Es evidente que la adhesión a determinada aproximación que explique la conducta anormal, supone una cierta actitud ante tal cuestión y, constituye la propia naturaleza humana. El hombre sigue considerándose un organismo Bio-Psico-Social, por lo tanto, siento que para estudiarlo debiera ser en los diferentes enfoques y que necesariamente sea una aproximación interdisciplinaria.
Heredamos a través de miles de años de evolución características que, a otras especies les han valido su permanencia en el planeta, la agresión, por ejemplo, no sólo la indispensable para sobrevivir o cuidar de las crías, sino aquella que va enfocada a los asuntos más humanos, como el poder y la supremacía.
Somos dueños de mentes, y sólo el hombre, hasta ahora, ha demostrado ser consciente de ello, no obstante y paradójicamente, el desastre que hemos provocado. Además de poseer una organización mental que nos permita saber que, somos nosotros mismos los causantes de lo que sucede en el medio en el que nos desenvolvemos y, que existen, además, otros, que también piensan y actúan afectando lo mismo que nosotros. Sin olvidar nuestra conducta gregaria, ya que viviendo en sociedad "civilizadamente", nos convierte en seres responsables de nuestros actos.
No puedo dejar de confesar que, en un principio, al intentar explicar parte de la conducta humana me dejé seducir por la aproximación Psicofisiológica y, me llevó a lo mismo en que cayó el Psicoanálisis en sus inicios, pecar de reduccionista, al poseer éste un tinte pansexualista de la conducta. La Psicofisiología intenta aproximarse al estudio de la conducta, teniendo como explicación los mecanismos y los procesos físico-químicos que suceden en el cerebro, así como el conocimiento, desde histológico y funcional de las "poblaciones" de neuronas hasta la intrincada red funcional de circuitos neuronales, pasando por el misterio de la asombrosa plasticidad del cerebro y, que tienen como expresión, tanto el pensamiento, el lenguaje, como la conducta observable. Los avances en la genética dan a esto último, un determinismo que no se puede soslayar, pero es imprescindible no pensar en una causa multifactorial del ser, sobre todo porque el ser humano es sumamente complejo y diverso. No en vano llevamos dos millones de años de evolución para emprender finalmente la tarea de saber, ¿Qué o Quiénes somos?
Sobre la base de los previos trabajos publicados, podríamos dar por hecho que existe una enfermedad social y que nos atañe a todos tratar de comprender para remediarla. He intentado ir de lo social a lo individual para explicar la conducta anormal del hombre en sociedad.
Entender la conducta anormal es un problema de carácter social y científico. El origen del gran numero de los problemas humanos, es el hecho de que los intereses sociales, económicos y científicos estan entrelazados, lo que pasa por teoría en un intento por comprender cierta conducta, suele ir mezclado con grandes dosis de ideología, sin saber realmente si un enfoque particular persigue una finalidad descriptiva o prescriptiva. Por ejemplo, en la década de los 1960, el movimiento de liberación homosexual se lanzó contra la opinión generalizada de que la homosexualidad era considerada una enfermedad o trastorno psiquiátrico. Es difícil separar la tarea de examinar las diversas perspectivas para entender la conducta anormal, sin las consideraciones de orden social, político, ideológico y económico.
El científico no aprende conceptos, leyes ni teorías en abstracto y sin relación con otras cosas. Por el contrario, estos instrumentos intelectuales se hallan dentro de una unidad histórica, de fenómenos que suceden en su entorno para darle un contexto o matiz para su propio entendimiento, es decir, no se pueden proponer teorías ni conceptos, sin referencia a sucesos concretos.
Un medio tradicional de ilustrar una teoría, al menos en las ciencias del comportamiento, es la historia clínica, entre otros, que debe contener los hechos de las siguientes esferas del individuo, que estan estrechamente relacionadas entre sí: Esfera Familiar, Cultural, Educacional, Social, Laboral, Recreativa y de Salud.
