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Manual de consejería pastoral (página 3)


Partes: 1, 2, 3

Ayudará al asesorado a utilizar sus recursos interiores y a echar mano de los de Dios en los momentos de crisis. No podrá depender siempre ni del pastor ni del Consejero.

Hasta aquí hemos avanzado en algo de suma importancia: la relación entre el Consejero Cristiano y el aconsejado. Hasta tanto tengamos claro que aquella persona a quien estamos asesorado es sumamente importante, alguien a quien Dios amó hasta tal punto que envió a su Hijo Jesús a morir por sus pecados, es improbable que tomemos con responsabilidad el problema que enfrenta y le encaminemos hacia las soluciones, con fundamento en los principios bíblicos.

Concluyo este capítulo recordando un hecho anecdótico que junto con mis compañeros de curso en el Seminario donde cursé la carrera de teología, nos llevó a dimensionar la enorme responsabilidad que encierra la Consejería Cristiana.

Fernando, un compañero de asignatura, estaba sumamente emocionado con los principios de Consejería que estaba recibiendo. ¡Y quería aconsejar a todo el mundo! Sentía que reunía las capacidades, como persona pero también como profesional, para brindar orientación.

En cierta ocasión fue a aconsejar a una joven que iba a la iglesia pero atravesaba por períodos depresivos constantes.

Fernando hizo gala de todos sus conocimientos e inició el proceso. La joven que hasta entonces estaba llorando, secó sus lágrimas y dijo: "Ya regreso, voy al baño". Mi amigo suponía que todo iba bien. "Estoy en camino de ser un buen consejero", razonaba. Al percatarse que la chica demoraba demasiado, alertó a sus familiares. Cuando fueron a ver qué ocurría ¡encontraron a la chica sangrando! Se había cortado las venas.

El remedio, en este caso, resultó peor que la enfermedad. Y aunque lograron salvar a la joven, es evidente que se requirió tomar una medida salomónica: cambiar de Consejero…

Cuatro actitudes de las que debemos cuidarnos

Un Consejero Cristiano no es juez de nadie. Es un hombre o mujer al servicio de la Iglesia y debe reflejar el amor de Cristo cuando desempeña su labor. No hay nada más chocante que alguien venga en nuestra búsqueda y respondamos con intolerancia, sin un ápice de comprensión y ayuda por la situación que atraviesa.

¿Cuáles son las actitudes de las que debemos cuidarnos y por qué? Son en esencia cuatro:

1.- Actitud Inquisidora: Hace varios años visité el Palacio de la Inquisición en Lima, Perú. Allí se pueden apreciar las máquinas utilizadas en aquella época pretérita para torturar y presionar confesiones de personas que eran inocentes. El problema estribaba en los inquisidores, eran inflexibles.

Un Consejero Cristiano no puede considerar que tiene derecho a juzgar e incluso, a culpabilizar a quien viene en procura de su orientación.

2.- Actitud Interrogativa: Quien acude a un Consejero Cristiano desea orientación y, por supuesto, es necesario ampliar la base de la información formulando algunas preguntas. Lo que no está bien es elevar interrogantes sobre aspectos privados o íntimos que no vienen al caso y que, generalmente buscan llenar la curiosidad de quien aconseja. Eso no es ético y menos, está bien en su labor de servicio a la Iglesia.

No ceda a la tentación. Pregunte sólo lo básico y que usted evalúe, es necesario para brindar una guía posterior.

3.- Actitud Universalizante: ¿A qué se refiere?, preguntará usted. Me refiero a quien ejerciendo como Consejero, olvida que cada ser es único e irrepetible y en muchos casos"sino en todos"sus problemas son distintos de los que enfrenta otra persona. Esa es la razón por la que no debemos creer que si atendimos a alguien en alguna ocasión, su problema es el mismo y tiene un tratamiento igual de quien está enfrente. ¡Es un terrible error!.

Quien aspira ser aconsejado no puede ser echado en una "bolsa común". Por el contrario, merece especial cuidado porque evidentemente su situación es distinta en todos los órdenes.

5.- Actitud Amonestadora: Hoy día abundan quienes, amparados en su vida espiritual, se creen con el derecho de andar diciéndole a cada quién cómo debe actuar. No tienen en consideración su situación específica, sino que juzgan a priori y dicen las cosas como les vienen a la cabeza. En muchas ocasiones antes que edificar, generan heridas.

Por esa razón, antes de emitir un consejo, es necesario que hayamos orado al Señor Jesucristo pidiendo su guía y estemos seguros de que aquello que recomendamos, esté en consonancia con las Escrituras.

Libros recomendados para ampliar sobre Consejería Pastoral

– "Cultive sus sentimientos", J. Maurus. Editorial San Pablo, 1993. Santafé de Bogotá, Colombia.

– "Mejorando mis relaciones personales", tratado. Organización Cristo para todas las Naciones. Venezuela, 1987.

– "Relaciones Humanas Aplicadas". Ediciones Paulinas. 1987. Santafé de Bogotá. Colombia

Capítulo 8

La evaluación del grado de madurez del aconsejado

Hemos avanzado de manera significativa sentando las bases de la Consejería Pastoral. ¿Por qué recién entramos en aspectos de tanta importancia como la evaluación del grado de inmadurez de una persona y aspectos que abordaremos en próximos capítulos como complejos y sanidad interior? Porque brindar acompañamiento a quien solicita orientación no es un trabajo que debemos tomar a la ligera. Por el contrario, debe obedecer a un proceso serio, sólido y con objetivos específicos.

Recordemos que aquellos que asumen el ejercicio de la Consejería Pastoral deben reunir características esenciales: la primera, ser alguien con quien se pueda tratar, dueño de una mentalidad abierta -que no se escandalice por el sinnúmero de situaciones que deberá escuchar por parte de sus aconsejados–; la segunda, manifestar socialibidad, de tal manera que quien solicita un consejo encuentre en el Consejero a alguien que humanamente evalúa las circunstancias; que no está para condenar sino para ayudar.

Una tercera característica es mostrarse asequible, y la cuarta, que reviste particular importancia, es que demuestre verdadero interés por el problema de aquél a quien brindará orientación.

Si priman la insensibilidad e indiferencia en el Consejero, su labor no será eficaz. Además, por su condición de desinterés no reflejará el carácter y el amor de Cristo que seguramente se manifestaría hacia los demás siendo sensible a los problemas, ansiedad, frustraciones y anhelos de su interlocutor.

Conversaciones que revelan mucho

Cuando estamos hablando con la persona que solicitó acompañamiento en Consejería, las expresiones que utiliza son fundamentales ya que nos permitirán ir conociendo aspectos que en apariencia pasan inadvertidos y que están estrechamente relacionados con su grado de madurez o inmadurez tanto en su personalidad como en su carácter.

Primero, veamos algunas señales de inmadurez que es necesario tomar en cuenta:

Un carácter explosivo

El aconsejado al relatar aspectos sobre su cotidianidad compartirá acerca de reacciones explosivas, que se producen con facilidad y en la mayoría de los casos por asuntos insignificantes. Sin duda nos encontramos con alguien que no tiene manejo de sus emociones. Lo más probable es que esta predisposición para responder a lo que considera una provocación, esté acompañada por la ansiedad e interés que le asisten de resolver aquellas circunstancias o situaciones que le afectan, con carácter inmediato y sin importarle que pueda herir a terceras personas.

