La realidad social, ámbito de la reproducción de la sumisión política, se nos manifiesta en forma caótica; un todo aparentemente desarticulado y desordenado. Al penetrar hasta la esencia de la mencionada realidad, descubrimos la inexistencia de tal caos social, apreciando un funcionamiento casi perfecto, de la mecanomegalia; la MAQUINA SOCIONEURATICA CAPITALISTICA.
El funcionamiento del sistema capitalista lo comparamos, fenoménicamente, al de una máquina que funciona dialécticamente, pues la vida de la sociedad burguesa, la concebimos como un armazón arquitectónico, en donde los cimientos corresponden a la intitulada infraestructura económica: cimentación sobre la que se levanta la superestructura ideológica, con finalidad encubridora y apologista de la base económica.
Este basamento económico se encuentra constituido por las relaciones de producción que contraen los hombres en la producción social de su existencia, relaciones que corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.
Mientras que el cimiento económico de la sociedad burguesa, tiene como función esencial la producción de plusvalía (tiempo de trabajo no pagado a los asalariados), que se utiliza para agregar a la inversión capitalista, cada vez mayor; por su parte la superestructura ideológica tiene como finalidad reproducir, por medio de las instituciones sociales, a toda la sociedad burguesa en su conjunto. La función verdadera, nos dice Marx específica del capital en cuanto capital, es la producción de plusvalor, y esta… no es otra cosa que producción de plustrabajo, apropiación en el curso real del proceso de producción real de trabajo no pagado, que se ofrece a la vista y objetiva como plusvalía.
Para que la superestructura ideológica pueda reproducir a toda la sociedad y, en especial, actúe sobre el proceso económico, es preciso que antes se haya convertido en un poder material.
La ideología de cada formación social no solamente tiene como función reflejar el proceso económico, sino también enraizarlo en las estructuras psíquicas de los hombres de esa sociedad.
Como quiera que una ideología social modifica la estructura psíquica de los hombres, no se reproduce solamente en esos hombres, sino lo que es más importante, la ideología toma en la forma de esos hombres concretamente modificados y contradictorios, el carácter de una fuerza activa, de un poder material. Así, y solamente así, se explica el efecto de reacción de la ideología de una sociedad sobre la base social de la que ha surgido.
Si bien la superestructura ideológica se introduce en la mente de cada uno de los individuos, para que éstos, con su actuación enajenada, reproduzcan toda la sociedad en conjunto, esta superestructura de hecho, económico capitalista: No sólo las condiciones objetivas del proceso de producción se presentan como resultado de éste, sino igualmente el carácter específicamente social de los agentes de la producción entre sí, las relaciones de producción mismas son producidas, son resultado, incesantemente renovado, del proceso.
Denominados máquina socioneurótica a la sociedad burguesa, debido esencialmente, al hecho de que para su funcionamiento, tal sociedad burguesa produce, predominantemente, por medio de la institución familiar, individuos neuróticos, que con su actuación enajenada a la ideología dominante, produzcan plusvalía y acepten sumisamente toda la estructura económica social y política del capitalismo.
Afirmamos que la sociedad es neurótica pues produce individuos neuróticos, que con su actividad laboral compulsiva y enajenada a la ideología de la clase dominante , reproducen, a su vez, toda la estructura social capitalista.
La obtención de excedente económico, plusvalía, está en estrecha relación con la neurosis humana: hay algo en el alma humana que estimula al hombre al no gozo, al trabajo (negotium, no ocio). De este modo el resultado aquí es el mismo del trabajo enajenado 8compulsivo). Postular una íntima compulsión al trabajo, no externamente impuesta, es postular una necesidad interior de producir un excedente.
De los principales obstáculos que impiden estudiar la citada mecanomegalia, destaca la traba ideológica, barrera cuya tarea es la de ocultar y justificar todo el aparato social capitalista.
