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Aporte de la Iglesia Venezolana a la Educación (página 2)

Enviado por Edgar Tovar


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La educación tiene como objetivo "la formación de la persona humana en la búsqueda de su fin último y del bien de las sociedades" (GE 1). Debe responder a la aspiración de los seres humanos a realizarse biológica, intelectual, volitiva, afectiva, cultural y socialmente, según su dignidad esencial de seres espirituales y libres, creados a imagen y semejanza de Dios Padre (Cf. Gn 1,26-27; GE 1; DP 1024-1025). Las condiciones para que se respete este derecho inalienable de los seres humanos incluyen una adecuación de los contenidos y metodologías a las características de edad, carácter, sexo del propio educando, y una explícita referencia a su contexto social, histórico y cultural.

La educación es un derecho inalienable de "todos los seres humanos, de cualquier raza, condición y edad." (GE 1) y debe ser una oportunidad para todos, sin más diferencia que la de privilegiar, siguiendo el ejemplo de Jesús, la atención a los más necesitados.

La educación debe propiciar y facilitar el diálogo intercultural, como mecanismo capaz de crear un clima favorable que ayude a vivir la࠰luriculturalidad, en la construcción de un proyecto común de sociedad y de un país que se reconoce a sí mismo como pluriétnico y multicultural (Cf. PPEV 11)1.

La educación tiene un carácter activo y transformador, y debe ayudar a la persona a tomar conciencia de la realidad en que se desarrolla su vida para transformarla. La educación está destinada a humanizar y, por ello, a transformar la realidad en que vive, o, como dice Pablo VI, a "crecer en humanidad" (PP 15.16.18) y que esté abierta a las relaciones fraternas con otros a fin de fomentar en la tierra la verdadera unidad y la paz (Cf. GE, cap. VII).

Los educadores católicos, como miembros de la Iglesia que son, están llamados a ofrecer el proyecto de Jesús como un estilo de vida humanizador y liberador, a través de todo su desempeño profesional y ejemplo de vida (Cf. LCE 19).

̡ࠠ Iglesia desde siempre ha sostenido que todos los bautizados tienen derecho a una educación cristiana. Esto no se reduce a una mera maduración de la persona humana, sino también a la meta de permitir al bautizado el hacerse más consciente del don de la fe que ha recibido, y aprender, además, cómo rendir culto a Dios y conformar su vida personal según el hombre nuevo creado en la justicia y la santidad de la verdad (Cf. GE 1) y formar personas comprometidas con el entorno desde una opción de fe, como ciudadanos y como creyentes.

La misión profética de la Iglesia de anunciar y denunciar debe velar por que se mantengan principios fundamentales de la educación, tales como: libertad, solidaridad, democracia respetuosa de las diferentes culturas existentes, educación en valores, trascendencia y espiritualidad.

La relevancia que ha alcanzado la presencia del laico en la escuela, ha permitido a la Iglesia redescubrir el valor de la vocación docente como un campo muy propicio para el apostolado de los laicos (Cf. GE 5; EN 70). Ellos, a través de la profesión docente, prestan un servicio importante en ámbitos donde se da el diálogo entre cultura, fe y vida. La presencia de los laicos en las escuelas públicas es una plataforma que hace posible la presencia de la Iglesia en este espacio educativo público y a la que debemos prestar atención y apoyo (Cf. LEC 9 y 48).

Misión de la Iglesia en la educación

La pastoral educativa tiene entre sus tareas organizar las diferentes intervenciones formativas en los diversos niveles y modalidades del sistema educativo venezolano, tanto en centros de educación formal como de educación alternativa. Desde esta óptica, la educación religiosa escolar representa una plataforma conveniente y necesaria para fortalecer la educación integral de la persona y fortalecer valores personales, familiares, democráticos… a la luz de los principios evangélicos.

