- Derribando Argumentos
- Consolidación
- Atendiendo al Señor
- Cómo Consolidar
- La Milla Extra
- Preparándonos para Consolidar
- Que sean uno
- La intercesión
- Cómo predicar
- Echando fuera demonios
- La Imposición de Manos
- Sanando a los Enfermos
- Respetando Autoridades
- Respetando Autoridades
- La Bendición de la Cobertura
Derribando Argumentos
Introducción:
Con las armas de Dios derribamos fortalezas. En la batalla que peleas mucho tienen que ver tus pensamientos, por eso debes llevarlos cautivos a la obediencia de Cristo Jesús. Quien tiene pensamientos obedientes, tiene la batalla ganada.
Tu mente, tu corazón y tu boca deben estar llenos de la Palabra, pues es la espada del Espíritu de Dios.
¿Dónde se levantan?
2 Corintios 10:3-5 "Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo".
Los argumentos están en la mente:
¿Dónde crees que han estado siempre los argumentos, la altivez y las fortalezas? ¿Crees que están en el mundo o dentro de tu mente?
Los argumentos, la altivez y la fortaleza son elementos que el enemigo no ha querido levantar allá afuera, ha intentado forjar dentro de la iglesia para que no salgas a compartir la Palabra con nadie.
¿Qué crees que es más fácil para el diablo, que no vendan biblias o que no las lean?
1 Samuel 17:1-10 "Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, se congregaron en Soco, que es Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efesdamin. También Saúl y los hombres de Israel se juntaron y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos. Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos".
El nombre del valle al que se refiere ese texto bíblico, Ela, significa Hombre Fuerte, es decir ellos se preparaban para la guerra en el valle del hombre fuerte.
Por otro lado encontramos a Goliat, un hombre de como tres metros de alto, que portaba una espada y a su escudero, que pretendía poner las reglas de la guerra. Verso 8: "Y separó y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo y vosotros los siervos de Saúl? Escoged entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere nosotros seremos vuestros siervos; y si y o pudiere, más que él, y lo venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiera más que él y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. Y añadió el filisteo: hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo".
¿Desde cuándo Goliat ponía las reglas de la guerra y decía que era un hombre contra un hombre? ¿Desde cuándo ese filisteo incircunciso le dice a Israel cómo se pelea? ¿Desde cuándo Goliat pone las reglas? ¿Por qué Israel acepto pelear uno contra uno? ¿Por qué tú aceptas la voz del diablo 40 días y hasta 5 veces diarias? Y aún así no quieres leer la Biblia…
David no puso su mirada en Goliat, puso su mirada en la recompensa, ¿tiene algo de malo poner la mirada en las recompensas que Dios da? Dios les dará a los hombres valientes a su hija, a la reina, a la Iglesia. La Iglesia será precedida por hombres que tengan el corazón de David, quien en lugar de ver a los gigantes fijen su mirada en las promesas de Dios.
Cuando dices ya no aguanto, no puedo, te estás olvidando que en la Palabra Dios te dice: se valiente y esforzado, yo soy tu Dios, nunca te desamparare, nunca te dejaré hasta que acabes la obra para la cual te llamé. Cuántas veces has puesto más atención a las voces de quienes te critican, de la gente que se levanta contra ti y murmura, en lugar de oír la Palabra de Dios que dice: mas bienaventurado eres cuando se diga de ti mucha mentira a causa de mí y de mi evangelio.
La Biblia dice que de la abundancia del corazón habla la boca, a veces tu problema no es la boca, sino tu corazón. David comenzó a hablar otro tipo de palabras y empezó a ocasionar reacción, aun en la casa del rey.
En el verso 37, continúa diciendo: "Añadió David: Jehová, me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este incircunciso. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo".
Más adelante, en el verso 41 dice: "Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco, porque era muchacho rubio y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. Entonces dijo David al filisteo: tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina, mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los Ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada ni lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos".
En el verso 49 dice: "Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de ahí una piedra, y la tiró con la honda e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra".