La ideología, y su instrumento el ideólogo, no sólo deforman y ocultan la realidad burguesa, sino que ante todo defienden la existencia de toda la estructura social de esa realidad.
El ideólogo se caracteriza por hacer pasar por estructura de la realidad social, aquello que no es sino una mera apariencia fenoménica.
La realidad social tiene una apariencia, una "fachada ideológica", que es preciso no confundir con la estructura social. Es característico del ideólogo practica, a veces deliberadamente, esa confusión, y presentar así como la verdad o fundamento estructural de la sociedad, la apariencia ideológica.
En fin, la ideología no es, pues, una andamiaje ideal encargado sobre la estructura social para justificarla desde arriba; es fundamental y esencialmente un modo de manifestarse exteriormente, y oculta – sabiéndolo o no, el carácter profundo, estructural del proceso.
Otra forma de ocultar y distorsionar la realidad social burguesa, es invirtiendo dicha realidad: la ideología es necesariamente una distorsión de la realidad, pero aún más, es la realidad puesta de cabeza. Porque la ideología no es simplemente ignorancia o falta de conocimiento, es más bien, un disfraz en el que la realidad es presentada por su negación, su "inversión". Los instrumentos que utiliza el aparato estatal burgués para introducir su ideología en la mente de los individuos, son los Aparatos Ideológicos del Estado. (A. I. E.)
La función de los A. I. E. Es la reproducción de las relaciones de producción, es decir, de las relaciones de explotación capitalistas.
Hemos visto que el proceso económico capitalista no sólo se reproduce a sí mismo, sino que también reproduce a toda la superestructura ideológica, que, a su vez, utiliza los A. I. E. para domesticar a los proletariados, quienes con su actuación sumisa revitalizan a toda la sociedad en su conjunto: La reproducción de su calificación, sino también una reproducción de su sumisión a las reglas del orden establecido, es decir, a la ideología dominante para los obreros y una reproducción de la capacidad del buen manejo de la ideología dominante para los agentes de la explotación y la represión.
Una vez que los proletariados asimilan en su pensamiento la ideología dominante, con su práctica neurótica y sumisa (existencia cotidiana), legitiman la sociedad neurótica burguesa, sociedad al servicio de la clase dominante que los exprime en lo económico, los oprime en lo político y los reprime en lo sexual. Estos A. I. E. tiene como pilares la ideología sexual conservadora y su producto inhumano: la ideología machista.
Los A.I. E. predominantes son: el familiar, el escolar, el jurídico, el religioso, el político, el sindical, el de información, el cultural, el médico, el deportivo, el pseudo-marxista y el extranjero: el A. I. E. de Estados Unidos de Norteamérica.
De la anterior relación sobresalen, por su importancia sociopolítica, el A. I. E. familiar y el A. I. E. escolar, instituciones claves para la sociedad burguesa, pues ellas, utilizando la represión sexual, domestican y condicionan al individuo, mental y prácticamente, para que acepte, con obediencia y resignadamente, todo el orden social existente. La familia y la escuela son fundamentalmente instrumentos de represión sexual, fábricas de individuos neuróticos, esclavos dóciles, que con su disciplina cotidiana, reproducen la existencia de es máquina socioneurótica que los convierte desde la cuna hasta la muerte, en neuróticos enajenados a la ideología dominante.
Si los individuos se rebelan y no aceptan ser castrados por la familia y por la escuela, la sociedad burguesa actual cuenta con cárceles apropiadas (manicomios), donde serán reeducados, rehabilitados y readaptados a la sociedad que los intenta domesticar y convertir en esclavos sumisos, productores de plusvalía, se les aplicarán terapias, de fármacos o eléctricas, que los convertirán en guiñapos humanos, zombis, residuos de los que fueron humanamente.
Resumiendo: la sociedad burguesa, de esencia neurótica, produce, por medio de su ideología, su moral sexual conservadora y sus A. I. E., individuos neuróticos, que con su actividad obediente y sumisa, enajenada a la ideología dominante reproducen a la misma sociedad que los explota pluvalísticamente, los tiraniza en los político y los reprime sexualmente, transformándolos en neuróticos.
En 1973 son tres libros radicales contra el sistema capitalista, los que ven la luz pública: "Marx, Freud y la crítica a la vida cotidiana" de Bruce Brown, "Neurosis y Civilización" de Schneider y "El Asesinato del Alma, la persecución del Niño en la familia Autoritaria" de Morton Schatzman. Sobre este último trataremos aquí.
Después de "La carta al Padre", de Kafka, no se había escrito otra acusación contra la sociedad burguesa Paternalista Autoritaria. Es precisamente Schatzman quien, tomando el caso del eminente juez alemán Daniel Paul Schereber, cuestiona: los métodos pedagógicos autoritarios, el papel domesticador de la Autoridad paterna, la psiquiatría oficial autoritaria y, en genera, toda la moral del sistema capitalista, la sociedad burguesa y la ideología dominante, preservadora de los intereses económico-políticos y sociales de la clase dominante.
Daniel P. Schreber, enloqueció a los cuarenta y dos años de edad, recuperándose luego y volviendo a enloquecer ocho años y medio después. Los psiquiatras y psicoanalistas lo consideran como un caso clásico de paranoia y esquizofrenia. Su padre, que supervisó su educación, fue un destacado médico y pedagogo alemán. La influencia del padre sobre la vida de su hijo fue grande ante la época normalmente "blanda" y "decadente", según el padre, debido a la laxitud de la educación y la disciplina de los niños en el hogar y en la escuela, propuso combatir la "flojera" de su época, mediante un complejo sistema de educación infantil cuyo fin era hacer a los niños obedientes y sumisos a los adultos. Pensaba que la aplicación de sus preceptos redundaría en una sociedad y en una "raza" mejores. Aplicó a la educación de los niños los mismos principios básicos que los regimenes totalitarios, seculares y religiosos. Igual que ellos creía que la obediencia y la disciplina en un niño eran más importantes que cualquier otra cosa. Tuvo dos hijos; el mayor, Daniel, y Gustavo, que enloqueció, suicidándose después.
Las ideas del Dr. Schreber, padre, acerca de la vida familiar reflejan como una caricatura, en miniatura, las ideologías ampliamente difundidas en el sistema capitalista, en su actual etapa de decadencia: los varones adultos tienen que ser dominada; los padres, por ignorantes, fanáticos o intolerantes que sean, tienen que supervisar la moral de sus vástagos hasta por lo menos al final de la adolescencia; y los niños tienen que aprender pronto a someterse, a menudo sin críticas, a la voluntad de sus padres, con el fin de adaptarse a la sociedad actual, donde también deberán someterse sumisamente, a la autoridad de la clase dominante.
Hasta hace poco las psiquiatras se han dedicado a estudiar solamente al paciente, sin considerar su contexto social. Se estudia al paciente, no la conducta patológica de la gente que lo rodea.
Las personas consideradas como esquizofrénicas describen durante su "enfermedad", mediante símbolos, situaciones sociales pasadas y presentes. Cuanto más se sabe acerca de sus vidas, más auténticas son su palabras y actos. Ni sus familiares, ni los médicos quieren comprender lo que dicen y hacen los pacientes.
Trece años de su vida los pasó Daniel P. Schreber, en hospitales mentales y a los 71 años de edad público "Memorias de mi enfermedad nerviosa".
El psiquiatra famoso Belnder, así como todos los demás que atendieron y han conocido el caso del juez alemán que nos ocupa, lo han considerado paranoico y esquizofrénico, sin tratar de comprender las palabras de Shreber, sin imaginarse que en las mencionadas memorias se encuentran el mensaje familiar y social de un individuo víctima de la sociedad autoritaria actual y su institución más importante: la familia.
Es Sigmund Freud, el primero que intentó comprender lo que decían los pacientes y de ligar sus experiencias a hechos sucedidos durante la infancia. Freud no conoció a Shreber, pero basándose en las memorias, escribió un análisis sobre él. Cabe señalar que, así como el complejo de Edipo, tesis básica del psicoanálisis, no fue relacionado con la culpa de Layo, también el caso Schereber, no fue articulado con la culpa del padre, del juez alemán, por el fundador de la teoría psicoanalítica.
Al estudiar el caso Schreber en relación con la Conducta pedagógica de su parte, de hecho, este estudio ayuda a comprender a la mayoría de los individuos considerados como paranoicos o esquizofrénicos.
La ironía envuelve muchos actos sociales, aparentemente dominados por la razón. Un pedagogo famoso tiene dos hijos psicóticos y uno de ellos se suicida sin que su reputación se vea afectada. Freud, fundador del psicoanálisis, basado en el estudio del inconsciente, se olvida o pasa desapercibido los libros de pedagogía que publicó el padre del juez Schereber. Los padres alemanes educan a sus hijos, con las ideas de un hombre, al que mucha gente consideraría ahora un sádico o un enfermo mental.
El padre de Schereber afirmaba que, un plan pedagógico deberá ser llevado por el padre de familia, quien deberá inculcar en la mente de sus hijos. El amor hacia Dios, padre de la humanidad, y el amor al padre Dios de los hijos.
El Dr. Schreber pensaba que los padres debían restringir la libertad de sus hijos mediante severas disciplinas en aras de la salud: moral, mental y física. Parecía creer que los niños son criminales o enfermos desde el principio, o que con seguridad llegarían a serlo si ni se les rescataba a tiempo. Proponía, por ejemplo, que maestros y padres se reuniesen constantemente con el fin de controlar mejor las consecuencias de los niños.
El pedagogo Schreber pretendía saber, como los neoconductistas, lo que es bueno, noble, elevado, correcto y fino y lo que no lo es, pero no dice cómo lo sabe,
La lucha del Dr. y Pedagogo Schreber, consistía en arrancar de raíz y exterminar violentamente los elementos malos de la mente, las "malas hierbas".
Luchaba: Contra la mala conducta infantil que consistía en las manifestaciones naturales del niño; contra la sensualidad, la indolencia, la blandura y la cobardía, pues según el llevaban a los individuos a las depresiones, enfermedades mentales y suicidios. Aplicando sus métodos inquisitorios-pedagógicos, parecidos a los métodos de tortura fascistas, logró lo que quería erradicar: la locura hizo presa de sus dos hijos y el suicidio fue la salida de uno de ellos.
Pensaba, y lo aplicó a sus hijos, que el padre debe acostumbrarlos, desde temprana edad, a lo que es bueno y justo; los buenos hábitos infantiles, deben ser producidos y controlados por el padre. Acostumbrar a un niño, significa, programarlo para que obedezca, sumisamente, las ordenes de los padres, maestros y clase dominante.
Educar a un niño, pensaba el pedagogo Schreber, significa imponer una regla sobre cada detalle de su vida, sobre cada pensamiento y actividad cotidiana del futuro individuo, preparándolo así para que la ideología dominante, los "más media" y las figuras paternas- autoridades, determinen su existencia, alineada y neurótica.
El Dr. Schreber al solicitar la ayuda de los padres y la parte noble de los niños contra la parte mala que se encuentra en el interior de los pequeños, de hecho la derrota, para estos, en forma de alineación, no puede faltar.
Para lograr el desarrollo y consolidación de la fuerza moral y el carácter, el pedagogo alemán proponía, como condición necesaria, la obediencia incondicional del niño.
Si desde los primeros meses, nos dice el Dr. Schreber, se ha conducido al niño por el camino de la habitación a la obediencia, inconsciente, es necesario que este hábito se transforme en consciente.
