Indice1. Introducción 2. Contexto 3. Subprograma Costa Rica 4. El crédito en el PRODERE Pérez Zeledón 5. Principales métodos y técnicas de evaluación 6. Principales lecciones aprendidas 7. Bibliografía
El documento que se presenta a continuación, ha sido expresamente elaborado para ser discutido en el II Taller Electrónico sobre Evaluación de Proyectos de Combate a la Pobreza Rural en América Latina y el Caribe, impulsado por el PREVAL ("Programa para el Fortalecimiento de la Capacidad Regional de Evaluación de los Proyectos de Reducción de la Pobreza Rural en América Latina y el Caribe").
Considerando los objetivos del taller y del PREVAL, que buscan promover el intercambio de experiencias alrededor de la evaluación de proyectos, que lleve a fortalecer la capacidad institucional de la Región, el presente trabajo se centrará en exponer elementos que contribuyan a la discusión sobre los retos metodológicos de la evaluación, y la definición de sus métodos, técnicas, herramientas e indicadores.
En la primera parte del trabajo, con el objeto de introducir y ubicar a los participantes del taller en el tema, se presentan algunos elementos de contexto, ejecución y resultados de la evaluación realizada.
En esta primera parte se explica, de forma resumida, las razones que dan lugar a la ejecución del PRODERE, tanto en América Central como en Costa Rica; seguidamente, se abordan los principales aspectos considerados en la evaluación objeto del presente documento, a saber: mecanismos de crédito utilizados, funcionamiento del crédito, uso de los recursos destinados al crédito, y los efectos de éste en el desarrollo local de Pérez Zeledón.
Por último, se hace énfasis en los principales métodos y técnicas de evaluación utilizadas, así como las principales lecciones aprendidas en este ejercicio. Asimismo, con el objeto de promover la discusión en el taller, se formulan algunas preguntas básicas en torno a este tema.
El PRODERE surge producto del compromiso de la comunidad internacional con los países centroamericanos afectados por la crisis de la década pasada. El Programa fue desarrollado en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, siendo posible gracias al apoyo financiero del Gobierno de Italia por un monto de US$ 115 millones. Cuatro agencias especializadas de las Naciones Unidas, unen esfuerzos para su ejecución: ACNUR, OMS/OPS, OIT y PNUD.
El PRODERE, por su carácter de programa integral, de escala regional pero con intervenciones en el nivel local, previamente definidas y priorizadas, constituía una operación compleja que se proponía mejorar el nivel de vida de los centroamericanos en condiciones de desarraigo, tanto los que regresaban a sus países o comunidades, como los que decidían quedarse en su lugar de acogida. Es así como dentro de los principales elementos a considerar por el Programa, estaba pasar del asistencialismo a la organización, desarrollo y fortalecimiento de las capacidades locales; con la intención de que esta premisa se convirtiera en la semilla del desarrollo de las zonas escogidas para su ejecución.
Ahora bien, históricamente Costa Rica en el marco del conflicto centroamericano fue un país receptor de migrantes, especialmente nicaragüenses, que huían de la guerra y de la extrema pobreza en su propio país. Por tanto, Costa Rica se vio afectado por un flujo masivo de ex patriados que ejercieron presión sobre los servicios básicos, salud, educación, vivienda, uso de la tierra y el empleo. Alrededor de esta problemática, las Naciones Unidas, en seguimiento a los Acuerdos de Paz Esquipulas II y al PEC, vieron la necesidad de abrir un Subprograma en la Región Brunca del país.
El PRODERE-Costa Rica tuvo seis objetivos inmediatos: 1) incrementar el ingreso económico y mejorar la calidad de vida de 600 familias; 2) mejorar las condiciones de hábitat de las familias beneficiarias; 3) reforzar la red de atención y prevención primaria en salud; 4) mejorar y ampliar los servicios de educación básica y técnica en la Región; 5) mejorar la infraestructura vial y de comunicación en las localidades, y 6) regularizar la situación jurídico – migratoria de la población refugiada y desplazada.
Asimismo se establecieron cinco componentes, a saber: Salud, Educación, Promoción y Protección de los Derechos Humanos, Planificación Territorial y Medio Ambiente, y el componente de Desarrollo Económico a Nivel Local.
