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Las flores del mal, por Charles Baudelaire (página 2)


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La grandeza de este mal en que te crees sabia

¿No te ha hecho nunca retroceder de espanto,

Cuando la natura, grande en sus designios ocultos,

De ti se sirve, ¡oh mujer! ¡oh reina de los pecados!

-De ti, vil animal-, para amasar un genio?

¡Oh, fangosa grandeza! ¡sublime ignominia!

1857.

XXVISED NON SATIATA

Extravagante deidad, oscura como las noches,

Con perfume mezclado de almizcle y de habano,

Obra de algún obi, el Fausto de la sabana,

Hechicera con ijares de ébano, engendro de negras mediasnoches,

Yo prefiero a la constancia, al opio, a las noches,

El elixir de tu boca donde el amor se pavonea;

Cuando hacia ti mis deseos parten en caravana,

Tus ojos son la cisterna donde beben mis hastíos.

Por esos dos grandes ojos negros, tragaluces de tu alma,

¡Oh, demonio sin piedad! vierte sobre mí menos fuego;

Que no soy el Estigio para abrazarte nueve veces,

¡Ay! y no puedo, Megera libertina,

Para quebrar tu coraje y dejarte en las últimas,

En el infierno de tu lecho volverme Proserpina.

1857.

XXVII(CON SU VESTIMENTA…)

Con su vestimenta ondulante y nacarada,

Hasta cuando camina, se creería que ella danza,

Como esas largas serpientes que los juglares sagrados

En el extremo de sus bastones agitan con cadencia.

Como las arenas sombrías y el azur de los desiertos,

Insensibles ambos al humano sufrimiento,

Como las prolongadas redes de las olas de los mares,

Ella se desenvuelve con indiferencia.

Sus ojos pulidos están hechos de minerales encantos,

Y en esta naturaleza extraña y simbólica

Donde el ángel inviolado se mezcla a la esfinge antigua,

Donde todo no es más que oro, acero, luz y diamantes,

Resplandece eternamente, cual un astro inútil,

La fría majestad de la mujer estéril.

1857.

XXVIIILA SERPIENTE QUE DANZA

¡Cómo me agrada ver, querida indolente,

De tu cuerpo tan bello,

Como una estofa vacilante,

Reverberar la piel!

Sobre tu cabellera profunda,

De acres perfumes,

Mar oloroso y vagabundo

De olas azules y sombrías,

Cual un navío que se despierta

Al viento matutino,

Mi alma soñadora apareja

Para un horizonte lejano.

Tus ojos, en los que no se revela

Nada dulce ni amargo,

Son dos joyas frías en las que se mezcla

El oro con el hierro.

Al verte marchar cadenciosa,Bella en tu abandono,

Se diría una sierpre que danza

En el extremo de un bastón.

Bajo el fardo de tu pereza

Tu cabeza de niño

Se balancea con la moliciede un joven elefante.

Y tu cuerpo se inclina y se estiraCual un fino navío

Que rola bordeando y sumerge

Sus vergas en el agua.

Como un oleaje engrosado por la fusión

De los glaciares rugientes,

Cuando el agua de tu boca sube

Al borde de tus dientes,

Yo creo beber un vino de BohemiaAmargo y vencedor,

¡Un cielo líquido que esparceEstrellas en mi corazón!

1857.

XXIXUNA CARROÑA

Recuerdas el objeto que vimos, mi alma,

Aquella hermosa mañana de estío tan apacible;

A la vuelta de un sendero, una carroña infame

Sobre un lecho sembrado de guijarros,

Las piernas al aire, como una hembra lúbrica,

Ardiente y exudando los venenos,

Abría de una manera despreocupada y cínica

Su vientre lleno de exhalaciones.

El sol dardeaba sobre aquella podredumbre,

Como si fuera a cocerla a punto,

Y restituir centuplicado a la gran Natura,

Todo cuanto ella había juntado;

Y el cielo contemplaba la osamenta soberbia

Como una flor expandirse.

La pestilencia era tan fuerte, que sobre la hierba

Tú creíste desvanecerte.

Las moscas bordoneaban sobre ese vientre podrido,

Del que salían negros batallones

De larvas, que corrían cual un espeso líquido

A lo largo de aquellos vivientes harapos.

Todo aquello descendía, subía como una marea,

O se volcaba centelleando;

Hubiérase dicho que el cuerpo, inflado por un soplo indefinido,

Vivía multiplicándose.

Y este mundo producía una extraña música,

Como el agua corriente y el viento,

O el grano que un aechador con movimiento rítmico,

Agita y revuelve en su harnero.

Las formas se borraron y no fueron sino un sueño,

Un esbozo lento en concretarse,

Sobre la tela olvidada, y que el artista acaba

Solamente para el recuerdo.

Detrás de las rocas una perra inquieta

Nos vigilaba con mirada airada,

Espiando el momento de recuperar del esqueleto

El trozo que ella había aflojado.

-Y sin embargo, tú serás semejante a esa basura,

A esa horrible infección,

Estrella de mis ojos, sol de mi natura,

¡Tú, mi ángel y mi pasión!

¡Sí! así estarás, oh reina de las gracias,

Después de los últimos sacramentos,

Cuando vayas, bajo la hierba y las floraciones crasas,

A enmollecerte entre las osamentas.

¡Entonces, ¡oh mi belleza! Dile a la gusanera

Que te consumirán los besos,

Que yo he conservado la forma y la esencia divina

De mis amores descompuestos!

1844 (?)

XXX

DE PROFUNDIS CLAMAVI

Imploro tu piedad, Tú, el único que yo amo,

Desde el fondo del abismo oscuro donde mi corazón ha caído.

Es un universo triste de horizonte plúmbeo,

Donde flotan en la noche el horror y la blasfemia;

Un sol sin calor se cierne por encima seis meses,

Y los otros seis la noche cubre la tierra;

Es un lugar más desnudo que la tierra polar;

-¡Ni bestias, ni arroyos, ni verdor, ni bosques!

Pues bien, no hay horror en el mundo que supere

La fría crueldad de este sol de hielo

Y esta inmensa noche semejante al viejo Caos;

Envidio la suerte de los más viles animales

Que pueden sumergirse en un sueño estúpido,

¡A tal punto la madeja del tiempo lentamente se devana!

1851.

XXXIEL VAMPIRO

Tú que, como una cuchillada,

En mi corazón doliente has entrado;

Tú que, fuerte como un tropel

De demonios, llegas, loca y adornada,

De mi espíritu humilladoHaces tu lecho y tu imperio,

-Infame a quien estoy ligado,

Como el forzado a la cadena,

Como al juego el jugador empedernido,

Como a la botella el borracho,

Como a los gusanos la carroña,

-¡Maldita, maldita seas!

He implorado a la espada rápida

La conquista de mi libertad,

Y he dicho al veneno pérfido

Que socorriera mi cobardía.

¡Ah! El veneno y la espadaMe han desdeñado y me han dicho:

"Tú no eres digno de que te arranquen

De tu esclavitud maldita,

¡Imbécil! – de su imperio

Si nuestros esfuerzos te libraran,

Tus besos resucitarían

El cadáver de tu vampiro!"

1855.

XXXII

(UNA NOCHE…)

Una noche que estaba junto a una horrible judía,

Como a la vera de un cadáver, un cadáver tendido,

Me dediqué a pensar, cerca de aquel cuerpo vendido,

En la triste belleza de la que mi deseo se priva.

Me representé su majestad nativa,

Su mirada de vigor y de gracias armada,

Sus cabellos que le forman un casco perfumado,

Y cuyo recuerdo para el amor me reanima.

Porque yo hubiera con fervor besado tu noble cuerpo,

Y desde tus pies frescos hasta tus negras trenzas

Desplegado el tesoro de las profundas caricias,

Si, cualquier noche, con lágrimas derramadas sin esfuerzo.,

Pudieras solamente, ¡oh reina de crueldad!

Oscurecer el esplendor de tus frías pupilas.

1857.

