Resumen
El presente trabajo constituye reflexiones sobre la unidad de la religiosidad popular y la salud en Cuba, considerando las bases filosóficas del marxismo y el pensamiento social contemporáneo en la elevación de la calidad de vida de la población. Abrazar las categorías de fe, religión, religiosidad, entre otras, ha sido parte integrante en la formación de una conciencia religiosa de miles de cubanos, fenómeno este similar al ocurrido en otros contextos mundiales y por ende de formación cultural.
Palabras Claves:
Religión; religiosidad; totemizar, farmacopea, ciencias médicas, salud, afrocubanos, Babalú Ayé; supranatural, sobrenatural.
Desarrollo
Para comprender el papel que ha jugado la religiosidad popular en la salud cubana, se hace necesario en primer lugar dejar esclarecido algunos conceptos sobre este importante aspecto de la vida humana, así como el basamento filosófico que reposa a la luz de las investigaciones que en este campo se ha trazado el marxismo-leninismo.
Si prescindimos de este andamiaje teórico es imposible comprender el arraigo y los conceptos religiosos. La fe en primerísimo lugar, ha esparcido su impronta sobre la sedimentación de criterios curativos en muchos seres humanos.
Abrazar las categorías de fe, religión, religiosidad, entre otras, ha sido parte integrante en la formación de una conciencia religiosa de miles de cubanos, fenómeno este similar al ocurrido en otros contextos mundiales y por ende de formación cultural
Atribuir "milagros", creer en objetos fundamentalmente naturales, "totemizar" virtudes -muchas de ellas curativas- a objetos inanimados, forman parte del entrelazado que sustenta la cultura nacional.
Llegados de lejanas tierras, de hombres de distintas raíces étnicas, han ido penetrando, a la par de visiones diferentes a las sustentadas por personas de otro color de piel y otras formas de pensar, ligándose en el devenir histórico de una manera indisoluble, dando lugar a un nuevo lenguaje, a una nueva forma de comprensión y soluciones a problemáticas imposibles. El tema religiosidad, la atención y preparación de la población por una cultura de salud forma parte del desarrollo de las ciencias médicas cubanas. Tema de nuestro debate.
La producción de representaciones –demo– y esquemas culturales es una realidad humana, no solo un reflejo, sino un trabajo de la mente causante de la creación de situaciones que influyen en las prácticas del hombre, sobre su manera de actuar. No es posible por tanto que una sociedad pueda existir o desarrollarse sin un sistema de representación de la naturaleza.
De ahí, que en el pensamiento mítico se establece una relación analógica entre la manera de actuar del ser humano y la manera de actuar de las fuerzas, y la supuesta manipulación de la naturaleza por estos similares a los seres humanos.
Es fácil entonces comprender que el hombre en su desarrollo atribuyera a componentes naturales poderes de diversas características, entre las que se pueden encontrar aquellas que representaban males potencialmente curables.
En los cultos populares cubanos, hay una clara subordinación de los creyentes a la mitificación religiosa, lo que lleva a la "ilusión" de que en los mismos se encierran esencias presuntamente divinas.
Es importante hacer un alto para comprender que detrás de todo este entramado existen verdades evidentes en nuestros días, y lo son los reales portentos de muchas plantas de aliviar o curar determinados padecimientos. Esta lógica racional, sustentable y verídica, no puede ser desestimada bajo ningún concepto.
La experiencia acumulada por la humanidad en el decursar del tiempo ha demostrado que de la manipulación de estos vegetales, de su uso cotidiano, se ha ido formando una farmacopea popular tradicional, medicina no invasiva, verde o natural, como también se le conoce.
A la luz de nuestra realidad económica actual, se ha convertido además, en una alternativa nada despreciable de enfrentamiento a las curaciones de medicamentos industriales sacudidos por la crisis económica que sufre la humanidad, el bloqueo genocida, el sobreconsumo de sintéticos de alta tecnología y los altos precios que supone el mercado mundial para esta tipología de productos.
La tradición histórica junto al ensanchamiento del pensamiento científico actual, generan y seguirán generando avances en este sentido, donde sin percatarnos elementos nacidos de creencias ancestrales pasan al plano curativo, avalados por investigaciones científicas al más alto nivel.
Adentrémonos ahora en el llamado mundo de la religiosidad popular, diferente conceptualmente de la categoría de religión. Veamos algunos ejemplos.
