Como reacción a ese proceso de aculturación que venía sufriendo lo ibero, se origina un fundamentalismo religioso (de la cual instituciones como la Inquisición, son solo un síntoma) que mucho tendrá que ver, o mejor dicho, sin el cual no se puede explicar nuestra cultura. La psicología del ibero (y por extensión – aunque con matices -, de todos los europeos que colonizaron nuestro continente) se podría resumir en tres palabras formuladas según su orden de importancia dentro de esa psicología: "oro, siervos y almas" y no hay más hasta el día de hoy. Esto era lo que tenía enfrente un indio, un negro o un mestizo. Verdaderos perros de guerra que removieron piedra por piedra los templos y los altares, que destruyeron las imágenes, mataron los guerreros, los sabios y sacerdotes, que violaron las mujeres y engrillaron a los niños y ancianos; gente que podía cortarles la lengua por hablar en su idioma o matarlos por adorar sus dioses. Así como resistencia última, como único medio, nace lo sincrético. Y lo sincrético es (como ya lo dijimos) la pervivencia de la propia cultura bajo el ropaje de la cultura oficial/imperante.
Este es un mecanismo tan complejo que los mismos involucrados generalmente lo desconocen, o mejor dicho, no son conscientes de formar parte de él. Por ejemplo si deconstruimos el carnaval, vamos a llegar a la América precolombina y más aún, vamos a llegar a aquella cultura madre de la cual, en la mal llamada prehistoria, se fueron diferenciando lenta pero inexorablemente, todas las culturas del mundo. Si deconstruimos un caudillo, nos pasará lo mismo. Tanto el caudillo como el carnavalero (por citar solo dos casos) no son consientes de que son portadores y recreadores de algo que viene sobreviviendo a través de miles y miles y miles de años y no lo comprenden porque ese "conocimiento" les viene en la sangre, opera al nivel irracional de su inconsciente y por extensión, del inconsciente colectivo.
El sincretismo se dio en América fundamentalmente a nivel espiritual, donde la resistencia ejercida por el dominado fue mayor[4]La adoración de los dioses tribales bajo la forma del santoral cristiano es un ejemplo elocuente de este fenómeno. A esto contribuye el hecho de que las grandes catedrales e iglesias del conquistador fueron construidas sobre las ruinas y hasta con las mismas piedras de los templos precolombinos. En consecuencia no es difícil asociar (como seguramente lo hizo el indio) la iglesia al templo preexistente. El templo precolombino sobrevive, no solo en cuanto a su ubicación (que hoy sabemos respondía a una reproducción del orden cósmico) sino a través de la supervivencia de la piedra en la construcción. La iglesia pasa a ser un receptáculo, pero el contenido de la misma es muy distinto al que el sacerdote cristiano pretende.
Con el negro pasó algo similar, aunque (creo yo) en grado superlativo. El negro directamente buscó la equivalencia de sus dioses en el panteón católico, al punto que se produjo una cierta síntesis o fusión de los dos rituales. Babalú Ayé era un rey desterrado a una isla por hallarse leproso y luego de padecer un tiempo, vuelve y vence a sus enemigos, no es extraño que en el sincretismo Babalú Ayé cobre la forma de San Lázaro otro leproso que vence a la muerte y que sean para el profesante santero la misma entidad (denominándolo indistintamente con cualquiera de los dos nombres) aunque al mismo tiempo exista para las tribus yoruba del Africa, un Babalú Ayé que existe y desconoce a un señor llamado Lázaro que se convirtió en parte del santoral cristiano. Hay infinidad de estos ejemplos: Changó será San Jorge (ambos guerreros) en el panteón Umbanda, Stella Maris, Yemayá (divinidad del mar), la virgen de la Caridad del Cobre, Oshun (divinidad del amor) en la santería cubana[5]y muchos casos más. O sea que se podía obligar a un negro a ir a misa e hincarse a rezar ante la imagen de la virgen o del santo, pero en términos de entrancia lo que el esclavo adoraba era a sus dioses tribales. Lo mismo ocurrió con el indio, la tierra (la Pachamama) como hembra, era fácilmente relacionable con la virgen María y no es extraño que se le ofrende coca, comida y bebida al igual que a la tierra; o que Cristo sea el Tunupa de la isla del sol que llegó para "reformar el culto" (las coincidencias a veces son espeluznantes); o que la Virgen de Guadalupe se le haya aparecido a un indio (Juan Diego) en el mismo sitio donde los mismos indios, antes de la llegada de los españoles, adoraban a una deidad femenina.
