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Acercamientos a la educación y su integración a la cultura en Cuba (página 2)


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En el período forjador de la nación cubana, en la primera mitad del siglo XIX, José de la Luz y Caballero (1800-1862), considerado el fundador de la Escuela Cubana, señaló en uno de sus numerosos aforismos que "instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo". (De la Luz y Caballero, J., 1991: 95).

Años más tarde José Martí (1853-1895), continuador de esa línea de pensamiento pedagógico, precisó que: "Instrucción no es lo mismo que educación: aquella se refiere al pensamiento, y ésta principalmente a los sentimientos" y añadió que "el pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos". (Martí, J. citado por Pichardo, H., 1982: 234).

Ambas figuras reflejan lo que ha sido la orientación clave de la pedagogía cubana: concebir la escuela en el contexto más amplio de la sociedad para poder contribuir de modo más eficaz al objetivo de preparar al hombre para la vida y ponerlo en consonancia con su pueblo y con su tiempo. La orientación que viene de la tradición intelectual está dirigida precisamente a la búsqueda de la integridad de las esferas de la cultura, la ciencia y la educación. Desde la antigüedad se procuraba por el desarrollo de la cultura en el ser humano como fuente inagotable del conocimiento.

Desde el punto de vista ideológico o doctrinal, la escuela martiana fue rigurosamente laica: ni religiosa ni antirreligiosa. Plantea, además, "Faltan ideales: faltan goces verdaderos, delicados y profundos. Falta el conocimiento de sí, del que vienen alegrías supremas, dulces consagraciones y decoro. Falta confianza en la existencia futura. Falta ciencia y cultura espiritual". (Vitier, C., 2004: 215).

La pedagogía martiana fue la de la cultura de la inteligencia y la de hacer germinar, partiendo de la vocación social del hombre, la de los más nobles sentimientos. Diferenciaba y, a la vez, relacionaba la instrucción con la educación. Rechazaba la repetición mecánica y la enseñanza memorística. Con ésta el mundo se abría al infinito panorama de la práctica y la impartición de materias tendría este rasgo.

Entre los principales exponentes de la filosofía cubana: Varela, Luz, Martí y Varona no se produjeron choques irreconciliables, como tuvo lugar en la historia intelectual de Europa, muy por el contrario, se revela una continuidad y enriquecimiento entre las ideas de todos ellos.

Hoy, más de un siglo y medio después y en los inicios del tercer milenio de nuestra era, el reto fundamental del pensamiento a escala universal viene dado por la disyuntiva integridad o fragmentación. He ahí la vigencia de este legado.

El sólido movimiento educativo existente engendró, a su vez, un fuerte movimiento artístico, literario e intelectual y ha estado presente en la conformación de la cultura nacional.

Durante la época republicana prevalecieron los defensores de las tradiciones nacionales y los asimiladores de las pedagogías foráneas. Tales son los casos de Varona, Alfredo Miguel Aguayo (1866-1948), Arturo Montori (1878-1932). Además, estuvo presente la influencia de la Escuela Nueva, surgida en los países capitalistas. Constituyó un progreso en relación con las concepciones y prácticas educativas prevalecientes a finales del siglo XIX y principios del XX.

En la actualidad, al situar la cultura, comprendida la educación, como la máxima prioridad inmediata de la política nacional e internacional, el país se ha ubicado en uno de los lugares más privilegiados de la vanguardia ideológica universal, para enfrentar los graves desafíos que tienen ante sí América y el mundo. Lo hace situando la cultura, como genuina creación humana, en el centro de la política y de las ideas.

El Diccionario de la Lengua Castellana de la Real Academia Española entiende por cultura "el resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio las facultades intelectuales del hombre"; más tarde los organizadores de la Enciclopedia Salvat afirman: "El hombre en el siglo veinte ha visto modificarse el mundo que le rodea con mayor rapidez que sus predecesores. Su mente se ha abierto de pocos años a esta parte hacia perspectivas insospechadas". Predisponen, en principio, a una concepción del sujeto y de la historia eminentemente dinámica. El lector no espera menos que una definición algo más precisa, lo que descubre, sin embargo, no parece concebirse ni con sus expectativas originales ni con el señalamiento de los organizadores. Cultura es, nuevamente, el "resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio y del estudio las facultades intelectuales del hombre".

