- Introducción
- Las buenas costumbres
- Características de los superiores
- Características de los mediocres
- Vicios
- Fuentes
Introducción
Las personas no son iguales. Los niveles y frecuencias de sus características, tienden a seguir una distribución normal en el conjunto poblacional, por ejemplo el coeficiente intelectual sigue la distribución normal representada en la figura.
http://www.laneros.com/f57/test-de-coeficiente-intelectual-o-ic-52034/
Según esta figura las frecuencias del nivel de inteligencia de las personas en la población mundial se reparten en las siguientes proporciones:
Coeficiente intelectual | Puntaje | Porcentaje | Comportamiento | |||
Insuficiencia mental | Por debajo de 70 puntos | 2,38% | Inferiores | |||
Inteligencia media | entre 71 y 130 puntos | 95,40% | Mediocres | |||
Inteligencia superior | entre 131y 145 puntos | 2,10% | Talentos | |||
Superinteligencia | por encima de 146 puntos | 0,12% | Genios |
De acuerdo a la clasificación descrita por José Ingenieros, en su libro el Hombre mediocre, se puede establecer aproximadamente la anterior relación con la clasificación por coeficiente intelectual. Casi la totalidad de la población humana (95,40%) tiene una inteligencia media y lo llama mediocres. Las minorías humanas disminuyen en porcentaje en el siguiente orden: Insuficiencia mental, o idiotas (2,38%), inteligencia superior, o talentos (2,10%) y superinteligencia, o genios (0,12%).
Entre los mediocres José Ingenieros resalta de un lado los honestos y del otro los delincuentes, entre ellos también los vulgares y los hipócritas.
Entre los genios se distinguen los idealistas sentimentales y los idealistas racionales.
Hay quienes hablan de genios benévolos y malignos. Los benévolos, comprometidos con el bien, algunos de ellos reciben reconocimientos nacionales e internacionales en las áreas de las ciencias y las artes. De los genios malignos, es decir, los comprometidos con el mal, algunos son recluidos en cárceles, como los criminales o violadores de los derechos humanos, los corruptos, dictadores, terroristas, homicidas, ladrones, violadores, pederastas, sádicos y masoquistas.
Las buenas costumbres
Algunos filósofos antiguos como Aristóteles y Platón estudiaron las costumbres de la población griega. Como costumbre en griego se dice ETHOS, a esta parte de la filosofía se le llamó en español ETICA. Los filósofos romanos continuaron el estudio de las costumbres de sus poblaciones. Como costumbre en latín se dice MORALIS, a esta parte de la filosofía en español se le llamo también MORAL.
Para evitar confusión entre ETICA Y MORAL a la parte legislativa de las costumbres se le llamó ETICA. Es decir la elaboración de normas que promuevan las buenas costumbres y eviten las malas. A las buenas costumbres se les llamó valores humanos o virtudes, y a las malas costumbres, antivalores o vicios. A la parte ejecutiva, es decir al control del cumplimiento de estas normas, se le llamó MORAL.
Las buenas costumbres o valores humanos se clasifican en tres grupos: deberes, derechos y valores.
Deberes. Son las reglas de cortesía y buenos modales que todas las personas debemos cumplir para convivir armoniosamente en sociedad.
Derechos. Son las condiciones que toda persona exige para vivir dignamente, por el hecho de haber nacido en el planeta tierra.
Valores. Son las costumbres que practicadas por las personas las hacen dignas de estimación.
Características de los superiores
Mentales
Complementan en sus mentes sabiduría y aspiraciones. Poseen el sentido de las diferencias entre lo bueno y lo malo, entre lo que observan e imaginan. Originales, imaginativos y desadaptados con respecto al promedio de las personas. Son de personalidad firme, mente creadora, y hostiles a la mediocridad.
Cuentan con altos grados de inteligencia y moralidad, componentes necesarias del talento. No se obstinan en el error, ni traicionan la verdad. Forman ideas propias dentro de su amplio saber, resisten las tentaciones, son indomesticables. Orientan sus vidas hacia un ideal, su inteligencia los guía y su firmeza los sostiene.
La pasión por la verdad es el ideal supremo de pensadores y filósofos y a ella le dedican sus vidas.
Sentimentales
Vibran con las ideas y emociones más altas, se estremecen con una caricia tierna, se indignan ante una ofensa. Poseen un corazón sensible a las angustias de los demás. Su ironía es una convergencia de su ingenio, su sonrisa es oportuna y justa.