Dentro de este último componente, se estableció un sistema de financiamiento del desarrollo económico a través de mecanismos de crédito. Este subcomponente se orientó fundamentalmente al crédito agrícola con fines comerciales, como una forma de fortalecer la capacidad de producción de los pequeños productores que normalmente no tenían acceso al crédito bancario.
4. El crédito en el PRODERE Pérez Zeledón
El PRODERE se enfrentó en Pérez Zeledón, por un lado con una presencia mayoritaria de poblaciones con bajos niveles de desarrollo humano caracterizados por limitaciones para alcanzar mejores oportunidades económicas. Por otro lado, en muchas ocasiones los productores le hacían frente a mecanismos de financiamiento informal (usureros, coyotes, etc.) que exigían menos garantías, pero encarecían significativamente el crédito a través, por ejemplo, de la anticipación de insumos a altos costos, la entrega de cosechas a precios subvaluados, ó cobrando directamente tasas de interés muy altas.
Aunado a esto, el Cantón de Pérez Zeledón, no como excepción, se enfrentaba a la ausencia de políticas nacionales que estimularan la participación de la inversión descentralizada y el aprovechamiento de los recursos locales.
Estas condiciones justificaba, a todas luces, el esfuerzo de crear mecanismos financieros, acordes con las necesidades y requerimientos de los beneficiarios.
Mecanismos de crédito utilizados
El PRODERE definió entre las principales características de los mecanismos de financiamiento, las siguientes (Lazarte, s.f: 4–5): 1) ser eficientes; 2) institucionalizables; 3) organizados como sistema; 4) flexibles; 5) concretos; 6) realistas; 7) transparentes; y 8) movilizadores de recursos complementarios.
Las modalidades de financiamiento adoptadas por el PRODERE para apoyar las actividades económicas de su población meta, se adecuaron a las necesidades crediticias de tipo formal, es decir plazos de pago, garantías, tasas de interés etc., privilegiando así, la perspectiva local que el Subprograma en Pérez Zeledón manejó en todos sus componentes y subcomponentes.
Sin embargo, el PRODERE Pérez Zeledón en la conceptualización de los mecanismos de financiamiento, no logró quebrar la perspectiva economicista de reproducción ampliada que el sistema capitalista ha instaurado en la sociedad. Privilegiándose la inversión por la inversión y la rentabilidad por si misma, en contraposición a la perspectiva simplista del campesino que no se subordina a sí mismo por la acumulación y la rentabilidad, sino que su interés fundamental es poder subsistir en su medio.
Funcionamiento del crédito
Contrario a los criterios definidos por el PRODERE, en el funcionamiento de las carteras se observó como el subcomponente no involucró a la comunidad beneficiaria como un sujeto activo en el proceso de desarrollo local, sino que solamente como depositario de créditos.
Se comprenden así las alta tasas de morosidad que se presentaron en los primeros meses de ejecución, las cuales se nivelaron a partir del tercer año, fundamentalmente debido a que a partir de ese momento el Subprograma empezó y avanzó en las actividades de capacitación y fortalecimiento institucional de las instancias de apoyo al financiamiento local, y a los propios beneficiarios, tomando en cuenta sus criterios.
Uso de los recursos destinados al crédito
El abordaje del uso de los recursos destinados al crédito se analizó desde dos perspectivas. Una en lo que respecta a los montos y a las distribuciones de los fondos, y la otra alrededor del análisis del destino del crédito.
Monto y distribución del crédito
El Subprograma apoyó las actividades económicas a través de dos convenios, uno con el Banco de Costa Rica para actividades productivas y otro con el Banco Cooperativo para el apoyo en la compra de tierra y/o vivienda de los beneficiarios del Subprograma.
Volumen del crédito y cantidad de beneficiarios
Los beneficiarios directos de los créditos fueron un total de 625 productores jefes de familia en los que se distribuyeron más de un millón de dólares (ver cuadro N° 1). Los beneficiarios indirectos (familiares) llegaron aproximadamente a las 3.471 personas.
Destino del crédito
El crédito ofrecido por el Subprograma en Pérez Zeledón fue dirigido a una población previamente establecida, y en actividades económicas muy diversas; seleccionada con base en su origen o condición y a su situación migratoria.