El antropólogo Edward P. Tylor afirmó que la cultura es "aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad". Además del alto grado de generalidad, la definición conlleva un criterio exclusivista, pues, según se creía, eran precisamente los ingleses quienes encarnaban las formas morales, legales, científicas y éticas más evolucionadas y quienes, por lo tanto, se hallaban en condiciones de irradiarlas -e imponerlas- a todo el planeta. Algunas décadas más tarde, otro súbdito del imperio, el etnógrafo Bronislaw Malinowski, tras cuestionar el evolucionismo inherente al concepto de Tylor, propuso una definición algo más adecuada con los nuevos tiempos coloniales, es decir una definición funcional: cultura es un organismo donde cada elemento se distingue de otros por su función, y el agregado de funciones -más que la suma de los elementos- conforma una unidad, una institución social. En los años cincuenta, dos antropólogos norteamericanos, Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn, decidieron contabilizar las diferentes acepciones de la noción de cultura. El resultado los tomó por sorpresa: llegaron a registrar más de cien definiciones distintas. El problema, evidentemente, no era teórico sino táctico, ya que para los antropólogos cada grupo humano teje y desteje su propio universo cultural y entraña, por añadidura, una cultura específica.

En términos filosóficos, la cultura está definida como "el conjunto de valores materiales y espirituales, así como de los procedimientos para crearlos, aplicarlos y trasmitirlo por el hombre en el proceso de la práctica histórico social. En esta definición se establecen los valores materiales como: técnicas, procedimientos, experiencias de producción y operación y otros valores materiales; como valores espirituales se establecen: resultados en el campo de la ciencias, la moral y la instrucción. El Marxismo ve en la cultura el proceso de producción de bienes materiales como base de la cultura espiritual". (Rosental, M., Iudín, P. 1973: 322).

La cultura, por tanto, tiene dos aspectos en su desarrollo: lo genético-intelectual, entiéndase por todo lo heredado de los grupos sociales que le antecedieron y lo aprendido en el proceso de conocimiento general que se puede proyectar en lo psíquico y el lo físico motor del individuo. La cultura como fuente principal del contenido educativo se convierte en patrimonio de las nuevas generaciones y génesis del desarrollo personal y social; como producto de la actividad de los hombres, pasa a las nuevas generaciones a través de la educación.

Se asume que en la cultura está expresada la sociedad en su integralidad y se refleja en el proceso educativo en términos de contenidos integrales.

La cultura recoge los saberes de las ciencias sistematizados y estructurados y las costumbres y tradiciones. La cultura incluye las ideas y valores éticos, morales, políticos, la psicología local, nacional.

Los objetos de la cultura se reflejan en la conciencia de los hombres gracias a su actividad, en forma de conocimientos: conceptos, principios, ideas. "Pero el modo que posee el hombre de vincularse a los objetos para reflejar los conocimientos, es la habilidad". Por ello, Carlos Álvarez plantea que "cultura es conocimiento y habilidad". (Álvarez de Zayas, C. M. 1995: 191).

Un aspecto de la cultura, fundamental para la definición de contenido, es su carácter axiológico. La cultura, además de estar constituida por saberes: información, conocimientos; y procederes: habilidades; comprende los puntos de vista, normas y actitudes de los hombres.

Desde el propio triunfo de la Revolución el Comandante en Jefe Fidel Castro, junto a los principales dirigentes políticos del país, han pensado en la perfección cada vez mayor del proyecto social que se construye. Como una de las premisas básicas para ello es la definición de la política cultural y educacional cubanas en 1961, en su discurso "Palabras a los Intelectuales". A partir de 1976 se creó el Ministerio de Cultura, con ello se fueron perfeccionando estas políticas. La formación de jóvenes artistas profesionales constituyó un lineamiento fundamental. En la última década que se vive surgió otra necesidad del proceso revolucionario: la puesta en marcha de la Batalla de Ideas, tarea en la que todo el pueblo cubano está inmerso.

Esta estrategia político-social implica la elevación cultural general integral de toda la masa poblacional. Así lo expresó el compañero Fidel Castro en su discurso de septiembre de 1999 con los Directores Municipales de Cultura de todo el país. Se hace indispensable la formación cultural de los jóvenes mediante la asimilación de nuestro legado, cómo cada día en los centros educacionales, por los diferentes medios de difusión masiva existentes se anuncian proyectos encaminados a este fin.

La elevación de la cultura general integral implica el desarrollo del pensamiento lógico, científico, hábitos de conducta, poseer un código personal de ética, dominio de las referencias clásicas de la cultura universal, conocimiento y expresión correcta de su lengua materna.

