Amigo (a): en definitiva, con bastantes cambios en relación con el recogido en Atisbos No 37, así quedó la introducción definitiva del libro "Ciencias sociales y Guerra en Colombia" tras seis meses de trabajo de edición de los 36 números de atisbos a la luz de las miradas metodológicas que, dispersas, a lo largo de esas 600 cuartillas se deslizan (descripción, explicación comprensión e interpretación hermenéutica). Los que quieran el texto, comprimido, (200 cuartillas) me pueden avisar para enviárselos. Es un libro especialmente dirigido a jóvenes investigadores; puede ser una herramienta de ayuda para Cursos o Seminarios de Historia, Sociología o Antropología contemporáneas de Colombia, así como para Talleres de Introducción a las Estrategias de Investigación social. Por otra parte presenta un análisis inter-disciplinario e inter-metodológico, polemizable aunque creo que distinto, del conflicto armado colombiano.
A partir de enero del 2004, y con una periodicidad bimensual, volverán a salir los ATISBOS pero bajo la forma de pequeños Ensayos académicos. Atte, Humberto Vélez Ramírez, Universidad del Valle, Instituto de Educación; ECOPAIS, Fundación Estado*Comunidad*Pais.
Cuando se las asume entre la Ciencia y el Ensayo, las Disciplinas sociales comienzan a ganar en clarificación de lo histórico social, lo que han empezado a perder en cientificismo; es por esto por lo que estas anotaciones, además de Ciencia, también son un Ensayo a la manera de Montaigne: escribir un Ensayo, señaló el escritor francés, es, de algún modo, ensayarse a sí mismo de cara a un problema dado; Montaigne ( 1533-1592) precisó que "él mismo es la materia de su libro" y que lo que "es útil para él", puede serlo también para los demás, ya que "cada hombre lleva en sí la forma entera de la condición humana"(1). De algún modo, el autor de este Ensayo también es su " materia" pues, al pergeñarlo, no ha hecho otra cosa que poner a prueba frente a la página virtual vacía lo que, de manera fracturada, ha aprendido durante muchas y largas y, a veces, dolorosas pero casi siempre gratificantes vigilias, sobre el oficio de escudriñar lo que se mueve más allá de lo visible; y lo hace con la misma convicción de Montaige de que lo que es útil para él, puede serlo también para los demás, en especial, para toda esa juventud que germina en el semillero de nuevos investigadores sociales.
Aunque en el desarrollo del texto no aparezca explícito, al final se evidenciará: en su intención definitiva constituye aquel una crítica del cientismo en la figura del investigador unidimensional; de aquel que, no obstante una ya secular reflexión epistemológica, lo practica en su diario quehacer; de aquel que en la idealización de la ciencia reproduce, a toda hora, el integrismo que pervive en su corazón. Al ser ésta, entonces, la intención final, el texto también arrastra la confesión de un desengaño: frente a la impotencia de las ciencias sociales para construirle salidas a la histórica y dañina polarización entre holismo e Individualismo metodológicos.
Pero, ya de modo explícito, lo que estas anotaciones buscan, ante todo, es suscitar la reflexión crítica y madura sobre el problema metodológico de la investigación social en Colombia en el actual momento de su desarrollo histórico; es cierto que los estudios monodisciplinarios han evolucionado en el país de modo notable, pero, como nota central, se encuentran signados por la unidimensionalidad metodológica (2). Es esta la razón por la que con esta reflexión se le apuesta al pluralismo metodológico, pensado como la posibilidad de acceder al conocimiento de la vida social tocando muchas puertas de entrada, no importa que las de salida se encuentren sitiadas por sólidos cercamientos de carácter epistémico. Al no hacer parte de su objetivo explícito, una cosa, por lo tanto, no se le puede pedir a este Ensayo: el que se detenga en un examen, siempre importante, sobre el papel de la teoría y de las técnicas en los distintos niveles metodológicos de conocimiento de la vida social. Esto no significa olvidar que, en su relación orgánica, teoría, métodos y técnicas son los tres pilares de toda apuesta investigativa. Por lo tanto, se lo reitera: en este caso, el meollo del asunto es el de la cuestión metodológica en los estudios sociales y pensada ésta no a la luz del método "correcto" si no, más bien, desde la óptica de una deseable pluralidad de entradas al entendimiento de la vida humana.
