1. Introducción 2. Violación 3. El Delincuente Sexual 4. La víctima 5. Circunstancias de lugar y tiempo 6. Consecuencias de la acción policial y judicial 7. Importancia del interrogatorio científico de la víctima 8. Modalidad de la actividad sexual 9. Criminogénesis 10. El sadismo sexual 11. Fuentes Electrónicas 12. Fuentes Hemerográficas 13. Bibliografía
La palabra Honestidad se emplea aquí como equivalente a moralidad sexual. Son, pues, los delitos contenidos bajo este título, hechos que infringen la moralidad sexual. Pero no todos los actos que constituyen una violación de a moral sexual hoy reconocida están reprimidos por el Código Penal, no, el Derecho Penal tiene un campo mucho menos vasto que el de la moral y en esta esfera peculiar de la vida sexual no puede aspirara a imponer la observancia de todos los deberes proclamados por la ética sexual, sino tan solo el de aquellos cuyo cumplimiento repute necesario para la convivencia social. En el Derecho Penal no puede el campo sexual, ni es su misión, tender a la moralización del individuo, a apartarle del vicio de la sensualidad, su actuación se reduce al castigo de aquellos hechos que lesionan gravemente bienes jurídicos individuales o colectivos, y ponen en peligro la vida social.
De los hechos lesivos de la moralidad sexual que el código sanciona, unos constituyen predominantemente un ataque contra la libertad sexual, es decir, contra la libertad del individuo de disponer sexualmente de su cuerpo, como el comercio carnal realizado mediante violencia o intimidación, o con persona que no puede prestar su consentimiento por su edad o por otra causa, los abusos deshonestos cuando concurrieren las anteriores circunstancias, el yacimiento mediante engaño con personas menores, etc. Aquí se incluye el delito de violación, delito en la que la violencia origina una disminución de la libertad de la ofendida o la anulan por completo.
Semejante denominación de delitos contra la honestidad es clásica en nuestra codificación penal, pues a partir de 1848 todos nuestros códigos penales la han empleado. También se halla en países hispanoamericanos.
Estos delitos no puede olvidarse que, en no pocos casos, sus autores son anormales más o menos graves, suyo estado mental deberá el juez determinar con la cooperación de los médicos psiquiatras.
Se comete violación yaciendo con una mujer en cualquiera de los casos siguientes:
- Cuando se usare de fuerza o intimidación.
- Cuando la mujer se hallare privada de razón o sentido por cualquier causa.
- Cuando fuere menor de 12 años cumplidos, aunque no concurriere ninguna de las circunstancias expresadas en los dos números anteriores.
La violación es conjuntamente un ataque al pudor individual y a la libertad de disponer sexualmente del
propio cuerpo . Puede definirse como el trato carnal con una mujer conseguido por medio de la fuerza (en sentido lato) verdadera o presunta o de otra forma en contra de su voluntad.
Sujeto activo sólo es el hombre, por contraposición al pasivo, que expresamente consigna la Ley que
ha de ser una mujer. Pacheco planteó la cuestión de si se puede cometer violación sobre una mujer muerta, sosteniendo, sin gran decisión, que no había violación efectiva, pero podía haber un crimen frustrado "si de hecho se pretendió y pensó cometerse". Groizard, criticando este punto de vista, afirmó, oponiéndose a este con todo efecto que cuando una mujer deja de existir, ningún genero de delitos, ni consumados ni frustrados pueden cometerse contra su vida ni contra su persona. La mujer, por consiguiente, ha de estar viva. En atención al epígrafe bajo el que la violación está colocada, debe exigirse además la honestidad. No lo ha estimado así el Tribunal Supremo al ordenar en algún caso por violación de una prostituta .No pueden ser víctimas de este delito los varones; en esto la Ley es terminante.
El problema de sí el marido puede cometer violación sobre la mujer propia he de resolverse desde el punto de vista de la antijuricidad, por constituir el débito conyugal no sólo un deber, sino un derecho de los cónyuges. Cuando se dé un exceso en el ejercicio del derecho, lo mismo que cuando el débito no sea obligado a consecuencia de una separación legal, el empleo de la fuerza o el concurso de las circunstancias previsto en el número 2, en la satisfacción del apetito sexual, dará lugar a violación.