La unidad entre el quehacer cultural, artístico, literario y las ideas pedagógicas y educacionales están presentes en la historia de nuestra educación, la cultura y en las expresiones más refinadas del arte cubano.

Fidel Castro delineó las bases fundamentales del proyecto cubano para hacer de la cultura un fenómeno masivo durante el Primer Encuentro Nacional de Directores Municipales de Cultura, efectuado durante los días 14, 15 y 16 de septiembre de 1999. En los inicios, esta estrategia fue denominada masificación de la cultura; pero como el término se sospechaba contaminado con el de cultura de masas – de origen burgués-, muchos intelectuales emprendieron cuestionamientos teóricos, siempre en auxilio y legítima defensa de las nuevas ideas. En la génesis del proyecto siempre hubo una clara visión de hacer portadoras a las masas de lo mejor de la herencia cultural de la humanidad. Para entender cómo ha evolucionado el pensamiento cultural cubano de los años más recientes, se hace necesario aplicar en cada caso los términos que sucesivamente han sido utilizados.

Algunas de las reflexiones que el compañero Fidel Castro hizo son:

  • "Al hombre hay que apartarlo del materialismo vulgar y grosero. No digo que hay que olvidarse de las necesidades materiales; el hombre necesita comer, tener techo, vestirse de una manera variada, pero no se sabe a dónde vamos a parar si sólo se busca la felicidad de las cosas materiales. Lo que digo es que la cultura se puede masificar y eso sería de un valor incalculable, por la riqueza infinita que aporta".

  • "Yo le decía a Abel que este siglo fue el de la masificación de los automóviles, el próximo será el de la masificación de la cultura".

  • Debemos meditar en esa frase de Martí que todos conocemos: "Ser cultos es el único modo de ser libres".

  • "Todo este afán por la cultura era imprescindible en una época en que se intentaban hacer desaparecer las identidades nacionales".

  • "Se pronunció por la defensa de los valores patrimoniales de la nación y por defender y desarrollar nuestra identidad a partir de nuestros valores históricos y culturales. "Estamos en condiciones de librar una guerra de todo el pueblo por la cultura".

  • "Nunca nos olvidaríamos de las personalidades de la cultura por lo que representan para el país".

  • "Los bienes del futuro están en la cultura, quien saque cuentas –y a mí me gusta sacar cuentas- sabe que en la cultura está el porvenir".

  • "Ha llegado el momento en que la riqueza infinita de la cultura deje de ser privilegio de élites capitalinas y de las grandes ciudades, y que la cultura se masifique y se refleje en la base".

  • "No se cansará de promover otra concepción del mundo, en la que sean mucho más importantes los valores espirituales y culturales que el despilfarro material, señaló que en Cuba podría desarrollarse en la práctica esa concepción".

(Ministerio de Cultura. En la cultura está el porvenir. 1999)

El proyecto cubano de formación de una cultura general integral queda perfectamente delineado en esta intervención, y es innegable la influencia martiana en varias de las ideas expuestas.

En este país existen otros ideólogos importantes de la cultura, entre ellos se encuentran, además, Fidel Castro Ruz (Cuba, 1926), Ernesto Guevara (Argentina, 1928-Bolivia, 1967), Armando Hart Dávalos (Cuba, 1930), Cintio Vitier (Estados Unidos, 1921), Roberto Fernández Retamar (Cuba, 1930), Abel Prieto Jiménez (Cuba, 1950), Carlos Martí Brenes (Cuba, 1950), Graziella Pogolotti (Francia, París, 1931), otros.

El concepto de cultura que maneja el pensamiento cubano está referido a la estrategia de desarrollo cultural que se lleva en el país.

Desde Félix Varela hasta Fidel Castro, pasando por José Martí, en el pensamiento cubano más radical se aprecia un vínculo indisoluble entre las nociones de cultura y libertad. La idea de cultos y libres alcanza su expresión más conocida en José Martí, cuando en 1884, en su artículo "Maestros ambulantes", publicado en La América, de Nueva York, escribió: "Ser culto es el único modo de ser libres" (Citado por Ramiro Valdés Galarraga: Diccionario del pensamiento martiano. 2002: 117, cita 1430). En el Consejo Nacional de la UNEAC (2003), Fidel Castro profundiza en esa idea afirmando: "Sin cultura no hay libertad posible, sin cultura no es posible la libertad (…) Tengamos un pueblo con el máximo de cultura y tendremos un pueblo con el máximo de libertad" (Citado por Toni Piñera, en Granma (122): 4, junio, 12, 2000). En el pensamiento de Fidel, basado en el de Martí, no está solo la idea de la libertad como condición para la cultura individual, sino que libertad y cultura deben ser también patrimonio de las grandes masas.

