Breve resumen del texto
La Proactividad es esa desconocida facultad humana que permite modificar las dificultades que el individuo confronta. A pesar del devenir histórico del hombre y del desarrollo obtenido, esta facultad subyace y permanece oculta, tendiendo a cargar de padecimientos a los individuos.
Despertarla es distinguirnos de los animales quienes carecen de estos estimados recursos. El presente artículo remite a conocer los alcances de la proactividad, partiendo de un intento por definirla y motiva a utilizar este preciado recurso.
Introducción
El Lucio es un pez agresivo que suele comer una variedad de especies, incluyendo, desde la suya propia hasta aves, sapos y pequeños mamíferos. Es tan agresivo que alguna monografía refiere haber encontrado un Lucio de 30 centímetros intentando tragarse un ave mucho más grande que él. Ambos fueron encontrados muertos a 20 metros fuera del agua. El ave con la cabeza dentro de la garganta del Lucio.
Lógicamente el ave, para salvarse, lo había arrastrado fuera, habiendo perecido los dos. El instinto agresivo del pez lo había llevado a morir fuera del agua, antes que soltar la presa.
Entendiendo su agresividad, los científicos decidieron someter a este voraz pececillo a un experimento. Colocaron un pez pequeño y vulnerable, dentro de una urna protectora de vidrio, y lo sometieron a la acometida de un hambriento Lucio. Este, de manera frenética, intentó comérselo dándose, sus fauces, duramente, contra el resistente vidrio.
Con el hambre que cargaba, el Lucio, volvió a intentar en continuas oportunidades, comerse al pequeño animal, golpeándose en todas ellas, reciamente contra el resistente cristal. Finalmente, el hambriento pez, llegó a desistir en su propósito de engullir a su pequeña víctima.
Al notar los científicos la persistente renuncia al ataque del hambriento Lucio, retiraron la urna que atrapaba al pececillo, notando, para sorpresa de ellos, que, a pesar del apetito voraz que dominaba al Lucio, éste, jamás volvió a intentar siquiera, atacarlo.
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La proactividad, es una palabra que no se encuentra definida en el Diccionario de la Real Academia Española. Tampoco encuentra definición el término proactivo, que vendría a ser el adjetivo que derivaría de esta palabra. Existen grandes esfuerzos que tienden a intentar una definición, así Stephen Covey (1996), en su capítulo nominado la "proactividad" definida, intenta una aproximación a partir de referir que es algo más que tomar la iniciativa, para abundar que como seres humanos, al ser responsables de nuestras vidas, debemos entender que nuestra conducta es función de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones.
Podría citarse que el autor define la proactividad como la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan. Como bien dice Covey "tenemos la iniciativa y responsabilidad de hacer que las cosas sucedan". Para él, nuestra propia naturaleza es proactiva, sin embargo, son los condicionamientos o las condiciones del entorno, las que hacen que nos restrinjamos a patrones conservadores, limitados y repetitivos. Es "por decisión consciente o por omisión" que elegimos otorgar a lo que nos rodea, a la circunstancia o situación, la capacidad para controlarnos.
Cuando el control emerge del entorno y no de nuestra capacidad interior, nos volemos reactivos. La característica fundamental de las personas reactivas es la gran influencia que ejerce sobre ellas el medioambiente. Se ven constantemente afectadas por el entorno. De ahí que, como cita Covey, si, el tiempo es bueno se sienten bien, en tanto que si no lo es, se ven afectados tanto en sus actitudes como en su comportamiento.
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