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La tentación de la paternidad

Enviado por RAFAEL BURGA BURGA


Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Elementos Introductorios
  3. ¿Por qué el ser humano busca tener hijos?
  4. Un poco de historia
  5. Falacias más comunes respecto al hecho del por qué traer un hijo al mundo
  6. Los hijos como póliza de seguro familiar
  7. El típico macho (Prototipo de semental)
  8. Cadena de Violencia: Ya no me pegues, por favor, por favor…
  9. Echándole la culpa a la sociedad de la violencia
  10. Así queremos que nos recuerden
  11. Si no están preparados ¿para qué?
  12. Reflexiones Finales
  13. Bibliografía

La familia se había dislocado. La casa está vacía, salvo a las horas de las comidas. Otra organización social acababa de nacer."

(Celestine Freinet)

Resumen

El objetivo de este breve trabajo es despertar un sentido reflexivo, nada más que eso, no es ni pretende ser una guía de paternidad responsable, tampoco busca decirle a las parejas, sobre todo jóvenes, si deben o no deben tener hijos, pues, ello supone decisiones personales que respetamos. Lo que queremos es mostrar al lector, una serie de argumentos científicos y empíricos sobre la procreación que nos lleven a disminuir el abandono paternal, espiritual y emocional en que se encuentran sumidos muchos niños, adolescentes y jóvenes en la actualidad, comprendiendo que traer un hijo al mundo, criarlo, educarlo, darle amor, entenderlo, no es una tarea fácil, pero si gratificante, por ello, es necesario reflexionar mucho antes de dar este paso trascendental.

Elementos Introductorios

Llegar a tener una hija o un hijo para los que profesamos la fe católica cristiana, es sin lugar a dudas una bendición de Dios. Lo ideal sería que aquel pequeño e indefenso ser humano sea producto de un proceso de relaciones entre un varón y una mujer que asumen dar este gran paso, en base al diálogo, comprensión, madurez, responsabilidad social y económica, coronándolo con una gran dosis de amor, tal como lo explica Wilches – Chaux:

"Para fabricar un bebé, se requiere una buena dosis de Amor, una estrella como el Sol y un planeta (una placenta planetaria) como la Tierra. El planeta aporta los ingredientes materiales y las condiciones de existencia necesarias para la Vida. La estrella aporta la energía precisa para desencadenar y sostener el proceso. Y el Amor aporta las situaciones propicias para intercambiar la información requerida para que el proceso culmine en un nuevo ser humano, con características particulares que simultáneamente lo unirán a, y lo diferenciarán de, los otros cinco mil millones de seres humanos – y de los cientos de miles de especies vivas…" (s/f: 172)

Sin embargo, este bello ideal en ciertas ocasiones sucumbe ante la irracionalidad humana, procreando criaturas en momentos de frenesí hormonal sin pensarlo y otras veces sin consentimiento, por lo tanto la concepción de un ser humano en los extremos mencionados puede ser el reflejo de un acto de amor y también de un acto irracional o de abuso. Entre lo blanco y lo negro actualmente existen un sinnúmero de justificaciones tanto de jóvenes debutantes sexualmente como de adultos trajinados; las más comunes son aquellas frases que sostienen: "no sabíamos lo que hacíamos", "estábamos embriagados", "se me escaparon unos tiros", "sólo fue un choque y fuga pero la fregamos", y un largo etcétera de justificaciones injustificables.

La mayoría de parejas se casan o conviven con la ilusión de formar una familia, tener uno a más hijos, la gran pregunta es: ¿están preparados para tenerlos? Procrear un hijo no es relativamente complicado, pues, basta de unos cuantos minutos de relación sexual para que el hombre deposite su semen en la vagina de la mujer hasta que uno de los millones de espermatozoides sueltos en plaza penetre en el óvulo, luego esperar los nueve meses que dura el proceso de gestación y ¡listo! Lo difícil y complicado es la vida emocional, moral, espiritual y económica que le espera a ese ser humano indefenso una vez que salga del vientre materno y vea la luz de este mundo cada vez más deteriorado y deshumanizado y, en el peor de los casos, que le toque vivir en el seno de una familia disfuncional ó violenta.

