Toda critica social parte de un valor común:
el valor del hombre
" la misión de los poetas es
crear y recrear ese valor"(1)
Ende Michael
Introducción
Nos proponemos en este trabajo y a partir del concepto de desarrollo sostenible, la importancia que requiere para el planeta que las sociedades entiendan la necesidad de establecer regulaciones, que permitan, no solo, la producción de bienes naturales, sino también la distribución equitativa de lo producido, sobre la base de garantizar la preservación de los procesos naturales y la diversidad del planeta; en correspondencia con el respeto a la dignidad humana que promueva y alcance, en la práctica, la mejoría de la calidad de vida de las personas.
Además lo necesario de establecer el desarrollo de los procesos culturales de las sociedades, donde se les permita a las personas expresar y crear su arte; además de defender su identidad cultural.
Pretendemos demostrar, cómo a partir del propio ejemplo de la Revolución Cubana el gobierno ha tomado la decisión de iniciar una reforma económica que permita el resurgimiento de los mercados; es aquí donde se presenta la oportunidad para que Cuba desarrolle su propia economía sostenible, que sea singularmente cubana, y que al mismo tiempo haga un aporte a la resolución de uno de los problemas más profundos enfrentados por el mundo de hoy, implementar una política económica nacional integral que consista en la construcción de una economía sostenible social y ecológicamente responsable.
Este modelo adaptado a las condiciones nacionales, nos permite entonces hablar de identidad cultural; porque si el desarrollo no es sobre la base de nuestras raíces y tradiciones culturales, de nuestra propia visión de lo bueno y lo malo, de nuestro sistema de valores históricos, que han sedimentado una nacionalidad; entonces no podríamos hablar de un modelo viable.
Para este análisis, fue preciso consultar una amplia bibliografía debido a lo novedoso del tema, permitiéndonos de esta manera poder tener una visión más amplia acerca de cómo se manejan estos conceptos por los diferentes autores.
Desarrollo
Al referirnos al concepto de desarrollo sostenible, debemos señalar que este ha sido aceptado ampliamente, sin embargo no se lleva a la práctica con el mismo entusiasmo. Este concepto es difundido en 1987 por la Comisión Mundial sobre el Medio ambiente y el desarrollo, el que queda expresado de la siguiente manera:
"Es el desarrollo que satisfaga las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones, para satisfacer las propias (…) busca generar un modelo de crecimiento equitativo que mejore la calidad de vida y asegure el uso adecuado y reproducible de los recursos naturales del mundo (…) además este desarrollo conlleva a fomentar la democracia que asegure el respeto de los derecho humanos".
Por tanto el concepto toma en cuenta los intereses de las futuras generaciones, significando un cambio de fondo en el desarrollo económico vigente. Pero deja brechas en muchos aspectos medulares para su interpretación correcta; como, que deja fuera la diferencia entre crecimiento y desarrollo. Esto hace mucho tiempo se viene debatiendo, pero los intereses políticos imperantes han pretendido sepultar la gran trascendencia que tiene esta diferencia.
Según Alfredo Jam Massó(2), "El crecimiento económico medido como hasta ahora, no significa necesariamente desarrollo económico y social. Sobran los ejemplos. Junto al equilibrio de algunos indicadores macroeconómicos, que utilizan para dar fe del crecimiento de la economía, lo que ha estado creciendo es la pobreza, la marginación y el agotamiento de los recursos naturales"(3).
"Un verdadero programa de desarrollo requiere de un determinado nivel de intervención estatal en los asuntos económicos, cambios profundos en las estructuras de propiedad de los recursos y distribución del ingreso, además de un cambio de las personas en cuanto a la planificación familiar y un alto nivel de participación ciudadana en la administración pública. Además requiere establecer un criterio de desarrollo social que garantice el acceso de los seres humano a la educación, la salud y la preservación de su identidad cultural"(4). Señala Alfredo Jam Massó.
A nuestro juicio, para que exista desarrollo se requiere de algo más que la simple acumulación de bienes de servicios; son imprescindibles cambios en la calidad de vida y la felicidad de las personas; aspectos que incluyen dimensiones culturales, estéticas y de satisfacción de necesidades materiales y espirituales.