A las conciencias que navegan tranquilas en el proceloso mar de la investigación social, se les puede reforzar un cierto estado anímico "cientificista" al recordarles que en la academia ya son muchos los estudiosos que, sin mayores escrúpulos intelectuales, practican una especie de complementariedad técnica entre esos diversos métodos de conocimiento de la vida social; sin embargo, a los estudiosos críticos que, como precisó Feyerabend, necesitan "una teoría del error que añadir a las reglas ‘ciertas e infalibles’ que definen la ‘aproximación a la verdad’ " (3 ), no se les escapa que, con frecuencia, la complacencia técnica no hace otra cosa que ocultar contradicciones epistemológicas de fondo entre ellos.
Se proponen, aquí, cuatro entradas al entendimiento de lo histórico social y se exponen en un nivel de introducción a un curso de investigación y se ejemplifican con una aproximación, por cada vía, al desciframiento del conflicto armado colombiano; entonces, descripción, explicación, comprensión e interpretación hermenéutica como métodos de conocimiento de la realidad social, complementarios en el nivel de lo técnico, que, quizás no, en el de lo epistemológico. De cara a cada uno de ellos, considerados por separado, la nota del Ensayo es, más bien, escéptica, pero, asumidos en sus productos finales, la esperanza intelectual alza un poco el vuelo. Indicación positiva ésta de que el cientismo ha empezado a ceder, pues la ciencia, al fin y al cabo, no es más que uno de los caminos de acceso al entendimiento de la vida, motivo por el cual su idealización como toda idealización, hágasela en nombre de quien sea, Dios, la Razón, la Revolución o el Estado, como pensaba Estanislao Zuleta, (4) constituye una operación de consecuencias perversas sobre los procesos de construcción de ciudadanos autónomos, capaces de pensar por sí mismos, de colocarse en el lugar del "otro", así como de ser coherentes con lo pensado.
Podría haberse hablado aquí también de la predicción como método de conocimiento de lo histórico social, pero, por prudencia teórica, por ahora en este Ensayo casi nada se dirá al respecto.
Al hablar de pluralismo metodológico no puede abstraerse que la realidad natural presenta la ventaja comparativa de no ser si no realidad objetiva; lo histórico social, en cambio, deriva su especificidad, del hecho de que, al mismo tiempo, es realidad objetiva, significado subjetivo y sociedad prescriptiva; de ahí la necesidad de describirlo, explicarlo, comprenderlo e interpretarlo.
Que una buena descripción cumple, más de lo se piensa, una importante función cognitiva de cara a los otros métodos; que cuando se explica también se comprende, pero que la comprensión exhala un íntimo calor humano del que carece la explicación; que ésta, aunque, para el caso de las ciencias sociales, se limite a señalar ciertas regularidades fenoménicas en la vida humana, sin embargo, mantiene viva una tradición histórica de conflictos intelectuales con el problema de la libertad, aún con el de la libertad condicionada y limitada; que en el método de interpretación hermenéutica también juegan la explicación y la comprensión; que la estrategia de complementariedad técnica entre algunos de éstos métodos de entendimiento de la vida social, con frecuencia, vela y mixtifica las contradicciones epistemológicas existentes entre ellos, son todos éstos algunos de los problemas, pero también de los méritos, del pluralismo metodológico, que en este Ensayo más que exponerse, sólo alcanzan a quedar fijados.
En la historia de la producción intelectual colombiana, nunca se había escrito, hablado, pensado, imaginado, vivenciado, graficado e investigado tanto sobre un fenómeno específico como ha ocurrido en los últimos cinco años con el conflicto sociopolítico armado; por su parte, en materia de la investigación sobre el tema, las aproximaciones también han abundado aunque de modo aislado, es decir, cada disciplina de manera autónoma y con su particular rostro metodológico. Constituye ésta, entonces, la más propicia coyuntura de oportunidad intelectual para ventilar con los investigadores sociales el problema del pluralismo metodológico, siendo éste el objeto del primer acápite del presente Ensayo.
