- La novela y su contexto de producción
- La novela y su lógica
- La novela y su constitución
- Conclusión
- Bibliografía Consultada
La figura de Eva Duarte constituye uno de los objetos históricos que ha recibido consideraciones desde diversos puntos de vista. En el campo de la literatura, su tratamiento reconoce a ilustres figuras, tales como Rodolfo Walsh y Abel Posse, por medio de cuyas escrituras el cadáver de Eva Duarte, así como su derrotero y posterior construcción mítica se conforman perspectivas que, más allá de las interpretaciones personales, articularon el conjunto significativo implicado en el mito.
Como elemento enraizado en la memoria popular y referencia negativa respecto de los sectores dominantes, Eva Duarte, y sus despojos mortales, resultan una referencia obligada en las prácticas culturales de los argentinos, porque su legado simbólico tiñe la producción de diversos campos. Esto es particularmente notable cada vez que se produce la aparición de nuevas formas de interpretación del mito, lo que reaviva nuevamente la discusión en torno a la veracidad de algunas proposiciones y su inserción dentro del canon interpretativo de la historia.
Así, la presencia en Buenos Aires del director cinematográfico inglés Alan Parker con motivo del rodaje de la ópera-rock de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice, Evita, provocó la emergencia de un conjunto de discusiones en torno al mito de Eva Duarte, aunque las mismas constituyan una parte del acervo histórico en torno al tema.
En este sentido, Tomás Eloy Martínez asumió en Santa Evita el desarrollo de una narración con el propósito de develar los factores causales y constitutivos del mito. En este sentido, la narración se define como perteneciente al género novela, mediante la cual se articula una posible interpretación del proceso de formación del objeto estudiado. La formulación de esta hipótesis entronca con un método particular de presentación del desarrollo temático del mito, en el sentido que la indagación propuesta por la novela se basa en la consulta y confrontación de diversas voces, generando un espacio interactivo en el que intervienen tanto las voces del autor, como de los personajes y de diversas fuentes. De este modo, la conformación de este trabajo ha de seguir la que propone el texto, desmotando mediante un enfoque fenomenológico la forma y el contenido con que se manifiesta la obra.
En función de lo expresado, este trabajo aspira a aportar una nueva mirada respecto del mito y de la conformación de la novela dentro del campo de la literatura.
La novela y su contexto de producción:
Cualquier abordaje dentro de la Literatura Argentina no puede desprenderse de las condiciones históricas en la que tiene lugar su aparición. Esta proposición no resulta ajena a Santa Evita, porque la misma se desarrolló en medio de las convulsiones provocadas por la presencia de la cantante y actriz Madonna, como figura central de la película Evita, dirigida por Alan Parker y basada en la ópera-rock homónima de los dramaturgos ingleses Andrew Lloyd Weber y Tim Rice, en 1995. Las crónicas de la época no sólo dan cuenta del fenómeno periodístico en sí, sino también de las múltiples formas que adoptaron las adhesiones y rechazos, ya sea desde las perspectivas estética, histórica o política, que generó el rodaje de la película.
En este marco propiciatorio de potenciales logros comerciales, hace su aparición la novela de Eloy Martínez, la cual se inscribe dentro de la tipología nueva novela histórica, donde se agrupan las producciones basadas en hechos históricos documentalmente probados. Sin embargo, la producción de este autor tucumano no es la única desarrollada con relación a la figura de Eva Duarte.
En 1994, el escritor y diplomático cordobés Abel Posse presentó la biografía novelada La pasión según Eva, en la cual se reconstruyó la vida de Eva Duarte a partir de la articulación de una diversidad de testimonios y documentos. En este trabajo, la investigación pone de relieve la figura humana de la mujer en medio de un proceso de cambios profundos que, precisamente, desdecían los elementos que fundaron su trayectoria vital.
El escritor, cuando fue consultado al respecto de Evita, señaló: "Ella fue una mujer admirable que logró sólo una gran actuación en su vida, que el pueblo se enamorara de ella. La admiro como mujer, porque ella encarna el ideal femenino en un mundo machista e ineficaz, de villanos y pícaros, que no posee ese elemento femenino de la pasión, y que Evita tuvo…Estamos frente a una sociedad cínica, eficientista, que ha perdido todos sus valores y cuyo dios es el dinero. En ella se echan miles de obreros a la calle y es un hecho sin consecuencias, a nadie le importa. En estos momentos en que la corrupción, la cobardía, de figuras límites presidenciales que dejan a sus países con las arcas vacías, recuperar los ejemplos de aquellos que han luchado por la vida de los otros y se han inmolado por ellos es importante. Me parece por otra parte muy fascinante y el mejor de los modelos."