La escuela católica constituye un espacio privilegiado de la acción evangelizadora y liberadora de la Iglesia (Cf. LEC 9). En su dimensión evangelizadora, la escuela católica asume el misterio de Cristo, como camino, verdad, y vida que ilumina la comprensión de la vida personal y del mundo (Cf. Jn 14,4-7). Con Cristo como centro, el proyecto educativo católico encuentra la manera de ser fiel a la esencia de los valores de la vida humana, integrando los contenidos de la verdad científica y la iluminación evangélica, las virtudes humanas y las virtudes cristianas, en un programa que profundiza en el dominio de los saberes como camino para la madurez de la inteligencia y de la conciencia moral (Cf. LEC 34-36).

Es nota distintiva de la escuela católica crear en la comunidad escolar un ambiente animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad, ayudar a los niños y adolescentes para que, junto al desarrollo de la propia persona, crezcan según la nueva criatura en que por el Bautismo han sido hechos, y ordenar toda la cultura humana según el mensaje de la salvación, de manera que el conocimiento que gradualmente van adquiriendo del mundo, de la vida y de la persona, quede iluminado por la fe (Cf. GE 8). La escuela católica trata de convertirse en espacioࠤe encuentro, lugar de salvación, donde se experimenta la ciudadanía nueva y la fraternidad.

La fidelidad al Evangelio de Jesús y los fundamentos de una auténtica cosmovisión cristiana, son recursos que la escuela católica debe convertir en iluminación al pensamiento pedagógico y a la práctica docente. Son asuntos que necesitan ser examinados desde una perspectiva de la trascendencia y el espíritu (Cf. GS 15- 18).

El Programa ERE está llamado a desarrollar esta posibilidad en las dos primeras etapas de la escuela básica y requiere de los docentes gran capacidad de entrega, de diálogo, de iniciativa y creatividad. Es campo abierto para la colaboración con la pastoral juvenil, catequética y familiar, tanto para elaborar planes de acción como para la preparación de los mismos educadores.

La coherencia que reclama el discurso de la justicia y la solidaridad, hace insoslayable respuestas urgentes a los millones de jóvenes para quienes el sistema escolar ya no puede ofrecer alternativas de capacitación y formación. Es la opción preferencial por los más pobres, que el amor fraterno de la Iglesia señala como área prioritaria de atención. Deben ser respuestas que atiendan de manera integral a los distintos componentes de la problemática, reconociendo también que se trata de personas que no sólo necesitan capacitación técnica, sino educación para la autonomía personal y la autoestima; para el amor como donación de sí; en la fe para comprender la trascendencia, y en el valor espiritual de la vida, como don de Dios.

La universidad, por los recursos intelectuales que concentra, por la objetividad mental que inculca y por el clima de libertad para la investigación, es el sitio ideal para el diálogo permanente entre el saber cristiano y las ciencias, la técnica y la cultura en general, es decir para una relación y diálogo entre la fe y la cultura (Cf. LCE 29).

Desafíos

Este conjunto de realidades y orientaciones presenta a la Iglesia en Venezuela unos desafíos que debe asumir y a los que debe dar respuesta mediante precisas orientaciones:

Desafío 1: Toma de conciencia de que la educación es tarea de todos. La desorientación que sufren muchas personas, familias y diferentes instituciones de la sociedad con incumbencias en el campo de la educación, y el progresivo abandono de la responsabilidad educativa que evidencian muchas de ellas, exigen a la Iglesia: despertar la conciencia de personas e instituciones para que asuman su misión educadora; comprometerse en la recuperación moral de la gente; y proponer con vigor valores que respondan a la visión cristiana de la persona y de la sociedad.

Desafío 2: Renovación pastoral de la escuela. Las dificultades que encuentran los educandos para orientar su vida según los valores del Evangelio, y los límites que presentan muchas escuelas en su acción evangelizadora, le exigen a la Iglesia: desarrollar una propuesta pastoral que responda a los desafíos de la educación integral, animada por el espíritu evangélico de caridad, y que favorezca iniciativas que estimulen el crecimiento en la fe, el compromiso con la transformación de la sociedad y la construcción del Reino de Dios.