Para Kant, no era más que el "conocimiento de todos nuestros deberes como mandatos divinos".
Feverbach, sin embargo, descubre que si el teísmo asume a Dios como creador del hombre, según él, este proceso era a la inversa "ya que es el hombre el que crea a Dios".
Son conocidos los estudios y opiniones que sobre el tema realizaron Marx y, singularmente, Engels. Solo acotaremos, dado este conocimiento general, un pequeño fragmento de sus análisis.
Para Marx, "la religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio de los pueblos"[1].
Para nosotros, como forma de demostrar su esencia, diremos sencillamente que religión es la fe en la existencia objetiva de lo supranatural, de lo sobrenatural.
¿Qué diferencia entonces estos conceptos de religión de la llamada religiosidad?
Tomaremos la definición del profesor Jorge Ramírez Calzadilla que afirma que "La religiosidad es el grado y modo con que las creencias y prácticas religiosas se presentan en la conciencia y conducta del creyente o grupo de creyentes".
En nuestro caso en particular la religiosidad se manifiesta espontánea, rica en emociones y prácticas utilitarias (entre ella las curativas), alejada de organizaciones o instituciones que tracen normas dogmáticas.
Su eje fundamental descansa como ya enunciaremos en su carácter práctico-utilitario, en su inmediatez, en lo subjetivo y espiritual, de ahí que se atribuyan papel curativo a plantas, animales, rezos o figuras simbólicas.
Por esta razón el personal de salud, debe saber deslindar entre lo mítico y lo real, entre lo sobrenatural y lo objetivo, entre la creencia y la razón. Solo de esta forma podemos asimilar la utilidad verdadera de estos elementos supuestamente religiosos y las verdaderas propiedades curativas de muchos de ellos.
Adentrémonos ahora en el asunto fundamental que nos mueve en este trabajo, la vinculación práctica religiosidad-salud en Cuba hasta la actualidad.
El estatus colonial de la Isla hacia el siglo XIX es para muchas voces autorizadas el elemento que más lastró el enraizamiento de una medicina que ya a nivel mundial se iba desligando de lo mágico-mítico-religioso. El dogal colonial negaba el acceso de las familias humildes a los pocos progresos de la medicina cubana en aquellos tiempos. Esto motivó la actividad religiosa con fines "curativos" que signaría toda la historia de la medicina popular cubana. Los heridos en las gestas independentistas eran asistidos por practicantes sin academia a través del herbario montuno.
Si partimos del presupuesto de que para la religiosidad en el monte está lo que veneramos, lo que tememos, lo que nos cura, vayamos entonces al monte esencialmente para "descubrir" estos secretos.
El Dr. Gabino Sandoval lo describe tácitamente al aseverar "El blanco va a la Iglesia a pedir… los negros van al monte…"
El monte encierra, junto a la magia, todo lo necesario para conservar la salud, pero eso hay que solicitarlo respetuosamente. En nuestro contexto este creer africano se mezcló también con tradiciones religiosas cristianas.
Sin dudas, el desarrollo de estas creencias no ha anulado la fe tradicional católica y las de otras denominaciones cristianas. En estas los creyentes continúan pidiendo a su dios por su salud, a través de la oración y las promesas, que en el catolicismo siguen acompañadas de la devoción por los santos.
Uno de los actos de devoción más difundidos dentro de esta religión, en el que los creyentes suelen pedirle a Dios a través de la mediación de la Virgen María, por su salud y la de sus allegados, es el rosario.
Ejemplifiquemos cómo se dan estos préstamos entre las religiones para comprender a cabalidad:
– Algunas plantas nacieron en el calvario, porque sanaron las llagas de Nuestro Señor, o fueron sembradas por la misma Virgen (María) o recibieron de sus manos esta bendición.
Por estas facultades curativas, por este poder mágico que se les atribuye, negros y blancos no pueden prescindir de ellas.
Con "ewes" (plantas o hierbas medicinales) para lucumís-yorubas con vititi-nfinda se alivia el dolor de estómago y se curan las llagas.
Árboles y hierbas en el campo de la magia son inseparables de la medicina popular. Son agentes de la salud. Para el cubano mestizo de espíritu y cuerpo existe un amplio conocimiento de estas virtudes curativas, que no solo retornan la salud al cuerpo, sino que la protegen de cualquier "malembo" o "ñeque" que suele producirla.
