1. Introducción2. El genoma humano3. Cartografía y secuenciación 5. Genoma humano – etica6. ¿Derechos de propiedad comunitarios?
1. IntroducciónProyecto Genoma Humano: es un programa internacional de colaboración científica cuyo objetivo es obtener un conocimiento básico de la dotación genética humana completa. Esta información genética se encuentra en todas las células del cuerpo, codificada en el ácido desoxirribonucleico (ADN). El programa pretende identificar todos los genes del núcleo de la célula humana, establecer el lugar que los genes ocupan en los cromosomas del núcleo y determinar mediante secuenciación la información genética codificada por el orden de las subunidades químicas de ADN.
El objetivo último de la representación y secuenciación del genoma es asociar rasgos humanos específicos y enfermedades heredadas con genes situados en lugares precisos de los cromosomas. Cuando se termine, el Proyecto Genoma Humano proporcionará un conocimiento sin precedentes de la organización esencial de los genes y cromosomas humanos. Promete revolucionar el tratamiento y la prevención de numerosas enfermedades humanas, ya que penetrará en los fenómenos bioquímicos básicos que las sustentan.
La idea de iniciar un estudio coordinado del genoma humano surgió de una serie de conferencias científicas celebradas entre 1985 y 1987. El Proyecto Genoma Humano ganó impulso en Estados Unidos en 1990 con la ampliación de la financiación de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y del Departamento de Energía (DOE). Uno de los primeros directores del programa en Estados Unidos fue el bioquímico James Watson, que en 1962 compartió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina con los biofísicos británicos Francis Crick y Maurice Wilkins por el descubrimiento de la estructura del ADN. Muchos países tienen en marcha programas oficiales de investigación sobre el genoma humano como parte de esta colaboración informal, entre ellos Francia, Alemania, Japón, Reino Unido y otros miembros de la Unión Europea. El coste de la parte del programa que se realiza en Estados Unidos es de 3.000 millones de dólares a lo largo de 15 años, hasta el 2005.
Estructura del ADN
El elemento más importante del cromosoma es la molécula continua de ADN. Esta molécula de doble cadena con forma de escalera retorcida está formada por compuestos químicos enlazados llamados nucleótidos. Cada nucleótido consta de tres partes: un azúcar llamado desoxirribosa, un compuesto de fósforo y una de cuatro posibles bases: adenina, timina, guanina o citosina. Estos componentes están enlazados de manera que el azúcar y el fosfato forman los lados paralelos de la escalera de ADN; las bases de ambos lados se unen por parejas para formar los travesaños; la adenina se enlaza siempre con la timina, y la guanina siempre con la citosina.
El código genético viene determinado por el orden que ocupan las bases adenina, timina, guanina y citosina en la escalera de ADN. Por lo general, cada sección de esta escalera tiene una secuencia única de pares de bases. Como un gen no es más que una de estas secciones, posee también una secuencia única, que puede utilizarse para diferenciar unos genes de otros y fijar su posición en el cromosoma.
Se llama genoma a la totalidad del material genético de un organismo. El genoma humano tiene entre 50.000 y 100.000 genes distribuidos entre los 23 pares de cromosomas de la célula. Cada cromosoma puede contener más de 250 millones de pares de bases de ADN y se estima que la totalidad del genoma tiene aproximadamente 3.000 millones de pares de bases.
El ADN analizado en el Proyecto genoma humano procede por lo general de pequeñas muestras de sangre o de tejidos obtenidas de personas diferentes. Aunque los genes del genoma de cada individuo están formados por secuencias de ADN exclusivas, se estima que la variación media de los genomas de dos personas distintas es muy inferior al 1%. Por tanto, las muestras de ADN humano de distintas fuentes presentan muchas más similitudes que diferencias.
3. Cartografía y secuenciación
Hay dos categorías principales de técnicas de cartografía genética: ligamiento o cartografía genética, que identifica sólo el orden relativo a los genes a lo largo del cromosoma; y cartografía física, un conjunto de métodos más precisos que permite determinar las distancias entre genes dentro del cromosoma. Ambos tipos de cartografía utilizan marcadores genéticos, que son características físicas o moleculares detectables que se diferencian entre los individuos y se transmiten por herencia.