Los conceptos vertidos por el autor se aproximan a la posición implícita desde la cual Rodolfo Walsh abordara el tema en su cuento Esa mujer, principal referente de la escritura de Tomás Martínez, tal como lo afirma en los Agradecimientos de Santa Evita. En el cuento, el personaje del Coronel expresa: "−La fantasía popular −dice−. Vea cómo trabaja. Pero en el fondo no inventan nada. No hacen más que repetir… Sí, ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y desnuda, y muerta. Con toda la muerte al aire, ¿sabe? Con todo, con todo…" Pero, el primer abordaje del fundamento político que subyace al tratamiento del tema lo constituye La fiesta del monstruo, cuento publicado clandestinamente por Adolfo Bioy Casares y Jorge Luís Borges, bajo el pseudónimo de Bustos Domecq, en 1947, en cuyos pasajes se da cuenta paródicamente de la emergencia del fenómeno social conocido como peronismo, mostrando en un pasaje, su interpretación de la filiación fascista y antisemita de Juan Perón, cuando el narrador expresa que "… aunque por Villa Crespo pulula el ruso y yo digo que más vale la pena acusar su domicilio legal en Tolosa Norte."
De lo expresado se deriva que la conformación del mito, como su interpretación, se hallan atravesadas por una diversidad de posicionamientos, lo cual resulta coherente con la característica central de la escritura narrativa argentina, cuyo desarrollo histórico se expresa paralelamente a los hechos políticos que afectaron históricamente al país. Las formas y contenidos que conforman Santa Evita resultan solidarias con sus antecedentes históricos y ponen en evidencia uno de los aparatos interpretativos con que la historia se ve redefinida a partir de los sujetos que la abordan. En este sentido, la presentación de la novela en San Miguel de Tucumán estuvo signada por el cruce y el cuestionamiento respecto del rigor histórico y conceptual con que fuera tratado el tema, principalmente por sectores sociales afiliados al Partido Justicialista, sin que se tuviera en cuenta de que se trataba de una ficción y, por lo tanto, no sujeta al rigor que tradicionalmente se asigna al tratamiento de hechos caracterizados como históricos.
La presencia de un nuevo modelo interpretativo – el de los dramaturgos ingleses –, con su consecuente interpretación, además de la presencia de la cantante y actriz Madonna, habilitaron un espacio de discusión en torno a Eva Duarte y las circunstancias por las que su cadáver protagonizó un derrotero singular, en el cual la obra del escritor tucumano constituye un punto de referencia y un posicionamiento particular con relación a la discusión general.
Y es un posicionamiento particular porque el escritor no sólo resulta un catedrático, ya que no sólo es actualmente director del Programa de Estudios Latinoamericanos de la Rutgers University en New Jersey (EE.UU), sino también un protagonista de los hechos históricos referidos, en virtud de lo cual se propone aportar una visión "objetiva" que permita desentrañar la composición del objeto. Consecuentemente, la pretensión de objetividad implicada en el texto afecta la composición formal y del contenido de la obra.
La novela y su lógica:
Desde un abordaje canónico, la novela resulta caótica, si no se tiene la prevención de asumir que se trata de un acto de ficción y que, por ello, está sujeta a las leyes que su propio escritor le impone. Esto implica que quien la escribió definió una lógica que le otorga respecto de un objetivo determinado. Ello explica por qué la novela no se ajusta al desarrollo cronológico que exige la historiografía y, por el contrario, se articula tópicamente. O sea, la constitución de la novela gira en torno a un presupuesto que funciona como hipótesis: el mito es un desarrollo histórico y, por lo tanto, es una construcción subjetiva.
A partir de esta ubicación se puede entender cuál es el principio que rige tal tipo textual: la verificación de tal hipótesis exige una organización de los elementos con el propósito de que funcionen como partes de un experimento.