Un ejemplo específico lo ofrecen quienes se enojan porque su interlocutor no comparte su forma de ver la vida y espera que"así él haya cometido el error"sea su interlocutor quien admita las fallas. Y en buena parte de los casos presiones hasta lograr su objetivo. No dan un compás de espera en procura que los asuntos se solucionen sino que se inclinan por soluciones rápidas, aunque impliquen imposición de sus opiniones.

Autocompasión

Sin duda ha encontrado en personas que van en procura de su ayuda, a hombres y mujeres que sienten que todos a su alrededor están en contra y que son las víctimas inocentes de las circunstancias adversas que deben enfrentar. Se sienten frustrados porque no logran sus objetivos y atribuyen tal situación a que todo el mundo conspira en su contra para tornarle un fracasado.

Dependencia de apoyo

Se manifiesta en quienes, a pesar de sus enormes potencialidades, jamás asumen un compromiso hasta tanto encuentro voces de estímulo o de apoyo. Se niegan a los cambios o tal vez a lo desconocido, porque esperan que puedan compartir responsabilidad con otras personas. Como una tortuga, se enfrascan en las condiciones difíciles que están alrededor y caen, por tanto, en constantes períodos depresivos.

Una actitud madura

Hemos visto una cara de la moneda cuando hablamos del grado de madurez e inmadurez de una persona. Vamos a mirar la perspectiva que nos ofrece alguien maduro. Hay características que le identifican:

Autosuficiencia

No se trata de la actitud arrogante de quien cree que todo lo puede y menosprecia a los demás, sino de aquél que conoce cuáles son sus potencialidades y cuáles son las aptitudes y talentos que tal vez tiene dormidas y puede desarrollar con ayuda de Dios.

Imagine un competidor que tiene frente así el reto de correr dos kilómetros en el menor tiempo posible. Si es alguien "autosuficiente" marchará bajo el convencimiento de que tiene todas las condiciones para lograrlo.

Buenas relaciones interpersonales

Una manifestación evidente en la madurez tanto en el carácter como personalidad de un individuo, la constituyen sus buenas relaciones interpersonales. Desde la perspectiva cristiana encontramos que se lleva bien con Dios, consigo mismo y, por tanto, está abierto a una buena intereactuación con quienes le rodean. Les acepta tal como son y reconoce que sus fallas, son ante todo humanas y pueden corregirse. Se adapta por tanto a la sociedad, la cultura y el ambiente que constituyen su entorno.

Autodominio

En la medida que usted habla con alguien que pide ayuda a través de la Consejería podrá descubrir si evidencia o experimenta falta de autodominio, es decir, que sabe gobernar sus emociones, así se vean exaltadas por situaciones ajenas a su voluntad. Le caracteriza el equilibrio, como lo describe el apóstol Pablo (2 Timoteo 1:7). En síntesis, no se deja mover por los impulsos.

Aceptación de circunstancias difíciles

Una inclinación natural de todo ser humano es buscar la línea de la menor resistencia, es decir, hacer el menor esfuerzo posible. Inevitablemente nos gusta evadir los problemas y si miraran en lo más profundo de nuestro ser, descubrirían que ansiamos que todo sea fácil, en particular las situaciones complejas.

Quien ha alcanzado madures no se rinde ante los obstáculos sino que reconoce que en la vida, así como hay períodos de paz y de éxito, también se experimentan períodos de sufrimiento, también se presentan adversidades. Pese a ello no dan margen a un revés espiritual o en sus relaciones interpersonales.

Interés por el bienestar de los demás

Una última característica que cabe mencionar es el interés que demuestra alguien maduro, por el bienestar de los demás. Aprende a escuchar y procura ayudar, en la medida de sus posibilidades, para que situaciones complicadas puedan ser resueltas.

En el próximo capítulo estudiaremos un aspecto apasionante: el inconsciente y los mecanismos de defensa. Orientamos nuestros pasos hacia la identificación de los problemas de fondo y las alternativas que se ofrecen al aconsejado…

Estoy convencido que no querrá perderse un elemento de tanta importancia en el proceso de Consejería Pastoral…

Capítulo 9

Adentrándonos en los mecanismos de defensa

Hay una dimensión de la personalidad que ejerce una poderosa influencia en el comportamiento humano. Es el inconsciente. A él están estrechamente ligados los mecanismos de defensa o de escape de las personas.

Para tener una idea clara de lo que significa inconsciente, es necesario que primero definamos qué es consciente. Es aquella área del ser humano en la que podemos racionalizar; la dimensión en la que tenemos claridad de qué está ocurriendo en nosotros y alrededor y también, el por qué ocurre todo aquello.

Inmediatamente encontramos otra zona que llamaremos preconsciente, la cual se compone de los conocimientos, experiencias e imágenes que hemos percibido pero que hemos olvidado temporalmente. Con algo de esfuerzo se pueden recuperar y traerles a la parte consciente.

Una tercera área es el inconsciente. Es como una enorme bodega en la que se guardan experiencias que tuvieron lugar incluso en la niñez y que no son fáciles de recordar. Se trata de impresiones que albergamos en forma de impulsos, pensamientos incontrolados y recuerdos reprimidos, tanto activos como impulsivos.

Están ahí pero no emergen a la parte consciente de inmediato. ¿La razón? La mente es como una inmensa grabadora. Registra todo lo que alguien ve, hace y experimenta. Aunque pareciera estar detenida, contiene todo un cúmulo de información que aflora cuando menos lo esperamos.

El Señor Jesucristo, aunque no habló específicamente del consciente o el inconsciente, dejó sentada una verdad que debemos recordar al abordar este tema. Él dijo: "De la abundancia del corazón habla la boca. El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal"(Mateo 12:34b, 35. Nueva Versión Internacional).

Es evidente que hay un buen número de emociones, sentimientos y pasiones en apariencia dormidas en cada quien y sin que haya tomado conciencia de su existencia, pero que ejercen una enorme influencia sobre su conducta.

Es fundamental sanar recuerdos

Con frecuencia el Consejero Pastoral se enfrenta casos sin aparente explicación, en los que alguien reacciona de manera inexplicable. Solo cuando se profundiza en el asunto nos damos cuenta que sus actuaciones son producto de la influencia que recibió en la niñez e incluso, antes de nacer. Las experiencias quedaron grabadas en su ser y emergen. Por esa razón no puede definir conscientemente por qué razón obra así.

También hay conflictos dentro del hombre que surgen en medio de la batalla que libra entre sus deseos y la disciplina que le imponen su religión, su cultura y la sociedad en la que se desenvuelve.

Ante esta situación puede huir de la realidad o enfrentarla. Quien decide no enfrentar lo que ocurre consigo mismo acude a mecanismos de defensa que le permiten resolver superficialmente el conflicto. Puede ser negando, falsificando o tergiversando la verdad de lo que le ocurre.

Mecanismos de defensa

Sin duda se pregunta, ¿Cuáles son los mecanismos de defensa que operan en el hombre?. Vamos a describirlos brevemente:

Represión: Mecanismo que se manifiesta olvidando aquello que nos desagrada. La represión, de manera inconsciente, es acogida por el individuo para protegerse. Se guarda de los recuerdos que le provocan dolor. En la mayoría de las ocasiones la represión está asociada a evitar una acción que generaría un sentimiento de culpa o ansiedad, como por ejemplo, agredir a alguien así nos esté causando daño.