A continuación se expondrán los conceptos más representativos de cinco aproximaciones científicas sobre la conducta anormal: Perspectiva Psicoanalítica, Medica, Social, Humanística y la basada en las Teorías del Aprendizaje.
La perspectiva Psicoanalítica elaborada por Sigmund Freud, es sin duda uno de los planteamientos de mayor influencia en el estudio de los trastornos mentales. La riqueza y la originalidad de sus teorías lo sitúan en la primera línea de los pensadores modernos, al lado de Einstein, Darwin y Marx. Sus obras, escritas casi todas durante la primera mitad del siglo pasado, han cambiado radicalmente la forma en que el hombre occidental se ve así mismo. En 1893, Freud y Breuer publicaron su innovador ensayo titulado "Mecanismos Psíquicos de los Fenómenos Histéricos", que marcó el nacimiento del movimiento Psicoanalítico, llegando al descubrimiento de los procesos inconscientes y de su función en la génesis de la conducta anormal. Freud ha ejercido un profundo impacto en las diversas esferas de la actividad humana, tales como el arte, la medicina, la literatura y las ciencias sociales.
Si bien Freud no descubrió que existen procesos inconscientes en nuestro proceder, sí fue el primero en reunirlos como teoría y articularlos para darles un sentido y aplicarlos al problema de la Psicopatía. Dos clases de datos lo convencieron de la necesidad de ahondar en éstos, las observaciones sobre los fenómenos posthipnóticos y el hecho de que muchos no lograsen recordar los episodios decisivos de su vida, sin que el individuo se percate de ello, es decir, existen procesos psíquicos que se realizan sin la percepción consciente.
En la vida psíquica o actividad mental para Freud, existen tres estadios, la vida inconsciente, la preconciente y la consciente. La esfera preconsciente abarca sucesos, pensamientos, ideas y recuerdos que escapan a la conciencia inmediata pero que son accesibles. El inconsciente es la esfera más extensa de la actividad mental, se trata de un enorme depósito de memorias, temores, impulsos, esperanzas, deseos, pensamientos infantiles y presentes que rara vez emergen a la conciencia. Freud pensaba que todos ellos son mantenidos fuera de conciencia por un proceso de censura que protege al individuo contra los peligros de deseos inaceptables o impulsos amenazadores del inconsciente. Este último no puede ser visto en forma directa, solo se puede inferir o tener acceso a él a través de fenómenos psíquicos observables tales como la asociación libre, los sueños, las pruebas proyectivas, además de que son susceptibles de distorsión y carecen de relación entre sí. Toda conducta, tanto neurótica, como normal, obedece a un motivo o una causa, es una lucha constante con conflictos internos, entre motivos e impulsos antiéticos. Es preciso entender la conducta, cualesquiera que sea como una respuesta a las exigencias que el ambiente físico y social impone al individuo.
Según la teoría Psicoanalítica, los orígenes de temores, esperanzas, peculiaridades y virtudes del adulto, se remontan al desarrollo temprano del niño. Aun antes que sepa hablar o razonar, ya ha entablado una lucha incesante para satisfacer sus necesidades biológicas y ganarse el amor o la aprobación de quienes lo cuidan. Se postuló una serie de estadios evolutivos, llamados comúnmente etapas psicosexuales. El concepto de lo sexual para Freud es más que la connotación corriente del término. No solo indica la estimulación de las zonas genitales, sino también la de otras zonas llamadas erógenas, productoras de placer, tales como la boca, el ano y órganos genitales. Se pensaba que estas zonas son importantes para el desarrollo de la personalidad, por tratarse de las primeras fuentes de estimulación con que lucha el niño, al suponer que las actitudes de los padres ante la ingestión de alimentos, su eliminación y la manipulación genital, producirán gran impacto en cómo el sujeto se interrelacionará con los demás y se aproximará a los problemas de la vida.