Conductuales
Se entregan de forma total a sus quehaceres y viven felices. Son soñadores no utilitaristas, entusiastas no apáticos, generosos no egoístas, tolerantes no dogmáticos, contradictores de los mediocres. Se exponen a las espinas para cosechar rosas perfumadas.
Son esquivos y rebeldes a los dogmatismos sociales que oprimen. Sus principales enemigos son la ignorancia y la rutina. Se esfuerzan para poder hacer más y mejor las cosas. Se forman en la escuela del trabajo con el hábito del esfuerzo, son honorables por mérito propio y jueces supremos de sí mismos.
Practican la moral del honor que florece sobre el propio orgullo, y el celo escrupuloso en el respeto a sí mismos. Encarrilan sus vidas hacia un ideal, eludiendo o sobreponiéndose a todas las contingencias que contra él conspiran.
Gritan las injurias, denuncian a voces los vicios, aceptan los riesgos de sus palabras, no son maledicentes. Ascienden solo por la senda exclusiva del mérito. Son planificados y precisos.
Son los precursores, los virtuosos, los apóstoles, los mártires que inventan formas superiores del bien, las predican, las enseñan y las imponen. Enseñan a perdonar con el ejemplo, sin ofender. Practican el bien, enaltecen su propia conducta, evitan los sermones, poseen un corazón sensible a las angustias de los demás y les cubren sus necesidades para ahorrarles la humillación de pedir ayuda.
Personales
Son un accidente natural en la evolución humana. Son una exigua constelación de visionarios que remontan desde la rutina hasta la verdad y desde los prejuicios hasta las virtudes. Su personalidad atrae a los demás hacia ellos.
Tienen identidad propia, no se pueden igualar con todos los demás, son inconfundibles. Poseen creencias y conductas firmes y elevadas.
El éxito para ellos es un derecho, un reconocimiento, un tributo de admiración, exalta sus personalidades y los estimula a la creación. Saben que la popularidad y la fama son una ilusión transitoria de la gloria. Entre sus características se encuentran la emulación y el talento.
Emulación es un intento noble de igualar o superar a alguien. Es un afán de superación, una posibilidad de perfeccionamiento. Se emula lo que otros han alcanzado, con la pretensión de lograrlo.
Talento es una actitud natural o adquirida para mejorar y superarse.
Sociales
Sirven eficiente y activamente a sus comunidades, promueven el progreso cultural, social y económico. Producto de sus esfuerzos individuales es siempre la moral futura. Las obras que ellos conciben y realizan son de caracteres excelentes, de perfecciones inaccesibles.
Engendran virtudes y normas morales útiles para la vida humana. Practican el bien y enaltecen su propia conducta. Ascienden a la dignidad luchando contra la corriente. Posibilitan que la humanidad viva y progrese. Corrigen las ilusiones primitivas y las rutinas impuestas por sociedades antiguas a las personas. Anteponen su propio juicio a la aprobación ajena y viven para los demás en función de si mismos.
Son los genios, los sabios de la humanidad. Algunos fundan y legislan religiones como Moisés, Buda y Confucio. Otros crean, predican y practican alguna moral como Sócrates, Zenón o Cristo. Todos ellos confiaron en la eficacia de sus nuevos valores y en la metamorfosis de las virtudes. Engendran virtudes, normas y morales para la vida humana, a partir de sentimientos útiles.
Idealistas.
Mantienen su imaginación llena de ideas y sentimientos.
Un ideal individual es una reconstrucción continua de la realidad cambiante, una tendencia hacia alguna mejora, esfuerzo continuo por adaptarse a la evolución natural, por actualizar su vida y ampliar su pensamiento.
Un ideal colectivo es la coincidencia, la fe de muchos individuos en un afán de mejoramiento.
Habrá muchos ideales mientras haya idealistas capaces de concebirlos y de vivir en función de ellos. Habrá un porvenir mejor mientras haya idealistas capaces de presentirlo y de concretarlo en ideales. En cada lugar y tiempo la experiencia decide sobre la legitimidad de los ideales. La experiencia se adquiere y se amplía observando la realidad. Sin ideales no hay evolución ni progreso humano.