Desde esta perspectiva, la represión es un mecanismo natural de defensa que si bien es cierto es utilizada por quienes desean huir de la realidad, libran a una persona de infinidad de recuerdos que tornarían infeliz su existencia.

Proyección: Es el mecanismo al que acuden quienes se sienten incómodos por algún defecto moral o cometer alguna falta, y alivian su sentido de culpa atribuyendo su mal a otra persona.

Quien se siente culpable experimenta alivio identificando en otros su propia debilidad, así su señalamiento no tenga asidero. Así por ejemplo quien está acostumbrando a engañar asume que son los demás quienes engañan. También quien enfrenta algún grado de infelicidad considera que los demás también son infelices.

El mayor problema estriba en que es sumamente complejo ayudar a alguien que no es consciente de su propia realidad. Generalmente ocurre con quienes evaden su responsabilidad.

Substitución: Este mecanismo ocurre cuando la persona que enfrenta un problema con algo o alguien no tiene el valor o quizá la oportunidad de descargar su enojo contra la situación que despierta su malestar o tal vez la persona, y proyecta su contrariedad contra una tercera persona. Transferir sus emociones no hace más que provocar dolor a inocentes. Es así como el esposo que ha sido tratado mal por parte de su jefe, llega a casa y se desquita con la esposa o quizá con los hijos.

Sublimación: Este mecanismo de defensa se refleja en quienes enfrentan instintos e impulsos muy fuertes que no siempre pueden expresar. Acuden en cambio a liberar esa energía en otras actividades. De esa manera se sienten satisfechos.

Racionalización: Es el mecanismo a través del cual quien comete un error alude a razones que justifican su obrar. Bien sea por sus acciones negativas o por la incapacidad de hacer algo. Todos los seres racionalizan sus actos, encontrando excusas a favor para eludir la culpa.

Quien se amparan en la racionalización tornan más tolerables las frustraciones de la vida. Pese a ello, se les impide asumir la realidad. Y es apenas natural que, cuando no se asume la realidad, no se dan pasos concretos orientados a resolver la situación.

Fantasía: Este mecanismo de defensa es el preferido de quienes desean escapar a sus frustraciones y limitaciones, imaginando que son alguien diferente que sí puede alcanzar desarrollo en diferentes áreas. La fantasía no se puede negar alivia las frustraciones pero aíslan de la realidad y en este sentido sí son perjudiciales porque llevan al individuo a vivir en un mundo de ensueño.

Regresión: Cuando niños no teníamos mayor responsabilidad y eran los adultos quienes entraban a resolver nuestros problemas. Así, quien acude a este mecanismo de defensa, lo que hace es asumir una posición infantil para tratar de eludir la situación.

Sus reacciones son ridículas y se manifiestan con gritos o reacciones de mal humor ante lo que le desagrada. Ocurre generalmente con personas de edad avanzada.

Compensación: Es un mecanismo de defensa al que acuden quienes compensan sus limitaciones físicas, sociales o intelectuales desarrollando su capacidad positiva. Es así como aquellos que no tienen un nivel de desenvolvimiento intelectual destacado, vuelcan sus esfuerzos a sobresalir en disciplinas como el arte o tal vez el deporte. Generalmente lo logran.

Identificación: Este mecanismo de defensa opera en quienes quieren replicar en su vida las características de otra persona. Si considera que alguien es exitoso en su desenvolvimiento, tratará de asumir elementos de su personalidad. El problema radica en quienes, pese al paso de los años, jamás logran identificarse consigo mismos y andan imitando a todos aquellos que admiran o que despiertan respeto o autoridad en la sociedad, lugar de trabajo o iglesia.

Una tarea final

La tarea ahora es que usted como Consejero estudie detenidamente cada uno de estos mecanismos de defensa, utilizado en muchos casos para escapar de la realidad, y aprender a identificarlos en quienes vienen en procura de orientación. Sólo de esta manera podremos avanzar en el proceso de sanidad interior que ocuparán nuestros próximos capítulos.

Capítulo 10

Clasificación de la Consejería

Cuando hemos avanzado en el conocimiento del ser humano aunque, tal como lo explican las Escrituras quien nos conoce tal como somos es Dios (Salmo 139:2, 4), pasamos a una nueva fase en el proceso de preparación: la clasificación de la Consejería Pastoral.

Esta clasificación nos indica cuáles son las diferentes opciones por las que podemos inclinarnos, de acuerdo con el caso específico que estemos tratando. ¿Cuáles son esas clases de Consejería disponibles?

Orientación espiritual

La esencia de la Consejería Pastoral es brindar una orientación espiritual. No podemos desconocer que, si bien en nuestros procedimientos pueden existir elementos que tocan las fronteras de la psico-terapia, nuestro principal cimiento es el Señor Jesucristo y la orientación que brindamos se encuentra respaldada en las Escrituras.

Por ese motivo cuando alguien viene en procura de ayuda, debemos aterrizarlo hacia cuál será nuestro direccionamiento: espiritual. Cuando sentamos bases dejando clara nuestra inclinación, se ahorra mucho camino porque hay quienes vienen pidiendo consejo pero no tienen el propósito de reconocer que en algunas de sus actitudes se encierra el pecado y que el mismo debe ser corregido, conforme lo espera Dios de nosotros.

Aconsejando en un ambiente informal

Generalmente para ofrecer aconsejamiento acudimos a la oficina o quizá, el templo. No está mal. Sin embargo es recomendable que la conversación -en lo posible"la sostengamos en un ambiente informal que bien podría ser en un parque, una cafetería cercana o quizá mientras se toma un helado. ¿Se pueden tomar allí notas? Por supuesto.

¿Qué ventajas ofrece un ambiente informal? Fundamentalmente que se rompe el hielo que en muy buena parte de los casos lleva a que las personas se sientan intimidadas de hablar, porque están en un ambiente eclesial o en la frialdad de cuatro paredes.

¿Qué hay si el Consejero no tiene facilidad de prestar sus servicios en un ambiente informal? Puede hacerlo, por supuesto, en su lugar de trabajo pero siempre ofreciendo al aconsejado interés en sus palabras, un tono amistoso, una sonrisa amplia y el grado de confianza para que entienda que está hablando con un amigo.

Brindando apoyo

Quien está frente a nosotros, en procura de una orientación con fundamento en las Escrituras, es alguien que necesita apoyo. No que hagamos caer el mundo en contra suya, haciéndole sentir culpable, sino por el contrario, que le mostremos el camino a seguir para su restablecimiento personal y espiritual.

A este género de Consejería Pastoral pareciera referirse el apóstol Pablo cuando escribió: "Jesucristo murió por nosotros, para que, ya sea sigamos despiertos o que nos durmamos con el sueño de la muerte vivamos juntamente con él. Por eso, anímense y fortalézcanse unos a otros, tal como yo lo estoy haciendo"(1 Tesalonicenses 5:10, 11. Versión Popular).

Otro autor sagrado recomendó: "…anímense unos a otros cada día, mientras dura ese "hoy" de que habla la Escritura, para que ninguno de ustedes sea engañado por el pecado y su corazón se vuelva rebelde"(Hebreos 3.13. Versión Popular).