La cartografía mediante ligamiento se desarrolló a principios de la década de 1900 gracias al trabajo del biólogo y genetista estadounidense Thomas Hunt Morgan. Al observar la frecuencia con que determinadas características se heredaban unidas en numerosas generaciones de moscas de la fruta, llegó a la conclusión de que estos rasgos que con frecuencia se heredan juntos debían estar asociados con genes próximos en el cromosoma. Basándose en sus investigaciones, Morgan logró elaborar un mapa aproximado que recogía el orden relativo de estos genes asociados en los cromosomas, y en 1933 recibió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina por su obra.
Los mapas de ligamiento humanos se han elaborado sobre todo siguiendo las pautas de herencia de familias extensas a lo largo de muchas generaciones. Inicialmente, estos estudios se limitaban a los rasgos físicos heredados, fácilmente observables en todos los miembros de la familia. Pero actualmente hay técnicas de laboratorio muy refinadas que permiten a los investigadores crear mapas de ligamiento más detallados comparando la posición de los genes diana en relación con el orden de marcadores genéticos o de segmentos específicos y conocidos del ADN.
La cartografía física determina la distancia real entre puntos diferenciados de los cromosomas. Las técnicas más precisas combinan robótica, uso de láser e informática para medir la distancia entre marcadores genéticos. Para realizar estos mapas se extrae ADN de los cromosomas humanos y se rompe aleatoriamente en numerosos fragmentos. A continuación, éstos se duplican muchas veces en el laboratorio para analizar en las copias idénticas así obtenidas, llamadas clones, la presencia o ausencia de marcas genéticas específicas distintivas. Los clones que comparten varias marcas proceden por lo general de segmentos solapados del cromosoma. Las regiones de solapamiento de los clones pueden a continuación compararse para determinar el orden global de las marcas a lo largo del cromosoma y la secuencia exacta que ocupan inicialmente los segmentos de ADN clonados.
Para determinar la secuencia real de nucleótidos hacen falta mapas físicos muy detallados que recojan el orden exacto de las piezas clonadas del cromosoma. En el Proyecto Genoma Humano se utiliza primordialmente un método de secuenciación desarrollado por el bioquímico británico y dos veces premio Nobel, Frederick Sanger. Este método consiste en replicar piezas específicas de ADN y modificarlas de modo que terminen en una forma fluorescente de uno de los cuatro nucleótidos. En los modernos secuenciadores automáticos de ADN, el nucleótido modificado situado al extremo de una de estas cadenas se detecta con un haz de láser y se determina el número exacto de nucleótidos de la cadena. A continuación se combina esta información en un ordenador para reconstruir la secuencia de pares de bases de la molécula original de ADN.
Duplicar el ADN con precisión y rápidamente tiene una importancia crítica, tanto para la cartografía como para la secuenciación. Inicialmente los fragmentos de ADN humano se replicaban mediante clonación en organismos unicelulares que se dividen rápidamente, como bacterias o levaduras. Esta técnica exige mucho tiempo y mucho trabajo. A finales de la década de 1980 se generalizó el uso de un método revolucionario de reproducción de ADN llamado reacción en cadena de polimerasa (RCP). Esta técnica es fácil de automatizar y puede copiar una sola molécula de ADN varios millones de veces en unas pocas horas. En 1993, el bioquímico estadounidense Kary Mullis recibió el Premio Nobel de Química por idear esta técnica.
Bioinformática
Cuando esté terminado, el Proyecto Genoma Humano habrá generado un catálogo con la descripción de 50.000 a 100.000 genes humanos con cierto grado de detalle, mapas de alta resolución de los cromosomas, incluidos cientos de miles de puntos significativos, y miles de millones de información sobre secuencias de pares de bases. Para ayudar a los investigadores del genoma a determinar el sentido de este aluvión de datos hacen falta muchos instrumentos informáticos, como sistemas de información y gestión de laboratorios, robots, sistemas de gestión de bases de datos e interfaces de usuario gráficas.
Se ha desarrollado un nuevo campo de investigación llamado bioinformática para satisfacer las exigencias planteadas por el programa. Los investigadores de bioinformática han creado bases de datos públicas conectadas a Internet para poner los datos del genoma a disposición de los científicos de todo el mundo. Así, los resultados de la cartografía de los genes humanos se encuentran en la Genome Database, y la información de secuenciación del ADN en varias bases de datos, entre ellas GenBank del NIH, Base de Datos de Secuencias de Nucleóticos del Laboratorio Europeo de Biología Molecular, DNA Databank de Japón y Genome Sequence Database del DOE.
