Descargar

Presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (página 2)


Partes: 1, 2

Presidencia de Domingo Faustino Sarmiento

Era criollo de cepa hispánica con profundas raíces en lo visigótico y lo morisco de la raza. Su padre. guerrero de la independencia, leía a sus hijos incesablemente la historia de España. Su vida comienza en San Juan el 15 de febrero de 1811.

Pasó una niñez difícil con penurias económicas como la describe en sus escritos autobiográficos, al recordar a su madre, doña Paula Albarracín. Sin gozar de las ventajas de los jóvenes burgueses del litoral, a los que disputó posiciones en distintas etapas de su vida, no invocó jamás esas diferencias. Si fue un exagerado consentido de su propios valer, nunca acogió resentimiento. Por eso la pobreza no lo doblegó, y rompió fácilmente la estrechez de su ambiente buscando horizontes más amplios para su ambición ilimitada. Fue autodidacta y lo que logró lo obtuvo por su tenacidad puesta al servicio de la inteligencia, con un temperamento fuerte y agresivo. Su antirrosismo lo lleva a Chile a los veinte años donde en miles de oficios que sólo le permiten vivir mal no ceja de satisfacer su implacable sed de conocimientos. Vuelve a San Juan y en el temible 1840 abandona nuevamente el país para regresar a Chile. En poco tiempo sería: educador, periodista, escritor, político y asesor de gobierno.

Siguiendo con lo que nos dice en su autobiografía, recorrerá todo lo que hay de civilizado en el Globo y toda la escala de los honores humanos, en la modesta proporción de su país y de su tiempo.

Idealista como el Quijote, arremetió con imaginación, pluma y espada todo lo que tenía o creía tener adelante, pero al enfrentar los problemas concretos aparecía Sancho y el sentido práctico le advertía de la realidad y le evitaba cometer errores.

Fue la antítesis del "no te metás" y se metió siempre a los gritos, siempre en la línea de fuego, diciendo lo que pensaba y haciendo lo que le parecía justo y oportuno, sin dudar ni vacilar, justificando el epíteto de loco que lo acompañó toda la vida.

Este intelectual de excepción con la violencia de Facundo, el idealismo del Quijote y el sentido común de Sancho es el arquetipo político nacional, austero y honrado, con su carnavalesca pompa presidencial, características que lo hicieron rondar siempre entre lo sublime y lo ridículo, genio y figura capaz de quedarse y entregarse íntegramente a sus ideas.

Domingo Faustino Sarmiento asumió la presidencia el 12 de octubre de 1868, Deseoso como nadie de hacer de las luces del siglo su programa de gobierno, estaba en condiciones de imponerlo por su influencia en el ejército. Además, alejado de la contienda comicial y ausente en los forcejeos de los colegios electorales, parecía ser la unión, en la presidencia, de nacionalista y autonomistas, vueltos al tronco común del liberalismo porteño.

Sarmiento periodista y publicista respetó la libertad de prensa, dce imprenta y mural pese a que la prensa se ensañó con él desde que asumió el gobierno. Las críticas llegaron a extremos inconcebibles y las imputaciones excedían a la calumnia. El Primer Censo Nacional, llevado a cabo con escasos medios materiales, desencadenó observaciones ciertas por los gruesos errores perfectamente determinables.

Sin embargo, permitió darnos un panorama del país con 1.700.000 habitantes, distribuidos en poco menos de un millón y medio de kilómetros cuadrados, con un 12% de extranjeros y más del 70% de analfabetos.

El panorama era de un litoral portuario que avanza hacia el interior; extendiendo su influencia de importador de ciertas manufacturas. El resto del país veía languidecer sus posibilidades de desarrollo, desapareciendo la autonomía económica regional.

En su afán de llenar los vacíos, su presidencia está llena de creaciones: el Boletín Oficial, el Registro Nacional del departamento de Agricultura, el Asilo de Inmigrantes, la Oficina Meteorológica Nacional en Córdoba, la Oficina de Estadística y el Museo de Ciencias Naturales en Buenos Aires.

En lo que se refiere a la política económica fue la clásica del sistema liberal.

Los ferrocarriles seguían extendiendo las líneas por nuestro territorio y se instaló el servicio telegráfico vinculado con el exterior por cables submarinos. Se emitió el primer sello postal nacional. Se inauguró en Córdoba, en octubre de 1871, la Primera Exposición Nacional.