Freud distingue tres etapas pregenitales; Etapa oral, etapa anal, etapa fálica, la etapa genital aparece durante la adolescencia, después de un periodo de latencia de 5 a 6 años.
Etapa oral.- En el primer año de vida la boca es la zona erógena predominante, satisface el hambre por medio de la succión y suelen introducirse objetos por la agradable sensación que les procuran. La perspectiva psicoanalítica sostiene que la mayor parte de los modos de relacionarse con los "objetos" tiene origen en ésta etapa.
Etapa anal.- En el segundo y tercer años de vida, el niño comienza a concentrarse en la presión que representa el esfínter anal, como causa de malestar y placer erótico. La defecación es la manera natural de aliviar ese malestar físico. Los padres son los encargados de iniciar este control. Es la primera vez que el niño debe aprender a reprimir un impulso, por consiguiente, surge uno de los conflictos mas graves entre padres e hijos.
Etapa fálica.- En el cuarto y quinto años de vida, los órganos genitales se convierten en la fuente principal de satisfacción. Comienza el niño a masturbarse y realizar actos auto-eróticos. Es la etapa donde aparece el complejo de Edipo, que es una atracción sexual por el progenitor del sexo contrario, así como una aversión y hostilidad por el progenitor del sexo contrario. En opinión de Freud, este complejo desempeña un papel decisivo en las actitudes que el adulto asume frente al sexo opuesto y a las personas investidas de autoridad. Durante el proceso de formación del complejo de Edipo, el niño presenta una angustia de castración, que lo hace reprimir su deseo sexual por la madre y orillarlo a identificarse con el padre.
Etapa genital.- Terminado el periodo de latencia principia un estadio final de desarrollo psicosexual que se presenta en el transcurso de la adolescencia, cuando los intereses narcisistas de la etapa pregenital son reemplazados por elecciones de objetos del mundo real, el niño deja de ser un narcisista y se transforma en un adulto socializado. Empieza a preocuparse por la elección de una profesión, por la socialización y por las relaciones con los individuos de su misma edad.
Por otro lado, la estructura de la psique humana delinea tres grandes regiones de la mente, que para Freud eran las principales unidades funcionales de la vida mental. Las llamó id (ello), ego (yo) y superego (superyo), y constituyen la piedra angular sobre la cual edificó la dinámica del comportamiento.
Id (ello) .- Es la región más primitiva de la estructura de la personalidad. Contiene los instintos, los impulsos y, es la fuente de la energía psíquica del hombre. Su función es liberar la energía generada en el organismo por estimulación interna o externa y mantener un nivel mínimo de tensión. Procura satisfacer los impulsos instintivos y actúa conforme al principio del placer.
El id es la representación psíquica del sustrato biológico de la personalidad humana. No se desarrolla con el tiempo, y la realidad externa no puede cambiarlo ni alterarlo. Para Freud, el id es un caos, una caldera en pequeña ebullición.
El id busca satisfacción y aliviar la tensión en forma inmediata por medio de un reflejo motor o un proceso elemental; Cuando es imposible satisfacer al instante el deseo o el impulso, se activan los vestigios de memoria del individuo y se produce una imagen del objeto deseado que satisfaga la necesidad y reduzca la tensión, a esto se llama cumplimiento de deseos. El id no distingue la imagen del objeto y el objeto real en si, la realidad objetiva es igual a la subjetiva. Este proceso elemental puede originar alucinaciones o sueños que satisfagan los instintos o impulsos del id, por ejemplo, el soñante que tenga hambre puede soñar con alimentos, por lo tanto la comida subjetiva hace las veces del objeto real que puede aminorar la tensión. Si sólo se contara con el id, el hombre no podría sobrevivir en las duras y exigentes condiciones del medio externo. Por ello el id hace surgir una segunda estructura mental, cuya función primaria es afrontar el mundo exterior.
