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Inmigración y literatura: novelas (página 2)


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Mempo Giardinelli nació en Resistencia, Chaco, en 1947. Fue distinguido con el Premio Rómulo Gallegos en 1993, por Santo Oficio de la Memoria (Buenos Aires, Seix Barral, 1991), novela a la que Carlos Fuentes se refiere como a una "saga migratoria tan hermosa, tan conmovedora, tan importante para estos tiempos de odio, racismo y xenofobia". La obra cuenta un siglo de historia privada, argentina y mundial, desde la llegada a nuestro país de Antonio Domeniconelle, su esposa y su primogénito, a fines del siglo XIX, quienes emigran porque eran "muy pobres. Muy pobres. Más pobres que toda la pobreza que hayas visto".

Dal Masetto es autor de Oscuramente fuerte es la vida (1990) y La tierra incomparable (1994), en las que evoca la vida de su madre, encarnada en un personaje literario. En la segunda, narra la visita de una emigrante a su pueblo, cuarenta años después. En una entrevista, aclara quién viajó: "En realidad, fui yo el que regresó. Allí se dio algo interesante desde el punto de vista del oficio: me propuse contarlo desde la visión de Agata y mi esfuerzo fue tratar de ver todo con los ojos de ella. Ese cambio de personalidad me obligaba a cierto tipo de asombro. Mi mamá -por ejemplo- nunca subió a un avión" .

Roberto Raschella evoca en Diálogos en los patios rojos y Si hubiéramos vivido aquí (Buenos Aires, Losada) la inmigración italiana. En un reportaje, el escritor afirma: "Viajé a Italia, el pueblo de mis antepasados, y al volver empecé a escribir la que fue mi segunda novela. La época anterior y posterior al viaje va a ser la base de mi tercera novela" .

María Teresa Andruetto es la autora de Stefano (Buenos Aires, Sudamericana, 2001), novela juvenil en la que relata la vida de un inmigrante, desde la extrema pobreza que vivía en su tierra, hasta que se establece en la Argentina y espera la llegada de su primer hijo. Stèfano se despide de su madre, viuda y sin màs hijos, quien no quiso acompañarlo en la aventura por el nuevo mundo. La partida es desgarradora para ambos, no obstante haber sido anunciada con años de anticipaciòn por el muchacho.

Griselda Gambaro escribió El mar que nos trajo (Buenos Aires, Norma, 2001) remitiéndose a sus vivencias: "En lo que respecta a Italia, acudí a mis propios recuerdos de los lugares que se mencionan: (…) Recordaba particularmente la isla de Elba, donde sucede el relato cuando se traslada a Italia. La había visitado hacía muchos años, conocido a los descendientes de Agostino, quienes me acompañaron al pueblo bajo cercano a la playa y al alto, sobre la cumbre de una colina, a ‘la playa de arena y piedras romas’ ".

Andrés Rivera es el autor de Guido (en Para ellos, el Paraìso, Buenos Aires, Alfaguara, 2002), en la que evoca la visión que en Italia se tenía de la Argentina. Quienes regresaban a Italia: "Contaban que había más vacas en una sola de las provincias argentinas que en todas las estrechas lenguas de tierra europeas conquistadas por las legiones romanas. Vacas y vacas y vacas. Y trigo, y más pan del que hubiera podido comer la familia desde los bisabuelos para acá. Había pan en esa tierra, decían, desde la creación del mundo" .

Españoles

María Rosa Lojo define a su novela Canción perdida en Buenos Aires al oeste (Buenos Aires, Torres Agüero Editor, 1987), como "la historia de una familia narrada a través de siete personajes, de siete voces: la voz central es la de Irene, que en sus treinta años rescata ese nudo de vidas que conforma sus propios orígenes, como quien canta una canción. Una canción perdida porque es la de la infancia y la adolescencia, la de la vida vivida tramada por el amor, la dicha, la desdicha, la enfermedad, la muerte, los extravíos y las recuperaciones que constituyen el tiempo irrestañable e incorruptible, como el agua fluyente, que la palabra, por un momento, crea la ilusión de retener" .

