El desarrollo artístico y cultural de Canadá ha sido el resultado de siglos de interrelación de razas y nacionalidades en un proceso donde se ha concentrado, para luego irradiarse, una gama de culturas y tradiciones provenientes de casi todas las regiones del planeta. Antonine Maillet escribió: Tres océanos, millones de lagos, bosques vírgenes, las Rocallosas, las márgenes del río San Lorenzo y cuatro estaciones bien definidas: estos regalos de los dioses forman una gran nación. Agreguemos a estos un alma esculpida por tres mil años de cultura amerindia, greco-latina y occidental y el resultado es Canadá, una hora brillante en la historia del mundo.
O sea, no es solo la grandeza de la nación en bellezas geográficas y naturales o en poderío económico y social, es también la mezcla de las más variadas culturas que comenzó a forjarse desde que los primeros aborígenes cruzaron el estrecho de Bering para instalarse a lo largo y ancho del continente americano hasta los actuales movimientos migratorios que llevan a miles de personas a establecerse en un medio nuevo y con el tiempo dan su aporte a la consolidación de una nacionalidad. Al respecto Bruce Hutchinson escribió: Ellos traen, como los primeros canadienses franceses, los ingleses, los irlandeses, y el resto de nosotros, una fracción del viejo mundo. Es de estas fracciones, mezcladas juntas y suavizadas por el medio, que Canadá se ha formado. (1)
Dentro de este espectro cultural que le ha aportado al país parte de su desarrollo social se destacan las distintas manifestaciones artísticas que ubican a la nación como una potencia cultural mundial, y dentro de estas manifestaciones se destaca la literatura de forma general y la poesía de manera específica.
Benjamín Valdivia escribió: De la poesía canadiense me sorprendió su puntual y sutil sensibilidad (…), su reciente formación, matizada por voces y giros inmigrados, por asimilaciones culturales de registro diverso y el distintivo toque de la naturaleza de aquellas latitudes. (2)
De todas las razas y nacionalidades que forman la nación canadiense, la anglófona y la francófona, por el número de habitantes, son las más fuertes y de estas dos siempre ha sobresalido la literatura de habla inglesa, fundamentalmente por una cuestión de difusión.
Cuando se habla de escritores canadienses siempre se mencionan, involuntariamente, autores de la talla de Emily Carr, Margaret Atwood, Al Purdy o Stephen Leacock entre otros, todos del área angloparlante. Indudablemente la maestría en el manejo de la pluma, la máquina de escribir o el ordenador ha quedado demostrada en el valor estético que sus obras poseen. Sin embargo, existen cientos de escritores y artistas en la provincia de Quebec y otras áreas de habla francesa que son verdaderos maestros en el arte de la palabra, que son ampliamente reconocidos en su medio, pero muy poco divulgados fuera de este. Félix Leclerc, Raymond Levesque, Gilles Vigneault, Claude Beausoleil, Chrystine Brouillet, Daniel Jacques y muchos otros también forman parte del desarrollo artístico de Canadá.
Muchos de estos autores, relevantes en cada género literario, han sobresalido, de manera magistral, en la poesía y la canción, y esto ha sido el resultado de la propia idiosincrasia del pueblo quebequense así como de la musicalidad que el idioma francés posee. Estas son las causas por las cuales casi todos los poetas de esta región son a su vez compositores musicales y cantores, herederos de la lírica francesa.
La lírica es la poesía que con elementos subjetivos expresa, a través de una forma musical, las emociones y sentimientos del poeta. Es por ello que cuando hablamos de poesía quebequense debemos hablar también de canción. Tal es el caso de Félix Leclerc, quien se hizo famoso en París por sus composiciones y actuaciones y donde lo llamaron "le canadien". Gilles Vigneault lo nombró "el padre de todos nosotros" y está considerado como uno de los más grandes cantantes de Quebec del siglo XX. Sus composiciones poéticas elevan el género a su máxima definición con solo leerlas.
Poesía, y sobre poesía, han escrito muchos hombres y mujeres desde tiempos lejanos y lugares disímiles. Poesía escribió Shakespeare en Inglaterra y Martí en Cuba, Atwood en Canadá y Tagore en la India. Sobre poesía han escrito ellos mismos. El poeta inglés Matthew Arnold la definió simplemente como la forma más bella, grandiosa y eficaz de decir las cosas. El maestro de la lírica, el norteamericano Edgar Allan Poe, la describió como la creación rítmica de la belleza en palabras. Sus poemas son un espejo de la importancia del ritmo en el género.
Maestro de la lírica en Canadá es Gilles Vigneault. Al leer sus composiciones el límite entre poesía y canción es tan estrecho que es difícil identificar donde está una y donde la otra. El mismo lo explica cuando dice: El canto está en la poesía/ Así como el fruto en la flor. He aquí su grandeza como poeta y compositor.
Si en ocasiones nos resulta difícil comprender sus temas es producto de las corrientes actuales, que nacieron con el siglo XX, por las cuales transita la poesía moderna. Sin embargo, debemos recordar a Víctor Hugo, gran poeta y novelista francés, cuando escribió que en poesía no hay ni buenos ni malos temas sino buenos y malos poetas, que todo sale del arte, de cómo se trabajó, no de sobre qué ni por qué.
Gilles Vigneault es actualmente uno de los intelectuales quebequenses más conocidos y reconocidos. Nació el 27 de octubre de 1928 en la región de Basse-Côte-Nord. Estudió en el seminario de Rimouski (1942-1950) donde se destacó como escritor al publicar algunos poemas en distintos periódicos estudiantiles mostrando su interés por la música y la poesía. Se graduó en letras en la Universidad de Laval en 1953 y en el propio año participó en la fundación de la revista de poesía Emourie. Durante la década de 1950 se incorporó a la compañía teatral Les Treize desempeñándose como director y escenógrafo de la misma, y ejerció la docencia en Valcartier y en la Escuela de Tecnología de Quebec. En estos mismos años comenzó a trabajar para la televisión animando el programa Los invitados del Padre Matías de la Sociedad Radio-Canadá (SRC) de Quebec así como otros programas de la misma estación donde escribía los guiones. Incursionó también en la radio sin alejarse del teatro. En diciembre de 1958 conoció al folklorista Jacques Labrecque quien grabó, pocos meses después, las dos primeras canciones de Gilles Vigneault: Jos Monferrand y Jos Hébert, y para quien continuó escribiendo canciones durante el año 1959. En agosto de 1960, en el escenario de "La boîte à chansons" ("La club de canciones") de Quebec, Gilles Vigneault cantó en público por primera vez. Ha producido más de treinta discos y publicado más de veinte libros. Por su destacado papel en el desarrollo de la cultura canadiense ha obtenido diversos reconocimientos tanto nacionales como internacionales destacándose el Premio del Gobernador General de Canadá en 1965 por su colección Quand les bateaux s´en vont (Cuando los botes se van) así como numerosas medallas y condecoraciones entre las que sobresalen el Gran Premio del Disco Canadiense en 1962 por su primer álbum; el Gran Premio del Tercer Congreso del Espectáculo y la Animación en 1963; el segundo y primer premios en los Festivales de Sopot, Polonia en 1964 y 1965 con las canciones Jack Monoloy y Mon Pays (Mi País), respectivamente; el Premio Félix Leclerc del Festival del Disco de 1965 por la canción Mon Pays; el Premio Calixa-Lavallée de la Sociedad San Juan Bautista de Montreal en 1966; varios premios de la Academia Charles-Cros en las décadas de 1970, 1980 y 1990; el Premio Henri-Jousselin en Francia por el conjunto de sus canciones y la medalla Glorie de l’Escolle de la Universidad de Laval en 1988; las insignias de Oficial de las Artes y las Letras y la Medalla de Vermeil de Paris en 1990 durante el homenaje que se le dedicó en esta ciudad por sus 30 años de vida artística; y el Premio Homenaje por el conjunto de su obra en el Festival de Verano de Quebec en 1992. Es Caballero de la Orden de la pléyade, de la Orden de Quebec, así como de la Legión de Honor del gobierno francés. Ostenta el Premio Denise-Pelletier y un doctorado honorífico de la Universidad de Québec en Rimouski.
Su producción artística y literaria es ampliamente conocida en Canadá y Europa, específicamente en Quebec y Francia donde ha realizado conciertos y grabaciones, sobresaliendo en los espectáculos y giras en Quebec, Montreal y París. Su obra ha sido publicada en Canadá y Europa y muchos de sus libros han sido traducidos a otros idiomas, fundamentalmente al inglés y al japonés. Durante la Feria Internacional del Libro 2003 de Guadalajara, México, y donde Quebec fue la región invitada de honor, la obra de Gilles Vigneault fue presentada mediante el título en español El mar, el amor, la muerte (La mer, l’amour, la mort).
Ha trabajado con conocidos artistas como el pianista Gaston Rochon quien lo acompañó durante muchos años en su trabajo, además de Claude Leveillée, Félix Leclerc, Robert Charbelois y muchos otros que han interpretado magistralmente sus composiciones. Ha escrito numerosas canciones para el cine y ha sido objeto de filmes como Miroir de Gilles Vigneault en 1972 y The Words and Music of Gilles Vigneault en 1973 entre otros.
Como la mayoría de los intelectuales a escala internacional, su vida no ha estado alejada de la política y se ha manifestado sobre distintos acontecimientos tanto dentro como fuera de Canadá, y como muchos artistas quebequenses Gilles Vigneault no ha estado ajeno al acontecer político de su provincia, militando activamente en el movimiento independentista de Quebec. Es así que bajo la influencia de los acontecimientos de octubre de 1970 en Quebec, participó en distintas manifestaciones separatistas y compuso poemas y canciones donde ha expresado, abiertamente, sus ideas políticas. En la canción Ti-Cul Lachance, compuesta en 1973, ataca directamente al primer ministro de la época, Pierre Trudeau. Su participación en el espectáculo "Poemas y canciones de la Resistencia" en Gésu en 1971 es otra muestra de su pensamiento político, el cual se ve reafirmado en 1980 al adherirse al SI en el referendo constitucional de ese año. De la misma manera ha continuado sus actividades políticas a favor de la separación de Quebec de la federación canadiense.
Sin embargo, es incuestionable el aporte de sus canciones, poemas y cuentos a la consolidación de la nacionalidad canadiense, incluso desde posiciones independentistas.
Si se leen sus poemas desde una perspectiva quebequense, se encontrarán innumerables manifestaciones de separatismo, más, si estos se leen desde una perspectiva más general, cualquiera de ellos podría reflejar el acontecer cotidiano de la gran nación. La premiada y discutida canción Mon Pays es un ejemplo de ello. "Mí país" podría ser todo Canadá. Leslie de Freitas, en sus años de estudiante de la Universidad de McGill en Montreal, escribió: (…) el poeta nacionalista Gilles Vigneault escribió una bella canción titulada Mon Pays en 1971. La primera línea dice: " Mon pays ce n’est pas un pays c’est l’hiver". Mi país no es un país es el invierno. La nieve está en nuestra sangre. Pero si tratamos de aguantar la nieve en nuestras manos para examinarla más cercanamente, o la ponemos debajo de un microscopio, se convierte en agua.
La nieve es parte de todo Canadá y la descripción que el autor hace de Quebec en esta canción podría ser la misma de cualquier otra región del país. Es mucho más, sus poemas, canciones y cuentos, por su vigencia, podrían reflejar la vida cotidiana en cualquier rincón del mundo.
Al analizar su obra encontramos que esta está impregnada del legado poético universal que a través de los siglos ha llegado a la actualidad reflejando, de modo particular, sus sentimientos personales hacia su país y su gente, muestra además, la variedad de temas sobre los que ha escrito el autor y que lo hacen convertirse en un máximo exponente de la cultura canadiense: le canta Vigneault a su país, a los niños, a la gente sencilla y común, a la naturaleza, al aire, a la nieve, a la tierra, al universo, al agua, al fuego. Le canta incluso a la naturaleza humana: En la composición Au bout du coeur (Al final del corazón) Vigneault toma al corazón como órgano principal del cuerpo humano para expresar sus sentimientos hacia la familia y hacia la lógica evolución natural y social de los integrantes de la sociedad. Para Gilles Vigneault el corazón es el centro que mueve nuestras vidas y todo cuanto nos rodea. En su segunda estrofa expresa: Tu corazón que hace girar la tierra,/ Que late para encontrar a los suyos,/ Es el músico solitario/ El más antiguo/ El busca también la melodía/ Que pondría los corazones en acorde/ Y el alma toda en armonía/ Con el cuerpo…
Le canta al trabajador en Les poètes (Los poetas): Mi vecino está casado/ Tiene catorce hijos/ Escribe hace quince años/ Poemas de acero/ Y de hormigón armado(…) y nos recuerda aquí, en alusión indirecta, a Walt Whitman, y, en el mismo poema, a Carl Sandburg: (…) el suelda, remacha, atornilla(…)
Le canta a la paz en Les papiers (Los papeles): Ayer mi hermano recibió sus papeles militares/ Que le proponen alistarse voluntario/ Para ir a matar gentes/ Del otro lado del mundo (…) y nos recuerda, en alusión directa, al peor enemigo de la raza humana: la guerra, y su obra adquiere una significante vigencia.
Le canta al amor, sin distinción de razas, en Jack Monoloy: Jack Monoloy amó una Blanca/ Jack Monoloy era indio/ El la veía todos los domingos/ Pero los padres no lo sabían/ Todos los abedules del río Mingan/ Todos los abedules lo recuerdan/ La Mariouche era blanca/ Jack Monoloy era apuesto/ Jack Jack Jack Jack Jack/ Decían los patos las perdices/ Y las cercetas/ Monoloy dijo el viento/ La Mariouche es para un Blanco.
Se observa en esta sola estrofa su constante interés por la naturaleza, como el mayor admirador de los poetas románticos, sin embargo, su poesía es realista: emplea un claro lenguaje real y actual, simple y sincero, con ritmo orgánico y, en muchos casos, versos libres. Su técnica se asemeja al simbolismo francés del siglo XIX aunque más novedosa y pura. Pero lo que más lo identifica es el carácter concreto de su estilo lingüístico y literario.
El empleo de figuras retóricas en su obra es tan amplio que esta puede tomarse como material didáctico instructivo de la poesía moderna: símiles, metáforas, personificaciones, hipérboles, detalles sensoriales y comparaciones abundan en sus composiciones.
Tomemos como ejemplo su poema Chanson (Canción), todo un catálogo de elementos naturales, el cielo, el bosque, el agua, el mar: Yo hice mi cielo de una nube/ Y mi bosque de una caña/ Yo hice mi más largo viaje/ Sobre la hierba de un arroyo. Comparaciones exageradas que un romántico del siglo XIX no haría, y continúa "haciendo" De un charco de agua: el mar/ De una piedra (…) mi isla/ De un cubo de hielo (…) el invierno. Sin embargo, entre todas estas invenciones Vigneault "hizo" De un poco de cemento: la ciudad: Dentro de su insaciable interés por la naturaleza aparece la mano del hombre a través de algo tan rudo como el cemento y algo tan realista como una ciudad. Termina su poema con una de las hipérboles más bellas de la poesía moderna: Es así que cuando oso/ Ofrecer a vuestra belleza/ Una rosa, en esa rosa/ Están todos los jardines del verano.
La misma abundancia de figuras retóricas aparece en el poema Dans les sirènes… (En las sirenas…) donde la concreción del lenguaje se expresa a través de imágenes sensoriales capaces de introducir al lector dentro del propio poema. Veamos un ejemplo: En las sirenas de las fábricas/ En las bocinas de la hora cinco/ En el crujido de los neumáticos/ En el estruendo continuo de la ciudad/ Yo escucho el mar. Y continúa: En las profundidades del sueño/ En los secretos viajes de la noche/ En la oscuridad herida de neones/ Yo veo el mar. Personifica en los dos últimos versos la noche y la oscuridad, y el lector termina insertándose en el mundo del poeta. Es esa su intención, con un lenguaje simple y directo. Y aunque el autor está marcado por los ingredientes de la vida cotidiana, no pierde su optimismo y su interés por la naturaleza.
Ha escrito desde modernas epopeyas hasta clásicos epigramas. Su composición Le gens de mon pays (La gente de mi país) pudiera considerarse un poema épico moderno. En las antiguas canciones de gesta se describían las hazañas de grandes héroes que representaban una raza: La Ilíada, La Eneida, La canción de Rolando, Los nibelungos, Beowulf, El Cid son típicas descripciones de los pueblos griego, latino, francés, alemán, inglés y español. Son narraciones poéticas largas donde se observan elementos de la cultura y la nacionalidad de esos países. Le gens de mon pays no trata las hazañas de un héroe en particular, mucho menos en pleno siglo XX, sino una de las características, según la visión del autor, de la gente de su país: el placer de hablar, y a partir de este se describe una serie de actividades sociales e individuales que realiza su pueblo, en una composición poética lírica de larga narración: seis estrofas compuestas cada una por 16 versos para hacer un total de 96.
Otros poemas y canciones de larga narración hablan de la vida, con su bonanza e infortunios, de un personaje concreto, como la bella composición Madame Adrienne donde narra la historia de una enfermera de 80 años ya, que se dedica a cuidar niños abandonados en los hospitales, Madame Adrienne tuvo que enfrentar, siendo joven, (… ) una moral insensible al amor(…) cuando, al dar a luz un niño, tuvo que dejarlo en adopción por ser el resultado de un amor fuera del honor. Su historia termina con el feliz reencuentro, luego de 60 años, de la madre y el hijo.
O la historia, que puede ser común a cualquier hombre, descrita en Théo l’orphelin (Teo el huérfano) sobre la evolución de un niño huérfano hacia la adultez y los cambios internos del ser humano así como del medio circundante. Con su lenguaje simple, directo y concreto, nos entrega una composición actual y completamente realista: Cuando yo era un pilluelo/ Perdí mi padre y mi madre/ Teo el huérfano/ Así me llamaban los vecinos/ Más tarde me hice/ Como se dice: todo un hombre/ Ese era mi destino/ Estaba escrito en mis dos manos. Teo crece y abandona su aldea y al regresar, luego de muchos años, se encuentra con que todo ha cambiado: la aldea es una ciudad y la gente no es la misma.
Con estos ejemplos épicos, la obra poética de Vigneault entra dentro de la categoría de prosa en poesía y el contenido de sus composiciones puede ser contado, simplemente, como un cuento.
Por otra parte encontramos composiciones tan pequeñas como Juin (Junio) y Midi (Mediodía) entre otros. En Aperçu (Imágen), Vigneault solo nos dice: La miette nue/ Un moineau l'a vue/ De très haut… (La miga desnuda/ Un gorrión la vio/ desde bien alto…)
En su producción artística se pueden encontrar composiciones que siguen un patrón poético con rima y métrica estables u otras más libres cuyo estilo recuerda los poemas del gran poeta francés Apollinaire por la ausencia de signos de puntuación, reflejo del desarrollo alcanzado por la humanidad en la ciencia y la tecnología que ha traído consigo el dinamismo de la vida moderna, pero en todos los casos está presente el lirismo como característica esencial de su estilo.
Su poema Petite heure es una muestra de un patrón fijo de composición, en él se observa una rima estable a b a a en cada estrofa y a la vez una rima b b cada dos estrofas en el segundo verso. Existen otros elementos como aliteración en L´après-midi meurt, Sa mauvaise humeur, Se mêle aux rumeurs, figuras retóricas en la vie est muette, y la propia musicalidad de la lengua francesa.
Baladas, sonetos, temas históricos y cotidianos, canciones folclóricas, propias para el baile, y mucho más, aparecen en su producción, una de las más amplias del mudo cultural canadiense en la actualidad.
Quebec no es solo Celine Dion y la provincia donde esta ubicada Montreal, es mucho más, es el reflejo de lo que la cultura hace para consolidar la nacionalidad y el valor que dentro de esta relación posee la literatura es inmensamente rico.
En muchas ocasiones se le ha preguntado a la gente qué es Canadá, y entre muchas respuestas se escucha que Canadá "es el lugar donde queda Montreal" (3), sin saber incluso entonces qué es Quebec.
Bruce Hutchinson ha escrito: Todos los canadienses eran inmigrantes unas pocas generaciones atrás, y tan diversos de sangre que ningún grupo racial puede reclamar ser una mayoría nacional. Somos una nación de inmigrantes y minorías, que lentamente se combinan y resultan en lo que llamamos la raza canadiense. (4)
Comprender poesía es una tarea difícil, pero una vez que se logra se convierte en placer. M. Edmund Speare escribió: Para entender y disfrutar la poesía, uno debe leerla y releerla como se lee y se relee una carta de la persona amada. (5)
Y a través de la poesía conocemos los sentimientos más profundos del creador y su visión del mundo que lo rodea y, por consiguiente, conocemos otros pueblos y su cultura que al incorporarla a nuestros conocimientos elevamos la nuestra. Ayudar a irradiar el espectro cultural canadiense es nuestro objetivo, sin distinción de grupos y minorías.
REFERENCIAS
- Hutchinson, Bruce. Cowboy from Holland. The Act of Writing. McGraw-Hill Ryerson Ltd. Toronto, 1983.
- Valdivia, Benjamín. La nieve inmaculada. Universidad de Gunajuato, México, 2002.
- Pittman, Al. The Day I Became Canadian. The Act of Writing. McGraw-Hill Ryerson Ltd. Toronto, 1983.
- Hutchinson, Bruce. Op.cit.
- Speare, M. Edmund. Great English and American Poets. Pocket Books, Inc. Nueva York, 1942.
BIBLIOGRAFIA
- Conrad, Ronald. The Act of Writing. Toronto: McGraw-Hill Ryerson Ltd., 1983.
- Deshusses, Pierre, et. al. Dix Siècles de littérature française. París: Bordas, 1990.
- Lazar, Gillian. Literature and Language Teaching. Cambridge: Cambridge University Press, 1993.
- Michele Kaltemback, Marienne Rocard. Lecture(s) du paysage canadien. Association Française d’Etudes Canadiennes, 2002.
- Prieto Alfonso, Concepción, et. al. The Literature of Great Britain. La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 1981.
- Speare, M. Edmund. Great English and American Poets. Nueva York: Pocket Books, Inc., 1942.
- Valdivia, Benjamín. La nieve inmaculada. Universidad de Guanajuato, 2002.
- Vigneault, Gilles. Au bout du coeur. Quebec: Editions Le Vent qui Vire, 2003.
9. Vigneault, Gilles. Le grand cerf-volant. Quebec: Nouvelles Editions de l’Arc,
1986.
Autor:
Lic. Vladimir Molina Raad
Cátedra de Estudios Canadienses
Las Tunas, Cuba.
2004