XXXIIIREMORDIMIENTO POSTUMO

Cuando tú duermas, mi bella tenebrosa,

En el fondo de un mausoleo construido en mármol negro,

Y cuando no tengas por alcoba y morada

Más que una bóveda lluviosa y una fosa vacía;

Cuando la piedra, oprimiendo tu pecho miedosa

Y tus caderas que atemperaba un deleitoso abandono,

Impida a tu corazón latir y querer,

Y a tus pies correr su carrera aventurera,

La tumba, confidente de mi ensueño infinito

(Porque la tumba siempre interpretará al poeta),

Durante esas interminables noches de las que el sueño está proscripto,

Te dirá: "¿De qué te sirve, cortesana imperfecta,

No haber conocido lo que lloran los muertos?"

-Y el gusano roerá tu piel como un remordimiento.

1855.

XXXIVEL GATO

Ven, mi hermoso gato, cabe mi corazón amoroso;

Retén las garras de tu pata,

Y déjame sumergir en tus bellos ojos,

Mezclados de metal y de ágata.

Cuando mis dedos acarician complacidos

Tu cabeza y tu lomo elástico,

Y mi mano se embriaga con el placer

De palpar tu cuerpo eléctrico,

Veo a mi mujer en espíritu. Su mirada,

como la tuya, amable bestia,

Profunda y fría, corta y hiende como un dardo,

Y, de los pies hasta la cabeza,Un aire sutil, un peligroso perfume,

Flotan alrededor de su cuerpo moreno.

1857.

XXXVDUELLUM

Dos guerreros se han precipitado uno sobre el otro; sus armas

Han salpicado el aire con destellos y sangre.

Estos juegos, estos tintineos del hierro son el estrépito

De una juventud víctima del amor plañidero.

¡Las espadas se han quebrado! como nuestra juventud,

¡Mi querida! Pero los dientes, las uñas aceradas,

Vengan pronto la espada y la daga traidora.

-¡Oh, furor de los corazones maduros por el amor ulcerados!

En el barranco frecuentado por panteras y onzas

Nuestros héroes, agarrándose malamente, han rodado,

Y su piel florecerá la aridez de las zarzas.

-¡Este abismo, es el infierno, por nuestros amigos habitado!

¡Rodemos hacia él, sin remordimientos, amazona inhumana,

A fin de eternizar el ardor de nuestro odio!

1858.

XXXVIEL BALCÓN

Madre de los recuerdos, amante de las amantes,

¡Oh, tú, todos mis placeres! ¡Oh tú, todos mis deberes!

Tú me recordarás la belleza de las caricias,

La dulzura del hogar y el encanto de las noches,

¡Madre de los recuerdos, amante de las amantes!

¡Las veladas iluminadas por el ardor del carbón,

Y las tardes en el balcón, veladas de vapores rosados.

¡Cuan dulce me era tu seno! y tu corazón ¡qué caro!

Nos hemos dicho con frecuencia imperecederas cosas

En las veladas iluminadas por el ardor del carbón.

¡Qué hermosos son los soles en las cálidas tardes!¡Qué profundo el espacio!

¡Qué potente el corazón!Inclinándome hacia ti, reina de las adoradas,

Yo creía respirar el perfume de tu sangre.

¡Qué hermosos son los soles en cálidas tardes!

La noche se apaciguaba como en un claustro,

Y mis ojos en la oscuridad barruntaban tus pupilas,

Y yo bebía tu aliento, ¡oh dulzura! ¡oh veneno!

Y tus pies se adormecían en mis manos fraternales.

La noche se apaciguaba como en un claustro.

Yo sé del arte de evocar los minutos dichosos,

Y volví a ver mi pasado agazapado en tus rodillas.

Porque ¿a qué buscar tus bellezas lánguidas

Fuera de tu querido cuerpo y de tu corazón tan dulce?

¡Yo sé del arte de evocar los minutos dichosos!

Esos juramentos, esos perfumes, esos besos infinitos,

¿Renacerán de un abismo vedado a nuestras sondas,

Como suben al cielo los soles rejuvenecidos

Luego de lavarse en el fondo de los mares profundos?

-¡Oh, juramentos! ¡oh, perfumes! ¡oh, besos infinitos!

1857.

XXXVIIEL POSESO

El sol se ha cubierto con un crespón. Como él,

¡Oh, Luna de mi vida! arrópate de sombra;

Duerme o fuma a tu agrado; permanece muda, sombría,

Y húndete íntegra en el abismo del Hastío;

¡Te amo así! Sin embargo, si hoy tú deseas,

Como un astro eclipsado que sale de la penumbra,

Pavonearte en los lugares que la Locura obstruye,

¡Está bien! Delicioso puñal, ¡surge de tu vaina!

¡Ilumina tu pupila a la llama de los candelabros! ¡Ilumina el deseo en las miradas de los rústicos!

Todo lo tuyo para mí es placer, morboso o petulante;

Sé lo que quieras, noche negra, roja aurora;No hay una fibra en todo mi cuerpo palpitante

Que no exclame: ¡Oh mi querido Belzebú, te adoro!

1859.

XXXVIII

UN FANTASMA

(1)Las tinieblas

En las cavernas de insondable tristeza

Donde el Destino ya me ha relegado;

Donde jamás penetra un rayo rosado y alegre;

Donde, sólo, con la Noche, áspera huéspeda,

Yo soy como un pintor que un Dios burlón

Condena a pintar, ¡ah! sobre las tinieblas;

Oh, cocinero de apetitos fúnebres,

Yo hago hervir y como mi corazón,

Por instantes brilla, se extiende, y se exhibe

Un espectro hecho de gracia y de esplendor.

En un soñador paso oriental,

Cuando alcanza su total grandeza,

Yo reconozco a mi bella visita:

¡Es Ella! Negra y, no obstante, luminosa.

(2)El perfume

Lector, ¿alguna vez has respirado

Con embriaguez y lenta golosina

El grano de incienso que satura una iglesia,

O de un "sachet" el almizcle inveterado?

¡Encanto profundo, mágico, con que nos embriaga

En el presente el pasado revivido!

Así el amante sobre un cuerpo adorado

Del recuerdo recoge la flor exquisita.

De sus cabellos elásticos y pesados,

Viviente "sachet", incensario de la alcoba,

Un aroma subía, salvaje y fiero,

Y de sus ropas, muselina o terciopelo,

Todas impregnadas de su juventud pura,

Se desprendía un perfume de piel.

(3)El marco

Así como un bello marco agrega a la pintura,

Bien que ella sea de un pincel muy alabado,

Yo no sé qué de extraño y de encantado

Al distanciarla de la inmensa natura,

Así, joyas, muebles, metales, dorados,Se adaptaban precisos a su rara belleza;

Nada ofuscaba su perfecta claridad,

Y todo parecía servirle de marco.

Hasta se hubiera dicho a veces que ella creía

Que todo quería amarla; pues ahogaba

Su desnudez voluptuosamente

En los besos de la seda y de la lencería,

Y, lenta o brusca, en cada movimiento

Mostraba la gracia infantil de un simio.

(4)El retrato

La Enfermedad y la Muerte producen cenizas

De todo el fuego que por nosotros arde.

De aquellos grandes ojos tan fervientes y tan tiernos,

De aquella boca en la que mi corazón se ahogó,

De aquellos besos pujantes cual un dictamen,

De aquellos transportes más vivos que los rayos,

¿Qué resta? ¡Es horrendo! ¡oh, mi alma mía!

Nada más que un diseño muy pálido, con tres trazos,

Que, como yo, muere en la soledad,

Y que el Tiempo, injurioso anciano,

Cada día frota con su ala ruda…

Negro asesino de la Vida y del Arte,

¡Tú no matarás jamás en mi memoria

Aquella que fue mi placer y mi gloria!

1860.

