La educación sexual infantil en nuestra sociedad actual (página 2)
Enviado por RUBÉN ADRIÁN PISCONTE BARAHONA
Juegos sexuales de niños y niñas
Los preescolares son curiosos, y esta curiosidad se extiende a su propio cuerpo, que continúan explorando. La mayoría se masturba en uno u otro momento. También desarrollan curiosidad acerca del cuerpo de otros niños y de las diferencias ente niños y niñas. Como resultado, atisban el cuerpo de los otros para ver cómo son. Los juegos del doctor son un método para la exploración del cuerpo (Rice, 1997); si hay algo que es universal en los niños y niñas es que todos y todas juegan. Una forma que tienen los niños y niñas de expresar su sexualidad es a través del juego, este comportamiento característico en esta etapa del desarrollo y que los adultos observan le dan una interpretación sexual. Mientras que la motivación sexual es prevalente en la interpretación por los adultos, la verdadera motivación en los niños y niñas es la curiosidad. Ellos y ellas quieren saber y mayormente lo que hacen es dirigido a responder a preguntas que ellos y ellas tienen sobre sus cuerpos y sus funciones.
Una reacción típica en una sociedad como la nuestra que no es positiva a la sexualidad es de sentir "horror", "disgusto", "asco" al juego sexual en los niños y niñas. Esa respuesta al juego sexual de seguro va a acondicionar sentimientos de vergüenza, culpabilidad y confusión en los niños. Mientras más fuerte la respuesta negativa de los padres y madres, más profundamente será afectada la sexualidad de los hijos e hijas. Los padres deben reconocer que cierta exploración, atisbos y toqueteos son una conducta bastante común que resulta de la curiosidad infantil. La respuesta ideal sería que los padres y madres preguntaran sobre lo que los niños y niñas han "aprendido" y así tener una oportunidad de hablarles sobre la sexualidad (esto sería un buen inicio de la educación sexual por los padres y madres) y así asegurar que los niños y niñas han aprendido correctamente. También, la oportunidad sirve para hablar de otros temas relacionados al juego sexual que se observó.
La sociedad acepta menos los intereses sexuales de los niños durante la niñez intermedia, por lo que las actividades sexuales tiene lugar de manera mas cubierta que durante los años preescolares. La experimentación sexual no cesa o disminuye; de hecho, se hace mas frecuente. Los niños siguen fascinados con el sexo y con los hechos concernientes al desarrollo sexual, la reproducción humana y las relaciones sexuales. Lo delicioso acerca de los niños de edad escolar es que si se les da la oportunidad no les avergüenza hacer preguntas detalladas (Rice, 1997).
No todos los juegos sexuales de los niños y niñas son apropiados. Según Byer, Shainberg y Galliano Dimensions of Human Sexuality (1999), ciertos tipos de juegos deben ser intervenidos:
1. Actividad sexual entre niños que es forzada o dolorosa.
2. Actividad sexual dolorosa producida por el mismo niño o niña.
3. Actividad sexual oral-genital en los niños.
4. Intentos de tener coito mientras están desnudos.
5. La penetración de cualquier orificio, de cualquier objeto o dedos.
También se le puede añadir una sexta situación que sería:
6. El envolvimiento de niños de mayores edades con niños de menores edades. Según estos psicólogos, las actividades anteriores pudiesen ser evidencia de un historial de abuso sexual por algún adulto.
Juegos sexuales entre menores del mismo género
Muchas veces los padres y las madres se preocupan si notan que sus hijos varones tienen juegos sexuales con otros varones o si la hija tiene juegos sexuales con otras niñas. En realidad, este tipo de actividad es bastante común en niños y niñas ya que la oportunidad de estar solos o solas es más alta con un joven del mismo sexo. Los datos en el área de orientación sexual indican que no hay ninguna relación entre este tipo de actividad y la orientación sexual en la adultez.