Pero tenemos otros ejemplos de este rico legado cultural que la religiosidad popular nos da:
El bicarbonato no goza de más prestigio que la albahaca morada de Oggún o que la mejorana de Obbatalá.
Frases como estas llenan nuestras vidas:
"La medicina está viva en el monte".
"Yo conozco la yerba pa" eso".
"El médico no sabe, llévelo a la manigua a ver si sabe".
Lo cierto es que en la religiosidad cubana, las yerbas viven junto a la penicilina.
"En cuanto a la medicina… Es botánica disfrazada -palo y yerba- y en el monte están todas vivitas".
La enfermedad (oigú- aro = yari- yari, fwa) es la enemiga más temible de la felicidad, y sobre todo del pobre. Es obra de algún bilongo y su solución está en el monte.
Antes de proseguir, parece válido hacer una presentación santoral, dada la especificidad sincrética de nuestras prácticas religiosas asociadas a la salud. Existen divinidades con una notoria influencia sobre el proceso salud-enfermedad, siendo las más importantes:
Babalú Ayé: es un dios protector de los enfermos, a los que concede milagros, pero se muestra severo e implacable con quien no le obedece o se olvida de cumplir las promesas hechas. Su hierba es la escoba amarga, con la que limpia y purifica a los enfermos. Uno de sus caminos es Chapkuana, que "parece ser el originario dios de la viruela entre los yoruba"[2]. Sus devotos le hacen promesas y son dados a los sacrificios de flagelación. Cada 17 de diciembre, su día, visten tela de saco -sayas las mujeres y pantalones o camisas con los botones dorados los hombres-, y en La Habana cumplen una promesa, ya tradicional, de salir en procesión "desde un punto bien alejado, a pie, a rodillas, casi o a rastras, halando piedras o cadenas, hasta el mismo sanatorio del Lazareto, en el poblado del Rincón, donde se le rinde culto. Este santuario y hospital de leprosos ha sido testigo de la expresión más agudizada de la religiosidad popular"[3].
Ochún Kolé: protege a las mujeres embarazadas, por lo que se dice que "cuida las barrigas".
Naná Burukú (Virgen del Carmen): cuidador de los enfermos y "madre de los San Lázaros". Protege a los ancianos. A este santo se le suelen hacer muchas ofrendas y se trata con mucha sutileza, pues es muy viejo y se molesta con facilidad (su culto en Cuba es muy reducido)
Los Ibbeyi (San Cosme y San Damián): Son niños e hijos de Changó que protegen a los niños[4]
Inle (San Rafael y a veces San Ambrosio): es médico del monte y curandero experto. El coral y el azabache son sus piedras predilectas[5]
Osaín (San José, San Benito, San Jerónimo e incluso San Ramón): botánico misterioso, yerbero mayor, curandero y dueño de los secretos del monte. "Es el que posee mayor conocimiento de las plantas y sus virtudes curativas. Es cojo, tuerto y manco. Se representa con un güiro, y vive colgado de los ilé orisha"[6].
Los dioses (o santos) también castigan con enfermedades que pueden incluso matar a los seres humanos. Así Orula, lo hace con la locura, Obbatalá con la ceguera, Babalú Ayé con la gangrena, la lepra o la viruela. Se dice que este santo tiene por mensajeros a los mosquitos y las moscas, portadores de plagas y enfermedades. Además del culto a los orishas, los santeros tributan culto a los muertos (ikúes), que según ellos protegen o traen desgracia a las personas si no son bien atendidos.
No debemos olvidar tampoco que como parte de nuestra mezcla cultural, en la religiosidad popular se arrastran también criterios místicos provenientes de otras regiones del mundo (chinos, canarios, haitianos y jamaiquinos, entre otros), pero con una misma idea central: en la naturaleza está la cura de todos los males. Son precisamente muchas yerbas comunes las que más valor tienen en la profilaxis. Veamos algunas de sus nomenclaturas:
Bledo————————— Eweteté
Berro————————— Eweiguére- yeyé peregúo
Cordoban———————- Ewe jere gúo
Maravilla———————– Ewewkúa
Malanguilla——————– Ewe Kóko
Siempre Viva—————– Ewe dudu
Rompe Zaragüey———— Ewe Tabaté Jan
Solo hemos mencionado algunas de las más de cien especies a las que se le atribuyen virtudes de curación o protección.
Es importante también ejemplificar algunas yerbas que para la religiosidad cubana tienen propiedades muy especiales y de las cuales se han corroborado virtudes curativas en el combate de determinadas enfermedades.