Ego (yo) .- En la medida que las restricciones del mundo externo afectan al organismo, una parte del id se desarrolla, cuyo cometido es procurar la satisfacción, pero al mismo tiempo, toma en consideración las exigencias de la realidad. Por tanto, se dice que la actuación del ego se rige por el principio de la realidad. Esta estructura mental hace las veces de mediador entre la realidad y los impulsos del id, no desplazándolos, sino que interviene para asegurarse de que logren satisfacción, por ejemplo, cuando se tiene cierto impulso, se aplaza su satisfacción inmediata, proponiendo garantizar otra más permanente que se obtendrá después. Por ejemplo, al rechazar un postre muy tentador bajo la promesa de la satisfacción a largo plazo, que procurará la perdida de peso.
El ego es una región en contacto con las percepciones conscientes del mundo externo y con las incesantes exigencias del id. Usa las funciones psíquicas de acción, pensamiento, memoria y percepción con el fin de valorar la experiencia y proporcionar una satisfacción realista. Por lo anterior se deduce que la misión del ego es mantener un equilibrio en el organismo, no obstante la intervención de tres duras y tiranas exigencias, la de los impulsos instintivos o biológicos del id, la de las persistentes y constantes eventos de la realidad y las órdenes del superego.
Superego (superyó) .- Freud deseaba contar con una forma de representar la esfera de los valores morales en la conducta humana, para ello postuló la existencia del superego, como una tercera porción de la estructura de la personalidad.
Del mismo modo que el ego surge de una parte del id, también el superego surge de una parte del ego. Los niños al crecer son influidos por sus padres mediante premios y castigos. Así se realiza el aprendizaje de valores que los niños interiorizan cuando se identifican con sus padres. De esta manera, una porción del ego, el superego, valora los actos conforme a normas morales y los niños aprenden a juzgarse a través de ellas. El superego suele identificarse con la idea de conciencia.
Un segundo sistema se une al superego, el del ego ideal, que se le integran los valores aprendidos por los niños y adquiere importancia para ellos, como la imagen de la clase de persona que deben procurar ser. Los padres son la fuente del ego ideal, así como las personas con quienes se identifican los niños. Tanto el ego ideal como la conciencia, son aspectos del superego, que desempeñan un papel central en la socialización del infante. Los padres son los transmisores de las normas y valores sociales y son los primeros representantes de una sociedad con que finalmente se enfrentará el niño.
Estas tres regiones de la mente, fueron descritas por Freud como principios organizativos para dar forma y orden a la enorme complejidad del comportamiento humano. Representan a su vez motivos y metas capaces de ocasionar conflictos en el individuo, a pesar de que el ego procura mediar entre ellos, surgen sin cesar situaciones donde son inevitables, así el termino de angustia, juega un papel en la génesis de la desorganización del comportamiento humano y de las psicopatologías.
En las formulaciones de Freud, se admite la generalidad y la trascendencia de la angustia, no solo como papel importante en la comprensión de la conducta anormal, sino también en el desarrollo normal de la personalidad. La ansiedad funge de señal para el ego, tomando éste medidas para sortearla. Además, cumple la función de alertar al sujeto ante la presencia de peligros verdaderos o posibles, internos o externos.
En la teoría Psicoanalítica se distinguen tres tipos de ansiedad; Ansiedad objetiva, Ansiedad neurótica y Ansiedad moral. En las tres la amenaza de ser aplastado por fuerzas internas o externas se cierne sobre el ego, cuyos mecanismos de defensa entran en conflicto con ellas. El ego los experimenta en forma de miedo.
Ansiedad objetiva.- Este tipo de ansiedad es una vivencia emocional desagradable que resulta de la percepción de un peligro o amenaza proveniente del medio externo. Es aprendida a través de la experiencia, siendo el ego, quien sufre la amenaza de ésta ansiedad. Cabe decir que el ego aprende a sentirla no solo ante un peligro verdadero, sino ante la espera del mismo.