Este tipo de juego provee la oportunidad para que los padres y las madres les hablen a los niños y niñas sobre lo que es orientación sexual y lo que es ser heterosexual, homosexual y bisexual. Esto es especialmente importante para los niños que están desarrollando una orientación homosexual, pues la sociedad no provee ningún modelo positivo para su desarrollo. Esta falta de modelos positivos lleva a muchos jóvenes a confundir, o hasta negar, su orientación sexual, causando problemas más adelante en el desarrollo sexual del joven o de la joven.
La educación sexual
La educación sexual en la niñez, sin excepción, parte del hogar. Las respuestas que puedan dar los padres a las preguntas o conductas sexuales de sus niños o niñas, sin lugar a dudas, están sin quererlo o concientemente, impartiendo educación sexual.
Medina (2001) manifiesta que la educación sexual es aquella parte del proceso educacional, que permite adquirir los conocimientos, desarrollar actitudes y valores para vivir la sexualidad positivamente, dentro de su época, cultura y sociedad. Considera que es un proceso diario, continuo, el cual debe basarse idealmente en tres principios fundamentales:
1. º Principio: De la Individualización. Consiste en reconocer que todos los seres humanos son diferentes y no sólo en el aspecto físico, sino también en lo psicológico y lo social. El ser humano es un ser único en todos los aspectos de su vida, también en lo sexual, sus necesidades se diferencian de una etapa a otra, de un medio a otro y de un individuo a otro. Esta individualidad debe ser respetada, siempre y cuando no dañe a otras personas.
2. º Principio: Respeto a la Dignidad Humana. Se debe reconocer que cada persona tiene sus propios valores y deben ser respetados sin imponer los de otros. Se debe trabajar por el respeto mutuo.
3. º Principio: Autodeterminación o Libre Determinación. La necesidad y el derecho que tienen todos a tomar sus propias decisiones en forma positiva y responsable, por lo cual se debe tener la información suficiente y precisa.
Olórtegui (1995) en su libro de psicología de la sexualidad analiza algunos conceptos científicos de renombrados estudiosos sobre educación sexual en la niñez para finalmente dar su punto de vista sobre el tema:
El Dr. Edwar Griggith afirma que la educación sexual. "Es aquella enseñanza que naturalmente varía conforme a la edad del niño, pero el principio básico es que el niño debe tener un conocimiento y una comprensión razonable de las funciones de su cuerpo y de sus funciones en relación con el cuerpo del sexo opuesto. Toda esta instrucción debe dársele antes de llegar el niño a la edad de la conciencia sexual, o sea, la pubertad".
Para Low Bárbara, el término "educación sexual" tiene dos significados distintos: uno que se refiere a la información dada al niño sobre los hechos físicos del sexo y su desarrollo, y otro, que se dirige a establecer normas de conducta sexual para el joven y la comunidad.
Pascual Lacroix, S.C.J., dice: "La educación sexual es una educación especial y especializada, como cualquier otra particular, intelectual, musical, comercial, etc.; pero, más importante que todas las demás, pues, no solamente forma parte integrante de la misma educación moral, sino que por su importancia constituye el mismo punto neurológico de la educación moral, que de la misma personalidad".
Los Drs. G. Lafora y M. Comas en sus opiniones corroboran las siguientes afirmaciones:
La educación sexual de la infancia no es más que un segmento o eslabón de una cadena de conocimientos ligados con problemas de conducta referentes a la vida sexual de las edades posteriores de la vida, la cual está sometida fundamentalmente a un sistema de ideas morales, a una filosofía y a una ética.
La educación sexual de la infancia tiende a descubrir paulatinamente el misterio de lo desconocido cuando el niño empieza a interrogar sobre los misterios del origen de la vida, la reproducción y la sexualidad. Lo que los alemanes llaman "Le Sexuelle Aufkalaurung" como la revelación de lo sexual, no puede limitarse a la edad preescolar y escolar, en la que sólo se pretende prevenir al niño de las consecuencias funestas de una instrucción sexual imperfecta resultante de la mezcla de fantasías imaginativas y de informes absurdos de condiscípulos y gente ineducada. Precisa, por el contrario, continuar cíclicamente en las edades de la adolescencia y pubertad y, como es natural, debe estar orientada hacia una moral normativa de la conducta del adulto que no resulte en contradicción con las enseñanzas aclaratorias dadas en la infancia y pubertad".