Este trabajo ha sido concebido con la intención de que los adolescentes, jóvenes y también los adultos, después de leerlo puedan reflexionar y hacer un acto de introspección, que les permita responder desde su interior algunas preguntas, que de hecho son parte de su presente y serán parte de su futuro dentro del infinito universo de interrogantes que implica la decisión de traer un hijo al mundo, como: ¿Estás preparado psicológica, espiritual y moralmente para traer un hijo a este mundo? ¿Estás preparado económicamente para mantenerlo sin confiar mucho en aquella frase que dice "todo niño viene con un pan bajo el brazo"? ¿Estás dispuesto a sacrificar muchas cosas de tu vida personal para darle tiempo y escucharlo(s)? ¿Estás dispuesto como padre a desvelarte y a tener la paciencia suficiente para soportar sus fiebres, sus cólicos de gases en los primeros meses de nacido que no te van a dejar dormir y sin duda te pondrán de mal humor, sobre todo si al día siguiente tienes que trabajar y no sólo decir: que lo atienda su mamá? ¿Estás dispuesto aceptar sus travesuras y corregirlo sin golpearlo ni humillarlo? ¿Entenderás cuando pinte las paredes de tu casa o departamento de estreno por el cual te has endeudado por veinte años, ó cuando pintarrajee la casa de tus padres o el alquiler donde vives corrigiéndolo sin golpearlo ni humillarlo? ¿Estás dispuesto a soportarlo y no alterarte cuando no quiera comer, te arroje la comida o se ensucie en su proceso de aprendizaje? ¿Entenderás cuando aún no pueda controlar su esfínter, se orine en la cama ó seguirás el viejo consejo de las abuelas: hay que darle unas buenas nalgadas para que se acostumbre a pedir pichi o caca? ¿Entenderás cuando a tu pequeño de tres o cuatro años que lo enviarás obligatoriamente al Kinder, Nido, Cuna, Jardín PRONOEI, Wawawasi[1]o como se llame, – pues, mamá y papá tienen que trabajar – no entienda como hacer una tarea de lógico matemáticas o personal social, lo cual pienso que de por sí es contraproducente a tan corta edad? ¿Cuándo llegues cansado de tú trabajo tendrás unos minutos para escucharlo o lo callarás con un grito o un golpe, pues, te sientes cansado, no quieres que te molesten y su bulla te aburre? ¿Cómo pareja civilizada podrán evitar discutir delante del niño?¿Entenderás que muchas veces se comportará de forma "malcriada" sólo para llamar tu atención ya que no te ve todo el día y preferirá un regaño, un golpe, un grito de tu parte sólo para sentir un poquito de atención? ¿Frenarás tu ira y tu violencia cuando te "suplique cariñosamente" papito o mamita por favor ya no me pegues?

Estas son algunas preguntas elementales que una pareja de adolescentes, jóvenes o adultos enamorados, convivientes, esposos, etc, "debería" tener en cuenta antes de pretender tener un hijo. De hecho, que las interrogantes planteadas líneas arriba no van a ser desarrolladas en este trabajo, pues, suponen respuestas muy personales. De lo que si estamos seguros es que muchos de los que son padres y que han leído las interrogantes formuladas líneas arriba han recordado que pasaron por estas experiencias y habrán reflexionado sobre la forma satisfactoria o insatisfactoria como respondieron o asumieron determinadas situaciones en la práctica misma, las cuales finalmente han influenciado y se han convertido en el reflejo de lo que son sus hijos ahora.

Reitero que este breve trabajo pretende despertar un sentido reflexivo, nada más que eso, no es ni pretende ser una guía de paternidad responsable, tampoco busca decirles si deben o no deben tener hijos, ya que ello supone decisiones personales que respetamos. Lo que buscamos es mostrar una serie de argumentos científicos y empíricos sobre la procreación que nos lleven a disminuir el abandono espiritual y emocional en que se encuentran sumidos muchos niños, adolescentes y jóvenes, pues, muchos padres están en casa, viven juntos pero no muestran un poquito de interés por la vida cotidiana de sus hijos, dejan hacer y dejan pasar. Asimismo esperamos que las reflexiones planteadas sirvan como una señal de alerta del espiral de violencia que podríamos estar engendrando en nuestros hijos, el cual se instala precisamente en la niñez y explota en la adolescencia, juventud y adultez, reflejo de ello es la sociedad en la que vivimos actualmente.

¿Por qué el ser humano busca tener hijos?

"Si se trajeran niños al mundo sólo por un acto de razón pura, ¿seguiría existiendo la raza humana? ¿Preferiría un hombre tener tanta simpatía con la generación venidera como para ahorrarle la carga de existir? ¿O al menos para no ser él quien le imponga esa carga a sangre fría?

Arthur Schopenhauer

"Sufrimientos del Mundo" (1851)[2]

Una respuesta dogmática y de fé sostendría que traer un hijo al mundo es un designio y un mandato divino desde la creación del ser humano, además de ser la ley de la vida; argumento que es el soporte de la mayoría de religiones que existen en el planeta. Algunos agnósticos dirían que es tratar de estar al nivel de los dioses, pues, estos son los únicos que pueden crear una vida.

