Ello supone un replanteamiento de las relaciones y del equilibrio entre dos tipos de formación, que se enderezan a la consecuencia de dos objetivos, aunque no necesariamente contrapuesta ni fácilmente disociables: la Formación Religiosa que aspira a conducir el hombre a la plenitud de tipo sobrenatural y la formación humana, relacionada con la plenitud de este en tanto que ser humano.
El sabio moderno persigue, sin embargo, una finalidad adicional, que con cierta frecuencia oscurece a la primera: le interesa conocer, pero con el objetivo de dominar el mundo y aprovechar sus recursos. Ellos suponen, sin embargo, la progresiva perdida de la unidad del saber científico y a mas largo plazo su definida fragmentación, cuyos efectos se harán sentir con claridad a partir del siglo XVIII.
La enseñanza y el cultivo de la ciencia ya no son un asunto del que se ocupen casi en exclusiva los eclesiásticos, como en la edad media.
Durante la Edad Moderna: se asiste también al progreso desarrollo del individualismo, cuyos orígenes podrían situarse en la ultima etapa de la edad media.
Mientras el hombre medieval vivía inmerso en un a comunidad rural de tamaño reducido en la cual se integraba de un modo casi natural, el hombre moderno forma parte de estructuras políticas y sociales mas complejas, que reclaman el establecimiento de vínculos mas sutiles y menos directos.
Por otro lado, el conjunto de transformaciones de todo tipo que hemos descrito y la nueva mentalidad imperante proporcionan a las personas el tiempo y las condiciones adecuadas para la introspección y generan en ellas el deseo de autoconocimiento.
Con el tiempo todos estos pequeños cambios acabaran transformando por completo la vida diaria de los europeos. Aun constituyendo una unidad de fondo, es posible dividir la Edad Moderna en tres fases históricas de características bien diferenciadas: la época del humanismo estrecha asociada al Renacimiento, el periodo de las reformas religiosas, que en el terreno cultural coincidirían con el Barroco y la era de la ilustración.
No obstante, d modo general, puede decirse que el Humanismo comienza a imponerse como movimiento cultural a partir de la segunda mitad del siglo XV.
La transición del Renacimiento al Barroco tendría lugar durante la segunda mita del siglo XVI, que podría tomarse como fecha de referencia la celebración del concilio de Trento (1545-1563), si bien las ideas del humanismo permanecen aun vivas en la primera mita de la nueva Centuria.
Desde el punto de estrictamente pedagógico es posible delinear tres grandes concepciones educativas que se corresponden con los tres movimientos culturales reseñados y cuya vigencia viene a coincidir, a grosso modo con la de estos.
La pedagogía del humanismo sirve de transición entre la educación medieval y la moderna, y anima la educación europea desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVI, aunque es su ultima etapa. Convive con las nuevas concepciones pedagógicas de inspiración religiosa.
Esta última son las que imperan durante el siglo XVII y buena parte del siglo XVIII y dar lugar al llamado realismo o diciplinarismo pedagógico.
Por Concepción Cárceles
2.1. Contexto Histórico
Origen y Evolución del Humanismo Pedagógico
1. El Humanismo Histórico: es el movimiento cultural que marca la transición entre la edad media y la Edad Moderna, alcanza su plenitud en los siglos XV y XVI y comienza a declinar en el siglo XVII.
Son las raíces medievales que anuncian el nacimiento del humanismo renacentista, uno de cuyos mayores manifiestos, es la obra de Lorenzo Valla (1406-1457), La elegancia de la lengua latina.
Valla es el iniciador de una corriente filosófica que enfatiza el lugar del lenguaje en la formación. La lengua y sobre todo la lengua de la cultura, la latina, es el instrumento de la comunicación, la clave del conocimiento y la manifestación más acabada de la perfección humana.
Pero ahora se abre una nueva época de esplendor cultural en la que existe una clara conciencia de ruptura con los siglos medievales y de restauración de la vida intelectual.
El florecimiento de las letras ha extendido sus beneficios, según Bodin, a todo el entramado social. Es el reconocimiento de estar viviendo una época de esplendor que por encima de los siglos medievales entronca con las raíces de la civilización occidental.
Pero los humanistas no buscan solamente una renovación intelectual. Lo que preconizan realmente es una reforma de la vida y de las costumbres. Esta dimensión ética es la verdadera clave del humanismo y la que le confiere un neto carácter pedagógico.