Habría que aclarar a esta altura que sincretismo no necesariamente es síntesis, en el sentido de fusionar dos cosas, sincretismo es ante todo supervivencia, apariencia, es algo totalmente distinto a lo que se ve. No obstante (como apuntáramos más arriba) a través del tiempo y porque se va perdiendo la conciencia por parte de los intervinientes en estos fenómenos, es que el sincretismo puede llegar a ser síntesis, o sea que un ritual ya no sea ni aquel que llegó de Africa, ni tampoco el de la liturgia católica, sino uno nuevo que ha tomado, por un sistema de "identificación y de préstamos", una nueva forma y un nuevo contenido.
El sincretismo ha dejado profundas huellas en nuestra cultura (tanto tradicional como formal). Quizás el ejemplo más claro de esto haya sido el barroco (que dicho sea de paso muchos sostienen que fue en América donde dio su nota más alta). En su ensayo sobre el barroco, el gran escritor cubano José Lezama Lima dice: "Nuestra apreciación del barroco americano estará destinada a precisar: primero, hay una tensión en el barroco; segundo, un plutonismo, fuego originario que rompe los fragmentos y los unifica; tercero, no es un estilo degenerescente, sino plenario, que en España y en América española representa adquisiciones de lenguaje, tal vez únicas en el mundo […] podemos decir que entre nosotros el barroco fue un arte de contraconquista" más adelante al referirse a algunos de sus más altos exponentes dice: "La gran hazaña del barroco americano, en verdad no igualada en nuestros días, es la del quechua Kondorí[6]En la voluntariosa masa pétrea de las edificaciones de la Compañía[7]en el flujo numeroso de súmulas barrocas, en la gran tradición que venía a rematar el barroco, el indio Kondorí logra insertar los símbolos incaicos del sol y la luna, de abstractas elaboraciones, de sirenas incaicas, de grandes ángeles cuyos rostros de indios reflejan la desolación de la explotación minera […] Así como el indio Kondorí representa la rebelión incaica, rebelión que termina como con un pacto de igualdad, en que todos los elementos de su raza y de su cultura tiene que ser admitidos, ya en el Aleijadinho[8]su triunfo es incontestable, pues puede oponerse a los modales estilísticos de su época, imponiéndoles los suyos". O sea que el barroco americano fue en cierta forma parte de ese sincretismo del que hablamos.
Como apunta Lezama, Kondorí y otros artistas originarios introducen su cosmovisión dentro de la estética del conquistador, a través de una simbología de mazorcas, astros y estrellas, animales y plantas, de la misma manera el Aleijadinho sincretiza lo afro con lo ibero a través de su obra escultórica. Estos elementos sincréticos han ido sobreviviendo a lo largo de los siglos y es más, se han ido proyectando, transformando, reelaborando, pero no han perdido su significancia. El culto a la muerte en la pintura del mexicano Guadalupe Posada, el fenómeno del muralismo mexicano y latinoamericano en general, la estética de un Guayasamín, el simbolismo de un Torres Molina, de un Xul Solar, el primitivismo afrocubano y caribeño, la pintura de Solentiname y el naif de muchos de nuestros pueblos, son algunos ejemplos de sincretismo y en algunos casos de síntesis también. La plástica y también la literatura (por tomar dos ejemplos visibles y reconocibles fácilmente) son en América un ejemplo claro de apropiación y relanzamiento. La aplicación de las técnicas, de los conceptos de las escuelas de allende los mares a la realidad vital (espiritual y material) de lo americano; asimilación que no es copia ni repetición, que no es una versión devaluada de algo extrínseco, sino que muchas veces es diálogo, interacción y metamorfosis, o fractura y reafirmación a partir del rechazo y la negación hacia aquello que pretende disolverlo. Es decir, lo americano como tamiz, como prisma que descompone la luz, como decodificador y fagocitador y también como respuesta y proposición.
El muralismo mexicano es un ejemplo muy claro de esto y de otras cuestiones que hemos venido tratando a lo largo de estos trabajos, ya que más allá del tema que nos ocupa en este momento, el muralismo es toda una propuesta, todo un posicionamiento frente al tema de la cultura. El muralismo mexicano (y luego por extensión el de América toda) no solo rescatará, dignificará y volcará en clave vanguardista los itinerarios del pueblo mexicano (desde las culturas originarias, hasta el presente, pasando por la gesta emancipadora, la revolución mexicana y las luchas obreras), sino que lo hará de manera monumental ya no sobre la pintura de caballete condenada a los elitescos espacios de la cultura oficial/burguesa, sino en los grandes espacios públicos donde puedan ejercer su hechicería a los ojos del pueblo.
Muchos movimientos con estas mismas características se desarrollaron en todo el continente y no solo en la plástica, sino también en la música, en el teatro, en el cine y en la literatura. Fenómenos como el "cine liberación", "cinema novo", "la nueva canción", "la teatrova", "el teatro independiente", "el realismo mágico" y el "boom latinoamericano" en general han marcado hitos no solo en la cultura americana sino en la cultura universal y queda pendiente el rescate de todas esas experiencias (que la cultura oficial/dominante parece no conocer) para las nuevas generaciones y sobre todo para los jóvenes artistas perdidos en el sinsentido de la posmodernidad.