En la violación hay que distinguir, aunque el código no lo haga explícitamente, el strupum violento o violencia carnal, que es la violación en sentido estricto, de los restantes casos en los que falta la vis.
Entre la fuerza o intimidación y el acto de yacer tiene que darse una relación de causalidad que cuando se haya usado de la fuerza ha de ser directa. Con la intimidación puede ser indirecta. No es necesario que la fuerza sea irresistible, ni que revista una gravedad inusitada para afirmar la relación de causalidad. Es bastante conque se emplee la necesaria y eficaz para el fin propuesto por el agente. Le intimidación ha de ejercitarse mediante la amenaza de un mal grave en los casos normales. Excepcionalmente tratándose de una mujer cuyo estado psíquico sea especialmente débil, y tal que una intimidación inoperante en otro supuesto sea suficiente para anular su capacidad de resistencia, la falta de capacidad objetiva para intimidar no es obstáculo a que la intimidación se aprecie. Pues, tanto en la fuerza como en la intimidación; lo que importa es su idoneidad para contrarrestar la voluntad contraria de la víctima.
- Violencia Carnal.- es el yacer con una mujer contra su voluntad mediante el uso de la fuerza o de la intimidación. Esta es la violación genuina, el llamado estupro violento. La violencia se concreta como enseño Carrara en el concurso de dos voluntades en guerra. Por ello es característico de este delito no sólo el empleo de la vis física (fuerza) o de la intimidación moral (vis moral) por parte del sujeto activo sino una resistencia seria y mantenida por parte de la víctima durante el curso de la acción violenta. Una simple falta de adhesión a los propósitos del agente no basta, ni tampoco una resistencia que deviene pródromo del acto sexual. Ahora bien, una pasividad engendrada por un trauma físico o psicológico o por el convencimiento de la inutilidad de prolongar la resistencia, es suficiente.
Se comete yaciendo:
- Con una mujer privada de razón o de sentido.
- Con una mujer menor de 12 años.
- Violación impropia.- ya el derecho romano parificó el estupro violento y el cometido con furiosi o impúberes. La misma equiparación, en cuanto al concepto y la pena, se sustenta en los códigos españoles desde 1848. falta, si embargo, la fuerza (en sentido lato), e incluso la resistencia al coito, bien a causa de encontrarse la voluntad de la mujer anulada por hallarse privada de sentido, bien por no ser el consentimiento no solo irrelevante, si no prestado por personas en las que el legislador presume, sin admitir prueba en contrario, que de percatarse del alcance del acto que con ellas se trata de realizar se opondrían, aunque no lo hagan por hallarse privadas de razón o ser menores de 12 años cumplidos.
Es tarea de la sexología y la psiquiatría forenses poder establecer los aspectos de la personalidad de un delincuente sexual y diferenciar un caso de otro al reconstruir con la mayor exactitud posible la génesis y dinámica del fenómeno criminal en particular.
La personalidad del delincuente sexual, en este caso con características de modalidad serial, es el centro de nuestra investigación actual.
De manera tal que, el examen de todas las manifestaciones del accionar, las motivaciones de la conducta delictiva, etc., deben investigarse en función de la personalidad total del individuo y su inseparable contexto social y el perito médico debe descubrir el valor y la significación que ese mundo adquiere para el delincuente.
La significación y la intencionalidad de la conducta constituyen un todo organizado (portador de un sentido) que se dirige a un fin.
Diremos entonces, que la conducta sexual delictiva es una conducta concreta del individuo, expresión de su relación con la víctima en un lugar (espacio) y en una fecha (tiempo) determinados.
La dificultad del delincuente para aceptar la ley, significa desde el punto de vista social una alteración, violación o transgresión de la norma establecida que implica una anomalía adaptativa en el desarrollo de su personalidad.
El examen psiquiátrico general de los delincuentes sexuales seriales nos ha demostrado que el grupo mayoritario (80 al 90 %) no presentan signos de alienación mental franca, es decir, que son jurídicamente imputables.