También en esta línea hay que buscar los orígenes en Italia. Allí, en la primera mita del siglo XV, se encuentra un núcleo de humanistas, iniciadores de una corriente pedagógica que al igual que la nueva cultura, pronto se va a extender al resto de Europa.
Autores como Pier Paolo Vergerio (1370-1444), Leonardo Bruni (1369-1444), Leon Batista Alberti (1404-1472, Eneas Silvio Piccolomini (1405-1464) o Maffeo Regio (1407-1458) escriben obras en las que se encuentran las ideas maestras que configuran la educación moderna.
En España concretamente, se puede hablar de un círculo de escritores que en torno a Alfonso de Cartagena (1384-1456) anuncia ya la restauración del clasicismo. En ella brillan con luz propia algunos grandes tratados pedagógicos, pero sobre todo, prolifera una multitud de escritos parciales, a veces secundarios, que refleja hasta que punto el mundo intelectual ha hecho suya la causa de la educación. El racionalismo , el desarrollo de las ciencias empíricas, la fe en el progreso y en la posibilidad de dominar la naturaleza son las nuevas fuerzas que acabaran desplazando a la educación humanista.
Si algo caracteriza al humanismo desde sus orígenes, es el deseo de volver a las fuentes de la cultura occidental en busca de la verdadera filosofía y de una piedad más sencilla y autentica. Pero sobre todo el humanismo asume la responsabilidad de invocar el espíritu de una cultura antigua precristiana o no pero en todo caso pagana.
Según una corriente del pensamiento cristiano, la asimilación de los clásicos gentiles encerraba el peligro de desvirtuar el mensaje bíblico y evangélico, el riesgo de un sincretismo e incluso la revitalización del espíritu pagano. Así hace el humanista y teólogo Cordobés Juan Gines de Sepúlveda en una carta dirigida a otro doctor en teología que sostiene la opinión contraria.
Apoyándose en la autoridad de San Pedro, San Pablo, San Agustín y Tomas de Aquino afirma que Dios ha extendido la posibilidad de salvación a todo el género humano. Quien haya llevado una vida recta y virtuosa ha vivido de acuerdo con la voluntad divina.
Y sin dudas ese fue el caso de grandes filósofos de la antigüedad, por que si no habrían sido verdaderos filósofos sino meros charlatanes. Es la defensa teológica del mundo clasifico que acaba en la alabanza de Aristóteles no solo vivió alejado del vicio, sino que llevo una vida de verdadera perfección.
Los humanistas en efecto tienen que defenderse de las posturas más intransigentes y justificar una cultura que no deja de levantar recelos. Cuando la cultura se concreta en educación cuando sale del círculo erudito para convertirse en la base de la formación humana, todos los cuidados son pocos, porque el niño y el joven no tiene esos estómagos robustos que a veces requieren ciertas lecturas.
Naturalmente, quienes con más facilidad reúnen estas condiciones son los clásicos cristianos, escritores como Prudencio, Arador, Sedulio o Juvenlo que entre los siglos IV y VI, componen obras a imitación de Virgilio o de Horacio, pero cuya epopeya es la historia de la salvación.
Son ejemplo de un esfuerzo que forma parte del espíritu de restauración de la, cultura que caracteriza al humanismo. Pero también forma parte de su deseo de encontrar textos literarios que combinen la elegancia y la piedad.
Porque, como dice Nebrija:
Nosotros no buscamos o no debemos buscar solamente las fuerza del latín, sino el conocimiento de muchas otras cosas que aumentan el caudal de ideas y de palabras; y no vamos a perder por un purísimo mal entendido los tesoros que hay en otros autores y principalmente en los cristianos.
Esta es una reflexión habitual que se enfatiza ante lo que supone es un plan de estudios. Ello sigue siendo la base de los programas. Lo único que es equilibrar su influencia y en definitiva hacer realidad la verdadera aspiración de este movimiento que es integrarlos en la cultura cristiana.
En todo caso, lo que se quiere dejar claro es que la educación es y por lo tanto los estudios que se basa en una cultura que puede ordenarse a la formación ética y religiosa.
2.2 Introducción a la Historia de la Educación
Concepto de Educación
No hay por tanto una diferencia radical respecto a la concepción cristiana del hombre y del mundo. Lo que cambia es el enfoque que se da ahora al antropológico. La lógica en la búsqueda de la verdad cede el paso a la retórica.