Un sentimiento es un estado de ánimo o disposición emocional hacia una cosa, un hecho o una persona. Forma parte de la dinámica cerebral del ser humano, que le capacita para reaccionar a los eventos de la vida diaria, al drenarse una sustancia producida en el cerebro.
Los idealistas se subdividen en sentimentales y racionales.
Los idealistas sentimentales son predominantemente jóvenes que pujan, luchan y sobresalen. Sus ideales se originan en sus sentimientos. Son románticos, en ellos predominan los sentimientos, el corazón. No se acobardan, no se amilanan, no se inhiben ante las críticas. Son exagerados e insaciables. Su pasión, su ardor es mayor que su eficiencia. Su orientación varía con los tiempos y sus inclinaciones. Se mantienen hostiles al medio, con una actitud de resistencia directa a la mediocridad organizada, una resignación desdeñosa, o un renunciamiento altivo y sin compromisos.
Los idealistas racionales. Sus ideales se originan en su cerebro, en su imaginación. Son los jóvenes que llegan a la madurez, los adultos que observan, resisten y vencen. Su experiencia agota sus rebeldías, su romanticismo.
La personalidad individual, es la que se construye con la sucesión de experiencias personales. Todas las personas atraviesan los siguientes periodos en su vida, la niñez, la infancia, la juventud, la madurez, la adultez y la vejez. La madurez es un periodo estacionario y la adultez el periodo en el cual se perfeccionan significativamente las aptitudes.
Características de los mediocres
Mentales
Confunden el buen sentido con el sentido común. El buen sentido es poder distinguir lo verdadero de lo falso. El sentido común es saber juzgar las cosas de acuerdo a los prejuicios del entorno social. El buen sentido es individual, innovador y libertario. El sentido común es colectivo, retrógrado y dogmático.
No saben para que sirven ni para que viven, no tienen personalidad ni ideales.
Conviven con y evitan salir de la mediocridad intelectual. Su mediocridad intelectual los hace solemnes, modestos, indecisos y obtusos. Para ellos es preferible lo malo conocido que lo bueno por conocer. Su incapacidad para asimilar ideas nuevas los obliga a frecuentar lo conocido. Con la rutina renuncian a tener que pensar.
Razonan con la lógica de los demás, no pueden razonar por sí mismos, carecen de opinión. Olvidan que las personas valen por su saber, son perezosos para estudiar, desconfían de su propia imaginación, toda idea nueva la ven como un peligro.
La cabeza es para ellos un adorno del cuerpo, su modestia consiste en un simple respeto a sí mismos y a los demás.
Sentimentales
Son incapaces de sentir pasiones nobles, esquivan el amor, viven y mueren sin haber amado.
Detestan a quienes no pueden igualar, su existencia les ofende. Son más inclinados a la hipocresía que al odio, por su cobardía prefieren la maledicencia a la calumnia.
Conductuales
Son imitativos, rutinarios y mansos. Son fríos, apáticos, desequilibrados.
En ellos predominan las tendencias instintivas, transmitidas por herencia.
Son incapaces de practicar virtudes porque les exigen demasiado esfuerzo.
Sus hábitos son la aplicación de la experiencia acumulada por las generaciones anteriores.
No hacen las cosas con empeño, solo hacen lo estrictamente necesario. No se esfuerzan al utilizar sus habilidades.
Viven en ambientes rebajados, estériles o domesticados. Usan la rutina en el aprovechamiento cómodo de experiencias comprobadas. La pereza es la madre de la rutina.
La rutina para ellos es contagiosa, la innovación peligrosa.
Practican un precavido escepticismo para evitar el temor de comprometerse.
Cuando son charlatanes su moral es peor que su estilo.
Ignoran las virtudes, se limitan a cumplir las leyes por temor a las penas que amenazan a quienes las violan, 0 a las consecuencias de la deshonra por no guardarlas.
Practican la moral de la hipocresía que nace de la soberbia y la necesidad de aceptación por los demás. Postergan la consecución de méritos y vegetan de otros. Viven de los demás y para los demás.
Personales
Tres elementos concurren en la formación de la personalidad: Herencia biológica, imitación social y variación individual.
Son seres sin personalidad, de buen apetito, trabajadores, ordenados, egoístas, aferrados a sus costumbres, mimetistas, pacientes, respetuosos, domesticados, sin aptitudes excepcionales. Carecen de virtudes. Carecen de rasgos característicos.
Se caracterizan por la incapacidad para concebir perfecciones e ideales.