A ti no te ha hecho tanto daño una situación como un pensamiento, pues la escritura te demuestra que no es el tamaño del problema, es la calidad de la Palabra; no es el tamaño del demonio, es la calidad de la palabra que uno le da. Es palabra contra Palabra, es la palabra del diablo contra la Palabra de Dios. Tu mente, tu corazón y tu boca deben estar llenos de la Palabra, que es la espada del Espíritu de Dios.
¿Por qué te dejas del diablo? ¿Por qué dejas que esas voces entren en tu mente? ¿Cuánta palabra tienes? ¿Cómo desafías todo eso que viene contra ti: fortalezas, principados, argumentos que se han levantado en tu mente contra Dios? ¿Cuántos pensamientos de Dios tienes adentro? ¿Cuántos pensamientos de Goliat tienes adentro?
Está escrito que en Dios vamos a hacer proezas, mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo. Mis armas no son carnales en la milicia, son poderosas en el Señor para derribar las fortalezas, argumentos y altiveces en contra del conocimiento de Dios.
Consolidación
¿Qué es consolidar?
Consolidar es afirmar la decisión de los nuevos creyentes de recibir a Jesús, y velar por sus necesidades. El propósito de la consolidación es que aquellos que se convierten permanezcan en el Señor. La consolidación no es un proceso, un curso, ni una simple bienvenida. Consolidar es una forma de vida del creyente que depende del amor hacia los nuevos convertidos.
Podemos comparar la consolidación con el cuidado y amor que la madre brinda a su recién nacido. De igual forma, consolidar consiste en recibir a aquellos que han nacido de nuevo, atendiendo a sus necesidades hasta que desarrollen su nueva vida, brindándoles una atmósfera cálida de amor, aceptación y cuidado.
El deseo de Dios:
Dios desea que todos sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:3-4)
Su deseo es que todos los ganados permanezcan y ninguno se pierda (Mateo •18:14). Debemos ganar a los perdidos pero no podemos perder a los ganados.
Dios tiene cuidado de cada uno que se convierte. El anota en qué lugar nace, de nuevo y lo inscribe (Salmos 87:4-6)
El modelo de Jesús utilizando a doce discípulos nació en el corazón compasivo del Señor que deseaba cuidar y agrupar a las multitudes que lo seguían, que eran como "ovejas sin pastor" (Mateo 9:35-10:1)
Cada persona que se convierte es un hijo que Dios confía en nuestras manos para que le cuidemos. Jesús dijo que todo aquel que el Padre le daba Él no le echaba fuera, pues era la voluntad del Padre que ninguno se perdiera, sino que todos alcanzaran la resurrección de los muertos (Juan 6:35-40). Si nuestro anhelo es cumplir la voluntad de Dios, entonces consolidaremos a cada nuevo creyente que el Señor nos envíe.
Jesús consolidó:
Jesús fue un gran consolidador. A todos aquellos a quienes ganó personalmente los cuidó y veló porque su fe se afirmara.
A Pedro y Andrés: Jesús los llamó a seguirlo y luego lo vemos en casa de ellos sanando a la suegra de Pedro.
A Felipe: Aún logró que éste invitara a un amigo suyo: Natanael.
Mateo: Cenó con Él esa misma noche en su casa y hasta compartió con sus amigos.
Zaqueo: Posó en casa de él y lo llevó al arrepentimiento y cambio genuino.
La Samaritana: a quien evangelizó pidiéndole un vaso de agua para luego quedarse en aquel poblado compartiendo con muchos más.
El ciego sanado: quien fue expulsado de la sinagoga. Jesús lo buscó y lo halló luego que se enteró que lo persiguieron por causa de la sanidad y se le reveló como el Hijo de Dios.
Después de hacer ciertos milagros, pidió un cuidado especial para aquel que había recibido el milagro, como la hija de Jairo a quien pidió que le dieran de comer, y el endemoniado gadareno, que lo vistieran y le dio instrucciones de ir a su casa.
Jesús contó dos historias que reflejan el amor del consolidador: la del Buen Samaritano y la del Hijo Pródigo.
Los discípulos consolidaron:
Los nuevos convertidos de Pentecostés fueron bautizados y enseñados, y tenían todas las cosas en común.