La centralidad del segundo acápite la tiene la descripción, ya de eventos significativos ya de importantes entramados simbólico culturales; se destaca, entonces, la autonomía de la descripción como primer nivel de conocimiento de lo histórico social resaltándose, también, su papel como base para la formulación de generalizaciones empíricas. Se ensaya, así, un esbozo de descripciones, con cierto aliento etnográfico, alrededor de cuatro sucesos considerados de alta relevancia dado su impacto nacional e internacional en el momento: la toma por parte de las Farc de la base militar de las Delicias, momento empírico, político y simbólico de ruptura en su historia militar; el escándalo mundial de Bojayá cuando, encerradas en una capilla católica, fueron masacradas 117 personas, entre ellas 47 niños, en el marco de la más intensa y bárbara confrontación armada entre farianos y paramilitares por el control territorial de la región; la transformación de un paseo a la vida en un paseo a la muerte cuando, en un confuso episodio, seis niñitos y niñitas, entre los 6 y los 10 años, fueron víctimas de las balas de "su" Estado; finalmente, el esbozo de cuadro descriptivo termina con el examen de una muestra de los periódicos impasses políticos que caracterizaron las relaciones políticas entre el Gobierno de Pastrana y el Secretariado de las Farc en las frustrada negociación del Caguán.
La histórica lucha intelectual de las ciencias sociales frente al determinismo positivista, pero también de cara a la teoría del Caos, por crearle un espacio propio a la fijación de regularidades fenoménicas como forma específica de explicación de la vida social, constituye la preocupación central del tercer acápite; a modo de ilustración, el análisis se orienta a esbozar la historia de la práctica militar de las Farc, que evidencia cómo los farianos, en los últimos treinta años hasta llegar al año 2002, se fueron posicionando, de manera cada vez más notoria y notable, en las relaciones militares de poder en regiones y localidades dadas del territorio nacional. Fue a la fijación de esta regularidad militar a la que le apuntó el Ensayo, animado, por otra parte, por la idea de que, en la contemporaneidad, Clausewitz se está viendo trastocado, pues el Irak de Bush parece reenseñar que la política es la continuación, por otros medios, de la guerra. En este acápite, por otra parte, al pasar las generalizaciones empíricas por el delicado y complejo tamiz de la elaboración teórica para fijar algunas hipótesis explicativas, se hace el entronque entre la descripción y la explicación como métodos complementarios de conocimiento de lo histórico social. Contrasta en este acápite la enorme brecha que se fue gestando entre las Farc como máquina militar y las Farc como realidad política; importa destacar, entonces, cómo los farianos se farrearon un enorme capital político al utilizar, de modo preferencial, el Cagúan como espacio virtual para evidenciarle al país y al mundo que en Colombia eran una alternativa de Estado. Por lo menos, el país no se habría conmovido tanto, ni el mundo los habría desidealizado de modo tan extremo, si les hubiesen avizorado un horizonte político-administrativo distinto de futuro, a partir de un manejo eficaz y transparente del ya casi formalizado Gobierno local informal guerrillero.
La centralidad del cuarto acápite le corresponde al fascinante pero complejo y polemizado asunto de la comprensión como método de conocimiento de la vida social: Ya se lo sugirió atrás, cuando se explica también se comprende, pero la comprensión posee el encanto de la vida humana en su triple dimensión de drama, de tragedia y de realización social e individual hacia la autonomía individual y hacia la emancipación comunitaria. La comprensión es la ciencia social metida en la relación sujeto- sujeto. Es ésa la reflexión que se procura adelantar para ‘iniciados’ quienes, al experimentar que la ciencia social también puede llegar a la vida, con frecuencia se la apropian idealizando sus potencialidades cognitivas. En este caso, la ilustración se orienta a un análisis de la evolución de la emocionalidad colectiva de los colombianos en los últimos cinco años, formulado desde la Teoría de las Representaciones sociales; se rastrea, así, cómo se construyó y, de modo coyuntural, se puso en acción un gobierno montado sobre los espacios simbólicos de la virtualidad. Esto no obstante, es en este nivel de la confrontación explicación-comprensión donde la epistemología revela las grandes contradicciones entre estos dos métodos, deductivo el primero pero inductivo el segundo, en asuntos asociados ora a las factores fundadores de la vida social ora al papel de los colectivos y de los individuos en los procesos de construcción-deconstrucción de la institucionalidad social y ora, sobre todo, a la ubicación distinta de la relación sujeto-objeto en uno y otro modelo de investigación social. De todas maneras, el conocimiento proporcionado por el análisis de esta dimensión subjetiva de la guerra, de algún modo le permite al ciudadano del común evitar que lo desconocido se le trastoque en algo amenazante, posibilitándole, por otra parte, la familiarización de lo extraño, así como la transformación de lo invisible en perceptible. Esto de por sí ya es importante, pues, para la ciudadanía media, esta guerra ha tenido y continúa teniendo algo de extraño, mucho de desconocido y, sobre todo, una alta dosis de amenazante.