Además se debe garantizar la preservación de la integridad de los procesos naturales que garantizan los flujos de energía y materiales en la biosfera y de la diversidad del planeta.
Por tanto el viejo mecanismo impulsor del desarrollo capitalista, basado en el interés personal; que estableció y ha generalizado la relación mercantil como medio universal para la asignación de recursos, ya no funciona en las nuevas condiciones, salvo para agravar los problemas que se quieren resolver.
Es evidente que la solución de este conflicto, debido al estado de riesgo en que se encuentra el planeta, implica un cambio en el modelo de civilización hoy dominante en el mundo, particularmente lo referente a la relación entre sociedad y naturaleza y a las leyes que regulan la apropiación de lo producido y su distribución.
Alfredo Jam Massó expresa que "La solución real requiere de una nueva ética, en la que los objetivos económicos del progreso se subordinen a las leyes del funcionamiento de los ecosistemas y a los criterios de respeto a la dignidad humana que promueva y alcance, en la práctica, la mejoría de la calidad de vida de las personas"(5).
Lo que, a nuestro juicio implica, necesariamente, un cambio en los actuales paradigmas de desarrollo económico y social. Por lo que se requiere una conducta humana más racional hacia el consumo, tomando en cuenta los límites de los recursos naturales y además que las riquezas se distribuyan de una manera más justa entre todos los miembros de la sociedad.
Se debe tratar de sustituir el egoísmo personal como motor impulsor del desarrollo, por la racionalidad y el interés de la sociedad en su conjunto, que bien pudiera ser el comienzo de otra historia, mucho más beneficiosa y feliz para todos. Esta fue aproximadamente la proposición de Carlos Marx, hace ya casi siglo y medio.
El pensamiento de Marx aparece en el contexto histórico de su época y se inserta con la tradición filosófica crítica, buscando un ideal de racionalidad opuesta a la capitalista, una racionalidad que produzca una ruptura epistemológica con la racionalidad clásica de la filosofía, lo mismo que intentaba hacer la Sociología.
Corresponde a cada uno tomar partido en esta singular polémica. Este es el reto para los habitantes del planeta en estos tiempos.
A partir de la Cumbre de la Tierra de la Organización de las Naciones Unidas realizada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992, ha surgido una nueva visión integral de la relación entre el ser humano y el medio ambiente. La anterior perspectiva de dominación y explotación del medio ambiente en aras del crecimiento económico ilimitado, está cediendo a una conciencia de los límites ecológicos de la sociedad industrial y la potencialidad negativa de la irresponsabilidad social del mercado.
Se está repensando el antiguo concepto del desarrollo, el cual está cediendo lugar a una nueva norma del desarrollo sostenible: un desarrollo centrado en el ser humano y relacionado de forma positiva con el hábitat natural. Existe un consenso creciente de que cualquier alternativa que intente abordar la crisis mundial actual, debe tener como base una nueva visión ética acerca de la índole de las transacciones económicas. Dicha alternativa además requiere que sean desarrollados roles institucionales nuevos y asimismo una cultura de reciprocidad o de co-participación entre el estado, el sector privado (con y sin fines de lucro) y la totalidad de la sociedad civil. Por consiguiente, la tarea de la construcción de una cultura de responsabilidad ecológica y social debe juntar una diversidad amplia de perspectivas y múltiples áreas de conocimiento.
La sostenibilidad es una precondición y una parte integrante de la calidad de vida. Si no se protegen de forma sostenible los medios de existencia y la prosperidad, no puede haber seguridad. Seguridad, implica por tanto, sostenibilidad, pues esta tiene una función social. Es necesario mantener la diversidad de los seres humanos, permitiéndoles el desarrollo de su personalidad, en especial, gracias al desarrollo de la educación, la salud, la cultura y demás servicios sociales.
Un aspecto importante para elevar la calidad de vida de la población, es la equidad, siendo el principio fundamental que debe respetar toda sociedad. Cuando esto sucede, existe una igualdad real de oportunidades y esto se logra a través de una mayor igualdad en el reparto de las riquezas, de los ingresos y el acceso a los servicios.
De esta manera se logra una mayor seguridad de las personas, una esperanza de vida más larga y un medio ambiente más sostenible.