XXXIX(YO TE DOY ESTOS VERSOS…)

Yo te doy estos versos a fin de que, si mi nombre

Aborda afortunadamente las épocas lejanas,

Y hace soñar una noche los cerebros humanos,

Navío favorecido por un gran aquilón,

Tu memoria, semejante a las fábulas inciertas,

Fatiga al lector como un tímpano,

Y por un fraternal y místico eslabón

Queda como pendiente de mis rimas altivas;

Ser maldito a quien, del abismo profundo

Hasta lo más alto del cielo, nada, fuera de mí, responde;

-¡Oh tú que, como una sombra de rastro efímero,

Hollas con un paso leve y una mirada serena

Los estúpidos mortales que te han juzgado amarga,

Estatua con ojos de jade, gran ángel con la frente de bronce!

1857.

XLSEMPER EADEM

"¿De dónde os viene, decís, esta tristeza extraña,

Trepando como el mar sobre el peñón negro y desnudo?"

-Cuando nuestro corazón ha hecho una vez su vendimia,

¡Vivir es un mal! Es un secreto de todos conocido,

Un dolor muy simple y nada misterioso,

Y, como vuestra alegría, brillante para todos.

Deja de buscar, entonces, ¡Oh, bella curiosa!

Y, por más que vuestra voz sea dulce, ¡callad! ¡callaos!

¡Callad, ignorante! ¡Alma siempre arrebatada!

¡Boca de risa infantil! Más aún que la Vida,

La Muerte nos retiene casi siempre con lazos sutiles.

¡Dejad, dejad mi corazón embriagarse de una mentira,

Sumergirse en vuestros bellos ojos como en un hermoso sueño,

Y dormitar mucho tiempo a la sombra de vuestras pestañas!

1860.

XLITODA INTEGRA

El Demonio, en mi altillo,Esta mañana vino a verme,

Y, tratando de cogerme en falta,

Me ha dicho: "Yo quisiera saber,

Entre todas las hermosas cosas

De que está hecho su encanto,

Entre los objetos negros o rosados

Que componen su cuerpo encantador,

Cuál es el más dulce."

-¡Oh, mi alma!Tú respondiste al Aborrecido:

Puesto que en Ella todo está dictaminado,

Nada puede ser preferido.

Cuando todo me encanta, yo ignoro

Si alguna cosa me seduce,

Ella deslumbra como la Aurora

Y consuela como la Noche;

Y la armonía es harto exquisita,

Que gobierna todo su bello cuerpo,

Para que la impotencia analice

Anotando los numerosos acordes.

¡Oh, metamorfosis mística

De todos mis sentidos fundidos en uno!

¡Su aliento produce la música,

Así como su voz hace el perfume!

1857.

XLII(QUE DIRÁS ESTA NOCHE…)

¿Qué dirás esta noche, pobre alma solitaria,

Qué dirás, corazón mío, corazón otrora marchito,

A la hermosísima, a la buenísima, a la carísima,

Cuya divina mirada de pronto te ha reflorecido?

-Emplearemos nuestro orgullo entonando sus loas,

Nada vale la dulzura de su autoridad;

Su carne espiritual tiene el perfume de los Ángeles,

Y su mirada nos reviste con un manto de claridad.

Que así sea la noche y en la soledad,

Que así sea en la calle y entre la multitud,

Su fantasma en el aire danza como una antorcha.

A veces él habla y dice: "Soy bella y ordeno

Que por el amor mío no améis más que lo Bello;

Yo soy el Ángel guardián, la Musa y la Madona".

1854.

XLIIILA ANTORCHA VIVIENTE

Marchan ante mí, estos Ojos llenos de luces,

Que un Ángel sapientísimo sin duda ha imantado;

Avanzan, esos divinos hermanos que son mis hermanos,

Sacudiendo ante mis ojos sus fuegos diamantinos.

Salvándome de toda trampa y de todo pecado grave,

Conducen mis pasos por la ruta de lo Bello;

Son mis servidores y yo soy su esclavo;

Todo mi ser obedece a esa viviente antorcha.

Encantadores ojos, brilláis con el fulgor místico

Que tienen los cirios ardiendo en pleno día; el sol

Enrojece, pero no extingue su llama fantástica;

Ellos celebran la Muerte, vosotros cantáis el Despertar;

¡Vosotros marcháis entonando el despertar de mi alma,

Astros de los cuales ningún sol puede marchitar la llama!

1854.

XLIVREVERSIBILIDAD

Ángel lleno de alegría, ¿conoces la angustia,

La vergüenza, los remordimientos, los sollozos, las molestias,

Y los vagos terrores de esas horribles noches

Que oprimen el corazón como un papel estrujado?

Ángel lleno de alegría, ¿conoces la angustia?

Ángel lleno de bondad, ¿conoces el odio,

Los puños crispados, en la sombra y las lágrimas de hiel,

Cuando la venganza bate su infernal llamado,

Y de nuestras facultades se hace la capitana?

Ángel lleno de bondad, ¿conoces el odio?

Ángel lleno de salud, ¿conoces las fiebres,

Que a lo largo de los murallones pálidos del hospicio,

Como exiliados, se marchan arrastrando los pasos,

Buscando el raro sol y moviendo los labios?

Ángel pleno de salud, ¿conoces las fiebres?

Ángel lleno de belleza, ¿conoces las arrugas,

Y el miedo de envejecer, y este horrendo tormento

De leer el secreto horror de la abnegación

En los ojos donde largo tiempo bebieron nuestros ojos ávidos?

Ángel lleno de belleza, ¿conoces las arrugas?

Ángel lleno de ventura, de alegría y de luces,

David moribundo habría pedido la salvación

A las emanaciones de tu cuerpo encantado;

Pero, de ti yo no imploro, ángel, más que tus plegarias,

¡Ángel lleno de ventura, de alegría y de luces!

1853.

XLVCONFESIÓN

Una vez, una sola, amable y dulce mujer,

En mi brazo tu brazo pulido

Se apoyó (sobre el fondo tenebroso de mi alma

Este recuerdo no ha palidecido);

Era tarde; cual una medalla nueva

La luna llena se mostraba,

Y la solemnidad de la noche, como un río,

Sobre París durmiente corría.

Y a lo largo de las casas, bajo las puertas cocheras,

Los gatos pasaban furtivamente,

El oído en acecho, o bien, como sombras queridas.

Nos acompañaban lentamente.

De pronto, en medio de la intimidad libre

Abierta a la pálida claridad,

De ti, rico y sonoro instrumento donde no vibra

Más que la radiante alegría,

De ti, clara y alegre cual una fanfarria

En la mañana chispeante,

Una nota llorosa, una nota discordante,

Se escapó vacilando

Como un niño endeble, horrible, sombrío, inmundo,

Del que su familia se avergonzara,

Y que, durante mucho tiempo, para ocultarlo al mundo,

En una cueva lo tuviera en secreto.

Pobre ángel, ella entonó, su nota chillona:

"Nada aquí abajo es cierto,

Y siempre, por más que se acicale,

Se traiciona el egoísmo humano;

"Es duro oficio el de ser bella mujer,

Y es el trabajo banal

De la bailarina loca y fría que se pasma

En una sonrisa maquinal;

"Construir sobre los corazones es una cosa necia;

Que todo vacila, amor y belleza,

Hasta que el Olvido los arroja en su capacho,

¡Para volverlos a la Eternidad!"

Con frecuencia he evocado esta luna encantada,

Este silencio y esta languidez,

Y esta confidencia horrible murmurada

En el confesionario del corazón.

1855.

XLVIEL ALBA ESPIRITUAL

Cuando entre los disolutos el alba blanca y bermeja

Se asocia con el Ideal roedor,

Por obra de un misterio vengador

En el bruto adormecido un ángel se despierta.

De los Cielos Espirituales el inaccesible azur,

Para el hombre abatido que aún sueña y sufre,

Se abre y se hunde con la atracción del abismo.

Así, cara Diosa, Ser lúcido y puro,

Sobre los restos humeantes de estúpidas orgías

Tu recuerdo más claro, más rosado, más encantador,

Ante mis ojos agrandados voltigea incesante

El sol ha oscurecido la llama de las bujías;

¡Así, siempre vencedor, tu fantasma se parece,

Alma resplandeciente, al sol inmortal!

1854.