Naturaleza de la población
La categoría de la población con los mayores créditos otorgados fue para los desplazados y refugiados con un 49% del total de beneficiarios directos del subcomponente. La participación de la población local (referido a los costarricenses) fue de un 18%. En cuanto al grupo de los discapacitados, estos, en total, tan sólo obtuvieron cuatro (4) créditos que significa un pobre 0,6 %. En el caso de la participación femenina, se otorgaron setentidós (72) créditos que representa un 6%.
Con lo anterior se demuestra que en el Subprograma no existió una política o estrategia que promoviera una mayor participación de personas con discapacidad y de mujeres, en el otorgamiento de créditos.
Tipos de actividad financiada
En 1992 el financiamiento a proyectos de granos básicos (arroz, frijol, maíz, etc.) tuvo una participación del 40.20%, que diminuyó drásticamente para los siguientes años. Los mismo sucedió con el financiamiento al café, pasando del 42,90% en 1992 a un 6,30% en 1996. Esto evidencia un cambio de rumbo en la prioridad del Subprograma en Pérez Zeledón a la hora de financiar los proyectos productivos.
Este cambio de rumbo se dio, pues los técnicos del PRODERE se percataron de que se le estaba dando mucha atención a aquellos productos de baja rentabilidad, lo que ponía en peligro la estabilidad de las carteras de crédito, tal y como se pudo comprobar por el vuelco drástico que se dio en las tasas de recuperación entre 1992 y 1993. Esta inconsistencia, trajo consigo atrasos en la ejecución del subcomponente, y el agravamiento de la morosidad que en términos prácticos significó pérdida de dinero.
Por su parte, los cultivos diversificados empezaron a ser financiados con mayor contundencia a partir de 1993, hasta llegar en 1995 a ocupar el 81.20% del total de fondos destinados al crédito en el PRODERE Pérez Zeledón.
Esta definición por los cultivos no tradicionales de la zona, fue producto sin lugar a dudas de un reconocimiento de las potencialidades del Cantón y de sus beneficiarios, lo que le dio la oportunidad a los prestatarios de definir una línea productiva de mayor impacto en la generación de empleo e ingresos. Queda claro una vez más que la consideración de las potencialidades locales, en el desarrollo de actividades económicas, conlleva a que los resultados satisfagan de forma más efectiva y sostenida las necesidades e intereses de las comunidades.
Desde otra perspectiva menos economicista, se puede decir que las actividades financiadas se impulsaron por la rentabilidad misma, sin antes haber considerado la producción como una relación social e histórica y que cada campesino, agricultor tiene sus propios precedentes que le han permitido subsistir. No considerar este cambio de cosmovisión, de una reproducción simple, de sobrevivencia, a una reproducción ampliada que privilegia el capital por si mismo, es faltarle el respeto al productor y a su modo de vida.
Esto no implica, por su puesto, abandonar la idea de modernizar y tecnologizar al campesino/agricultor, si no, implica y requiere un espacio de diálogo y empatía entre el productor y los expertos en crédito, donde la concepción de rentabilidad y producción son parte de un proceso histórico y no absolutamente técnico.
Efectos del crédito
El Subprograma, desde su definición, dejó claro que el crédito era considerado como una estrategia para la generación de ingreso, y la creación de empleo, es decir como un instrumento que contribuyera al desarrollo económico de su población meta.
PRODERE Pérez Zeledón – Empleos generados y mejorados, 1992 – 1995
(Datos acumulados a cada año)
1993 | 1994 | 1995 | |
Empleo mejorado | N.D | N.D | 854 |
Empleo generado | N.D | N.D | 1,409 |
TOTAL | 782 | 1,945 | 2,263 |
Fuente: Elaboración propia, con base en documentos del PRODERE Costa Rica
Como se observa, a través de los mecanismos de crédito se han creado o mejorado un total de 2,263 empleos. Los empleos generados, corresponden a los nuevos puestos, principalmente por la apertura y desarrollo de nuevas unidades productivas o de servicios; mientras que los empleos mejorados corresponden a la ampliación de unidades económicas existentes. Porcentualmente, el primer caso corresponde al 62.26% y para el segundo, el restante 37.74%.