Ansiedad neurótica.- En el caso de ésta la excitación del ego se debe a la percepción de la posibilidad de sucumbir a los instintos del id. Existe una lucha entre las incesantes exigencias de los instintos del id por alcanzar determinada meta (catexis objetal), y las tentativas del ego encaminadas a contrarestarla e impedir que lo abrumen (anticatexis). La ansiedad neurótica es una señal de peligro para el ego, pues le revela que las exigencias instintivas del id pugnan por manifestarse y que el ego esta haciendo lo posible por evitar que lo venzan, lo aprisionen y lo anulen. También puede ser consecuencia de una serie de castigos y frustraciones sufridos en la manifestación de impulsos libidinales.
Desde el punto de vista clínico, las expresiones de la ansiedad son tres: ansiedad difusa, fóbica y reacción pánica.
En la ansiedad difusa cualquier estimulo ambiental puede ser el causante, el sujeta parece estar en un estado de aprensión permanente o temer que algo malo le suceda, la experiencia típica es de una alarma constante, absurda y aparentemente infundada. En realidad a lo que le teme es al id, que ejerce una presión ininterrumpida sobre el ego y que puede llegar a controlarlo y reducirlo a un estado de invalidez.
El afectado de ansiedad fóbica es aquel cuya ansiedad neurótica se manifiesta a través de un intenso temor infundado. Resulta ser irracional en el sentido de que su intensidad no esta proporcionada al peligro real del objeto. Se piensa que el objeto del temor es una representación simbólica de una tentación ante la satisfacción de los instintos. Por consiguiente, detrás del temor fóbico se encuentra un deseo primitivo del id por el objeto o por algo que éste represente.
La tercera forma de expresarse de la ansiedad neurótica, es la reacción pánica, que se caracteriza por la aparición súbita de un temor intenso y debilitador sin ninguna causa evidente. La reacción pánica coexiste con conductas antisociales de carácter impulsivo y repentino. En este caso el fin que se busca es liberar o aliviar las exigencias del id. Con la conducta se pretende librar a la persona del dolor originado por la ansiedad y para ello se hace lo que el id esta exigiendo. Para Freud, el hombre normal se distingue del neurótico por el grado en que la ansiedad controla su vida.
En cuanto a la ansiedad neurótica hay que reconocer que se trata de un conflicto auténticamente intrapsiquico, es decir, se da entre dos de las dimensiones de la personalidad. Tales conflictos son difíciles de identificar, puesto que existen en el interior del sujeto.
Dado su carácter exclusivamente intrapsíquico, las ansiedades neuróticas no pueden ser controladas por escape o evitación con la misma facilidad con que se controlan otros tipos. Por otra parte, sus síntomas son siempre consecuencia de una ansiedad neurótica y no de alguna otra clase de este trastorno.
Ansiedad moral.- Es la tercera forma de ansiedad que distingue Freud. La ansiedad moral es fruto de un conflicto entre el superego o conciencia y los impulsos del id. El que la padece suele sentir una fuerte vergüenza o sentimiento de culpabilidad. El superego se ve amenazado cuando el objeto instintivo elegido por el id busca manifestarse en forma de acto e incluso a través de la representación de un acto. De ahí el bloqueo de ese impulso por el superego, agente que representa la autoridad interiorizada de los padres. El producto de semejante conflicto es la ansiedad moral, la cual se expresa, como se menciono, a través de la vergüenza o del sentimiento de culpabilidad. Por ejemplo, el id expresa un impulso erótico, o catexis objetal, hacia una persona dotada de atractivo físico, entonces el superego reacciona ente ese impulso como si fuera un acto inmoral, produciendo con ello una anticatexis.
Reseñando los tres tipos de ansiedad, se deduce que sin lugar a dudas, ésta nace del conflicto existente entre las diversas esferas de la personalidad. La ansiedad es una señal de peligro que indica que se cierne una amenaza de algún acontecimiento externo o que el id esta tratando de manifestarse y que el ego o la anticatexis del superego lo esta bloqueando.