XLVIIARMONÍA DE LA TARDE

He aquí que llega el tiempo en que vibrante en su tallo

Cada flor se evapora cual un incensario;

Los sonidos y los perfumes giran en el aire de la tarde,

¡Vals melancólico y lánguido vértigo!

Cada flor se evapora cual un incensario;

El violín vibra como un corazón afligido;

¡Vals melancólico y lánguido vértigo!

El cielo está triste y bello como un gran altar.

El violín vibra como un corazón afligido,

¡Un corazón tierno que odia la nada vasta y negra!

El cielo está triste y bello como un gran altar;

El sol se ha ahogado en su sangre coagulada.

Un corazón tierno, que odia la nada vasta y negra,

¡Del pasado luminoso recobra todo vestigio!

El sol se ha ahogado en su sangre coagulada…

¡Tu recuerdo en mí luce como una custodia!

1857.

XLVIIIEL FRASCO

Hay fuertes perfumes para los que toda materia

Es porosa. Se diría que penetran el vaso.

Al abrir un cofrecillo llegado del Oriente

Cuya cerradura rechina y se resiste chirriando,

O bien en una casa desierta en algún armario

Lleno del acre olor del tiempo, polvoriento y negro,

A veces encontramos un viejo frasco que se recuerda

Del que surge vivísima un alma que resucita.

Mil pensamientos dormían, crisálidas fúnebres,

Temblando dulcemente en las pesadas tinieblas,

Que entreabren su ala y toman su impulso,

Teñidas de azur, salpicadas de rosa, laminadas de oro.

He aquí el recuerdo embriagador que revolotea

En el aire turbado; los ojos se cierran: el Vértigo

Agarra el alma vencida y la arroja a dos manos

Hacia un abismo oscurecido de miasmas humanas;

La derriba al borde de un abismo secular,

Donde, Lázaro oloroso desgarrando un sudario,

Se mueve en su despertar el cadáver espectral

De un viejo amor rancio, encantador y sepulcral.

Así, cuando yo esté perdido en la memoria

De los hombres, en el rincón de un siniestro armario

Cuando me hayan arrojado, viejo frasco desolado,

Decrépito, polvoriento, sucio, abyecto, viscoso, rajado,

¡Yo seré tu ataúd, amable pestilencia!

El testigo de tu fuerza y de tu virulencia,

¡Caro veneno preparado por los ángeles! licor

Que me corroe, ¡Oh, la vida y la muerte de mi corazón!

1857.

XLIXEL VENENO

El vino sabe revestir el más sórdido antro

De un lujo milagroso,

Y hace surgir más de un pórtico fabuloso

En el oro de su vapor rojizo,

Como un sol poniéndose en un cielo nebuloso.

El opio agranda lo que no tiene límites,

Prolonga lo ilimitado,

Profundiza el tiempo, socava la voluptuosidad,

Y de placeres negros y melancólicos

Colma el alma más allá de su capacidad.

Todo eso no vale el veneno que destila

De tus ojos, de tus ojos verdes,

Lagos donde mi alma tiembla y se ve al revés…

Mis sueños acuden en tropel

Para refrescarse en esos abismos amargos.

Todo esto no vale el terrible prodigio

De tu saliva que muerde,

Que sume en el olvido mi alma sin remordimiento,

¡Y, arrastrando el vértigo,

La rueda desfalleciente en las riberas de la muerte!

1857.

L

CIELO ENCAPOTADO

Se diría tu mirar por un vapor cubierto;

Tu pupila misteriosa (¿es azul, gris o verde?)

Alternativamente tierna, soñadora, cruel,

Refleja la indolencia y la palidez del cielo.

Tú recuerdas esos días blancos, tibios y velados,

Que hacen fundirse en lágrimas los corazones hechizados,

Cuando, agitados por un mal desconocido que los tuerce,

Los nervios demasiado despiertos se burlan del espíritu que duerme.

Te asemejas a veces a esos bellos horizontes

Que iluminan los soles de las brumosas estaciones…

¡Cómo resplandeces, paisaje humedecido

Que inflaman los rayos cayendo de un cielo encapotado!

¡Oh, mujer peligrosa, oh seductores climas!

¿Adoraré también tu nieve y tu escarcha,

Y, lograré extraer del implacable invierno

Placeres más agudos que el hielo y el hierro?

1857.

LIEL GATO

(1)

En mi cerebro se pasea,

Como en su morada,

Un hermoso gato, fuerte, suave y encantador.

Cuando maúlla, casi no se le escucha,

A tal punto su timbre es tierno y discreto;

Pero, aunque, su voz se suavice o gruña,

Ella es siempre rica y profunda:

Allí está su encanto y su secreto.

Esta voz, que brota y que filtra,

En mi fondo más tenebroso,

Me colma cual un verso cadencioso

Y me regocija como un filtro.

Ella adormece los más crueles males

Y contiene todos los éxtasis;

Para decir las más largas frases,

Ella no necesita de palabras.

No, no hay arco que muerda

Sobre mi corazón, perfecto instrumento,

Y haga más noblemente

Cantar su más vibrante cuerda.

Que tu voz, gato misterioso,Gato seráfico, gato extraño,

En que todo es, cual en un ángel,¡Tan sutil como armonioso!

(II)

De su piel blonda y oscura

Brota un perfume tan dulce, que una noche

Yo quedé embalsamado, por haberlo

Acariciado una vez, nada más que una.

Es el espíritu familiar del lugar;

El juzga, él preside, él inspira

Todas las cosas en su imperio;¿No será un hada, Dios?

Cuando mis ojos, hacia este gato amado

Atraídos como por un imán,

Se vuelven dócilmente

Y me contemplo en mí mismo,

Veo con asombro

El fuego de sus pupilas pálidas,

Claros fanales, vividos ópalos,

Que me contemplan fijamente.

1857.

LIIEL HERMOSO NAVIO

Yo deseo relatarte, ¡oh, voluptuosa hechicera!

Los diversos atractivos que engalanan tu juventud;

Pintar quiero tu belleza,

Donde la infancia se alía con la madurez.

Cuando barres el aire con tus faldas amplias,

Produces el efecto de un hermoso navío haciéndose a la mar,

Desplegado el velamen, y que va rolando

Siguiendo un ritmo dulce, y perezoso, y lento.

Sobre tu cuello largo y torneado, sobre tus hombros opulentos,

Tu cabeza se pavonea con extrañas gracias;

Con un aire plácido y triunfal

Atraviesas tu camino, majestuosa criatura.

Yo te quiero relatar, ¡oh, voluptuosa hechicera!

Los diversos atractivos que engalanan tu juventud;

Pintarte quiero tu belleza,Donde la infancia se alía a la madurez.

Tu pecho que se adelanta y que realza el muaré,

Tu seno triunfante es una bella armadura

Cuyos paneles combados y claros

Como los escudos atajan los dardos;

¡Escudos provocadores, armados de puntas rosadas!

Armario de dulces secretos, lleno de buenas cosas,

De vinos, perfumes, licores

¡Que harían delirar los cerebros y los corazones!

Cuando vas barriendo el aire con tu falda amplia,

Produces el efecto de un hermoso navío haciéndose a la mar,

Desplegado el velamen, y que va rolando

Siguiendo un ritmo dulce, y perezoso, y lento.

Tus nobles piernas, bajo los volados que ellas impulsan,

Atormentan los deseos oscuros, y los acucian,

Como dos hechiceros que hacen

Girar un filtro negro en un vaso profundo.

Tus brazos, que se burlarían de precoces hércules,

Son de las boas relucientes los sólidos émulos,

Hechos para estrechar obstinadamente,

Como para estampar en tu corazón, tu amante.

Sobre tu cuello largo y torneado, sobre tus hombros opulentos,

Tu cabeza se pavonea con extrañas gracias;

Con un aire plácido y triunfal

Atraviesas tu camino, majestuosa criatura.

1857.

LIIILA INVITACIÓN AL VIAJE

Mi niña, mi hermana,

¡Piensa en la dulzura

De vivir allá juntos!