De este modo, se articulan los argumentos para acercarse a una comprobación o no de lo que se presupuso y, en ello, la voz del autor funciona como un elemento más, porque se trata de un proceso constituyente en el que participa activamente tanto como sujeto de los hechos históricos, como coadyuvante en la pervivencia del mito, tal como le indican en la novela, cuando una de las voces militares le dice que "…Apenas empiece a contarla. Usted tampoco tendrá salvación…" En sus indagaciones Tomás Eloy Martínez recurre a la deducción fundada en el método fenoménico, tal como lo expresa el narrador, cuando afirma que "…"Todo relato es por definición, infiel. La realidad, como ya dije, no se puede contar ni repetir. Lo único que se puede hacer con la realidad es inventarla de nuevo…"
El acto de recreación, implicado en la invención de una realidad a partir de la comparencia de procesos significativos de construcción alternos, pone en evidencia una investigación subjetiva organizada en la diversidad de significados que alcanza un objeto referente – el cuerpo –, de modo que no sólo se cuenta la historia del derrotero del cadáver, sino que se intenta una interpretación sintética del significante – cadáver – y el significado – cuasi-religiosidad – para los diversos sujetos que, mediante su versión, contribuyen a la conformación del mito. Estas afirmaciones se sostienen en la convicción del autor con relación al poder formador de la realidad que ostenta la palabra. En una entrevista, Martínez afirmó que la "…palabra es reconstrucción de la realidad. Yo ejemplifico esta diferencia con el dato de que, al día siguiente en que hemos visto un partido de fútbol o un match de básquet por televisión, necesitamos leer la crónica en el diario, buscando que nos confirmen lo que hemos visto y que nos aporten cosas que se nos escaparon o que no fueron captadas por la radio o la televisión."
Según las afirmaciones del autor, su novela constituye un intento reconstructivo de la realidad que, como tal, es histórica y no sólo involucra el objeto referente, sino la diversidad de significados que los diversos sujetos sociales implicados construyen sobre el mismo.
En este intento reconstructivo del proceso de conformación del mito la primacía del tema sobre el tiempo hace que el lector desprevenido entienda que la narración es plena de paradojas, porque, dada una organización particular, en ciertos capítulos, Evita está muerta y en el siguiente resurge, sin que medie explicación alguna. Pero esto no es así, sino que el devenir narrativo se asienta en un modelo particular de exposición, donde cada parte de la novela resulta coherentemente asociada a la otra en función del objetivo perseguido.
Al respecto, Mario Vargas Llosa dice que el "…poder de persuasión de una novela que produce estas prestidigitaciones reside en lo funcional de su construcción y lo hechicero de su escritura. El orden con que está organizada Santa Evita es asimétrico, laberíntico y muy eficaz; también lo es su lenguaje…" La cursiva pone de relieve el detalle necesario que entraña la narración de Martínez: el carácter persuasivo de su texto y la lógica científica que rige a la novela, expresado en la finalidad que moviliza su enunciación.
En este sentido, la novela se inscribe en la tradición literaria argentina, en el sentido que la literatura se tiñe de los aspectos determinantes de la coyuntura en la cual tiene lugar su producción y aparición, lo cual alcanza dimensión significativa, en la medida en que los autores no desconocen su condición de sujetos sociales insertos en condiciones concretas de existencia, a partir del uso de su arte para la discusión de ciertos aspectos materiales y simbólicos de la vida social en la que se encuentran activos. El carácter científico con que se define la trama de la novela opera como una respuesta a la totalidad de escrituras respecto del tema, de modo que, según M. Majtin funciona con relación a las interpretaciones de otros sujetos, tratando, mediante la articulación argumental, de ofrecer una visión que trasciende las instaladas con anterioridad o contemporáneas a la suya.
El enfoque fenomenológico adoptado opera como un mecanismo de síntesis de un conjunto de postulaciones en torno al objeto significante – cadáver – y al elemento significado – cuasi-religiosidad – entrañados en el mito, porque, como lo afirma Fernando Savater, "… el mito comporta cincuenta por ciento de verdad y cincuenta por ciento de ficción…", lo que autoriza un modo particular de administración de la materia narrativa, dando como resultado un texto en el que la ficción y el documento dan forma a la nueva novela histórica.