Situación del proyecto
A principios de 1996, el Proyecto Genoma Humano iba ya por delante del calendario y por detrás del presupuesto. Se han cartografiado más de 4.000 genes al menos en un cromosoma específico, se han clonado 1.600 genes de función conocida, se han asociado 1.000 enfermedades genéticas con algún defecto de un gen cartografiado y se han secuenciado más de 150 millones de pares de bases de ADN humano. Se han publicado mapas de todo el genoma humano con marcas separadas por término medio cerca de 200.000 pares de bases. El objeto final del Proyecto Genoma Humano es estrechar la separación entre marcas hasta aproximadamente 100.000 pares de bases y secuenciar al menos 3.000 millones de pares de bases para el año 2005.
En años recientes se han identificado los genes asociados con enfermedades hereditarias, como la fibrosis quística, la distrofia muscular o la enfermedad de Huntington. Éste es el primer paso en el desarrollo de mejores pruebas de selección genética, nuevos medicamentos y tratamientos genéticos para combatir estas patologías. La capacidad para corregir defectos mortales de la herencia genética humana puede alterar espectacularmente la forma de enfocar la enfermedad.
El mayor conocimiento del genoma humano puede tener también consecuencias éticas, jurídicas y sociales muy controvertidas. Los primeros resultados ya han estimulado un debate internacional sobre la conveniencia o no de patentar para uso comercial secuencias de genes humanos y de poner la información sobre genética humana a disposición de empresas de seguros y empleadores, así como de corregir los defectos genéticos de forma que podrían transmitirse de generación en generación.
Articulo que salio el Domingo en el Diario Clarín
Domingo 19 de marzo de 2000
La Guerra De Los Genes: Polemica En Los Estados Unidos
Los intereses que hay detrás del proyecto Genoma Humano
Algunos científicos se oponen a que las empresas privadas patenten los genes. Sin embargo, éstos ya se cotizan en Wall Street. El primer borrador del mapa genético humano se conocerá en setiembre.
ROBOT GENETICO. Lo usan para descubrir genes en la Universidad de Wisconsin.
Paula Andalo
La guerra de los genes" tuvo un nuevo capítulo esta semana cuando el presidente estadounidense Bill Clinton y el primer ministro británico Tony Blair aseguraron que la información sobre el proyecto Genoma Humano debe ser de dominio público. Pero ambos mandatarios obviaron una parte importante del debate, más cercana a Wall Street que a un laboratorio: si es ético patentar genes.
El proyecto Genoma Humano, que ya lleva diez años, se propone "dibujar" el conjunto de genes que posee un individuo y que determina todas las características que conforman su herencia, desde sus rasgos físicos hasta su predisposición a padecer algunas enfermedades.
Quien posea esta información tendrá mucho poder en el futuro. Porque sabrá qué gen está vinculado a determinada enfermedad y podrá desarrollar fármacos precisos para combatirla. Además, quien sea dueño de un gen podrá cobrar derechos a quien quiera utilizar esa información. En pocas palabras, los genes ya comenzaron a cotizar en bolsa.
En sus orígenes, el proyecto era exclusivamente estatal, financiado por el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos y por el Welcome Trust de Londres. Pero en 1995 entraron en carrera empresas privadas como Celera Genomics, que ya patentó cientos de genes. Ambos sectores invierten por año 600 millones de dólares en esta investigación.
Mientras los logros eran pequeños, la convivencia fue tranquila. Pero a medida en que el mapa genético fue tomando forma, todos mostraron las garras. Y el debate explotó cuando se anunció que el primer borrador estará listo esta primavera.
Ahora, los científicos del organismo estatal quieren difundir los resultados del proyecto por Internet y los empresarios pretenden que sea de acceso más restringido. Los primeros están en contra de "patentar el conocimiento" y aseguran que hay que evitar el monopolio de los genes. Los segundos creen, sin embargo, que invirtieron muchos años y mucho dinero y que las reglas del mercado son otras.
El experto argentino Víctor Penchaszadeh es jefe de la División de Genética Médica del Betch Israel Medical Center en Nueva York y es miembro del comité asesor sobre pruebas genéticas de la Secretaría de Salud Pública de los Estados Unidos. En una charla telefónica con Clarín, explicó la complejidad de este debate.