De ellos, la inmensa mayoría está compuesta por individuos con trastornos de la personalidad, psicópatas antisociales y/ o sexópatas con o sin perturbaciones sexuales manifiestas ya sea disfunciones sexuales y/o parafilias o desviaciones sexuales.
Sólo algunos de este grupo, (excepción) hemos visto que presenten alteraciones neuróticas sobre todo de tinte obsesivo-compulsivas. El grupo minoritario, (10 al 20%) está compuesto por individuos que presentan graves problemas de personalidad de características psicóticas enajenantes, es decir, jurídicamente inimputables.
La creencia de que el delincuente serial actúa siempre impelido por fuertes deseos sexuales, se ha visto desacreditada en la actualidad, al menos como explicación genérica. Otro tanto ocurre con la aseveración consistente en calificar a los agresores sexuales seriales como enfermos mentales alienados.
La ausencia de enfermedad mental alienante sobre todo en los violadores es habitual, y por lo general, lo que se observa son individuos con conductas aprendidas en el marco de una socialización deficitaria.
Debemos distinguir el desviado sexual (parafílico) del delincuente sexual (transgresor de normas jurídicas). Así por ej: un exhibicionista puede ser un delincuente y un parafílico; un masoquista puede ser un parafílico y no ser un delincuente, un proxeneta puede ser un delincuente y no un parafílico; un sádico puede ser un parafílico y puede ser o no un delincuente, etcétera.
En el examen de la víctima se deben tener en cuenta:
Edad
La edad no suele ser determinante para ser víctima de un delincuente serial en tanto y cuanto ésta cumpla con las expectativas y motivaciones que requiere el victimario.
Número de agresiones
El agresor serial no suele tener un número límite de agresiones, por lo general el límite lo determina su detención o arresto.
Cuando las agresiones cumplen con un ritual homicida, el cuerpo de la víctima es el testigo del hecho y lo que permite hacer la interpretación psicodinámica de la agresión.
Cuando las agresiones terminaban en lesiones y, sobre todo, en atentados contra la libertad sexual, era un hecho común que las víctimas y testigos no hicieran la denuncia, con lo cual la impunidad del actor se prolongaba en el tiempo. En la actualidad se observa, en los tribunales, mayor número de denuncias que tiempo atrás y, la colaboración más eficiente de los testigos, favorece que el delincuente sea apresado mas rápido.
Condiciones físicas
No se han detectado condiciones físicas genéricas en las víctimas de los delincuentes seriales. Las características físicas de las víctimas dependen de la psicodinamia delictiva de cada actor. Es habitual observar que son mujeres jóvenes, no necesariamente bellas, con ciertas particularidades que encuadran dentro del ritual del victimario.
Así las víctimas pueden ser niñas o niños, púberes, embarazadas, prostitutas, etc.
5. Circunstancias de lugar y tiempo
Los escenarios de los sucesos delictivos pueden ser variados y concordantes con la psicodinamia delictiva del delincuente.
Así se observa, en general, que los delitos pueden ocurrir en lugares ocasionales o predeterminados.
Los lugares ocasionales, son aquellos en que la víctima "aparece" en un momento no buscado pero que dadas las circunstancias y el hecho de cumplir con las "necesidades" del victimario, éste la agrede en el lugar que encuentra más apropiado a sus propósitos.
Los lugares predeterminados, son aquellos que forman parte del "programa" que elabora el actor para satisfacer sus necesidades agresivas.
Estos lugares pueden ser la residencia de la víctima, lugares exteriores como baldíos u obras en construcción u otros más sofisticados como colegios, conventos, oficinas, ascensores, etc.
Con respecto al momento de ataque, se observa que el día de la semana, el momento del día o la hora tiene que ver con el cumplimiento de un ritual que satisface las necesidades del actor, en cuanto suelen ser recordatorios de algún hecho de significación personal, el aniversario de algo que se tiene que reivindicar o vengar, etc.