Por el lado de la psicología encontramos explicaciones muy interesantes

"…cuando un ser humano decide tener un hijo, decide cambiar de identidad. En efecto, esa persona va a abandonar su identidad de mujer casada por la de mujer madre, de muchacha por la de madre casada, o madre soltera. El hombre dejará de ser marido para ser marido y padre, o bien hombre padre…Tener un hijo, pues, es ante todo elegir un cambio de identidad. ¿Por qué cambiamos de identidad? En ocasiones, por error, por descuido, o por presión social. Muchas veces, porque estamos insatisfechos con la identidad propia. Hay una ausencia, un vacío, algo que no funciona. El niño va a arreglar todo eso, va a ser tú y yo a la vez, va a ser nosotros, por fin unidos, juntos, solidarios, solucionará nuestros problemas, evitará que nos peleemos, que nos observemos el uno al otro. Todo lo que los padres esperaban de su compañero (marido o mujer) sin haberlo conseguido, han de esperarlo ahora en el hijo… ¿Un individuo se convierte en padre o madre porque está insatisfecho? ¿Se transforma en padre o madre porque en algún sentido está insatisfecho de la relación con su pareja?" (Cruz y Kloppe 1986: 112, 113).

Las dos últimas interrogantes que plantean las autoras al final de la cita, pueden convertirse fácilmente en afirmaciones para refrendar o negar lo planteado, lo importante es que estas dos preguntas aparentemente sencillas nos pueden llevar a reflexionar profundamente sobre lo que nos lleva a ser padres.

Socialmente existe una especie de mandato o imperativo a través del cual tanto el hombre como la mujer afirman su virilidad y su femineidad ante la sociedad procreando un hijo en unión formal o en unión libre. Sortear este mandato no es ilícito tanto para el hombre como para la mujer, empero, la sanción social es drástica y se orienta ya sea por un sentimiento compasivo ó en el peor de los casos por un cuestionamiento a la sexualidad. A pesar que la presión social casi nunca es explícita su sentido implícito se sustenta en el principio de que la familia es la célula básica de la sociedad.

Es importante tener en cuenta la siguiente reflexión:

"Los humanos, como todas las criaturas, tienen impulsos que conducen a la reproducción. Nuestro impulso biológico es tener sexo, no engendrar bebés. Nuestro "instinto de procrear" es equivalente al instinto de una ardilla de plantar árboles: su necesidad es almacenar comida; los árboles son una consecuencia natural. Si el sexo es un impulso de procrear, entonces el hambre es un impulso de defecar…Los deseos inducidos culturalmente pueden ser tan fuertes que parecen ser biológicos, pero no hay mecanismo evolutivo para que exista un instinto de procrear. ¿Por qué dejamos de reproducirnos cuando hemos engendrado todos los hijos que queremos? Si el instinto es reproducirse, ¿cómo pueden vencerlo tantas personas? Hay demasiados que jamás han sentido esa necesidad: las mutaciones no ocurren en un porcentaje tan elevado de la población… Considerando la frecuencia con que nuestra especie siente el impulso sexual, es probable que la sexualidad humana cumpla principalmente una función más social que reproductiva. Los bebés humanos son vulnerables por tanto tiempo que en tiempos prehistóricos su supervivencia pudo haber dependido de un fuerte vínculo entre los padres." [3]

El ser humano es una especie tan compleja que lo citado anteriormente tiene que ver directamente con su intersubjetividad la cual puede manifestarse de manera sana o perversa, en ese sentido: "Como el filósofo griego Diógenes, que buscaba el día entero a una persona honesta con una linterna encendida, la búsqueda de un motivo racional y ético para crear hoy un nuevo ser humano sigue sin éxito." [4]

Un poco de historia

La revisión histórica que realizaré a continuación no busca resaltar la función de la familia como célula básica de la sociedad, tampoco sus orígenes, como son magistralmente expuestos por Federico Engels en "El origen de la familia y la propiedad", sino lo que pretendo es mostrar cómo han sido considerados los hijos en diversos procesos históricos, para ir entendiendo la decisión humana de procrear.

Así tenemos que en la más famosa obra de revelación divina, La Santa Biblia, existen parábolas o pasajes relacionados con los hijos, entre los más famosos tenemos el sacrificio de Isaac: "Tiempo después, Dios quiso probar a Abraham y lo llamó: ""Abraham." Respondió él: "Aquí estoy." Y Dios dijo: "Toma a tu hijo, al único que tienes y al que amas, Isaac, y vete a la región de Moriah. Allí me lo ofrecerás en holocausto, en un cerro que yo te indicaré"[5]; y la parábola del hijo pródigo: "El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió a suplicarle. Pero él le contestó: "Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. Pero ahora vuelve ese hijo tuyo que se ha gastado tu dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero más gordo." El padre le dijo "Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado"[6].

Es innegable la profunda relación que se establece entre procreación y religión, como factor de creencia y fé (dentro de la población) y también como elemento de control y poder (principalmente político), tal como lo sostiene Huntington "A lo largo de ochenta años, los datos muestran incrementos en los porcentajes de la población mundial que se adhieren a las dos principales religiones proselitistas, el islam y el cristianismo…A la larga, sin embargo, Mahoma tiene las de ganar. El cristianismo se difunde principalmente por conversión, el islam por conversión y reproducción" (Huntington 1997: 76).