Como explicáramos anteriormente, el propósito asignado al texto determina su constitución formal, de modo que, en la medida en que la finalidad asignada a la escritura establece la organización de la narración, ésta se regirá por sus propias leyes, las cuales enfatizan la primacía del tema sobre el tiempo del relato. Esto explica por qué, aun siendo una novela histórica, no sigue la organización canónica de la historiografía. La novela se constituye en un instrumento interpretativo de una realidad histórica dada, es decir, del mito de Eva Duarte y su relación con el medio en que tiene lugar.
La ubicación ficticia de la narración en momentos en que Eva se despierta de un estado de inconsciencia con la certeza de que va a morir abre el primer capítulo y, al mismo tiempo, funda históricamente el inicio del derrotero que potencialmente entraña el cuerpo consciente de un pronto desenlace y el consecuente paso a otro estado.
Resulta, entonces, la génesis del mito que comienza a gestarse a partir del fervor religioso que rodea a su agonía: "… Qué sueño le habrá caído dentro de los sueños , qué balido de cordero le habrá movido la sangre para convertirla tan de la noche a la mañana en lo que fue: una reina?" En la cita resuena una voz común a la cultura argentina, la de la liturgia religiosa católica que se expresa en los términos cordero y reina con lo que se produce la asociación entre El Mesías y su madre (la Santa Virgen María), el cordero sacrificial para la expiación de los pecados y la esposa del Señor (el dios cristiano), una imagen que se traducirá en la lengua popular en el calificativo "santa popular" con que se invistiera a Eva Duarte con posterioridad a su muerte.
Esta génesis se combina con elementos diversos, aportados por igual cantidad de medios (documentales, entrevistas radiales, testimonios, libretos cinematográficos y teatrales, informes de inteligencia, etc.), a los que se suma la ficción literaria, cumpliendo con uno de los postulados fenomenológicos respecto de la lectura: como la historia es un espacio interactivo, en cuya trama se hallar diversos "huecos" que hacen posible la exploración de otros universos significativos, la ficción explora tales universos posibles, diciendo lo no dicho por las otras fuentes y aportando una sutura que hila coherentemente los fragmentos contribuidos por las fuentes documentadas a través de un ejercicio inferencial en el que intervienen tanto la información reconocida, como lo que se deriva de la propia enciclopedia del autor.
En este sentido, se hizo necesario recurrir a la biografía para reconstruir la personalidad de Eva Duarte, como producto de las privaciones de su infancia y de su singular viaje a Buenos Aires, así como de su existencia y redención social por medio del teatro, del modo que al testimonio de cercanos y extraños. De lo expresado dan cuenta las recurrentes referencias al proceso de formación de tal personalidad, tal como lo describe el empresario Yankelevick, respecto de la lengua de Eva en las primeras épocas: "…Voy del dentólogo, en vez de voy al dentista o al odontólogo y no me alcanzan los molumentos por no me alcanza el sueldo o los emolumentos."
En este juego interpretativo, las voces de la novela conforman un mosaico informal cuyo equilibrio es inestable, que pone en evidencia la presencia de otros textos, como el caso de El sonido y la furia de William Faulkner, en cuyo desarrollo la fragmentación funciona para mostrar un estado presente de la historia de los personajes. En la novela de Tomás Martínez, la fragmentación vocal es una consecuencia lógica porque, como Eva es un mito, no puede asumirse como un objeto perfectamente terminado, sino como un proceso continuo, según lo define el informante militar con quien el periodista investigador se reúne en el último capítulo del libro: "… Evita nunca fue el pasado de nadie. Nos guste o no, sigue siendo el presente…"
El presente al cual alude el informante se define por el periodo de investigación, es decir, el tiempo mítico en el cual el mismo autor investigador se encuentra involucrado. Entonces, la cuestión del cadáver de Eva sigue presente en el estadio constructivo de la década del ’70, donde la ausencia material del cadáver transmuta en una desaparición simbólica de alto valor, en la medida en que el secuestro de Pedro Eugenio Aramburu por Montoneros se fundamenta en la sustracción del objeto simbólico. En el marco de tal década, el autor publicará La pasión según Trelew, a partir de las entrevistas que el poeta Francisco Urondo realizara a los tres sobrevivientes de la masacre ejecutada en la base aeronaval "Almirante Zar" de aquella ciudad, en 1972, lo que da cuenta de la simpatía del autor por las fracciones revolucionarias, en ese entonces.