Sarmiento aparece en la historia como el paladín de la instrucción, la educación y la cultura nacionales. La colaboración de su ministro Nicolás Avellaneda, quien lo sucedería en la presidencia, estableció un sistema de subvenciones y premios para las provincias que estimularan la instrucción primaria -lo consiguieron La Rioja, Mendoza, San Juan y San Luis-. Al mismo tiempo se comprobó que el país carecía de maestros técnicamente capacitados para instruir masivamente a la población analfabeta. Esta carencia debía cubrirse con institutos especializados; así Sarmiento buscó técnicos con orientación democrática. Contrató 67 pedagogos norteamericanos de ambos sexos (recordemos su amistad con el educador, Horace Mann y haberse desempeñado como embajador en Washington) fundando, con ellos, las primeras escuelas normales en Paraná y Tucumán.

Los maestros sarmientinos del siglo XIX y de principios del XX, tuvieron conciencia de su función evangélica de apóstoles del alfabeto y cumplieron su misión; la mujer tuvo en la enseñanza la primera oportunidad que le brindó el país de ejercer una función técnica respetada.

Sarmiento no alfabetizó el país en seis años porque era imposible, pero creó el instrumento que lo haría posible. El índice de analfabetismo a fines del siglo XIx fue en la Argentina más bajo que en los demás países latinoamericanos y que en muchos europeos.

Siguiendo la política de Mitre, Sarmiento continuó fundando colegios nacionales en San Luis, Jujuy, Santiago del Estero, Rosario y Corrientes.

El lema "educar al soberano", fue cumplido ampliamente por el sanjuanino creando institutos dotados de personal competente y de buena formación académica, trayéndolos desde donde pudo e incorporando a la vida nacional sabios y técnicos, generalmente europeos. Bien vale la pena dar algunos nombres: Jorge A. Sterns, primer director de la Escuela Normal de Paraná; Germán Burmeister, primer director del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires, y luego de la Facultad de Ciencias Matemáticas y la Academia de Ciencias Naturales de Córdoba; Benjamín Apthrop Gould, primer director del Observatorio de Córdoba; Paul Guntherlorenz y Jorge Hyeronimus, botánicos, que iniciaron la enseñanza técnica de la agronomía; Juan Ceztz, primer director del Colegio Militar y Eugenio Alois Veit Bachmann, quien juntamente con el criollo Clodomiro Urtubey dio orientación técnica a los cursos de la Escuela Naval.

En materia de enseñanza superior y especial se crearon cursos de Ingeniería y de Minas en San Juan y Catamarca, la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas y la Academia de Ciencias Naturales en Córdoba, la carrera de Agronomía en Buenos Aires. Como institutos especiales surgen el Colegio Militar de la Nación y la Escuela Naval Militar.

Por lo tanto, la educación sarmientina pudo formar hombres laboriosos y  honestos, capacitados para desenvolverse con eficiencia en la sociedad.

Se sancionó la ley de Bibliotecas Populares contando 140 sedes en el país en 1874, y 35.000 ejemplares en circulación. Se adoptó oficialmente el Sistema Métrico Nacional.

En política internacional se produjeron conflictos con Chile; finalizó la guerra contra el Paraguay y a pesar de su fama anticlerical, las relaciones con el Vaticano fueron excelentes.

En política nacional Sarmiento bien pronto rompió con el mitrismo y redujo al vicepresidente, Adolfo Alsina, a su cargo de presidente del Senado. Debió afrontar la última etapa de "la guerra contra la guerra"; en los últimos meses de 1868 Aurelio Zalazar, el último montonero, fue fusilado y, luego, Felipe Varela inició su última campaña en Atacama. El asesinato de Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, en San José el 11 de abril de 1870, hizo que la Legislatura provincial designara gobernador a Ricardo López Jordán. Se decretó la intervención federal, el 23 de abril de 1870 tropas del ejército y la armada nacional entraron a la provincia. López Jordán fue derrotado en marzo del '71, exiliándose en Brasil.

En 1873 hubo una segunda guerra jordanista, y en 1875 una tercera, con apoyo del Brasil.

