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La proactividad. Esa desconocida facultad humana (página 2)


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Las personas proactivas llevan consigo su propio ambiente y temperatura, generan, a partir de su favorable perspectiva interna, su incondicional clima favorable. Existe una fuerza interior que supera las peculiaridades externas. Esta fuerza radica y se sustenta en los valores.

Los valores se convierten en la fuerza impulsiva que remite a la realización de un trabajo con calidad a pesar de las turbulencias del tiempo, los compañeros, conflictos sociales o la persistente complejidad devenida de la relación que se establece en el ámbito laboral o empresarial.

Las personas reactivas se afectan no solo por este clima metereológico, sino que se conmueven, tremendamente por el denominado clima social. Si, son tratadas adecuadamente, con la benevolencia y dulzura que esperan o con la afectada estimación que se han prefijado, suelen sentirse bien.

En cambio, si, el trato es rudo, incisivo o grosero, se convierten en personalidades conmovidas y perturbadas, con marcada prevalencia de la autodefensa o protección, construyendo su fundamental vida emocional, a partir del moldeamiento que le imprimen, en muchos casos, los defectos de los demás.

El elemento central de la personalidad proactiva es su sagacidad para subordinar los impulsos a sus valores. Contrariamente a las personas reactivas, que basan su comportamiento a partir de las condiciones o sentimientos, los individuos proactivos actúan con el sustento que le brindan los valores, internalizándolos. Estos valores no han surgido de ninguna convicción espontánea, sino que son el fruto de una cuidadosa meditación, a partir de la selección refinada y con el apoyo de elementos sustanciales como su experiencia individual.

Otros autores como Ralf Schwarzer sostienen que el comportamiento proactivo encierra la creencia y el convencimiento de las personas, que ellas cuentan con un excelente potencial para iniciar una mejora, para tender, a partir de su persistencia y constancia, a mejorarse a sí mismas. Este potencial permite a los individuos, no sólo relievarse internamente sino modificar su situación y entorno, aun cuando estos carguen con ingentes dificultades.

Las personas con habilidades proactivas anticiparán y detectarán los estresores potenciales, actuando de manera decidida para prevenirlos.

Para este autor la proactividad se encuentra relacionada con la convicción de poder controlarse y con la capacidad de suficiencia personal que les remita a manejarse con la morigeración suficiente frente a su problemática. En general, son aquellas personas eficaces que consideran que pueden manejar la situación suscitada en el entorno, con la sagacidad requerida para enmendar su dificultad. Estas personalidades, señala Schwarzer, poseen una característica que las peculiariza: suelen ser eficaces. Es decir, piensan al extremo de convencerse, que pueden controlar la situación y solucionar su trance, a partir de la dinámica que imprimen a sus acciones.

Autores como Baterman y Crant refieren que la proactividad implica no solamente anticipar el cambio, sino crearlo. Viabilizar la estructura que remita al sujeto a modificarse, reestructurarse y cambiar. Ser proactivo llevaría, no sólo a manejarse con flexibilidad ahí donde la rigidez lo impide, sino tomar la iniciativa y llegar a la mejora de las dificultades que pudiera confrontar frente a la empresa o el negocio. No es pues, sólo una acción reactiva o de respuesta sino una acción que tienda a mejorar los objetivos trazados, de ahí que el comportamiento proactivo tienda a la permanente búsqueda de nuevas oportunidades, a delimitar objetivos definidos que se orienten al cambio mediante una actuación distintiva y diferente haciendo cosas diferente y aventurándose mas allá de la estrechez de la seguridad, tentando la aventura, a pesar de la incertidumbre que pueda generar.

Para los autores, además, la proactividad conlleva a la constancia y perseverancia en los esfuerzos propios para generar el logro de sus propósitos con una alta probabilidad de conseguir resultados favorables y tangibles, ya que sus actitudes, se orientan a los resultados. La parte esencial del cambio, no está en citarlo, acogerlo o pensar en él, la parte fundamental es trasladar las ideas a acciones concretas, reales y objetivas. Solo así se conseguirán los resultados perseguidos.