En la construcción del mito resulta insoslayable la presencia del esposo de Eva, Juan Perón, como referencia del crecimiento de su figura. Esta presencia, además de ser necesaria en el proceso histórico implicado, también conforma un objeto del discurso de Eva Duarte. "…Yo no he hecho nada. Todo es Perón. Perón es la Patria, Perón es todo y los demás estamos a distancia sideral del líder de la nacionalidad…" Esto implica que en el proceso de construcción del mito, el sujeto del mismo también resulta un productor discursivo, cuya actividad reafirma el carácter místico manifestado en la humildad (característica beatífica propiciada por el culto cristiano, al cual adscribía Eva), que se va elaborando en torno a la mujer.
"… Hombres de poncho y botas, con valijines de cartón y paquetes son, desde la mañana de ayer martes del 21 de agosto de 1951, de los contingentes derramados por el interior en las estaciones ferroviarias y en las estaciones de ómnibus y micros…", constituye la presentación de los argumentos referidos al universo místico que rodea la recuperación de Eva de su reciente operación y al Cabildo Abierto de ese año, en el cual la C.G.T pretende impulsar la candidatura de Eva a la vicepresidencia de la nación en las próximas elecciones de 1952, pero también operan como contraste de la también próxima asonada militar de Benjamín Menéndez (padre) en septiembre de ese año, otorgando a la elisión de datos un valore referido al lector, el cual deberá completar la omisiones deliberadas para tener una mejor interpretación de los hechos narrados.
La génesis del mito, anticipada a la misma muerte, se corrobora mediante el paso trascendente del deceso, el 26 de julio de 1952, que resulta un hito formal de, como diría Gabriel García Márquez, "una muerte anunciada". A partir de ello, Eva se transforma en objeto del discurso de propios y extraños: "…Vivía no vivía, se me perdía de vista. Es una santa, es una hiena en esas semanas a Evita le dijeron de todo…", la voz del narrador investigador da cuenta de la diversidad interpretativa que se va tejiendo en torno a la figura simbólica entrañada en la mujer.
Conforme se desenvuelve la narración de los constituyentes de mito, el proceso histórico va adicionando los elementos coyunturales contribuyentes en el enriquecimiento del relato, particularmente con relación a valor místico y simbólico que asume el cadáver y que propicia la aparición de formas de culto vinculadas al universo cristiano y sus relaciones escatológicas. Sobre este campo se tejen de diversas maneras ciertos discursos que provocan el desplazamiento semántico de algunas situaciones, conceptos y categorías, de modo tal que la alusión constituye uno de los principales instrumentos para abarcar los hechos más significativos del derrotero de la difunta. Alusión y metáfora componen los elementos contenidos en las instancias posteriores al golpe militar de Septiembre de 1955, cuando se produce la profanación de la capilla ardiente instalada en la CGT.
En ese derrotero, el relato mítico se enriquece por la inclusión de hechos comprobados, aunque causalmente son atribuidos a la profanación y que se entroncan con hechos de la década del ’70 por medio de una serie de alegorías. Accidentes automovilísticos y por arma de fuego como consecuencia de ritos fúnebres permanentes y de la locura del encargado del cadáver, respectivamente, se asocian con la presencia de abejas y flores, una alegoría que remite alternativamente a las formaciones revolucionarias del peronismo de la década aludida y al levantamiento popular revolucionario de 1848, conocido como la Primavera de los Pueblos, para concentrar en la figura del cuerpo itinerante las formas que va asumiendo el mito dentro de la diversidad de sujetos sociales que se suman al peronismo proscrito a partir de septiembre de 1955.
En un fragmento del final de la novela, excluido por el autor, el investigador se refiere a la entrevista con el informante militar que se refiere a la difunta: "Hablaba sin mirarme. De vez en cuando tomaba aliento y señalaba con el índice a sus amigos, que respondían con económicos murmullos de aprobación. Yo tampoco lo interrumpí. salvo cuando me perdía en el laberinto de fechas y de lugares donde Ella, indiferente había yacido. ‘Lo más perturbador fue la seguidilla de flores y de velas', insistió Corominas. Nunca se llegó a saber quién las puso. Donde quiera estaba el cuerpo, aparecían las velas tarde o temprano. Un día las dejaron al lado de mi despacho, ante mis propias narices. Ahí se me agotó la paciencia. Urdí entonces una estrategia para enterrar a esa persona lejos de acá, al otro lado del mundo’…"
En la cita hace su aparición una categoría llamativa, persona, con la que se refiere el informante al cadáver, lo que da cuenta del proceso de transformación que van sufriendo los despojos, desde su condición de di – funta, es decir, sin función atribuible, a la de entidad con voluntad propia, que se expresa por la intromisión en el accionar de los sujetos vivos, en el marco histórico contradictorio en el que se desarrolla la emergencia y consolidación de la narración mítica.