Ven el éxito como un precipicio y retroceden siempre a tiempo para evitar caer en él.
Pasean por las llanuras, evitan escalar cumbres y aproximarse a precipicios. Tratan de hacerse acreedores de la tolerancia que se otorga a los imbéciles.
Sus escritos tienen un estilo peor que su moral.
Empañan la reputación ajena para tratar de mejorar la propia.
Carecen de valor, de energía, de emociones, son sujetos sin carácter desde el nacimiento hasta la tumba, no pueden seguir caminos de excelencia.
No saben evitar la corrupción, son personas sin ideales, incapaces de resistir las tentaciones de los hartazgos materiales.
Lo habitual no son los genios, los talentos, los idiotas o los imbéciles sino los mediocres.
Su existencia es natural y necesaria. Representan, en la escala de la inteligencia humana, el intermedio entre el talento y la estulticia. Talento es la capacidad intelectual para aprender las cosas con facilidad, o la habilidad que se tiene para desarrollar una actividad. Estulticia se refiere a una idiotez en la acción por falta de sensatez o buen juicio.
Algunos triunfadores accidentales se encuentran fortuitamente con el éxito pero por sus errores caen nuevamente en la mediocridad.
Sociales
Su orientación varía con los tiempos y sus inclinaciones. Son la gran masa que fluctúan entre los mentalmente superiores e inferiores.
Son producto del medio, de las circunstancias, de la educación que reciben, de quienes los tutelan, del entorno que los rodea.
Son innumerables y vegetan en el medio, se reproducen a millones en silencio.
Están adaptados para vivir en rebaño, para acatar rutinas, prejuicios y dogmatismos útiles a la domesticidad.
Tienen una justificación social y evolutiva, representan un progreso sobre el imbécil.
Piensan con la cabeza de los demás, ajustan su carácter a la domesticidad convencional y comparten una moral hipócrita.
Comparten las debilidades y ruinas de la mediocridad circundante, para convertirse en arquetipos o prohombres entre sus iguales.
Aceptan los prejuicios consolidados, si dudan que algún prejuicio es una idea nueva, lo desechan por peligroso. Prejuicio es una creencia anterior a un hecho o a una observación. Juicio es el conocimiento posterior a él o ella.
Viven sus vidas de acuerdo de los decires de los demás, son inmunes a la pasión por la verdad, no tienen impulsos de perfección.
Necesitan de la sombra de los poderosos y con corrupción persiguen puestos en la administración del estado.
En su mundo todo conspira contra las virtudes civiles y se corrompen unos a otros.
Los honestos
Temen al crimen pero no admiran la santidad. La honestidad está a su alcance, pero no las virtudes. Soportan el yugo que les impongan sus cómplices.
Se resignan a imitar alguna parte de las excelencias que practican los virtuosos. Su progreso ético es lento, la virtud los arrastra y les enseña.
Los vulgares
Son las personas ostentosas dentro de los mediocres. Son mediocres de tribus primitivas, de comunidades salvajes, que carecen de la domesticación para convivir en las sociedades actuales.
Repudian la belleza porque los obliga a pensamientos demasiado altos y a gestos demasiado dignos.
Su amistad consiste en complacencia servil o adulación provechosa.
Admiran el utilitarismo egoísta, menudo, y mediato. Hacen del arte un oficio lucrativo, de la ciencia un comercio, de la filosofía un instrumento, de las virtudes empresas o fiestas y de los placeres sensualismos.
Los hipócritas o tartufos
Esquivan la responsabilidad de sus acciones, son audaces en la traición y tímidos en la lealtad. Simulan aptitudes y cualidades que creen convenientes en sus escenarios.
Sus virtudes son fingidas, se avienen a vegetar en la penumbra, guardan con afán sus apariencias, usan la mentira prodigiosamente.
Son traidores, sus víctimas son quienes creen que dicen la verdad. Les falta osadía para practicar el mal, al cual están inclinados. Sugieren que ocultan sus virtudes por modestia, jamás consiguen usar su antifaz con desenvoltura.
Entibian toda amistad con sus dobleces, no confían en nadie, ni nadie confía en ellos. Participan en complicidades indignas. Sienten ansiedad y terror frente a las personas sinceras. Sospechan la valentía de las personas sinceras, creen oír en sus palabras reproches merecidos.