Amar libremente,

¡Amar y morir

En el país que a ti se parece!

Los soles llorosos

De esos cielos encapotados

Para mi espíritu tienen la seducción

Tan misteriosa

De tus traicioneros ojos,

Brillando a través de sus lágrimas.

Allá, todo es orden y belleza,

Lujo, calma y voluptuosidad.

Muebles relucientes,

Pulidos por los años,Decorarían nuestra alcoba;

Las más raras flores

Mezclando sus olores

Al vago aroma del ámbar

Los ricos artesonados,

Los espejos profundos,

El esplendor oriental,

Todo allí hablaría

Al alma en secreto

Su dulce lengua natal.

Allá, todo es orden y belleza,

Lujo, calma y voluptuosidad.

Mira en esos canales

Dormir los barcos

Cuyo humor es vagabundo;

Es para saciar

Tu menor deseo

Que vienen desde el cabo del mundo.

-Los soles en el ocaso

Recubren los campos,

Los canales, la ciudad entera,

De jacinto y de oro;

El mundo se adormece

En una cálida luz

Allá, todo es orden y belleza,

Lujo, calma y voluptuosidad.

1855.

LIVLO IRREPARABLE

¿Podemos ahogar el viejo, el prolongado Remordimiento,

Que vive, se agita y se retuerce,

Y se nutre de nosotros como el gusano de los muertos,

Como de la encina la oruga?

¿Podernos ahogar el implacable Remordimiento?

¿En qué filtro filtro, en qué vino, en qué tisana,

Ahogaremos este viejo enemigo,

Paciente como la hormiga?

Destructor y goloso como la cortesana,

¿En qué filtro? -¿En qué vino?- ¿en qué tisana?

Dilo, bella hechicera, ¡oh! di, si tú lo sabes,

A este espíritu colmado de angustia

Y semejante al moribundo que aplastan los heridos,

Que el casco del caballo holla,

Dilo, bella hechicera, ¡oh! di, si tú lo sabes,

A este agonizante que el lobo ya olfatea

Y que atisba el cuervo,

¡A este soldado fatigado! si es preciso que desespere

De tener su cruz y su tumba;

¡Este pobre agonizante que el lobo ya olfatea!

¿Podemos iluminar un cielo cenagoso y negro?

¿Podemos desgarrar las tinieblas

Más densas que la paz, sin mañana y sin noche,

Sin astros, sin relámpagos fúnebres?

¿Podemos iluminar un cielo cenagoso y negro?

 

La Esperanza que brillaba en las ventanas del Albergue

Se apagó, ¡ha muerto para siempre!

Sin luna y sin destellos, ¿dónde encontrarán albergue

Los mártires de un camino malo?

¡El Diablo ha apagado todo en las ventanas del Albergue!

Adorable hechicera, ¿amas los condenados?

Di, ¿conoces lo irremisible?

¿Conoces el Remordimiento, el de los rasgos envenenados,

Para el que nuestro corazón sirve de blanco?

Adorable hechicera, ¿amas los condenados?

Lo Irreparable roe con su diente maldito

Nuestra alma, lastimoso monumento,

Y con frecuencia ataca, como el termita,

Por la base el edificio.

¡Lo Irreparable roe con su diente maldito!

-Yo he visto algunas veces, en el foro de un escenario trivial

Que inflamaba la orquesta sonora,

Un hada encender en un cielo infernal

Una milagrosa aurora;

Y yo he visto algunas veces, en el foro de un escenario trivial

Un ser que sólo siendo luz, oro y gasa,

Derribar al enorme Satán;

Pero mi corazón, al que jamás visita el éxtasis,

¡Es un escenario donde se aguarda

Siempre, siempre en vano, el Ser de las alas de gasa!

1857.

LVPLATICA

¡Eres un hermoso cielo de otoño, claro y rosado!

Pero la tristeza en mí sube como el mar,

Y deja, al refluir, sobre mi labio moroso

El recuerdo penetrante de su limo amargo.

-Tu mano se desliza en vano sobre mi pecho que se pasma;

Lo que ella busca, amiga, es un lugar saqueado

Por la garra y el diente feroz de la mujer.

No busques más mi corazón; las bestias lo han devorado.

Mi corazón es un palacio mancillado por el tumulto;

¡En él se embriagan, se matan, se arrancan los cabellos!

-¡Un perfume flota alrededor de tu garganta desnuda!…

¡Oh, Belleza, duro flagelo de las almas, tú lo quieres!

¡Con tus ojos de fuego, brillante como orgías!,

¡Calcinas estos jirones que han desdeñado las bestias!

1857.

LVICANTO DE OTOÑO

I

Pronto nos hundiremos en las frías tinieblas;

¡Adiós, viva claridad de nuestros menguados estíos!

Escucho ya caer con resonancias fúnebres

La leña retumbante sobre el empedrado de los patios.

Todo el invierno va a penetrar en mi ser: cólera,

Odio, estremecimientos, horror, trabajo duro y forzado,

Y, como el sol en su infierno polar,

Mi corazón no será más que un bloque rojo y helado.

Escucho temblando cada leño que cae;

El patíbulo que erigen no tiene eco más sordo.

Mi espíritu se asemeja a la torre que sucumbe

Bajo la arremetida del ariete infatigable y pesado.

Me parece que, mecido por este chocar monótono,

Clavarán con gran prisa en alguna parte un ataúd,

¿Para quién? -Ayer era verano; ¡he aquí el otoño!

Este ruido misterioso repercute como un adiós.

II

De tu lánguida mirada amo la luz verdosa,

Dulce beldad; pero hoy todo me es amargo,

Y nada, ni tu amor, ni tu alcoba, ni el hogar,

Valen para mí lo que el sol radiante sobre el mar.

Y sin embargo, ámame, ¡corazón tierno! sé maternal

Hasta para un ingrato, aún para un perverso;

Amante o hermana, sé la dulzura efímera

De un glorioso otoño o de un sol poniente.

¡Breve tarea! La tumba aguarda; ¡Está ávida!

¡Ah! Déjame, mi frente posada sobre tus rodillas, gustar, añorando el estío blanco y tórrido,

Del otoño el destello amarillo y dulce!

1859.

LVII

A UNA MADONA(Ex-voto a la manera española)

Yo quiero erigir para ti, Madona, mi amante,

Un altar subterráneo en el fondo de mi angustia,

Y cavar en el rincón más negro de mi corazón,

Lejos del deseo mundanal y de la mirada burlona,

Un nicho de azur y de oro todo esmaltado,

Donde tú te erigirás, Estatua maravillosa.

Con mis Versos pulidos, enmallados por un puro metal

Sabiamente constelado de rimas de cristal,

Yo haré para tu cabeza una enorme Corona;

Y de mis Celos, oh Mortal Madona,

Yo sabré cortarte un Manto, de manera

Bárbara, tieso y pesado, y forrado de sospechas,

Que, como una garita, encerrará tus encantos;

No de Perlas bordado, ¡sino de todas mis Lágrimas!

Tu Ropa, será mi deseo, trémulo,

Ondulante, mi Deseo que sube y que desciende,

En las cimas meciéndose, en los valles reposando,

Y reviste con un beso todo tu cuerpo blanco y rosado.

Yo te haré de mi Respeto, hermosos Escarpines

De raso, para tus pies Divinos humillados,

Que, aprisionándolos en un muelle abrazo,

Cual un molde fiel conservarán la impronta.

Si yo no puedo, malgrado todo mi arte diligente,

Por Peana tallar una Pluma de plata,

Pondré la Serpiente que me muerde las entrañas

Bajo tus talones, a fin de que tú pises y te mofes,

Reina victoriosa y fecunda en redenciones,

Este monstruo hinchado de odio y de salivazos.

Tú verás mis Pensamientos, alineados como los Cirios

Ante el altar florido de la Reina de las Vírgenes,

Estrellando el cielorraso pintado de azul,

Mirándote siempre con ojos de fuego;

Y como todo en mí te quiere y te admira,

Todo se hará Benjuí, Incienso, Olíbano, Mirra,

Y sin cesar hacia ti, cumbre blanca y nevada,

En Vapores ascenderá mi Espíritu tempestuoso.