"Las palabras de Clinton y Blair respondieron a una presión de la comunidad científica que se opone al patentamiento", explicó. A partir de estas investigaciones nació HUGO (Human Genome Organization), una organización formada por expertos que "luchan porque la ciencia se limpie de tanto negocio".
Penchaszadeh contó que el patentamiento de genes no es algo nuevo en los Estados Unidos. "Pero puede ser muy peligroso. Pongo el caso del cáncer de mama. Una empresa descubrió un gen que predispone a la mujer a padecer este mal. Lo patentaron y ahora tienen el monopolio exclusivo del análisis que detecta la mutación del gen que provoca la enfermedad".
"Además, -contó-, muchas veces se da que dos empresas patentan fragmentos de un mismo gen y la pelea por quién es dueño de ese gen llega a los tribunales." ¿Es lícito este tironeo genético? La cosa no es nada fácil. Y concentra intereses cruzados. Por un lado están las empresas biotecnológicas (como Celera) que secuencian y patentan los genes. Su objetivo es patentar el máximo de conocimiento para "venderlo" después a posibles usuarios como, por ejemplo, los laboratorios interesados en desarrollar medicamentos o métodos de detección a partir de esa información. Y también están los médicos, que son los que prescriben análisis y remedios y que consideran que la patente traba y encarece el sistema de salud.
Algo lejos quedó el paciente. Y la naturaleza de las cosas. Porque, como bien dicen algunos, patentar un gen es como patentar la Luna y después pretender cobrarle al que quiera mirarla.
"El acerbo genético de una especie no puede ser patentado porque es algo propio de la naturaleza", reflexionó Penchaszadeh. Además se está sobrevalorando la información. No podemos volver a un peligroso determinismo genético. El 90% de las enfermedades como el cáncer o los males cardiovasculares depende de interacciones mucho más complejas que la sola presencia de un gen defectuoso."
4. La guerra por patentar genes
La batalla por patentar o privatizar el genoma humano -el mapa de la vida- y la cura de las enfermedades genéticas son una cuestión moral y cultural y el negocio del siglo XXI, de miles de millones de dólares, tan incalculable como si se cobrara el aire. Quiénes son los contrincantes de esta pelea.
ANA BARON. Corresponsal de Clarín en Washington En el terreno de la genética no podemos perder tiempo. El descubrimiento de un solo gen puede salvar la vida de miles de personas. Cada minuto que perdemos es de vida o muerte", le dijo a Clarín el doctor Craig Venter, un biólogo que se ha propuesto derrotar a los científicos apoyados por el gobierno de Estados Unidos y de Gran Bretaña en la carrera que existe actualmente por anunciar primero el genoma humano, el mapa de la vida o genético de la especie humana.
A primera vista el apuro de Venter parece muy altruista. De acuerdo a las estadísticas uno de cada 1.000 chicos nace con algún defecto genético. Es verdad que una gran cantidad de enfermedades fatales son de origen genético y que el descubrimiento del gen que las provoca no sólo permitirá producir drogas para tratarlas, sino que también vacunas para prevenirlas. Sin embargo, detrás de las buenas intenciones, hay tantos millones y millones de dólares en juego que en Wall Street llaman a Venter el "Bill Gates" de la genética y a su empresa Celera, la Microsofot de la industria de la biotecnología. Tantos, que es incalculable su monto hacia el siglo XXI. Según los corredores de la Bolsa en la llamada "nueva economía" las empresas biotecnológicas que logren apropiarse legalmente de nuestros genes patentándolos atraerán inversiones muy superiores a las que están obteniendo actualmente la empresas de la informática y de Internet.
El negocio de los genes y las enormes ganancias que pueden llegar a generar ha desencadenado una verdadera guerra socioeconómica y ética. Hay un grupo de científicos norteamericanos y británicos que, apoyados financieramente por los gobiernos de Clinton y Blair, están trabajando basados en el principio altruista que nadie debe apoderarse del genoma humano. Según ellos, todo el mundo tiene que poder acceder al mapa genético de la vida, porque es un bien que le pertenece a la humanidad. En ese sentido, a medida que avanzan en sus investigaciones sobre el genoma humano, van publicando los resultados de sus investigaciones. En EE.UU. estos científicos están trabajando en el Instituto Nacional de la Salud bajo la dirección de Francis Collins en el Proyecto Público de Genoma Humano (HGP).