Las lesiones producidas
Las lesiones que se observan suelen ser:
a) intimidatorias destinadas a acallar a la víctima o a someterla (contusiones en general);
b) motivacionales del acto violento para satisfacer las necesidades agresivas (que van desde golpes, violaciones, hasta homicidios, etc.) a través de heridas, traumatismos, mordeduras, contusiones, estrangulamiento, etc;
c) de ensañamiento como lesiones punzocortantes múltiples, golpes de cráneo, descuartizamiento, etc, así como marcas o leyendas que son como la firma identificatoria del autor, en franco desafío intelectual con los investigadores, o como forma omnipotente de vanidad delincuencial.
En los casos en que se observan además lesiones genitales, paragenitales y extragenitales, se puede pensar en la motivación sexual de la agresión o en lesiones específicas de atentados contra la libertad sexual (delitos sexuales o contra la honestidad).
En general el delincuente serial casi siempre tiene en forma primaria o secundaria una intencionalidad sexual en su agresión.
El daño psíquico emergente
Las víctimas que han sobrevivido al ataque de un delincuente serial por lo general suelen padecer por largo tiempo las consecuencias psíquicas al mismo. En la inmensa mayoría de ellas el daño psíquico emergente que presentan se traduce en perturbaciones mentales que requieren tratamiento psiquiátrico. Las secuelas habituales suelen ser fobias con perturbaciones sexuales cuantitativas de tipo disfuncional.
6. Consecuencias de la acción policial y judicial
Las denuncias que realizan las víctimas de un agresor serial suelen traerle efectos perniciosos ya que el interrogatorio, las declaraciones, el reconocimiento de sospechosos, el tener que aportar pruebas, los exáme nes periciales, etc., la obligan a revivenciar el hecho.
La curiosidad morbosa de la gente, de los allegados, conocidos, y hasta de amigos y familiares aunque con buena intención, actúan como factor realimentador traumático que le impiden la elaboración rápida del trauma psíquico.
Si el hecho, por tratarse de un delincuente serial, tuvo repercusión pública, el asedio periodístico también suele ser un factor conflictivo para la víctima.
7. Importancia del interrogatorio científico de la víctima
Las víctimas de un agresor serial suelen describir mal a sus agresores quizás como producto del impacto del hecho que le ha acaecido.
No obstante lo expresado, el interrogatorio de la víctima es de capital importancia para obtener datos que orienten acerca de la personalidad y características físicas del victimario, su estatura, edad, tipo constitucional raza, vestimenta, fisonomía, señas particulares, etc.
El delincuente serial suele adoptar un comportamiento similar cada vez que ataca a sus víctimas. Suele vestirse de la misma manera particular, hecho que permite a veces su más fácil identificación, ya que las víctimas suelen coincidir en la descripción de su atuendo, así como con ciertos comportamientos que se reiteran en los distintos hechos que realiza.
El victimario
Cuando se estudia al actor debemos tener en cuenta los factores individuales (biopsicogenésis) y los ambientales o mesológicos (sociogénesis).
Biopsicogénesis
Se investigan factores tales como:
Edad
Los delincuentes seriales suelen ser adultos jóvenes o de mediana edad. Es raro observar a menores de 18 años y mayores de 50.
Vestimenta
Como se ha dicho, la vestimenta que luce el delincuente serial suele ser siempre la misma cuando realiza el acto agresivo. La vestimenta forma parte de un ritual que tiene un simbolismo particular para el agresor, razón por la cual, como si fuera un "uniforme de combate", siempre utiliza el mismo atuendo.
Cada agresor utiliza un equipo personal. En general no es frecuente que el delincuente utilice un traje, salvo aquel caso en que el modo operandi requiere de tal vestimenta, por ejemplo, para seducir mujeres en confiterías de lujo y luego ir a un Hotel o la residencia de la víctima, drogarlas, robarles y eventualmente violarlas.
Lo habitual es que usen pantalón, campera, zapatillas y algún atuendo destacado como pañuelo, bufanda, alguna cadenita, etc., y adopte algún gesto o actitud particular. Así en las crónicas aparece su identificación justo por estos hechos particulares "el de la campera de cuero negra", "el de la bufanda", etc.
Estado civil
Se observa que predominan los solteros, de personalidad inmadura e inestable, de 30 a 40 años, dependientes emocionalmente y habitualmente hijos únicos que conviven simbióticamente con su madre, por general viuda y dominante.