"La educación sexual se refiere, en primer término, al problema de proporcionar al niño y a los adolescentes un conocimiento de la anatomía y de la fisiología sexuales, es decir, revelarles unas realidades que para ellos son misterios, que los preocupan y atormentan. Al propio tiempo se les debe hacer comprender que el instinto sexual, como todos los demás instintos, ha de ser colocado bajo la dependencia de la voluntad y de la razón; mejor aún, hacerles comprender que de instinto puramente animal hay que convertirlo en instinto humano. El primer problema es sobre todo científico, pero implica un fin moral; el segundo es esencialmente moral, pero supone una información científica" (Olórtegui, 1995).
Según la O.M.S. (2000) los programas de educación sexual deberían iniciarse tempranamente, ser específicos para cada edad y constituir una actividad continua de promoción de la salud durante los años escolares. Deberían empezar en la familia, con los niños en edad preescolar, y estar en conexión con la escuela. Durante los primeros años escolares la enseñanza debería centrarse en todos los aspectos del desarrollo sexual normal (biológico y psicológico), incluyendo las variaciones normales. Hacia los trece años de edad los niños deberían haber recibido toda la información necesaria sobre la sexualidad y la contracepción (hechos), a fin de evitar angustias innecesarias y embarazos no deseados durante los años de pubertad. Durante los años de adolescencia, el programa debería incluir información acerca de las variantes sexuales, como la homosexualidad y sobre las enfermedades de transmisión sexual, sus síntomas, sus consecuencias y su prevención, debiéndose hacer hincapié en la preparación para la vida compartida, la vida familiar y la paternidad. El contenido específico del programa se debería determinar localmente a la vista de las circunstancias locales, las costumbres, etc., y debería estar aprobado y respaldado por la comunidad.
Para la psicología moderna la sexualidad es una dimensión, una parte de la persona que acompaña al ser humano desde su nacimiento hasta su muerte y que se vive y se manifiesta en cada momento de la vida de un modo diferente, producto de lo que hemos aprendido en nuestras relaciones con los demás (Agapito); por ello es importante que los padres tengan presente siempre que los niños y niñas son sexuales desde que nacen y se interesan mucho en la sexualidad pero dentro de su nivel de pensamiento, así mismo, cabe recalcar que la educación sexual incluye por necesidad una educación en valores morales. Es difícil dar consejos muy específicos a los padres y a las madres pues ellos y ellas tendrán que adaptar la educación según los valores morales familiares que tienen. Lo importante es que entiendan lo que se le diga a sus hijos e hijas van a continuar afectándolos/las por el resto de sus vidas.
Analizando, los apartados mencionados anteriormente, el tema de la educación sexual infantil en nuestro medio sigue siendo abordado inadecuadamente, se siguen cometiendo con la niñez de hoy errores parecidos a los de otras generaciones; está comprobado que la primera fuente de información sexual no las recibe por lo regular de sus padres o maestros, sino de sus compañeros, quienes responden desde su natural desconocimiento, produciéndose distorsiones y cadena de confusiones que se prolongará, a veces, a lo largo de toda la vida.
Las primeras inquietudes que siente un niño no las consulta por lo regular a sus padres o maestros por el temor al hablar del tema. La ansiedad que les produce a los padres hablar de sexo con sus hijos no es más que el reflejo de la angustia con que ellos mismos han vivido su propia sexualidad desde la infancia.