En su artículo "Educación Popular", el Apóstol escribió: "A un pueblo ignorante puede engañársele con la superstición y hacérsele servil. Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre. Un hombre ignorante está en camino de ser una bestia, y un hombre instruido en la ciencia y en la conciencia, ya está en camino de ser Dios (…) El mejor modo de defender nuestros derechos, es conocerlos bien; así se tiene fe y fuerza: toda nación será infeliz en tanto que no eduque a todos sus hijos. Un pueblo de hombres educados será siempre un pueblo de hombres libres" (Martí en la Universidad IV, 1997: 286). Es decir, la idea de la cultura como redención social e individual, y la necesidad de llevarla a las masas, es una de las constantes que vinculan al pensamiento martiano con el de mayor actualidad en Cuba.

La integralidad de la cultura y su vocación de universalidad es otra de las constantes del ideario martiano que aparecen redimensionadas en los intelectuales cubanos más actuales. Es en su importante ensayo programático "Nuestra América" (1891), donde Martí afirma: "Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas" (Cuadernos Martianos III, 1996: 124). Armando Hart, en 1996, sobre la integralidad de la cultura afirma: "La cultura no se refiere solo a la capacidad intelectual del hombre, sino que se trata de un concepto integral que abarca todas las esferas del quehacer y el pensar y el sentir humanos (…) La cultura está comprometida con el destino humano (…) Situada en el sistema nervioso central de las civilizaciones, sintetiza los elementos necesarios para la acción, y el funcionamiento de la sociedad como organismo vivo" ( Hart, A., 1996: 11).

Dos años más tarde, en el VI Congreso de la UNEAC, Roberto Fernández Retamar afirma: "No constreñimos la idea de la cultura a las artes y las letras (…); cultura es, para nosotros, el rostro coherente, unitario de una sociedad" (Fernández Retamar, R., 1998: 7).

En el 2000, Cintio Vitier define la cultura de la forma siguiente: "La cultura es la sustancia misma de la justicia social. Hay que oír de nuevo la voz de Martí. No hay igualdad posible sin igualdad de cultura" (Citado por Toni Piñera, en Granma (122): 4, junio, 12, 2000).

En un editorial de Granma de julio de 2000 aparece renovada la formulación del concepto cultura general integral, al calor de los debates que tienen lugar en los círculos intelectuales. "La cultura general debe ser integral, no podría concebirse sin cultura política, ni esta sin conocimientos de historia universal, su desarrollo, sus frutos y enseñanzas; sin conocimiento de política internacional y la economía mundial, sin conocimientos básicos de las principales corrientes filosóficas desarrolladas por el hombre, así como de los avances de la ciencia moderna y sus probables consecuencias éticas y sociales" (Editorial. Granma. Lunes, 3 de julio del 2000).

De lo anterior se deduce que la noción de cultura que está presente hoy en el pensamiento cultural cubano tiene influencias de los ideales de independencia, humanismo, justicia, eticidad, originalidad y universalidad heredados del raciocinio de José Martí, y consiguientemente situada en las antípodas de la globalización cultural. Es una percepción de la cultura como libertad social e individual, como resistencia, como riqueza espiritual y factor de identidad y de cohesión nacional, como fuerza viva que alimenta, preserva los valores y pone en diálogo con el mundo.

Bibliografía

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  • Ministerio de Cultura. (1999). En la cultura está el porvenir. La Habana.

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  • Santana Amargó, J.L., et al. (2003). Martí: hacia todos los tiempos. Sancti Spiritus, Cuba: Ediciones Luminaria.

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  • Valdés Galárraga, R. (2002). Diccionario del pensamiento martiano. La Habana: Editorial Ciencias Sociales.

  • Vitier, C. (2004). Vida y obra del Apóstol José Martí. Ciudad de la Habana: Centro de Estudios Martianos.

 

 

 

 

Autora:

MSc. María Elena Castro Rodríguez

Licenciada en Educación

Especialidad español-literatura

Máster en Ciencias de la Educación.

Profesor Asistente

Centro Universitario de Sancti Spiritus "José Martí Pérez"

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