La educación integral que requiere el pedagogo citado debe ser, esencialmente obediencia, pues si llega a convertirse en desobediencia tiene que ser aplastada, hasta convertirla en una total sumisión, empleando, si fuera necesario, castigos corporales.
La educación (domesticación) de los niños, en el seno familiar, según el pedagogo alemán, debe estar sometida a la autoridad paterna desde que nace el niño hasta los 20 años de edad.
Con este pensamiento y con las torturas pedagógicas a las que sometió a sus hijos, fácilmente se comprende como los empujó a la locura y al suicidio.
Daniel Paul, el hijo que solamente enloqueció y no llegó al suicidio como su hermano, manifestó en sus memorias todo ese infierno familiar, cambiando simbólicamente los nombres de las torturas y nombrando a Dios en lugar de su padre. El simbolismo, en este caso, oculto patológicamente, la realidad, en beneficio de la pedagogía autoritaria.
Los padres y educadores, según el Dr. Schreber, deberán programar la mente y la vida de los niños, consiente y deliberadamente, para que obedezcan a sus padres, a sus maestros y a todas las autoridades que representen y defiendan los intereses económicamente sociales y políticos de la clase dominante.
El psicoanálisis ha demostrado que los modelos de relaciones personales grabados en la mente de los niños, desde su tierna infancia, suelen permanecer para toda la vida. Los individuos tienden a repetir, inconscientemente, a lo largo de su vida, formas de relaciones sociales de sumisión a la autoridad, que le fueren programados desde sus primeros años de vida. Reich denomina " coraza caracterológica" a la exhibición del propio cuerpo, los programas de represión sexual grabados somáticamente.
Existe la paradójica situación que este tipo de pedagogía, divide (Alinea) la mente del niño, al procurar que éste considere que su programación para la sumisión, no le fue impuesta por sus padres, sino que él conscientemente, en "libertad" se programó a si mismo.
El Dios ( el padre) de Schreber, vigiló, y después de muerto, en la conciencia del hijo, vigila, dicta y condena cada uno de sus movimientos al sentir la vigilancia divina (paterna) sin poder tomar conciencia de su realidad. Habla de la realidad en forma simbólica y debido a que su mensaje no es comprendido, ni captado, por las demás sus padres, maestros, psiquiatras y toda la sociedad quienes lo denomina, loco para poder castigarlo en un manicomio.
El pedagogo-padre Schreber, propone vigilar los estados de ánimo de los pequeños que gritan y lloran sin motivo, si lo hacen por capricho y terquedad, es necesario distraerlos con palabras autoritarias, ademanes amenazante, golpes sobre la mesa y así esto no surte efecto, aplicarles castigos corporales, relativamente suaves, repetidos en forma intermitente, hasta que se logre el objetivo deseado y el niño se calme o se duerma. A la segunda vez, el padre se convierte en dueño del niño para siempre. "A partir de entonces, una mirada, una palabras, un simple gesto amenazante son suficientes para gobernar al niño".
El Dr. Schreber justifica su actuación autoritaria, aduciendo que de esa forma salva al niño de "espíritus internos atormentadores", no ve que esos espíritus se encuentran dentro del pedagogo autoritario, quien simplemente proyecta en los niños sus propios tormentos de culpabilidad.
El autoritarismo de esa pedagogía n o permite aprender de los niños, sino que solamente los niños deben aprender de sus padres maestros.
Para el Dr. Schreber, un bebé debe solicitar sus alimentos y su cambio de ropa en forma calmada y paciente con este hábito está maduro, el niño, para adquirir el arte de la abnegación. Cada deseo prohibido deberá rechazarse firme y tenazmente con una negativa incondicional. El niño, a su vez, deberá recibir esta negativa con calma, con tranquila aceptación, para que adquiera "el hábito saludable e indispensable de la subordinación y el control de su voluntad".
