El cine como promotor de la cultura. Un acercamiento al cine cubano (página 3)
Enviado por Percida Torres González
Pronto Pineda y todo su equipo pudieron paladear el Premio Goya de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España, en 1990; la categoría de aspirante al Oscar a Mejor Película Extranjera, en 1991; el Premio Mano de Bronce en el Festival Latino de New York, 1991; el Premio Pitirre en el Festival Cinemafest de San Juan, Puerto Rico, 1991; los de mejor filme y mención especial a Beatriz Valdés en Troia, Portugal (1990); los Premios Caracol de dirección, fotografía, sonido, edición, diseño de vestuario y escenografía, actuación femenina en el VII Festival de la UNEAC, La Habana (1990); el Premio a la mejor película concedido por la Universidad de La Habana (1990), y premio El Mégano de la Federación de Cine Clubes de Cuba, La Habana (1991).
Desde la fecha en que se estrenó, un 31 de diciembre por cierto, imponiendo un récord de taquilla en los días siguientes; y en tiempos recientes, cuando fue exhibida por la televisión y acaparó la teleaudiencia, la cinta ha demostrado un producto de alta efectividad comunicativa. Si a esto se añade que ha gustado en diferentes latitudes, probada ante públicos diversos, se comprende mejor esa singularidad de atracción que posee.
SUITE HABANA (2003), de Fernando Pérez
Formalmente "Suite Habana" prolonga y deja a una mayor altura el ánimo de concederle mayor complejidad a la escritura fílmica de su autor. Otras veces Fernando Pérez ha confesado que es con el pensamiento visual donde más cómodo se siente. Todas sus películas, en efecto, cuentan (complicidad de Raúl Pérez Ureta por medio) con un altísimo grado de elaboración escénica: "Madagascar" era el retrato precioso (aunque amargo) de una generación que vio cómo de pronto se derrumbaban muros reales y simbólicos, y en ese giro traumático enfatizaba el trabajo con los interiores, los espacios cerrados carentes de luces en el horizonte; "La vida es silbar".
En cambio, propuso repensar aquella circunstancia y favoreció el tratamiento de las grandes zonas. "Suite Habana" intenta ahora equilibrar ambos puntos de vista, y en ese empeño utiliza por igual los encuadres de grandes dimensiones y los planos de rigurosos detalles. Si la composición de "Madagascar" le debía a Magritte una buena parte de su referente visual, la de "Suite Habana" pregona con igual gratitud la influencia del norteamericano Edward Hooper, pintor que revolucionara el estilo realista norteamericano con sus figuraciones en torno al aislamiento humano, la soledad y la melancolía.
"Suite Habana" corría el riesgo de convertirse en una pasarela interminable de instantes con escaso peso específico y, en cambio, al final ha resultado ser una de nuestras más dramáticas representaciones en torno al rasgo efímero, y al mismo tiempo perdurable, de la existencia humana. En tal sentido, puede decirse que "Suite Habana" supo captar los progresos de la última narrativa audiovisual (ya sea en el contexto documental o festivo).
Por otra parte, este filme tiene una verdadera autoría coral, pues si importante ha sido el montaje de Julia Yip en la construcción de ese sentido íntimo del relato, mucho menos puede perderse de vista el imponente trabajo desplegado por Edesio Alejandro (que colabora nuevamente con Fernando Pérez) en el diseño de la banda sonora. De Edesio ya sabíamos que había aportado al cine nacional algunas de sus partituras más memorables, pero lo que ha logrado en "Suite Habana" es de una maestría sin precedentes.
MADAGASCAR (1994), de Fernando Pérez.
Fernando Pérez llegó relativamente tarde al terreno de la ficción. A principios de los ochenta, el cine cubano había accedido a una nueva etapa de su existencia. Varios realizadores provenientes del documental fueron promovidos a la dirección de largometrajes, y se le conoció como "la nueva generación de cineastas cubanos", aunque ya todos atesoraban una larga experiencia en el giro. Fernando Pérez, por ejemplo, remonta el inicio de su vínculo con el ICAIC al año 1962, cuando se desempeñara como asistente de producción en "Para quién baila La Habana" de Vladimir Cech, tarea que repetiría a las órdenes de Tomás Gutiérrez Alea (Una pelea cubana contra los demonios/ 1971), Manuel Octavio Gómez (Ustedes tienen la palabra/ 1973), y Sergio Giral (El otro Francisco/ 1974), antes de realizar junto a Jesús Díaz "Puerto Rico" (1975), su primer documental.