Un logro importante producto del Subcomponente crediticio en el PRODERE fue la creación por parte del Centro Agrícola Cantonal de Pérez Zeledón de una empresa comercializadora de productos agrícolas (sobre todo diversificados) que ha presentado algunos problemas de tipo administrativo y técnico, pero ha sido un interesante esfuerzo de esta organización que contó con el impulso de los mecanismos financieros del PRODERE.
Por otro lado, como se observó en su momento, la participación de la mujer como beneficiaria de créditos fue muy reducida, no se logró, consiguientemente, crear un efecto equitativo en la distribución de los préstamos.
La OIT (1995) plantea que una situación como ésta podría ser explicada porque se haya reproducido la idea de que las iniciativas lideradas por mujeres son de alto riesgo; pues la tradición y las leyes de la propiedad, los derechos de la tierra, y sobre todo, la norma y las restricciones sociales no les ofrecen oportunidades para involucrarse en iniciativas productivas.
Además, por las carencias, prejuicios y procesos de exclusión, la escasa formación básica, su falta de capacitación en el manejo de transacciones financieras, se unen para que se le confiera a los hombres el control de la economía de mercado, por lo que las mujeres no se atrevían a salir y tratar con las instituciones bancarias. Precisamente, desinvisibilizar y otorgarles oportunidades debería ser una premisa a considerar en cualquier programa de desarrollo económico local que se desee ejecutar y el PRODERE adoleció de esa virtud, de esa necesidad.
5. Principales métodos y técnicas de evaluación
La evaluación se realizó dentro de lo que se conoce como evaluación ex – post, tres años de finalizado el Subprograma. Es así como se hizo un esfuerzo para tomar en consideración tanto los términos relacionados con la evaluación cuantitativa, como con la perspectiva cualitativa. Esta concatenación, parte de que el análisis cuantitativo es fundamental al evaluar un aspecto que involucra la distribución de dinero, lo tangible (por ejemplo, la distribución de los créditos, la población, la morosidad, actividades financiadas, etc.), el mejoramiento de las condiciones materiales de la comunidad. En tanto que lo cualitativo permitió adentrarse en el análisis de lo intangible, es decir el crecimiento personal de los beneficiarios, el fortalecimiento de las capacidades locales, la autosuficiencia, la concientización de la importancia del trabajo comunal, la defensa de sus propios intereses, etc.
En esta evaluación si el interés central era conocer solamente la cuantificación de resultados, en términos de los niveles de morosidad, volumen, actividades financiadas, hubiese sido suficiente la utilización de las técnicas tradicionales de recolección de datos. Sin embargo, para adentrarse en aquello que no fuese fácilmente cuantificable se requería de un abordaje diferente.
Por lo tanto, a través de la evaluación cualitativa se hizo un esfuerzo por recolectar elementos que permitieran entender, describir y luego interpretar, desde la perspectiva de los propios beneficiarios, los cambios que han tenido lugar producto de su participación en el Subprograma.
Esto evidentemente implicó y requirió la formulación de indicadores, métodos de recolección y análisis distintos a los directamente relacionados con la evaluación cuantitativa.
Pero, ¿cuáles fueron las características propias seguidas para la aplicación de esta perspectiva?. Con apoyo en los conceptos de Peter Oakley (1993) al respecto, se pudieron identificar las siguientes:
- Se buscó que el evaluador no manipulara la información del Subprograma, ni a sus participantes para fines evaluativos. Esto por cuanto la evaluación cualitativa es naturalista, es decir, no está basada en un experimento preplanificado, con resultados predeterminados y esperados.
- El planteamiento de la evaluación se hizo teniendo claro que ésta estaba sujeta a una constante redefinición, según iba creciendo el conocimiento del Subprograma y los resultados observados. Por la tanto, fue fundamental tener la flexibilidad suficiente para formular y replantear preguntas de acuerdo a los hallazgos encontrados.
- Se partió también del concepto de evaluación global, en cuanto a que el ejercicio buscó interpretar el Subprograma como una totalidad que necesitaba ser comprendida como analizada desde distintas perspectivas. En donde los aportes de un componente eran los insumos para otro, sin que esto implicara profundizar tanto como para perder el foco de la evaluación.