En la vereda de enfrente hay un grupo muy pequeño de empresas de biotecnología que también están investigando el genoma humano pero se niegan a hacer público el resultado de sus investigaciones, porque la intención es ir vendiendo la información que vayan obteniendo. La empresa más conocida en este terreno es Celera Genomics, la empresa de Venter, que tiene su sede principal en Rockville, muy cerca de Washington.
Pero Celera no es la única. También esta Incyte Phamaceutical, el Human Genome Sciences, SmithKline Beechman, y otras. Craig Venter no tiene ningún problema en decir que su empresa "no es una empresa sin fines de lucro". De hecho, Celera cotiza en Wall Street bajo el logo CLR. Esta semana sus acciones cotizaron a un promedio de 104 dólares la acción. Lideradas por Venter, la ofensiva de estas empresas ha sido tan feroz en el último año que el presidente Clinton y Blair decidieron hace diez días establecer las reglas del juego de lo que hoy se conoce como la "guerra de los genes".
En la declaración conjunta que hicieron el 15 de marzo, Clinton y Blair pidieron a los científicos de todo el mundo que publiquen toda la información que tengan relativa al genoma humano. "Los datos fundamentales sobre el genoma humano, incluyendo la secuencia de todo el genoma del ADN humano y sus variaciones, tendrían que ser de libre acceso para los científicos del mundo entero", dijeron. La identidad genética humana tendría que permitir "reducir la incidencia de las enfermedades, mejorar la salud en el mundo y la calidad de vida de toda la humanidad", agregaron.
Sin analizar bien lo que decía el resto del texto firmado por Clinton y Blair, Wall Street reaccionó con la furia de un rayo: todas las acciones de las empresas de biotecnología bajaron vertiginosamente. Según The New York Times, las empresas como Celera, ligadas al estudio del mapa genético, es decir al genoma, fueron las más afectadas. Sus acciones perdieron hasta un 20 por ciento de su valor. Pero eso no fue todo, el Nasdaq, es decir el indice de las empresas de tecnología de punta, cayó más 200 puntos en un día. El pánico que todo eso creó, obligó al vocero de la Casa Blanca Joe Lockhart a explicar que Blair y Clinton no estaban en contra de la industria de la biotecnología ni de la posibilidad de que registren patentes de tipo biotecnológico. Una lectura detenida de la declaración conjunta indica que Clinton y Blair hacen una distinción entre el descubrimiento de un gen y un invento genético. Esto abriría las puertas a la privatización de las curas genéticas y al verdadero negocio multimillonario.
El descubrimiento de un gen no es más que el descubrimiento de algo que se encuentra en la naturaleza y por eso, de acuerdo a la declaración no debe ser patentado. Pero una vez conocido el gen, si un científico logra descubrir una enferme dad (o mutación de uno o más genes) para poder fabricar ya sea una droga para tratarla o una vacuna para prevenirla, eso sí podría ser patentado.
"La protección intelectual de las invenciones a partir de los genes desempeña un papel importante en el desarrollo de nuevos productos para salud", dicen Blair y Clinton. No es posible pensar, ingenuamente, que los secretos del genoma no serán aprovechados por las empresas farmacéuticas y de biotecnología para el desarrollo de medica mentos. También es cierto que empresas como Celera y Incyte han hecho inversiones enormes para poder avanzar en el conocimiento del mapa genético del ser humano. "A pesar de la retórica altruista de los principales científicos universitarios involucrados en el Proyecto Genoma Humano muchos de ellos han invertido en empresas que si bien no se dedican a trazar el mapa genético esperan sacar provecho a largo plazo de la información obtenida por las investigaciones públicas y privadas", escribió el profesor de Biología Molecular de la Universidad de Princeton Lee Silver en el The New York Times. Y agregó: "Pero el problema son los límites. La falta de legislación en el terreno de la biotecnología es un buen indicador de las rapidez con que se están produciendo los cambios. Estamos viviendo en un momento donde todo está siendo redefinido, desde cómo definir el principio y el final de la vida hasta si la humanidad debería permitir que un ser humano sea clonado".