Pablo, después de la aparición del Señor en el camino a Damasco, fue consolidado por un cristiano llamado Ananías, quien oró por él para que fuera sano y lleno del Espíritu Santo, y luego fue bautizado.
Pablo confirmó los ánimos de las iglesias de las ciudades en donde anunció el evangelio.
Pablo y Silas consolidaron al carcelero de Filipos, y él y su casa fueron salvos.
Lo que Jesús dijo sobre permanecer en Él:
Jesús dijo en Juan 15: "Permaneced en mi, y yo en vosotros… El que permanece en mi, y yo en él, éste lleva mucho fruto". El dijo que separado de Él nada podemos hacer y que aquel que no permanece en El será echado en el fuego y se secará.
Mientras que para aquellos que permanecemos en el Señor se nos prometen grandes bendiciones (como que Cristo estará con nosotros, que llevaremos fruto, que nuestras oraciones serán respondidas por el Padre, y que permaneceremos en una constante relación de amor con Dios) a los que no permanecen en Cristo les espera un futuro horrendo: no darán fruto, no podrán hacer nada, serán cortados, echados, secados, quemados y arderán.
Esto debe ser motivo suficiente para hacer lo posible de nuestra parte para lograr que los nuevos creyentes permanezcan en el Señor. Debemos cuidar a aquellos que Dios nos confió. Debemos ser hallados fieles cuidando a las ovejas de nuestro Señor, dándoles el alimento a su tiempo.
Atendiendo al Señor
Introducción:
En Lucas 17:7-10 encontramos una enseñanza de gran valor: "¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido, y después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos".
Atiende a aquel a quien sirves:
Hay dos cosas que todos deben hacer, no importando la profesión, trabajo o ministerio, y sin poner excusas:
1. Buscar al Señor. 2. Apacentar a las ovejas
¿Para quién trabajas?
Todos debemos atender a aquellas personas para quien trabajamos. Debemos servirle. Esto puede aplicarse en segundo lugar, con nuestros jefes. Debemos ir más allá de sólo tener una fría relación laboral. Debemos cuidarlos, prestarles atenciones como: "¿Qué comió?", "¿Qué bebió?", "¿Necesita algo más?"
Ministra a tu Señor:
Luego, la siguiente aplicación es en primer lugar la relación con el Señor Jesús. Debemos atenderlo a Él, no sólo a su obra. Debemos buscarle y adorarlo.
La palabra nos enseña que debemos ceñirnos y servirle. Enderezarte, torna nuevas fuerzas, lávate el rostro y pon buena cara para servir a tu Señor. Debemos darle alabanza y adoración en todo tiempo, y nunca acostarnos peleando, ofendidos o enojados. Antes bien, debes buscar su presencia y bendecirlo por el día que te dio.
Acción de gracias:
No se busca primero la recompensa; antes bien, se desea servir más, demostrando así la gratitud que hay en tu corazón.
Debes atender a quien sirves. No basta con trabajar todo el día para El Señor, es necesario que pases tiempo con Aquel que te creó, dio Su vida por ti y te anhela celosamente.
El ejemplo de Marta y María:
Lucas 10:41-42 dice: "Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada."
Marta pasaba el tiempo ocupándose de muchas cosas, la cual la afanaba y cargaban. Cuando le pidió al Señor que le ordenara a su hermana que le ayudara, Jesús le respondió que María había escogido la mejor parte, pero no dijo que era la única.
Es necesario que nosotros sirvamos al Señor pero que tomemos tiempo para escuchar Su voz y ministrarlo. Eso evitará que nuestros corazones se llenen de afán y lleguemos a reclamarle a Jesús, tal como lo hizo Marta en aquella oportunidad. No podemos permitir que la actividad para el Señor sustituya nuestra relación con El.
Marta servía pero también aprendió a hacer un tiempo para escuchar al Señor y aprender de Él. Esto lo podemos comprobar en el pasaje de la resurrección de Lázaro, cuando Marta demostró tener doctrina acerca de la oración, de la resurrección de los muertos y la revelación de que Jesús era el Hijo de Dios (Juan 11).