"La dimensión cultural del desarrollo –escribió Jesús Martín Barbero(6) – se ha convertido últimamente en un tema central tanto en el ámbito político como académico. Pero ese interés disfraza en muchos casos un profundo malentendido: el que reduce la cultura a dimensión del desarrollo sin el menor cuestionamiento de la cultura del desarrollo que sigue aún legitimando un desarrollo identificado con el crecimiento sin límites de la producción, que hace del crecimiento material la dimensión prioritaria del sistema social de vida y que convierte al mundo en un mero objeto de explotación. Pensar ahí la cultura como dimensión se ha limitado a significar el añadido de una cierta humanización del desarrollo, un parche con el que encubrir la dinámica radicalmente invasiva (en lo económico y en lo ecológico) de los modelos aún hegemónicos de desarrollo"(7).
La irrupción de la sociedad del conocimiento, la expansión de la información, el fortalecimiento de industrias culturales – globales y con una infraestructura de producción y de consumo inimaginables en el pasado-, así como la importancia de una política de reconocimiento y la aparición de importantes movimientos socioculturales le han dado otro peso y otra significación a la presencia de la cultura en el desarrollo.
Por lo pronto hoy se insiste con mejores argumentos y muchos mas datos en el peso que las industrias culturales tienen en la economía tanto de los países industrializados como en los de periferia.
Sin embargo, la reconsideración de la importancia de la cultura en el desarrollo pasa por otros registros: por su reconocimiento explícito en los planes gubernamentales pero sobre todo por las dinámicas sociales que mueven organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales, partidos políticos, etc. Muchos proyectos de participación y organización comunitaria así como innumerables procesos de gestión local y regional han asumido lo cultural como una dimensión muy destacada de sus diseños y de sus ejecuciones.
Las propuestas de desarrollo encuentran múltiples posibilidades de articulación con la cultura. Planteándose de fondo el problema de las identidades culturales, de los movimientos socioculturales –étnicos, raciales, regionales, de género– "que reclaman el derecho a su propia memoria y a la construcción de su propia imagen"(8) (J. Martín Barbero).
La reconfiguración de las culturas tradicionales (campesinas, indígenas, negras) que "hacen de filtro que impide el trasplante puramente mecánico de otras culturas y en el potencial que representa su diversidad, no sólo por la alteridad que ellas constituyen sino por su capacidad de aportarnos elementos de distanciamiento y crítica de la pretendida universalidad deshistorizada del progreso y de la homogenización que impone la modernización" (9) (J. Martín-Barbero).
Debido a las características singulares y dinámicas de la sociedad cubana actual, Cuba se presta como lugar interesante para este tipo de exploración. Cuba se encuentra dentro de un proceso de reforma económica. Por varias razones, el gobierno cubano ha tomado la decisión de iniciar una reforma económica que permita el resurgimiento de los mercados. Dada la forma en la que se está llevando a cabo esta reforma económica, se presenta una oportunidad para que Cuba desarrolle su propia economía sostenible que sea singularmente cubana, y que al mismo tiempo haga un aporte a la resolución de uno de los problemas más profundos enfrentados por el mundo de hoy: el predominio de las fuerzas del mercado organizadas, de forma tal que se vuelven irreconciliables el desarrollo económico y la rentabilidad por un lado y la responsabilidad social y ecológica por el otro.Cuba se convierta en uno de los primeros países del mundo en adoptar e implementar una política económica nacional integral que consista en la construcción de una economía sostenible social y ecológicamente responsable.
El Programa Socialista de Cuba para el Desarrollo Económico y Social persigue estos objetivos mencionados, y es precisamente aquí donde radica una de las grandes fortalezas de la Revolución, se muestran avances muy consistentes en la consolidación del carácter sostenible de su desarrollo.
La Revolución Cubana ha tenido siempre como premisa fundamental, la de alcanzar progresiva y sistemáticamente el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, partiendo de que el crecimiento económico no es una finalidad en si mismo, pues el desarrollo económico y social han de marchar de la mano.
Desde mediados de los años 80 el pensamiento social en Cuba entró en una nueva fase, coincidió con la introducción de la rectificación y la voluntad de una política de apertura informativa. En este contexto se produjo una renovación de las ciencias sociales y los estudios culturales en Cuba. Desde luego, no todas las disciplinas ni todos los campos tenían en ese momento un mismo nivel de desarrollo.