Desde esta perspectiva retórica, hay que comprender el nuevo tratamiento antropológico que tiene su más clara manifestación en los tratados sobre la dignidad del hombre o en los múltiples pasajes de las obras en la que se describen las perfecciones con que Dios le ha dotado.
En estos textos, el principal sentimiento es la admiración por la obra de Dios, todo lo que ha salido de sus manos, tanto la creación visible, como la invisible, es digno de asombro.
El hombre es un ser privilegiado, ya que es capaz de comprender la sabiduría divina. La importancia que el humanista italiano del siglo XV y el humanista francés del siglo XVI concede al lenguaje no es gratuito. En su reflexión se contiene la clave del humanismo, la definición de la mas honda aspiración de este movimiento que es volver a la palabra, al verbo, el protagonismo en la historia de la cultura.
Esta idea que tanto se repite de los escritos humanísticos, es la que sirve de esquema a la fabula del hombre (1518), de Luís Vives, un breve escrito de juventud extraño a su pensamiento posterior en la que el hombre representa una pantomima ante los dioses del olimpo, es decir la montaña mas alta de crecía. Es el motivo literario que le permite describir la perfección del cuerpo y de la mente y su sabia disposición para llevara al ser humano, si el lo quiere a las mas altas cimas de su realización personal.
El alma a su vez se considera dividida en dos partes, una parte superior por la que somos semejantes a Dios, donde se encuentra la razón y el juicio, y una parte inferior. Pero el hombre no esta solo, ni en su grandeza ni en su miseria, su naturaleza perfecta como obra del creador, esta debilitada por el pecado. Pero Dios que lo ha creado, también lo ha salvado por medio de su hijo por que lo ama.
Son cuestiones concretas, suscitadas por el propio desarrollo de la educación, en las que el humanismo moderno abre nuevos cauces al conocimiento del hombre. Lo que se inicia ahora, en resumen en una investigación psicológica cada vez mas alejada de las cuestiones metafísicas que sirva de bases al proceso de desarrollo humano.
Factores del Perfeccionamiento Humano
El humanismo concibe la educación como formación en el sentido exacto del término. Educar es formar, moldear al hombre de acuerdo con todas las perfecciones que hay implícitas en su naturaleza.
Educarse es recorrer nuevamente este camino asimilando los frutos del esfuerzo colectivo; es formarse de acuerdo con al cultura que ha producido la razón humana.
El hombre puede por tanto, educarse por que posee la razón, pero también por que es un ser social capaz de comunicarse con otros hombres y compartir sus conocimientos.
Introducción a la Historia de la Educación
La educación se concibe como un proceso de asimilación de la cultura que incorpora al hombre a la humanidad, que la humaniza. La cultura es la que desbastando toda su rudeza, afirma el entendimiento y le hace más apto para guiar a la voluntad al ejercicio de la virtud.
En definitiva, según comenta Maravall, la clave de la educación está, por tanto, e la libertad y en el uso que de ella se haga.
Porque ni la razón ni la cultura bastan para hacer del hombre una obra de arte, aunque le facilite el camino.
Aunque la formación depende en última instancia de la libertad, el humanismo concibe grandes esperanzas en el poder de la educación intelectual como base y fermento de la educación moral.
La educación se concibe en definitiva como un proceso en el que cada ser va desplegando todos los recursos de sus naturaleza y en el que con la ayuda de Dios, de otros hombres y de sus determinación, se moldea de acuerdo con su propia humanidad.
La educación debe pues adaptarse a las capacidades y tendencias individuales, lo que exige un buen conocimiento y seguimiento personal. La pedagogía del humanismo no solo reconoce las diferencias, sino que incluso acentúa la necesidad de orientar de acuerdo a las inclinaciones personales.
El Sujeto de la Educación
Las Etapas del proceso Formativo
1- La educación consiste, por tanto, en un largo proceso que de acuerdo con la importancia que le concede el humanismo, debe comenzar cuanto antes. Incluso antes del nacimiento, los padres ya deben tomar las precauciones necesarias para que la generación del hijo se realice en las mejores condiciones posibles.
Estos consejos se resumen en la elección de esposas y en una serie de cuidados perinatales entre los que sobre sale por el énfasis y la reiteración con que es tratado el tema de la lactancia.
Pero con todo la verdadera educación comienza en la infancia. Al igual que la edad media, se concibe como un periodo difícil por que el niño cuya razón es aun muy rudimentaria, puede ser presa de sus malas inclinaciones.