Cómo atender a tu Señor:
1. Adóralo:
Juan 4:23 "Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren."
2. Sé Agradecido:
Llega a Su presencia para agradecer por todas las bendiciones que Él te ha dado. Ve para dar las gracias, no para esperar recibirlas. 1 Tesalonicenses 5:18 "Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús."
3. No te vayas a dormir sin mostrarle tu fe:
Hebreos 11:6 "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan."
Salmo 4:8 "En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado."
4. No dejes que el sol se ponga sobre tu enojo:
Efesios 4:26-30 "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo."
5. No pierdas la visión, pues recuerda que te es necesario estar en los negocios de tu Padre.
Lucas 2:49 "Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?"
Conclusión:
No sólo sirvas al Señor, atiéndele. Luego que le hayas atendido llegará el momento en que tú podrás cenar y Él te atenderá a ti. En ese momento el te fortalecerá y te hablará. Mientras más atiendas al Señor, tendrás más revelación, palabra y unción.
Cómo Consolidar
El ejemplo de los primeros cristianos:
De la Iglesia primitiva podemos aprender como ellos consolidaban al nuevo creyente. Veamos en Hechos 2:37-47 lo que los primeros cristianos hicieron por los 3,000 nuevos creyentes en el día de Pentecostés:
Al momento de la conversión:
• Se les comunicó la importancia del arrepentimiento.
• Recibieron a Jesús y la llenura del Espíritu Santo.
• Les testificaron y les exhortaron a consagrarse a Dios.
• Recibieron el Bautismo en agua.
• Reportaron lo sucedido: 3,000 nuevos convertidos
Después de la conversión:
• Fueron instruidos en la doctrina de los apóstoles.
• Tenían amistad entre ellos.
• Compartían el pan unos con otros.
• Fueron enseñados a perseverar en la oración.
• Hubo un cambio sincero en sus vidas.
• Se reunían constantemente por el templo y por las casas para alabar a Dios y predicar la Palabra.
• Se ayudaban los unos a los otros y velaban por las necesidades de todos.
Cinco pasos para consolidar:
1. La bienvenida.
2. La reunión de consolidación.
3. El fono visita y la visita.
4. La asignación a un grupo.
5. La ministración en un retiro.
1. -La bienvenida:
Esto se da desde el momento en que se convierten al Señor, ya sea en el templo o en el grupo, Se debe hacer lo siguiente:
• Acércate al nuevo convertido, preséntate y dale la bienvenida a la Iglesia y al Reino de Dios.
• Explícale las cuatro verdades para que entienda lo que está haciendo. Muchos se convierten sin saber lo que hacen, por eso debes explicarle bien lo que están haciendo y la importancia de ello, las 4 verdades son:
1. Dios te ama y desea bendecirte (Juan 3:16)
2. Todos los hombres han pecado y la paga del pecado es la muerte (Romanos 3:23 y Romanos 6:23)
3. Jesús murió por tus pecados y resucitó para que tengas vida eterna (1 Timoteo 1:15, Hechos 4:12)
4. Debes arrepentirte, recibir a Jesús y confesarlo como tu Señor (Hechos 2:38, Juan 1:12, Romanos 10:9-10)
• Haz con él la oración de entrega, pidiéndole que la repita después de ti. Está oración debe ser sencilla y directa. Un ejemplo puede ser: "Señor, te necesito. Confieso que soy un pecador y me arrepiento de mis pecados. Creo en ti y creo que moriste en la cruz y resucitaste para salvarme. Te recibo y te confieso como mi Señor y Salvador. Gracias por mi nueva vida. Amén"
• Ora para que sea lleno del Espíritu Santo, imponiendo manos sobre él.
• Ora por sus necesidades, mostrándole una promesa de la Palabra que se relacione con ésta para que le crea a Dios.
• Toma los datos de la persona, llenando tu personalmente la ficha de nuevos convertidos (de esta forma nos aseguraremos que tendremos los datos completos y correctos). Conserva la ficha y entrégasela al encargado.