El debut de Fernando Pérez en la ficción con "Clandestinos" en 1987 (es el último de su generación en estrenar), ocurre en un período en el cual en el cine cubano primaba la tendencia de la comunicación transparente con el público, a través de filmes con estructuras claras, cómodas para la lectura de cualquier espectador (Los pájaros tirándole a la escopeta/ 1983, de Rolando Díaz o Vals de la Habana Vieja/ 1984, de Luis Felipe Bernaza, entre otros). "Hello, Hemingway", sin embargo, llega un poco después de "Papeles secundarios" (1989) de Orlando Rojas, filme preconizador de la estética de rupturas que a partir de entonces se haría natural dentro del cine cubano.
Y aunque el intimismo del relato, el culto a la belleza contenida, el código más bien minimalista pudiera hacer pensar en una frialdad que nada tiene que ver con los aires transgresores que se avizoraban, es posible descubrir una prolongación del interés primario de Fernando en su carrera: su deseo de estudiar la cubanidad (esa esencia inatrapable, pero evidente) en lo cotidiano y desde la perspectiva del margen.
Quizás sea por ello que en los filmes de Fernando Pérez, los sueños (reales y/o metafóricos) parezcan desempeñar el principal rol dramático, al integrarse al discurso a manera de refugio emocional que estimula la liberación de los personajes. En "Madagascar", Laura, su protagonista, una prestigiosa profesora universitaria, describe de este modo su conflicto: "El problema es que duermo, doctor. Duermo y sueño. Pero sueño con la realidad exacta de todos los días. Los que otros viven durante doce horas yo lo vivo veinticuatro.
El hecho de que Fernando nos proponga fábulas donde el Mal apenas alcance a obtener alguna configuración concreta (en su cine, a excepción de "Clandestinos", creo, no hay villanos), y el malestar de los protagonistas parezca provenir de la atmósfera o el más allá y no de individuos específicos, puede interpretarse como un gesto generoso y altruista, pero también peligrosamente simplificador, en tanto sugiere que los conflictos tienen su origen más allá de los propios seres humanos.
Como consecuencia de esta interpretación maniquea, y a todas luces reductoras del arte, he escuchado el parecer de algunos que acusan a "Madagascar", "La vida es silbar" y "Suite Habana" de ser filmes sombríos, cuando en realidad, si algo se les pudiera objetar a estas películas es precisamente su tendencia a construir personajes impecablemente positivos, destinados a triunfar más allá de cualquier circunstancia adversa, con lo cual se pierde de vista la esencia trágica de la vida para transferir el origen y solución de los conflictos humanos a lo meramente circunstancial o a la Providencia.
El tono del filme es casi todo el tiempo dolorosamente introspectivo, y será por eso que casi al final, la madre no puede evitar la siguiente confesión: "Ahora resulta que hay cosas que no sé si soñé o si viví realmente. A veces tengo que registrarme los bolsillos para buscar algún detalle. Una prueba. Algo que me indique si esto o aquello pasó o no. Ya no sé nada. Perdí la brújula, la vela, los remos, y no aparece tierra a la vista".
JORGE PUCHEUX SOBRE "LA PRIMERA CARGA AL MACHETE"
Leyendo hace unos días un artículo en Internet de Jaisy Izquierdo sobre el filme "La Primera carga al Machete", de Manuel Octavio Gómez, donde expresa – "Dicen que recordar es volver a vivir, quizá porque la añoranza y el cariño a experiencias pasadas es capaz de devolverle la intensidad y la frescura que el tiempo, implacable, marchita. Al menos este fue el sabor que pude percibir cuando, por esos pretextos que nos regala el calendario mismo, se reunieron para «recordar» un grupo de aquellos que, junto a Manuel Octavio Gómez hace 40 años, se empeñaron en realizar "La primera carga al machete"
Una vez terminado el guión pasamos a la segunda etapa en las cuales iniciamos una batería de Test de Imágenes, ya en función de ideas concretas. Jorge sabía que lo que él había hecho en "LUCÍA" en la fotografía, al contrastar algunas escenas y planos a partir del uso directo del Negativo original con un material cuyo uso no era para eso, ya no lo debía repetir, pues estaba poniendo en riesgo la filmación misma.