Lanzada por Sarmiento la candidatura del tucumano Nicolás Avellaneda, para el siguiente período presidencial encontró el apoyo de Alsina, quien encabezó como jefe del Partido Autonomista Nacional, el PAN, que gobernaría por los sucesivos 40 años.

HECHOS NOTABLES

Abunda el dinero y los lugares de esparcimiento están repletos. Opera italiana, teatro francés, can can y burlesque disputan las preferencias de quienes están dispuestos a vivir "a la europea"; se inicia la "belle époque".

Al comenzar 1871, Buenos Aires vivirá la peor catástrofe de su historia: la epidemia de fiebre amarilla. Comenzó en febrero, entre el pobrerío del barrio Sur, mientras se festejaba carnaval. Sin darle importancia, el 23 de ese mes el número de muertos llegó a veinte, y al comenzar marzo, cuarenta diarios; fue el pánico. Las autoridades desconcertadas atinaron a tomar algunas medidas anodinas, se formó una comisión de vecinos presidida por el doctor Roque Pérez para luchar contra el mal. Los muertos de marzo llegan a siete mil. Ni los médicos ni los voluntarios daban abasto; no había lugar en los cementerios. Junto al heroísmo de unos, afloraban la miseria y la pequeñez humana en otros. En abril aumentaron los decesos, ocho mil. Cede en mayo y desaparece lentamente en junio. Se calculan en mas de veinte mil los muertos.

El 24 de diciembre del mismo año, otra tragedia: zarpó para Montevideo el vapor "América", con doscientos pasajeros y la tripulación. Casi simultáneamente lo hace el "Villa de Salto", entablándose entre ellos una carrera informal, suicida. Las máquinas del "América" no aguantaron y explotaron. Sólo se recogieron sesenta sobrevivientes. Una anécdota se incorporó a la leyenda porteña: Luis Viale entregó su salvavidas a Carmen Pinedo de Marcó del Pont. Su monumento en la Costanera Sur de Buenos Aires recuerda el hecho.

El remo se incorpora a las prácticas deportivas, fundándose en el Riachuelo, el "Buenos Aires Rowing Club".

El año 1872 vio la publicación de El gaucho Martín Fierro de José Hernández, que con Una excursión a los indios ranqueles de Lucio V. Mansilla y el Facundo de Domingo Faustino Sarmiento integra la trilogía cumbre de la literatura argentina de la pasada centuria. El 1 de enero de ese año, un grupo de jinetes irrumpió en la ciudad de Tandil con divisa punzó en las lanzas y los sombreros, y tomó el cuartel de policía gritando: "Mueran los gringos y los masones. ¡Viva la religión! ¡Viva Tata Dios!. El saldo: 36 muertos, de los que 31 eran extranjeros.

Conclusión:

De acuerdo a la bibliografía recabada, pudimos comprobar que nuestra hipótesis era verdadera.

Para la educación era fundamental, tanto para asegurar la cohesión de la comunidad nacional para el progreso económico y político.

Durante la presidencia de Sarmiento se realizó una vigorosa actividad entorno al tema educativo. Creó las primeras escuelas normales, el Colegio Militar (1870), la Escuela Naval (1872), el Observatorio Astronómico (1872), la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (1870) y alrededor de ochocientas escuelas primarias. Durante su gobierno la población escolar se elevó de treinta mil a cien mil alumnos.

Proyectó la ley sobre la creación de bibliotecas públicas y abrió las primeras escuelas públicas y creó también las primeras escuelas para sordomudos.

Mediante la Ley de Subvenciones de 1871 procuró garantizar los fondos para la creación de nuevas escuelas y la compra de materiales y libros. En 1872 ya funcionaban en el país 1.644 escuelas primarias, con 97.500 estudiantes.

No voy a esperar que sientan esta misma pasión que creo que tengo en común con este señor que alguna vez hizo historia. Pero al menos tengo la pequeñita ilusión de que transporten a sus vidas y a sus propios intereses este ejemplo de vida de sacrificios voluntariosos para lograr lo que muchos creyeron imposible y ni siquiera se animaron a probar.

Quiero que rescatemos de esto que más allá de si todo lo que hizo fueron éxitos o no, considero que lo que más vale es que nuestro amigo, se jugó, sabiendo que podía perder. Todo por un sueño.

Bibliografía:

 

José Alberto Juárez Capdevila

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente