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Arte cubano del siglo XX (página 2)


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En la segunda etapa -años finales del treinta y década del cuarenta-, se asiste al nacimiento de una segunda generación de artistas modernos que se avienen con las estéticas vanguardistas y las soluciones nacionalistas de la promoción anterior -Wifredo Lam, Amelia Peláez, Mariano Rodríguez, René Portocarrero, Mario Carreño, Cundo Bermúdez, Roberto Diago, Serra-Badue, Felipe Orlando…-. De hecho, ambas generaciones comparten en ocasiones los mismo salones expositivos.

En este sentido, el año 1937 marca con dos hechos trascendentales: por un lado, la presentación de la Primera Exposición de Arte Moderno, donde al lado de los pioneros del vanguardismo en Cuba, exponen representantes de esta segunda generación; la confluencia de ambas promociones asegura la continuidad de la búsqueda de lo cubano, y con una concepción muy personal que los hace bien distinguibles en sus formas expresivas. Este trabajo continuo permitió la consolidación de un arte moderno, y hasta determinó la creación de una pintura regional, luminosa y colorística que, en boca de la crítica de la época, adquirió el nombre de "Escuela de La Habana".

Por otro lado, en este mismo año se crea el efímero Estudio Libre de Pintura y Escultura, impartiéndose por primera vez en la isla la enseñanza de la pintura mural. Y es que, a la par de las corrientes postimpresionistas que continúan influyendo -amén de otras referencias como el expresionismo, el cubismo y el surrealismo-, se hace sentir con mucha fuerza la estética del muralismo mexicano y su vocación de proyecto social. La creación de este Estudio Libre testimonia esta influencia, concretándose dos objetivos básicos de este movimiento mexicano: la renovación de la enseñanza y la práctica de la pintura mural. La composición pictórica del mural y el esculturalismo de las figuras es traducido a la pintura de caballete por Mariano Rodríguez y Jorge Arche.

Ya en la primera mitad de la década del cuarenta, la plástica cubana está en una etapa de afirmación de valores temáticos y formales. La herencia afrocubana, con Wifredo Lam, encuentra un reconocimiento definitivo, ya no es sólo la representación del negro como raza, ahora se legitiman, a través del arte, las creencias, los elementos simbólicos de la cultura que funcionan a niveles más complejos: personajes, sucesos y formas oníricos del pensamiento mágico y religioso de la gente, encuentran un reconocimiento definitivo. La simbología de Lam es rica en elementos zoomorfos imbricados, a veces, en una copiosa vegetación a la manera de La jungla (1943). Es la simbiosis entre el monte y las deidades afrocubanas, lógico remedo de un pensamiento mítico-simbólico que entiende el monte como habitad de estos dioses.

Wifredo Lam. La jungla, 1943, óleo/papel reforzado; 239,4 x 230 cm. (Museo de Arte Moderno, Nueva York).

René Portocarrero. Interior del Cerro, 1943, óleo/tela; 70 x 57 cm. (Museo Nacional de Cuba, La Habana).

Es también la época de los paisajes urbanos y barrocos de la pintura, donde los elementos tradicionales de la arquitectura, las artes decorativas y el mobiliario, devienen en protagónico. Hablamos de los arcos y las columnas, de la herrería de balcones y ventanas, de los medios puntos de la vidriería y del sillón de mimbre… Es la obra de Amelia Peláez que recrea, a través de una luminosidad cromática, la arquitectura de La Habana. O el ejemplo de Portocarrero en su Interior del Cerro (1943). El barroco de formas y colores, a veces en yuxtaposición, se despliega ampliamente en la confección de naturalezas muertas con flores y frutas tropicales, donde hasta la figura humana se integra y casi desaparece.

Si bien es la pintura, dentro de las artes plásticas, la manifestación que mejor asume este ejercicio de renovación, la escultura dará algunos destacados ejemplos de estilización y síntesis (Teodoro Ramos Blanco, Florencio Gelabert, Fernando Boada, Ernesto Navarro, Rita Longa…) En Ramos Blanco asistimos a un fuerte contraste entre las formas pulidas y zonas sin trabajar de sus piezas. Por otro lado, Ramos Blanco y Gelabert se interesan por la temática afrocubana.

Finales del 40 – década del 50.

A finales de la década del cuarenta, las formas expresivas de la pintura figurativa van a evolucionar hacia la síntesis de las formas -a veces geometrización de las figuras y los espacios-, lo cual es concordante con el nuevo estilo internacional que se va gestando: la abstracción.

La década del cincuenta ve aparecer una tercera generación de artistas que desean integrarse a este discurso más internacional. Estamos en presencia de la tercera etapa, esa que marca la segunda gran renovación de la plástica. Estos nuevos creadores rechazan el estilo figurativo y cromático que ya entendían superado; se sustantiva el deseo, por parte de estos artistas, de ponerse al día con lo más novedoso que se está haciendo en Europa y los Estados Unidos. De modo que esta década se caracteriza por el enfrentamiento a lo que muchos creen que es el agotamiento de la figuración -colorística a veces, nacionalista siempre- como forma expresiva: la abstracción se revela contra una forma de expresión que era dominante.

Dentro de las estéticas abstractas que se desarrollan en la isla cabe señalar dos corrientes fundamentales: el expresionismo abstracto (Hugo Consuegra, José A. Díaz Peláez, Fayad Jamís, Guido Llinás, Raúl Martínez, Tomás Oliva, Antonio Vidal…) y la abstracción geométrica o concreta con sus juegos de geometrías y planos de colores (Sandú Darié, Salvador Corratgé, Luis Martínez Pedro, Pedro de Oraá, Loló Soldevilla…).

Sin embargo, contraria a la tradicional escuela figurativa de La Habana, la hegemonía del arte abstracto en Cuba fue efímera. Cabe mencionar la obra de dos de sus representantes más destacados: la del escultor Agustín Cárdenas, que desarrolló una estética muy moderna de inspiración africana; y la de Sandú Darié, que defendió la concepción del arte como "nueva realidad", creando obras de participación y de intervención urbana. Finalmente vale agregar que, a pesar del carácter internacional de los modos expresivos abstractos, de las búsquedas formales y de la liberación de sentimientos interiores que ofrece este lenguaje, muchas veces se esconde detrás de las obras de estos artistas un colorido local, y una estilización que, como hemos mencionado, hace referencia al legado afrocubano.

Década del 60.

Con el triunfo de la Revolución (1959), el nuevo gobierno promueve una entonces incipiente política cultural que, si bien no define las formas de expresión artísticas a desarrollar, reniega de las tendencias abstractas todavía en boga. Veladamente postula, a través de los discursos de intelectuales de orientación marxista, un arte ideologizado que ensalce los logros del cambio social, o que al menos sea un arte que no haga "armas" contra la Revolución.

En estos primeros años sesenta se inicia la "consecuencia cultural más importante de la Revolución: la de haber provocado el éxodo continuado de cubanos y la cristalización de una cultura cubana en países como Estados Unidos" (Mosquera). Entonces muchos artistas salieron para el exilio, incluyendo a la mayoría de los expresionistas abstractos. éxodo que por decreto se interrumpe a finales de los años sesenta y que se inicia nuevamente, por decisión estatal, en la década del ochenta, ante la eclosión de un arte político de fortísimo cuestionamiento a las instituciones del gobierno.

En esta primera década "revolucionaria", el apoyo del gobierno a los talleres de grabado y de diseño gráfico -eficacísimo medio difusor de mensajes ideológicos- genera el auge de un arte figurativo a través del cartel y la valla. Arte que en su forma expresiva evidencia la fuerte influencia del pop-art y de la cartelística polaca. Artistas como Raúl Martínez, René Azcuy, Félix Beltrán, Eduardo Muñoz, Umberto Peña y Alfredo Rostgaard, desarrollaron con fuerza este lenguaje de afiches, con estéticas que los hace bien diferenciables: desde la simbología de Beltrán, hasta el uso de la fotografía en Azcuy, pasando por el dibujo impresionante de Rostgaard. Se destaca entonces la cartelística de difusión cultural.

No obstante la hegemonía del cartelismo durante los años sesenta y parte del setenta, la abstracción perdura en la obra de importantes artistas como Martínez Pedro, Antonio Vidal y Sandú Darié. Este último desarrolla, en la década del sesenta, un arte cinético en el ámbito urbanístico, sobre todo en La Habana.

A tono con los acontecimientos anteriores, las artes plásticas de los años sesenta protagonizaron una "revolución" materializada en la asunción de lenguajes que se caracterizaron por la libertad de los procedimientos: desde la abstracción y la figuración, pasando por el expresionismo y el informalismo, a través de técnicas experimentales como el ensamblaje y el collage. No obstante la diversidad, predominó la línea figurativa de carácter expresionista y muchas veces experimental, siendo el collage la técnica que permitió "una salida airosa a la abstracción" (Cobas).