• Despídete de él amigablemente, felicitándolo por la decisión que ha tomado de creer en Jesús. Testifícale sobre el cambio de vida que Dios operó en ti, asegurándole que Dios puede hacer lo mismo por él. Exhórtale a que inicie una nueva vida, dejando el viejo hombre atrás.
2. -La reunión de consolidación:
Los consolidadores deben reunirse una vez a la semana para revisar el trabajo realizado y distribuir el nuevo. En esta reunión se debe revisar los resultados de la semana anterior, distribuir las fichas para consolidar, interceder por los nuevos creyentes y llenar el reporte respectivo.
3. -La fono visita y la visita:
La fono visita es una visita telefónica propia del ganador de almas; debe hacerse con eficacia y enfocada siempre en el interés por la vida del nuevo convertido. Debe hacerse en las siguientes 48 horas después de la conversión y el propósito de esta llamada es mostrar interés genuino en la persona y concertar cita para la visita.
La visita tiene como objetivo velar por el creyente y enseñarle a orar y leer la Biblia. Además se debe buscar que asista a un grupo, a la Iglesia e invitarlo a un retiro.
4. -La asignación a un grupo:
El consolidador es el responsable de ubicar al nuevo creyente en una célula, entregando la ficha al líder de célula. Debe asegurarse que el líder del grupo llame y visite a la oveja Y debe orar por él hasta verlo firme y constante en el grupo.
Si el nuevo creyente se convirtió directamente en una célula, entonces se debe procurar que éste asista a la Iglesia y haga allí de nuevo una confesión pública de su fe en Cristo, así como motivarle a que se bautice. En este caso el responsable de hacer la consolidación es el líder del grupo, o el designado por éste.
5. -La ministración en un retiro:
La consolidación termina cuando la persona asiste a un retiro para que sea ministrado, y reciba el poder sanador y liberador del Señor. El consolidador debe inscribirlo en el retiro respectivo y velar porque asista a éste.
La Milla Extra
Lo ordinario y lo extraordinario:
"Oíste que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, Vé con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses" (Mateo 5:38-42)
Jesús vino a poner un nuevo estándar en la manera de relacionarnos con otros. Dijo que no resistiéramos al malo, que diéramos la otra mejilla cuando nos hirieran y que entregáramos la capa al que nos pidiera la túnica.
Pero también nos enseñó un nuevo estándar en nuestra actitud hacia el trabajo: que debíamos caminarla milla extra.
La milla extra es hacer todo aquello que se espera de mí con excelencia y después de cumplirlo a cabalidad, hacer lo que no se me pidió, pero se deseó. Es hacer lo que se esperaba de mí y un extra más. La diferencia entre alguien ordinario y otro extraordinario es un "extra" que algunos están dispuestos a dar. Para no ser ordinarios.
Un buen líder es aquel que inspira a otros a caminar la milla extra, pero no la exige. Da el ejemplo caminándola él mismo. Imponiendo o manipulando, sólo se logra que caminen una milla, y probablemente con mal modo. El extra se da como resultado de la convicción y el compromiso a la obra que realizamos; es el resultado de una buena actitud de corazón.
El hecho que tú camines la milla extra, no te da el derecho a exigir o condenar a quien no lo haga. Camínala, y tu ejemplo inspirará a otros que deseen hacerlo.
Todos tenemos obligaciones o responsabilidades que cumplir en la casa el trabajo o la iglesia; pero en cada una podemos dar algo más.
El "extra" en la visión:
El apóstol Pablo les dijo a los corintios: "He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos. Y con el mayor placer gastaré lo mío, y aún yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos." (2 Corintios 12:14)
Pablo tenía derechos como Apóstol que era, de ser alimentado y obtener salario por presentar el evangelio, y aunque los corintios no cumplían con este mandato, no se negó a evangelizarlos. Por el contrario, dio lo que era de él mismo y dijo que aún daría su propia vida con tal de presentarles el evangelio. Y aún así el reconocía que esto podría producir que los corintios lo amaran menos. En otra ocasión dijo que daría todo con tal de ganar a unos cuantos. El apóstol nos dio un ejemplo de una actitud que sabe entregar el "extra" que se necesita por estar comprometido con la obra de Dios.
