios a seguir las órdenes emanadas de las autoridades realistas a partir del establecimiento del absolutismo en 1814, lo cual motivó a Juan Vasco Pasqual, Jefe Político de Guayaquil, cono señala Tatiana Hidrovo, a informar sobre los movimientos populares y la falta de subordinación de estos pobladores, a los cuales el tal Gobernador los califica de "alucinados".

    Producida la independencia de Guayaquil fueron enviados emisarios a los pueblos de Jipijapa, Portoviejo y Montecristi para lograr su adhesión. A Puerto Viejo la noticia llegó antes que arribara el emisario designado debido a que llegó antes el oficio enviado por José Joaquín Olmedo.

    La decisión tomada por Portoviejo el 16 de diciembre de 1821 de unirse a Colombia generó una situación de grave tensión. La Junta de Gobierno de Guayaquil en su deseo de mantener la unidad recurrió a Sucre para que interviniese en el asunto. Fueron enviados comisionados ante el cabildo de Portoviejo para lograr que reservase esta ciudad sus opiniones para otra ocasión más adecuada. La Junta, desconfiando de lo que podrían lograr los comisionados, envió fuerzas a Portoviejo, produciendo este hecho la rebelión e intentóse derrocar a la Junta. Sin embargo, el movimiento resultó fallido y la calma reapareció. Era este el primer acto de fuerza en la búsqueda de la anexión de Guayaquil a Colombia.

    Al poco tiempo de ocurrido lo anteriormente señalado, Bolívar, con fecha 2 de enero de 1822, comunicaba a la Junta Guayaquileña su posición tajante con relación al problema: "Yo me lisonjeo, Excmo. Señor con que la República de Colombia habrá sido proclamada en esa capital, antes de mi entrada en ella. V.E. debe de saber que Guayaquil es complemento del territorio de Colombia; que una provincia no tiene derecho a separarse de una asociación a que pertenece, y que sería faltar a las leyes de la naturaleza y de la política, permitir que un pueblo intermedio viniese a ser un campo de batalla entre dos fuertes Estados; y yo creo que Colombia no permitirá jamás que ningún poder de América encete su territorio. Exijo el inmediato reconocimiento de la república de Colombia, porque es un galimatías la situación de Guayaquil. Usted sabe, amigo (la misiva está dirigida a J.J. Olmedo, Presidente de la junta) que una ciudad con un río no puede formar una nación" (15) Y en la carta dirigida a Sucre, desde Cali y con la misma fecha (02-01-1822), leemos lo siguiente: "He llegado al fin a esta capital (Cali), a completar la libertad de Colombia y el reposo del sur. Guayaquil recibirá todos los auxilios necesarios para no ser más inquietado… Para preparar el éxito de la próxima campaña, autorizo a U.S. se pondrá de acuerdo con el gobierno de Guayaquil. Pero si este rehusase algo de cuanto U.S. pida, U.S. está autorizado para hacer por si mismo aquello que conceptúe preciso… Yo tomo sobre mí la responsabilidad de cuantas providencias tome U.S., activas, eficaces y aun violentas. El tenor de estas órdenes debe U.S. comunicarlo al gobierno de Guayaquil, manifestándole, verbalmente, que mis intenciones son llevar a cabo la libertad de Colombia desde Tumbes hasta las bocas de Orinoco y que los sacrificios que ha hecho Colombia por recobrar su íntegra independencia, no serán frustrados por ningún poder humano de América; y, finalmente, que yo espero que, para cuando yo entre en esa ciudad, ya el gobierno de Colombia habrá sido reconocido por ella, no pudiendo yo hallarme, sin faltar a mi deber y a mi deseo, fuera del territorio de las República". (16)

    Como se puede apreciar a través de estos dos documentos, la posición de Bolívar era tajante, decidida e incluso francamente agresiva y chocante por el yoísmo imperante sobre todo en la misiva dirigida a Sucre, que se puede apreciar en su texto íntegro.