No tienen dignidad sino remordimiento. Intentan engañarse a sí mismos y confunden la susceptibilidad con la delicadeza. La susceptibilidad nace del miedo y la delicadeza de la dignidad.
Las deudas acumuladas por la vanidad o el vicio, para fingir o engañar, los obligan a renunciar a toda dignidad. La tendencia a la intriga los priva de cariños sinceros, tienen cómplices pero no amigos, los mueve y los une no el amor sino el interés, forzosamente utilitarios y oportunistas están siempre dispuestos a traicionar por un beneficio inmediato.
Usan la hipocresía como mordaza de la dignidad, son incapaces de resistir la tentación del mal y no tienen coraje para asumir responsabilidades. Por ello les niegan su amistad las personas superiores. Son desleales e ingratos. Divulgan los favores que hacen y ocultan y olvidan el reconocimiento por los que reciben. Minimizan lo que reciben y multiplican lo que dan. Sus mentes están articuladas con rutinas y sus corazones inflados de prejuicios.
Son enemigos de los virtuosos, no cosechan rosas porque le temen a las espinas, olvidan que no hay perfección sin esfuerzo. Ser honesto para ellos es no hacer el mal.
Sus intenciones son rastreras, no tienen nobleza y sus actos desmienten sus palabras. La nobleza está en la dignidad, en la perfección, no en abolengos y pergaminos ridículos. Se es noble por los actos, no por la alcurnia.
Son inválidos morales, porque la virtud y no la honestidad es la medida de la aristocracia moral.
Recetan la austeridad, para adueñarse de sus beneficios, ofenden la primera vez por ignorancia, pero lo siguen haciendo por villanía.
Los delincuentes
Son personas incapaces de adaptar su conducta a la moralidad de la sociedad en que viven. Son seres inferiores con el alma animal de la especie, pero sin el alma de la sociedad. Determinan una desadaptación evolutiva a la perfección del entorno, son personas dañinas al medio, moralmente inferiores a las personas mediocres.
Están por debajo de la mediocridad, presentan inferioridad biológica o social y una ineptitud constante para adaptarse a las condiciones de lucha por la vida en sus comunidades. Carecen de la aptitud para evitar los prejuicios e hipocresías de la sociedad en que vegetan.
Vicios
La envidia. Es el sufrimiento por el bien ajeno. Es el estigma de una humillante inferioridad sentida y reconocida. Es una pasión traidora que propicia la hipocresía. Es el rubor en las mejillas por la bofetada de la gloria ajena. Es la cadena que arrastran los fracasados. El que envidia se rebaja sin saberlo, se confiesa subalterno. La envidia calladamente conspira, es repugnante, es una pasión de corazones pequeños. Se envidia lo que otros ya tienen y se desea tener, como un deseo sin esperanzas. Es una cobardía propia de los débiles, un odio impotente, una incapacidad manifiesta de competir que lleva a odiar.
Los envidiosos sienten que marchan al calvario cuando observan a otros escalar cumbres. Lo que para otros es causa de felicidad, para los envidiosos es sentimiento de dolor y amargura. Los envidiosos sienten con dolor la necesidad de rendir homenaje a quienes consideran superiores.
Los dones de inteligencia, gracia, o belleza hacen sufrir a los envidiosos.
El odio. Es la aversión, la repugnancia, el rechazo a personas o cosas. Se puede odiar a animales o cosas, pero solo se puede envidiar a las personas. El odio que injuria y ofende es temible. El odio puede hervir en corazones grandes y ser justo y noble cuando se ejerce contra la tiranía, la infamia y la indignidad. Las personas superiores viven con delirios de grandeza, son felices con lo que los envidiosos envidian.
El celo. Es la sospecha que se siente, de que otro logre lo que uno pretende. La sospecha de que una persona amada quiera además a otras personas. Se cela lo que ya se tiene y se teme perder.
La avaricia. Es la pasión que exalta los sentimientos egoístas y aumenta el afán de poseer sobre el de disfrutar.
La vejez niveladora. Es hacer cuentas de que lo que se tiene basta para los años de vida que quedan. Es la mediocrización de las personas superiores. La vejez vuelve a las personas superiores mediocres, infantiles y perezosas.
Fuentes
http://html.rincondelvago.com/el-hombre-mediocre_jose-ingenieros.html
Wikipedia.com
www.wordreference.com
Autor:
Rafael Bolívar Grimaldos