Sobre esta base, en los momentos de crisis de alguien que pide ayuda, nuestra función es brindarle apoyo. Puede constituir una de las primeras fases del aconsejamiento con el propósito de que encuentre sosiego y manifieste apertura para la búsqueda de soluciones, con el poder de Dios.

Confrontando al aconsejado con la realidad

Un dicho popular en Latinoamérica y que grafica lo que deseamos ilustrar, se refiere a que adoptar la posición del avestruz que esconde la cabeza en la arena, no resuelve los problemas; por el contrario, es confrontándolos como encontramos las soluciones.

En la Consejería Pastoral esta fase es esencia. Pongo un ejemplo. Llegó a la oficina alguien que argumentaba, toda su familia era un problema. Tenía choques con la esposa y cada uno de sus cuatro hijos. Una evaluación del caso demostró que era aquél hermano en la fe y no sus allegados, quien representaba el problema. El paso a seguir fue confrontarlo con la realidad de cara a proseguir con la alternativa para resolver la situación.

¿Recuerda el incidente de Jesús y la mujer samaritana que relata el capítulo cuatro del evangelio de Juan? Ayudarle a encontrar el camino correcto implicó que el Maestro la condujera a reconocer su situación: "Jesús le dijo:–Ve a llamar a tu marido y vuelve acá. La mujer le contestó:–No tengo marido. Jesús le dijo:–Bien dices que no tienes marido porque has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes no es tu marido. Es cierto lo que has dicho. Al oír esto, la mujer le dijo:–Señor, ya veo que eres un profeta."(Juan 4:16-19. Versión Popular).

¿Por qué la necesidad de confrontar a alguien? Por quizá el último en percatarse de sus errores, es quien incurre en ellos como lo anota la Biblia: "¿Quién se da cuenta de sus propios errores?!Perdona, Señor, mis faltas ocultas!"(Salmo 19:12. Versión Popular).

Nuestra labor se encamina entonces a que, si se trata de un pecado, el aconsejado afronte la situación en la que ha incurrido, la confiese a dios y, por último, cambie de actitudes.

Hasta tanto se admira el yerro, no se podrá avanzar en el proceso de cambio y crecimiento personal y espiritual.

Ahora, usted como Consejero no debe presionar la decisión de quien tiene enfrente; su función es orientar y señalar el camino, no impulsar a alguien para que obre de tal o cual manera. Igualmente debe estar preparado para que se produzca una reacción de enojo o de resistencia a su consejo; no obstante debe proseguir con prudencia porque su labor es mostrar la senda.

Ofreciendo una alternativa a través de la educación

En cierta ocasión y ante el interrogante de decenas de personas que reconocieron delante de Pedro sus errores y pecados, él les orientó sobre qué camino tomar: "Por eso, vuélvanse ustedes a Dios y conviértanse, para que él les borre sus pecados sus pecados, y el Señor les mande tiempos de alivio, enviándoles a Jesús, a quien desde el principio había escogido como Mesías para ustedes"(Hechos 3:19, 20. Versión Popular).

Nuestra función en la Consejería Pastoral está orientada a educar a quien consulta. Es probable que tal persona esté acudiendo a muchas actitudes, aprendidas en la mayor parte de los casos, que resultan ineficaces. Al educarle, lo que hacemos es llevarle a tomar conciencia de que sus acciones y reacciones están desencadenando problemas.

En esencia es una tarea de re-aprendizaje. ¿De qué se trata? Fundamentalmente de que, aquellos que piden una orientación, aprendan nuevas formas de pensar y de actuar, conforme lo enseñan las Escrituras, con el propósito de modelar sanamente su comportamiento. No se trata de alienar mentalmente sino de llevar a la senda apropiada. Y tal tarea comienza cambiando nuestra forma de pensar, como lo recomienda el apóstol Pablo: "… piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza"(Filipenses 4:8. Versión Popular).

Si los pensamientos que albergamos en nuestro ser son sanos, nuestra conducta igualmente será sana.

La terapia de grupo

Cerramos las opciones de aconsejamiento pastoral con las terapias de grupo. Son apropiadas para personas inmersas en la farmacodependencia, matrimonios en crisis o grupos de jóvenes.

El mejor ejemplo de su eficacia lo ofrecen los resultados que arroja para los Alcohólicos Anónimos. Por años han utilizado este método y ha demostrado validez.

Usted como Consejero no está llamado a encasillarse con un solo método. Utilice el que considere ajustado a las circunstancias.

Capítulo 11

Hacia la Sanidad Interior

El apóstol Pablo escribió en el primer siglo de nuestra era a los cristianos de Tesalónica: "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sean guardados irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará"(1 Tesalonicenses 5:23, 24).

Cuando leemos cuidadosamente el texto encontramos que el propósito eterno de Dios ha sido el que mantengamos equilibrio en nuestro ser. Cuando haya alguna descompensación, Dios mismo será nuestro ayudador para subsanarla. Sobre esta base entendemos que la Sanidad Interior es uno de los maravillosos planes que Él tiene para nosotros. Conoce nuestros sufrimientos, expectativas y temores.

¿En qué áreas se produce la Sanidad Interior?

Cuando alguien por factores externos e incluso generacionales, evidencia algún grado de desequilibrio, es necesario que experimente en su vida la Sanidad Interior en la cual Jesucristo, como nuestro Señor y guiador, juega un papel fundamental. La sanidad se opera en tres áreas:

1.- Área Sicológica.

2.- Área Espiritual

3.- Área Física

La sumatoria de estas tres áreas constituyen el ser en su integralidad que es como lo describe el apóstol Pablo: espíritu, alma (gr. Sique) y cuerpo.

Área Sicológica

Aunque la Sicología ha hecho avances de significación en el tratamiento de alguien que enfrenta algún grado de afección en su Siquis, solamente Jesucristo puede obrar una sanidad plena e integral.

Jesucristo dijo: "Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar"(Mateo 11:28). Con este símil estaba explicando que temores, delirios, inquietudes y traumas, entre otros, debemos entregárselos a Él para que ministre la sanidad en nuestro ser.

Los sicólogos ayudan hasta cierto punto, pero no pueden obrar plenamente hasta en la parte más íntima de una persona. Cristo sí, porque Él mismo estuvo desde antes de que todo existiera y fue partícipe de nuestra creación. Él es quien puede sanarnos realmente.

Área Espiritual

El Señor Jesús dijo: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros"(Lucas 4:18-21).

Estas palabras son sumamente reveladoras. Nos muestran al amado Hijo de Dios en su propósito divino de liberarnos de toda atadura, entre ellas las de carácter espiritual.

El proceso comienza cuando reconocemos, comprendemos y asumidos el perdón que Él logró en la cruz de todos nuestros pecados. Todo lo que hicimos en el pasado queda absolutamente borrado. Delante nuestro se abren las páginas en blanco de una nueva vida.

Si Dios nos perdonó por el sacrificio redentor de Jesús, ¿por qué seguir atormentándonos por el ayer?. No tiene sentido.

Asumir que Él ya ganó el perdón (gr. Soso que significa perdón, salvación) para nosotros, nos libera del sentimiento de culpa que arrastran decenas de personas en todo el mundo.

Área Física

Cuando leemos los evangelios hallamos que lo primero que hacía el Señor Jesús era sanar a las personas. Una vez se producía su sanidad física o emocional, venía la conversión. ¿Extraño? Es posible que sí, desde nuestra lógica pero no desde la perspectiva de Dios. Para él un ser humano era importante en su totalidad, no sólo en un Área específica.