    La Junta de Gobierno quedó totalmente turbada ante la posición de Bolívar, posición ésta que ponía en serios aprietos la actitud de espera y en cierto sentido autonomista de la junta. En vista de todo ello, la Junta recurrió al Protector del Perú para informarle de dicho hecho. Por otro lado, el agente diplomático peruano ante la junta guayaquileña, General Francisco Salazar y Carrillo, escribió a Monteagudo, el 7 de febrero, dándole cuenta de los planes e intenciones de Bolívar. (17) La misiva tanto de la Junta como la de Salazar, que contenían copia del oficio del Libertador del 2 de enero, llegó a manos de San Martín en Huanchaco, donde había tocado casualmente en su marcha a Guayaquil para encontrarse con Bolívar. En vista de estos sucesos y otros que más adelante analizaremos, el Protector emprendió el regreso a la capital del Perú, llegando a esta ciudad los últimos días de febrero. En la Gaceta del miércoles 27 de febrero se anunciaba su regreso de la siguiente manera: "S.E. el Protector del Perú ha regresado desde el puerto de Guanchaco, donde recibió noticias oficiales, comunicadas por el Gobierno de Guayaquil, y por el general Sucre, de que S.E. el Libertador de Colombia marchaba sobre Juanamba…" (18).

    San Martín, desde la Magdalena y con fecha 18 de marzo de 1822, escribió una pequeña misiva a Torre Tagle y que la reproduce Javier Ortiz de Zevallos en su obra sobre la correspondencia entre San Martín y Torre Tagle: "Incluyo a Usted la carta que he recibido de Roca, ella no deja la menor duda de que el Libertador quiere oprimir a Guayaquil as toda costa: este es asunto del mayor interés y que pende el honor del gobierno. Esta noche después de las oraciones me tendrá U. en esa, sin más objeto que el de conferenciar sobre éste y otros particulares que son interesantes". Esta misiva es importante porque nos habla a las claras de la responsabilidad de San Martín en el problema que se suscitó y que a la larga tuvo que reflexionarse sobre sus consecuencias y darse por ello marcha atrás.

    Estos hechos decidieron que el 2 de marzo el gobierno peruano (del cual estaba encargado Torre Tagle) ordenase a Santa Cruz retrogradar desde cualquier posición que se encontrase y se pusiese a órdenes de La Mar. El 3 de marzo, Monteagudo ofició a La Mar en el sentido de que en caso de que Guayaquil "solicitase sinceramente la protección de las armas del Perú, por ser su voluntad conservar la independencia de Colombia en tal caso emplee V.S. todas las fuerzas que están puestas a sus órdenes en apoyo de la espontánea liberación del pueblo. Pero, si por el contrario, el gobierno de Guayaquil y la generalidad de los habitantes de la provincia, pronunciasen su opinión a favor de las miras de Colombia, sin demora vendrá V.S. al departamento de Trujillo a tomar el mando de la costa norte, reunir la división del coronel Santa Cruz en Piura, aumentarla hasta donde alcancen los recursos del territorio, y obrar según lo exija la seguridad del departamento de Trujillo. Como no es posible prever las diferentes combinaciones que allí se presenten, el gobierno deja al arbitrio de V.E. obrar según ellas…" (19) Esta orden fue confirmada el día 23 del mismo mes.

    La orden dada a Santa Cruz con fecha 2 de marzo la trasmitió Arenales el día 13. Santa Cruz la recibió el 29 y ese mismo día se la comunicaba a Sucre, diciéndole: "Tengo el sentimiento de comunicar a V.S. que se hace necesaria e inevitable la separación de la División de mi mando que por ordenes expresas de mi gobierno debe retrogradar sobre la capital de Lima que, amenazada por las tropas de los generales La Serna y Ramírez, corre el mayor peligro". (20)

    Al día siguiente, 30 de marzo, Sucre, turbado e indignado, contestó el oficio de Santa Cruz, señalándole lo nefasto de la decisión de su retiro, la cual era inconcebible, pues de ser cierto el peligro de Lima, dicha división tardaría en llegar a Lima por lo menos dos meses, y por otra parte él se vería en la necesidad de pedir el batallón Numancia. Sucre se niega enfáticamente a aceptar el retiro y en pocas palabras sintetiza su pensamiento: "Por tanto, no sólo me opongo a la retirada bajo las más serias protestas, sino que usando de las facultades que me ha dado el Excmo. Señor Protector del Perú sobre la división de V.S. al ponerla a mis órdenes sin restricción alguna (como consta de las copias que tengo el honor de acompañarle) he dispuesto que el movimiento que continuaba el batallón Trujillo se lleve a efecto y que la marcha del escuadrón Granaderos a reforzar los puestos avanzados para verificar más tranquilamente nuestra aproximación a Riobamba a cumplir la combinación con el Libertador, se ejecute mañana mismo, como estaba prevenido. Debo observar también a V.S. que cualquier comunicación de estos cuerpos del Perú, debía dirigírseme a mí, teniendo el mando inmediato de ellos, por las órdenes de S.E. el Protector". (21)

    Partes: 1, 2
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