Solarización, un término muy fácil de escribir y de decir, pero de realizar, al menos en el año de 1968, bien cañón. Para que se pueda comprender de qué se trata, basta decir que es cuando uno logra que la imagen esté en el justo medio entre un negativo y un positivo. En un cuarto oscuro, un buen fotógrafo lo puede realizar, encendiendo la luz durante un instante mientras está revelando el negativo, logrando así imágenes realmente estupendas, interesantes, creativas, pero ¿cómo lograrlo dentro de un proceso industrial?
Lo genial fue que de tantas pruebas, de tantos meses metidos hasta lo último en los Laboratorios y en la Truca (es importante decir que durante aquellos años, solo Santiago Álvarez había podido prácticamente poner en función de sus filmes la instalación completa de los Laboratorios de Cubanacán) rápidamente nos vino a la mente la genial idea de colocar en Truca, al mismo tiempo, simultáneamente, como un emparedado, los mismos planos, solo que en una cinta las imágenes estarían en negativo y en la otra en positivo, pero con mucho más contraste. De esta manera las copiaríamos en un nuevo negativo, pero de alto contraste, la mezcla de ambas cintas.
"La primera carga al machete" fue para mí y para otros amigos una verdadera escuela. Ahora "ya casi" si está completo el artículo de Jaisy Izquierdo, aunque pudieran existir todavía otras historias pendientes de ser contadas.
Jorge Pucheux. "LUCÍA", SU PRIMER CUENTO TIENE HOY DÍA UN BUEN PLUS.
LUCÍA es hoy un clásico, nadie lo duda, es un gran filme, solo que hoy tiene un Plus: el haber dejado para la historia, en bellas imágenes, cómo era aquella casona. Hoy ya no existe. Nadie se ocupó de repararla, de seguir brindándole vida. La casa murió lentamente; pasó de edificio majestuoso a ser un solar, para terminar en Ruinas. Gracias a LUCÍA podremos saber de ella. Ese es el Plus del que hablo.
JORGE PUCHEUX SOBRE UNA SECUENCIA CLAVE DE "MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO"
A propósito del post anterior, donde sugiero la necesidad de priorizar una Historia del cine cubano que indague en su génesis técnica, complementando esa otra Historia que hasta el instante ha prevalecido ("la Historia de las películas en mí (en el crítico), no en sí"), recibo esta excelente colaboración del cineasta Jorge Pucheux, comentando su participación creativa en una secuencia ya mítica de "Memorias del subdesarrollo".
A todos se nos queda en la memoria, imágenes y sonidos de un filme, cada vez que este termina. Hay planos, escenas, secuencias que nunca se olvidan y en este caso, en "Memorias del subdesarrollo" siempre recordaré dos secuencias específicas: la escena en la playa de un filme ya clásico del cine mundial, donde se le editó y montó el siguiente texto: " LOS MISMOS GESTOS, LAS MISMAS PALABRAS LOS MISMOS GESTOS, LAS MISMAS PALABRAS" y la secuencia de la Plaza de la Revolución , donde Sergio a partir de un gran ZOOM se comienza a desaparecer en el grano mismo del material fotográfico.
La propuesta era muy simple imaginárnosla, pero llevarla a la práctica sí resultaba algo bien complejo, pues para acometer su ejecución era necesario, además de días de pruebas, casi paralizar el Laboratorio de Cubanacán y ponerlo en función nuestra. La locura era lograr un viaje a la semilla, o sea, un viaje al mismísimo grano de la película. Solo que la TRUCA, por muy novedosa que fuera (tecnológicamente hablando) en cuestiones de lograr infinidad de efectos visuales no se acercaba en su tiempo a lo que en la actualidad se logra mediante el uso de las computadoras en función del cine.
En definitiva, estábamos ante un gran reto tecnológico para aquel momento, pues en impresiones en papel fotográfico era más lógico poder acercarnos bastante, pero en el material de 35 mm y en movimiento, realmente era algo que ni pensarlo.
DIEZ FICCIONES Y DIEZ DOCUMENTALES DEL CINE CUBANO SUMERGIDO
En las entradas anteriores me he referido solo a las producciones del ICAIC, a propósito del cincuenta aniversario de la creación de ese Instituto. Pero como quiera que la encuesta convocada por la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica hable de la cinematografía nacional, es posible entonces dedicarle un capítulo a esas producciones que se han realizado más allá del ICAIC, en distintas épocas y espacios.