La rigidez con que se practica el islam en los diversos países que lo profesan, no permite que sus prosélitos se "desvíen" de las enseñanzas del Corán asumiendo la reproducción como una bendición de Alá y por ende la perpetuidad de su religión, mientras que en los países donde se profesa el catolicismo existe una marcada tendencia a creer en Dios con mucho más libertad y sin tanta rigidez ó fundamentalismo, de tal manera que las relaciones sexuales a pesar que según la Sagrada Biblia se deben postergar hasta el matrimonio, actualmente se han desbordado entre los adolescentes, jóvenes y adultos, amparados en sistemas de protección anticonceptiva, que muchas veces fallan más por desconocimiento que por el método mismo, con la lamentable consecuencia de hijos no deseados, que no tienen la culpa de la irresponsabilidad de sus padres, por ello, leyendo los tiempos actuales Giddens con mucho acierto dice: "La separación entre sexualidad y reproducción es, en principio total… La sexualidad, que solía definirse tan estrictamente en relación al matrimonio y a la legitimidad, tiene ahora poca conexión con ello" (Giddens 2000: 68 (b))

Celestine Freinet al referirse a los inicios del siglo XX decía: "A principios de siglo se les consideraba [a los niños] de hecho, un poco como animalillos familiares no aptos para la autonomía, a los que, por lo mismo, se les vigila y se les manda pero guardando las distancias para no comprometer la Autoridad. Hace cincuenta años no tuteábamos a nuestros padres, no hablábamos en la mesa, y en algunos pueblecitos atrasados se conserva todavía la tradición de la mujer y los hijos que escuchan y sirven al padre de familia como los siervos escuchaban antaño al señor" (1972: 10)

Respecto al rol de los hijos dentro de la familia, Giddens sostiene:

"En la familia tradicional no eran sólo las mujeres las que no tenían derechos: tampoco los niños. La idea de consagrar los derechos infantiles en la ley es, en términos históricos, relativamente reciente. En periodos pre modernos, al igual que en culturas tradicionales hoy día, no se criaba a los niños por su bien o para satisfacción de los padres. Uno podría casi decir que no se les reconocía como individuos. No era que los padres no quisieran a sus hijos, pero se preocupaban más por la contribución que hacían a la actividad económica como que por ellos mismos… [en la década del "50] La familia había dejado de ser una entidad económica, y la idea de amor romántico como base del matrimonio había reemplazado al matrimonio como contrato económico… ambos padres viviendo juntos con sus hijos matrimoniales, la madre ama de casa a tiempo completo y el padre ganando el pan… En la familia tradicional los niños eran un beneficio económico. Hoy por el contrario, en los países occidentales un niño supone una gran carga económica para los padres. Tener un hijo es una decisión más concreta y específica que antes, y está impulsada por necesidades psicológicas y emocionales" (Ob. Cit. : 68, 69, 71, 73, 74 (b))

El párrafo final de la cita anterior data del año 1999 y mostraba una tendencia que se ha ido acrecentando con el pasar de los años en el imaginario colectivo principalmente de los jóvenes, empero, contradictoriamente siguen desafiando su sexualidad jugando al límite de ser padres o no serlo, utilizando métodos anticonceptivos en la mayoría de casos y, si ya no hay remedio recurriendo al aborto, conocido en el argot juvenil como "bajada" o "limpieza", que en términos de anuncios publicitarios les llaman "Regulación de la Menstruación".

Falacias más comunes respecto al hecho del por qué traer un hijo al mundo

El hecho de ser padre es el mayor

lujo del aficionado (A. Toffler)

Existen un sinnúmero de creencias y dichos populares que buscan justificar la procreación de un ser humano, entre los más comunes tenemos:

  • Una familia sin hijos no es familia: Podría decirse que esta frase actualmente va perdiendo peso y vigencia, ya que más depende de una decisión de pareja que de otorgar cierta satisfacción social tal como se concebía décadas atrás. Otro factor que influye en restarle peso a esta afirmación, es lo voluble de las relaciones en la sociedad actual, caracterizada por la falta de compromisos, por el notable incremento de familias disfuncionales y por el crecimiento exponencial de los índices de divorcios,

También debemos tener en cuenta el factor biológico, que muchas veces niega la paternidad, pero que de ninguna manera debería convertirse en infelicidad, siempre y cuando exista un alto grado de comprensión y amor entre las parejas:

"Ningún criterio científico apunta que una pareja no sea plena si no tiene descendencia. Y es que los seres humanos, por nuestra capacidad de reflexión, podemos considerar  tener hijos de forma responsable, es decir, sólo si se dan condiciones mínimas de cuidado, seguridad y apoyo durante todo el desarrollo del niño", advierten los especialistas…Además, señalan que muchos padres no son conscientes aún de que, según la educación y el cuidado que les den, influirán en el desarrollo de sus vidas. En cualquier caso, aunque la decisión sobre este tema siempre debe ser de la pareja, aconseja también tener en cuenta que:

  • El ser humano es la especie más dependiente, es decir, la que requiere más años de cuidado y apoyo. 