Pero volviendo al tema y para finalizar, quería referirme a uno de los fenómenos más elocuentes y quizás más vivos y cotidianos del sincretismo como forma de resistencia y que además demuestra la vigencia de estos mecanismos más allá de las coyunturas históricas y sobre todo del tiempo, es este el caso del carnaval en cualquiera de sus versiones.
El carnaval desde el mismísimo medioevo y aun antes seguramente, ha estado asociado a los procesos sociales ya que si bien estas celebraciones encuentran su origen en los milenarios ritos agrarios que propiciaban la abundancia a través de la "magia simpática"[9], es innegable que fueron y siguen siendo un instrumento de liberación para los pueblos oprimidos. Este es sin duda uno de los rasgos esenciales del carnaval y por ende un rasgo común a todas estas festividades, desde el carnaval de Venecia, al de Río de Janeiro, pasando por las "diabladas" de Oruro y las "congas" de Cuba, el carnaval de New Orleáns o de Pekín.
El carnaval logra un cierto anonimato, una cierta impunidad que permite que el individuo se exprese libremente, por eso es tan importante dentro de la estructura del carnaval, el enmascaramiento (a través del disfraz) del individuo que en él participa. No solo porque el disfraz hace a todos iguales (o sea elimina las diferencias sociales), sino que posibilita la inversión, o trasgresión de dichas barreras de clase. Los esclavos se vestían como sus amos, la negra con encajes y volados, el negro de levita y galera, el pobre de rico (como en la canción de Serrat), el indio de conquistador, de cura o regente. El disfraz es no solo un igualador social y un desinhibidor (ya que otro componente nada menor de estas fiestas, es la trasgresión de las normas, usos y costumbres, que se expresan también y de forma notoria en la relación hombre–mujer, o mejor dicho, en cierta "relajación" de estas relaciones) sino también, un instrumento de la crítica a través del ridículo, de los elementos de poder dominantes en la sociedad en que se desarrolla. El carnaval ridiculiza al que sustenta el poder y oprime a los demás y reafirma los propios valores culturales que se expresan de manera sincrética en toda la fiesta. Muchos de los bailes de carnaval tienen origen, como el caso de la "tumba francesa" en Haití y Stgo. de Cuba, en los bailes de salón de los europeos esclavistas, otras veces esa ridiculización se encarna en el disfraz, en las canciones, pero fundamentalmente el receptor de toda esa carga social, de toda esa mezcla de odio, frustración y ansias de libertad, es el "muñeco". A veces el muñeco como en el caso del "Rey Momo" instaura el reino de la abundancia, del exceso, la desinhibición, de la alegría, otras veces el muñeco es el diablo, como en el caso del "pujllay" en el norte andino, que personifica todo lo nefasto del mundo y se lo representa montado en un burro, vestido de rojo y amarillo (los colores de España). En todos los casos sin excepción el muñeco de carnaval ejercerá un reinado provisorio que durará lo que dure la fiesta, será venerado, maltratado, golpeado, ridiculizado o prendido fuego (como en "las fallas" de Valencia) según sea el caso, para luego ser "enterrado" (reminiscencia de aquellos ritos agrarios que hablábamos al principio) para que al año siguiente vuelva a renacer y junto con él los días de la liberación, transitoria, pero liberación al fin.
Vemos entonces que este fenómeno es un fenómeno ampliamente extendido en nuestra tradición, tanto en el tiempo como en el espacio. Se podrían analizar (como lo ha hecho Kusch en "Pensamiento indígena y popular en América") un sin número de fenómenos sociales que se han desarrollado y se desarrollan hoy día a la luz del sincretismo, que es lo mismo que decir como pervivencia de tradiciones, de mitos y arquetipos inmemoriales; lo importante es señalar que ese sincretismo cultural y religioso también ha producido (como no podía ser de otra manera) un sincretismo a nivel del pensamiento en bastos sectores de nuestro pueblo. Y es que el pensamiento, la palabra oral o escrita, es en definitiva, la representación, la materialización, la exterioridad de un territorio más oscuro, profundo e irracional que es el de los sentimientos: "la espiritualidad del hombre" y es por eso que cuando hablamos de espiritualidad estamos hablando de todo lo que interviene en ella, desde el paisaje a la historia, pasando por los usos y costumbres, los miedos arcanos, las preguntas que hemos formulado desde siempre ante el abismo de lo que ignoramos. No es raro entonces que este sea un continente de dramáticos contrastes, de encuentros y distanciamientos, pero en definitiva y más allá de su carácter, de grandes diálogos culturales y por ende de grandes contaminaciones en el ámbito de las ideas. Un territorio de hombres fronterizos que contrabandean ideas de un mundo a otro, que van de la razón a la mística, del materialismo al ritual, del "ser" occidental al "solo estar" de lo americano. Lo que hemos podido ver en estos 500 años es que ese dominio material, esa "aculturación de los objetos" ejercida por occidente sobre nuestro pueblo, no ha podido impedir (y es esta una constante histórica) la "fagocitación" (a nivel espiritual) de América sobre lo que no le es propio. No es solo el sincretismo, es también el eclecticismo, la negación, la fractura, la coagulación cultural, lo que perdura y lo que se transforma, todas químicas distintas, reacciones diversas aun mismo problema (la dominación), pero más allá de la respuesta, más allá del fenómeno, está el sedimento acumulado por siglos de este misterio de ser americanos.