La educación sexual impartida por la escuela, cuando existe, acostumbra a llegar más tarde y se limitan a consideraciones anatómicas, fisiológicas y a lo sumo, moralizantes y no suelen referirse a los temas que preocupan de verdad al alumno; por otra parte los maestros, no sólo existe una falta de preparación y de medios, sino también un miedo justificado por la repulsa de sus propios padres.
Como se puede ver padres y maestros, son víctimas de unos condicionamientos difíciles de superar, por lo tanto, no es casualidad que todo esto se refleje en el aumento de las estadísticas de abuso sexual, incesto y problemas de la sexualidad en nuestro país.
La sexualidad es la expresión del ser humano como ser sexuado, en la que se conjugan factores biológicos, psicológicos y socioculturales. El ser humano es sexuado en su conjunto y no solamente en sus órganos genitales, con base en esto, se puede decir que la sexualidad permite: que las personas se comuniquen con los que le rodean; dar y obtener afecto y placer; y perpetuar la especie humana en el tiempo y en el espacio. Por esto es sumamente importante el desarrollo de una sexualidad saludable porque ésta constituye un atributo de la personalidad.
La enseñanza de la sexualidad resulta trascendente si se tiene en cuenta que, básicamente, se trata de algo aprendido y que actualmente necesita urgente solución, pues casi todo el mundo coincide en que la educación sexual proporcionada hasta ahora ha sido inadecuada e insuficiente.
La educación sexual infantil tiene como finalidad proporcionar información al niño o niña sobre conocimientos de la anatomía y del funcionamiento sexual, de lo que está permitido o no, según su edad y el contexto sociocultural, dirigiéndose a establecer normas de conducta sexual, en otras palabras, la formación de valores que regirán en el futuro el comportamiento del individuo; dicha educación debe estar basada en el conocimiento del desarrollo infantil, es decir, debe ser impartida en función del nivel cognoscitivo y moral del niño o niña, es por esto que la educación sexual requiere de un gran tacto y delicadeza, especialmente por parte de los padres, pues estos a la hora de impartir la educación deben hacerla orientada hacia una moral normativa de conducta acorde y/o consecuente al comportamiento y enseñanza de los padres y de la sociedad. Todo esto permite concluir que la educación sexual es parte del proceso de socialización del niño, que empieza en el hogar y que dicho proceso se extiende teniendo como influencia otros agentes socializadores importantes como la escuela y los medios de comunicación social, siendo urgente que los gobiernos afronten esta necesidad, se elaboren programas adecuados para desarrollar en las escuelas según las distintas edades, y que las personas destinadas a impartirlas sean competentes, bien preparadas y con las ideas bien claras, por esto es importante la labor de las Universidades en la formación de profesionales idóneos tanto en el área de la educación como de la salud en los aspectos que conciernen a la sexualidad.
Bibliografía
Agapito, R. (S.F.). Sexualidad Humana. Serie: Psicología. U.N.M.S.M. Lima: Editorial Isabel.
Byer, Shainberg y Galliano (1999). Dimensions of Human Sexuality.
Lacuor, M. (1980). Sexualidad de la infancia a la adolescencia. Buenos Aires. Editorial Glem. Segunda Edición.
Medina, A. (2001). Educación Sexual. Lima: Editorial San Marcos. Primera edición.
Olortegui, F. (1995). Psicología de la Sexualidad. Lima: Editorial San Marcos.
Organización Mundial de la Salud O.M.S. (2000). El Niño y el Adolescente en la Sociedad. Cuadros Estadísticos.
Pisconte, R. (2005). El Abuso Sexual Incestuoso en Menores de Edad. Teoría e Investigación en Psicología. Revista de la Facultad de Psicología – Lima: Universidad Ricardo Palma. Vol. 14. 156-170.
Rice, F. P. (1997). Desarrollo Humano: Estudio del Ciclo Vital. México: Editorial Prentice-Hall Hispanoamericana.
Autor:
Lic. Rubén A. Pisconte Barahona
Psicólogo de la División Médico Legal I de Rioja – Ministerio Público. Docente de la Universidad Nacional de San Martín
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