Lo que aporta el humanismo, fiel a su creencia en el poder de la cultura, es una mayor perspectiva de la naturaleza infantil a la que se considera ahora capaz también de una educación intelectual y de una formación cristiana mucho mas solidad.
Así entre los tres y cinco años, según dice el humanista Italiano Alessandro Piccolimini, se cuidara de que el niño aprenda correctamente la lengua nativa para que sea "pura, propia, dulce y lejana de la del vulgo y en definitiva que sea de tal manera según la autoridad de Aristóteles en el tercer libro de la retórica que entre la ciudadanía mas honorable sea tenida como propia y en ningún modo forastera, áspera o difícil".
El niño es por tanto concebido, ahora como sujeto de educación y no solo de adiestramiento porque no es un ser humano en potencia, a la espera de que nazca en él, como una segunda naturaleza, el uso de la razón. Es un apersona completa, como dirá el P. Bonifacio, el primer pedagogo de los Jesuitas, la infancia es un valor en si misma, solo hace falta que los educadores lo comprendan así.
Pensamos además que los niños pueden llegar a la perfección en todos los órdenes, pero no llegaran sino los fortalecemos bien sino los conocemos bien, como realmente son, con sus buenas y malas cualidades y no trabajamos con ellos con la constancia y solicitud que pide de nosotros este ministerio del que depende el por venir de la sociedad.
En este edad, por otra parte, los agentes de la educación son el primer lugar, los padres, a ellos van a ir destinados muchos de los tratados humanistas en los que se le exhorta a considerar la formación de los hijos como la mas importante de sus obligaciones.
De esta manera se despierta en ellos el amor por las letras y por las buenas acciones. Como dice Sadoleto, refiriéndose a los pequeños, el padre hará bien en llamar a otro que ya haya empezado a leer y si lo hace bien, deberá alabarlo, besarlo y darle cualquier regalillo o cualquier premio. Así en el ánimo del niño se despertara el deseo de emular aquellos mismos estudios por los cuales el otro muchacho ha sido tan afectuosamente tratado.
Los educadores de esta primera etapa de la vida son las nodrizas, es decir ama de cría y los pedagogos. En resumen, se exige a los padres que no deleguen sus obligaciones, pero que si lo tienen que hacer, escojan las personas mas adecuadas, ya que lo que esta en juego es la educación de sus hijos y que no escatimen el salario.
La educación es sin duda moldear al nuevo ser, pero también adaptarse a su naturaleza, seguir su proceso evolutivo. Y en este proceso, lo que sigue educativamente a la crianza o educación, propiamente dicha, son los estudios. Sin duda, no se trata de la única vía para alcanzar la virtud, pero es la más segura y la más sólida.
Si hay algo claro y contundente en el pensamiento del humanismo es su confianza en el poder de los estudios como principio del perfeccionamiento humano. El humanismo, en su afán pedagógico también llega a los pobres.
Mas contundente es sin duda el Francés Jean Bodin, ya que en discurso al senado y al pueblo de Toulouse, lo que propone es una educación publica, controlada y sufragada por el estado, que evite las desigualdades sociales.
También dentro de la línea abierta por los antiguos y especialmente por Quintiliano se recomienda que el niño cuanto antes acuda a la escuela. A medida que avanza el siglo XVI, esta se va viendo como la mejor garantía de una buena educación y como un elemento clave de la reforma de la vida social que debe ser supervisado y controlado por instancias superiores.
Lo que sigue a esta formación básica es la cultura, prosiga o no d estudios superiores, la persona ya ha adquirido los principios de las artes y de las ciencias y con ello un amor por el saber que le permite continuar su propia educación.
El Fin de la Educación
Al seguir el desarrollo del concepto de educación que forja el humanismo se advierte que el paradigma que propone es el del sabio, la persona cultivada y virtuosa, que hace d su vida una obra de arte.
El fin de la educación es, por tanto, alcanzar la virtud. Por eso importa saber que significa exactamente este término.
La virtud es como diría Alberti en otero pasaje, "Alegre graciosa y amena, siempre te contesto nunca te duele, jamás te sacia, cada vez de te es mas grata y útil".
Los Contenidos de la Educación
1. La educación intelectual que propone el humanismo se basa, desde el principio en las buenas letras, expresión, llena de significado que designa lo mejor de una tradición escrita y que ha perdurado durante siglos pese a la incuria de los tiempos.