Almácigo: intestino- diarreas– heridas con objetos herrumbrosos.
Ambarina: Para sudar la fiebre y catarros.
Anamú: Para la dentadura (junto al cebo de carnero)
Anís: Dolores de viento, ingesta.
Anón: Para la cistitis.
Bibijagua o Campana: Para la tos.
Canutillo: Para lavar los ojos.
Caña Santa: Catarros bronquiales.
Cuajaní: Para el asma.
Galán de noche: Resistencia a los músculos de las piernas.
Grosella: Aparato digestivo.
Mangle: Reumatismo.
Manzanilla: Intestino.
Marañón: Hemorroide.
Quiebra hacha: Purgante.
Tuna: Inflamaciones.
Estos son algunos ejemplos de los tantos que hoy se utilizan y que tienen su origen, como se ha expresado anteriormente, en la influencia religiosa y han llegado hasta nuestros días. No podemos olvidar las propiedades curativas de las plantas e hierbas tradicionales, base del desarrollo farmacológico y de la industria farmacéutica cubana.
Conclusiones
La práctica cubana de la medicina, no puede y no debe desligarse de la religiosidad, las necesita, forman su propia cultura. El alto nivel de vida alcanzado por nuestro pueblo, la elevación de su cultura como conquista revolucionaria, no debe desarraigarse nunca de lo más autóctono de nuestras tradiciones. Debe buscar su justo equilibrio.
No podemos negar que en Cuba, muchas veces el "remedio" se prefiere al medicamento elaborado, y el cocimiento popular al antibiótico. En campos, bateyes, pueblos y ciudades se recurre a estas prácticas y no pueden obviarse.
Para nosotros la investigación y el análisis proceden de estudiar el misticismo, el folklorismo, pero eso no puede llevar a su separación. Así ha sido durante siglos y seguirá planteándose en los tiempos actuales. La realidad de las praxis, la experiencia acumulada, nos permite anotar las siguientes sentencias que explican la convivencia de la razón (ciencia) con la fe (religiosidad) en el plano de la salud cubana:
En la medicina la certeza del diagnóstico y el tratamiento de enfermedades no es del 100%, por ello siempre habrá cabida a la formación de asideros ideológicos que avalen lo humanamente inexplicable. Ahí hace su aparición la religiosidad.
La existencia fundamentada en el tiempo de divinidades, obliga a su feligresía a la consulta de todo tipo de temas, entre ellos los vinculados a salud.
La presencia de población militantemente religiosa y de niveles de instrucción todavía deficitarios en ellas alienta la acogida de la religiosidad para "solucionar" problemas con carácter más o menos inmediato que le tomaría tiempo a la medicina solventar, como suele suceder en tratamientos médicos prolongados.
El sistema de la salud cubana prepara a la población desde los diferentes enfoques educativos culturales el tratamiento a la salud donde ciencias médicas, creencias religiosas, idiosincrasia compartan un todo único: calidad de vida de la población
Bibliografía
M. BARNET, Cultos afrocubanos: La Regla Ocha y la Regla de Palo Monte, 1995. Ediciones Unión, La Habana, pp. 61-62.
Guadarrama, P; C Suárez. (2002) Religión y religiosidad. Filosofía y sociedad. Editorial Félix Varela. La Habana.
C Marx; F Engels. (1962)Obras Escogidas, Editorial. Progreso Moscú en II Tomos.
Currículo de la autora:
Lic. María Cecilia Aparicio Martínez.
Graduada en Estomatología en 1980. Especialista en Prótesis Estomatológica, Grado I. alcanzado en 1986
Trabajadora de la clínica estomatológica José A Somarraba del municipio de Quemado de Güines desde 1980.
Profesora a Tiempo Parcial en la filial municipal de Quemado de Güines perteneciente al Instituto Superior de Ciencias Médicas de Villa Clara. "Dtr. Serafín Ruíz de Zárate Ruíz" desde 2003.
Especialidad: Estomatología.
Asignatura que imparto: Rehabilitación
Autor:
Lic. María Cecilia Aparicio Martínez.
Graduada en Estomatología en 1980. Especialista en Prótesis Estomatológica, Grado I. Profesora a tiempo Parcial. Filial de Salud en Quemado de Güines.
Diciembre de 2011
País : Cuba
Enviado por:
Mario E. Dorta Polier
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