  • Los padres, aunque intenten evitarlo, ejercen un una gran influencia en los hijos y llegan a condicionar tremendamente su futuro.

Para tener hijos felices hay que saber ser padres, y el primer paso para lograrlo es estar bien con nosotros mismos. De no ser así, les pasamos nuestros problemas sin ser conscientes de ello."[7]

Existen también personas, parejas o grupos que optan por no tener hijos:

"Los grupos o movimientos sociales sin hijos por elección, (childless by choice), normalmente parejas sin hijos, surgieron en la década de 1970; los más destacados fueron The National Organization for Non-Parents (1972-1982) en Estados Unidosy No Kidding international fundada en 1984 -en Canadá, Estados Unidos y otros países- y Kidding Aside, fundada en 2000 en Gran Bretaña. Estas organizaciones no solamente promueven la no procreación, también algunos de sus miembros defienden espacios libres de niños y acogen, tanto a quienes quieren esterilizarse para no procrear como a aquellos que no pueden tener hijos por problemas de fertilidad con el objeto de ayudarles a vivir plenamente sin hijos."[8]

Ante las diversas opciones de pareja surgió el tema de la paternidad o procreación responsable que según los entendidos es un tema reciente:

"El problema de la procreación responsable es relativamente reciente. En el pasado no se planteaban interrogantes ni sobre la procreación, ni sobre la responsabilidad, ni mucho menos sobre el sentido de procrear. Procrear era considerado como el resultado natural de la decisión de casarse, porque casarse no era tanto formar pareja cuanto más bien crear familia… Hoy procrear se ha convertido en problema social y conyugal. Se inició con el principio malthusiano del crecimiento exponencial, para el cual la procreación no podía considerarse ya un valor que se ha de buscar y perseguir incondicionalmente, sino un hecho ambivalente, con una carga negativa potencial respecto a la humanidad."[9]

Al respecto, Artidoro Cáceres argumenta en una entrevista televisiva con Marco Aurelio Denegri: "Hay individuos con una buena vocación para tener hijos y otros que no la tienen, entonces hay que respetarlos… Hay personas que tienen vocación para ser padres, algunos para tener familias extensas, otras para tener un solo hijo, creo que es un producto de la democracia ese respeto. Usted no quiere tener vocación parental porque no la tiene, porque no le han enseñado o no le da la gana de tenerla, pues, no tenga hijos, no fastidie a la humanidad teniendo hijos que no puede educarlos"[10]

Resumiendo, podemos decir que el acto de procrear una vida requiere mucha responsabilidad y conciencia de pareja, más allá de la libertad de decisión de las personas.

  • No sean egoístas, no pienses sólo ustedes: Esta es otra de las frases más comunes y frecuentes en el imaginario popular que se expresa como un consejo y utiliza elementos psicológicos populares: "Pobrecita(o) no tiene con quien jugar" "Está muy chocho(a)[11] ya quiere hermanito(a)" y no contentos con estas intromisiones en las decisiones de pareja, desconciertan al niño(a) preguntándole ¿Quieres hermanito(a) no? y no satisfechos con la respuesta infantil incitan al niño(a) a decir "Dile a tus papás que quieres un hermanito" muchas veces avergonzando al pequeño(a) frente al grupo de adultos.

Lo cuestionable de este hecho es que paradójicamente muchas veces estos "consejos" son dados por madres o padres que maltratan a sus hijos física y emocionalmente, que no les tienen respeto ni paciencia y que psicológica y emocionalmente no están preparados para ser padres. Personas que haciendo uso de la violencia creen que educan bien a sus hijos, los golpean y los maltratan en casa y complementan su lógica añorando los tiempos en los cuales el rigor del castigo paternal los ha convertido en "personas de bien". Del mismo modo añoran la antigua educación donde los docentes de los colegios daban tremendas palizas a los estudiantes para que "sean hombres de bien", sacando brillo al famoso dicho "La letra con sangre entra", incluso rememoran con cierto placer y nostalgia como los padres otorgaban licencia a estos profesores para pegarles más fuerte a sus hijos.