Dentro de tal desarrollo, la presencia del narrador, autor, investigador implicado manifiesta la coparticipación de éste dentro del proceso mítico que se intenta explicar. Por ello es que el mito es siempre subjetivo y quien ejerce la enunciación del mismo se halla inmerso dentro del proceso productivo, de modo tal que la ruptura del canon de lectura que propone la novela se asienta en la conciencia del autor como sujeto histórico concreto y activo dentro de los sucesos narrados. Al final del libro, éste afirma, "…no sé en qué lugar de la narración voy, creo que en el medio. Mejor voy a volver a escribir…" Esta conciencia de la intervención activa en el proceso histórico de la construcción del mito permite que Tomás Eloy Martínez participe bajo diferentes categorías dentro del texto, mediante el cual se pretende explicar racionalmente los cuarenta años que separan a la revolución libertadora del presente de enunciación de la novela.
El permanente juego entre las condiciones de fundación, emergencia y consolidación del mito y las que se fundan a partir de la apropiación del mismo (enfermedad, construcción discursiva, muerte, embalsamamiento, sustracción, profanación, ocultamiento, por un lado, y la emergencia de grupos revolucionarios identificados con la figura de Eva, por el otro) tienen en el autor un investigador, cronista y sujeto de enunciado definido a partir de su condición de sujeto histórico implicado.
El desarrollo de la novela es un proceso históricamente determinado. Ello implica que su emergencia responde a necesidades expresadas bajo la forma de interrogantes. La hipótesis que movilizó la producción del texto expone lo enunciado y se reafirma en la necesidad permanente de indagación sobre la figura de una mujer que, en el tiempo en que se produjo su ascenso y fallecimiento, constituyó un fenómeno que marcó la política argentina y mundial.
La necesidad que moviliza la escritura de Martínez tiene un doble objetivo: en primera instancia, articular un mecanismo explicativo con relación a sujetos que tienen escasa o nula información sobre la mujer; y, en segundo lugar, dar cuenta formalmente de un objeto inherente a la cultura de nuestro país.
Aunque la conformación del texto constituye un intento particular por explicar la conformación y consolidación del mito, la propia conciencia del autor como parte implicada en el proceso histórico, lo obliga finalmente a asumir que su intento se inscribe en la corriente más general de la creación y recreación constante del mito como objeto referente de la práctica material y social argentina.
Bibliografía Consultada: Bajtin, Mikjail: Respuesta a la Revista Novy Mir. Estética de la creación verbal [17ª Edic.]. Siglo XX1. México, 1992. Bustos Domecq: Nuevos cuentos de Bustos Domecq. Librería La Ciudad. Buenos Aires, 1977. Iser, Wolfgang: Un enfoque fenomenológico del proceso de lectura. Ídem. Cátedra. Madrid, 1989. Martínez, Tomás Eloy: Santa Evita. Sudamericana. Buenos Aires, 1995. Martínez, Tomás Eloy: La pasión según Trelew. Granios Editor. Buenos Aires, 1973. Posee, Abel: La pasión según Eva. Planeta. Buenos Aires, 1994. Savater, Fernando: Diccionario Filosófico. Planeta. Barcelona, 1995. Walsh Rodolfo: Los oficios terrestres. Ediciones de la Flor. Buenos Aires, 1986. Notas Periodísticas: Me interesa la zona enfermiza de la política. A la tv oponen el periodismo narrativo. Entrevista de Jorge Halperin para Clarín. 03/05/98. Los placeres de la necrofilia. Diario La Nación. Febrero de 1996.
Páginas web: http://www.ucm.es http://www.tyhturismo.com http://www.literatura.com
Eduardo Daniel aeropagus2003[arroba]yahoo.com.ar