La visión se cumplirá si damos el extra necesario para realizarla. Los líderes y grupos exitosos serán aquellos que siempre den más de lo que se espera de ellos. Discipular a otras exige mucho de uno.
Corriendo para alcanzar la meta:
"¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis" (1 Corintios 9:24).
El apóstol Pablo nos aconsejó correr la carrera de tal manera que alcancemos la meta y obtengamos el premio. Para hacerlo debemos ser como los atletas, que se abstienen de todo con tal de alcanzar aquello que se propusieron y ser los mejores. Dios ha puesto una meta delante de nosotros que debemos alcanzar y espera que corramos la carrera como para ser los mejores, con excelencia y dedicación. Podemos dar lo mejor de nosotros mismos si damos siempre el "extra" que nos hemos rehusado dar. Alcanzar la meta requiere que corramos la milla extra.
El ejemplo de Jesús:
Dios siempre será el primero y el último en dar. El siempre va un paso adelante dando el ejemplo. Jesús nos dio el ejemplo de caminar la milla extra:
• Cuando la multitud le seguía, no sólo les predicaba, sino Íes dio de comer varias veces.
• Cuando lo humillaron y avergonzaron en público, oro por ellos.
• Cuando lo obligaron a llevar una cruz, con ella llevó nuestros pecados.
• No sólo lo lastimaron, sino que llevó nuestras enfermedades y nuestros dolores y por sus heridas fuimos curados.
• No sólo lo mataron; murió en nuestro lugar.
• No solo sufrió nuestra muerte y llevo nuestros pecados, sino también resucitó, y con ello nos dio una nueva vida.
• Le dieron un nombre sobre todo nombre, y por él podemos pedir cualquier cosa al Padre.
• Se sentó a la diestra del trono de Dios, y desde allí intercede por nosotros.
Conclusión:
Todo despojo del "yo" para dar algo extra produce una reacción en Dios y en los hombres.
Dios espera que des la milla extra. No te la impondrá, pero sabe que tienes el potencial de dar más y espera que lo hagas para su reino. El te dio el ejemplo y ha pedido que seamos de ese mismo sentir.
Preparándonos para Consolidar
Los objetivos de la consolidación:
Mateo 9:35-38 nos relata que una gran multitud de todas partes seguía a Jesús. Cuando el Señor los vio sintió compasión por ellos, pues eran como ovejas sin pastor: estaban desamparados y dispersos. Ellos ya eran seguidores, pero Jesús vio que a ellos aún les faltaban dos cosas: estaban desamparados, es decir, descuidados, y también dispersos, esto es, alejados del rebaño sin compañía ni grupo. Jesús sintió compasión por ellos y envió a sus doce a hacer la obra. De allí que el modelo de Jesús haya nacido en el corazón compasivo del Señor de cuidar y discipular a las multitudes que lo seguían.
Por lo tanto, la consolidación tiene dos objetivos:
1. El cuidado y la ministración del nuevo creyente.
2. El involucramiento de éste en la Iglesia y en una célula.
Debemos mostrarle amor al nuevo creyente desde el momento de la conversión y un genuino interés por su vida. Las llamadas y visitas son muy importantes. Y se le debe exhortar a que asista a un retiro para ministrar su vida.
Para poder cuidar mejor a las ovejas, éstas debían estar agrupadas en rediles "células"; más que una multitud sin pastor debe ser un rebaño cuidado. A esto le llamamos hoy involucrar a los creyentes en un grupo en casa y llevarlo a que participe con toda la congregación del los servicios dominicales.
La actitud adecuada para consolidar:
Detrás de una célula y red que crecen hay entrega, sacrificio y amor; hay tiempo invertido en las personas. Consolidar requiere de nuestra abnegación a la comodidad por amor a otros. Dios ve cada esfuerzo que se hace en favor de otros, por eso bendice con el crecimiento. El que es fiel cuidando a los pocos, Él lo pone sobre muchos. El trabajo esforzado y la perseverancia producen fruto, y éste fruto da gloria al Padre.