Según la perspectiva Psicoanalítica existen mecanismos de defensa que constituyen el modo en que el ego se ocupa de la solución del problema de la ansiedad productora de dolor. El ego se ocupa de la solución de problemas reales, como cuando afronta la ansiedad objetiva, o recurre a métodos irracionales que distorsionan y niegan la realidad y operan a un nivel inconsciente. Y se llaman; Represión, Formación reactiva, Proyección, Negación, Regresión, Racionalización, Identificación, Substitución.
Freud utilizó el termino "defensa" para designar exclusivamente las tentativas del sujeto por proteger, mediante la represión, su ego contra las exigencias peligrosas de los instintos. Retomó el término y estableció que "defensa" es la designación general de todas las técnicas aplicadas por el ego durante los conflictos capaces de ocasionar una neurosis, en cambio, el mecanismo de represión se reservará para indicar un método particular de defensa que debido a la dirección tomada por sus investigaciones fue el primero que se conoció.
Los mecanismo de defensa son operaciones del ego y muestran dos rasgos comunes: a) negación o deformación de la realidad, y b) operación a un nivel inconsciente.
Represión.- Impide que los impulsos peligrosos de los instintos, procedentes del id y en conflicto con el ego o superego, penetren en la conciencia. Estas exigencias instintivas no pueden provocar angustia si se las mantiene fuera de la conciencia. La represión distorsiona lo que se ve o escucha, reprime o simplemente hace inaccesibles los recuerdos vinculados a experiencias traumáticas o que las traen a la memoria, su finalidad es controlar la ansiedad moral, neurótica u objetiva. Un deseo que el superego juzga indeseable y que emana del id será rechazado por el ego, pero el que comienza la represión es el superego.
Algunos teóricos del Psicoanálisis consideran que varios padecimientos psicosomaticos, tales como la úlcera, asma y artritis se deben en parte a la represión. Aunque un impulso productor de angustia permanezca alejado de la conciencia, puede manifestarse a través de algún sistema fisiológico como la musculatura, el aparato respiratorio y el aparato digestivo, en vez de hacerlo exclusivamente a través de síntomas neuróticos. Mas aún, las ideas e impulsos reprimidos que no llegan a la conciencia pueden seguir desarrollándose en el inconsciente.
Formación reactiva.- A veces el ego hace frente a las tendencias instintivas efectuando aquello que es totalmente opuesto a ellas. Así los sentimientos de odio e ira, por ejemplo, se tornan manifestaciones exageradas de amor, los impulsos sexuales de gran intensidad se convierten en profundos sentimientos de repugnancia al pensar en el contacto sexual. Formación reactiva es un mecanismo en virtud del cual un impulso se mantiene alejado de la conciencia por medio de su opuesto, y una de sus principales características de esta defensa, es su exageración.
Proyección.- Otro mecanismo que permite negar los impulsos del id consiste en atribuirlos a una persona u objeto del mundo exterior. Cuando el ego recurre a esta defensa, es como si la ansiedad neurótica se transmutara en ansiedad objetal, es decir, coloca al objeto amenazador en el exterior. Tal actitud se entiende perfectamente si se recuerda que en el transcurso del desarrollo del hombre, éste ha aprendido que es más fácil sortear los peligros del mundo que los del id.
Además, la función de este mecanismo no se limita a suprimir la angustia, sino que ofrece la oportunidad de externar sentimientos auténticos aunque atribuidos a un objeto externo. La provocación externa, cuando se proyecta a otros, disminuye los sentimientos de angustia, permitiendo manifestar una tendencia que no podría hacerse de otra forma por las restricciones del superego.
Negación.- Se utiliza cuando el conflicto se da entre el impulso del id y alguna frustración objetiva del mundo externo. Este mecanismo obra de tal manera que niega la existencia de la situación en que se encuentra el sujeto. Esta defensa no debe confundirse con la represión, donde el conflicto es entre los impulsos del id y el ego o el superego, mientras que en la negación dichas tendencias entran en conflicto con las circunstancias reales del medio exterior.