Aspecto psicofísico
Difícilmente el delincuente serial presenta la imagen del "perverso lombrosiano"es, por lo contrario, un individuo que a nivel social se comporta en forma cordial, se muestra saludable, seductor, educado, es por lo general inteligente y astuto, con lo cual su criminalidad pasa desapercibida en el ámbito de la comunidad y hasta para los conocidos y, si tiene un trabajo estable, también para sus compañeros laborales.
Paralelamente, cuando desarrolla su "actividad delictiva", desdobla su personalidad, adopta otra identidad (en realidad la auténtica, ya que la social es una postura) y no sólo cambia su conducta social habitual sino que esta representación da paso a su verdadero comportamiento ritualizado y estereotipado que sigue los designios de su conducta perturbada y delictiva.
Así se observa una serie de características especiales que lo identifican y a veces el periodismo lo apoda por ello con alias como "el loco del martillo", "el sátiro de la carcajada", "la viuda negra", etc.
A nivel psíquico, suelen ser alfabetos, de buen cociente intelectual, algunos con nivel de estudios secundarios y hasta terciarios. En estos casos por lo general en forma incompleta por alguna frustración o conflicto.
Excepcionalmente se han registrado seriales con características "lombrosianas" y de escaso nivel intelectual como el recordado "petiso orejudo". El lenguaje que suelen utilizar durante la ejecución del acto delictivo propiamente dicho es el de las amenazas, insultos, descalificación, agresión, procacidad, auto revalorización, venganza, etc.
Ocupación
Casi en todos los casos los delincuentes seriales tienen trabajos efectivos y se comportan en ellos en forma responsable, suelen ser puntillosos y cumplidores, obteniendo de los dueños, jefes o autoridades reconocimiento y buenas referencias. Algunos trabajan por su cuenta, otros tienen un buen pasar familiar y se dedican a tareas recreativas, hobbys, coleccionan objetos artísticos, poseen refinados gustos culturales o realizan acciones de beneficencia en la comunidad, en actitud paradojal con sus tendencias delictivas.
Los que tienen hijos, suelen ser padres rígidos y autoritarios e imponen una férrea disciplina familiar con total oposición a los comportamientos transgresores que cumplen durante su actividad delictiva.
8. Modalidad de la actividad sexual
La modalidad de la actividad sexual que realiza tiene que ver con la forma de compensar las dificultades sexuales que sabe que presenta cuando intenta una relación convencional.
De manera tal que la agresión sexual ya sea violenta o intimidatoria suele ser un estímulo erótico compensador de la hiposexualidad que presenta habitualmente frente a una relación convencional.
Si bien se ven ataques bajo la forma de violación, ya sea por vía vaginal o anal, también se observan, con bastante asiduidad, ataques sin acceso carnal, es decir, por ejemplo, a través de equivalentes agresivos sádicos con lo que logran la detumescencia orgásmica.
Antecedentes penales
Es raro que presenten antecedentes delictivos de otra índole, aparecen debutando con una serie de delitos similares que motivan su detención, a veces luego de largo período de búsqueda.
Los que poseen antecedentes suelen ser por hechos similares en otras regiones del país o que fueron recientemente liberados y han reincidido rápidamente.
Así como hay delincuentes seriales que presentan una doble vida entre la imagen social y la delictiva, se encuentran también algunos que tienen una doble vida dentro del ámbito delictivo, es decir, presentan una "carrera" delincuencial habitual, casi siempre como ladrones y la "auténtica" de agresor serial. A veces utilizan la primera para lograr la segunda.
Personalidad social
No es cierto la noción generalizada de que estos delincuentes sean torpes y agresivos o con antecedentes de conductas sociales violentas y menos libertinos sexuales. Es de excepcional observación que las conductas delictivas seriales se den en pornógrafos o "liberados sexuales" o personas que se vanaglorian socialmente de su vida sexual abiertamente. Lo habitual es que se dé en reprimidos sexuales, introvertidos, timoratos, mojigatos, misóginos o dependientes afectivos, sobre todo de la madre.