Esta concepción también encuentra justificación en la afirmación que ser hijo único es muy triste, en ese sentido Monseñor Tihamer Toht, sostiene lo siguiente:

"Que al hijo único los padres no le educan, sino que le deseducan: lo miman, lo ablandan, hacen de él un juguete. ¡Pobrecito! Quisiera ser niño, pero no puede: no tiene compañeros camaradas de juegos a quienes confiar en secreto, metiditos en un rincón, sus alegrías y sus pesares; no tiene compañeros con quienes pueda pegarse y reconciliarse de nuevo; no tiene un hermano que sería su mejor educador…No tiene otros hermanitos; por tanto, se ve confinado en la compañía de los adultos. En ese ambiente madura temprano, antes de tiempo; se hace entrometido y es "un pequeño viejo". Es cerrado, frío; difícilmente se anima en los estudios, y al volver a casa no tiene con quien hablar. Esta soledad repercute hasta en sus nervios" (Tihamer 1944: 308, 309)

No sostengo que sea malo tener más de un hijo, al contrario, la hermandad, la solidaridad, el enojo, la discusión y por consiguiente el perdón solidifican las relaciones entre hermanos, como bien lo dice Monseñor Tihamer, siempre y cuando los padres estén preparados psicológica, emocional y económicamente para traer un hijo más al mundo, pero, si con un solo hijo(a) no tienen la paciencia y el amor necesario, lo agreden física o psicológicamente y la estabilidad emocional de uno o de ambos padres está en tela de juicio, entonces ¿Para qué sacrificar un ser humano más y traerlo al mundo para que viva en un hogar violento e infeliz, con alegrías esporádicas y continuas peleas? ó ¿será preferible sufrir entre hermanos para hacer más llevadera la pena?. Desde mi punto de vista, esta situación finalmente se convierte en perversa.

  • Somos de familia numerosa: A pesar que en la actualidad las familias extensas son parte de la historia, aún muchas parejas ó arbitrariamente uno de los dos, por lo general el varón machista, decide tener una familia numerosa ya sea porque proviene de una de este tipo y desea continuar con la tradición ó por una gran irresponsabilidad si es que no cuentan con las condiciones emocionales, físicas y económicas para sacar adelante a su familia. En algunos casos las decisiones son tan arbitrarias que no se tiene en cuenta la opinión de la pareja, tampoco su salud, su edad y todos los riesgos que implica traer un hijo al mundo, sobre todo para la mujer. Los argumentos más comunes que avalan esta situación son que en Navidad, Día de la Madre y otras festividades la casa está muy alegre; pregunto ¿y el resto de días qué?

Muchos "padres" irresponsablemente tienen el hábito de descentralizar la familia numerosa, por ello "pensando en la salud" de su compañera, conviviente, pareja ó esposa ¨legal¨ conocida también como ¨la firme¨, "la catedral" en un acto de "generosidad" para descargarle el peso de la crianza de tantos hijos y no se envejezca y reniegue con tanto niño, descentraliza su familia y procrea otros hijos en diferentes mujeres conocidas como "la querida", "la trampa" o "la capilla", que bajo la misma lógica de consideración a la esposa o compañera legal le alivia la crianza de varios niños.

Cuidado que de estos personajes irresponsables hay en grandes cantidades circulando por todo lugar.

  • En la parejita me planto[12]Estoy totalmente convencido que todos hemos escuchado este argumento, que de por sí es sano y además denota cierto grado de planificación, pero ¿qué pasa si la parejita no llega? ¿sigue intentando? ó son capaces de quedarse con dos hijos independientemente de su sexo. Conozco muchos amigos y amigas que en esa búsqueda superaron los cuatro hijos. Hasta ahora no comprendo por qué ese afán de buscar ¨la parejita¨. La sabiduría popular nos diría sabiamente que el niño tiene un vínculo más directo con la madre y la niña con el padre, por lógica oposición, y por el complejo de Edipo en los niños y el complejo de Electra en las niñas en términos científicos, sin embargo, particularmente me parece que la búsqueda de la pareja subliminalmente se convierte en una competencia absurda e inmadura, que termina convirtiendo al hijo en una especie de objeto de posesión por la necesidad de los padres de sentirse queridos. Finalmente ¿no sería más racional planificar los hijos que deseas tener independientemente de su sexo?

  • Hay que conservar el apellido, quiero un hijo hombre: Este deseo de perpetuidad tiene relación con el punto anterior, el ser humano por lógica siente la necesidad y quiere trascender, por ello, casi siempre – no siempre – desea un hijo varón a quien bautizará con su mismo nombre y para dar muestras de tolerancia colocará como segundo o tercer nombre el de uno de los abuelos, claro si no es tan pasado de moda.

De esta manera como la ley de la vida dice que primero morirán los padres y después los hijos – aunque muchas veces no se cumple – su nombre y apellido quedará en el recuerdo de sus familiares, amigos y conocidos, materializado en la figura del hijo varón. A la vez el hijo hombre se convertirá en el semental portador de su apellido y en el responsable que no perezca. Particularmente creo que es una muestra de alter ego impresionante.