Esta corresponsal entrevistó a Venter por primera vez en 1994, cuando ya había abandonado el Proyecto Público del Genoma Humano del Instituto Nacional de la Salud donde trabajó durante 10 años y se había instalado por su cuenta en una ex fábrica de cerámica en las afueras de Washington con un objetivo bien preciso: derrotar a sus ex compañeros, y ser el primero en publicar el mapa genético del ser humano. El objetivo parecía en aquel momento demasiado ambicioso, pero actualmente Venter está por lograrlo. En menos de seis años, se mudó de la fábrica de cerámica a un edificio nuevo donde fundó Celera, la compañía que ahora preside. Recientemente Venter invitó a la impresionante masión que tiene en Miami en South Beach a 1.800 líderes mundiales en investigación genética con todo pago. Se calcula que ya tiene una fortuna personal de más de 300 millones de dólares.
Más allá de su aire de playboy científico, el éxito de Venter se debe a que descubrió un método para rastrear los genes en nuestro organismo 1.000 veces más rápido del que usan sus colegas. "Nuestro objetivo fue desde un principio descubrir la mayor cantidad de genes humanos en el menor tiempo posible. Necesitamos esa información por dos razones: una, para poder combatir eficazmente las enfermedades fatales de tipo genético, y la segunda, para poder comprender quiénes somos y de dónde venimos. Nuestra historia está en los genes", explicó Venter.
Justamente porque nuestra historia está en nuestro mapa genético, cuesta comprender que haya científicos dispuestos a patentar nuestros genes para poder lucrar con ellos. Venter insiste, sin embargo, con que ése no es el objetivo de su compañía. Venter quiere en realidad que Celera se transforme en lo que Bloomberg es para la comunidad financiera. Es decir, el objetivo es que Celera venda información sobre cómo interpretar el mapa genético humano, pero no el mapa en sí. De todas maneras, los problemas de tipo ético que plantea biotecnología hoy no terminan allí. Como todo descubrimiento científico, el mapa genético podrá ser utilizado de una manera positiva como también de una manera negativa: se teme que el conocimiento genético sea utilizado para la discriminación laboral, como arma contra una etnia o para elegir el color de pelo y de ojos de nuestros hijos. El tema es tan importante que el 11 de noviembre de 1997 se estableció en las Naciones Unidas la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los derechos humanos que pone límites a cualquier tipo de discriminación o manipulación del genoma humano.
Lo cierto es que la sutil diferencia entre descubrimiento e invento que surge de la declaración conjunta de Clinton y Blair pone en tensión la relación entre ciencia y ética y entre ciencia y sociedad. Y entre lo público y lo privado. Los gobiernos creen que dejar las claves únicas de la especie humana y de su cura libradas a una guerra del mercado es, por lo menos, un riesgo y puede ser un peligro extremo. La guerra, sin embargo, ya comenzó.
Un cientifico carismatico
Se lo considera el científico más mediático que dio la comunidad y decodifica genes con la velocidad de un rayo. Hace poco demostró su poder ofreciendo una gran fiesta en su mansión de South Beach, en Mia mi, adonde invitó a 1.800 líderes mundiales en investigación genética, con todo pago. Craig Venter, presidente de Celera Genomics, a los 53 años quizá sea el Bill Gates de la ciencia: su empresa puede llegar a concentrar las patentes de gran parte de los genes que conforman el genoma de un individuo.
Muchos se sienten traicionados por este hombre calvo, muy americano, que antes trabajaba en el Instituto Nacional de Salud y que después formó su propia empresa. Casado con Claire Frase, famosa bióloga molecular, Venter asegura que la información sobre el genoma debe ser pública pero, en la práctica, la Oficina de Patentes de los Estados Unidos tiene una lista de por lo menos cien secuencias de genes que Celera quiere patentar.
Como muchos genios, Venter tuvo serios problemas en la escuela y un buen día dejó todo para dedicarse al surf en el sur de California. Mientras su único objetivo en la vida era barrenar, lo alistaron para luchar en Vietnam. "La guerra me cambió", dijo, simplemente. Y decidió ser el protagonista de la tercera guerra mundial: la guerra de los genes. "El tiempo es oro, cada minuto cuenta, por eso ahora estoy en mi laboratorio muchas horas, para descubrir finalmente el misterio del ADN." Venter anunció que en la primavera tendrá listo su mapa genético. Y ahora todos corren a su ritmo.
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