Para el pedagogo Schreber los actos de los niños, así como también sus sentimientos y móviles. Piensa que el niño no debe obedecer para obtener parabienes o recompensas, opina que desear premios es un sentimiento "bajo" o "impuro". No tampoco debe obedecer por temor al castigo, ni menos desee secretamente desobedecer, tiene que obedecer por que sabe que es bueno obedecer, por muy caprichoso que sea el deseo de sus padres.
El pedagogo Schreber propone un sistema inquisitorial para enseñar a escribir a los niños: un pizarrón en el que se anotarán los nombres de los niños con las faltas cometidas, así como los casos de insubordinación. Al final de cada mes se castigará o felicitará a cada niño de acuerdo con los resultados que se encuentren en el pizarrón.
En esencia, la filosofía pedagógica del Dr. Schreber, tiene como finalidad hipnotizar a los niños con el fin de asesinar su alma, es decir, apoderarse del alma de los niños para poder dominarlos en forma absoluta. Quedando los niños hipnotizados (psicotizados) para todo el resto de su existencia.
Desde muy temprana edad, el Dr. Schreber recomienda baños de agua fría, y a los cuartos infantiles deberán ser fríos, con el objeto de endurecer físicamente a los niños.
La educación espartana que propone el Dr. Schreber atiende minuciosamente cada detalle, procurando que el niño no logre alcanzar goces, placeres. El pretexto para evitar dichos goces consiste en afirmar que los padres deben procurar que los niños estén siempre derechos y en posiciones bien adecuadas, para que no se deformen las partes de sus cuerpos.
El pedagogo Schreber inventó para la salud del cuerpo de los niños, lo siguiente:
- Un sujetador de clavícula para que los niños se sienten derechos cuando estén escribiendo.
- Un correo para los hombros para que los pequeños no inclinen su cuerpo para adelante.
- Una correa para el niño durmiendo para que los niños no se muevan al dormir.
- Una sujeta – Cabezas para que los pequeños caminen derechos.
- Una barbillera para que los niños tengan "un adecuado crecimiento de la mandíbula inferior y de los dientes.
En una palabra, con estos instrumentos de represión sexual, el Dr. Schreber, estaba acorazando a los niños, convirtiéndolos en zombis sumisos a toso tipo de autoridad.
A diferencia de J.J. Rosseau que afirmaba la naturaleza innata de los niños y en especial su alimentación natural, el Dr. Schreber pensaba que los niños deben comer lo que el pedagogo padre considere necesario y a la hora que estén programados los alimentos y si no lo quieren, dárselos a la fuerza.
En relación con los juegos infantiles, los padres deberán vigilar, inquisitorialmente, a fin de prohibir todos aquellos actos y conductas inmorales. Los padres eligirán qué juegos practicarán sus hijos, a fin de poder manipular y controlar sus vidas.
En cuento a las lecturas, el teatro, deberán los padres seleccionar qué deberán leer y ver los niños.
Los niños serán bañados, siguiendo paso a paso las indicaciones del pedagogo autoritario con el objeto de que no adquieran hábitos malos y perniciosos para su salud.
El pretexto de corregir todas las anormalidades que pueda adquirir el cuerpo de los niños, tiene como finalidad, controlar, fascinadamente, cada acto y conducta de los pequeños, regulando de esa forma, cada detalle cotidiano de la existencia sumisa infantil. Más adelante, cuando no se encuentren bajo la tiranía familiar, serán controladas. Sus existencias cotidianas, por la ideología de la clase dominante y sus instituciones como los medios masivos de domesticación (comunicación) permanentes: la radio, la televisión, los periódicos, las revistas, el cine, etc.
En relación con la sexualidad, el Dr. Schreber, planteaba, al igual que los religiosos, que su sistema de educación infantil estaba dirigido al triunfo del espíritu sobre la materia.