Regresión.- Cuando el individuo se ve amenazado por las exigencias del id, puede desear volver a una etapa precedente en su comportamiento. Gracias a ella se exteriorizan los impulsos del id en una forma que seria imposible a niveles superiores del desarrollo. Los psicoanalistas interpretan como regresivas varias conductas realizadas por adultos, algunas como la tendencia a emplear el habla infantil, destruir la propiedad ajena, masturbarse, hacer berrinches, vestirse como niño, pelearse e incluso la propensión a la siesta.
Racionalización.- Consiste en hallar razones o explicaciones lógicas, pero falsas muchas veces, evitando la angustia de enfrentarnos a nuestros propios y auténticos sentimientos o a las exigencias del id. No es fácil percatarse del uso que se hace de este mecanismo, al actuar al nivel inconsciente, provoca angustia dar explicaciones de nuestros actos, al ser incapaces de admitir un sentimiento que el id y el ego nos agobia y exige. Dando explicaciones que por lo general las responsabilidades de nuestros actos se las descargamos en otros.
Identificación.- Se considera lo opuesto a la proyección. Al identificarnos con alguna idea o sentimiento, asumimos ciertas características del objeto admirado. Este mecanismo es indiscutible en teatro o en el cine, existe una identificación con el héroe o la heroína y nuestra estima se ve aumentada y la angustia disminuida al ver en otros los atributos que queremos para nosotros, proporcionando ambiciones, ideales y finalidades.
Substitución.- Este mecanismo consiste en reemplazar ciertos impulsos del id, no aprobados e inaceptables a sentimientos de la misma especie que si serian aceptados por el superego, los sentimientos agresivos, por ejemplo, se substituirían por la practica de deportes o practicas rudas aceptadas socialmente. A este tipo de mecanismo se le conoce como Sublimación. Los impulsos se subliman o sucumben al superego.
La exposición de las etapas del desarrollo psicosexual, de la ansiedad, el conflicto y los mecanismos de defensa dan una idea bastante clara de la perspectiva psicoanalítica sobre la génesis de la psicopatía. Freud no vacila en admitir que tanto la ansiedad como los mecanismos defensivos forman parte de la vida anímica de todo hombre.
La conducta es patológica cuando se vuelve incontrolable y obstaculiza el funcionamiento habitual del sujeto. Un mecanismo de defensa se estima que posee un carácter adaptativo cuando se ocupa de energías y conflictos psíquicos y se le considera anormal si llega a deteriorar la vida diaria del sujeto.
Resumiendo algunos postulados de la teoría Psicoanalítica se puede mencionar que: Existen procesos inconscientes, la conducta obedece a un motivo, los impulsos o motivos pueden entrar en conflicto, el comportamiento es resultado del desarrollo, el ser humano es un organismo capaz de adaptarse, todos los hombres pasan por una serie de etapas psicosexuales dinámicamente diferenciadas, todas ellas representan un periodo distinto de interacción entre el niño y las fuerzas socializadoras que influyen en él y dejan un vestigio en el carácter definitivo del adulto, los motivos de las tres estructuras de la personalidad entran irremediablemente en conflicto y producen, entre otras cosas, la ansiedad, para controlarla existen mecanismos de defensa que actúan a un nivel inconsciente y que niegan o deforman la realidad, y todo mundo los utiliza para sortear la ansiedad causada por el conflicto de impulsos. Freud fue un brillante observador de la conducta humana y logró captar sus observaciones en conceptos creativos que constituyen la base de su teoría.
El Psicoanálisis representa una importante concepción de la naturaleza humana y del hombre. A la psicopatología, tal como diría Holzman, 1970, en Psychoanalysis and psychopathology, se la debe considerar no como una cosa que agobia al hombre, sino como una manifestación de su lucha con el amor, la vida y la muerte.
Recopilado y elaborado por:
Lic.en Psic. Arturo Falcón Becerril