Finalmente, para completar tu papel de María,

Y para mezclar el amor con la barbarie,

¡Negra Voluptuosidad! de los siete Pecados capitales,

Verdugo lleno de remordimientos,

yo haré siete PuñalesBien afilados, y, como un juglar insensible,

Tomando lo más profundo de tu amor porblanco,

¡Yo los plantaré a todos en tu Corazón jadeante,

En tu Corazón sollozante, en tu Corazón sangrante!

1860.

LVIIICANCIÓN DE LA TARDE

Aunque tus cejas malas

Te infunden un aire extraño

Que no es digno de un ángel,

Hechicera de los ojos atrayentes,

¡Yo te adoro!, ¡oh, mi frívola,Mi terrible pasión!

Con la devoción del sacerdote por su ídolo.

El desierto y la floresta

Embalsaman tus trenzas rústicas.

Tu cabeza tiene las actitudes

Del enigma y del secreto.

Sobre tu carne el perfume vaga

Como alrededor del incensario;

Tú encantas como la noche,Ninfa tenebrosa y cálida.

¡Ah! los filtros más fuertes

Nada valen para tu pereza,

¡Y tú conoces la caricia

Que hace revivir a los muertos!

Tus caderas están enamoradas

De tus hombros y de tus senos,

Y tú enardeces los cojines

Con tus actitudes lánguidas.

Algunas veces, para aplacar

Tu rabia misteriosa,

Tú prodigas, seria,

La mordedura y el beso;

Tú me desgarras, mi morena,

Con una risa burlona,

Y luego pones sobre mi corazón

Tu mirada suave como la luna.

Bajo tus escarpines de satín,

Bajo tus encantadores pies de seda,

Yo, yo deposito mi inmensa alegría,

Mi genio y mi destino,

Mi alma por ti curada,¡Por ti, luz y color!

Explosión de calor¡En mi negra Siberia!

1860.

LIXSISINA

¡Imaginaos a Diana en galante cabalgata,

Recorriendo los bosques o batiendo los zarzales,

Cabellos y pecho al viento, embriagándose de ruido,

Soberbia y desafiando a los mejores jinetes!

¿Has visto a Turingia, amante de la carnicería,

Incitando al asalto a un pueblo descalzo,

Las mejillas y la mirada ardientes, encarnando su personaje,

Y trepando, sable en mano, las reales escaleras?

¡Tal la Sisina! Pero, la dulce guerrera

Tiene el alma tan caritativa como asesina;

Su coraje, enloquecido de pólvora y de tambores,

Ante los suplicantes sabe abatir las armas,

Y su corazón, azotado por la llama, tiene siempre,

Para el que se muestra digno, un receptáculo de lágrimas.

1859.

LX

FRANCISCAE MEAE LAUDES

(Versos compuestos para una modista erudita y devota)

Novis te cantabo chordis,

O novelletum quod ludísIn solitudine cordis.

Esto sertis implicata,

O femina delicata,

Per quam solvuntur peccata!

Sicut beneficum Lethe,Hauriam oscula de te,Quae imbuta es magnete.

Quum vitiorum tempestasTurbabat omnes semitas,Apparuisti, deitas,

Velut stella salutarisIn naufragiis amaris…Suspendam cor tuis aris!

Piscina plena virtutis,Fons aeternae juventutis,Labris vocem redde mutis!

Quod erat spurcum, cremasti;Quod rudius, exaequasti;Quod debile, confirmasti!

In fame mea taberna,In nocte mea lucerna,Recte me semper guberna.

Adde nunc vires viribus,Dulce balneum suavibusUnguentatum odoribus!

Meos circa lumbos mica,O castitatis lorica,Aqua tincta seraphica;

Patera gemmis corusca,Pañis salsus, mollis esca,Divinum vinum, Francisca!

(Véase al final de GALANTERÍAS)

1857.

LXIA UNA DAMA CRIOLLA

En el país perfumado que el sol acaricia,

Yo he conocido, bajo un dosel de árboles empurpurados

Y palmeras de las que llueve sobre los ojos la pereza,

A una dama criolla de encantos ignorados.

Su tez es pálida; la morena encantadora

Tiene en el cuello un noble amaneramiento;

Alta y esbelta, al marchar como una cazadora,

Su sonrisa es tranquila y sus ojos arrogantes.

Si fueras, Señora, al verdadero país de la gloria,

Sobre las riberas del Sena o del verde Loire,

Beldad digna de ornar las antiguas moradas,

Harías, en el recogimiento umbríos refugios,

Germinar mil sonetos en los corazones de los poetas

Que tus grandes ojos someterían más esclavos que tus negros.

1845.

LXII

MOESTA ET ERRABUNDA

Dime, ¿a veces, tu corazón no vuela, Ágata,

Lejos del negro océano de la inmunda ciudad,

Hacia otro océano donde el resplandor estalla,

Azul, claro, profundo, como la virginidad?

Dime, ¿a veces, tu corazón no vuela, Ágata?

¡La mar, la mar inmensa, consuela nuestros desvelos!

¿Qué demonio ha dotado a la mar, ronca cantante

Que acompaña el inmenso órgano de los vientos gruñidores,

De esta función sublime de canción de cuna?

¡La mar, la mar inmensa, consuela nuestros desvelos!

¡Llévame, vagón! ¡Llévame, fragata!

¡Lejos! ¡lejos! ¡aquí el lodo formado está por nuestras lágrimas!

-¿Es verdad que, a veces, el triste corazón de Ágata

Dice: "Lejos de los remordimientos, de los crímenes, de los dolores,

Llévame, vagón; llévame, fragata"?

¡Cuan lejos estás, paraíso perfumado!

Donde bajo un claro azur todo no es más que amor y alegría,

Donde lo que se ama es digno de ser amado,

¡Dónde, en la voluptuosidad pura el corazón se ahoga!

¡Cuan lejos estás, paraíso perfumado!

Pero, el verde paraíso de los amores infantiles,

Las carreras, las canciones, los besos, los ramilletes,

Los violines vibrando detrás de las colinas,

Con los jarros de vino, de noche, entre las frondas,

-Pero, el verde paraíso de los amores infantiles,

El inocente paraíso, lleno de placeres furtivos,

¿Está más lejos que la India y que la China?

¿Podemos recordarlo con gritos lastimeros

Y animar aún con una voz argentina,

El inocente paraíso lleno de placeres furtivos?

1855.

LXIII

EL ESPECTRO

Como los ángeles, con ojo furtivo,

Yo volveré a tu alcoba

Y hasta ti me deslizaré sin ruido

Entre las sombras de la noche;

Y te daré, mi morena,

Besos fríos como la luna

Y caricias de serpienteAlrededor de una fosa rampante.

Cuando llegue la mañana lívida,

Tú encontrarás mi lugar vacío,

En el que hasta en la noche hará frío.

Como otros para la ternura,

Sobre tu vida y sobre tu juventud,

Yo, yo quiero reinar por el terror.

1857.

LXIVSONETO OTOÑAL

Ellos me dicen, tus ojos, claros como el cristal:"Para ti, caprichoso amante,

¿Cuál es, pues, mi mérito?"-¡Eres encantador, y callas!

Mi corazón, que todo irrita,

Excepto el candor del antiguo animal,

No quiere mostrarte su secreto infernal,

Mecedora cuya mano a largos sueños me invita,

Ni su negra leyenda con el fuego escrita.

¡Yo odio la pasión y el espíritu me hace mal!

Amémonos dulcemente.

El amor en su guarida,

Tenebroso, emboscado, tiende su arco fatal.

Yo conozco los artilugios de su viejo arsenal:

¡Crimen, horror y locura!

– ¡Oh, pálida margarita!

Como yo, ¿no eres tú un sol otoñal,

Oh, mi blanquísima, oh, mi frigidísima Margarita?

1859.