El Apóstol Pablo era un gran ganador de almas, pero en Filipenses 1:3-11 nos revela su corazón y su actitud para consolidarlos. Él dijo que desde "el primer día" hasta ahora, es decir, desde la conversión de los Filipenses hasta ese día, tenía ese sentimiento especial hacia ellos. Estas son las actitudes que el Apóstol revela:
Gozo por su salvación:
Pablo sentía un profundo gozo por ellos, lo que expresa en sus palabras "Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros" y "rogando con gozo por todos vosotros". Ese gozo le dio fortaleza para continuar la obra. Al igual que el padre en la parábola del hijo pródigo, podemos decir "Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque éste tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado" (Lucas 15:32). Ese es el gozo de la salvación y será el que nos da la fuerza para consolidar a cada nuevo creyente.
Convicción de la obra de Dios:
Pablo reflejaba una plena convicción de la obra de Dios en ellos, y estaba persuadido de que si Dios la había iniciado, sería fiel en completarla. Esta persuasión lo llevo a comprometerse con la vida de ellos. El creía que su decisión de creer en Cristo no era emocional ni pasajera, sino que él veía esa obra perfeccionada. Al verlos con los ojos de Cristo veremos en ellos personas bendecidas y siendo de bendición a otros; veremos líderes, no sólo ovejas, y esta convicción nos impulsará a comprometernos a consolidarlos.
Identificación con las personas:
Pablo revela que los llevaba en el corazón, en las prisiones, en la defensa y confirmación del evangelio. Pablo llegó a identificarse con ellos tanto que los consideraba "participantes con él". El pasó por desvelos, ayunos, trabajos e incomodidades porque los consideraba una parte de él mismo (2 Corintios 11:27-29). Cuando así lo hacemos podemos decir junto con el Apóstol: "Y yo con el mayor placer gastaré lo mío y aún yo mismo me gastaré del todo por amor de nuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos" (2 Corintios 12:15). Para consolidar es necesario estar dispuestos a dar nuestra vida por amor a otros. Cada llamada y cada visita deben estar acompañadas de toda nuestra entrega. Sólo así veremos prosperar la obra de Dios y la vida de cada hijo de Dios.
Amor entrañable:
El amor "entrañable" es el profundo amor. Es aquel que se tiene desde las entrañas, que conmueve y lo impulsa por sobre todas las cosas a bramar o perseguir algo o alguien. Sólo con este amor en nuestro corazón podemos con-solidar. Pablo dijo: "Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos."
(1 Tesalonicenses 2:8). Jesús dijo "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos" (Juan 15:13). El amor sincero y entrañable nos lleva a darnos incondicionalmente a otros; por este amor los incluimos en nuestras vidas y los involucramos en las células. Sin éste amor consolidar será nada más un paso en un proceso. Con él, consolidar será una necesidad de nuestro diario vivir.
La oración de fe:
Pablo pedía por cosas específicas: que su amor abundara más, que fueran irreprensibles, llenos de frutos para gloria de Dios. Pablo oró por cosas específicas pues él los conocía a ellos y a sus necesidades. El rogó constantemente por ellos. La intercesión es clave para conservar el fruto. La oración efectiva es aquella que le cree a Dios. Es importante orar por ellos y con ellos. Si pedimos conforme a su voluntad de que ellos permanezcan, Él lo concederá.
Que sean uno
La oración de Jesús:
Una de las últimas peticiones que Jesús hizo al Padre fue que permaneciéramos en unidad y en un mismo sentir: "Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé…" Juan 17:11-13
Los discípulos de Jesús, aunque ya lo seguían a él, no eran perfectos en unidad. En más de una ocasión tuvieron disputas entre ellos o manifestaron su deseo: de sobresalir sobre los otros, como cuando Juan y Jacobo pidieron sentarse a los lados de Jesús y los otros diez se enojaron, o cuando discutían quien habría de ser el mayor. En todo ese tiempo Jesús guardó a sus discípulos para que fueran uno, enseñándoles a guardar la unidad entre ellos. De igual forma debemos cuidar de mantener esa unidad entre los discípulos.