La década del sesenta muestra una importante representación de la nueva figuración en pintura y escultura, línea que se venía realizando en los Estados Unidos desde mediados de los años cincuenta. Destacan de este período Antonia Eiriz (1931-1995), Raúl Martínez (1927-1995), Servando Cabrera Moreno (n.1923) y Ángel Acosta León (1932-1964).

Muy contrario al optimismo de los primeros años "revolucionarios", la obra de Antonia Eiriz se desarrolla dentro de las claves de un expresionismo figurativo muy grotesco, que no se aviene con la línea ideológica que entonces predominaba. Sus pinturas y esculturas-instalaciones parecen ir a contracorriente: son la materialización del dolor, del drama y de la tragedia. Destaca de su producción el cuadro La anunciación (1962), obra entendida como premonitoria de la actual situación cubana.

Antonia Eiriz. La anunciación, 1962, óleo/tela; 190,5 x 243 cm. (Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, Cuba).

Raúl Martínez. Isla 70, 1970, óleo/tela; 200 x 243 cm. (Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, Cuba).

Por su parte Raúl Martínez desarrolla una línea de experimentación visual a partir de los logros del pop-art, creando una nueva iconografía que consolida la imagen de la Revolución, sus héroes y la vida cotidiana bajo el proceso "revolucionario". El interés por los temas sociales se aprecia en muchas de sus obras: esquemáticas figuras siempre expectantes que viven bajo el proceso "revolucionario", o en la desmitificación que hace de políticos y heroes nacionales. Isla 70 (1970) es su obra antológica. Dentro de esta misma línea de iconización de las nuevas creaciones sociales de la Revolución, se destaca la obra de Servando Cabrera con la representación de sus milicianos; discurso que finalmente evoluciona hacia el exaltado erotismo de sus imágenes.

Finalmente, Acosta León desarrolla una estética fantástica y surreal, personalísima y atormentada, colmando sus lienzos de artefactos de la vida cotidiana y desperdicios sobre ruedas, que marcan la psiquis trágica de este artista; y Manuel Mendive (n.1944), inscrito dentro de esa línea de interés por los mitos e imágenes de la religiosidad popular elabora -al decir de la crítica- sus pinturas y esculturas más significativas, inventando un curioso y variado inventario de imágenes para los dioses y las fuerzas sobrenaturales de la tradición afrocubana.

Década del 70.

La década del setenta abre con la dependencia total de Cuba a la Unión Soviética. Sujeción que se extiende a todos los sectores, incluyendo el cultural. Se reproduce en la isla el modelo soviético de institución estatal sobre la cultura, con la consiguiente burocratización del sistema del arte: producción, distribución y consumo. Dicho modelo generó, en lo ideológico y en lo estético, un arte generalmente complaciente y oportunista. Se abrió paso a lo que la crítica ha calificado como "decenio oscuro" o "década gris". Bajo el cliché estatal de "el arte como arma de la Revolución", buena parte de la producción artística devino en propaganda de la ideología oficial, y muchos no superaban el estrecho marco del nacionalismo pintoresco.

No obstante, cabe anotar a favor de esta década el desarrollo que tuvo el hiperrealismo en las obras juveniles de Flavio Garciandía (n.1954), Rogelio López Marín (n.1953) y Tomás Sánchez; así como la aparición de la obra destacada de artistas cubanos formados en los Estados Unidos y que, lógicamente, no pueden exponer en la isla: Juan González (1942-1993), Julio Larraz (n.1944) y Luis Cruz Azaceta (n.1942). González y Larraz desarrollan su obra dentro de los parámetros surrealistas, mientras Azaceta hace suyo los lenguajes del expresionismo. Todos, con más o menos incidencia, recurren a los aspectos autobiográficos, creando imágenes en torno a la tragedia del exilio involuntario: soledad y desarraigo. Dentro de esta misma línea destaca finalmente la obra de Ana Mendieta (1948-1985), el más destacado ejemplo del estado de orfandad simbólica del intelectual cubano emigrado. Su obra es un constante "ritual compensatorio vinculado a su exilio personal en términos psicológicos, sociales y culturales" (Mosquera). Es la primera artista cubana emigrada que logra exponer dentro de la isla (1981).