Si observamos bien este anhelo paterno, en países machistas como el nuestro donde primero figura el apellido del padre y donde se canta con tanto entusiasmo la letra de la canción "Es mi niña bonita", la mujer como siempre queda relegada a un segundo plano, ni siquiera su hija a pesar que lleve su mismo nombre, la hará trascender en el sentido del recuerdo o perennidad de su apellido. En pleno siglo XXI lamentablemente persisten estas ideas.

  • Ella va a ser mi compañerita: Es el anhelo de muchas madres con un hogar formal, de madres solteras ó viudas, y por qué no decirlo, también de varones padres, quienes ven en la figura de la hija una amiga, una compañera que tal vez los acompañe en su vejez y los ¨atienda¨, pues, se dice que la mujercita es más ¨aparente¨, que es de ¨su casa¨ y el hombre ¨de la calle¨. Esta creencia manifiesta una carga machista muchas veces alimentada por las propias madres. Es lógico que exista el temor a envejecer y quedar solo ó sola, conocido por los psicólogos como el síndrome del nido vacío, lo cual de por sí no implica que tu hija necesariamente tenga que dedicarse a ti en cuerpo y alma, ella necesita valerse por sí misma, hacer su propia vida. Esta es una posición egoísta que llevamos internalizada pues, nos han enseñando que la vida del ser humano debe ser compartida con otra u otras personas y no nos han enseñado lo importante y gratificante de la soledad.

Los hijos como póliza de seguro familiar

Existen muchas mujeres que ven en el embarazo la posibilidad de asegurarse un ingreso que les permita una pensión económica para vivir ella con su hijo o sus hijos, sin importar que sean de diferentes padres. Esta práctica es una sofisticación de la idea clásica de ver al niño como un agente económico, no para trabajar en la agricultura o en otras actividades productivas, sino como una póliza de seguro, por la cual no hay que pagar prima a ninguna empresa, pues la empresa aseguradora es la madre. Este infante tiene derechos que son irrenunciables para su progenitor.

Sucede también que algunos hombres y mujeres ven en la procreación, el lazo que los vinculará emocionalmente a su pareja de por vida, por ello algunas mujeres se embarazan por mantener "amarrado" al hombre sin necesidad de recurrir a un brujo ó chamán y muchos hombres embarazan a las mujeres para "asegurarlas" de por vida, obviamente que si son hijos no deseados las consecuencias directas e indirectas emocionales y económicas serán cargadas a estos niños, les pasan la factura de la irresponsabilidad o falta de planificación familiar, de esta situación se desprenden frases tan desafortunadas y terriblemente perversas como: ¨Yo dejo de comer por darte a tí¨, ¨No puedo salir a divertirme por cuidarte¨ ó ¨Dejo de vestirme por comprarte ropa a tí¨, como si sus hijos hubieran pedido ser traídos al mundo y como si fuera un acto noble y generoso, cuando en realidad el alimento, el vestido y sobre todo la salud mental es un derecho que le asiste a todo niño y que los padres deben proporcionar, ojo, no es ningún favor.

El típico macho (Prototipo de semental)

Este tipo de ¨varones¨ se cree predestinado a cumplir la sagrada misión de procrear hijos, no importa con quien ni en donde, tienen el complejo del semental, del homo eroticus super macho, para asegurar la perpetuidad de su especie, por ello, vemos tantos niños y niñas abandonados, viviendo solo con mamá, a quien tienen que ayudar vendiendo golosinas, cigarrillos, reciclando, exponiendo su integridad física, sexual y jugando con su vida entre la luz roja, verde y ámbar de un semáforo.

En el colmo de la desfachatez aconsejan a sus allegados continuar con su ¨ejemplo¨, pues, para eso ha venido el hombre a este mundo según su peculiar filosofía de vida. Orgullosamente llama a sus hijos ¨mis cachorros¨. Su sentido irresponsable, guiado por los instintos, lo convierte en un ser irracional que dista mucho de llamarse humano. De este tipo existen por millares y están dispersos por todo el planeta.

Cadena de Violencia: Ya no me pegues, por favor, por favor…

Un ser humano desequilibrado emocionalmente reproducirá inevitablemente los patrones o modus vivendis de los cuales viene premunido, lo mismo sucede con las familias violentas, inmersas en discusiones y pleitos familiares constantes que casi siempre terminan en agresión física, generando una cadena de violencia que marca a los seres humanos de por vida, como bien dice Felipe Olórtegui: ¨El castigo origina heridas que no sanan…No existe un gen de la violencia. La mayor parte de los violentos no nacen, se hacen. Y esto se debe a que el 80% de los casos de violencia –según diversos estudios- tienen sus orígenes en cuestiones relacionadas con el ambiente en el cual se desarrolla la persona y solo un 20% se produce por factores de tipo biológico… un niño maltratado tiene altas posibilidades de convertirse en alguien que maltrate y en una persona violenta, pero ya no sólo por cuestiones propias del trauma psicológico, sino físicas¨ (2008: 204, 206)