Que los seres humanos de carne y hueso son intérpretes sociales que, a toda hora, practican una especie de hermenéutica colectiva; que ésta se define por la lectura que aquellos hacen, desde entramados reales y simbólicos, de la sociedad prescriptiva cuando ejecutan cada acción o relación social concreta; y que lo que hace el investigador, que también es un miembro de ese colectivo de intérpretes, cuando apela al método de interpretación hermenéutica, es explicar los desajustes de las conductas de los actores individuales y colectivos con respecto a esos modelos de regulación social , son las tesis centrales que se levantan en el quinto acápite del Ensayo. El referente de ilustración en este caso está constituido por una reflexión, más bien marco, alrededor de las conductas de los actores directos del conflicto armado frente al DIH, sobre todo.
Para el caso colombiano, importa destacarlo en esta Introducción, toda interpretación hermenéutica debería tener como marco general un rasgo central de la organización de la vida social colombiana, que algunos sociólogos e historiadores no han dejado de resaltar. Redondeándola, la idea hipotética puede formularse así:
En sus prácticas sociales cotidianas, los colombianos, casi sin saberlo, parecen haber adquirido el derecho a residir, casi de modo simultáneo, en tres niveles distintos de realidad: el institucional, que constituye un referente normativo parcialmente importante, por cierto, para casi todos; el parainstitucional, que es donde suele vivir la mayoría durante una buena parte del día; y el contrainstitucional armado donde habitan algunos ora para el manejo de los grandes conflictos sociopolíticos ligados al ejercicio del poder político ora para sacar avante sus proyectos delincuenciales. Casi no hay acción u operación importante del ciudadano medio que no sufra la presión coercitiva de modelos prescriptivos encontrados. Con mas frecuencia de la que se piensa, sobre un mismo acto, como en un drama surrealista, se superponen sistemas contradictorios de regulación social: los formales y los informales, los legales y los ilegales, los institucionales y los parainstitucionales, los no violentos y los violentos, cada uno gobernado por lógicas prescriptivas cualitativamente distintas. La ética arrastrando la pelea entre el bien y el mal, el derecho positivo vapuleado entre lo legal y lo ilegal, la política enseñoreada entre lo oportuno y lo inoportuno y la cultura desgarrada entre lo institucional y lo parainstitucional, son parámetros que hacen presencia, cada uno pugnando por imponerse, cada vez que un colombiano de carne y hueso realiza una acción importante en su quehacer cotidiano. Y de esa infernal pugna interprescriptiva, casi siempre sale triunfante lo parainstitucional, según los casos, bueno o malo, oportuno o inoportuno, pero casi siempre eficaz e ilegal. En resumen, es la hipótesis, más que el derecho positivo, es el derecho fáctico el que alcanza mayor incidencia en la vida práctica de la ciudadanía. Los colombianos, entonces, más que desinstitucionlizados, tienden a ser parainstitucionalizados. Es por esto por lo que, en la política práctica, también tienden a oponerse a los poderes institucionales muy fuertes, a las dictaduras militares y civiles, por ejemplo. Prefieren, más bien, "el centro político" y esto por la sencilla razón de que la acción de poderes muy sólidos sobre la vida diaria, tendería a contrarrestar la eficacia de los poderes fácticos, que regulan su cotidianidad. Y es en la Cultura política que, más allá de las dicotomías dominadores-dominados, gobernantes – gobernados, se ha impuesto sobre el conjunto de la sociedad, donde deben escarbarse las razones de ese triunfo práctico del derecho fáctico sobre el derecho positivo, de lo parainstitucional sobre lo institucional, de la parapolítica sobre la política institucionalizada. La nuestra, en definitiva, es una cultura, como tantas veces lo ha resaltado Daniel Pecaut, transaccional, cuyo lenguaje central es el del poder: "cuánto poder tienes para definir cuanto te doy y en cuánto te cedo".
Finalmente, el Ensayo termina recogiendo algunos problemas epistemológicos que subyacen a este reto, que es también una aventura, del pluralismo metodológico; a ese respecto, de todas maneras, es más lo que se sugiere que lo que se alcanza a exponer.