LXVTRISTEZAS DE LA LUNA

Esta noche, la luna sueña con más pereza;

Tal como una beldad, sobre numerosos cojines,

Que con mano distraída y leve acaricia

Antes de dormirse, el contorno de sus senos,

Sobre el dorso satinado de las muelles eminencias,

Desfalleciente, ella se entrega a largos espasmos,

Y pasea sus miradas sobre las imágenes blancas

Que trepan hasta el azur como floraciones.

Cuando, a veces, sobre este globo, en su languidez ociosa,

Ella deja escapar una lágrima furtiva,

Un poeta piadoso, enemigo del sueño,

En la cavidad de su mano coge esta lágrima pálida,

Con reflejos irisados, como un fragmento de ópalo,

Y la coloca en su corazón lejos de las miradas del sol.

1857.

LXVILOS GATOS

Los amantes fervorosos y los sabios austeros

Gustan por igual, en su madurez,

De los gatos fuertes y dulces, orgullo de la casa,

Que como ellos son friolentos y como ellos sedentarios.

Amigos de la ciencia y de la voluptuosidad,

Buscan él silencio y el horror de las tinieblas;

El Erebo se hubiera apoderado de ellos para sus correrías fúnebres,

Si hubieran podido ante la esclavitud inclinar su arrogancia.

Adoptan al soñar las nobles actitudes

De las grandes esfinges tendidas en el fondo de las soledades,

Que parecen dormirse en un sueño sin fin;

Sus grupas fecundas están llenas de chispas mágicas,

Y fragmentos de oro, cual arenas finas,

Chispean vagamente en sus místicas pupilas.

1847.

LXVIILOS BUHOS

Bajo los techos negros que los abrigan,

Los búhos se mantienen alineados,

Como dioses extraños,

Clavando su mirada roja. Meditan.

Sin moverse se mantendrán

Hasta la hora melancólica

En que, empujando el sol oblicuo,

Las tinieblas se establezcan.

Su actitud, por sabia, enseña

Que es preciso en este mundo que tema

El tumulto y el movimiento;

El hombre embriagado por la sombra que pasa

Lleva siempre el castigo

De haber querido cambiar de sitio.

1851.

LXVIIILA PIPA

Yo soy la pipa de un autor;

Se comprueba, al contemplar mi rostro

De abisinio o de cafre,

Que mi dueño es un gran fumador.

Cuando está colmado de dolor,

Yo humeo como la casucha

Donde se prepara la comida

Para el regreso del labrador.

Yo envuelvo y arrullo su alma

En la red móvil y azul

Que asciende de mi boca encendida,

Y envuelvo un poderoso dictamen

Que encanta su corazón y cura

De fatigas a su espíritu.

1857.

LXIXLA MÚSICA

¡La música frecuentemente me coge como un mar!Hacia mi pálida estrella,

Bajo un techado de brumas o en la vastedad etérea,Yo me hago a la vela;

El pecho saliente y los pulmones hinchadosComo velamen,

Yo trepo al lomo de las olas amontonadasQue la noche me vela;

Siento vibrar en mí todas las pasiones

De un navío que sufre;

El buen viento, la tempestad y sus convulsiones

Sobre el inmenso abismo

Me mecen. ¡Otras veces, calma chicha, gran espejo

De mi desesperación!

1857.

LXX

SEPULTURA

Si en una noche pesada y sombría

Un buen cristiano, por caridad,

Detrás de unos viejos escombros

Entierra vuestro cuerpo alabado,

A la hora en que las castas estrellas

Cierran sus ojos abrumados,

La araña en ellos hará sus telas,

Y la víbora sus crías;

Escucharéis durante todo el añosobre vuestra cabeza condenada

Los aullidos lamentables de los lobos

Y de las brujas famélicas,

El retozar de los viejos lúbricos.

Y las conspiraciones de los negros rateros.

1857.

LXXIUN GRABADO FANTÁSTICO

Este espectro singular no tiene otro aderezo,

Grotescamente plantado sobre su frente de esqueleto,

Que una diadema horrible y carnavalesca.

Sin espuelas, sin fusta, acosa un caballo,

Fantasma como él, rocín apocalíptico,

Que babea por el belfo como un epiléptico.

A través del espacio se precipitan juntos,

Y hollan el infinito con un casco atrevido.

El jinete pasea su sable que flamea

Sobre las multitudes innúmeras que su montura tritura,

Y recorre, cual un príncipe inspeccionando su palacio,

El cementerio inmenso y frío, sin horizonte,

En el que yacen, bajo la luz de un sol blanco y opaco,

Los pueblos de la historia antigua y moderna.

1857.

LXXIIEL MUERTO ALEGRE

En una tierra crasa y llena de caracoles

Yo mismo quiero cavar una fosa profunda,

Donde pueda holgadamente tender mis viejos huesos

Y dormir en el olvido como un tiburón en la onda.

Yo odio los testamentos y yo odio las tumbas;

Antes que implorar una lágrima del mundo

Viviente, preferiría invitar a los cuervos

A sangrar todas las puntas de mi osamenta inmunda.

¡Oh, gusanos! negros compañeros sin orejas y sin ojos,

Ved cómo hasta vosotros llega un muerto libre y alegre;

Filosóficos vividores, hijos de la podredumbre,

A través de mi ruina pasad sin remordimientos,

Y decidme si hay aún alguna tortura

Para este viejo cuerpo sin alma ¡y muerto entre los muertos!

1851.

LXXIIIEL TONEL DEL ODIO

El Odio es el tonel de las pálidas Danaides;

La Venganza consternada con brazos rojos y fuertes

Se ha complacido en precipitar en sus tinieblas vacías

Grandes cubos colmados de sangre y de lágrimas de los muertos,

El Demonio hace hoyos secretos en esos abismos,

Por donde huirían mil años de sudores y esfuerzos,

Aunque ella lograra reanimar sus víctimas,

Y para oprimirlas resucitar sus cuerpos.

El Odio es un beodo en el fondo de una taberna,

Que siente siempre la sed nacer del licor

Y multiplicarse como la hidra de Lerna.

-Mas los bebedores felices conocen a su vencedor,

Y el Odio es consagrado a la suerte lamentable

De no poder jamás dormirse bajo la mesa.

1855.

LXXIVLA CAMPANA RAJADA

Es amargo y dulce, durante las noches de invierno,

Escuchar, cabe, el fuego que palpita y humea,

Los recuerdos lejanos lentamente elevarse

Al ruido de los carrillones que cantan en la bruma.

Bienaventurada la campana de garganta vigorosa

Que, malgrado su vejez, alerta y saludable,

Arroja fielmente su grito religioso,

¡Tal como un veterano velando bajo la tienda!

Yo, tengo el alma rajada, y cuando en su tedio

Ella quiere de sus canciones poblar el frío de las noches,

Ocurre con frecuencia que su voz debilitada

Parece el rudo estertor de un herido olvidado

Al borde de un lago de sangre, bajo un montón de muertos,

Y que muere, sin moverse, entre inmensos esfuerzos.

1851.

LXXV

SPLEEN

(I)

Pluvioso, irritado contra la ciudad entera,

De su urna, en grandes oleadas vierte un frío tenebroso

Sobre los pálidos habitantes del vecino cementerio

Y la mortandad sobre los arrabales brumosos.

Mi gato sobre el ladrillo buscando una litera

Agita sin reposo su cuerpo flaco y sarnoso;

El alma de un viejo poeta vaga en la gotera

Con la triste voz de un fantasma friolento.

El bordón se lamenta, y el leño ahumado

Acompaña en falsete al péndulo acatarrado,

Mientras que en un mazo de naipes lleno de sucios olores,

Herencia fatal de una vieja hidrópica,

El hermoso valet de coeur y la dama de pique

Charlan siniestramente de sus amores difuntos.

1857.

LXXVISPLEEN

(II)

Yo tengo más recuerdos que si tuviera mil años.

Un gran mueble de cajones atiborrado de facturas,

De versos, de dulces esquelas, de procesos, de romances,

Con abundantes cabellos enredados en recibos,

Oculta menos secretos que mi triste cerebro.