Estado mental
No es común ver delincuentes seriales francamente alienados (psicóticos), lo habitual es ver trastornos de la personalidad y delincuentes psicópatas instintivos sobre todo a nivel gregario y sexual, es decir, que descargan su agresión contra lo humano del medio circundante al que no se adaptan. Las variantes esquizoide e histeroparanoide son las de mayor prevalencia.
El delincuente serial por lo general se mimetiza en el medio social para pasar desapercibido, como ya hemos dicho. Los neuróticos obsesivo-compulsivos si bien están descriptos, no son de observación tan frecuente como habitualmente se cree.
Sociogénesis
Se deben investigar también los factores ambientales que han influido para forjar el desarrollo de la personalidad básica del actor. Para ello se debe tener en cuenta:
1) la personalidad del individuo que delinque y
2) su inseparable contexto social.
La personalidad del delincuente debe ser el centro de nuestra investigación, porque es la unidad a la que quedan referidas todas las manifestaciones de su accionar: conducta, motivación, etc., por lo tanto el estudio de la conducta delictiva debe hacerse en función de la personalidad total del individuo (comportamiento de acuerdo a su historia vital) y su inseparable contexto ambiental, muchas veces socialmente deficitario.
La dificultad del delincuente para aceptar la ley implica dificultades en el desarrollo de su personalidad. A su vez, desde el punto de vista social, significa una alteración, violación o transgresión de la norma establecida.
En el caso del delincuente sexual serial no siempre se encuentran circunstancias socioambientales desfavorables que hayan influido decididamente para explicar su conducta delictiva.
En la inmensa mayoría de los casos se observa que la psicogénesis (traumas psíquicos personales) tiene mayor predominancia que la sociogénesis (factores ambientales). No obstante ello se debe investigar el marco social donde el delincuente se crió, es decir, su grado de educación y escolaridad, su relación parental, el grado de marginalidad social, experiencias laborales, abandono familiar, antecedentes delictivos de menor, etc.
Siempre se ha insistido en acentuar la diferencia que existiría entre el individuo delincuente y el hombre socialmente adaptado.
Sin entrar en polémicas estériles se puede decir que es evidente que existe en el delincuente una historia personal con determinadas características, un contexto social y ciertas disposiciones que fallan en determinadas circunstancias que explicarían las conductas delictivas en general y las sexuales en particular.
La criminogénesis, o la explicación de las causas que tuvo el delincuente sexual serial para delinquir, es la resultante del estudio de su historia vital, es decir, que tiene importancia capital el perfil de personalidad básica del actor (factor individual o biopsicogénesis) y de las influencias ambientales (factor mesológico o sociogénesis).
Así, se observan con frecuencia alteraciones psicopatológicas de cierta significación. Como ya dijimos, son individuos inestables, inmaduros, proclives a la agresividad frente a la frustración, hostiles, reprimidos, con baja autoestima, necesitados de afecto, inseguros, timoratos, temerosos, etc.
En el caso particular del violador serial típico se observa habitualmente una personalidad agresiva con fuerte componente sádico y con gran hostilidad consciente o inconsciente hacia la mujer (sentimiento de inseguridad) y temor sobre su masculinidad.
Se debe recordar que el violador se diferencia del sádico genuino en que aquél ejerce la violencia para someter a la víctima posesivamente (penetración peneana) a diferencia de éste que puede obtener placer por la violencia ejercida sobre la víctima aunque no medie la penetración, es decir el objetivo es la violencia.
El hecho sexual punible está dado por la actividad sexual ejecutada mediante violencia, engaño, coacción física o psíquica a otra persona o con un menor de edad.
El violador serial no suele presentar las manifestaciones clásicas del violador ocasional, es decir, las del psicópata impulsivo o explosivo, el alcohólico, el deficiente mental, el psicótico, o los violadores culturales (culto de la fuerza, el poder y el machismo), que ejerce el acto violatorio porque su impulso o las circunstancias se lo posibilitan.
El acto violento sexual responde, en general, a la necesidad del delincuente sexual serial de:
a) Reafirmar su poder en el sometimiento de la víctima que siente que lo ha traicionado (por lo menos en sus fantasías). El acto violento viene a compensar o reafirmar su dominio (superioridad sexual) frente a la inseguridad sobre su capacidad que lo tortura. (compensación con un "plus" de un "mi-nus").
b) Lograr una gratificación orgásmica libidinal en el sometimiento, es como la "solución última" del violador frente a su conflicto para obtener placer orgásmico.