Aunque la Ciencia es, sobre todo, una combinación inteligente de Teorías, Métodos y Técnicas, su estatuto se torna ahistórico cuando se la abstrae de las condiciones de representación y de poder dentro de las cuales ha sido producida, así como cuando se la sustrae de la ética; de ahí la necesidad de acercarse a ella, como para la Economía y las Teorías del Desarrollo lo hizo Arturo Escobar, como discurso de representación y de poder. En general y en particular, ninguno de esos métodos funciona en el vacío; a ellos subyace, en primer lugar, una forma dada de representación de la realidad a la que se aproximan posibilitando, así, el análisis antropológico de la Ciencia. Por otra parte, ellos son más o menos ‘peligrosos’ en el develamiento de la realidad, ventana por donde se asoma una clara dimensión política, pues al poder, con más frecuencia de la que se piensa, siempre le ha asustado la verdad de la ciencia; finalmente, en cuanto a la aplicación práctica de los resultados obtenidos se refiere, el impacto que éstos obtienen sobre núcleos dado de población, colocan sobre el tapete el problema de la dimensión ética de los conocimientos producidos.
El tema de la guerra, por otra parte, puede ser una excelente ocasión para ilustrar los problemas asociados al compromiso social de los investigadores de las realidades sociohistóricas. ¿Será que éstos, en cuanto tales, no pueden hacer frente las violencias nada distinto de procurar analizarlas? En Colombia, hoy, las violencias están ahí, como estuvieron ayer, y como, con seguridad, estarán mañana. Como ciudadano, el investigador tiene frente a ellas las mismas opciones que el resto de la ciudadanía. Primero: sentarse a soñar en una supuesta condición humana, originaria o futura, de no violencias; segundo: dejarlas ahí, a merced de su corrosivo movimiento espontáneo; actitud antiética ésta, sobre todo si se las considera un mal, una perversidad. Y tercero: como ideal ético, y como posibilidad política, contribuir a aminorarlas, a bajarles el tono, a superarlas con la esperanza implícita de que mañana no regresen tan intensas y perversas y socialmente tan castigadoras. Pero, ya como investigador, su relación con ellas, como grave problema público de salud física, mental y social, no puede ser si no un compromiso mediático, enhebrado alrededor de las reglas de la comunidad científica a la que pertenece. Por esta vía, el investigador puede proporcionar elementos que permitan levantar estrategias ‘antiviolenciales’, orientadas ya a remover obstáculos ya a la creación de condiciones que las viabilicen. Entonces, si el investigador logra ser políticamente eficaz en el segundo momento, ha sido por que, en lo investigativo, lo ha sido en el primero. Sobre esta línea de compromiso social de los investigadores escribió Pierre Bourdieu en un Ensayo inédito: "La mayoría de las personas cultivadas, sobre todo en ciencia social, tiene en la cabeza una dicotomía que me parece absolutamente funesta: la dicotomía entre scholarship y commitent- entre aquellos que se consagran al trabajo científico, que se hace con los métodos científicos y pensando en otros científicos, y aquellos que se comprometen y llevan su saber hacia afuera. La oposición es artificial y, de hecho, hay que ser un científico autónomo que trabaja según las reglas scholarship para poder producir un saber comprometido, es decir, un scholarship with commitent. Para ser un verdadero científico comprometido, legítimamente comprometido, hay que comprometer un saber. Y ese saber no se adquiere sino en el trabajo científico, sometido a las reglas de la comunidad científica". (5)
Si algún mérito presenta, finalmente, este Ensayo, además del propósito de sensibilización de jóvenes investigadores, es el de animar la reflexión metodológica en torno a la investigación social en el país, al ritmo de la presentación, a un público más amplio, de un esbozo de análisis, por lo menos, distinto, de un problema público de la sociedad colombiana que, como el del conflicto armado, está siendo socializado también por la ciudadanía media de América Latina.
1. "Ensayos" (1580), Editorial Alianza, Madrid, 1989, fue la obra que llevó a la fama a Michel Eyquem de Montaige.
2. Es la caracterización que se desprende al examinar los 10 tomos de la "Historia social de la Ciencia en Colombia", proyecto promovido, financiado y publicado por COLCIENCIAS entre mayo de 1983 y marzo de 1993, ver en particular, tomo IX, Ciencias Sociales, Bogotá, marzo de 1993.
3.Feyerabend, Paul K, Contra el Método, Editorial Ariel, Barcelona, 1974, p.9
4.Zuleta, Estanislao, Sobre La Idealización en la vida personal y colectiva", Procultura, Bogotá, 1985.
5. Bourdieu, Pierre, Texto Inédito, en, "Autonomía Universitaria", Federación Nacional de Profesores Universitarios, Año 1, No.1, Marzo 2003.
Humberto Velez