Es una pirámide, una inmensa cueva,

Que contiene más muertos que la fosa común.

-Yo soy un cementerio aborrecido de la luna,

Donde, como remordimientos, se arrastran largos gusanos

Que se encarnizan siempre sobre mis muertos más queridos.

Yo soy un viejo gabinete lleno de rosas marchitas,

Donde yace toda una maraña de modas anticuadas,

Donde los pasteles plañideros y los pálidos Boucher,

Solos, exhalan el olor de un frasco destapado.

Nada iguala en longitud a las cojas jornadas,

Cuando bajo los pesados flecos de las nevadas épocas

El hastío, fruto de la melancólica incuria,

Adquiere las proporciones de la inmortalidad.

-Desde ya tú no eres más, ¡oh, materia viviente!

Que una peña rodeada de un vago espanto,

Adormecida en el fondo de un Sahara brumoso;

Una vieja esfinge ignorada del mundo indiferente,

Olvidada sobre el mapa, y cuyo humor huraño

No canta más que a los rayos del sol poniente.

1857.

 

LXXVIISPLEEN

(III)

Yo soy como el rey de un país lluvioso,

Rico, pero impotente, joven y no obstante antiquísimo,

Que, de sus preceptores despreciando las reverencias,

Se hastía con sus perros como con otras bestias.

Nada puede distraerle, ni caza, ni halcón,

Ni su pueblo muriendo ante su balcón.

Del bufón favorito la grotesca balada

No distrae más la frente de este cruel enfermo;

Su lecho flordelisado se transforma en tumba,

Y las azafatas, para las que todo príncipe es bello,

No saben más encontrar el impúdico tocado

Para arrancar una sonrisa a este joven esqueleto.

El sabio que le hace el oro jamás ha podido

De su ser extirpar el elemento corrompido,

Y en esos baños de sangre que de los romanos proceden,

Y de los que de sus lejanos días los poderosos se recuerdan,

No ha sabido recalentar este cadáver alelado

Por el que corre, en lugar de sangre, el agua verde del Leteo.

1857.

LXXVIIISPLEEN

(IV)

Cuando el cielo bajo y pesado como tapadera

Sobre el espíritu gemebundo presa de prolongados tedios,

Y del horizonte, abarcando todo el círculo,

Nos vierte un día negro más triste que las noches;

Cuando la tierra se cambia en un calabozo húmedo,

Donde la Esperanza, como un murciélago,

Se marcha batiendo los muros con su ala tímida

Y golpeándose la cabeza en los cielorrasos podridos;

Cuando la lluvia, desplegando sus enormes regueros

De una inmensa prisión imita los barrotes,

Y una multitud muda de infames arañas

Acude para tender sus redes en el fondo de nuestros cerebros,

Las campanas, de pronto, saltan enfurecidas

Y lanzan hacia el cielo su horrible aullido,

Cual espíritus errabundos y sin patria

Poniéndose a gemir porfiadamente.

-Y largos cortejos fúnebres, sin tambores ni música,

Desfilan lentamente por mi alma; la Esperanza

Vencida, llora, y la Angustia atroz, despótica,

Sobre mi cráneo prosternado planta su bandera negra.

1857.

LXXIXOBSESIÓN

Grandes bosques, me espantáis como catedrales;

Aulláis como el órgano; y en nuestros corazones malditos,

Estancias de eterno duelo donde vibran viejos estertores,

Responden a los ecos de vuestros De profundis.

 

¡Yo te odio, Océano! tus saltos y tus tumultos,

Mi espíritu en él los recobra.

Esta risa amargaDel hombre vencido, lleno de sollozos y de insultos,

Yo la escucho en la risa enorme del mar.

¡Cómo me agradarías, oh noche! ¡Sin estas estrellas

Cuya luz habla un lenguaje conocido!

¡Porque yo busco el vacío, y el negro, y el desnudo!

Pero, las tinieblas son ellas mismas las telasdonde viven, brotando de mis ojos por millares,

Los seres desaparecidos de las miradas familiares.

1860.

LXXXEL GUSTO DE LA NADA

Melancólico espíritu, en otros tiempos enamorado de la lucha,

La Esperanza, cuya espuela acuciaba tu ardor,

¡No quiere más montarte! Acuéstate sin pudor,

Viejo caballo cuyos cascos en cada obstáculo chocan.

Resígnate, corazón mío; duerme tu sueño de bruto.

Espíritu vencido, ¡despeado! Para ti, viejo merodeador,

El amor no tiene más gusto, no más que la disputa,

¡Adiós, pues, cantos del cobre y suspiros de la flauta!

¡Placeres, no tentéis más un corazón sombrío y embustero!

¡La Primavera adorable ha perdido su perfume!

Y el Tiempo me engulle minuto tras minuto,

Como la nieve inmensa un cuerpo ya tieso;

Yo contemplo desde lo alto el globo en su redondez

Y no busco más el abrigo de una choza.

Avalancha, ¿quieres arrastrarme en tu caída?

1859.

LXXXIALQUIMIA DEL DOLOR

El Uno te ilumina con su ardor,

El otro en ti te pone su duelo, ¡Natura!

El que dice a uno: ¡Sepultura!

Dice al otro: ¡Vida y esplendor!

Hermes desconocido que me asistesY que siempre me intimidas,

Tú me haces al igual de Midas,

El más triste de los alquimistas;

Por ti yo cambio el oro en hierro

Y el paraíso en infierno;En el sudario de las nubes

Descubro un cadáver querido,

Y sobre las celestes riberasLevanto grandes sarcófagos.

1860.

LXXXIIHORROR SIMPÁTICO

De este cielo extravagante y lívido,Atormentado como tu destino,

¿Qué pensamientos en tu alma vacía Descienden?

Responde, libertino.

-Insaciablemente, ávido

De lo oscuro y lo incierto,

Yo no gemiré como Ovidio

Arrojado del paraíso latino.

Cielos desgarrados como arenales

En vosotros se contempla mi orgullo;

Vuestras amplias nubes enlutadas

Son los carros fúnebres de mis sueños,

Y vuestros fulgores son el reflejo

Del Infierno donde mi corazón se complace.

1860.

LXXXIII

EL HEOTONTIMORUMENOS

(Pieza de Terencio)

Para J.G.F.

Yo te golpearé sin cóleraY sin odio, como un leñador,

¡Como Moisés la roca!Y haré de tus párpados,

Para abrevar mi Sahara,Brotar las aguas del sufrimiento.

Mi deseo preñado de esperanza

Sobre tus lágrimas saladas flotará

Como un navío que zarpa,

Y en mi corazón que embriagarán

¡Tus queridos sollozos resonarán

Como un tambor que bate a la carga!

¿No soy yo un falso acorde

En la divina sinfonía,Gracias a la voraz Ironía

Que me sacude y me muerde?

¡Ella está en mi garganta, la grita!

¡Es toda mi sangre, este veneno negro!

¡Yo soy el siniestro espejo

Donde la furia se contempla!

¡Yo soy la herida y el cuchillo!¡Yo soy la bofetada y la mejilla!

¡Yo soy los miembros y la rueda,Y la víctima y el verdugo!

Yo soy de mí corazón el vampiro,

-Uno de esos grandes abandonados

A la risa eterna condenados,

¡Y que no pueden más sonreír!

1857.

LXXXIV

LO IRREMEDIABLE

I

Una Idea, una Forma, un Ser

Surgido del azur y caído

En una Estigia cenagosa y plomiza

Donde ninguna mirada del Cielo penetra;

Un Ángel, imprudente viajeroQue ha tentado el amor de lo informe,En el fondo de una pesadilla enorme

Debatiéndose como un nadador,

Y luchando, ¡angustias fúnebres!

Contra un gigantesco remolino

Que va cantando como los locos

Y pirueteando en las tinieblas;

Un desdichado hechizado

En sus tanteos fútiles,

Para huir de un lugar lleno de reptiles,

Buscando la luz y la clave;

Un condenado descendiendo sin lámpara

Al borde de un abismo cuyo olor

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
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