Llamo a esta producción "cine sumergido" porque pocas veces consiguen insertarse en los circuitos normales de exhibición. Y no me parece conveniente incluirlas en el mismo saco que "el cine oficial", debido a que razones de producción determinan de una manera obvia las diferencias: ¿tiene sentido establecer paralelos entre lo que podía hacer Humberto Solás con un gran presupuesto, y un estudiante del ISA que recién se gradúa?
Como en las ocasiones anteriores, el orden en que se mencionan los títulos es estrictamente cronológico.
Diez filmes de ficción:
ECOS (1987), de Tomás Piard. TE LLAMARÁS INOCENCIA (1988), de Teresa Ordoqui. EL ENCANTO DEL REGRESO (1989), de Emilio Oscar Alcalde. OSCUROS RINOCERONTES ENJAULADOS (1990), de Juan Carlos Cremata. SED (1991), de Enrique Álvarez. MOLINA"S CULPA (1992), de Jorge Molina. TALCO PARA LO NEGRO (1992), de Arturo Sotto. CHAO, SARAH (1993), de Marzel. VIDEO DE FAMILIA (2001), de Humberto Padrón. UTOPÍA (2004), de Arturo Infante.
Diez documentales:
PM (1961), de Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez Leal. LA ÉPOCA, EL ENCANTO Y FIN DE SIGLO (1999), de Juan Carlos Cremata. CUATRO HERMANAS (1999), de Rigoberto Jiménez. CAIDIJE, LA EXTENSA REALIDAD (2000), de Gustavo Pérez. LA CHIVICHANA (2000), de Waldo Ramírez. FUERA DE LIGA (2004), de Ian Padrón. TODAS ÍBAMOS A SER REINAS (2006), de Gustavo Pérez. MODEL TOWN (2006), de Laimir Fano. THE ILLUSION (2008), de Susana Barriga. EL CASO MAÑACH, RARA AVIS (2007), de Rolando Rosabal Perea. DIEZ DOCUMENTALES CUBANOS QUE ME HAN GUSTADO
Confieso que para mí un documental llega a ser trascendente, en la misma medida que invita a pensar más en la suerte de quienes aparecen en él, que en el documental mismo. Es lo que me acontece con estas diez películas que a continuación menciono.
"CICLÓN" (1963)/ D: Santiago Álvarez/ El director se las ingenia para convertir lo que pudo ser un simple reportaje, en un film dramático donde el dolor colectivo se humaniza, se hace real.
"NOW" (1965)/ D: Santiago Álvarez/ Las imágenes de los que por aquellas fechas resultaban excluidos del espacio público estadounidense. Para algunos, uno de los antecedentes más brillantes del "video clip".
"OCIEL DEL TOA" (1963)/ D: Nicolás Guillén Landrián/ Documental exquisito donde se combina la perfección de los encuadres con el carisma del protagonista.
"POR PRIMERA VEZ" (1967)/ D: Octavio Cortázar/ Ver a ese grupo de personas enfrentadas por primera vez al cine, tiene el raro encanto de devolvernos la imagen de una fascinación ya perdida.
"COFFEA ARÁBIGA" (1968)/ D: Nicolás Guillén Landrián/ Uno de los ejercicios del audiovisual cubano más irreverente que se haya realizado alguna vez. Ejemplo casi insuperable de independencia creativa.
"UNA ISLA PARA MIGUEL" (1968)/ D: Sara Gómez/ Dolorosa indagación en las motivaciones, sueños, frustraciones, de aquellos que no formaban parte del paradigma de "Hombre Nuevo". Verlo de conjunto con "La otra isla" (1968)
"79 PRIMAVERAS" (1969)/ D: Santiago Álvarez/ Acercamiento a la personalidad de Ho-Chi-Minh, pero sobre todo, a su presencia en el imaginario de su pueblo tras su muerte.
"VECINOS" (1985)/ D: Enrique Colina/ Mirada desenfada alrededor de ciertos hábitos de convivencia del cubano. El cineasta incorpora el humor a un género donde este elemento no abundaba.
"EL FANGUITO" (1990)/ D: Jorge Luis Sánchez/ Aproximación a una zona marginal de la sociedad habanera, que paradójicamente, se encuentra en el medio del Vedado.
"SUITE HABANA" (2003)/ D: Fernando Pérez / Uno de los mejores momentos del documental cubano, que regresa al lenguaje experimental, pero sin perder de vista la solidez de la historia. Una joya en casi todos los sentidos.
Autor:
MSc. Pércida Torres González
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