En Cuba se produjo una renovación caracterizada por la búsqueda de actualización en las distintas corrientes de pensamiento a nivel mundial. Algunos campos que prácticamente se ignoraban entre si, empezaron a entrar en una cierta comunicación.
En este período se condiciona la recompensación de dos disciplinas prácticamente desconocidas en el período anterior, la sociología y la antropología social. Comienzan los estudios sobre la estructura social cubana, se expanden estudios sobre la juventud cubana y cuadros de dirección.
En la política científica se configuran investigaciones sobre ciencias sociales, dirigidas a producir una radiografía sobre la realidad cubana.
Ha habido ciertos avances en las ciencias sociales cubanas, han comenzado a ganar peso en si misma, en este sentido pensamos que en los años anteriores gravitó mucho la propia cultura. Ir al fondo de nuestra propia realidad, es algo muy importante en el proyecto socialista cubano, que no pueden dejar pasar las ciencias sociales.
En nuestra opinión, las investigaciones en la esfera de la cultura han producido avances que han sido el resultado de la creación de una base institucional para la investigación especializada y la gradual calificación de su potencial científico.
Estas investigaciones han estado marcadas por una gran parcialidad o sectorialización, muy atenidas a cada una de las manifestaciones artísticas, la plástica, la música u otras. Han faltado enfoques desde la totalidad, desde la integralidad de la cultura. Es por eso que no disponemos de estudios suficientes sobre los procesos culturales que han tenido lugar en nuestro país. Esa característica tiene que ver con la diversidad de ámbitos o escenarios que tiene la investigación. Esto, unido a las peculiaridades de cada una de las manifestaciones artísticas, que determinan o dificultan el necesario proceso de integración que debemos lograr.
En ocasiones los proyectos de investigación no están encaminados debidamente a estudiar aquellas cuestiones que requieren una mayor profundización científica a los efectos de contribuir a perfeccionar la proyección de la política cultural o la dirección institucional.
Aún no se ha logrado una correcta vinculación entre los resultados que se han obtenido en el campo de las investigaciones culturales y su aprovechamiento en la práctica social. Muchos científicos se quejan de que sus propuestas, sus resultados de investigación no se han aplicado por el resto de las instituciones. Las ciencias sociales están todavía muy distantes que otros campos en la aplicación. A veces se trata de una coincidencia con la política que se decide; o si realmente se puede asumir que ese conocimiento objetivo es el fundamento orgánico de las estrategias de políticas en curso o de la toma de decisiones en términos generales.
La madurez de las ciencias sociales en Cuba se producirá en la medida en que estas sean capaces de colocar la propia sociedad cubana en su centro. De aquí que existe la necesidad de articular las ciencias sociales con el sistema político.
No debe haber divorcio entre ciencia social y política. El deber del científico social es ir en busca de la verdad. La diversidad teórica es una fortaleza y no una debilidad en cualquier disciplina. Por lo que consideramos que la ciencia social tiene un compromiso con la sociedad de encontrar esa verdad, pero también la responsabilidad de dar a conocer ese resultado. Naturalmente, cada científico social es un resultado de las influencias políticas que se ejercen sobre él. Deben ser intransigentes en la búsqueda de la verdad y ejercer el derecho a reproducirla, aunque sea una verdad difícil. A la política lo que le debe interesar es que esa verdad se encuentre, aunque sea una verdad difícil, o que pueda contradecir algunos elementos políticos.
Precisamente en el modelo cubano lo que se espera es una capacidad de solución de problemas económicos y sociales. En términos de formación de recursos y de identificación de prioridades, ha habido efectividad, y que el estrangulamiento está en que ello no se revierte, en la misma medida, en la solución de problemas y creación de nuevos recursos.
Pensamos que no solo se trata de que las ciencias sociales sean mucho más necesarias para la Cuba actual que para la anterior, sino que se inscriben dentro del sistema de la cultura en mucha mayor medida que en épocas anteriores.
La ciencia y la producción científica forman parte del acervo cultural de un pueblo y de su identidad y desempeñan un papel importantísimo en la configuración del pensamiento y la subjetividad.