La utilización de la fuerza (agresión) tiene por objetivo la detumescencia, ya que a través del peligro o la violencia logra lo que no consigue en una actividad sexual convencional.
c) Afirmación sociocultural machista en forma excepcional ya que habitualmente esta necesidad se expresa a través de violaciones en gavilla como una forma grupal de prepotencia masculina para reafirmar la identidad sexual escudándose dentro de un grupo de protección.
En el caso de los delincuentes seriales, esta expresión es poco frecuente ya que casi siempre actúan solos.
De manera tal, que las motivaciones más comunes que se observan en los delincuentes seriales para la ejecución del acto agresivo según la personalidad del agresor son:
La hostilidad
El agresor hostil emplea por lo general más violencia de la necesaria para consumar el acto, de modo tal, que la excitación sexual es consecutiva de la propia exhibición de fuerza al tiempo que es una expresión de rabia hacia al agredido, es decir, debe infringir daño físico a su víctima para lograr excitación sexual.
Es un agresor por venganza o reivindicación que quiere desquitarse mediante la agresión de todas las injusticias reales o imaginarias que ha padecido en su vida.
Puede encontrarse antecedentes de haber sufrido malos tratos en la infancia, ser hijo adoptivo o de padres divorciados. Su percepción de sí mismo es la de "macho", suele estar casado y es descripto por su familia como impulsivo y violento.
Es frecuente la observación que cuando estos individuos realizan actos agresivos sexuales, éstos suelen estar precedido por algún conflicto anterior recurrente que les detona la agresión. Luego se descargarán contra la víctima empleando cualquier arma a su disposición y ejecutarán sobre ella (a la que pretenden atemorizar) cualquier vejación y humillación y, por venganza proyectada, pueden llegar hasta el asesinato si ésta opone mucha resistencia. Los asaltos pueden tener una ritmicidad de semanas a meses.
La afirmación
El agresor dependiente utiliza la violencia para afirmar su poder en un intento de elevar su autoestima. Cuando se trata de un minusvalente sexual vemos que se impone como meta la posesión sexual violenta de su víctima como forma de compensar la frustración que siente y vive.
Por la sistemática mala elección que realiza del objeto amoroso suele sufrir desaires reiterados bajo la forma de rechazo, burla o desprecio. Este hecho va minando su capacidad adaptativa ya que se frustra ante cualquier acercamiento amoroso que intenta.
Luego, frente a la incapacidad de obtener el objeto deseado a través de la seducción, actúa utilizando la violencia para lograr su objetivo y reafirmar así su poder sometiendo a la víctima.
Frente al despecho, el actor motivado fundamentalmente por el deseo de demostrar a la "traidora" su competencia sexual, la hace víctima de una agresión reivindicatoria. Como su inadecuación emocional se mantiene, nuevamente "elige" mal a sus presuntas parejas tornándose un agresor serial. Es decir, la violencia sexual es el medio por el cual el sujeto afirma su identidad personal y sexual.
No obstante ello, por las características de su personalidad, suele ser el menos violento de los agresores sexuales (premedita y rumea largamente la decisión del acto agresivo) así como también es el menos competente desde el punto de vista social.
Este tipo de agresor suele aparecer como un individuo de bajo nivel cultural, tiende a permanecer soltero y a vivir con sus padres. Tiene pocos amigos, no logra pareja sexual estable y usualmente es una persona pasiva, poco atlética.
Algunos presentan desviaciones sexuales como el fetichismo, transvestismo, exhibicionismo, voyeurismo o disfunciones sexuales como la impotencia erectiva o la eyaculación precoz.
Su agresión sexual es una materialización de sus fantasías, de ahí que opere bajo la idea de que sus víctimas realmente disfrutan de la violencia sexual en forma oculta, razón por la cual, pueden llevar o conservar un diario de sus asaltos. Estos asaltos suelen continuar por sus problemas de personalidad hasta que es atrapado.
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