Victor Frankl, el psiquiatra judío a quien los nazis mataron, en los campos de concentración, a casi toda su familia, definía la proactividad como "la libertad para elegir nuestra actitud frente a las circunstancias que nos ofrece nuestra propia vida".

Frankl, fue sometido a las torturas más horrendas que puede soportar un ser humano. Aislado y vilipendiado. Deviniendo de su estatus de médico y profesor universitario, para convertirlo en una miseria humana, en un número, el número 119.104, tatuado en su hombro. Le habían quitado todo. Propiedades, enseres, títulos, familia y lo fundamental su libertad y el tiempo para vivirlo libremente.

Privado de sueño, alimento y abrigo. Tratado en condición de esclavo, en circunstancias perversas. Sin embargo, él se entendió que había algo que no podían quitarle, su libertad interior. Entendió que, a pesar de los elementos externos que se ofrezcan como estímulos degradantes, indignos o indecentes, el hombre puede conservar un vestigio de libertad espiritual, de independencia mental. Eso es algo que nadie puede arrebatarle.

Como cita Frank "Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino."

Este caso límite y extremo nos muestra como, a pesar de entender la pérdida total de nuestra dignidad, existe algo irrebatable, la capacidad mental para pensar, conmovernos o decidir nuestro propio camino. Frankl, probó, con su propia vivencia que se puede vencer la circunstancia más adversa a partir de la libertad interior.

En líneas generales la proactividad, ha sido entendida como la capacidad de analizar las tendencias, anticiparse a ellas y transformarlas Una especie de ir delante de los problemas mucho antes que estos se presenten o darle la solución cabal una vez que estos se evidencien.

Una persona proactiva, siempre anda adelante, sin que nadie la obligue, en el cumplimiento de su obligación o tarea. Es aquella, que, sin presiones de ninguna índole, se prepara, lee, se informa y busca siempre nuevas maneras para hacer las cosas, contraponiendo el aporte de sus conocimientos o renovados aprendizajes.

Sin embargo, la extensión de este atributo psicológico, no sólo se restringe a esta particular definición, va mas allá de tomar la iniciativa, anticipándose a lo que podría ocurrir, tiene que ver, como dice Covey, con el trascendente potencial de los seres humanos y la forma responsable como asumen sus propias vidas.

PROACTIVIDAD VERSUS ANIMALIDAD

El individuo, sujeto o persona, es el único miembro del reino animal, a decir de Denegri (2002) perteneciente al Filum de los Cordados; Subfilum de los Vertebrados; Clase de los Mamíferos; Subclase de los Euterios; Grupo de los Placentarios; Orden de los Primates; Suborden de los Pitecoides; Infraorden de los Catarrinos; Familia de los Hominoides; Subfamilia de los Homínidos; Género Homo y Especie estupidus, que puede evidenciar la capacidad suficiente para modificar las ofertas crudas, inclementes o despiadadas, que le puede ofrecer el entorno, convirtiendo estos ataques, sean naturales o atentatorios contra su salud física o mental, en situaciones manejables, llevaderas.

Esgrime, de la misma forma con que ha operado desde la antigüedad, los retos ofrecidos por la naturaleza, las enfermedades y la creatividad contrapuesta en todas las invenciones que derivan en el progreso, optando por la comodidad y complacencia.

Basados en sus propias decisiones y con los recursos de sus atributos, el ser humano puede, de proponérselo, cambiar sus condiciones externas y, también, a partir de su experiencia histórica y ajustado a su psiquismo y aprendizaje, llegar a modificar su estructura interna. Las actitudes, valores y comportamientos, denotan una dinámica tan amplia en el ser humano como impensable en los animales.

No sólo eso, la capacidad del ser humano, le lleva a organizar planes, estructuras y estrategias que logran romper hábitos o malas costumbres y que le permiten hacer que las cosas sucedan, a partir de su voluntad. Ningún animal tiene la facultad de modificar su entorno o interioridad. Está condenado a sus instintos. El animal no decide, no planea, no estructura ni cambia.