Dios entonces planeó desde la eternidad nuestra sanidad física, espiritual y sicológica. Él nos acompaña en el proceso. Su obrar es perfecto y no dejará nada a medio camino.

Es probable que a estas alturas del Capítulo se pregunte, ¿cuál es la diferencia entre la asistencia que se brinda con principios sicológicos y la ayuda a través de la Consejería Pastoral? En esencia median dos aspectos diversos. El primero, que la orientación se fundamenta en pautas que traza la Biblia, y el segundo, que se atiende las personas poniendo particular énfasis en la oración. ¿Para qué orar? Para que se abran las puertas al trato del Señor Jesús con quien busca ser sano en su mundo interior.

¿Por qué se producen las heridas en el alma?

Una respuesta directa podría estar encaminada a clarificar que es producto de las necesidades humanas fundamentales que no se lograron satisfacer desde la propia niñez. Es en la infancia cuando se produce la consolidación progresiva de un ser humano y muchos traumas tienen origen en esa etapa del crecimiento.

A continuación describimos algunas de las necesidades fundamentales:

Protección. Todo infante tiene la necesidad de experimentar la seguridad que se deriva de padres que protegen, abrigan, cubren y se convierten en una especie de muro entre el niño y el mundo alrededor. Ahora bien, es necesario tener en cuenta que protección no puede confundirse con sobreprotección, que es el otro extremo, fruto de padres que no permiten que el niño asuma sus propios mecanismos de defensa y asimilación de lo que ocurren en su entorno.

Elogio. Un niño a quien se le reconocen sus pequeños logros, será en un futuro alguien que reconozca los logros de los demás. Al pequeño le enriquece el reconocimiento a sus ejecutorias, por insignificantes que parezcan.

Perdón. Cuando a un infante se le perdona"aunque se le haga notar los errores que cometió"será en el futuro alguien dispuesto al perdón, comprensivo y tolerante. Nadie perdona más que aquél que ha sido perdonado. En esta área se presentan muchas dificultades y sinnúmero de personas arrastran por años un complejo de culpa producto de que antes que ayuda al incurrir en cualquier falla, se les cuestionó e hizo sentir que no tenían perdón alguno.

Amor. Este elemento ocupa un lugar preponderante. El primer contacto del niño con el amor se produce a través de sus padres. Ellos deben manifestarlo de tal manera que sus hijos aprendan a sentirlo. Quien recibe amor, puede dar amor; nadie que no ha sido amado puede tener un corazón amoroso, a menos por supuesto que haya permitido que el Señor Jesucristo entre en su corazón como Salvador personal.

Hay otras dos necesidades que enumeraremos también: el abrigo y la confianza.

¿Qué ocurre cuando en un ser no se satisfacen estos factores? Se generan las condiciones para dos complejos que es de cuidado.

1.- Complejo de Inferioridad.

2.- Complejo de Superioridad.

Alguien con estos complejos tendrá marcadas tendencias a aislarse de los demás o tal vez, buscar llamar la atención; ser susceptibles, evidenciar una actitud posesiva; ser perfeccionistas, inclinarse a criticar todo cuanto hacen los demás o a encontrar supuestos errores en sus semejantes que son justamente los defectos de comportamiento que él mismo arrastra.

El Consejero Pastoral debe tener sumo cuidado en las entrevistas que sostiene con quien viene en procura de orientación, con el fin de ir identificando el perfil y los aspectos a tratar con ayuda de Dios y los principios que hallamos en las Escrituras.

Capítulo 12

Heridas del alma que aún no han sanado, ¿qué producen?

Las heridas de nuestra alma y corazón, que todavía no sanan, nos impiden crecer en los planos personal y espiritual.

Sinnúmero de personas goza de capacitación académica e incluso ministerial; pese a ello permanecen estancadas. No dan un paso ni adelante ni atrás. ¿La razón? Dentro guardan conflictos sin resolver, que marcaron sus existencias y que se constituyen en obstáculos enormes para dar pasos sólidos hacia su desarrollo.

¿Cuáles son algunas de esas heridas?

Entre las heridas que estudiaremos figuran:

La auto aceptación

¿Ha meditado en el impedimento que representa para hombres y mujeres el hecho de no aceptarse tal como son? Hay quienes se miran al espejo e inmediatamente se sobresaltan e incluso rechazan porque no comparten el que tengan una nariz de tal o cual forma, que tengan unos kilos de más, que en el rostro muestren presencia de acné, porque son bajitos o tal vez muy altos.

Hay algo dentro que no les gusta y por años arrastran esa inconformidad hasta tal punto que se rechazan a sí mismo y mentalmente, cuando analizan sus actividades, se culpan por que "no sirvo para nada", "con este cuerpo, ¿qué más podría lograr?" Y buen número de apreciaciones erradas que tomaría mucho tiempo y espacio enumerar?

Una actitud crítica y rechazo

Con frecuencia muchos infantes son el blanco de las críticas de sus padres. Por alguna circunstancia, hay algo en los chicos que no satisface plenamente las expectativas de sus progenitores y lo expresan sin tener en cuenta que cada palabra encierra un poderoso mensaje se guarda en el inconsciente de cada menor.

También encontramos el caso de madres embarazadas que rechazan el ser que llevan dentro y manifiestan rabia, antes que amor a la pequeña vida que se está gestando.

Una vez avanzan en su proceso de crecimiento, comienzan a aflorar las consecuencias de la actitud crítica y el rechazo del que fueron víctimas. Sus reacciones hacia sus semejantes reflejan todo lo que guardan en su existencia, que fue grabado con letras indelebles por los gestos y palabras de sus padres.

Inseguridad

Cuando un menor, adolescente o joven no encuentra seguridad en sus padres, desarrolla en su ser un estado de inseguridad que le impide avanzar con pasos firmes en cualquier proyecto o empresa. Las relaciones sentimentales e interpersonales se ven afectadas.

Por el contrario, quienes se edifican en un ambiente seguro y gozan de la aceptación de sus progenitores, desarrollan en su vida tal seguridad y pueden brindar a su semejante aceptación, aprobación y comprensión.

Carencia de auto perdón

Dentro de las heridas del alma que persisten y que se convierten en obstáculos, ocupa un sitial importante el sentimiento de culpa y falta de perdón que cargan a sus espaldas quienes obraron de alguna manera en el pasado y reconocen que no estuvo bien.

Un ejemplo es la mujer que cometió un aborto. Con el paso de los años el sentimiento de culpa se torna más pesado y se rechaza por considerar que "no debí obrar así".

No se perdonan a sí mismos y por tanto, así se les explique que Dios ya les perdonó cuando se arrepintieron, no aceptan esta realidad.

Sentimientos de odio y resentimiento

Cuando la persona toma conciencia del daño que le causaron desde la niñez, tiende a desarrollar en su corazón el resentimiento y odio hacia sus padres, familiares, personas cercanas y"en las etapas posteriores"compañeros de trabajo o aquellos con quienes en hechos aislados tuvo una relación sentimental.

¿Cómo avanzar en el proceso de Sanidad Interior?

El primer paso sin duda, es reconocer que muchos de nuestros pensamientos y actitudes no están bien, y son el fruto de hechos traumáticos que nos acompañan desde la niñez, adolescencia, etapa joven o la adultez. Admitir que hay un desequilibrio es el mayor reto.