Período 80 – 90

A partir de los años ochenta se desarrolló un fortísimo movimiento artístico de pretensiones sociales. A la par de la pintura y la escultura, las experimentaciones de índole conceptual van ganando fuerza. Constituye un arte disidente que se expresa, principalmente, a través de la creación de instalaciones y de ambientes, que se interesa más por la idea que prefigura a la obra de arte, y menos por el objeto artístico propiamente dicho. De aquí la experimentación de vanguardia: el "arte de acción" –happening y performance– que surge como orientación fundamental, extravertida, como vía de transformación social. Toma fuerza un lenguaje que pretende fusionar el arte y la vida. En un principio, los artistas se interesaron por llevar sus propuestas a la calle, pretendiendo acercar el arte al público. Creaban situaciones donde hacían participar al espectador en la obra. Finalmente las propuestas conceptuales retornan a las galerías y a las salas de exposición.

Este movimiento -salvando las naturales imprecisiones de tal generalización -, que instrumentó sus propuestas desde los aportes del arte conceptual, desarrolló tres líneas fundamentales de trabajo: los que consideraban que la obra de arte era un objeto que sustentaba una dimensión espiritual y que era capaz de curar -Juan Francisco Elso (1956-1988), José Bedia (n.1959), Ricardo Rodríguez Brey, Luis Gómez (n.1968)…-. Los que centraron su interés en valorar los aportes de la cultura popular -Flavio Garciandía, Rubén Torres Llorca (n.1957), Antonio Eligio Tonel (n.1958), Ciro Quintana (n.1964), Adriano Buergo (n.1964)…-; y los que desarrollaron su arte dentro de la crítica social, cultural y política -Eduardo Ponjuan (n.1956), René Francisco (n.1960), Carlos Cárdenas (n.1963), Alejandro Aguilera (n.1964), Lázaro Saavedra (n.1964), Glexis Novoa (n.1964), José A. Toirac (n.1966)…

ABTV (Tanya Angulo, Juan Pablo Ballester, José Ángel Toirac e Ileana Villazón). La sonrisa de la verdad -obra incluida en la exposición Homenaje a Hans Haacke-, 1989, dimensiones variables. (Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, Cuba).

Las obras que se plantearon desde la crítica política fueron las más expuestas a la censura oficial. Fue el caso, por ejemplo, de la exposición Homenaje a Hans Haacke (1989) -del grupo ABTV, del cual formaba parte Toirac-, que no fue abierta al público con el pretexto de que "no era el momento histórico de reconocer tales cosas como ciertas". La sonrisa de la verdad (1989), obra incluida en esta muestra, denunciaba el carácter apologético de un pintor oficial que, antes de la Revolución y después de ésta, utilizaba una misma "fórmula artística": retratar a los líderes políticos.

Para la crítica especializada fue un "renacimiento" del arte cubano después del "largo túnel oscuro" de los años setenta, que despertó el interés del mercado internacional del arte por lo que se hacía en la isla. Este interés, junto al estado de censura y de velada represión cultural generó -entre las décadas ochenta y noventa- el segundo gran éxodo de intelectuales que, por su elevado número, no había tenido antecedentes en la isla y que engrosó, en buena medida, lo que se ha calificado como la "diáspora" de la cultura cubana. Por su importancia, el propio éxodo devino en recurrido tema de investigación entre los artistas de los noventa -Alexis Leyva Kcho (n.1970), Sandra Ramos (n.1969), Tania Brugueras (n.1968)…-, quienes se plantearon una reflexión en torno a la mencionada diáspora.

En líneas generales, los artistas conceptuales reflexionaron sobre el sentido del arte, su función y lugar en la sociedad. También desarrollan discursos críticos en torno a los valores de la sociedad contemporánea, a la política, a la violencia, al exilio involuntario y a la muerte. Del exilio y dentro de este período vale destacar las obras de César Trasobares (n.1949), Carlos José Alfonzo (1950-1991) y Félix González Tórrez (1957-1995).

Madrid, septiembre de 2003.