América es la más grande herejía que jamás se haya cometido. Un vuelo truncado, algo que busca la luz, que otea el horizonte. Un brote tierno que rompe la escarcha, de un invierno demasiado largo.
Autor:
Armando de Magdalena
[1] Los últimos bastiones árabes de la península cayeron en poder cristiano tan solo mese antes del descubrimiento de América.
[2] Si tomáramos por ejemplo el tema de las especies vegetales, la introducción en Europa de una variedad tan grande de productos comestibles es tan significativa que en realidad uno se pregunta: Que comían estos gringos antes de llegar a América? ya que no solo no conocían el maíz, la papa, el tomate, el cacao, el arroz, el zapallo, la piña, la frutilla, el aguacate, el maní, el ají, el frijol, el tabaco, sino que también dependían de la obtención de especias de oriente para sazonar sus alimentos, tal es así que las especias valían más que el oro mismo. También la llegada a estas tierras provocó una explosión tan grande en la sicología del europeo que es difícil de imaginar, algo así como haber descubierto otro planeta ya que el mundo triplicó o cuadriplicó su tamaño, aparecieron seres de quienes se dudaba si en verdad fuesen humanos, especies animales y vegetales totalmente exóticas, civilizaciones de un desarrollo inmigrando, dioses abominables y aterradores, para la estrechez de una mente forjada en el fundamentalismo religioso y la orfandad del conocimiento y por sobre todo toneladas y toneladas de oro, plata, piedras preciosas, perlas y un sin números de materias primas sin la cual no hubiera existido revolución industrial, ni colonialismo, ni imperialismo, ni siquiera capitalismo. Todo eso representó aquel 12 de octubre para nuestra actual civilización
[3] Solamente entre los años 1503 y 1660 llegaron a San Lucar de Barrameda 185.000 kg. de oro y 16.000.000 de kg. de plata. Si como dice un volante que por ahí circula, le aplicáramos a estas cantidades un 10% de interés anual acumulado durante los últimos 300 años (aplicando la imperial fórmula del interés compuesto) el primer mundo nos debería estas cantidades elevadas a la potencia de 300, lo que representaría una masa de oro y plata que superaría largamente el peso total de la tierra.
[4] Rodolfo Kusch habla incluso de la "fagocitación" (a nivel espiritual) de lo occidental a manos de lo americano; fenómeno sobre el cual se pueden dar un sinnúmero de ejemplos.
[5] Y esto al punto que la virgen es negra y está vestida de amarillo (los colores de Oshun).
[6] Del indio Kondorí no conozco mayores datos biográficos, solamente que intervino en la construcción y ornamentación de numerosas construcciones y templos, sobre todo de los pertenecientes a los jesuitas como la de San Lorenzo de Potosí.
[7] El autor se refiere aquí a la Compañía de Jesús, cuyos miembros eran conocidos como jesuitas.
[8] Aleijadinho (1738-1814), arquitecto y escultor brasileño, fue el artista más importante del rococó en su país., hijo de un arquitecto portugués y una esclava. Su verdadero nombre era Antônio Francisco Lisboa, también conocido como O Aleijadinho (el Lisiadito), ya que contrajo una enfermedad deformante y progresiva, probablemente la lepra, que acabó obligándole a tener que sujetarse a los antebrazos los instrumentos para tallar. Su obra maestra se encuentra en el acceso y la escalinata del santuario del Bom Jesus de Matozinhos en Congonhas do Campo. Se trata de un conjunto escultórico compuesto por las figuras de los doce Profetas, tallados en esteatita blanda (pedra sabâo), y las seis escenas de la Pasión de Cristo, realizadas en madera policromada, que flanquean el acceso al Morro do Maranhâo.
[9] Procedimiento mágico por el cual se opera por contagio sobre la realidad. Ejemplo: una vasija llena de agua, hará que la misma no falte o la nubecilla que sale de una pipa ceremonial, hará que se formen nubes de tormenta en el cielo "real", etc.
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