Desafío 3: Revalorización de la vocación docente. La poca valoración que hace la sociedad de la profesión docente, y ante la existencia de educadores que no viven su profesión con auténtica mística y dedicación, a la Iglesia se le exige: comprometerse en enfocar sus esfuerzos hacia la dignificación de la profesión; promover su profesionalización e idoneidad académica y moral; reforzar la mística vocacional y solicitar de los docentes una esmerada dedicación a su misión.

Desafío 4: Articulación de esfuerzos. La débil interrelación de las organizaciones educativas de la Iglesia entre sí y con otras instancias pastorales, impone a la Iglesia la exigencia de aunar esfuerzos entre todos los actores educativos y procurar su articulación en una pastoral de conjunto.

Desafío 5: Ampliación de la educación alternativa. El cuadro de exclusión social y económica que padecen muchas personas, así como la ineludible tarea de educar para el trabajo que tiene nuestra sociedad, exigen a la Iglesia: el reto de llamar la atención a la sociedad sobre dicha situación; multiplicar y fortalecer obras para la atención integral de los excluidos; afianzar servicios para la capacitación laboral; y articular su acción con otras instituciones que persiguen la misma finalidad.

Desafío 6: Fortalecimiento de la educación religiosa y del programa ERE 121. La apertura que ofrece el país a la educación religiosa y las posibilidades y debilidades que evidencia el programa ERE, exigen a la Iglesia profundizar su dedicación a la educación religiosa en las escuelas, ampliar y fortalecer el programa ERE mejorando su calidad y promoviendo formas alternativas derealización que lo hagan más efectivo.

Desafío 7: Renovación de la pastoral universitaria. La orientación positivista y materialista con descuido de una sensibilización ética y social del mundo universitario, aunada a la débil actuación de la Iglesia en él, le exige hacer presente el mensaje del Evangelio en la educación superior, con una pastoral universitaria renovada, e impulsar la articulación de las instituciones católicas dedicadas a ella.

Conclusiones

La Iglesia ha demostrado conciencia de su vocación educadora en las diferentesࠦacetas de su misión, ha mantenido entre sus prioridades࠰astorales la atención a obras educativas y ha dedicado numerosos esfuerzos a la educación alternativa. En general se mantienen las obras, con tendencia a sustituir personal religioso por personal laico más o menos comprometido con el papel evangelizador de las escuelas católicas. Muchos laicos asumen esta realidad como expresión de su vocación, lo que permite la continuidad de las instituciones con el mismo espíritu y objetivos.

El Estado, como representación jurídica de la sociedad, tiene como prioridad establecer las políticas para garantizar la educación de todos. La garantía de este derecho humano está por encima de toda parcialidad ideológica. Ni el Estado, ni alguna otra instancia de la sociedad, bajo pretexto de cumplir sus responsabilidades educativas, deberán sobreponer sus propios intereses a los que están esencialmente vinculados a la naturaleza de la persona humana como la dignidad, la libertad de conciencia, la autonomía personal, la solidaridad fraterna, el sentido de trascendencia que ayude a descubrir la vida de la fe y sus dones .

La sociedad está llamada a jugar un papel importante en el proceso educativo. Corresponden a la sociedad obligaciones y derechos en cuanto que "es ella la que debe ordenar todo lo que requiere para el bien común. Entre sus obligaciones está el proveer a la educación de la juventud de diversos modos…". Es tarea de la Iglesia "estimular la comunidad civil en todos sus sectores (…) a fin de que asuma sus responsabilidades educativas y logre transformarse, junto con sus instituciones y recursos, en una auténtica ciudad educativa".

Fuente electrónica

1.- http://www.unica.edu.ve/cpv/index.php?option=com_content&view=article&id=34:la-iglesia-y-la-educacion&catid=1&Itemid=113

 

 

 

Autor:

Edgar Tovar

tovarcanelo[arroba]hotmail.com

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