La ciencia no puede desarrollarse a partir de disciplinas separadas, sino que debe ser una ciencia multidisciplinaria. Señala Raimundo Franco(10) que "las direcciones principales de desarrollo van estar en la integración de las ciencias sociales con las ciencias naturales y en la interpretación, sobre esa base nueva, de los procesos sociales"(11).
Vemos, por otra parte, que cuando se asocia una necesidad de revisión general del concepto de desarrollo, de adaptarlo a las condiciones nacionales, se habla entonces de identidad nacional; porque si el desarrollo no es sobre la base de nuestras raíces y tradiciones culturales, de nuestra propia visión de lo bueno y lo malo, de nuestro sistema de valores históricos, que han sedimentado una nacionalidad, difícilmente se pueda hacer viable un modelo. Por lo que aquí se pone de relieve una importante vinculación entre la cultura artística y literaria, en su acepción tradicional y la concepción científica del mundo y del desarrollo. De ahí que debamos construir de acuerdo con nuestras necesidades.
Consideramos que tenemos un desafío y una oportunidad de desarrollo en nuestra producción científica y es la comprensión de la complejidad en toda su dimensión, en lo social, en el movimiento y en el cambio.
Además, en nuestra opinión, un aporte cultural que la ciencia en Cuba puede hacer a la cultura y la identidad cultural en general, es la de fortalecer la capacidad autotransformativa y de aprendizaje, de adaptación, de renovación y de innovación de los sistemas sociales y de las colectividades humanas.
Se ha establecido una dicotomía entre cultura y ciencia. Esta se ha ido acentuando porque pertenecen a ministerios diferentes, por la organización de la sociedad y por las concepciones. Se considera a los literatos y los artistas legítimamente intelectuales. Los investigadores, los científicos no parecen ser intelectuales en la visión predominante en el país. Esta dicotomía llega hasta el pensamiento de los propios intelectuales que pertenecen a la esfera de la cultura. Para acabar con esta dificultad, deben hablar todos los intelectuales sobre esta dicotomía en cualquier foro, crear debates, etc.
El arte, la producción intangible creativa o intelectual es resultado de la mediación del discurso y el sujeto, de las luchas de poder de un sistema que busca su cumplimiento. Es necesario abrir nuestros ojos a la visión crítica de las cosas, en la cual el arte y el esfuerzo creativo, tienen mucho que enseñarnos. Por esas razones y otras más, se llama a la tarea creativa a ser parte de este proceso como acción y campo de implementación de las nuevas discusiones.
Es necesario asignar proyectos, capaces de devolver al hombre su condición de ser creativo y emocional más allá de las visiones materiales y numéricas, recordar el papel del sujeto como fin y no como medio que permitan que el hombre en realidad sea "el medio y el objetivo del desarrollo". El valor de la labor creativa es de inmensa cuantía ya que es el resultado de hombres y mujeres no solo receptores de dispositivos sino creadores de alternativas en el mundo social.
Conclusiones
La necesidad de comprensión del desarrollo a partir de la complejidad en toda su dimensión, en lo social, en el movimiento y en el cambio.
La ciencia no puede desarrollarse a partir de disciplinas separadas, sino que debe ser una ciencia multidisciplinaria. Las direcciones principales de desarrollo van estar en la integración de las ciencias sociales con las ciencias naturales y en la interpretación, sobre esa base nueva, de los procesos sociales.
Un aporte cultural que la ciencia en Cuba puede hacer a la cultura y la identidad cultural en general, es la de fortalecer la capacidad autotransformativa y de aprendizaje, de adaptación, de renovación y de innovación de los sistemas sociales y de las colectividades humanas.
La madurez de las ciencias sociales en Cuba se producirá en la medida en que estas sean capaces de colocar la propia sociedad cubana en su centro. De aquí que existe la necesidad de articular las ciencias sociales con el sistema político.
Es necesario abrir nuestros ojos a la visión crítica de las cosas, en la cual el arte y el esfuerzo creativo, tienen mucho que enseñarnos.
Autor:
Prof. Asist. Alicia Prohenza Puebla
Prof. Asist. Niurka Tamayo Cabrales
Prof. Asist. Leticia García Rosabal.
Prof. Instruc. Nelifer Veloz Malcolm.
UNIVERSIDAD DE GRANMA
Filial Universitaria
Bartolomé Masó Márquez
ARTÍCULO
2011
"Año 53 de la Revolución"