La proactividad implica admitir que los comportamientos o conductas suceden de la propia elección consciente, basada en los valores y principios. Este atributo necesariamente, deviene de nuestra libertad interior de elegir. De la capacidad que mantenemos para subordinar los impulsos a los principios, para brindar una actuación a partir de los valores cuidadosamente meditados, seleccionados e internalizados, antes que por los sentimientos, circunstancias o condiciones externas no mensuradas.

Las personas proactivas responden a los estímulos externos tamizando, regulando y controlando el ingreso de esos estímulos, eligiendo la respuesta a partir de sus valores y principios. No se sienten alteradas a partir de lo que sucede, sino que pueden matizar los acontecimientos impidiendo menoscabos o daños emocionales. Los acontecimientos externos pudieran ser de una fatalidad extenuante, como el caso citado del psiquiatra Víctor Frankl o el de muchos otros, no obstante, el individuo, va a dar el valor cabal a la trascendencia de estos sucesos impidiendo que le causen daño o que le inflijan pena, dolor o sufrimiento.

Al respecto es bueno recordar lo que decía Franklin D. Roosevelt, "nadie puede herirte sin tu consentimiento". O, coordinadamente lo que apuntaba el "Alma Grande", el Mahatma Gandhi, el ideólogo de la no-violencia, "nadie nos puede quitar nuestro auto respeto si, nosotros, no se lo damos". O, como anota Stephen Covey, "lo que nos hiere o daña no es lo que nos sucede sino nuestra respuesta a lo que sucede".

No nos hiere lo que sucede sino la importancia que le damos a lo que sucede, es decir, el ser humano, tiene esa maravillosa capacidad de valorar lo que sucede, de darle una connotación favorable a un entorno disociador, perjudicial o de sufrimiento, hasta convertirlo en enseñanza.

Ser proactivo es entender que aun cuando nuestras circunstancias se muestren tremendamente difíciles, insospechadamente negativas o definitivamente malas, el ser humano, posee la facultad, sagacidad y capacidad para estructurar, a partir de nuestro ingenio y creatividad, los cambios suficientes que logren modificarla. Ser Proactivo, es utilizar los recursos de nuestra experiencia, individual e histórica, es aplicar los fracasos como herramienta multiplicadora de aprendizajes, es entendernos nosotros mismos en nuestras habilidades y limitaciones tendiendo a potenciar las deficiencias, mediante la capacitación, para su utilización cabal.

No ser proactivo o no utilizar nuestro potencial, creatividad, recursos, valores y responsabilidades para tender a un cambio crucial, nos podría llegar a equipar al pez Lucio citado en la introducción como preclaro ejemplo, animal acuático, que, como tantos otros, se niega y limita, a partir de la nimiedad de un condicionamiento, y no logra romper su propia restricción o paradigma.

Ser proactivo es marcar con nuestro talento la diferencia sustancial con la instintiva actuación animal, es utilizar los elevados recursos de nuestra corteza, es convertirnos en lo que somos, seres humanos capaces de modificar nuestro entorno.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

  1. S.Covey. Los siete hábitos de la gente altamente efectiva. Paidós Empresa. Méjico, 1996
  2. Ralf Schwarzer (1997) .
  3. Bateman y Crant (1993) "The Proactive Component of Organizational Behavior" Journal of Organizational Behavior, Vol. 14, 103-118.
  4. Revista Debate, Lima:2002. La pérdida de los controles instintivos
  5. Víctor Frankl. El hombre en busca de sentido, Ed. HerderBarcelona, 1979

 

Por:

Carlos Luperdi Salgado

Psicólogo. Consultor Organizacional, con especialización y estudios de Psicología Organizacional, por ESAN (Perú). Docente Universitario por la Universidad Peruana los Andes (UPLA) de Huancayo, Universidad Alas Peruanas y Ricardo Palma. Jefe de Recursos Humanos en importantes empresas de Perú.

Autor de artículos de Psicología Organizacional, en diarios y revistas. Actualmente Consultor Organizacional de ESCA.

País y ciudad de nacimiento del autor. Provincia Constitucional del Callao, Perú.

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