- Por su misma naturaleza, la evaluación cualitativa supone un contacto estrecho y continuo con los participantes del Subprograma dentro de su propio entorno. En este sentido se subraya la importancia que tiene un acercamiento a los participantes del programa o proyecto, que permita comprender auténticamente sus realidades y los detalles de su vida cotidiana: sus actitudes, sus conductas, sus emociones, sus significados, su cosmovisión, así como sus técnicas de producción. Conocer además, a través del legítimo acercamiento, las características particulares de la comunidad.
Es importante reiterar que independientemente de los métodos y técnicas utilizadas, la evaluación (en este caso cualitativa) implica una redefinción del carácter y las actividades del evaluador, ya que éste se ve directamente involucrado, tanto física como ideológicamente. Teniendo claro que sus aportes no sean meras interpretaciones teóricas o académicas, sino ofrecer elementos que faciliten la comprensión, tanto de los resultados de la evaluación del programa o proyecto, como de las realidades de sus beneficiarios.
En la evaluación efectuada se siguieron una serie de principios claves, con el convencimiento de que con ellos los resultados de la evaluación serían más determinantes.
- Como se mencionó en su momento, la perspectiva cualitativa y cuantitativa de la evaluación tiene que considerarse como dos caras de una misma moneda, si se desea que los resultados de la evaluación sean consistentes y aprehensibles.
- La evaluación es un proceso dinámico, no estático; por lo que se requería que no fuera ni antojadizo, ni una simple mirada que por la premura se pierdan muchos factores relevantes.
- La participación de los beneficiarios y de diferentes personas allegadas al Subprograma tuvieron un papel predominante en la evaluación. Sin el aporte de ellos los resultados serían simples impresiones de informes y documentos que a su vez pudieron haber sido manipulados con el interés de responder a las demandas y los objetivos planteados por las agencias ejecutoras, los donantes o las propias contrapartes.
- En la evaluación del aporte del PRODERE al desarrollo local de Pérez Zeledón, se tomó como principio fundamental que lo "local" era más que un espacio geográfico, o una superficie territorial, eran (y son) espacios en donde sus habitantes realizan sus vidas, se interrelacionan, comparten normas, valores, costumbres, comunicando formas y estilos de vida. Por lo tanto, los extraños a estos espacios no podrán sentir lo mismo, ni extraer la esencia comunal con tan solo verse investido como "evaluador". Quedaba entonces como premisa fundamental el respeto y la búsqueda de la legitimación, pues cualquier esfuerzo que se haga, por valioso que sea, quedará en el vacío, sino pasa por la interpretación y el compromiso de la comunidad.
Además de los principios antes mencionados, para realizar una evaluación (en este caso ex post), era de fundamental importancia contar con un cumulo de información válida y sistematizada que permitiera conocer los diferentes avances en la ejecución de los mecanismos de financiamiento.
Esta información está debería estar referida, sobre todo, a los instrumentos de gerencia que todo proyecto debe de manejar; es decir el documento de proyecto; los planes operativos anuales (planes de trabajo) donde se espera que se describa lo que se prevé hacer; y los informes de avance que dan cuenta del trabajo efectivamente realizado.
Del plan de trabajo se esperaba que precisara las actividades y los productos (resultados); mostrando su relación con cada objetivo inmediato, las fechas previstas de comienzo y fin; y las personas, organizaciones, e instituciones responsables de realizar el trabajo.
Por su parte, el informe de avance se esperaba que fuera un documento que dé respuesta a preguntas tales como: ¿están disponibles los insumos como se habían previsto?, ¿están realizándose las actividades de acuerdo al plan de trabajo?, ¿están produciéndose los resultados de acuerdo con el cronograma?, ¿hay cambios, agregados o supresiones?, ¿qué problemas o dificultades se han encontrado?, y ¿qué medidas correctivas se han tomado o previsto?.
Con estos instrumentos aplicados y sistematizados correctamente, una parte importante de la evaluación ex post se completaría. Algo que para la evaluación del PRODERE en Pérez Zeledón no fue posible pues esta información no se sistematizó finalizado el Programa, y los documentos encontrados no lograban dar un panorama de lo que se realizó durante sus años de intervención. Por lo tanto se debió reconstruir gran parte de los datos.
Cuando se habla de evaluación siempre es necesario hablar de indicadores, pues a través de ellos se pueden comprender los resultados del programa o proyecto y hasta que punto se lograron los objetivos. Por lo tanto, estos debería ser entendibles y no deben de suponer operaciones costosas de verificación y registro.