Si eres una persona violenta y tu pareja también lo es, además si crees que a los hijos se les cría y se les educa a punta de patadas y golpes, piensen bien antes de querer tener un hijo. Piensen que no es justo traer un niño al mundo para hacer de su vida un infierno, para seguir reproduciendo mayor violencia. Si a ti te criaron en base a golpes y quieres ser padre o madre, lo primero que tienes que hacer es curar tus heridas con ayuda profesional, acude a un psiquiatra, psicólogo, consejero espiritual u otra persona especializada que te pueda ayudar a ver la vida desde otra óptica, lo cual por supuesto no quiere decir que le permitas amplias libertades a tus hijos y que tu excesiva permisividad más bien los convierta en niños malcriados, caprichosos y que termines convirtiéndote en un títere de su actuar, lo importante es educar dialogando y con mano firme, no violenta, corrigiendo sus actos cuando sea pertinente, haciéndolos reflexionar sobre su accionar.

Casi siempre se cuestiona, y con razón, la cantidad de hijos que tienen las familias más pobres en sectores populares donde evidentemente el discurso de la paternidad responsable no funciona y donde la falta de oportunidades laborales y de ocio productivo, hace que la única diversión de los pobres sea el acto sexual, que casi siempre engendra hijos no deseados, los que muchas veces son criados de manera violenta y que reproducirán esa misma violencia de adultos cuando sean padres de familia. Tal vez la generación de oportunidades reales y no de gabinete impulsadas por las diversas instituciones públicas permita mejorar la calidad de vida de las familias que viven en zonas periféricas y se convierta en una estrategia para impulsar el tema de paternidad responsable y por ende la disminución de la violencia. Sin embargo es importante recalcar que la cadena de violencia no distingue, raza, color credo ni clase social.

Echándole la culpa a la sociedad de la violencia

Cuantos caminos tendrá

que recorrer el hombre

para poder llamársele hombre.

la respuesta amigo la encontrarás

soplando en el viento

(Bob Dylan: Blowin" in the wind)

Con frecuencia escuchamos decir a especialistas y no especialistas que la violencia es producto de la sociedad acelerada, crematística y competitiva en la que vivimos actualmente, cuya consecuencia principal se configura en las ya famosas familias disfuncionales, marcadas por la ausencia del padre o de la madre, donde los niños crecen al cuidado de los abuelos, de algún familiar o de alguna nana. Ante la ausencia de estos personajes ahora existen los famosos kínder ó cunas, donde se les envía a los niños desde los 02 años para la actualmente famosa "estimulación temprana". La idea única y predominante en nuestros tiempos y en nuestro país donde la educación se ha convertido en un rentable negocio desde el nivel inicial hasta el universitario es que mientras más pequeños vayan los niños a la escuela lograremos un mejor desarrollo cognitivo para el estudiante que se reflejará en el desarrollo del país. Las preguntas que surgen ante esta propuesta educativa son: ¿Los docentes están bien preparados para entender el cambio radical y la evolución permanente de nuestra sociedad? ¿Existe infraestructuras adecuadas o son escuelas de garaje? ¿Los docentes y los padres se comprometen en la formación educativa de sus hijos? ¿Cuáles son los logros obtenidos hasta el momento en cuanto a resultados internacionales? ¿Existen estudios longitudinales en nuestro país qué avalen resultados satisfactorios? ¿Cuándo los jóvenes terminan sus estudios secundarios, se tiene en cuenta sus opciones de vida ó el nivel de saturación que tiene habiendo permanecido desde los 2 0 3 años en el colegio? ¿Predomina el criterio de los padres para escogerles la carrera profesional a sus hijos? ¿Serán buenos profesionales si continúan la carrera que le gusta papi o mami?

A nuestros iluminados conductores de la educación nacional, les gusta siempre poner como referente a Finlandia, argumentando que es el mejor sistema educativo del mundo, que tal vez lo sea, sin embargo, este argumento no es contextualizado en su real dimensión, no sólo basta con leer uno o más artículos y divulgar lo descrito en ellos sin tener la mínima capacidad de análisis para entender que son dos realidades distantes años luz, por la misma formación y rigurosidad académica, intelectual, artística y humana que se les exige a los docentes en ese país y también por el nivel económico que ostenta.

Por otra parte, el proceso de desarrollo económico de nuestra sociedad y los avances experimentados en el respeto por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, principalmente en las zonas urbanas ha abierto un abanico laboral muy interesante, que sumado a la exacerbación del consumo hace que los padres por lo general no estén en casa pues están trabajando. Esta situación no es novedosa, Freinet la describe así:

Partes: 1, 2
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