"No creo dice Guarino Veronese que nadie puede ser una persona sólida si no aprecia las letras, las ama, se dedica a ellas y las asimila, sino profundiza en ellas".
Pero aunque llenas de significados, estas expresiones necesitan concretarse aun más para configurar un ciclo formativo, un currículo que ofrecer a los estudiantes.
Sobre esta base se van a diseñar los planes de estudios que con cierta flexibilidad y a veces con variaciones sustanciales, mantiene constante un orden en la enseñanza de las disciplinas.
Sun embargo no hay un criterio unitario en lo que se refiere a la lengua. Aunque el hombre nace con el don de la palabra, esta es arbitraria. Así en unos países, entre ellos España, se piensa con bastante lógica, que l niño debe aprender primero la lengua materna y poco a poco introduciéndole en el latín.
En otros países, como Francia e Italia, sin embargo estos primero estudios se realizan ya directamente en latín.
También para Erasmo deben aprenderse las dos lenguas conjuntamente: "La Precedencia (del conocimiento) la reclama la gramática para si y ella, desde el primer momento debe ser enseñada a los niños en ambas ramas: griega y latina.
La gramática latina comienza, pues, por la pronunciación de las palabras, el aprendizaje de las declinaciones y la conjugación de los verbos, que se confía a la memoria.
Al estudio de la gramática sobre los textos de los clásicos seguirá el del arte oratoria que en el humanismo se basa en dos disciplinas, la dialéctica y la retórica.
En efecto, los estudios gramaticales acababan con la retórica, la culminación de todo el edificio lingüístico, en la practica, el arte del bien decir, cuyo fin es el de mover la voluntad al bien y a la virtud. La retórica comienza con el estudio de los grandes modelos de la oratoria, en especial de Cicerón, el autor más admirado, pero no para copiarlo al pie de la letra, según se insiste, sino para captar el espíritu de la verdadera elocuencia.
En general, las artes de Quadrivium sigue manteniendo su orden tradicional. Fundamentalmente consiste en las matemáticas que además de la aritmética comprende la geometría, en la que se incluyen la geografía y la cosmografía, la astronomía y la música, así como los principios de la filosofía natural, es decir, la ciencia que versa sobre el conocimiento de los metales, las plantas, la naturaleza animal y finalmente la composición de la naturaleza humana.
De ahí se derivan las exigencias para su enseñanza que son según expone Ferman Pérez de la Oliva en sus oposiciones para la cátedra de filosofía moral en Salamanca.
La obra mas recomendada para inicial estos estudios son los tratados morales de los filósofos clásicos, sobre todo de Platón y Aristóteles. Aunque sin duda la obra fundamental es la ética de Aristóteles.
"Una obra perfecta en lo que cabe, según Juan Gines de Sepúlveda, y muy superior a toda otra obra sobre esta materia de los demás filósofos que laboraron en el mismo campo y con los mismos medios que él".
La importancia que el humanismo le concede es un consecuencia lógica de sus propios planteamientos y probablemente, como dice Maravall, es el historiador quien mejor representa en esta época el ideal sabio: "Ella (la historia) nos permite conocer una masa ingente de actos humanos y ella hace posible, sobre un material de observación tan rico y lo que es lógicamente necesario tan constante, inducir la regla de la vida.
El humanismo, en definitiva, propone un plan de estudios sistemático y coherente, en el que se trazan las líneas básicas de la educación secundaria, pero sobre todo delinea un proyecto de vida capaz de llevar al ser humano a su plena realización.
Este es el deseo y la aspiración de la pedagogía humanista que se resume perfectamente en estas palabras de Vives:
" En el estudio de la sabiduría no se ha de poner termino en la vida; con la vida se ha de acabar. Siempre serán tres los puntos que debe meditar el hombre mientras viva: como sabrá bien, como hablara bien, como obrara bien.
CONCLUSIÓN
Después de haber realizado el análisis de este capitulo 6
El Pensamiento Pedagógico del Humanismo Moderno.
Puedo valorar que el aporte que hicieron cada uno de los autores es muy valioso para llevar a cabo una buena enseñanza y pude identificar que este aporte se basa principalmente en lo humano.
BIBLIOGRAFÍA
Libro: Introducción a la Historia de la Educación
Autor: Emilio Redondo y Otros
Digicentro Famal
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