El segundo reviste igualmente mucha importancia. Consiste en elaborar una lista con haciendo recuento de las escenas, palabras e incidentes que marcaron nuestra vida. Allí cabe incluir también los aspectos que no nos gustan de nosotros mismos.

Un tercer paso es aceptar que nuestro Padre es un Dios de perdón, el cual se hizo realidad en la obra sacrificial del Señor Jesús en la cruz. Allí nos perdonó todas las culpas.

Gracias a esa misericordia inmerecida, es necesario pedirle a Aquél que todo lo puede que nos ayude a comprender, aceptar y embargarnos de su amor ilimitado. Sólo así, cuando abrimos el corazón a su mover poderoso, podremos perdonar también a otros.

Recordemos que si bien es cierto no podemos viajar en el tiempo hacia los instantes en que ocurrieron hechos traumáticos en nuestra vida, con el propósito de resolver los conflictos que se generaron, sí podemos entregar todos esos sentimientos y emociones -todavía sin sanar"en manos del Señor Jesucristo para quien no hay tiempo porque Él es eterno. Cuando lo hacemos, es posible que haya Sanidad Interior.

Una forma práctica es llevar todo el odio, resentimiento, temor, celos, inseguridad y otras heridas, en oración al amado Hijo de Dios. Siéntalo allí, a su lado, de qué manera toma en sus manos todas sus frustraciones y dolor.

No olvide que Él dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar."(Mateo 11:28)

Nuestro amado Salvador espera que usted le entrega todo cuanto ha guardado en su corazón. Una vez lo deposite todo en Sus manos, pídale allí en oración que comience a sanar todo su ser. Él lo hará, sin duda, porque nos ama y quiere lo mejor para nosotros ya que dijo: "…yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia."(Juan 10:10 b.)

Cristo Jesús llevó nuestros pecados pero también nuestras enfermedades y traumas hasta la cruz. Y allí nos hizo libres. Ese es un principio que debemos grabar en el corazón de quienes vienen en busca de orientación y Consejería. Y, por supuesto, ayudarles en su proceso de sanidad…

© Fernando Alexis Jiménez

Capítulo 13

Obstáculos para la Sanidad Interior

El proceso de Sanidad Interior -que personalmente considero el más eficaz sin que, por supuesto, tenga nada en contra de la sicología como disciplina psicoterapéutica", puede enfrentar algunos obstáculos que es necesario, de un lado identificar, y de otro, corregir.

Los impedimentos están representados en la imagen errada que pudiéramos tener de Dios como autoridad suprema, temor a reconocer que tenemos un problema, echar la culpa a los demás por los desequilibrios emocionales que experimentamos, e incluso, la ansiedad que despierta hacer un examen interior para descubrir qué hay guardado desde nuestra niñez, adolescencia y período juvenil, que está afectando nuestro presente.

1.- Una imagen errada de Dios

Cuando niños quizá tuvimos un padre intolerante, carente de amor y de ternura, despiadado y que todo error lo relacionaba con un fuerte castigo y, además, que no escuchaba cuando queríamos hablarle.

Es el primer contacto que tenemos con una figura paterna y de autoridad, que en la juventud e incluso edad adulta, homologamos con Dios.

Es probable que consideremos que Él es castigador, que no podemos llegar a su santa presencia, que está pendiente de pillarnos en una falla para traernos dolor, que no nos ama y además, no comprende ni los problemas ni nuestras expectativas.

Esa es la asociación de ideas que hacen millares de personas en todo el mundo. Para ellos Dios es muy lejano.

Si esa es la situación de la persona a quien usted aconseja, sin duda el proceso de Sanidad Interior se encontrará boicoteado y es fundamental que le guiemos para que cambie su imagen del Padre.

La tarea que le asiste como Consejero es tomar el tiempo suficiente, acompañado de textos bíblicos, para mostrarle las características amorosas del Dios en el que hemos creído, quien es precisamente el Sanador del ser en su totalidad.

2.- Temor a decir la verdad

Una mujer había practicado el aborto. Se deshizo de su criatura en gestación a los cuatro meses.

¿Sabe qué impedía el que avanzáramos en el proceso de Sanidad Interior? El temor de esta joven a decir la verdad. Creía que su pecado era tan terrible, que sin duda yo jamás habría oído algo así. La concepción que tenía la llevaba además, a tratar -por supuesto, algo imposible"de Dios. "No puedo decírselo a Él porque me castigaría", repetía una y otra vez.

Igual ha ocurrido, por ejemplo, con un ejecutivo de una agencia de seguros, casado y con dos hijos, que tenía un enorme temor de confesar que era homosexual.

Carlos José, otra persona a quien brindamos apoyo a través de la Consejería Pastoral, se negaba a contar que"tres años atrás y mientras ejercía como sicario"había dado muerte a dos personas.

Estas personas inconscientemente levantaban muros que impedían dar pasos sólidos hacia la Sanidad Interior.

¿Qué paso se siguió? Darle confianza a cada uno de ellos para que comprendiera que, quien perdona los pecados y nos ayuda sobrenaturalmente a sanar las heridas del alma, es el Señor Jesucristo.

Él es nuestro amigo, quiere ayudarnos y nos guía en el camino para ser libres.

3.- ¿Quién fue el culpable?

Un tercer obstáculo está representado en el temor de admitir que quizá fueron sus hermanos, padres, familiares cercanos, vecinos o compañeros de estudio o de trabajo, quienes provocaron -en muchos casos sin proponérselo–, una situación traumática que golpea todavía sus vidas.

Reconocer que nos hicieron daños no es culpar. Es, por el contrario, mirar dentro de nuestro ser en procura de encontrar dónde está el asunto que nos causa dolor para proceder a arrojarlo de nuestra alma para alcanzar la libertad que el Señor Jesucristo quiere para nosotros.

Temor a lo desconocido

Cuando estamos brindando orientación a través de la Consejería Pastoral y al conocer que como cristianos pediremos al Señor Jesús que nos ayude en el proceso de Sanidad Interior, es probable que nos pregunte: "¿Qué puede ocurrirme?".

Es algo apenas previsible. Todos los seres humanos, en mayor o menor medida, enfrentamos el temor a lo desconocido.

A su manera, creen que tienen el control de todo, aunque por supuesto, están equivocados.

Esta es la razón por la que haya quienes, en medio de sus crisis o situación traumática, sientan relativa comodidad. Simplemente ya se acostumbraron al sufrimiento y prefieren seguir sujetos a él, que abrir las puertas al mover de Cristo en su corazón. La realidad es que temen encontrarse con "sorpresas" al auscultar su ser interior.

Una vez descubrimos que el aconsejado está atravesando por una situación así, es necesario con paciencia, comprensión y seguridad, despejar todas sus inquietudes. En particular enfatizar en el hecho de que sólo un auto examen"con ayuda de Dios"permitirá dejar atrás el sufrimiento producto de situaciones traumáticas del pasado, y ser libres.

Recuerde que generalmente todo ser humano es producto de una cadena de sucesos que marcaron su existencia. Y a menos que se produzca la Sanidad Interior, la cadena proseguirá y golpeará a nuestros hijos, nietos y toda la generación que se desprenda de nosotros…

En su condición de Consejero cristiano, el reto que tiene es enorme, pero debe asumirlo. Aquél a quien brinda acompañamiento debe dejar de lado los temores, encontrar seguridad y abrir su corazón a avanzar en los siguientes pasos…

Capítulo 14

Cerrando las puertas abiertas al ocultismo

A Nelly la atendieron todos los médicos imaginables, desde facultativos de atención general hasta especialistas de la más alta categoría. Ella aducía que algunos temores o incertidumbre generaban en su cuerpo brotes alérgicos.