Cuando Jesús estaba por irse oró en la última Cena para que fueran uno. "Como Él los había guardado todo ese tiempo, ahora Él rogaba al Padre para que fueran guardados del mal y mantuvieran esa unidad. Al mismo tiempo oró por todos aquellos que serían ganados a través de ellos, para que fuéramos uno. "Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado." (Juan 17:20-23)
Jesús también oró para que no hubiera divisiones entre aquellos que creerían en Él al ser predicado el evangelio. Por esa razón no debería haber divisiones entre las distintas redes.
Jesús dijo que nos había dado la gloria que el Padre le había dado Para que fuéramos uno. La unción de Dios une, no divide. Cuando permanecemos unidos a Jesús, permaneceremos unidos a su cuerpo. Cuando mantenemos esa unidad manifestamos al mundo el amor de Dios y así ellos creerán que el Hijo fue enviado a salvar a la humanidad.
Solícitos en guardar la unidad:
En Efesios 4:1-3 dice: "Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz"
Como hijos y siervos de Dios debemos caminar con la dignidad que nuestra posición y llamado ameritan. De igual forma que de los gobernantes se espera un determinado protocolo, de nosotros como obreros suyos se espera un comportamiento humilde y manso, que sea solícito en guardar la unidad del Espíritu en ese vínculo de paz.
Debemos esforzarnos en guardar la unidad así como Jesús guardó a sus discípulos para que fueran uno. La unidad es algo que debe procurar, pues las obras de la carne tienden a la desunión, como los pleitos, iras, contiendas, gritería y cosas semejantes. Por eso debemos guardar nuestro corazón. Ahora que Jesús no está físicamente con sus discípulos, se nos dice que debemos ser solícitos en guardar esa misma unidad en el Espíritu por la que el maestro oro en la última cena.
Para guardar esa unidad se nos dice que debemos soportarnos los unos a los otros con sencillez, debido a que todos somos diferentes.
La bendición de ser uno:
Un beneficio de la unidad es el crecimiento personal que recibimos como miembros del cuerpo, así como el crecimiento numérico de la congregación. Este crecimiento lo recibe la Iglesia de parte del Señor al estar el cuerpo unido entre sí, ayudándose los unos a los otros: "Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, eso es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor." (Efesios 4:15-16)
El Apóstol Pablo también escribió: "Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. 1 Corintios 1:10
Cuando hay unidad de corazón habrá un mismo idioma entre nosotros, pues la boca manifiesta el deseo del corazón. Así como en las palabras se manifiesta la unidad, también a través de ellas se nota cuando hay divisiones. La murmuración, el chisme y las discusiones revelan el sentir dividido del corazón. Si hablamos lo mismo es porque nuestro corazón está en un mismo sentir.
Asimismo, debemos tener una mente y un mismo parecer, pues así haremos lo mismo por un motivo en común. Pero el vínculo perfecto de la unidad es el amor que debe morar entre nosotros. Por eso Jesús nos dijo que nos amaramos los unos a los otros como él nos había amado, y así nos distinguiríamos como sus discípulos. El poder de Dios muestra que Dios camina con nosotros, el fruto habla quien somos nosotros, pero el amor que manifiesta que somos sus discípulos. (Juan 13:34-35)
Los enemigos de la unidad:
Debemos tener mucho cuidado en la forma sutil en la que se inician las divisiones: "De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?" 1 Corintios 3:1-6
Pablo dijo que había entre ellos divisiones. Una división no necesariamente es la partición de una red o de una congregación, sino también el pensamiento o ánimo dividido y las rivalidades. En las redes no debe haber esa; competencia de que soy de alguien y no de otro, o que pertenezco a una red y no a otra, produciendo división interna en la Iglesia. Las divisiones son una manifestación de la inmadurez y es una obra de la carne.
Por esa razón el apóstol instruyó a los cristianos a fijarse en aquellos que causan las divisiones y tropiezos y que apartaran de ellos, porque tales no sirven al Señor sino a sí mismos (Romanos 16:17-18)
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