Glosario

abstracción. Expresión artística que no representa objeto reconocible alguno, y que surgió en Europa en la segunda década del siglo XX. Desarrolla dos tendencias fundamentales: una –abstracción lírica– que se apoya en el recurso plástico que le permite la libertad en el uso del color, y que ya había descubierto el expresionismo alemán. La otra –abstracción geométrica-, parte del libre uso de las formas a raíz de los hallazgos compositivos del cubismo.

cinetismo. Corriente artística que incorpora a la obra de arte el movimiento real o aparente. Alcanzó su máxima difusión internacional entre las décadas cincuenta y sesenta. El movimiento real puede lograrse a través de móviles accionados por el viento, o por motores. El movimiento aparente se consigue a través de la utilización de efectos de luz que producen en el espectador la ilusión de movimiento. Esta segunda variante también es conocida por Op art -Optical art- o Arte óptico.

cubismo. Corriente pictórica surgida en Europa -en la primera década del siglo XX- que se caracteriza por representar en un primer plano, todos los lados de un cuerpo, de modo que los diferentes lados pueden verse simultáneamente. A pesar de su carácter figurativo, la solución formal de esta pintura a veces parece abstracta y geométrica.

collage. Técnica que consiste en pegar, sobre una superficie, los más diversos materiales: papel, tela, plástico, madera… Los primeros en usar esta técnica como lenguaje artístico fueron los cubistas. También fue utilizado por el pop art y por el informalismo.

conceptualismo. Corriente artística que se interesa más por el "concepto", por el juego de ideas que se construye en la obra de arte. Poco importa el dominio técnico del artista, y menos el objeto artístico propiamente dicho. La obra conceptual se propone a través de diversos medios: visuales, audiovisuales, literarios, escénicos… Igual se exhibe en una galería que en un espacio público. Este modo expresivo tuvo su máximo apogeo hacia los años sesenta y setenta.

expresionismo. Arte pictórico que utiliza una combinación violenta de colores y una pincelada agresiva, dramática. El artista expresionista desborda en la obra sus sentimientos más íntimos. Esta pintura puede ser figurativa o abstracta. El expresionismo figurativo se desarrolló principalmente en la Alemania de 1905 a 1930. El expresionismo abstracto se desarrolló en Nueva York en la década del cuarenta.

futurismo italiano. Movimiento artístico fundado en Milán en 1909, que pretendía modernizar el arte de Italia liberándolo de su pasado. Se interesaron por la representación de la tecnología industrial y los medios de transporte, y utilizaron las formas angulosas y los trazos enérgicos. Exponente duro de ese "maquinismo" en el arte fue Fernand Léger, quien vio en el mundo industrial una referencia estética.

grabado. Incisión de una imagen sobre una plancha de metal o madera, que luego -con la ayuda de pigmentos- se imprime sobre un soporte generalmente de papel. Si el sistema de impresión se realiza por medio de una plancha de madera tallada, estamos ante el grabado xilográfico; si es sobre una plancha de metal: grabado calcográfico; si es sobre una plancha de linóleo: grabado linográfico. Y si se realiza utilizando un tamiz de seda: grabado serigráfico. La estampa que se obtiene por medio de estas impresiones también se llama grabado.

hiperrealismo o fotorrealismo. Tendencia artística que reproduce en grandes lienzos imágenes fotográficas. La selección de la imagen fotográfica fundamenta conceptualmente la obra que se propone. Tiene su génesis en el momento de apogeo del pop art.

informalismo. Tendencia artística de influencia internacional hacia los años cincuenta y sesenta. A partir de una pintura matérica, de texturas espesas, táctiles y generalmente de colores sobrios, el informalismo incorporará el azar y el interés en la experimentación, tanto como el uso de materiales extra-pictóricos, particularmente los orgánicos y de desechos.

neo (-expresionismo, –realismo, -surrealismo). El prefijo neo indica el resurgimiento de tendencias; en este caso, es la reaparición de características expresionistas, realistas y surrealistas. Son corrientes artísticas que surgen a finales de los años setenta.

pop-art. Movimiento artístico que surge en los años cincuenta en Inglaterra y los Estados Unidos; esta tendencia figurativa es impulsada internacionalmente por el mercado del arte durante la década del sesenta. Con ironía y humor sarcástico, los artistas pop se apropian de aquellas imágenes que provee la sociedad de consumo y la cultura popular.

postimpresionismo. Corriente pictórica europea de finales del siglo XIX y principios del XX, que siguió al impresionismo. Define la obra de un grupo de pintores -Van Gogh, Cézanne, Gauguin…-, caracterizados por las experimentaciones en el uso de la línea, el color, la forma y la composición general de la obra plástica. Constituyen las fuentes de los vanguardismos del siglo XX: expresionismo, cubismo, surrealismo

surrealismo. Movimiento artístico surgido en Francia en los años veinte, que se interesó por representar los impulsos del estado de inconsciencia: las imágenes desconcertantes e ilógicas del sueño se expresan a través del arte.

Autor:

José Ramón Alonso Lorea

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