La remitieron a un sicólogo, luego a otro y otro más. Nada mejoraba. Un siquiatra descartó que tuviera problemas cerebrales. Su cuerpo evidenciaba enrojecimiento y posteriormente amoratamiento.

Finalmente y presa de la angustia, acudió a la iglesia. Un análisis preliminar llevó a descartar que experimentara hechos traumáticos profundos, provenientes de la niñez y etapa de juventud.

En medio de las continuas conversaciones, afloró algo a lo que temía enfrentar: había abierto puertas al ocultismo. Le habían practicado conjuros, tenía espíritus guía y, además, concertó con un ex marido, un pacto de sangre. "No lo mencioné antes porque supuse que no tendría mayor importancia", argumentó.

Como ella, muchas personas han tenido estrecha relación con el ocultismo. Han practicado algún grado de hechicería. Incluso, incurrir en la lectura asidua del Tarot o el horóscopo, conducen a la contaminación espiritual. En la Biblia estas prácticas fueron abiertamente condenadas(Deuteronomio 18:10-12).

Una vez un ente demoníaco anida en la persona, busca generar daño. De ahí que en muchos casos se produzcan reacciones sicosomáticas.

Una mala utilización de las capacidades

Todo ser humano tiene la capacidad de comunicarse con el mundo sobrenatural. Y para nadie es desconocido que existen dos mundos: el de la luz, en donde gobierna Dios (Juan 8:12), y el de las tinieblas, en donde gobierna Satanás (Efesios 6:12).

Ahora bien, cuando se abren las puertas al mundo de lo oculto, de las tinieblas, se cede terreno a los poderes demoníacos.

Es fácil identificar a quien se encuentra en esta situación. No quieren leer la Biblia, rechazan toda invitación a congregarse en una iglesia y, además, desechan toda insinuación de que hagan oración.

¿Qué hacer entonces?

Cuando abordamos la Sanidad Interior en quienes han incurrido en el ocultismo, quedan dos pasos ineludibles:

1.- Renunciar a los compromisos con el mundo de lo oculto.

Para que tal proceso sea eficaz, es necesario que el aconsejado haga una lista de las ocasiones en las que tuvo alguna práctica ocultista e identificar de qué se trato. También reviste importancia que indique con qué frecuencia lo hizo. La enumeración es fundamental en el momento de avanzar en la Sanidad Interior.

2.- Recibir a Cristo y permitirle el pleno gobierno de nuestro ser.

Cuando Jesucristo entra a gobernar nuestro corazón, toda fuerza de lo oculto pierde terreno.

Alguien que abrió las puertas al mundo demoníaco, generalmente encontrará motivos para no recibir a Jesucristo y expresará renuencia aduciendo que "cree en el mundo espiritual", ignorando o quizá ocultando que el mundo espiritual que conoce es el de la maldad.

Al compartirle la Palabra, el Espíritu Santo abre puertas. No olvide que no es en nuestras fuerzas sino en las de Dios.

Rompa toda cadena ancestral

En su condición de Consejero Cristiano lleve al aconsejado a renunciar a toda atadura con el ocultismo pero también, que en su oración renuncie a toda atadura generacional, de tal manera que en el nombre de Jesucristo cancele todo pacto que sus abuelos, bisabuelos o cualquier otro pariente, hayan hecho con el mundo espiritual de maldad.

Recuerde que el amado Hijo de Dios es quien obra sanidad interior, rompiendo toda ligadura, y además, quien cura nuestras heridas emocionales.

© Fernando Alexis Jiménez

Capítulo 15

Seguimiento al proceso de Sanidad Interior

Así como el proceso de cambio y crecimiento tanto personal como espiritual es eso, es decir un proceso que no se concluye en un abrir y cerrar de ojos, también la Sanidad Interior no debe ni puede circunscribirse a una sola sesión con el Consejero Pastoral.

No podemos olvidar que Satanás trabaja todos los días las veinticuatro horas, y bien sea que el aconsejado haya estado inmerso en actividades ocultistas o que su situación particular obedezca a hechos traumáticos, buscará recordar a la persona sus errores del pasado y las consecuencias que trajeron, generando condiciones de desánimo y sensación de fracaso.

El apóstol Pablo reconocía que era necesario perseverar en el camino hacia la superación en todos los órdenes. Por tal motivo escribió: "No quiero decir que lo haya conseguido todo, ni que ya sea perfecto; pero sigo adelante con la esperanza de alcanzarlo, puesto que Cristo Jesús me alcanzó primero. Hermanos, no digo que yo mismo ya lo haya alcanzado; lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús"(Filipenses 3:12-14).

El paulatino avance hacia la Sanidad Interior arroja resultados que, al principio pueden parecer lentos, pero que si están sometidos en manos del Señor Jesucristo, serán eficaces trayendo transformación al individuo.

Los pensamientos, una fortaleza

Los mayores ataques que tiene todo ser humano en proceso de Sanidad Interior son los pensamientos. Es en la mente donde se pierden o se ganan las batallas. Ese es el motivo por el cual usted debe insistir al aconsejado sobre la necesidad e importancia de tener control de ellos, con ayuda de Dios.

El apóstol Pablo hizo una recomendación que cobra particular vigencia con las personas a las que orientamos. Él escribió: "Todo pensamiento humano lo sometemos a Cristo, para que lo obedezca a él, y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia, una vez que ustedes obedezcan perfectamente"(2 Corintios 10:5).

Nuestro enemigo espiritual, Satanás, quiere echar por tierra el trabajo de Consejería sembrando derrota en aquellos a quienes estamos guiando en el proceso. Genera además, ideas que le asocian con un pasado traumático.

Al respecto, debemos instruirle en el sentido de que"siendo libre en Cristo"debe experimentar una transformación radical en su forma de racionalizar las cosas, como aconseja el apóstol Pablo: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."(Romanos 12:2).

Es importante, entonces, que reemplace esa perspectiva errada de la vida con una visión renovada, como lo escribe el autor sagrado en su carta a los cristianos de Filipos: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad"(Filipenses 4:8).

Sólo cuando le enseñamos al aconsejado sobre la necesidad de dejar de lado los pensamientos negativos para dar cabida a aquellos que son positivos, podremos tener tranquilidad plena porque no será presa fácil de los ataques en procura de vuelva atrás en su Sanidad Interior.

Características que deben rodear al Consejero

Quien asume su compromiso como Consejero debe estar secundado por cuatro características de suma importancia que le llevarán a ser más eficaz y oportuno en su labor:

1.- Atento

Sólo una actitud perspicaz nos permitirá identificar los avances, estancamiento o retroceso que experimenta el aconsejado.

En muchas ocasiones quien acude en procura de orientación y desea superar, bien hechos traumáticos o las consecuencias que se derivan de su participación en actividades ocultistas, niegan que estén enfrentando de nuevo pensamientos obsesivos o ataques de orden espiritual.