Para la evaluación que se ha venido discutiendo en este documento se consideraron indicadores tanto de tipo cuantitativo como cualitativo. Los cuales se detallan a continuación.
Indicadores cuantitativos
Estos fueron divididos en cuatro rubros, indicadores económicos, indicadores organizativos, participación en las actividades del proyecto, e indicadores de desarrollo o sostenibilidad. Estos se detallan a continuación.
Indicadores económicos:
Relacionados con los niveles de morosidad, distribución del crédito; cantidad de población beneficiaria, volumen de los préstamos; actividades financiadas; empleos creados y mejorados.
Indicadores organizativos: Funcionamiento de las carteras de crédito (recepción, trámite, etc.); participación de los beneficiarios dentro de las decisiones del Subprograma; gerencia de las actividades; seguimiento y evaluación de las actividades (estándares de calidad).
Participación en las actividades del proyecto
Número de organizaciones locales involucradas y fortalecidas; cantidad de afiliados en cada organización que recibieron créditos; frecuencia en la participación de las organizaciones en las actividades desarrolladas; aumento en el número de intervenciones.
Indicadores del ritmo de desarrollo(sostenibilidad)
Número de empleos sostenibles; sostenibilidad interna de las organizaciones beneficiarias; número de unidades productivas en funcionamiento; aumento en el número de afiliaciones de las organizaciones locales; aumento en el nivel de ingreso de los beneficiarios.
Es difícil sostener que con tan sólo los indicadores cuantitativos se pueda lograr una completa evaluación, por lo tanto se requiere de una dimensión de análisis más amplia que permita explicar un mayor espectro de la realidad con la que se enfrentaron los beneficiarios, y sobre todo, identificar en qué medida esa realidad local ha sido modificada a través de las acciones del subcomponente de crédito.
La otra cara de la moneda complementará los datos recolectados en esta dimensión cuantitativa, dándole una explicación, una interpretación del por qué se presentaron. Concatenando así la perspectiva estática, unidimensional, con la dinámica, la dialéctica, en donde se incluyen los aspectos humanos y del comportamiento que se desprenden en todo proceso de desarrollo.
Indicadores cualitativos
Este tipo de indicadores están directamente ligados con la población beneficiaria en el Subcomponente, sobre todo en referencia a los cambios en el desarrollo de sus capacidades y comportamientos. La principal limitación a la hora de determinar los indicadores cualitativos es saber cuáles son los factores, fenómenos y características más representativas y que cubran el mayor espectro de la vida local.
Si bien es cierto se hizo un esfuerzo importante por desarrollar y responder a la mayor cantidad posible de indicadores cualitativos elaborados, las limitaciones de tipo presupuestario, logístico y de tiempo impidieron lograrlo para la evaluación del Subcomponente de crédito aquí presentado.
Los indicadores cualitativos para este ejercicio se dividieron en indicadores de desarrollo organizativo, indicadores de comportamiento, e indicadores de autosuficiencia.
Indicadores de desarrollo organizativo
Fortalecimiento de las capacidades organizativas de las instancias locales para la administración de carteras de crédito; mejoramiento de las estructuras organizativas y formalización de otras; desarrollo de nuevos liderazgos; toma de decisiones gerenciales de la población sobre el devenir del Subprograma.
Indicadores de comportamiento
Cambio en las actitudes y responsabilidad sobre las deudas; mayor solidaridad y compromiso entre los individuos de las comunidades; participación en las discusiones y decisiones que afectan a la comunidad; mayor capacidad para comprender y analizar temas y problemas; sentimientos alrededor del apoyo recibido (realización personal con las nuevas capacidades).
Indicadores de autosuficiencia
Total adaptación de los refugiados y aceptación de estos por parte de los nacionales; mayor concientización de la importancia del trabajo comunal; acción independiente emprendida por las organizaciones locales y los habitantes de la comunidad; cambio y convencimiento en las formas y las técnicas de producción.
Como se supone, la tarea más difícil es determinar la forma en cómo se puede llegar a observar y registrar estos indicadores. Por ejemplo, cómo verificar si hay una "mayor solidaridad y compromiso entre los individuos de las comunidades". Por supuesto que no existen recetas, ni formas preestablecidas para ello; sin embargo el abordaje debe de hacerse con menos "expertos" y más promotores, facilitadores que al evaluar, posean un fuerte sentido de identificación y de compromiso con la población, y no tenga ninguna tendencia autocrática.