Rubén Benítez escribió una novela sobre la inmigración española, además de una biografía y algunos cuentos. En esa novela, La pradera de los asfódelos (Bahía Blanca, Siringa, 1989), plantea la pregunta acerca de lo trascendente: ¿Cuàl es la pradera de los asfòdelos? ¿Dònde podemos encontrarla? Algo debe permanecer en este agitado mundo, en medio de tanto caos. Quizàs lo trascendente sea la memoria y la misma sangre que, evolucionada o involucionada, aparece de generaciòn en generaciòn, en una aldeana española y en un universitario patagònico. La sangre es, en definitiva, lo que une a seres que ya no tienen nada en comùn, pues el progreso mal entendido los ha distanciado.

María Angélica Scotti evoca, en Diario de ilusiones y naufragios (Buenos Aires, Emecé, 1996), la vida de una inmigrante española, desde que viaja con su madre catalana y la pareja de la mujer, un italiano que conoce a bordo. "El primer recuerdo que me aparece es el viaje", dice la protagonista de la novela que mereció el premio Emecé 1995/6. "En verdad, es más lo que me contaron que lo que vi con mis propios ojos –continúa. No sólo porque era muy pequeña sino también porque hice la travesía encerrada en un camarote muy especial: viajé oculta bajo las faldas de mamita", porque "apenas zarpamos de Barcelona, mamita notó que yo tenía el cuerpo y las mejillas repletos de manchuelas coloradas. Ella ya había oído decir que a los enfermos los obligaban a bajar en el primer puerto, y por eso resolvió esconderme" .

Horacio Vázquez Rial es el autor de Frontera sur (Barcelona, Ediciones B, 1998). "Prostitutas, fantasmas, jugadores, gallos de riña, socialistas primitivos, héroes del trabajo, anarcosindicalistas o músicos que se cruzan en la vida de tres generaciones de emigrantes gallegos, van tejiendo la trama de Frontera sur y la historia de Buenos Aires, entre 1880 y 1935. José Díaz Ouro, que llega viudo y con un hijo a la capital argentina, que se enamora de una prostituta de alto vuelo y que recibe en su carrera ascendente la ayuda del espectro de un compadrito degollado, es protagonista de este relato épico, junto al alemán Hermann Frisch, portador de un bandoneón y de los principios de la organización obrera".

Guillermo Saccomanno recuerda en El buen dolor (Buenos Aires, Planeta, 1999), a su abuela gallega, la que le contaba cuentos de su tierra: Dijo en una entrevista: "A mi abuela le gustaba mucho escuchar y contar historias, y me hablaba de una parienta de ella, que entonces vivía enfrente de mi casa. En su aldea en España, esa mujer había tenido un hijo con el cura, y el chico se le había ahorcado a los treinta y tres años. Cuando yo tenía siete u ocho años, a la tardecita me cruzaba a la casa de esta otra gallega, que me contaba la historia de San Jorge y el dragón mientras me daba pan mojado en vino con azúcar". Narrador él mismo, Saccomanno fue distinguido con el Premio Nacional de Literatura correspondiente al año 2000 por su novela El buen dolor.

. Gloria Pampillo es la autora de Los gallegos, una novela inédita en la que evoca la inmigraciòn de sus mayores. En esa obra, Pampillo recuerda la voluntad de unión de los emigrantes de esa región: "Lo que van a hacer ahora es lo mismo que hizo mi abuelo cuando llegó a la Argentina en 1870. Van a agruparse en cofradías. Que esas cofradías formen un ejército o una Sociedad de Socorros Mutuos, poco importa. Lo que tienen en común es que lejos de la tierra, "da mía terra", como dijo una mujer en el seminario con un dolor que me volvió de barro el corazón, van a buscarse entre ellos".

María Guadalupe Henestrosa ganó en 2002 el V Premio Clarín de novela, con Las ingratas (Buenos Aires, Clarìn, 2002), novela en la que evoca la inmigración de cinco hermanas españolas y la hija de una de ellas. Seis gallegas, recién bajadas del barco, llegan a una pensión en la que la mayor se empleará como cocinera. Allí las asalta la nostalgia: "Esa noche entre esas paredes húmedas, escuchando las palabrotas que venían desde el patio, las chicas extrañaron la casa de piedra en las montañas. Por primera vez desde aquella madrugada cuando dejaron a su padre, Vicente, solito junto al fogón, se sintieron lejos de todo, perdidas, a merced de unas gentes desconocidas, con quién sabe qué costumbres. ¿Cómo encontrar el alma en una tierra donde todas las cosas tenían otro olor?".

Judíos

En Aventuras de Edmund Ziller (Buenos Aires, Editorial Abril, 1984), Pedro Orgambide presenta –ademàs de muchos inmigrantes de diferentes nacionalidades- a un narrador nieto de un ruso, quien afirma: "descubro que Ziller se parece de una manera cruel a mi propio abuelo, al pobre abuelo loco, al chiflado que vivìa en un triste y oscuro cuartito cercano a la terraza, donde, a los cinco años yo lo vi sin comprender la tempestad y el desgarramiento del exilio (…) oculto por la enfermedad y la locura del mundo que arrastra a los hombres lejos de su tierra, y que un dìa los devuelve, crèame, como las olas de la `playa".

El libro de los recuerdos (Buenos Aires, Sudamericana, 1992), de Ana María Shua, "es la novela de una familia argentina, con sus abuelos inmigrantes, hijos comerciantes y nietos atorrantes. Una sucesión de afectos y de envidias, de nacimientos y de penas, de matrimonios públicos y de amores prohibidos. Sin grandes escándalos, sin secretos horrendos ni crímenes brutales: con la cuota de humor, de fracaso y ternura que corresponde al país que, vaya uno a saber por qué, eligieron nuestros abuelos o sus padres para sufrir y gozar".

Es el patriarca de esta familia el abuelo que, en la juventud, debió empezar a llamarse Gedalia Rimetka, dejando de lado su nombre verdadero. En Polonia, donde comía papa todos los días, esperó escondido que falleciera algún paisano más o menos parecido para heredar su identidad, y poder así emigrar.

Gabriel Báñez se refiere en Virgen (Buenos Aires, Sudamericana, 1998) a la inmigración de un judío belga y su hija, quienes llegan a Ensenada en la década del 30. "La Ensenada mìtica de los años cuarenta es el escenario de la historia de amor entre un cura y una chica belga, judìa y milagrosa. Novela de la Anunciaciòn y el Descenso y poderosa convergencia de fuerzas narrativas, Virgen revela en un presente audaz –la escritura de las cartas que intercambian el protagonista y su amada- una memoria negada que nos avasalla y nos conmueve, vaticina el fin de los tiempos y devela el estigma polìtico de un secreto y su traiciòn: el del hijo del mariscal Tito de Yugoslavia y de Evita Broz".

Ricardo Feierstein es el autor de La logia del umbral (Buenos Aires, Galerna, 2001), novela sobre la inmigración judía a lo largo de cien años. En ella cuenta el proyecto de cuatro generaciones de una familia, que se propone llegar a caballo desde Moisesville, provincia de Santa Fe, mediante postas de dos jinetes por vez, con una caja de madera de cerezo que contiene tierra de la primera colonia judìa en la Argentina y ‘una mezuzà, estuche de hueso con un trozo de papel escrito con letras hebreas’, hasta la Plaza de Mayo, donde la enterraràn bajo la Piràmide.

Cuando el miembro màs joven de este grupo està por concretar la iniciativa de su familia y de èl mismo, al pasar frente a la AMIA, una terrible explosiòn lo "revolea por el aire. Todo se vuelve negro –rememora-, el rugido ensordecedor parece indicar que, con la oscuridad de un eclipse gigante, ha llegado el fin del mundo. En ese instante, cien años de vida familiar y comunitaria se atropellan para desfilar ante los ojos desorbitados de mi conciencia en fuga".

José Martín Weisz relata en …mientras los violines tocaban csárdás. Un viaje a Hungría (Buenos Aires, Milà, 2002), la historia de un judío húngaro que debió dejar su tierra, y el viaje que él realiza con su hijo, muchos años después. Martín "ha viajado con frecuencia a Europa debido a su trabajo, y en esos viajes siempre ha pensado en acercarse a Hungría, pero lo ha detenido el temor a enfrentarse por sí solo con el pasado de su familia. Lo ha asediado una irracional fantasía de que los nazis lo apresarían y lo harían jabón. (…) Quería ir a Hungría a visitar la tierra de sus ancestros, pero había llegado a la conclusión de que no podía hacer ese viaje solo, necesitaría de la compañía de su padre para realizarlo. No tanto la de su madre, que también era húngara, sino sólo la de su padre. Quería que fuese un viaje de hombres, de amigos, de compañeros, en esta excursión a ese pasado. (…) El paso siguiente era cómo convencer a este hombre de ochenta y cuatro años, que siempre había expresado su desprecio por ese país que no había dudado en apoyar al invasor nazi y que había colaborado para mandar tantos judíos a la muerte. No iba a ser fácil".

Irlandeses

Juan José Delaney evoca la inmigración irlandesa a partir de la protagonista de su novela, Moira Sullivan (Buenos Aires, Corregidor, 1999). En esa obra, el lenguaje, tan importante como factor sociabilizador, encarna una actitud de la protagonista. Ella nunca se interesó por aprender a comunicarse en castellano y esa negativa suya determina su relación con quienes la rodean. La anciana vive en su mundo y no quiere tener contacto con quien no pertenezca a él. Rechaza evidentemente toda forma de integración, y se repudio se patentiza en el aislamiento en el que se refugia. Aun cuando quisieran integrarse, el idioma era un serio problema para colectividades como la irlandesa; Delaney presenta dos paliativos para la incomunicación de los extranjeros: el cine mudo y el tango, por los que sienten gran afición .

Alemanes

En El viajero de Agartha (Buenos Aires, Emecè, 1989), de Abel Posse, el teniente coronel Walther Werner, de las fuerzas especiales nazis, intenta imaginar la ciudad en la que crece su hijo: "¿Cómo sería esa ciudad de Buenos Aires? Tengo referencias vagas, fotos vistas en un álbum de turismo. Imagino una ciudad de casas bajas, calles muy quietas, con avenidas largas y monótonas como las de ciertos barrios de Londres. Es un pueblo bastardo, pero casi blanco y amigo de Alemania".

Arabes

Jorge Isaac escribió Una ciudad junto al río (Buenos Aires, Marymar,1986), obra dedicada "a los inmigrantes árabes –sirios y libaneses- y, por natural extensiòn, a españoles, italianos, alemanes, judìos, suizos, rusos, polacos, yugoeslavos y de cuanto otro origen y procedencia màs, que se lanzaron un dìa por los riesgosos caminos del mar a la aventura de ‘hacer la Amèrica’ ". Partiendo de su propia etnìa, su mirada se vuelve abarcadora, hasta incluir a hombres llegados de tierras absolutamente diferentes.

Armenios

Memorias para no olvidar es la obra de Eduardo Bedrossian (Buenos Aires, Ediciòn del autor, 1998) que integra la trilogìa acerca de la Cuestiòn Armenia que èl escribiò en la dècada del 90. La preceden las biografìas Hayrig (Detràs del silencio de un millòn y medio de voces) y Hayrig II, en las que relata la vida de su padre, Hagop.

Las memorias se incian cuando los padres de Nersès, que poco antes cumpliò veintiùn años, deciden realizar, como le habìan prometido, el pedido de mano de una joven para que su hijo se case. La obra finaliza con el casamiento de esa pareja, unos meses despuès.

Esta historia ìntima sirve de marco para otra màs abarcadora: la de los armenios en la Argentina. Distintos personajes van narrando las circunstancias en que se realizò la inmigraciòn, las atrocidades que debieron padecer en manos de los turcos, la tortura, las violaciones de religiosas y alumnas, y muchos otros episodios que indignan al lector y han quedado grabados por siempre en la memoria de este pueblo bueno y sufrido.

Otros aspectos tambièn son descriptos: las comidas, la instrucciòn, la religiòn, el respeto a los padres y la consagraciòn a los hijos, los juegos con los que se entretenìan los armenios, sus visitas a la peluquerìa, al dentista, la llegada de un pariente al que hacìa años que no veìan… Hechos cotidianos que contribuyen a dar una imagen de una colectividad en un tiempo que pasò.

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La gesta propia o de un antepasado es el tema de estas novelas, en las que se refleja un proceso social que cambiaría la sociedad argentina. Son testimonios de un tiempo que marcó definitivamente nuestra historia.

 

 

Trabajo enviado por

Marìa Gonzàlez Rouco

Lic. En Letras UNBA, Periodista Profesional Matriculada

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