El pedagogo schreber, acorde con el pensamiento de su tiempo, reforzaba la moral sexual con ideas sobre salud física y mental. En la vestimenta, por ejemplo, se oponía a que los vestidos de las niñas estuvieran escotados. Planteaba que todas las emociones innobles e inmorales deberían ser sofocadas antes de que se desarrollaran. Para evitar las "poluciones" nocturnas recomendaciones el ejercicio muscular como remedio y cura. Si persistían las poluciones deberán lavarse los órganos sexuales con agua fría. Aquí la magia cumple el papel negativo, antinatural e inhumano.
Con el fin de que el niño no tenga oportunidad para masturbarse, el pedagogo alemán. Planteaba que los padres deben vigilar todo el tiempo a sus hijos.
En la medida que la sociedad burguesa actual utiliza la represión sexual para dominar a los trabajadores, esta represión posibilita el surgimiento de los homosexuales, los cuales al ser perseguidos moral y policiacamente, los hace caer en la paranoia, la sociedad genera paranoia y esta refuerza, revitalizando a esta misma sociedad.
El Dr. Schreber pensaba que los que no estaban de acuerdo con él, estaban enfermos. Sus ideas pedagógicas autoritarias influyeron en los nazis, quienes mataban a la gente en nombre de la higiene y de la "salud" de la "raza". Hitler y sus seguidores se educaron cuando los libros del Dr. Schreber eran los más populares y postulaban un autoritarismo (fascista) hogareño.
Ritter, un biógrafo del Dr. Schreber, veía su biografiado como un precursor espiritual del nacismo. Muchos pasajes de "Mi lucha" de Hitler expresan ideas parecidas a las del Dr. Schreber.
La actitud de Hitler con respecto a las "masas" es simular a los sentimientos que el Dr. Schreber abriga respecto a los niños, solo que los del primero son mas cínicos.
Según Reich, el estado autoritario tiene un representante en la familia; el padre.
El despotismo en cualquier nivel- estado, fábrica, escuela, iglesia, familia, individuo – propicia y requiere el autoritarismo en la totalidad social. la sociedad autoritaria – burguesa produce en todas sus instituciones, individuos sumisos que con su resignación cotidiana, reproducen y revitalizan a todo el sistema social en su conjunto.
La educación infantil autoritaria, basada en los ejercicios de obediencia y posturas, rígidas, propuestas por el Dr. Schreber, prepararon a los soldados alemanes fascistas, quienes utilizaron la violencia burguesa para implantar descarada y cínicamente la dictadura de la clase industrial alemana.
Otro producto de esta pedagogía autoritaria ha sido el "enloquecimiento" de individuos que se rebelaron y han sido encerrados en muros psiquiátricos, donde se les castiga con electrochoks y lobotomía, como si fueran niños desobedientes a los que se les debe reducir a guiñapos, como a Murphi, el personaje de "Alguien voló sobre el nido del Cuco". Denominada "Atrapado sin Salida" en su versión cinematográfica.
La filosofía pedagógica- autoritaria del Dr. Schreber no solo fue aplicada por los espartanos, la iglesia cristiana y los fascistas, sino también por la sociedad burguesa decadente del presente siglo XX.
La psiquiatría oficial rusa consideran como síntoma de enfermedad mental a todo desidente inconforme con el gobierno burocrático, con el fin de poder justificar legal y médicamente su encierro en los hospitales psiquiátricos donde se les aplicarán "terapias" que los destruían comos seres humanos. La novela de ficción- política de Orwell, 1984, es una clara advertencia del peligro que la humanidad puede sufrir de triunfar una burocracia, como la rusa, en todo el globo terráqueo.
"El Mundo Feliz" de Huxley y "Walden Dos" de Skinner, por el lado capitalista, son amenazas para la libertad del ser humano, pues en dichos modelos la programación de la existencia es, en lo esencial, semejante al modelo pedagógico del Dr. Schreber.
"En la sociedad planificada que plantea Skinner, el control de los seres humanos, desde la infancia, sería tan "científico" que no se producirían disidencias con el orden establecido.
FIN
Humberto Escobedo