6. Principales lecciones aprendidas
A través de los resultados observados en la evaluación del aporte al desarrollo local del PRODERE en Pérez Zeledón, a través del subcomponente de crédito, queda como lección el hecho de que en el ámbito de los proyectos o programas rurales, no sólo se debería tratar de aumentar los ingresos de los agricultores, de disminuir el empleo, o de incorporar a los beneficiarios en las técnicas más modernas de producción y al mundo empresarial, sino además colaborar en la construcción de comunidades con conciencia crítica sobre su situación, que puedan tomar decisiones sobre su propio destino, personas con mayor responsabilidad, solidaridad, deseos de superación, etc.
Por otro lado, parece ser un cliché hablar de la importancia que tiene la participación de los beneficiarios en la evaluación de las iniciativas de desarrollo, concepto que, aunque es ampliamente aceptado por los evaluadores de programas y proyectos, es poco lo que se hace para escuchar a la comunidad. Por lo tanto, una de las lecciones más importantes de la evaluación efectuada, es ver más allá de lo que los números y las estadísticas pueden decir sobre los logros del Programa.
Esta experiencia permite corroborar la importancia que tiene la evaluación cualitativa; al poner a la población beneficiaria en el centro del análisis. En donde el evaluad@r no puede manipular los resultados de ésta, ni se limita a preguntas preformuladas.
Queda también como lección que la evaluación cualitativa requiere un compromiso y una amplia participación del evaluad@r y rechaza la perspectiva mecanicista y la distancia entre éste y la comunidad.
La evaluación que se intente llevar a cabo requiere, por lo tanto, manejar una visión del desarrollo en donde se incorporen conceptos y términos alrededor de las necesidades psicosociales, integrales y humanas de los beneficiarios del programa o proyecto.
Una evaluación completa valoraría las potencialidades humanas, la autoestima, la conciencia crítica, etc. dentro del análisis con y sin proyecto, es decir partiendo de lo encontrado en el diagnóstico y confrontándolo con los resultados obtenidos en las evaluaciones.
Por lo tanto, resulta de trascendental importancia que en la evaluación del desarrollo local y de la pobreza, se haga un esfuerzo por conceptualizar estos factores en un marco más integral, incorporando otras dimensiones del desarrollo que ofrezcan la posibilidad de ver más allá de las estadísticas, comprendiendo la evolución social y económica de la comunidad reflejada en su historia.
Es ahora abiertamente aceptado que un programa o proyecto de desarrollo no debería sólo de resolver problemas y carencias, sino también reforzar las potencialidades, estimular cualidades y capacidades de la población. Por lo tanto, si el propio concepto de proyecto ha ido buscando adecuarse a una perspectiva más dialéctica, más histórica y con un rostro más humano, entonces el concepto de la evaluación (ante, durante y después) debería ir en esa misma dirección
Se pudo comprender que para lograr que una evaluación tenga un mayor peso y cubra el mayor espectro de la realidad, es necesario considerar la dimensión cuantitativa y cualitativa.
Algunas preguntas
Con el objeto de promover la discusión alrededor de lo aquí planteado, se formulan las siguientes preguntas:
- ¿Es posible que la evaluación cualitativa y cuantitativa sean excluyentes en algún tipo de programa o proyecto en el área rural?
- ¿Qué tan participativa debería de ser la evaluación en un ambiente rural, con una gran diversidad de intereses, niveles de educación?
- ¿Qué tan conveniente o inconveniente resulta que los evaluadores del programa o proyecto sean los mismos ejecutores?
- Partiendo de las dificultades en la interpretación de los datos e información en una evaluación cualitativa/participativa en términos de tiempo, costo, etc. ¿qué tan rigurosa debería de ser ésta? ¿quiénes debería de participar en el análisis de la información?, ¿cuándo saber que es suficiente el análisis que se ha realizado, si la realidad es infinita y caótica?.
- ¿Cómo presentar los hallazgos a fin de que sean fácilmente comprendidos por todos los actores del programa o proyecto?
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Autor:
Walter Romero