Recuerdo el caso de una persona a quien orientamos en el proceso de Sanidad Interior. Había hecho pacto de sangre con su ex marido y, cuando por fin se cayó el velo de sus ojos y pudo apreciar la realidad en su verdadera proporción y se apartó de él, la asediaba invocando espíritus que le producían escozor en todo el cuerpo.

La liberación como tal, tomó varias horas. Pero en los días siguientes no sólo volvió a acudir a los espíritus en procura de ayuda, sino que el domingo siguiente, después del culto y, cuando le pregunté cómo seguía, se limitó a responder: "Muy bien, pastor". Su madre fue la que contó que, por el contrario, en la noche la despertaban los gritos aterrorizados de la mujer ya que la asediaban los espíritus de nuevamente.

Estar atento a los cambios en la persona, permitirá identificar en qué aspectos es necesario hacer mayor énfasis dentro del proceso de Sanidad Interior.

2.- Perseverancia

La Sanidad Interior implica que haya perseverancia. No podemos suspender la atención de alguien que está siendo aconsejado, simplemente porque nos cansamos o creemos que ya "se puede defender solo".

Recuerde que la persona, hasta tanto no cumpla el proceso, es como un bebé indefenso en medio de un centro comercial lleno de personas. Usted debe guiarlo hasta comprobar que, en efecto y por el poder de Dios, está libre, bien y en crecimiento tanto personal como espiritual.

3.- Edificación

Corresponde a quien está adelantando la Consejería Pastoral brindar orientación permanente con fundamentos bíblicos. En esta tarea se incluye llevarle a dejar pensamientos y actitudes del pasado y llevarle a adoptar nuevos principios y valores, sobre la base de que Dios ofrece una nueva oportunidad de vida.

4.- Estímulo

Es necesario fortalecer la autoestima en el aconsejado. Por esa razón es importante llevarle a comprender que ha avanzado en el proceso de Sanidad Interior. Frases como "Tú puedes superar el pasado y cambiar porque no estás solo, Dios está contigo", son de gran ayuda.

5.- Revisión permanente de los apuntes

No olvide que el Consejero Pastoral debe estar al tanto del proceso, estancamiento o retroceso del aconsejado. Una forma eficaz de lograrlo es mediante las anotaciones en cada sesión. Constituyen su bitácora. Y debe consultarlas con frecuencia.

¿Cuál es el propósito? Recordar qué habló con la persona en la última reunión; citas bíblicas que utilizó en la orientación; identificar de qué maneja el aconsejado está aplicando las enseñanzas; reconocer cuáles son los puntos débiles en la Sanidad Interior así como las fortalezas.

Los temas bíblicos de aconsejamiento que vaya a utilizar en cada caso, debe tenerlos claros desde antes de comenzar la sesión.

© Fernando Alexis Jiménez

Capítulo 16

Rompiendo pactos con el ocultismo y los recuerdos traumáticos

Hasta el momento hemos insistido en la importancia de tener un seguimiento cuidadoso del aconsejado en el proceso de Sanidad Interior. Tampoco conformarnos con unas pocas sesiones sino persistir hasta llevarlos, en el poder de Jesucristo, a una libertad plena.

El Consejero deben guiarle a cerrar todas las puertas abiertas a Satanás en las diferentes áreas de su vida. Incluso, en el proceso es probable que hallemos portillos que no imaginábamos. La persona había guardado silencio por temor o quizá espero hasta tener un grado de confianza suficiente para compartir todas sus inquietudes.

No es fácil vivir en un mundo sin Cristo

Para quienes caminamos de la mano del Señor Jesucristo, vivir en un mundo caído donde prevalece el pecado en todos los órdenes, no es fácil. Pese a ello, nuestro compromiso es vencer por encima de las circunstancias y enseñar al aconsejado a sobreponerse a los obstáculos que seguramente encontrará a cada paso. Es esencial que desarrolle confianza en Dios.

En procura de que avance en el proceso es imperativo enseñarle que todo su pasado, incluyendo pecados y errores que haya cometido en el orden conductual y de pensamientos, el Señor Jesús lo llevó y dejó en la cruz (Colosenses 2:13-15.

Si toma conciencia de lo maravilloso que ocurrió en su existencia, puede dar un nuevo paso consistente en la renuncia a todo pacto o juramente que haya hecho con el ocultismo.

En cierta ocasión junto con dos pastores más ministramos liberación a una joven de dieciséis años que había hecho pacto con Satanás. El diablo le insistía que tal pacto no se podía romper. En desarrollo de la ministración comprendió la grandeza que había ocurrido con su existencia gracias a la muerte sacrificial de Jesucristo y su resurrección gloriosa. Y ¡rompió todo pacto en el nombre de Jesús!. Fue libre.

El amado hijo de Dios dijo: "Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres."(Juan 8:36. Versión Popular). El apóstol Pablo hizo además el siguiente comentario: "Ustedes, hermanos, han sido llamados a la libertad."(Gálatas 5.13. Versión Popular).

Renunciando a los recuerdos

Quien está viviendo el proceso de Sanidad Interior no solamente deben renunciar a todo pacto con el ocultismo sino además, a sus recuerdos del pasado.

Aunque parezca insólito, hay quienes se afierran a escenas traumáticas ocurridas en el pasado. Constituyen su pretexto para vivir amargadas culpando a los demás por sus tristezas y fracaso.

Por tanto se le debe confrontar con la realidad. Que tome conciencia de que si persiste en una actitud así, jamás será libre.

Una sugerencia práctica es que le ayudemos a elaborar un listado de los recuerdos dolorosos y que, en oración, vaya entregándolos uno a uno al Señor Jesús quien dijo: "Vengan a mí los que estén cansados y agobiados, que yo los haré descansar. Acepten la misión que les doy y aprendan de mí que soy paciente y humilde. Conmigo encontrarán descanso. La misión que les doy es agradable y la carga fácil de llevar."(Mateo 11:28-30. "Nuevo Testamento: La Palabra de Dios para todos").

Sin duda alguna el propósito de Dios es la sanidad de nuestra alma y que permanezcamos en ese estado de equilibrio, inclinados hacia el crecimiento personal y espiritual. Así lo dejó claro el apóstol Pablo cuando escribió: "Que Dios mismo, el Dios de paz, los haga a ustedes perfectamente santos, y les conserve todo su ser, espiritual, alma y cuerpo, sin defecto alguno para la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que los llama es fiel y cumplirá todo esto."(1 Tesalonicenses 5:23, 24).

Es nuestro amado Hacedor quien nos concede la paz que tanto anhela el corazón. Él es quien hace posible ese proceso. En nuestras fuerzas no podemos lograrlo. Tampoco por muchas capacidades que tenga usted en su condición de Consejero Pastoral.

Por supuesto, Satanás, nuestro adversario más aguerrido, buscará que haya pensamientos acusatorios. De hecho él siempre lo ha hecho, como leemos en el libro de Apocalipsis: "Entonces oí una voz fuerte en el cielo, que decía: "Ya llegó la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Mesías; porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios."(Apocalipsis 12:10. Versión Popular).

Sin duda el Creador quiere obrar salvación espiritual, física y sicológica en todas las personas. Y romper ataduras con el ocultismo y con los recuerdos traumáticos forma parte de tales pasos que debemos orientar para que siga el aconsejado.

© Fernando Alexis Jiménez

 

 

 

Autor:

Ps. Fernando Alexis Jiménez

Partes: 1, 2, 3
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